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Es increíble cómo se pasa el tiempo, a veces es triste, porque se va sin que

podamos detenerlo y éste se va para no volver.

Estimados Compañeros, maestros y padres de familia.

Hace tres años, con un cúmulo de temores bajo el brazo, llegamos por vez primera
a la secundaria. Ahora, ya sin aquéllos temores, pero sí con tristeza, llegó la hora
de la despedida, de decir: ¡Adiós!

Han sido tres años de esfuerzo y, en ocasiones, los deberes escolares fueron arduos.
Pero fueron también tres años de recompensas y de satisfacciones, de amistades y
recuerdos que permanecerán para siempre en el libro de nuestras vidas.

Tal vez algunos dejemos de vernos, pero a pesar de esto, no estoy triste ni mucho
menos preocupada, porque no pude pedir más, tuve al mejor de los grupos, y estoy
muy agradecida por eso. Les agradezco a todos, por una vez más hacer de éste ciclo
escolar, un año para recordar, un año que tuvo momentos y emociones de todo
tipo, un año para concluir nuestra secundaria, esta etapa que a mi parecer, fue
maravillosa.

Lo más importante que descubrí a lo largo de la secundaria, es que hay que valorar
todo lo que poseemos. Todo cambió en este año, pasamos por muchas cosas, nadie
pudo evitarlo, y todo esto, sabiendo que era nuestro último año en la secundaria.

Vivimos experiencias nuevas, diferentes y únicas en la vida, tareas virtuales,


interesantes e inolvidables, maestros con personalidades y carácter peculiares,
recesos únicos, momentos especiales, son el tipo de recuerdos que quedarán en
nuestros corazones.

En las turbulencias que pudieran surgir en nuestro camino, cada uno de nosotros
debemos reafirmar una visión de justicia, de paz y de respeto a los derechos
humanos y a las leyes que rigen nuestro país.

Por ahora, una cosa nos debe quedar clara: el estudio, y nada más que el estudio,
será la llave que nos abrirá las puertas del mañana.

En un mundo cambiante como el que nos tocó vivir, la preparación es la mejor


estrategia para enfrentar las crisis de un mundo incierto.

Nuestro futuro no está en manos del destino; y aún cuando podamos creer que el
destino es el que barajea las cartas, somos los que las juegan. Lo que les quiero
decir, es que nosotros formaremos nuestro propio destino. Nosotros y sólo
nosotros somos quienes debemos preguntarnos qué es lo deseamos hacer con
nuestras vidas.
Nuestros padres y maestros, han puesto los cimientos: el respeto a la dignidad de la
persona; el respeto que debe empezar por nosotros mismos, y debe continuar con
nuestras familias, con todos los que nos rodean y con la sociedad entera.

Aprendamos a decir sí, y aprendamos a decir no, cuando sea necesario. ¡Nosotros
somos personas valiosas! ¡No permitamos que nada ni nadie nos desvíe del camino
como personas dignas y honestas!

Sigamos siendo buenos hijos, respetemos siempre a nuestros padres, protejamos a


nuestros hermanos. Seamos personas cabales. Un hombre cabal, una mujer cabal,
es una persona comprometida con su familia y con la sociedad, pero, sobre todo,
comprometida consigo misma.

Me despido recordándoles que asumamos con entrega, con coraje y con valor la
responsabilidad de empuñar el timón nuestras vidas, que la mar nos pertenece.
Hasta pronto.

¡Buen viaje!

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