DETERGENTES

Al ir evolucionando tecnológicamente muchas cosas

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en nuestro planeta, también hubo que tener evolución 
en la forma en que lavamos nuestro cuerpo, 
la forma en que lavamos nuestro cabello, la forma en que lavamos nuestras ropas.

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El advenimiento de fibras sintéticas, 
ya no utilizar solamente algodón o lino, sino utilizar fibras modificadas, 
por ejemplo, el acetato de celulosa, que conocemos como rayón. 
Y aquí tenemos una prenda hecha de rayón y, 
si compararamos, sobre todo, la textura con una prenda de algodon, 
veríamos que hay una diferencia porque es más sedosa la fibra de rayón.

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Los jabones tienen dos problemas importantes. 
El primero es cuando se encuentran con lo que conocemos como agua dura, es decir, 
agua que tiene una gran cantidad de sales disueltas, fundamentalmente de calcio, 
de magnesio y de hierro; no hace espuma y, 
entonces, no logra limpiar bien. 
Cuando utilizamos jabón en prendas de vestir

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con este tipo de agua, quedan depósitos minerales en la ropa, 
que la hacen que se sienta rasposa y que, inclusive, llegue a irritar.

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En nuestra piel también quedan depósitos 
que son muy irritantes y difíciles de eliminar.

Entonces, se empezó a buscar una alternativa diferente

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y se encontró la posibilidad de elaborar productos 
diferentes al jabón, pero con materias primas sintéticas, 
materias primas provenientes del petróleo, y nacen así los detergentes.

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Vamos a hablar de los detergentes y vamos a hablar de diferencias entre detergentes 
para que sepamos, sobre todo, por donde está su origen.

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Durante la segunda guerra mundial, hubo gran necesidad de

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dejar de utilizar grasas y aceites para fabricación de jabones

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y orientarlos hacia la alimentación de los soldados. 
Afortunadamente, en 1907, una fábrica alemana había lanzado 
al comercio el primer detergente sintético basado en materias primas de petróleo, 
de tal manera que fue aumentando la producción poco a poco y, 
para la segunda guerra mundial, ya se disponía de suficiente cantidad

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de detergente sintético como para poder dejar de utilizar una gran 
cantidad de grasa y aceites, grasas animales y aceites vegetales,

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en la fabricación de jabones, y poderlo orientar hacia

el consumo de alimentos en los soldados. Recordemos que los inviernos son muy crudos y,
entonces, necesitaban ingerir grasas para poder soportar las temperaturas muy bajas.

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Es el origen de los detergentes y ahora vamos a hablar un poco de diferencias entre jabones y
detergentes, cómo actúan y para qué los podemos utilizar. Los detergentes son de una
formulación mucho más compleja que la formulación de los jabones. Decíamos, los jabones
es el jabón en sí, un color, quizá una fragancia y, prácticamente, eso es lo principal. En
cambio en los detergentes necesitamos la ayuda de muchas otras cosas que permitan que
funcione mucho mejor el detergente. Dentro de los detergentes hay un producto muy
importante para la higiene personal para nosotros

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que tiene características especiales y, este se desarrolló porque se encontró una cuestión
muy importante. Cuando lavamos nuestro cabello con jabón normal o lo lavamos con
detergente, el cabello queda muy limpio, pero queda cenizo, opaco, y se ve frágil.

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Esto es porque el cabello debe de tener suficiente aceite natural para seguir siendo
manejable, sedoso y con un brillo natural. Y, entonces, dentro de esta gama de uso de los
detergentes, se desarrolló lo que conocemos como champú.

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Este producto, que está diseñado de una manera químicamente especial para no limpiar
completamente el cabello.

Va a eliminar las capas superficiales, tanto del cabello como del cuero 
cabelludo, para retirar aceite y suciedad 
pero es un detergente tan suave que no va a retirar todo el aceite 
y va a permitir que el aceite natural que le da brillo y sedosidad siga estando ahí.

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Ahora bien, en ocasiones nos da por lavar el cabello 2 o 3 veces con el champú.

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Retiramos tanto el aceite que ahora necesitamos usar el acondicionador 
y el acondicionador lo que hace es, precisamente, restaurar parte del 
aceite natural aplicando aceite de manera externa. 
Es lo que hacían antiguamente, por ejemplo, Cleopatra, 
después del baño le ponían aceite en el cabello para 
dejarlo brillante y que pudiera conquistar a Marco Antonio o a quien se le acercara. 
Eso es lo que hacen los jabones.

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Nos quitan toda la grasa, todo el aceite y, entonces, 
lo que hacían los esclavos de Cleopatra, de ponerle aceite en el cabello, 
ahora lo hacemos nosotros, no quitando todo el aceite y, lo que se haya 
ido de más, lo recuperamos empleando un acondicionador para el cabello. 
Una ventaja que tiene el uso del champú y del acondicionador es que, al utilizarlo, 
le damos masaje al cuero cabelludo y esto permite una mejor irrigación sanguínea y, 
por lo tanto, le da una mejor salud a la piel del cuero cabelludo. 
Algo que es muy importante es que, tanto el champú como el acondicionador, 
deben de enjuagarse fácilmente y deben ser lo menos irritante para los ojos posible. 
Por cierto, déjame hacerte una pregunta. 
¿Te has lavado el cabello con algo que no sea un champú? 
¿Te has puesto en el cabello algo que no sea un acondicionador?