Dogma 95, la corriente que intentó romper con el cine de Hollywood
En la década de los 90 surgió una corriente que intentó volver al cine tradicional y romper con todo la hegemonía establecida por Hollywood, el Dogma 95. Si hay algo que tienen en común todas las corrientes artísticas, es que éstas sirven como reflejo de lo que se manifiesta en la sociedad del momento. Una de esas corrientes es el Dogma 95, la cual supuso un punto de inflexión sobre todo aquello que se concebía como cine. En la década de los 90, la democratización de los medios para hacer cine también provocó que existieran más productos de directores independientes, los cuales no necesitaban un gran presupuesto para crear sus obras. El momento seleccionado para inaugurar el Dogma 95 no fue escogido al azar. En 1995 se celebraba el centenario del séptimo arte, 100 años desde que los hermanos Lumière efectuaran su primera proyección, una ocasión que no fue aprovechada por Lars von Trier para leer un discurso sobre dicha celebración, sino para inaugurar ante todo el mundo la vanguardia que intentaría quebrar los pilares sobre los que se sustentan las producciones de Hollywood. Se llegaron a grabar más de 300 obras con tales características. Sin embargo, muchas de ellas no cumplían exactamente las normas que se debían seguir según el manifiesto. Era difícil controlar que un director no abriese una ventana para alterar la luminosidad de la escena, la corriente requería un compromiso moral y no todos estaban dispuestos a aceptarlo. “El manifiesto Dogma 95 se ha convertido en una fórmula genérica" Y a pesar de que nunca estuvo claro cuánto de aquel manifiesto era genuina innovación y cuánto mera estrategia autopromocional, los certificados Dogma empezaron a ser repartidos con tanta facilidad como las multas de tráfico en el Eixample entre cineastas de todo el mundo -llegaron a certificarse 254 películas- que a la postre acabarían demostrando cómo la reacción frente a lo convencional puede fácilmente degenerar ella misma en una convención. El movimiento fue muriendo poco a poco a medida que sus normas eran usadas para hacer películas mediocres. Por ello, en 2002 el secretariado del Dogma 95 decidió que la corriente debía finalizar, algo que se expresó con las siguientes declaraciones: “El manifiesto Dogma 95 se ha convertido en una fórmula genérica, lo cual nunca fue nuestra intención. Como consecuencia de ello detenemos nuestra mediación e interpretación de cómo hacer films Dogma y cerramos el Secretariado. Lars von Trier y Thomas Vinterberg crearon el movimiento, no generó grandes películas, pero sí anticipó un nuevo modelo de producción