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En la segunda mitad del siglo XVI, la corona española persiguió con buen éxito fundir a las Indias

en un imperio unificado con un sistema administrativo común. XVII, los tiempos eran apropiados
para que el gobierno inglés intentara algo por el estilo en sus propias posesiones coloniales. La
guerra civil y los cambios sucesivos de gobierno habían debilitado la autoridad central y afectado
de diversas maneras a diferentes colonias. Inglaterra, las asambleas coloniales habían simpatizado
naturalmente con la causa puritana, pero no obstante declararon que la intervención del
Parlamento en sus asuntos no sería mejor recibida que la del rey.

Maine y Nueva Hampshire, y abrió sus puertos a los buques de todas las naciones. Massachusetts
aprobó una resolución pretendiendo ser «un cuerpo político de hecho y de nombre». Los poderes
ejercidos por la corona en las diferentes colonias variaron considerablemente de hecho y de
derecho Hasta la guerra civil, Virginia había sido la única colonia de la corona. Durante la guerra y
en el interregno otros varios privilegios caducaron o fueron abolidos.

La Barbada y las islas Leeward se convirtieron en colonias de la corona y votaron un impuesto


permanente de exportación para el gobierno metropolitano en consideración de haber sido
liberadas de todos los derechos de los propietarios. Jamaica había sido conquistada mediante una
operación naval en toda regla y tras unos cuantos años de gobierno militar se convirtió también,
naturalmente, en una colonia de la corona. En todas estas colonias la corona nombraba
gobernadores, consejos ejecutivos, jueces y otros altos oficiales. Los consejeros, casi siempre, y
también a veces el gobernador, eran hacendados residentes, pero más comúnmente los
gobernadores venían de Inglaterra.

Las propiedades diferían de las colonias de la corona en que en ellas la persona del dueño se
interponía entre la corona y los colonos. Nombraba al gobernador y a los oficiales superiores, y
éstos prestaban juramento de lealtad a él y no al rey.

Pensilvania fue la primera colonia interior de la América del

La forma de gobierno de las propiedades nunca se estableció en Nueva Inglaterra. No había en


ellas oficial alguno designado por la corona, ni representante alguno en Inglaterra sobre el cual
pudiera ejercer presión aquélla. El gobierno de una colonia de carta era el más parecido al
gobierno responsable en cualquiera de los imperios coloniales de la época. A pesar de estas
grandes diferencias en la relación de las colonias de la corona, existía en 1660 un patrón general
de gobierno colonial interno, que, sin estar sancionado por ninguna ley, era reconocido
generalmente en la práctica.
Francia, emprendió el establecimiento de colonias en un periodo en que la idea del gobierno
representativo ganaba fuerza en la madre patria. Parlamento que promulgaran leyes. En algunas
colonias de la corona las asambleas eran aun inducidas a aprobar leyes de ingresos perpetuas,
como por ejemplo, el cuatro y medio por ciento sobre el tabaco en Virginia, ingreso destinado a
sufragar los sueldos de los gobernadores y otros oficiales

Para compensar las desventajas de la emigración, una colonia debía producir mercancías de
demanda en Inglaterra, y que no fuese posible reducir allí. La colonia ideal sería aquella en que un
pequeño número de colonos ingleses controlase a una gran masa de trabajadores no ingleses, ya
esclavos, ya libres, en la producción de artículos tropicales. Nueva Inglaterra, o el traslado de
gente desde Nueva Inglaterra a las Antillas.
Las pugnas coloniales del siglo XVII estuvieron en gran medida fuera de la órbita de la diplomacia
normal de

Europa, y, conforme a las ideas de la época, las constantes infracciones de Holanda a las leyes de
comercio justificaban las represalias sin la formalidad de la guerra. La anexión se llevó a cabo sin
resistencia, y concedió a los colonos holandeses condiciones generosas. Era obvio que las leyes de
comercio no podían cumplirse enteramente en las colonias sino por oficiales ingleses nombrados y
pagados por la corona.

El crecimiento de la población en las colonias fue haciendo del gobierno de propietarios un obvio
anacronismo y las pocas propiedades que sobrevivirían en el siglo XVIII eran risibles muestras de
corrupción e incompetencia. En las colonias de carta la situación era muy diferente. Los colonos, o
al menos las oligarquías gobernantes de las colonias, estaban celosamente apegados a sus
privilegios, y eran capaces de empuñar las armas para defenderlos.

Humildemente pensamos conforme a los dichos usuales de los juristas, que las leyes de Inglaterra
se circunscriben a los cuatro mares y no trascienden a América , no estando representados en el
Parlamento nosotros no nos consideramos trabados en nuestro comercio por ellas.

En el mismo año impusieron a sus oficiales un juramento de fidelidad a la colonia que precedía al
juramento de lealtad al rey. Durante cuatro años, Randolph pugnó por aplicar las leyes de
comercio haciendo frente a la obstrucción organizada.

Inglaterra furioso, y finalmente incitó a los departamentos interesados a incoar procesos quo
warranto contra la carta de Massachusetts. En 1684, la carta fue anulada. Después de cincuenta y
cinco años de gobierno autónomo, Massachusetts cayó por primera vez bajo la administración de
la corona. La abrogación de las cartas produjo lógicamente la unión de las colonias del norte, para
fines de administración y defensa, en un solo dominio.

Jacobo II envió a un militar leal y capaz, sir. Edmund Andros, como gobernador general de Nueva
Inglaterra y Nueva York. En muchos aspectos, sus instrucciones se parecían a las dadas a los
virreyes de las colonias españolas, especialmente en lo tocante a los tribunales y a las providencias
sobre las apelaciones judiciales a Inglaterra. Nueva Inglaterra hubo también una revolución. En los
años inmediatamente posteriores a la revolución, el gobierno de las colonias inglesas en América
revistió la forma que retendría hasta la independencia.

La corona nombraba ahora gobernadores y algunos otros funcionarios en casi todas las colonias.
Había sido introducido un mecanismo de derechos de aduana, respaldado por los tribunales del
vicealmirantazgo, para aplicar las leyes de comercio, y los poderes feudales de los pocos
propietarios que quedaban habían sido cercenados.
Por el lado popular, el antiguo sistema representativo había alcanzado también una gran
uniformidad. Los gobernadores no eran responsables ante las asambleas e inevitablemente las
asambleas se comportaron a menudo irresponsablemente. Votaban impuestos cada año y de lo
producido por estos impuestos había que pagar a los gobernadores y otros funcionarios. Los
gobernadores coloniales tuvieron naturalmente muy distinto carácter y capacidad.

Unos eran grandes nobles, otros militares de oficio, otros hacendados principales de las colonias y
otros meros servidores temporales y empleados públicos voraces. Casi todos vieron frustrados sus
esfuerzos en pro de una administración sana por falta de un ingreso seguro. Sus salarios
estuvieron a merced de asambleas caprichosas, ante las cuales ellos no eran responsables y que
sólo podían controlar con mucha dificultad.

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