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Prefacio

Muchas veces se dice que el cuento no es algo que todos quisieran leer. Pero yo creo que es algo que
todos siempre quieren escuchar. Nuestras abuelas y abuelos nos contaron cientos de “cuentos” que no
eran más que pequeñas anécdotas suyas o ajenas, reales, pero que ellos las tornaban hacia nosotros,
criaturas con una explosiva imaginación, completamente fantásticas y maravillosas. Quizás es algo
cierto lo que dice Dolina acerca de nuestra infancia: “La infancia es solo un largo cuento contado por
nuestras tías, que en su memoria trastocan y nos crean lo que nosotros hemos vivido pero podemos
recordar”, así como nuestros abuelos se convierten en juglares y bardos, parte de nuestra vida es un
invento de un bufón para entretener a los reyes –podemos ser nosotros mismos o cualquier persona–,
entre estas reflexiones nació este conjuntos de cuentos. Muchos hombres de letras dirán que ni siquiera
son cuentos, porque no tienen tal estructura realizada por una academia para poder compaginar y llegar
a ordenar ¡Qué cosa mejor es leer sin un orden! Gran lección de Cortazar. Si bien así la hermenéutica y
la lectura es algo completamente personal que los más liberales siempre han estado orgullosos, pues
que cosa más individual es la lectura de algo y llegar a una interpretación de lo escrito por uno mismo,
sin ninguna ayuda, solo el texto (que, para muchos es un completo desprendimiento del autor, el texto
por si solo nos está diciendo algo) y uno mismo, con sus dos ojos siguiendo en linea recta cada una de
las palabras, diálogos, oraciones y descripciones.
Como todo juego que si bien tiene sus reglas, para la lectura de estos cuentos cada “jugador” o grupo
de jugadores puede aumentar las reglas para hacerlo más exigente o quitárselas para poder
simplificarlo, el uso de la hermenéutica propiamente dicha esta a la mano del lector, cada uno puede
tomarla o dejarse maravillar por las palabras que el autor plasma.
Cuentos densos, sencillos, minúsculos, pigmeos, gigantes se verán aquí, pero los más importantes de
cada uno de ellos es el autor ¿Por qué el autor? Porque en el autor se encuentra lo absoluto (referido
obviamente al cuento), allí va a estar todo. En esa síntesis que siempre vemos cuando leemos los
fragmentos de Heráclito, será así cada nombre y apellido del autor, allí se encontraran absolutamente
todo para descifrar o alumbrar el cuento.
Estos autores son como nuestros abuelos, nuestras tías, cada uno contará una historia que quizás solo
sea ajena a él, extraordinariamente real pero con sus juegos de palabras y uso del lenguaje la convertirá
en una ficción. “La realidad supera la ficción” se escucha en los bares y en la calles, entonces que
mejor que tomar la realidad y convertirla en ficción, a fin de que el circulo se vuelva más interesante.
Estos autores, tienen conciencia (sí, para bien o para mal son seres humanos) y siempre van a encontrar
de una u otra manera introducir en el relato algo de ellos o bien introducirse totalmente en él. El “yo”
traiciona muy fácilmente, siempre encuentra un recoveco para poder penetrar en toda historia.
Volviendo a citar al helénico Heráclito, también tendremos que, de que entre los diferentes voces
“Después de haber escuchado […] al lógos, es sabio reconocer que todo es uno” 1, para poder
encontrar la unidad entre todos esas narraciones y así deslumbrarse con sorpresas que están a la simple
vista pero que uno nunca las pudo divisar en el primer hojear.

Ivan V. Gavriloff
(Enero 2013)

1. «οὐκ ἐµοῦ, ἀλλὰ τοῦ λόγου ἀκούσαντας ὁµολογεῖν σοφόν ἐστιν ἓν πάντα εἶναι» Heráclito Fragmento N° 50. Pre Socráticos I Ed. Losada 2009

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