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Y TU OYES O TU ESCUCHAS?

Oír y escuchar son sinónimos, pero tienen implicaciones diferentes, porque puedes oír
a alguien sin escuchar realmente lo que se dice. 

Escuchar requiere que una persona preste atención al orador, requiere concentración;
significa entender lo que se dice para proporcionar una respuesta adecuada, porque
cuando no escuchamos realmente no hay comunicación ni comprensión de lo que fue
transmitido. 

Jesús habla sobre “El que tiene oídos, que oiga” muchas veces en los Evangelios
(Mateo 11:15; Marcos 4:23; Lucas 14:35). “Tener oídos para escuchar” era una
expresión común que se refería a aquellos cuyos corazones estaban listos para actuar
según la verdad que les fue dada.

Miles fueron impactados por el ministerio terrenal de Jesús, pero solo unas pocas
personas tenían “oídos para escuchar.” En Juan 6:66, Jesús nuevamente explicó
acerca de quién es, pero Juan registra que “como resultado de esto muchos de Sus
discípulos se apartaron y ya no andaban con Él.” Estas eran personas que habían
escuchado Su mensaje, pero sus corazones no deseaban obedecerlo. Solo aquellos con
“oídos para escuchar” se quedaron porque reconocieron que Jesús tenía las “palabras
dHoy, el evangelio está más ampliamente disponible que nunca; sin embargo, la
mayoría de la gente no escucha. Es el Espíritu Santo quien nos da oídos para
escuchar, pero es nuestra responsabilidad actuar sobre ese don. Por lo tanto, si hoy
escuchas Su voz, no endurezcas tu corazón (Hebreos 3:15), porque una mayor
comprensión es la recompensa para aquellos que escuchan. 

Cada vez que Jesús dice: “El que tiene oídos para oír, que oiga”, está llamando a la
gente a prestar mucha atención. Es otra forma de decir: “¡Escucha, presta atención!”
Hablar en parábolas fue una de las formas en que Jesús buscó atraer la atención de la
multitud. A la gente le encantan las historias y las parábolas representan eventos y
personajes con los que pueden identificarse fácilmente. Pero, a menos que estuvieran
dispuestos a evitar otras distracciones y acudir a Jesús para comprender el significado
de Su predicación, Sus palabras solo serían historias que no se entenderían. 

Cuando Sus discípulos le preguntaron por qué estaba hablando a las multitudes en
parábolas, Jesús se refiere a Isaías 6, quien habla de personas que aunque miran, no
ven; aunque oyen, no escuchan ni entienden, porque endurecieron sus corazones y
decidieron ignorar la Palabra del Señor (Mateo 13:10–15; Isaías 6:8–10). Parte del
juicio sobre aquellos que se niegan a creer es que eventualmente perderán su
oportunidad de creer. 

Una frase similar se encuentra en Apocalipsis en cada una de las siete cartas a las
iglesias: “Quien tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”

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