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IDEA PRINCIPAL DEL PROYECTO

Las partículas que expulsamos al toser o estornudar tienen un rango de


tamaños muy amplio, las más grandes pesan más y precipitan casi de
inmediato, pero las más pequeñas permanecen en el aire y pueden ser
transportadas a distancias más largas. Esta información general y bastante
conocida, nos lleva a preguntarnos si el virus causante de la actual pandemia
podría permanecer suspendido en el aire un tiempo considerable, de forma que
permita el contagio por inhalación. Si bien el informe de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) indica que el contagio con el nuevo SARS-CoV-2
no se transmite mediante el aire, no descarta que haya la posibilidad de
contagio, pues el virus podría encontrarse dentro de aerosoles, permaneciendo
un tiempo prolongado y mediante la turbulencia alcanzar distancias superiores
a las del distanciamiento social recomendadas y por otro lado el artículo en el
que se basa este organismo, menciona las limitaciones de su muestreo y
recomienda continuar con los estudios (Ong et al. 2020).
Fundamentando esta idea, un estudio reciente (Minguillón 2020) informó que el
nuevo SARS-CoV-2, presenta un tamaño aproximado de 100 nm y que una vez
expulsado se comporta como cualquier partícula en suspensión. Además, se
sabe que las partículas atmosféricas se van uniendo a otras mediante el
movimiento Browniano, haciendo que la partícula aumente de tamaño a través
de la aglomeración (Viana 2003). A este proceso se le conoce como nucleación
y está favorecido por la humedad relativa y la temperatura . Por otro lado, está
demostrado que los árboles urbanos influyen en la calidad de aire en las
ciudades, debido a que las estructuras aéreas de las plantas (principalmente
las hojas) presentan una gran capacidad de retener las partículas suspendidas
en el aire (Nowak 2000).

Con base a estos antecedentes, es razonable cuestionarse si los espacios


públicos cubiertos por vegetación arborea podrían constituir un lugar de alto
riesgo de contagio, ya que el material particulado retenido en las estructuras de
los árboles podría resuspenderse mediante la fuerza del viento o la
precipitación (Nowak et.al 2014). Responder a esta importante pregunta con
urgencia, podría ayudar a tomar decisiones y estrategias adecuadas de control,
que limiten el contagio de este grave problema global que está causando
desesperación en las sociedades.

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