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entrelacen dentro de esa visión. Y que sepa conducir a los demás dentro de
ella.
La visión es como una pila. El líder con ella está motivado a trabajar, es
constante, idea planes y proyectos, etc.
Sin ella, tiende a estancarse, pierde motivación y muchas veces se encontrará
como desanimado.
Esta visión se relaciona con todo el entorno del líder como persona y como
coordinador de otros:
1.- una visión personal: como qué le gustaría ser mañana, qué alcanzar
ministerialmente, qué futuro desea construir, etc.
2.- una visión como grupo: como qué pretende alcanzar, a dónde desea
llevarlos, qué desea obtener de otros, etc.
Encontrar una meta adecuada por la que trabajar no es como organizar un
simple evento.
Pasa obviamente por una guía de Dios, la fe, el apoyo del Espíritu Santo y el
crecimiento espiritual del líder.
A la hora de establecer metas, el líder debe tener presente:
- prioridades personales y del grupo
- metas medibles y posibles
- planes positivos para alcanzar metas
- evaluación del progreso y reprogramación de planes.
(8) El líder es buen mayordomo:
La Palabra de Dios exhorta a los obreros a ser fieles administradores (1 Cor
4:2) La correcta mayordomía cristiana
es esencial para la vida de un líder en toda área de su vida:
1.- buen mayordomo del tiempo: esto implica que el líder aparta el tiempo justo
para buscar de Dios, para visitar,
para sus tareas personales, para las actividades de la congregación, etc.
Aprendiendo a administrar el tiempo,
el obrero evitará la sobrecarga, el stress y el agotamiento físico, intelectual o
espiritual. Esto es aprender a
organizarse, a agendar deberes, y a no comprometerse más de lo que puede
dar conociendo sus límites.
2.- buen mayordomo del dinero: el líder sabe ofrendar a Dios, gastar lo justo y
necesario, invertir solo en cosas
importantes jerarquizando lo necesario, pagar sus deudas, contribuir en las
necesidades de otros, etc. Siendo
un buen administrador de su economía, el obrero se asegurará un buen
testimonio y evitará dolores de cabeza.
3.- buen mayordomo de su hogar: si el líder es jefe de su hogar, es ético que
primero sepa administrar su familia
antes de pretender poner orden en otros –y especialmente en aquellos que
conocen su situación. Un buen líder también
es buen padre, buen hijo, buen hermano, buen esposo, etc.
4.- buen mayordomo de su ministerio: el líder desarrolla su ministerio con
responsabilidad y compromiso.
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Usa correctamente sus dones y talentos para bendición de otros. Todo lo
resuelve primeramente en la presencia de Dios.
5.- buen mayordomo de su cuerpo: el líder cuida de sí, de su presencia física.
Se valora quitando todo complejo.
Da valor a su aseo y correcta alimentación. Evita lo que pueda dañarle
físicamente.
Y principalmente reserva su cuerpo y mente en santidad y pureza.