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Rafael Marfa Lépez-Melis, carmelita VIDA DE SAN ALFONSO MARIA DE LIGORIO APOSTOLADO MARIANO Apartado 1032 SEVILLA D.L. GR. 805-97 ISBN 84.7770-368-X Impreso en CGA Printed in Spain Impreso en Espaiia XV.—CONSEJOS DE AYER PARA JOVENES DE HOY San Alfonso am6 a su hermano Hércules y a los hijos de este, sus sobrinos. Pensando en ellos y su futuro les escribi6 una preciosa carta que es una joya para todos los jévenes de hoy. Lo hacia el 4-4-1780, es decir, hace dos siglos, pero parece es- crita para nuestra juventud, hoy gran parte tan alo- cada y pasotista: “Yo os esperaba aqui para daros la ultima bendi- cion y los ultimos recuerdos, ya que es milagro de la bondad del Sefior que yo viva otro poco de tiem- po para llorar mis culpas; pero sea por siempre ben- dito el Sefior Dios, a quien no le ha parecido bien darme este consuelo, que yo por lo demds no mere- cfa. Os bendigo, pues, desde lejos, y os bendigo de coraz6n; y ruego a Dios bendito que El también os bendiga desde el cielo e infunda en vuestros tiernos corazones el santo temor y amor: amor que dure siempre y os conduzca a la bienaventurada eterni- 50 dad donde, si el Sefior usa conmigo de misericor- dia, Os espero. Que temdis siempre a Dios como a vuestro Se- fior, pero que mas bien lo améis como a Padre, nombre dulcfsimo con el que le Ilamais todos los dias en la oracién dominical diciendo: Padre nues- tro. Si, El es vuestro padre, amadlo, pues, con ternu- ra. El es padre, pero padre bueno, dulce, amoroso, tierno, benéfico, misericordioso: otros tantos titu- los por los que vosotros debéis amar a este vuestro padre con afecto cordial, tierno y agradecido. jY dichosos de vosotros, si le amdis con sinceridad de A4nimo desde la nifiez!; no os parecerd duro, sino suave el yugo del Sefior, y amables sus santfsimas leyes, aprenderéis a vencer vuestras pasiones desor- denadas, y a triunfar de los enemigos de vuestras almas. Vuestro hdbito en el bien obrar se ira fortifi- cando poco a poco en vosotros, con lo que os resul- tard llano y suave lo que a los otros, caidos en los vicios, les sera molesto y diffcil. Amad a Dios, hijitos mios. Os llamo hijos, sf, porque os amo con afecto de caridad como padre, porque quisiera formar en vuestro espiritu la santa caridad. Amad, hijitos mfos, al Sefior Dios y a Jesucristo, ' y amadlo con todas las fuerzas y guardad celosa- mente en vuestro corazon este amor temiendo per- derlo. Gran pérdida es el perder el amor de Dios, su gracia y su amistad, incurrir en su enojo y en sus 51 venganzas. Os recomiendo por eso que sedis humildes. El humilde huye de los peligros; y en las tentaciones involuntarias recurre con confianza a Dios, y asi se conserva en el divino amor. El soberbio facilmente cae en el pecado y en la ofensa al Sefior. Sin humil- dad, o no haréis nunca verdadero bien, ni tendréis sincera y sdlida virtud, o la perderéis facilmente. Dios resiste a los soberbios y usa de misericordia con los humildes. Estos son mirados por el Sefior con ojos compasivos y son amigos de Dios. Si tenéis cuidado de vosotros mismos, no seréis soberbios, puesto que encontraréis en vosotros mis- mos para siempre humillaros. Habéis nacido en buena familia, pero esto es un don de Dios. Estais en un colegio, regido por celosos y providentes se- flores, en los cuales se juntan a su elevada alcurnia grandes y singulares virtudes; en é1 sois bien educa- dos por maestros prudentes, sabios, morigerados: y esto es también un beneficio del Sefior. Estdis aho- ra, como espero, en gracia de Dios: y esto es tam- bién puro efecto de la divina beneficiencia. Todo, en suma, es don del Sefior, todo cuanto tenéis de bueno; por eso sois mds deudores a la divina bon- dad y no debéis por tanto ensoberbeceros. Porque si después considerdis vuestras faltas, que son verdaderamente cosa vuestra, no tendréis mas remedio que humillaros siempre. Con humildad, con amor y gratitud, obedeced en el colegio a vues- tros superiores, los cuales ya os ensefien, ya os aca- a2 ricien, ya os corrijan, siempre os demuestran el afecto de caridad de sus corazones; y si bien a vosotros os disgustan las correcciones, sabed que esas mismas correcciones son efecto del amor que os tienen esos buenos religiosos. Obedecedlos como a otros tantos padres vues- tros; porque vuestro padre a ellos os ha confiado y os los ha sefialado por padres. Obedecedlos, respe- tadlos, amadlos como debéis respetar, obedecer y amar a vuestro mismo padre. Espero que asf lo haréis para dar gusto a Dios, a vuestro padre y a mf. Me he enterado, con pena, que os aplicdis poco al estudio. jOh, hijos, si supiéseis lo mal que ha- céis! La ignorancia y el ocio son las fecundas fuentes del pecado y los vicios. Estudiad, por tanto, con atencién, con aplica- cién, con empefio, para conocer a Dios, sus benefi- cios, sus recompensas y para poderlo contemplar y amar sobre todas las cosas. El ignorante poco o nada conoce a Dios, ni sus beneficios, ni las propias obligaciones y deberes, y por eso obra mal. Estudiad, pues; y antes que yo muera, hacedme conocer el provecho que sacais de estos mis recuerdos. » Yo estoy al fin de mis ideas, ni sé si me volveréis a ver mas. Queden impresas en vuestros corazones estas mis Ultimas exhortaciones, y produzcan en vosotros el provecho que yo deseo. 53 Leed esta mi larga carta; preguntad la explica- cion de lo que no entenddis; e imprimidla en vues- tra memoria, a fin de que poddis poner por obra cuanto en ella os digo. Amad muchisimo a Dios; estudiad para conocer a este grande y amante Sefior, y para seguirlo amando siempre; guardad en el corazén este amor santo con humildad; obedeced con docilidad y amor a vuestros superiores, a vuestro padre; obser- vad las reglas del colegio por dar gusto a Dios; sed devotos de Maria Santfsima, bajo cuya tutela y pa- trocinio os dejo, y a la que os encomiendo con ca- lido afecto; y os bendigo en Jesucristo, a fin de que sedis suyos en el tiempo y en la eternidad. Amén. Saludad, en mi nombre, al P. Rector y a todos los demas Padres, los cuales os atienden en ese cole- gio, y a los que yo doy las mis vivas gracias por el interés que con vosotros muestran; y de nuevo os bendigo. Vuestro afectfsimo tio ALFONSO DE LIGORIO, OBISPO.” Ojala estos maravillosos consejos de tan experi- mentado maestro hagan un gran bien a los jovenes de hoy. 54

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