Está en la página 1de 8
Leccién 19, COLABORACION IMPRESCINDIBLE En la Conquista del Reino de Dios el Jaicado es la reserva omnipresente (contintia de la leccién 18: Six ans sont écoulés) 49. El catequista, caso clasico de apéstol laico Una palabra sobre el empleo de los tatequistas. Asia y Africa cuentan con 1,500 millones de habitantes, unos 5 millones de catdlicos, con 20 a 25,000 sacer- dotes y 74,000 catequistas. Si se afiade a ese numero los ministros, que son a menudo los mejores catequistas, se llega a 100,000. El catequista representa quiza el caso mas clasico de apostolado laico por la naturaleza misma de su profesion y porque suple la escasez de sacerdotes. Se calcula, por los misioneros de Africa al menos, que un misionero acompa- fiado de seis catequistas consigue mas que siete misioneros; el catequista compe- tente trabaja, en efecto, en un ambiente familiar, del que conoce bien lengua y cos- tumbres; se pone en contacto con los individuos mucho mas facilmente que un misionero que viene de lejos. 50. De los laicos que salen a ayudar en las misiones: doce obras de esta clase. Los catequistas son, por lo tanto, apdstoles laicos autéctonos; pero existe ade- mas un apostolado de laicos y de ayudantes-laicos misioneros extranjeros. Médicos, ingenieros, trabajadores manuales de diversas profesiones quieren apoyar en las misiones la labor de los sacerdotes con su ejemplo y su actividad profesional, sobre todo en la formacién de los indigenas. Al mismo tiempo que su formacién profesional, o después de ella, reciben una formacién espiritual con vistas a su actividad misionera. Existen en la actualidad doce de estos movimientos u obras, coordinadas por un Secretariado general que tiene su sede en Milan. Pero el apostolado laico mi- sionero se encuentra aun en los comienzos de su expansién y, por lo demas, no puede aceptar mas que una élite. 51. Ayudar a elevar al campesino de Asia Por su economia, Asia sigue siendo en un 70% una regidn de agricultura, y con tazon se ha dicho que si el agricultor es el hombre mas importante de Asia, tam- bién es el mas descuidado. A este respecto, los catdlicos tienen que reflexionar. En las Filipinas, los laicos catdlicos, que con el sacerdote se ocupan de la eleva- cidn social y religiosa de los agricultores, son los apdstoles laicos mas despreciados. 52. El problema femenino en las misiones Las mujeres de Asia y Africa ofrecen al apostolado laico femenino incontables ocasiones para su accion en escuelas de todo tipo, en la lucha contra los matrimo- nios forzosos, el divorcio y la poligamia. De! mismo modo sucede para la preparacion de las jovenes para el matrimonio, que es llevado a cabo con fruto por religiosas, por ejemplo en Hong Kong, en el Congo Belga y en Uganda, y para la formacién de grupos de mujeres catdlicas que se ayudan reciprocamente y que prestan su caritativa ayuda a las mujeres no catdli- — 41901 - cas de su barrio. Un apostolado dificil, indudablemente, es el de las mujeres, pero igualmente lleno de esperanza. Ya que todos los territorios de mision en donde el catolicismo se ha desarrolla- do, la experiencia demuestra que la dignidad femenina es mas respetada. 53. Actividad catdlica plena en las nuevas cristiandades de la mision En Africa especialmente, Nos vemos con alegria y agradecimiento el extraordi- nario dinamismo de las jovenes generaciones de catdlicos en las tareas culturales, sociales y politicas. Que cooperen, pues, en los movimientos sindicales de inspiraci6n cristiana, como en el Vietnam y en el Africa ecuatorial y occidental, y formen cooperativas de venta y de consumo; que participen en la representacion nacional y en los asuntos municipales; la Iglesia no sdlo exhorta a la piedad, sino que responde a todas las cuestiones de la vida. Portador de riquezas espirituales de su continente, el joven elemento laico afri- cano sera testimonio de ellas y las cultivara en su vida y en su accion. g) Colaboracién en organizaciones no catélicas 54. Dos directivas finales: colaboracién en los organismos neutros y los in- ternacionales Para terminar, Nos os damos dos directivas: en primer lugar, colaborar con los movimientos y organizaciones neutras y no catdlicas, siempre y en la medida en que, de este modo, sirvais al bien comun y a la causa de Dios. En segundo lugar, participar alin mas en las organizaciones internacionales. Esta recomendacién se dirige a todos, pero concierne de modo especial a los téc- nicos en agricultura. Conclusion EJEMPLOS, FORMAS Y FUNCIONES DEL APOSTOLADO 55. Ejemplos de apostolado laico en la Historia Siempre hubo en Ia Iglesia de Cristo un apostolado de los laicos. Santos, como el Emperador Enrique II, Esteban, el creador de Hungria catdlica; Luis IX de Francia, eran apdstoles laicos, ain-cuando,:en:los comienzos, no se haya tenido:conciencia de ello, y no obstante-que el término de apéstol laico no existiera atin en aquella época. También mujeres:como santa Pulqueria, hermana del Emperador Teodosio II, 0 Mary Ward, eran apéstoles laicos. 56. Hoy se habla mas de él, porque es mas necesario y mas organizado Si hoy esta conciencia se ha despertado,y si-el termino de.apéstol laico es uno de los. mas empleados, cuando. se-habla de. actividad de-la:Iglesia, es porque la colaboracién de los laicos.con. la Jerarquia no fue nunca tan. necesaria como ahora, ni fue practicada de manera sistematica. 57. Mil formas diversas de apostolado: Esta‘colaboraci6n se traduce en mil formas diversas, desde el sacrificiosilen- cioso ‘ofrecido ‘por la salvacién de las almas, hasta la buena‘palabra‘y’el ejemplo, que obliga a la estima de los mismos enemigos:de la Iglesia; y hasta la cooperacién — 41902 - en las actividades propias de la Jerarquia, comunicables a los simples fieles; y has- ta las audacias que se pagan con la propia vida, pero que tan sdlo Dios conoce y que no figuran en ninguna estadistica. Y acaso este apostolado laico oculto es el mas precioso y el mas fecundo de todos. 58. Las dos funciones del apostolado: conservar y conquistar El apostolado laico tiene, como cualquier otro apostolado, por otra parte, dos fun- ciones: la de conservar y la de conquistar, y ambas se imponen con caracter de urgencia a la Iglesia actual. Y, para decirlo claramente, la Iglesia de Cristo no piensa abandonar sin lucha el terreno a su enemigo declarado, el comunismo ateo. Este combate continuard hasta el fin, pero con las armas de Cristo. 59. Exhortacion final e imploracion del amparo de Maria Poned manos a la obra con una fe mas fuerte todavia que la de San Pedro, cuando ante el llamamiento de Jess abandoné su barca y marché sobre las olas para salir al encuentro de su Sefior. Durante estos afios tan agitados, Maria, la Reina gloriosa y poderosa del cielo, ha dejado sentir en las mas diversas regiones de la tierra su asistencia de forma tan tangible y maravillosa que Nos le recomendamos con confianza ilimitada todas las formas de apostolado laico. 60. La Bendicion Apostolica En prenda de la fuerza y del amor de Jesucristo, que se manifiestan también en el apostolado aqui presentes, a nuestros Venerables Hermanos en el Episcopado, a los sacerdotes que participan en vuestro Congreso y a todos vosotros, hombres y mujeres del apostolado laico, a todos los que aqui han venido y a los que trabajan en el mundo entero, Nuestra paternal Bendicién Apostolica. PIO PAPA XIl. - 41903 - Hemos tenido ocasién de conocer los conceptos que, siguiendo los pasos de su antecesor Pio XI, el Papa Pio XII tenia con respecto al apostolado de los laicos, y desde luego la generalizacion que hace a todos los movimientos y obras apostoli- cos que los laicos sostienen, dejando perfectamente claro que no hay ninguno de ellos que pueda detentar el privilegio de ser Unico con aprobacion oficial de la Igle- sia, dado que en el impulso a los seglares para que ocuparan el lugar que legiti- mamente les corresponde desde los tiempos apostolicos, parecia que su antecesor Pio XI habia reservado esta funcién con cardcter oficial a la Accién Catdlica, toma- da asi la expresion como un particularismo que nunca fue de su intencidn.. Una vez dejado claro esto, Pio XII enfoca sus ensefianzas sobre la accion pas- toral de la Iglesia, las obras misioneras y las actividades apostdlicas que han de compartir los laicos con la Jerarquia, para llegar a la conclusién de que en todo esto el laicado tiene que actuar en solidaridad con los Obispos y sacerdotes. Desde luego, se nota claramente que el Papa habla al pueblo de Dios refirién- dose a una época ya lejana para nosotros, pero de modo que sus ensefianzas pueden ser referidas a la nuestra, sobre todo tomando en consideraci6n la nueva problematica que enfrenta la Iglesia, e invita a los laicos a aceptar los retos que se encaran a la fe y la caridad. Aun no han llegado los dias del Concilio Vaticano |! ni su rico acervo de doctri- na, disposiciones, instrucciones y advertencias dejados en los documentos concilia- res, pero un anélisis pormenorizado deja entrever que la influencia de Pio XII se dejé sentir en todo esto. Particularmente cuando habla acerca del cémo puede el laicado tomar mas ingerencia en la vida de la Iglesia, muy concretamente en la vida parroquial, propo- ne sin delineaciones bien definidas todavia, sugerencias que mas tarde el Vaticano II habra de aprovechar y llevar adelante para que, ya en el posconcilio en el pontificado de Pablo VI vayan tomando forma las disposiciones que hoy enriquecen a la Iglesia convirtiendo en realidad miltiples formas de servicio eclesial por parte del laicado. Empero, es el espiritu misionero de los laicos la materia de la que habla con mas énfasis Pio XII: el andlisis tan pormenorizado que hace del estado de cosas en que se encuentra el mundo de su tiempo, para lo cual se detiene a contemplar este mundo describiéndolo por ambientes, actores y hasta Continentes, con el fin de invitar al lector a acompafiarlo a descubrir la problematica y las posibilidades que se ofrecen al misionero, al catequista y a todo fiel cristiano con espiritu apostolico, para lanzarse a la accion. Légico, no puede abarcar la situacién actual ni sus nuevos problemas, pero evidentemente sefialando rutas de accién nos dejé una herencia inapreciable de ensefianzas que debemos aprovechar. No cabe duda, Pio XIl vislumbré desde lejos las posibilidades apostdlicas que guardaba y aguardaba el laicado para que, llegado el momento, ocupara su lugar como en los tiempos apostdlicos, cuando eran seglares los que acompafiaban a los Apéstoles en las primeras empresas por los caminos de Judea, Asia, Africa y Europa; de todo lo cual conservamos como precioso aporte de informacion los Hechos de los Apéstoles y las Cartas que nos llegaron de algunos de ellos. Si, los laicos de los primeros tiempos de la Iglesia fueron los primeros misione- tos sirviendo al lado de los Apéstoles. No tenemos por qué excusarnos nosotros. — 41904 - Juan XXII y el Concilio Vaticano IL Nada describe mejor las intenciones que movieron al Papa Juan XXIII al con- vocar a la celebracién del Concilio Vaticano II, que el contenido de la Constitucion Apostélica Humanee Salutis, por la que el Pontifice convoca a la celebracion del Concilio Vaticano II el 25 de diciembre de 1961. En este documento aparece con toda claridad la intencidn que le mueve de incorporar a la accién apostdlica y misionera a todos los miembros de la Iglesia, mencionando en varias ocasiones el concurso de los laicos. Leamos con detenimiento este primer Documento que, sin duda, nos permitira adentrarnos con mas conciencia al estudio de todos los demas Documentos Conci- liares que atafien en particular a los seglares: CONSTITUCION APOSTOLICA «HUMAN SALUTIS» (DE LA SALVACION HUMANA) DE NUESTRO SANTISIMO SENOR POR LA DIVINA PROVIDENCIA PAPA JUAN XXII por la que se convoca el Concilio Vaticano II (25 de diciembre de 1961) 1. El Reparador de la salvacion humana, Jesucristo, quien, antes de subir a los cielos, ordend a sus Apéstoles predicar el Evangelio a todas las gentes, les hizo también, como apoyo y garantia de su misién, la consoladora promesa: “Mirad que yo estoy con vosotros todos los dias hasta la consumaci6n de los siglos (Mt 28,20). Esta gozosa presencia de Cristo, viva y operante en todo tiempo en la iglesia santa, se ha advertido sobre todo en los periodos mas agitados de la humanidad. En tales épocas, la Esposa de Cristo se ha mostrado en todo su esplendor co- mo maestra de verdad y administradora de salvacion, y ha hecho ver a todos el poder extraordinario de la caridad, de la oracion, del sacrificio y del dolor soporta- dos por la gracia de Dios; todos los cuales son medios sobrenaturales y totalmente invencibles y son los mismos que empled su divino Fundador, quien, en la hora solemne de su vida, declaré: “Confiad, yo he vencido al mundo) (Jn 16,33). Situacion de la humanidad y de la Iglesia hoy. 2. Lalglesia asiste en nuestros dias a una grave crisis de la humanidad, que trae- ra consigo profundas mutaciones. Un roden neuvo se esta gestando, y la Iglesia tiene ante si misiones inmensas, como en las épocas mas tragicas de la historia. Porque lo que se exige hoy de la Iglesia es que infunda en las venas de la humani- dad actual la virtud perenne, vital y divina del Evangelio. La humanidad alardea de sus recientes conquistas en el campo cientifico y técnico, pero sufre también las consecuencias de un orden temporal que algunos han querido organizar prescindiendo de Dios. Por esto, el progreso espiritual del hom- bre contemporaneo no ha seguido los pasos del progreso material. - 41905 - De aqui surgen la indiferencia sor los bienes inmortales, el afan desordenado por los placeres de la tierra, que | progreso técnico pone con tanta facilidad al alcance de todos, y, por ultimo, un hecho completamente nuevo y desconcertante, cual es la existencia de un ateismo militante, que ha invadido ya a muchos pueblos. 3. Todos estos motivos de dolorosa ansiedad que se proponen para suscitar la reflexion tienden a probar cuan necesaria es la vigilancia y a suscitar el sentido de la responsabilidad personal de cada uno. La visién de estos males impresiona so- bremanera a algunos espiritus que solo ven tinieblas a su alrededor, como si este mundo estuviera totalmente envuelto por ellas. Nos, sin embargo, preferimos poner toda nuestra firme confianza en el divino Salvador de la humanidad, quien no ha abandonado a los hombres por El redimidos. Mas aun, siguiendo la recomendacién de Jesus cuando nos exhorta a distinguir claramente los signos... de los tiempos (Mt 16,3), Nos creemos vislumbrar, en me- dio de tantas tinieblas, no pocos indicios que nos hacen concebir esperanzas de tiempos mejores para la Iglesia y la humanidad. Porque las sangrientas guerras que sin interrupcién se han ido sucediendo en nuestro tiempo, las lamentables ruinas espirituales causadas en todo el mundo por muchas ideologias y las amargas experiencias que durante tanto tiempo han sufri- do los hombres, todo ello esta sirviendo de grave advertencia. El mismo progreso técnico, que ha dado al hombre la posibilidad de crear ins- trumentos terribles para preparar su propia destruccién, ha suscitado no pocos interrogantes angustiosos, lo cual hace que los hombres se sientan actualmente preocupados para reconocer mas facilmente sus propias limitaciones, para desear la paz, para comprender mejor la importancia de los valores del espiritu y para ace- lerar, finalmente, la trayectoria de la vida social, que la humanidad con paso incierto parece haber ya iniciado, y mueve cada vez mas a los individuos, a los diferentes grupos de ciudadanos y a las mismas naciones a colaborar amistosamente y a completarse y perfeccionarse con las ayudas mutuas. Todo esto hace mas facil y mas expedito el apostolado de la Iglesia, pues mu- chos que hasta ahora no advirtieron la excelencia de su misién, hoy, ensefiados mas cumplidamente por la experiencia, se sienten dispuestos a aceptar con pronti- tud las advertencias de la Iglesia. 4. Por lo que a la Iglesia se refiere, ésta no ha permanecido en modo alguno.co- mo espectadora pasiva ante la evolucién de los pueblos, el progreso técnico y cien- tifico y las revoluciones sociales; por el contrario, los ha seguido con suma atencion. Se ha opuesto con decision contra las ideologias materialistas o las ideologias que niegan los fundamentos de la fe catélica. Y ha sabido, finalmente, extraer de su seno y desarrollar en todos los campos del dinamismo humano energias inmensas para el apostolado, la oraci6n y la accién, por parte, en primer lugar, del clero, si- tuado cada vez mas a la altura de su misiOn por su ciencia y su virtud, y por parte, en segundo lugar, del laicado, cada vez mas consciente de sus responsabilidades dentro de la Iglesia, y sobre todo de su deber de ayudar a la Jerarquia eclesiastica. Afiadense a ellos los inmensos sufrimientos que hoy padecen dolorosamente muchas cristiandades, por virtud de los cuales una admirable multitud de Pastores, sacerdotes y laicos sellan la constancia en su propia fe, sufriendo persecuciones de todo género y dando tales ejemplos de fortaleza cristiana, que con razon pueden com- — 41906 - pararse a los que recogen los periodos més gloriosos de la Iglesia. Por esto, mientras la humanidad aparece profundamente cambiada, también la Iglesia catolica se ofrece a nuestros ojos grandemente transformada y perfecciona- da, es decir, fortalecida en su unidad social, vigorizada en la bondad de su doctrina, purificada en su interior, por todo lo cual se halla pronta para combatir todos los sagrados combates de la fe. El Concilio, don de la Iglesia al mundo 5. Ante este doble espectaculo, la humanidad, sometida a un estado de grave indi- gencia espiritual, y la Iglesia de Cristo, pletérica de vitalidad, ya desde el comienzo de nuestro pontificado —al que subimos, a pesar de nuestra indignidad, por designio de la divina Providencia— juzgamos que formaba parte de nuestro deber apostolico el llamar la atenci6n de todos nuestros hijos para que, con-su colaboracion a la Iglesia, se capacite ésta cada vez mas para solucionar los problemas del hombre contemporaneo. Por ello, acogiendo como _venida de lo alto una voz intima de nuestro espiritu, hemos juzgado que los tiempos estaban ya maduros para ofrecer a la Iglesia catd- lica y al mundo el nuevo don de un Concilio ecuménico, el cual continte la serie de los veinte grandes Sinodos, que tanto sirvieron, a lo largo de los siglos, para incre- mentar en el espiritu de los fieles la gracia de Dios y el progreso del cristianismo. EI eco gozoso que en todos los catdlicos suscité el anuncio de este aconteci- miento, las oraciones elevadas a Dios con este motivo sin interrupcion por toda la Iglesia y el fervor realmente alentador en los trabajos preparatorios, asi como el vivo interés 0, al menos, la atencién respetuosa hacia el Concilio por parte de los no catdlicos y hasta de los no cristianos, han demostrado de la manera mas elo- cuente que a nadie se le oculta la importancia histérica de este hecho. 6. Asi, pues, el proximo Sinodo ecuménico se retine felizmente en un momento en que la Iglesia anhela fortalecer su fe y mrarse una vez mas en el espectaculo maravi- lloso de su unidad; siente también con creciente urgencia el deber de dar mayor efi- cacia a-su,sana vitalidad y de proveer.la santificacion de sus miembros, asi como el de aumentar-la difusion de la verdad revelada y la consolidacién de-sus instituciones. Sera ésta una-demostracién dea Iglesia, siempre viva y. siempre joven, que percibe el ritmo del. tiempo, que en cada siglo se adorna.de nuevo esplendor, irra- dia nuevas luces,,logra.nuevas conquistas, aun permaneciendo siempre idéntica a si misma, fiel-a-laimagen-divina que-le imprimiera en su rostro el. divino Esposo, que la ama y la protege, Cristo Jesus. 7. En un tiempo, ademas, de generosos y crecientes esfuerzos que en no pocas partes se hacen con el fin de rehacer aquella unidad visible de todos los cristianos que responda a los deseos del Redentor divino, es muy natural que el proximo Concilio aclare los principios doctrinales y dé los ejemplos de mutua caridad, que haran atin mas vivo en los hermanos separados el deseo del presagiado retorno a la unidad y les allanaran el camino. 8. Finalmente, el proximo Concilio ecuménico esta llamado a ofrecer al mundo, extraviado, confuso y angustiado bajo la amenaza de nuevos conflictos espanto- sos, la posibilidad, para todos los hombres de buena voluntad, de fomentar pensa- — 41907 - Mmientos y propdsitos de paz; de una paz que puede y debe venir sobre todo de las realidades espirituales y sobrenaturales, de la inteligencia y de la conciencia huma- na, iluminada y guiada por Dios, Creador y Redentor de la humanidad. La tematica conciliar 9. Pero estos frutos, que Nos ardientemente esperamos del Concilio ecuménico y sobre los que gustamos detenernos tan a menudo, exigen para preparar tan impor- tante acontecimiento un vasto programa de trabajo. Proponense por ello cuestiones doctrinales y cuestiones practicas, y se propo- nen para que las ensefianzas y los preceptos cristianos se apliquen perfectamente en la compleja vida diaria y sirvan para la edificacion del Cuerpo mistico de Cristo y cumplimiento de su misién sobrenatural. Todo esto se refiere a la divina Escritura, la sagrada Tradicién, los sacramentos y la oracién de la Iglesia, la disciplina de las costumbres, la acci6n caritativa y asis- tencial, el apostolado seglar y la accién misionera. 10. Pero este orden sobrenatural debe tener maxima eficacia sobre el orden tem- poral, que, por desgracia, termina tantas veces por ser el Unico que ocupa y pre- ocupa al hombre. Porque en este campo también ha demostrado ser la Iglesia Mater et magistra (ne. Madre y maestra), segtin la expresion de nuestro glorioso antecesor Inocen- cio Ill, pronunciada con ocasién del Concilio ecuménico Lateranense IV. Aunque la Iglesia no tiene una finalidad primordialmente terrena, no puede, sin embargo, desinteresarse en su camino de los problemas relativos a las cosas tem- porales ni de las dificultades que de éstas surgen. Ella sabe cuanto ayudan y de- fienden al bien del alma aquellos medios que contribuyen a hacer mas humana la vida de los hombres, cuya salvacién eterna hay que procurar. Sabe que, iluminando a los hombres con la luz de Cristo, hace que los hombres se conozcan mejor a si mismos. Porque los lleva a comprender su propio ser, su propia gran dignidad y el fin que deben buscar. De aqui la presencia viva de la Iglesia, de hecho o de derecho, en los actuales organismos internacionales y la elaboracién de una doctrina social sobre la familia, la escuela, el trabajo, la sociedad civil y, finalmente, sobre todos los problemas de este campo, que ha elevado a tal prestigio el Magisterio de la Iglesia, que su grave voz goza hoy de gran autoridad entre los hombres sensatos, como intérprete y ba- luarte del orden moral y como defensora de los deberes y derechos de todos los seres humanos y de todas las comunidades politicas. (continta en la leccion 20) - 41908 -

También podría gustarte