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UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

TRABAJO MONOGRÁFICO

“LA PROFESION Y LOS PRINCIPIOS ETICOS DE LA


ABOGACIA”

CURSO : Seminario de Ética y Sociedad

PROFESOR : Dr. Antonio Oscuvilca Tapia

SEMESTRE : XI

CARRERA : Derecho

PRESENTADO POR:

1.- ESTRELLA LAURA SHARON

2.- MANTARI POMA HENRY

3.- SEDANO GABRIEL THALIA

HUANCAYO - PERÚ

2020 - 1
A quienes por el mundo
despliegan amor y sabiduría;
soñadores de un mejor mañana.
ÍNDICE
ÍNDICE.............................................................................................................................ii
DEDICATORIA:..............................................................................................................iv
INTRODUCCIÓN.............................................................................................................1
CAPÍTULO I.....................................................................................................................2
LA PROFESIÓN...............................................................................................................2
1.1. Definición:..............................................................................................................2
1.2. Antecedentes...........................................................................................................4
1.3. Características de la profesión................................................................................6
1.4. Deberes y obligaciones de la profesión..................................................................6
CAPÍTULO II....................................................................................................................9
PRINCIPIOS ÉTICOS DE LA ABOGACIA....................................................................9
2.1. Definición de Principio...........................................................................................9
2.2. Principio de Autonomía........................................................................................12
2.3. Principio de Beneficencia.....................................................................................15
2.4. Principio de no Maleficencia................................................................................18
2.5. Principio de Justicia..............................................................................................22
INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo tocaremos el tema de la profesión y los principios de la


abogacía , hablar de estos temas son de vital importancia ya que estos son aquellas
normas que nos van a direccionar entre hacer lo correcto o no , estos provienen de la
bioética , de la deontológica ética , aquellos que desarrollaron cuatro principios
importantes dentro del ámbito jurídico que son: autonomía, beneficencia, no
maleficencia y justica, estos cuatro principios son los que rigen la profesión de la
abogacía, los cuales se desarrollaran en los próximos capítulos con mayor profundad ,
que sirva de análisis y reflexión para nosotros como futuros abogados, tener en cuenta
ya que estos principios son la base y el cimiento para tener una formación ética , de
acuerdo a los estándares planteados , como anteriormente se daba en el código
hipocrático , hoy en día en el código de ética profesional , un punto muy importante que
cabe resaltar es el de la confianza requerida por el cliente ya que esta es la cualidad
que deben perseguir los profesionales de la abogacía. El trabajo consiste en dos
capítulos, el primer capítulo trataremos el tema de la profesión (concepto,
generalidades), caracteres, deberes y derechos de la profesión; en el segundo capítulo,
trataremos todo lo concerniente a los principios de la abogacía, partiendo desde la
definición de principio y el desarrollo de los cuatro principios ya mencionados
anteriormente.
LOS AUTORES

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CAPÍTULO I

LA PROFESIÓN

1.1. DEFINICIÓN DE PROFESIÓN. –

La profesión, del latín professio, es la acción y efecto de profesar un oficio una


ciencia o un arte, la profesión por la tanto es un empleo o trabajo que alguien
ejerce y por el que recibe una atribución económica. Sin embargo, las
profesiones requieren de un conocimiento especializado y formal, que suele
adquirirse tras una formación universitaria o terciaria.
Aquel que ejerce una profesión se conoce como profesional, esta persona a
cursado estudios y cuenta con algún certificado o diploma que avala su
competencia para desempeñar el trabajo.

La profesión es una actividad especializada del trabajo dentro de la sociedad,


realizada generalmente por un profesional.

Dándole un sentido más restrictivo, la profesión se refiere a menudo


específicamente a los campos que requieren estudios universitarios de post-
grado o licenciatura, donde se adquieren los conocimientos especializados
respectivos.

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Sin embargo, la profesión difiere de la ocupación u oficio, que se refiere
generalmente a la naturaleza del empleo de una persona. La profesión aborda el
desempeño de la práctica y la disciplina se preocupa del desarrollo del
conocimiento enriqueciendo la profesión desde su esencia y profundizando el
sustento teórico de la práctica.

El profesional es aquella persona que puede brindar un servicio o elaborar un


bien, garantizando el resultado con calidad determinada. En cuanto a la profesión
ha evolucionado a través del tiempo y ha sido producto de un desarrollo histórico,
que ha creado y renovado mecanismos de diversa índole, hasta llegar a los
procesos modernos que se conocen hoy en día.

En el caso de Profesión puede definirse como una actividad permanente,


ejercida mediante el dominio de un saber especializado que sirve de medio de
vida, sin embargo, determina el ingreso a un grupo social determinado.

Según Schein (1970) planteó que las profesiones se van distinguiendo por
la construcción de un marco normativo de acción que los diferencia. El
profesionista está dedicado de tiempo completo a una ocupación que
constituye su principal fuente de ingresos (Gómez & Tenti, 1989). Se
presupone que quien tiene una profesión tiene una fuente de motivación y
la ejerce en forma continua.

Según Andrew Abbott (1988) de manera similar a Schein plantea que es


importante entender las profesiones dentro de un sistema donde existen
jerarquías, hábitos, reglas, etc. Como ejemplo para validar su opinión toma
el caso de los médicos.

Para algunos autores, como Joseph Ben-David (1974) mantienen una


opinión más bien optimista en la medida que observa los integrantes de
una profesión poseen un sueldo elevado, un estatus social y autonomía en
su trabajo. Consideran que esta posición privilegiada se obtiene a partir de
que las profesiones realizan funciones que son socialmente valoradas.

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1.2. ANTECEDENTES DE PROFESIÓN. -

El origen de este concepto se encuentra en antiguos textos hebreos en donde se


señala que esta palabra era usada con relación a funciones sacerdotales, los
negocios en servicio del rey o de un funcionario real, puesto que el vocablo
significa mandar o enviar, lo que representaba realizar una misión. El concepto
en el sentido actual no puede remontarse más allá de la época preindustrial,
puesto que es producto de la industrialización y de la división del trabajo.

En la Edad Media aparecieron las primeras organizaciones que se asociaban a


distintas profesiones ( los gremios ) y cada una de ellas tenía sus reglas y
características.

En el periodo de adiestramiento inicial, el profesional era un aprendiz e iba


aprendiendo los conocimientos básicos.

Esta estructura no ha cambiado hasta la actualidad, donde seguimos usando


otros términos y planteamientos.

Al pasar los años los estudios realizados en la década de los sesenta definían la
profesión cuando existía un cuerpo específico de conocimientos para actuar en
una realidad social organizada.

Según Starr 1982 los años ochenta, una profesión se definía como una
ocupación que se regulaba a sí misma mediante una capacitación
sistemática y obligatoria en un ámbito universitario, basado en
conocimientos especializados y técnicos, y orientado más al servicio que
hacia las utilidades pecuniarias, principio consagrado en su código de
ética.

En este contexto, la profesión era considerada como un fenómeno sociocultural


en el cual intervienen un conjunto de conocimientos y habilidades, tradiciones,

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costumbres y prácticas que dependen del contexto económico, social y cultural
en el que surge y se desarrolla.

Los teóricos del siglo XIX consideraban las profesiones como una modalidad de
lo que Tocqueville denominó “corporaciones intermediarias”, que eran
organismos por medio de los cuales podía instaurarse un nuevo orden social, en
sustitución de la sociedad tradicional.

Por otra parte, para Barrón 1996, la expansión de los conocimientos


técnicos, la explosión demográfica y el crecimiento de los centros urbanos
en el siglo XIX, durante la revolución industrial, contribuyeron a modificar
la organización social existente, propiciando la creación de tareas
profesionales más especializadas.

A principios del siglo XX, se incorporará la concepción de lo profesional como


producto de las transformaciones producidas por la industrialización.

En este contexto, en 1915, Flexner sugirió que, para reconocer este campo, era
necesario tomar en cuenta la implicación de operaciones intelectuales, las cuales
adquieren su material de la ciencia y de la instrucción. Señala, además, que el
manejo de este material es con un fin definido y práctico, el cual posee una
técnica educativa comunicable.

Para la década de los treinta, Carr Saunders y Willson (1933) señalan que una
ocupación alcanzaba el estatus de una profesión. En 1953, Cogan refería que la
profesión tenía una obligación ética de proveer servicios altruistas al cliente; su
definición la basaba en conjeturas teóricas de algunas áreas de conocimiento
específico y sus habilidades.

Estudios realizados en la década de los sesenta definían la profesión a partir de


un cuerpo específico de conocimientos para actuar en una realidad social
organizada.

Por su parte Wilensky (1964) estableció que la profesión es una


organización ocupacional adquirida a través de una formación escolar, y

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establece que una profesión se considera cuando supera cinco etapas de
profesionalización: trabajo ocupación de tiempo integral como
consecuencia de la necesidad social del surgimiento del mercado de
trabajo; crean escuelas para el adiestramiento y formación de nuevos
profesionales; definen perfiles profesionales; reglamentan la profesión
mediante competencia del saber y de la práctica profesional; y adoptan un
código de ética profesional.

1.3. CARACTERÍSTICAS DE LA PROFESIÓN. –

1) Un nivel de competencia
2) Búsqueda del bienestar común
3) Competencia Intelectual
4) Competencia Técnica
5) Competencia humanista
6) Hace referencia a que en el ejercicio profesional se busca el bienestar
individual y colectivo del hombre.
7) Conjunto de principios, valores y normas que indican como debe
comportarse un profesional para ejercer un trabajo digno
8) Código de ética
9) Conjunto de reglas para que una profesión declare su intención de cumplir
con la sociedad y en lealtad hacia ella. Contienen lo que es licito e ilícito, correcto
e incorrecto, aceptable e inaceptable, en un todo enmarcado en las actuaciones
de una profesión u oficio.

1.4. DEBERES Y OBLIGACIONES DE LA PROFESION. –

1.4.1. DEBERES DE LA PROFESION. -


1.4.1.1. Honradez. - El profesional, en todas sus actuaciones de la
vida, tiene una bandera blanca que levantar para el éxito de su ejercicio
profesional. Es la simbolizada por la honradez. Esta cualidad reflexiva,
al servicio de toda persona respetuosa de su dignidad, tiene como fin

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no engañar ni engañarse. La honradez contribuye a mantener la frente en
alto, iluminando el camino del hombre decente a lo largo de la vida. El
honrado es incapaz de engañar, todo el mundo confía en él; pero, por el
contrario, del ladrón, todos se cuidan.
1.4.1.2. Honestidad. - Es un atributo que refleja el recto proceder
del hombre. Implica buen comportamiento, modestia y moderación. El
individuo honesto siempre tendrá la confianza y el respeto
de sus semejantes. Como elemento insobornable es un factor que implica
prestigio.
1.4.1.3. Estudio. - El profesional debe luchar continuamente por
su profesión. Para lograr ese valioso objetivo debe consagrarse al estudio,
en la búsqueda de los progresos que se realizan en su área.
1.4.1.4. Independencia. - La independencia es un grado
de autonomía conquistada por
la superación científica y técnica y el espíritu de libertad que embarga al
individuo
1.4.1.5. Carácter. - Es un conjunto de hábitos que el individuo ha
conquistado a través de su vida.
1.4.1.6. Cortesía. - Las formas afables en el trato social son
etiquetas que siempre debe llevar el profesional, para distinguirse de la
gente vulgar, sin que necesariamente tenga que ser un hombre
de excepción. 
1.4.1.7. Investigación. - Sistematizar sus conocimientos mediante
la investigación científica, es tarea de todo profesional.
1.4.1.8. Equidad en el cobro de honorarios. - Las tarifas
profesionales son una guía para el cobro de los honorarios y estas son
hechas conforme al criterio de quienes han tenido la oportunidad de juzgar
el trabajo profesional desapasionadamente.
1.4.1.9. Cuidado de la cultura. - El acopio de conocimientos
universales, la preocupación por conocer el auge del pensamiento
moderno, el empeño por saber la forma de actuación de los hombres del

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pasado y del presente, el contacto con la gente bien formada, y en fin,
todo cuanto tienda a la ampliación de nuestros conocimientos en las
ciencias, las artes, la historia, la geografía, entre otros, crear el tesoro
espiritual llamado patrimonio cultural del individuo.
1.4.1.10. Prestigio de la profesión. - Una natural sensibilidad nos
hace comprender que la profesión, fruto del
sacrificio, la dedicación al estudio y el perfeccionamiento, también obliga a
rodearla de una aureola de prestancia respeto frente a las distintas clases
que forman el orden social. 
1.4.1.11. Probidad. - Esta cualidad humana implica, hombría de bien,
personalidad distinguida. Esta es la antesala del carácter; mientras más
alto sea el grado de probidad en el profesional, más fecundo y perdurable
será el recuerdo de moralidad dejado en sus relaciones.
1.4.1.12. Puntualidad. - Todas nuestras acciones, y hasta la vida
misma, están regidas por un árbitro inflexible. denominado tiempo.
1.4.1.13. Discreción. - El hecho de saber guardar silencio de las
cosas que se ven y se ven y se hacen, cuanto estas ameritan secreto, es
un rasgo de una altura moral del individuo.

1.4.2. OBLIGACIONES. –

1. Ejercicio profesional se realizará en un marco de legalidad


2. Ética profesional
3. Procurar el bienestar social
4. Llevar registro público Profesional
5. El cumplimiento al Servicio Social Estudiantil
6. Las profesiones que actúen como peritos deberán registrarse en la
dirección de profesiones
7. Toda profesión deberá guardad la confidencialidad de sus asuntos
8. El profesional está obligado a poner sus conocimientos científicos y
técnicos al servicio de su cliente en el desempeño del trabajo convenido y
realizado con ética profesional.

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CAPITULO II
2.1 Definición de Principio. -

Para empezar a dar una definición de principio tenemos que establecer la


consecuencia de la creación de la confianza requerida sobre todo en las relaciones
del profesional con su cliente, si un ciudadano no tiene la garantía de que su
abogado actuara con compromiso y con competencia, la confianza se romperá, por
ello la confiabilidad se convierte en la cualidad que deben perseguir los
profesionales de la abogacía. Para que esta confiabilidad se dé en los profesionales
de la abogacía, son necesarios ciertos principios de actuación que deben ser de
obligado cumplimiento para todos los abogados. Estos principios deben garantizar
al ciudadano que su abogado actuará, al menos, diligentemente, con lealtad y
competencia, con independencia, libertad y confidencialidad. Estos principios de
actuación son, por lo tanto, el mecanismo necesario para la garantía que necesita
todo ciudadano cuando deposita su confianza en un profesional de la abogacía. De
ahí la importancia de dichos principios, es importante ya que la relación del

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abogado con su cliente por los cuales se concretizan en un código de ética, este
establece una serie de principios, deberes profesionales y que suponen un régimen
sancionador para los infractores.

Para Augusto Hortal, Los principios de la ética profesional provienen originalmente de la


Bioética y de Ciencias Biomédicas. Aunque sus antecedentes son muy antiguos y
pueden Remitirse a la Grecia clásica con el juramento hipocrático, su principal
desarrollo –como ya se mencionó– se produce al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Por su importancia, han permeado la reflexión en todas las áreas del conocimiento.

Los principios son imperativos de tipo general, que orientan acerca de lo que es bueno
hacer y lo que debe evitarse. Señalan grandes temas y valores de referencia, que hay
que tener en cuenta a la hora de decidir y de enfrentar casos problemáticos. Para poder
ser aplicados, deben ser revisados e interpretados con respecto al contexto en que se
producen y a las situaciones y casos que se busca resolver. El razonamiento moral
ascendente parte de las actuaciones y decisiones singulares en situaciones concretas.
De ahí, se van generando criterios de actuación.

Prieto Sanchis establece que el primer problema al que se enfrenta cualquier


investigador que desee hacer una reflexión sobre los principios, es que no hay una
definición o un empleo uniforme de esa expresión. Se denominan principios, las normas
que se suponen axiológicamente más fundamentales (como la libertad), las más
generales (autonomía de la libertad), las que indican los fines de la acción del Estado
(bienestar), las más vagas o que presentan en su aplicación un supuesto indeterminado
(igualdad) e incluso, las que recogen tópicos interpretativos

Manuel Atienza en su libro las piezas del Derecho también establecen que; los teóricos
del Derecho y los juristas utilizan el término principio con diversos sentidos, que en
ocasiones se solapan entre sí. Los principios son utilizados con, al menos, las
acepciones siguientes: a) Principio, como norma muy general. b) Principio, como norma
redactada de forma o con términos especialmente vagos. c) Principio, como norma
programática o directriz que estipula la obligación de perseguir determinados fines. d)
Principio, como norma que expresa los valores superiores de un ordenamiento jurídico.

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e) Principio, como norma dirigida a los órganos de aplicación jurídicos y que señala
cómo debe seleccionarse la norma aplicable. f) Principio, como norma de elevada
jerarquía. g) Principio, como enunciado o máxima de la ciencia jurídica de un alto grado
de generalidad y que permite la sistematización del ordenamiento jurídico.

Ruiz Manero, nos da una explicación también con respecto a este tema: Si son varias
las propuestas de sentidos o significados que puede alcanzar este término, también son
varias las propuestas de clasificación de los mismos. Los principios pueden ser
diferenciados respecto a su contenido, pero también respecto a su formulación. Así,
hablamos de principios en sentido estricto y directrices y de Principios explícitos e
implícitos.

Para la distinción respecto al contenido, prestaremos especial atención a dos de los


usos del término principio. Principio, como norma que expresa los valores superiores de
un ordenamiento jurídico y principio como norma programática o directriz que estipula la
obligación de perseguir determinados fines. Serán precisamente estos usos los que
doten de contenido diferenciador a los principios en sentido estricto, que serán las
normas que expresan los valores superiores de un ordenamiento jurídico, sector o
institución, mientras que los principios, como directrices, serán aquellos que se
consideran normas programáticas, aquellas que establezcan un objetivo que ha de ser
alcanzado.

Respecto a su formulación, los principios pueden ser explícitos o implícitos. Los


explícitos son aquéllos que están expresamente citados por una fuente de producción
jurídica. Los implícitos, sin embargo, son aquéllos que se extraen como racionalización,
a partir de las disposiciones expresas del ordenamiento. En la actualidad, la mayor
parte de los principios son normas formuladas expresamente en el ordenamiento
jurídico. Muchas de estas veces, se utiliza incluso el nomen iuris de “principios”

Podría efectuarse otra distinción en función de, si los principios se encuentran o actúan
en el sistema primario (o sistema del súbdito) o si actúan en el sistema secundario (o
sistema del juez). Los principios, sean cuales sean en las clasificaciones anteriores,
pueden ir dirigidos a guiar la conducta de los ciudadanos o su misión puede ser guiar el

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ejercicio de los poderes normativos, jurídicos o judiciales. Otro aspecto de interés que
presentan los principios, se refiere a la función que desempeñan en la creación,
conocimiento y aplicación del Derecho. Los principios desempeñan una función
explicativa. Esta función, que viene propiciada por su carácter fundamental y general,
los configura como una técnica descriptiva y de explicación de las reglas. En realidad,
todos los principios cumplen una función explicativa, pero hay algunos que nacen con
esa única finalidad. No obstante, existen también principios que desempeñan además,
una función normativa, que tradicionalmente se vincula a los llamados “casos difíciles”

Entrando a la definición de principio algunos autores lo definen de esta manera:

Para Robert Alexy, los principios son mandatos de optimización, normas que ordenan
que algo sea realizado en la mayor medida posible en relación con las posibilidades
jurídicas y fácticas, los principios son normas de un alto grado de generalidad, cuando
los principios entran en conflicto, este debe resolverse en función del peso relativo de
cada uno.

De esta manera la autonomía, la beneficencia, no beneficencia, autonomía y justicia,


serán principios de actuación de los abogados, Estos principios deberán ser
desarrollados a través de reglas y deberes que establezcan pautas de comportamiento,
que deben llevarse a cabo o evitarse, con el fin de cumplir con dichos principios.

2.2 Principio de Autonomía. -

La palabra autonomía procede del griego: autos (sí mismo) y nomos (ley) y hace
referencia a la capacidad que tiene cada cual de darse a sí mismo sus propias
normas, procurando construir la propia vida a partir de ellas.

En este principio hay dos acepciones. Una de ellas se centra en el profesional, que
requiere independencia y libertad para poder realizar adecuada y éticamente su
trabajo, y la otra se centra en el beneficiario, que posee derechos que deben ser
respetados. Ambas posturas (que son complementarias) se plantean a
continuación:

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Autonomía del profesional: Se refiere a la capacidad personal de tomar decisiones
en el ejercicio de la profesión. Tiene que ver con estar libre de interferencias de
control por parte de otros, se condena la presión extraprofesional, tanto de
individuos, como de instituciones públicas y privadas en la toma de decisiones
relevantes, que puede orillar a que se dejen de lado los comportamientos éticos. Y
de contar con un entendimiento adecuado para tomar decisiones significativas
(capacidad para la acción intencionada).

Autonomía del beneficiario: En el segundo caso, el principio de autonomía busca


corregir la falta de simetría entre quien ofrece el servicio y el beneficiario de la
actividad. El profesional por su preparación, acreditación y dedicación tiene un
ascendente sobre sus clientes y usuarios. La desigualdad entre ambas partes
puede producir abusos (entre ellos el paternalismo). Para evitarlos, es necesario
que esté siempre en funcionamiento el principio de autonomía. Consiste en
considerar que el receptor de los servicios (individual y colectivo) no es un ente
pasivo, sino un sujeto protagonista. De ahí, se deriva la obligación de garantizar a
todos los individuos involucrados el derecho de ser informados, de que se respeten
sus derechos y de consentir antes de que se tomen decisiones con respecto a ellos,
protegiendo de manera especial a los que no pueden decidir por sí mismos. Con el
fin de considerar los derechos de los beneficiarios (directos e indirectos) de la
actividad profesional, se retoma un asunto muy significativo: el consentimiento
informado, claramente estipulado en el Código de Núremberg. La principal
justificación consiste en proteger la elección autónoma.

Para Francisco Bermejo, existen ciertos requisitos para que pueda darse una
decisión autónoma. Son de dos tipos, los de carácter social y cultural, que implican
que el contexto debe contar con condiciones propias para ello y los de carácter
personal, es decir, que los clientes y usuarios actúen con iniciativa y capacidad.
Sintetiza los requisitos en "querer", "saber" y "poder". En el primero, los clientes y
usuarios deben contar con motivación para demandar al profesional el tipo de
bienes y servicios que requieren. En el segundo, requieren de información, que
incluye conocer otras opciones disponibles y las consecuencias que acarrea cada

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una de ellas. El tercero implica que sí se quiere algo y se sabe cómo realizarlo, es
necesario poder llevarlo a cabo. En todo proceso de decisión, el papel del
profesional es apoyar, mediante sus recursos profesionales, la competencia e
información de sus clientes y usuarios.

La autonomía tiene una función de permitir al profesional mantenerse en un plano de


objetividad desde el que es posible impartir justicia y el abogado debe mantenerse
independiente frente a su propio cliente, el interés subjetivo de éste o su
conveniencia, no siempre coincidiendo con el interés que objetivamente retribuyen la
ley y las circunstancias en el conflicto que padece; entienden por autonomía el
derecho a tener y mantener la libertad de criterio.

El Código Deontológico de la Abogacía Española establece que el Abogado deberá


preservar su independencia frente a presiones, exigencias o complacencias que la
limiten, sea respecto de los poderes públicos, económicos o fácticos, los tribunales,
su cliente mismo o incluso sus propios compañeros o colaboradores. De esta misma
forma la autonomía del abogado le permite rechazar las instrucciones que, en contra
de sus propios criterios profesionales, pretendan imponerle su cliente, sus
compañeros de despacho, los otros profesionales con los que colabore o cualquier
otra persona, entidad o corriente de opinión, cesando en el asesoramiento o defensa
del asunto de que se trate cuando considere que no pueda actuar con total
independencia. Además, su autonomía prohíbe al abogado ejercer otras profesiones
o actividades que la limiten o que resulten incompatibles con el ejercicio de la
abogacía, así como asociarse o colaborar para ello con personas u otros
profesionales incursos en tal limitación o incompatibilidad. La función del principio de
autonomía es, por lo tanto, defender el trabajo del profesional de la abogacía de
presiones externas y no tanto de las presiones de su cliente frente al que le protege
el principio de libertad, sobre todo en sus ámbitos de libertad para asumir la dirección
técnica de los asuntos y libertad para aceptar o rechazar casos o clientes. De dicha
forma se afirma que el abogado debe quedar dueño de su argumentación y que no
tiene que justificarse ante el cliente, afirmando que esta libertad le permite elegir el
modo de llevar el caso.

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Además, es muy interesante una diferenciación que realizan los franceses respecto a
la independencia, cuando la clasifican en autonomía material e autonomía moral e
intelectual. Por independencia material entienden la no vinculación de los honorarios
del abogado al beneficio pecuniario posiblemente obtenido por el proceso en el que
cliente y abogado están inmersos. Sin embargo, la independencia moral e intelectual
permite al abogado rechazar un caso, si en conciencia estima que debe hacerlo.

En definitiva, la autonomía tiene su origen, como la gran mayoría de deberes o


principios profesionales, en la relación de confianza y lealtad que debe crearse y
permanecer en la relación que cada abogado establece con su cliente. Como ya se
ha reflejado, no es posible diferenciar o separar de una manera absoluta la
regulación de la independencia de aquélla de la libertad del abogado, pues se
entienden dos aspectos de una misma protección.

2.3 Principio de Beneficencia. -

La palabra beneficencia está compuesta de dos vocablos de origen latino, bene y


facere, que podrían traducirse como hacer el bien. Hace referencia a la
consecución de determinados bienes específicos de la práctica profesional
correspondiente.

EI Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, dice que "beneficencia"


significa, en primer lugar, "virtud de hacer el bien" (" active goodness" según un
diccionario ingles). Pero cuando en la forma corriente de hablar empleamos la
palabra "beneficencia" solemos referirnos más a la otra acepción que recoge e!
mismo diccionario: "conjunto de instituciones y servicios benéficos.

La palabra beneficencia y la invocación del principio de beneficencia son frecuentes


en ética aplicada, sobre todo en bioética. Tanto la palabra coma el principio están
marcados por unas connotaciones asistencialistas y paternalistas que han sido o
son más propias propias de las actividades y profesiones de ayuda.

D. Ross y W. Frankena son dos autores precursores de la formulacion de los cuatro


principios de la bioética, entre ellas el de beneficencia. En su libro La correcto y /o

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buena (1' ed. de 1930) enumera D. Ross la beneficencia entre los "debe res" que
todos los seres humanos consideran intuitivamente como obligatorios, al menos en
una consideraci6n inicial (prima facie): fidelidad, reparar los danos, gratitud, justicia,
beneficencia, perfeccionamiento propio y no maleficencia.

"Beneficencia" parece entenderse como el abstracto que se usa para designar los
"efectos beneficiosos" de la acción (en este caso de la investigación con sujetos
humanos) que vaya a ser sometida a consideración ética y que se juzga según el
cálculo de los beneficios y daños que se supone que reporta en primer lugar a los
individuos que son objeto directo de dicha investigación, pero además a otros
individuos y grupos.' Eso sí, se Ie anteponen los principios de autonomía
(autodeterminación de las personas) y de justicia, que tienen una matriz netamente
deontológica. Hacer bien una actividad y hacer el bien a otros mediante una
actividad bien hecha - esta sería la formulación que proponemos aquí del principio
de beneficencia. En este horizonte del hacer bien determinadas actividades en
orden a alcanzar y proporcionar los bienes propios de dichas actividades es posible
situar en un segundo momento los beneficios y daños que puedan generarse, por
ejemplo, de la investigación con sujetos humanos, tanto para los sujetos
investigados, como para terceros. Aristóteles empezaba su ética a Nicómaco
diciendo que tal a actividad, es decir, "Toda arte y toda investigación, y del mismo
modo toda acción y elección, parecen tender a algún bien; por eso se ha dicho con
razón que el bien es aquello a que todas las cosas tienden... "el fin del ejercicio
profesional del abogado es el asesoramiento, defensa y representación de la
persona de su cliente en relacion con las leyes, los tribunales, la administración,
etc.

Actuar en beneficio de los destinatarios de los servicios profesionales consiste en


realizar bien que busca hacer cada práctica profesional: alcanzar el bien de los
bienes constitutivos que busca realizar y proporcionar dicha práctica; "se es el
modo propio, profesional, de hacer el bien a los que solicitan o son destinatarios de
las prestaciones profesionales. Hacer bien las cosas para hacer bien a las personas
mediante el ejercicio profesional conlleva ser competente, eficiente, diligente y

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responsable en aquel lo que el profesional trae entre manos. La competencia
requiere una preparación inicial que facilite la adquisición de los conocimientos
teóricos y prácticos para saber qué hacer y cómo hacerlo; tras haber recibido la
formación inicial, el profesional tendrá que mantenerse al día.

Asesorar jurídicamente a una persona o a una empresa, defender sus intereses y


derechos, representarla ante los tribunales, etc. es algo que solo se hace bien,
ejerciendo con competencia y honestidad la abogada.

Este principio implica todas las formas de acción profesional que buscan beneficiar
a otras personas. Cada profesión se plantea y legitima frente a los demás la
consecución de ciertos bienes y servicios. Los individuos deben conocerlos y
buscar su cumplimiento, tanto con respecto a los usuarios que reclaman un trabajo
bien hecho como de la sociedad en su conjunto, que pretende resolver problemas
prioritarios con su contribución.

En este campo de investigación, lo primero que hay que plantearse es la finalidad


de cada profesión. Se puede partir de generar y responder preguntas básicas como
qué bienes y/o servicios produce, para quién y de qué manera. En la evaluación de
los profesionales, se consideran no solo los directamente beneficiados por su
actividad, sino también los individuos y grupos que se relacionan con las acciones
desarrolladas. Así, podemos referirnos a beneficiarios directos e indirectos.
La ideología del profesionalismo enfatiza el uso del conocimiento y habilidades
disciplinarias para el bien público. Aunque algunas disciplinas proporcionan
directamente un bien específico a personas, grupos e instituciones, los bienes y
servicios que se generan son siempre valorados con respecto a un bien común más
amplio. Los profesionales y sus asociaciones tienen la obligación de valorar lo que
hacen con esa perspectiva. Es evidente que para ello se
requiere competencia profesional, que se adquiere por una formación inicial y
continuamente actualizada de conocimientos y habilidades, de carácter teórico y
práctico, para saber qué hacer y cómo hacerlo.

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Augusto Hortal establece la distinción entre bienes intrínsecos y extrínsecos. Los
primeros están ligados a la adecuada realización de la práctica profesional,
mientras que los segundos se refieren a las recompensas económicas, de poder y
de prestigio que se asocian a ella. Es evidente que los bienes intrínsecos son los
prioritarios y que se tergiversan las actividades profesionales cuando los esfuerzos
están dirigidos únicamente al logro de beneficios personales.

Friedson, considera que existe una larga tradición de estudiosos que defienden que
los profesionales buscan el bien del cliente, del público o del desarrollo de su
profesión, por encima de su propio interés económico. No puede haber una
justificación ética para los profesionales que sólo buscan el beneficio personal, por
sobre la obligación de hacer un buen trabajo para el que lo necesite. El
fortalecimiento de la legitimidad del profesionalismo requiere un claro
reconocimiento de las implicaciones éticas del privilegio profesional y una
fuerte resistencia a los acuerdos institucionales que enfatizan exclusivamente
los incentivos económicos.

Aunque el principio de beneficio o beneficencia se plantea en general para todas las


profesiones, es importante reflexionar en las diferencias que se producen entre
ellas. Así, para cierto tipo de ciencias, como las exactas y naturales, podremos
encontrar más fácilmente la reflexión sobre la ética profesional en la ética de  la
ciencia y de la investigación científica, mientras que en otro tipo de disciplinas,
como las sociales y humanísticas y principalmente en aquellas que tienen una
eminente labor asistencial, la relación directa con los beneficiarios de la actividad
profesional ocupa un lugar predominante. Esto no exime, por supuesto, a ninguna
profesión de la evaluación de las consecuencias que se producen por la toma de
decisiones y el uso que se hace de sus resultados.

2.4 Principio De No Maleficencia.-

Según ANA HIRSCH señala que El principio de no maleficencia enfatiza la


obligación de no infligir daño a otros: “por sobre todo no hacer daño”. Consiste en
actuar de manera que no se ponga en riesgo o se lastime a las personas. Aunque

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este principio se utiliza en mayor medida en las ciencias médicas y en la ética de la
investigación científica, consideramos que es también relevante en el marco de
todas las profesiones, incluida la profesión docente.

La protección contra el daño tiene al menos dos vertientes (David y Sutton,


2011):

Del daño físico: Aunque esta posibilidad es más común en la investigación


médica y biológica, puede producirse también en la investigación social y
psicológica. Una línea de discusión sugiere que los sujetos de la investigación no
deben estar expuestos a daño físico, mientras que otra incluye que no se deje al
sujeto en una situación peor de la que estaba antes de la realización de la
investigación. Una tercera postura ética se refiere a que no es suficiente que no
empeore la situación de los sujetos, sino que deben ser beneficiados.

Daño emocional y legal: Entre ellos se encuentran los daños a la propia estima
del sujeto investigado si se plantean temas problemáticos, y en cuanto a que, si
en el proceso de investigación se revelan actos criminales cometidos o que
piensan realizarse, la posesión de la información puede generar un fuerte
problema para el investigador.

Beneficencia y no maleficencia se distinguen, pero son conceptos y principios


correlativos, interdependientes, aunque no sean simétricos. No es lo mismo
hacer el bien que no hacer el mal (o no hacer daño), especialmente cuando se
trata de acciones transitivas que afectan a otros. Para lo primero, siempre que se
pueda, hay que contar con que lo que nosotros estimamos como bueno también
sea considerado así por aquel a quien se lo hacemos. Para dejar de hacer algo
que yo estimo que está mal (o que hace daño a otros) no necesito contar más
que con mi propia apreciación. Para hacer se requiere considerar las
circunstancias, oportunidades, recursos ... Para dejar de hacer -salvo que se
trate de algo que por algún concepto sea debido y exigible- no necesito recursos
ni tomar en cuenta las circunstancias. De ahí que hacer el bien sea siempre algo

19
más relativo; mientras que no hacer el mal, no perjudicar a nadie, sea siempre
más absoluto.

EI principio de no maleficencia puede ser también considerado como reverso del


principio de justicia; tanto si se considera. La justicia como el fundamento básico
de toda ética que a la sombra del imperativo categórico manda tratar a todos los
seres humanos con igual respeto y consideración, como si se trata de justicia
distributiva. Por ejemplo: es posible pensar en dos o más actuaciones medicas
con dos o más pacientes en las que por hipótesis se cumpliesen todas las
exigencias tanto de la autonomía como de la beneficencia, pero que, habida
cuenta de los recursos escasos y de las relaciones contractuales, institucionales
o legales, fuese injusto atender a uno y no a otro (o antes que a otro) en razón de
los títulos de justicia que se pudiesen aducir y que estableciesen un orden
jerárquico opuesto al que se había adoptado de hecho. No cometer injusticias
puede ser también una forma de enunciar el principio de no maleficencia.

Es decir que aun cuando el principio de no maleficencia pone sobre el tapete


aspectos muy importantes y que es muy necesario empezar para tomar en
cuenta, nosotros no lo consideramos como principio independiente de los otros
tres. La prueba es que cuando se lo quiere presentar como independiente del
principio de beneficencia suele apelarse a su estrecha conexión con el principio
de autonomía; y cuando se lo quiere presentar como independiente del principio
de autonomía se suele presentar en estrecha conexión, o incluso identidad, con
el principio de justicia. La razón de por qué sucede esto puede tener que ver con
la necesidad que se tiene de articular un orden jerárquico, estable o
circunstancial, intuitivamente aceptado o susceptible de fundamentación y
cuestionamiento racional, en orden a resolver los casos conflictivos.

Tres son las razones que cabe aducir en favor del principio de no maleficencia
como independiente de los otros tres principios.

En primer lugar, el principio de no maleficencia no se refiere exclusiva ni


primordialmente al destinatario de la actuación profesional , sino a él y a

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cualquier persona o grupo que pudiera verse afectada por dicha actuación e
incluso por acciones u omisiones de las que el profesional pudiese ser hecho
responsable. En este sentido no siempre tenemos el deber de hacer el bien que
podemos hacer, pero siempre debemos evitar el daño o mal que podemos evitar.
El profesional solo tiene obligación de hacer el bien a quien acude a él;
pero tiene además la obligación de no dañar a nadie. A un abogado, para
sacar adelante la absolución de su defendido, incluso si este es inocente,
no le es ilícito acusar con falsedad a una tercera persona para que sea
condenada injustamente.

En segundo lugar, estarían las razones sobre todo de tipo cognoscitivo. Es


frecuente que se presenten situaciones complejas y potencialmente conflictivas
en las que no sea fácil decir o determinar que es bueno hacer, 0 incluso que es
mejor; pero en esas mismas situaciones puede ocurrir que este claro que hay
cosas que hacen daño, que hacen mal. Por tanto, antes de plantearse los temas
del bien que podemos hacer, conviene empezar tomando en consideración el
principio de no maleficencia: "Ante todo, no hacer daña" (" Primum non nocere").

En tercer lugar, el que de hecho se haya invocado el principio de no maleficencia


como principio independiente de los otros dos, puede tener que ver con la
situación cultural, especialmente la norteamericana, en la que ha sido formulado
como principio de la bioética. David Ross ya lo incluye como deber prima facie
independiente de los tres principios, y en concreto del principio de beneficencia;
pero él está hablando de intuiciones, sin entrar a cuestionar ni fundamentar ni su
independencia ni sus posibles conexiones jerárquicas con los otros deberes
prima facie.

El principio de no maleficencia no es sino la sombra de lo que los otros principios


establecen positivamente; las faltas de simetría en las correspondientes
correlaciones radican fundamentalmente en las diferencias entre hacer y omitir.
Para saber que es causar daña, que es discriminar a manipular a una persona,
que es cometer injusticias hay que empezar por saber que bienes merecen ser
promovidos o a los menos no dañados, que trato merecen las personas ya que

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tienen derecho en determinadas circunstancias. EI planteamiento que hemos
hecho de los principios, más que prescribir o prohibir acciones concretas, ponen
ante los ojos perspectivas orientadoras acerca de las decisiones que podemos o
debemos tomar y las actuaciones que podemos o debemos llevar a cabo para
mejor alcanzar los bienes básicos o fines últimos del vivir humano. EI principio de
no maleficencia no introduce ninguna temática nueva que no haya sido
introducida por los otros tres principios. Esta correlación o interdependencia entre
el principio de no maleficencia y los otros principios dejando a salvo las
diferencias señaladas que radican en la falta de simetría entre hacer y omitir no
tiene graves consecuencias para un planteamiento, como el que aquí hemos
ofrecido, que no considera que quepa establecer de una vez par todas un orden
jerárquico de prevalencia de unos principios sobre otros que pueda eximirnos de
un examen detenido de lo que está en juego en cada ocasión en la que pueden
entrar en colisión unos principios con otros . EI conflicto entre principios existe,
se plantea con frecuencia; pero la visión conflictiva que contrapone unos
principios a otros y los considera completamente independientes y rígidamente
relacionados en un orden jerárquico no es ni la única ni la mejor perspectiva para
iluminar la relación que tienen unos principios con otros, lo que está en juego en
cada uno de ellas, y lo que en su modo de relacionarlos en cada caso y en cada
situación está en juego para una vida humana, digna, plena, vivir para todos en
justicia y libertad.

2.5 Principio De Justicia.-

La ética profesional queda incompleta si no se enmarca en la perspectiva de una


ética social que permita entender en qué contribuye o puede contribuir el trabajo de
cada profesión a mejorar la sociedad (Hortal, 2002: 155-156). Los profesionales son
las personas y grupos más competentes y mejor ubicados socialmente para
promover una distribución más racional y justa de los recursos, que son siempre
escasos y que se requieren para conseguir múltiples y variados fines. Las
preguntas básicas son qué es lo justo y qué es prioritario cuando no hay recursos
para satisfacer las demandas de todos.

22
Para Hortal (2002: 154 y 155), este principio tiene que ver con:

El sentido social de la profesión. El colectivo profesional se hace responsable


ante la sociedad de los bienes y servicios que busca promover. Se traduce en un
compromiso a favor del bien público y con los problemas sociales que se refieren
a temas del propio ámbito profesional.

El significado de los bienes y servicios que proporciona cada profesión en el


contexto social en que se llevan a cabo, referidas al tema de la justicia, como
son, por ejemplo, tareas de voluntariado y lucha contra la pobreza.

El desempeño profesional en espacios públicos y privados: Tiene que ver


con el asunto de quién puede o no puede pagar por el servicio profesional que se
requiere.

Con el principio de justicia (Bermejo, 2002) se hacen presenten tres


protagonistas: los usuarios que reclaman determinados bienes y servicios, el
profesional que requiere de medios para ofrecerlos y los responsables públicos,
que representan al conjunto de la sociedad y buscan conseguir un cierto
equilibrio entre necesidades, exigencias y expectativas de todos. Es importante
que los beneficiarios sean conscientes de que dependen de la capacidad de las
instituciones para satisfacer sus demandas.

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CONCLUSIONES

 Para concluir, una profesión no es solo un instrumento individual, conseguir el


dinero con el que mantenerse, sino que bastante más, no se puede ver una
profesión aislada, sino que pertenece a una familia, país, ciudad, comunidad,
sociedad, brindar a la sociedad un bien especifico, códigos éticos, donde
necesariamente se necesita vocación, más si lo relacionamos con la profesión en
relación a la docencia, porque educar es enseñar a vivir y una gran
responsabilidad sobre nuestros hombros para con la sociedad, transmitir

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conocimientos, estimular aprendizaje y lo más difícil entregar herramienta para
vivir en sociedad.
 Su bien es cierto, que los principios vienen hacer directrices, parámetros que
conllevan a una aplicación correcta de hecho ocurridos en la justicia, es por ello
que es muy importante estudiar estos principios porque van a conllevar a que un
profesional cumpla con su rol ya sea como abogado, médico o docente, ya que
gracias a estos principios un profesional no va hacer daño a nadie, es decir que
va orientar acerca de lo que es bueno hacer y lo que debe evitarse.
 Los principios son imperativos de tipo general, ya que para poder ser aplicados,
deben ser revisados e interpretados con respecto al contexto en que se
producen y a las situaciones y casos que se busca resolver.
 Al respecto del principio de autonomía se puede concluir que esta va ser
autónomo porque un profesional no va depender de nadie ni va estar sujeto a
algo, solo se enfoca a ayudar, es decir hacer lo bueno frente a su cliente.
 Respecto al principio de beneficencia se puede concluir que son frecuentes en
ética aplicada, sobre todo en bioética ya que están marcados por unas
connotaciones asistencialistas y paternalistas que han sido o son más propias de
las actividades y profesiones de ayuda.

 Este principio de no maleficencia se refiere a él es decir al abogado y a cualquier


persona o grupo que pudiera verse afectada por dicha actuación e incluso por
acciones u omisiones de las que el profesional pudiese ser hecho responsable.
 El principio de justicia se traduce en un compromiso a favor del bien público y
con los problemas sociales que se refieren a temas del propio ámbito
profesional.

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RECOMENDACIONES

 En definitiva, la ética profesional tiene varios aspectos en los cuales tenemos


que tomar en cuenta al hablar de ellos; por lo que se refiere a la formación
profesional, la cual vamos aprendiendo durante toda nuestra vida en la sociedad
y que nos va forjando; asimismo vamos con el carácter profesional, luego
hablamos de vocación la cual es como las destrezas y/o habilidades que
la persona tiene hacia determinada profesión para lo cual pienso que es de suma
importancia pero no determinante al momento de verlo.

 Desde el punto de vista de la ética, hace más difícil el aprendizaje en la persona;


la orientación profesional pienso que es la importante ya que en mi opinión el

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problema en muchos casos no sería la vocación sino la orientación que la
persona ha tenido la cual la profesión que ha escogido pueda que no haya sido
lo que esperaba; costumbre es el marco de referencia de la persona además de
su código de ética.
 Desde una perspectiva profesional se recomienda que un profesional debe
buscar el bien de su patrocinado basándose en los principios ya que estas le va
orientar a hacer y actuar de manera correcta y así a ser un buen profesional.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 La etica profesional basada en principios y su relación con la docencia. Ana


Hirsch Adleer
 Principios Deontologicos y Confiabilidad del abogado Hilda GarridoSuarez

27
 GRACIA, D. (1990), Primum non nocere. EI principio de no-maleficencia como fundamento de la
etica medica, Real Academia Nacional de Medicina, Madrid.
 file:///C:/Users/HP/Downloads/PRINCIPIO%20DE%20LA%20ABOGACIA.pdf
 Bermejo, F. (2002) La ética del trabajo social. Bilbao, España, Desclée De Brouwer, S.A
 Halse, C. (2011) “Confessions of an ethics committee chair”, en Ethics and Education, United
Kingdom, Routledge, vol. 6, 3, octubre 2011: 239-251.
 Correspondencia: Tajín, 701, Colonia Letrán Valle. 03650 México Distrito Federal. México. E-mail:
anaha007@yahoo.com.mx
 Abbott, Andrew . (1988). A new view of the sociology of work and occupations. University of
Chicago Press. USA.
 Ben-David, Joseph. (1974). El papel de los científicos en la sociedad. Ed. Trillas. México

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