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Una versión previa apareció en el diario La Reforma, año V, núm. 1704. Trujillo, 25 de agosto de 1917, p. 3.
XVIII2
(De Trilce)
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Escrito en la cárcel. Liberado de ella, César lo recitó «casi llorando» a varios de sus amigos «bohemios», durante
una cena en que festejaban su liberación.
3
Georgette lo fecha en 1936. Los rasgos del original mecanoscrito nos hacen ubicarlo en este grupo de poemas.
Encogido,
oí desde mis hombros
su sosegada producción,
cave los albañales sesgar sus trece huesos,
dentro viejo tornillo lincharse el plomo.
Sus paujiles picos,
pareadas palomitas,
las póbridas, hojeándose los hígados,
sobrinas de la nube... Vida! Vida! Esta es la vida!
Su elemental cadena,
sus viajes de individuales pájaros viajeros,
echaron humo denso,
pena física, pórtico influyente.
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tánto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
10 Nov 1937
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En un Carnet de 1929, Vallejo anotó: «La piedad y la misericordia humana de los hombres. Si, a la hora de la
muerte de un hombre, se reuniese la piedad de todos los hombres para no dejarle morir, ese hombre no moriría».
El anhelo de derrotar a la Muerte mediante el amor solidario es el mensaje más importante de Vallejo, rastreable
en su poesía desde «Encaje de fiebre» (Los heraldos negros). Por eso, los vallejistas concuerdan en que la
aventura ideológica y estética de Vallejo culmina en «Masa», con el hombre comunitario, la nueva humanidad
redimida del egoísmo, el dolor y la muerte.