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UNIVERSIDAD DE ALICANTE
FACULTAD DE DERECHO
2>U
ÍNDICE
Abreviaturas VIII
Introducción XI
CAPÍTULO PRIMERO
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
1. Consideraciones previas 1
2. El principio «alteri stipulari nemo potest» en el Derecho romano 2
2.1. Introducción 2
2.2. Sentido y alcance de la prohibición en el Derecho clásico 4
2.3. El fundamento de la regla 7
2.4. Los expedientes del adjectus solutionis causa y del mandatum aliena
grafía 13
2.5. La evolución sufrida en las fuentes romanas 16
2.5.1. La doctrina del interés del estipulante como medio de salvar la
validez del contrato entre las partes contratantes 16
2.5.2. Supuestos excepcionales en los que se reconoció una acción al
tercero para reclamar el cumplimiento de la estipulación 19
3. La recepción del Derecho romano en la Edad Media 22
3.1. Aportaciones de los Glosadores y Comentaristas 22
3.2. Situación particular de la legislación castellana 30
4. La Escuela de Derecho natural racionalista como punto de inflexión en la
configuración de la figura 36
5. La Codificación 43
5.1. Primeras codificaciones germánicas 43
5.2. La doctrina Pothier y el Code Napoleón 47
5.3. La configuración dogmática de la figura por la doctrina pandectista
alemana y su consagración en el BGB 53
5.4. La codificación en España 63
CAPÍTULO SEGUNDO
EL TRATAMIENTO DE LA FIGURA
EN OTROS ORDENAMIENTOS
1. Derecho francés 70
1.1. La prohibición de la estipulación a favor de tercero {stipulation pour
autrui) en el Code Napoleón y su derogación por la jurisprudencia 72
1.2. La posición jurídica del beneficiario 78
1.3. Ámbito de aplicación de la stipulation pour autrui 87
2. Derecho alemán 97
2.1. La validez del contrato a favor de tercero {Vertrag zugunsten Dritter)... 97
2.1.1. Reconocimiento general 97
2.1.2. Delimitación de la figura 98
2.1.3. Presunciones recogidas en los §§ 329-330 BGB 99
2.2. El derecho del tercero frente al promitente 102
2.2.1. La adquisición directa del derecho por parte del tercero 102
2.2.2. La facultad de renuncia retroactiva del beneficiario 104
2.2.3. Modificación o revocación 106
2.2.4. Excepciones y medios de defensa del promitente frente a la
reclamación del tercero 108
2.3. La facultad del estipulante de exigir el cumplimiento de la prestación .... 109
2.4. Los contratos a favor de tercero con eficaciapost mortem 110
2.5. El denominado «contrato con efectos protectores para tercero»
(Vertrag mit Schutzwirkung für Dritte) 116
3. Derecho italiano 125
3.1. El estado de la cuestión al amparo del Código civil de 1865 126
3.2. Los contratos a favor de tercero en el Código civil de 1942 130
3.2.1. El interés del estipulante como presupuesto de validez de la
estipulación en favor de tercero 131
3.2.2. La adquisición del derecho por parte del beneficiario 137
3.2.3. La facultad de rifiuto del beneficiario 141
3.2.4. Excepciones oponibles por el promitente 142
3.2.5. El poder de revocación del estipulante 142
3.2.6. La estipulación a favor de tercero con eficacia post mortem 146
III
CAPÍTULO TERCERO
DELIMITACIÓN CONCEPTUAL DE LA FIGURA
CAPÍTULO CUARTO
PRESUPUESTOS ESTRUCTURALES
CAPÍTULO QUINTO
LA POSICIÓN JURÍDICA DEL BENEFICIARIO
CAPITULO SEXTO
LA INCIDENCIA DE LA ESTIPULACIÓN
EN LA POSICIÓN JURÍDICA DE LAS PARTES C O N T R A T A N T E S
VI
Conclusiones 505
Bibliografía 515
VII
ABREVIATURAS
BAG Bundesarbeitsgericht
BankA Bankarchiv (Zeitschrift für Bank- und Bórsenwessen)
BB Der Betriebs-Berater
Banca borsa tit. cred. Banca borsa e titoli di crédito
BGB Bürgerliches Gesetzbuch (Alemania)
BGH Bundesgerichtshof
BGHZ Entscheidungen des Bundesgerichtshof in Zivilsachen
B. I. D. R. Bulletino dell'Instituto di Diritto Romano
BMJ Boletim do Ministerio da Justica
Bull. civ. Bulletin des arréts de la Cour de Cassation, Chambres
civiles
VIII
Cour
Cambr. L. J. The Cambridge Law Journal
Cass. Corte Suprema di Cassazione
Cass. Ass. plén. Cour de Cassation, Assemblée pléniére
Cass. civ. Cour de Cassation, Chambre civil
Cass. com. Cour de Cassation, Chambre commerciale et financiére
Cass. req. Cour de Cassation, Chambre des requétes
C. c. Código civil
CCJC Cuadernos Cívitas de Jurisprudencia Civil
C. d'App. Cour d'Appelation / Corte d'Appelazione
C. de c. Código de comercio
Ch. Law Reports, Chancery División
CMBC Codex Maximilianeus Bavaricus Civilis
CO Code des Obligations (Suiza)
Cod. ass. Code des assurances (Francia)
Col. L. Rev. Columbia Law Review
Comm. Mark. L. Rev. Common Market Law Review
Contr. e impr. Contratto e impresa
Corr. giur. II Corriere giuridico
c. p. c. Códice di procedura civile
Current Leg. Probl. Current Legal Problems
IX
ED Estudios Deusto
Ene. Dir. Enciclopedia del Diritto
Ene. giur. Treccani Enciclopedia giuridica fondata da Giovanni Treccani
Encycl. Dalloz Encyclopédie Juridique Dalloz. Répertoire de droit civil
Eng. Rep. English Reports
XI
OLG Oberlandesgericht
XII
xm
XIV
INTRODUCCIÓN
XV
XVI
XVII
CAPÍTULO PRIMERO
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
1. CONSIDERACIONES PREVIAS
2.1. Introducción
1
Así lo ponen de manifiesto todos los que han estudiado el tema con cierta
profundidad. A título meramente ejemplificativo, vid. TARTUFARI, L.: Dei contrata a
favore di terzi, Verona, 1889, pp. 16 y ss; DNIESTRZANSKI, S.: Die Auftrage zugunsten
Dritter, Leipzig, 1904, p. 10; WÜSTER, W.: Entwickelungsgang des Unterschiedes
zwischen Vertrag zu Gunsten Dritter und Stellvertretung, insbesondere Vertrag im Ñamen
Dritter, vom rómischen Recht bis auf heutige Zeit, Diss., Elberfeld, 1906, pp. 45 y ss.;
MüLLER, U.: Die Entwicklung der direkten Stellvertretung und des Vertrages zugunsten
Dritter, Stuttgart-Berlin-Koln-Mainz, 1969, pp. 14 y 27.
2
Sobre todo será a partir del momento en que comienza a admitirse en supuestos
puntuales la validez de la stipulatio alteri cuando cobrará relevancia esta cuestión, pues se
planteará en cada caso concreto si el Derecho romano acudía a la idea de representación o
a la de contrato a favor de un tercero. Así, PACCHIONI nos dice que, «por ignorar los
juristas romanos la distinción neta entre la figura del contrato a favor de tercero y la de la
representación directa... no se puede deducir fácilmente de sus decisiones, en virtud de
qué consideraciones se decidieron a atribuir a una persona determinada un derecho nacido
de un contrato, o de un acto, al que hubiera permanecido extraña, o con ocasión o por
consecuencia del mismo» (Los contratos a favor de tercero, trad. por Francisco Javier
OSSET, Madrid. 1948, p. 25).
3
De la representación no nos ocuparemos por cuanto excede los límites de nuestro
estudio. Sólo decir que a medida que aumentaban los contactos de Roma con otros pueblos
y se agravaba la complejidad de las relaciones comerciales, el derecho pretorio primero y
más tarde las constituciones imperiales limitaron en gran medida el alcance de la
prohibición. MOLITOR distingue tres situaciones: I o ) Actus juris civilis ¡egitimi, esto es.
celebrados ante el magistrado, que no admitía ninguna clase de representación; 2o) Actus
juris civilis non legitimi, celebrados sin la presencia del magistrado, en que no se podía
uno hacer representar por un tercero pero sí por persona bajo potestad; y 3o) Actus juris
gentium, en que no cabía la representación tal y como hoy la entendemos pero sí su
celebración por medio de un tercero siempre que éste fuera un simple intermediario
(nuncius) que cumple en cierta manera la misma función que una carta (Les obligations en
Droit Romain, t. I, Gand, 1866, pp. 94 y ss.).
4
D. 45, 1, 38, 17 (Ulpianus libro quadragensimo. nono ad Sabinum).
5
GAIUS III, 103: «Praeterea inutilis est stipulatio, si ei dari stipulemur cuius iuri
subiecti non sumus».
6
Inst., 3, 19, 4: «Si quis alii, quam cuius iuri subiectus sit, stipuletur, nihil agit».
7
Así opina la mayoría de la doctrina romanista, vid. KNAUS, M.: Die sogenannten
Vertrage zu Gunsten Dritter nach rómischem Recht, Diss., Kóln, 1875, p. 14; RENCKHOFF,
H.: Des stipulations pour autrui en Droit romain, th., Paris, 1885, pp. 11 y 12; BONFANTE,
P.: «I contratti a favore di terzi», en Per il XIV Centenario della Codificazione
Giustinianea, Pavia, 1934, p. 213; ALBERTARIO, E.: «I contratti a favore di terzi», en
Festschrift für Paul Koschaker, t. II, Weimar, 1939, p. 17; SCHULZ. F.: Derecho romano
clásico, trad. por José SANTA CRUZ TEIJEIRO, Barcelona, 1960, p. 467; MÜLLER, U.: Op.
cit., p. 16. Mención a parte merece la tesis de BEHRENDS sobre la validez de la stipulatio
alteri en el ámbito de los negocios de buena fe y de ius gentium («Überlegungen zum
extrañar, por otra parte, que una regla de alcance general fuera consagrada en
el capítulo dedicado a la stipulatio, pues ésta habría sido la forma más común
y extendida en la práctica8. Contamos además con otros testimonios que
extienden la regla más allá de la stipulatio al ámbito de los contratos
causales9.
stipulatus sum, nulla est stipulatio». Aún más claro es Inst. 3, 19, 4: «Si quis alii, quam
cuius iuri subiectus sit, stipuletur, nihil agit».
13
PEROZZL S.: Op. cit., pp. 216 y 217, n. 2; COUDERT, J.: Recherches sur les
stipulations et les promesses pour autrui en Droit romain. Nancy, 1957, pp. 199 y 200. En
sentido contrario se manifiesta VAZNY, para quien la regla se limita a constatar la
invalidez del contrato a favor del tercero sin referirse al valor del mismo entre los
contratantes. Por lo que respecta a éstos, habrá que distinguir entre la estipulación y los
singulares contratos causales: aquélla sería nula en razón de un defecto formal en la
sollemnitas verborum, mientras que la eficacia entre las partes de la convención a favor de
tercero en los contratos causales dependería en cada caso de su compatibilidad o no con la
respectiva causa contractual («II problema genérale dei contratti a favore di terzi nel
diritto romano», B. I. D. R., 1931, pp. 45 y 46).
14
G A I U S III, 103.
15
D, 45, 1, 56 (Iulianus libro sexto décimo digestorum); «Eum, qui ita stipulatur:
«mihi et Titio decem daré spondes?» vero similius est, semper una decem communiter sibi
et Titio stipulari, sicuti qui legat Titio et Sempronio, non aliud intelligitur. quam una
decem communiter duobus legare».
16
D. 45, 1, 110 (Pomponius libro quarto ad Quintum Mucium): «Si mihi et Titio,
in cuius potestate non sim, stipuler decem, non tota decem, sed sola quinqué mihi
debentur; pars enim aliena deducitur. ut , quod extraneo inutiliter stipulatus sum, non
augeat meam partem».
17
Inst. III, 29 (30), 4: «Quod si quis sibi et alii, cuius iuri subiectus nos sit. dari
decem áureos stipulatus est, valebit quidem stipulatio, sed utrum totum debeatur, quod in
stipulationem deductrum est, an vero pars dimidia. dubitatum est: sed placet. non plus
quam dimidiam partem ei acquiri».
MASSA, E.: «I contratti in favore o a carico dei terzi secondo il Diritto romano»,
Arch. giur., vol. L, 1893, pp. 346 y ss.; PACCHIONI, G., LOS contratos..., cit., pp. 4 y ss.;
BONFANTE, P.: «I contratti...», cit., pp. 213 y ss.
19
Quizás en su redacción originaria la regla habría contenido la expresión «per
extraneam personam» para subrayar que se trataba de una persona ajena al grupo familiar.
Después su razón de ser original, que no habría sido otra que describir la función
económica de los sometidos a la potestad del pater familias, se habría transformado, según
PACCHIONI, para fundamentar la prohibición de la stipulatio alteri.
20
Ese paralelismo se deja sentir en C. 8, 39, 6: «Si avia vestra sivi et Eustolio,
quam mutuam dederat pecuniam, dari fuit stipulata, nihil ei, cuius subiecta iuri non fuerit,
quaerere potuit».
21
Así aparece confirmado en Inst. 3, 19, 4: «ei qui tuo iuri sbjectus est si
stipulatus sis, tibí acquiris, quia vox tua tanquam filii sit. sicuti filii vox tamquam tua
intelligitur in his rebus quae tibi acquiri possunt» y en D. 39, 2, 42 (Iulianus libro
quinquagesimo octavo digestorum): «Si servus communis damni infecti stipulatus fuisset,
perinde habetur, ac si ipsi domini sua voce pro partibus stipularentur».
22
Dos textos han centrado la atención de las investigaciones. En primer término,
D. 45, 1, 38, 17 (Ulpianus libro quadragensimo. nono ad Sabinum) «Alteri stipulari nemo
potest, praeterquam si servus domino, filius patri stipuletur: inventae sunt enim huismodi
obligationes ad hoc, ut unusquisque sibi adquirat quod sua interst: ceterum a ut alii detur,
nihil interest mea...». Por otra parte, C. 8, 38 (39), 3, pr. (Impp. Diocletianus et
Maximianus AA. Isidoro): «Ut inter absentes verborum obligatio contrahi non potest, ita
alteri, cuius iuri subiectus nos est, aliquid dari vel restituí, nisi sua interesit».
23
PERNICE, A.: Labeo. Rómisches Privatsrecht im ersten Jahrhundert der
Kaiserzeit, t. III, 1, Halle, 1892, p. 189.
24
GONNARD, R.: Essai sur l'évolution du Droit romain au sujet du contrat en
faveur de tiers, th., Lyon, 1899, pp. 71 y ss.; VAZNY, J.: «II problema genérale...», cit..
pp. 68 y ss.; PACCHIONI, G.: LOS contratos..., cit., pp. 17 y ss.; BONFANTE, P.: «I
contratti...», cit., pp. 220 y ss.; COUDERT, J.: Op. cit., pp. 218 y ss.; WESENBERG, G.:
Vertrage zugunsten Dritter, cit., pp. 11 y ss.; CORNIL, G.: «Explication historique...», cit.,
pp. 252, vid. no obstante de este mismo autor Droit romain, Bruxeles, 1921, p. 308, donde
atribuye a la falta de interés del estipulante la causa de la nulidad de la estipulación.
Sobre el origen y el valor que deba darse a esas inerpolaciones volveremos más adelante.
25
Sólo PERNICE deduce de estas interpolaciones que el contrato a favor de tercero
debió ser válido para el Derecho clásico entre las partes contratantes. La regla «nemo
alteri stipulari potest» sólo habría significado la imposibilidad del tercero de adquirir un
derecho sin ser parte en el contrato. También según este autor, fue Justiniano quién, con
base en su teoría del interés, proclamó la nulidad del contrato (op. cit., pp. 193 y 194).
TARTUFARI, L.: Op. cit., p. 10; CORNIL, G.: «Explication historique...», cit., p.
296; VAZNY, J.: «II problema genérale...», cit., pp. 50 y ss.; WESENBERG, G.: Op. cit., pp.
11-12; BlONDl, B.: Contratto e stipulatio, Milano, 1953, p. 350.
27
Puede fundarse tal doctrina en C. 8, 38-39, 3 (Impp. Diocletianus et
Maximianus AA. Isidoro): «Ut ínter absentes verborum obligatio contrahi non potest, ita
alteri, cuius suiectus non est, aliquid dari vel restituí, nisi sua intersit, nenio stipulari
potest».
28
Ello dejando a un lado la tesis sustentada por TARTUFARI para quien la
aplicación a estos contratos de la prohibición habría sido el resultado de una irreflexiva
extensión de las viejas normas pensadas para la stipulatio a las nuevas formas
contractuales {op. cit., p. 11).
29
UNGER, J.: «Die Vertrage zugunsten Dritter», JherJ., t. X, 1871, pp. 1-3, 12 y
ss. Cada uno, escribe UNGER es, según la concepción romana, un fin en sí mismo y no un
medio para los fines ajenos: el hombre libre, investido de de sus propios derechos no
puede y no debe actuar al servicio ni en el lugar de otro. Es indigno al hombre libre actuar
mediante otro homo sui juris: para eso ya están los esclavos y las personas sometidas a la
potestad doméstica». Esto es lo que UNGER llama el dogma del egoísmo elevado a regla
(«die Parole des disciplinierten Egoismus»), que habría impedido el reconocimiento tanto
de la representación directa como del contrato a favor de tercero. Esta parte de la teoría de
UNGER no ha encontrado, sin embargo, eco en la doctrina; es más, debió soportar señeras
críticas, sobre todo por parte de PACCHIONI, G.: Los contratos..., cit., pp. 99-100.
30
Mantienen esta opinión COUDERT, J.: Op. cit., pp. 218 y ss.; ANKUM, H.: «Un
nouvelle hypothése sur Forigine de la regle alteri dari stipulari nenio potest», en Études
offertes a Jean Macqueron, Aix-en-Provence, 1970, pp. 25 y ss.; KASER, M.: «Zur
10
Interessebestimmung bei den sog. unechten Vertráge zugunsten Dritter», en Festschrift für
Envin Se id!, Kóln, 1975, pp. 75 y ss.
3!
Esta tesis entronca con la defendida ya por PEROZZI y según la cual el Derecho
clásico habría sancionado únicamente la nulidad de la stipulatio alteri que tuviera por
objeto un daré, porque sólo en este caso era imprescindible la designación de un tercero,
lo que era absolutamente incompatible con la fórmula de la stipulatio. Apoyándose en el
tenor literal de un texto de GAYO al que hacíamos referencia más arriba, sostiene PEROZZI
que el Derecho clásico habría conocido la regla «alteri dari stipulari nemo potest» y que
fueron los compiladores los que, suprimiendo la referencia al dari, habrían dado a la
misma una extensión general al mismo tiempo que se desarrollaba la doctrina del interés
(op. cit., pp. 216 y ss.). Sobre la tesis de este autor pueden verse asimismo las
observaciones de ANKUM, H.: Ibid., p. 25.
32
BONFANTE, P.: «I contratti...», cit., p. 222. En el mismo sentido, KASER. M.:
Rómisches Privatstrecht, 12a ed.. München, 1981, p. 140.
11
12
2.4. Los expedientes del adjectus solutionis causa y del mandatum aliena
gratia
13
14
quinto décimo quaestionum) y, el análisis que de estos fragmentos hace VAZNY, J.: Ibid.
loe. cit.
44
El ejemplo más claro nos lo ofrece QUINTO MUCIO SCAEVOLA en un supuesto en
el cual el estipulante, designando a una persona para recibir el pago, quiso indirectamente
beneficiarla con una donación [D. 45, 1, 131, 1 (Scaevola libro tertio décimo
quaestionibus)].
45
Sobre el particular, vid. VAZNY, J.: «Appunti alia dottrina classica...», cit., pp.
263 y ss.
46
Es muy claro D. 45, 1, 118, 2 (Papinianus libro vicensimo séptimo
quaestionum): «"Decem mihi aut Titio, utrum ego velim. daré spondes?"' ex eo, quod mihi
dandum est, certi stipulatio est, ex eo, quod illi solvendum, incerti».
4
Un estudio en profundidad de esta figura en los textos del Digesto se encuentra
en DNIESTRZANSKI. S.: Op. cit., pp. 190 y ss.
48
UNGER, J.: Op. cit., pp. 91-92.'
15
muerte del mandatario. Su posición es desde este punto de vista más insegura
que la del adjectus49.
2.5.1. La doctrina del interés del estipulante como medio de salvar la validez
del contrato entre las partes contratantes
49
LAMBERT, E.: La stipulation pour autrui. De la nature du droit conféré au
bénéficiaire contre le promettant (Droit romain), th. París, 1893, pp. 49 y ss.
50
Inst. 3, 19, 19: «Alteri stipulari, ut supra dictum est, nemo potest». En el mismo
sentido, Inst. 3, 19, 4: «Si quis alii, quam cuius iuri subiectus sit, stipuletur, nihil agit».
16
Inst. 3, 19, 20: «Sed et si quis stipuletur alii, cum eius interesset, placuit
stipulatorem valere».
52
BONFANTE, P.: «I contratti...», cit., p. 225.
53
GiRARD, F.: Manuel élémentaire de Droit Romain, Paris, 1929, p. 482.
54
PACCHIONI, G.: LOS contratos..., cit., pp. 20 y 21.
55
Puede fundarse tal doctrina en D. 45, 1, 118, 2 (Papinianus libro vicensimo
séptimo quaestiomtm): «Decem mihi aut Titio, utrum ego velim, dar spondes? ex eo, quod
mihi dandum est, certi stipulatio est, ex eo, quod illi solvendum, incerti». Más interesante
y referido expresamente a la stipulatio alteri es el rescripto que encontramos en C. 8, 38
(39), 3 (Impp. Diocletianus et Maximianus AA. Isidoro), a tenor del cual, «...super
stipulatu tuo adi praesidem provinciae, ut examinatis partium adlegationibus, quantum
constituerit interesse tua, iuxta placiti fidem dotis portionem Iuliano restitutam fuisse, ob
incertae actionis effectum concludat condemnationem taxatae quantitatis». A juicio de
KASER, este texto significa la consolidación de una nueva regla ya en tiempos de
Diocleciano {Romisches Privatstrecht, cit., p. 86). El principio tradicional de nulidad de
la stipulatio alteri dari habría sido salvado en la práctica, otorgándose en todo caso una
acción al estipulante contra el promitente para reclamar su propio interés por el
incumplimiento de la prestación al tercero, y ello con independencia del contenido de la
prestación.
"6 D. 45, 1, 38, 20 y 21 (Ulpianus libro quadragensimo nono ad Sabinum).
17
supuestos era por ser válida la estipulación y, como esa acción, la actio
inceríi, sólo permitía reclamar del promitente en la medida en que el interés
patrimonial del estipulante fue lesionado, encontraron la fundamentación de la
validez precisamente en ese interés. Sólo quedaba elevar a la categoría de
regla general todas estas consideraciones. Para lograrlo se justificó el dogma
clásico alteri stipulari nemo potest en la falta de interés del estipulante en el
cumplimiento de la prestación a un tercero, excluyéndose la nulidad en
presencia de dicho interés57. Según la nueva formulación del principio,
siempre que el estipulante tuviera un interés patrimonial en el cumplimiento de
la estipulación al tercero, ésta era válida, y era válida en el sentido de que
aquél contaba con una acción para reclamar del promitente en la medida en
que su interés se vio perjudicado, lo cual no significaba que pudiera exigir el
cumplimiento de la prestación prometida al tercero 58 .
18
stipulationis. Ergo si quis stipuletur Titio dari, nihil agit, sed si addierit de poena "nisi
dederis, tot áureos daré spondes?" tune committitur stipulatio».
60
A PACCHIONI le parece extraño que la doctrina del interés y la introducción de la
cláusula penal tuvieran un mismo origen, de dónde deduce que las interpolaciones que
introdujeron la doctrina del interés provendrían de un momento anterior, quizá de los
compiladores Teodosianos, mientras que fueron los justinianeos quienes aplicaron el
mecanismo de la cláusula penal, cuya misión no habría sido la de extender la validez de la
stipulatio alteri sino, al contrario, habría tratado de poner freno a la misma, ante la
amplitud con que, en la práctica, venía siendo reconocida su validez entre las partes en
atención a un interés cualquiera (Los contratos..., cit., pp. 21 y ss.). En contra se
pronuncia expresamente VAZNY, J.: «Apunti a la dottrina classica...», cit., p. 263.
61
La estipulación de una pena suplía el interés del estipulante porque ambos
cumplían una misma finalidad. Si no se tiene en cuenta esto último difícilmente se puede
comprender el mecanismo de la cláusula penal. Sugiere ALBERTARIO que la stipulatio
poenae no haría válida la estipulación, porque la prestación al tercero no era en estos
casos coactiva, sino que sería tan sólo un medio de forzar al promitente a cumplir para
eludir el pago de la pena (op. cit., p. 22). Pero con ello parece olvidar este autor que
tampoco mediando el interés del estipulante, la validez de la estipulación entre las partes
significó que aquél pudiese exigir el cumplimieto al tercero, mas sólo la posibilidad de
dirigir una acción frente al promitente para obtener una indemnización.
19
" D. 13, 7, 13, pr. (Ulpianus libro trigésimo octavo, ad Edictum): «Si, cum
venderet creditro pignus, convenerit inter ipsum et emptorem, ut, si solverit debitro
pecuniam pretii emptori, licert ei recipere rem suam, scripsit Iulianus et es rescriptum ob
hanc conventionem pigneraticiis actionibus teneri creditorem, ut debitori mandet ex
vendito actionem adversus emptorem sed et ipse debitor aut vindicare rem poterit aut in
factum actione adversus emptorem agere».
63
C. 3, 32, 8 (Diocletianus et Maximianus AA. et CC. Photino): «Si res tuas
commodavit aut doposuit is, cuius precibus meministi, adversus tenentem ad exhibendum
vel vindicatione uti potes. Quod si pactus sit, ut tibi restituantur, si quidem ei qui deposuit
successiste, iure hereditario depositi actione uti non prohiberis: si vero nec civili nec
honorario iure ad te hereditas eius quem supplicas actionem stricto iure habere: utilis
autem tibi prpter aequitatis rationem dabitur depositi actio».
64
C. 8, 54, 3 (Diocletianus et Maximianus AA. Iuliae Marcellae): «Quotiens
donatio ita conficitur, ut post tempus id quod donatum est alii restituatur, veteris iuris
auctoritate rescriptum est, si is in quem liberalitatis compendium conferebatur stipulatus
non sit, placiti fide non impleta, ei qui liberalitatis auctr fuit vel heredtibus eius
condicticiae actionis persecutionem competeré. Sed cum postea benigna iuris
interpertatione divi principes ei qui stipulatus non sit utilis actionem iuxta donatoris
voluntatem copetere admiserint, actio, quae sorori tuae, si in rebus gumanis ageret.
competebat, tibi accommodabitur».
65
D. 24, 3, 45 (Paulus libro sexto quaestionum): «Gayus Seius avus maternus
Seiae nepti, quae erat in patris potestate, certam pecuniae quantitatem dotis nomine Lucio
Titio marito dedit et instrumento dotali huiusmodi pactum et stipulationem complexus est:
"si inter Lucium Titium maritum et Seiam divortium sine culpa mulieris factum esset, dos
omnis Seiae uxori vel Gaio Seio avo materno redderetur restituereturque". quaero, cum
Seius avus maternus statim vita defunctus sitet Seia postea sine culpa sua divorterit vivo
patre suo, in cuius potestate est, an et cui actio ex hoc pacto et stipulatione competat et
utrum heredi avi materni ex stipulatione an nepti. respondí in persona quidem neptis
videri inutiliter stipulationem esse conceptam, quoniam avus maternus ei stipulatus
proponitur: quod cum ita est, heredi stipulatoris, quandoque divorterit mulier, actio
competeré videtur. sed dicendum est Seiae posse dotem solvi (quamvis actio ei directo non
competat) ac si sibi aut illi dari avus stipulatus esset. sed permittendum est nepti ex hac
avita conventione, ne commodo dotis defrudetur, utilem actionem: favore enim nuptiarum
et máxime propter effectionem personarum ad hoc decurrendum est»; C. 5, 14, 7
(Diocletianus et Maximianus AA. et CC. Phileto): «Pater, pro filia dotem datam genero ea
prius in matrimonio defuncta nepotibus pactus restituí, licet his actionem quaerere non
potuit. lamen utilis eis ex aequitate accommodabitur actio».
20
21
71
PACCHIONI, G.: LOS contratos..., cit., pp. 24 y ss.
22
conocida con el nombre de Corpus iuris civilis, sería objeto de una auténtica
veneración.
2
Puede verse en BESTA, E.: L'opera d'Irnerio, vol. II, Glosse medite d'Irnerio al
Digestum Vettts, Torino, 1896 (reimpr. Bologna, 1980), p. 42.
73
Esta tendencia a ampliar el numero de excepciones conocidas por el Derecho
romano se verá reflejada en algunas Summas medievales. Puede verse en la versión
castellana de Lo Codi, Libro VIII, cap. XXX «Qual persona puede fazer stipulacion, diz
promisión, e qual se puede obligar por promisión» (en la edición realizada por Juan
Antonio ARIAS BONET de Lo Codi, Madrid, 1984, pp. 417-419), así como en el Codicis
Chisiani, § 121 «De stipulationibus» [en la edición realizada por Gustavus HAENEL en sus
Dissensiones dominorum sive controversiae Veterum Iuris Romani Interpretum qui
Glossatores Vocantur, Leipzig, 1834 (reimpresión Aalen, 1964), pp. 213-214],
lA
«Nihil agit & est ratio: quia inventae sunt & c. ut j . eo. §. alteri. & ff. de verb.
oblig. 1. stipulatio ista. § alteri. Fallit tamen in casibus XVI. In primis, ut si stipulantis
intersit: quia sit tutor eius cui stipulatur rem pupilli salvam fore. Secundo quia procuratori
stipuletur dominus. Tertio si stipuletur creditori: ut. j . eo. §. sed si quis stipuletur. versi.
& si creditri. &. ff. de verb. oblig. 1. stipulatio ista. §. si stipuler. &. §. si quis insulam.
Quarto fallit in ómnibus praetoriis stipulationibus: ut. ff. de prae. stipu. 1. in ómnibus, ut
est damni infecti. ff. de dam. infect. 1. damni. §. fin. ítem iudicatum solvi & similis: ut. ff.
de procu. 1. in causae. §. si. ítem fallit in procurator praesentis: ut. ff. de verb. oblig. 1. si
procuratori. & ff. de proc. 1. quod procurator. ítem fallit in actore municipum: ex cuius
pacto queritur municipibus. ítem in curatore furiosi, & consimilium personarum, &
tutoribus: ut. ff. de consti. pecu. 1. eum qui. §. si actori. ítem fallit in intitore nam sibi
actio ex pacto instituti quaeritur: ut. ff. de instit. 1. j . in fin. &. 1. ij. ítem fallit in iudice,
vel notario, vel simili persona publica: ex quorum pactis & stipulationibus alteri
quaeritur: ut. ff. rem pupili. sal. fore. 1. ij. &. iij. & iiij. j . respon. & in authen. de execu.
& his qui con. §. j . col vij., & in authen. de hered. ab intest. §. ex his. col. ix. ítem fallit
creditore ex cuius pacto quaeritur debitori: ut. ss. de pig. act. 1. si cum venderé, j . respon.
ítem fallit si avus pacisccatur dotem reddi nepti, quam in potestatem non habet: ut. ff.
solut. matr. 1. caius seius. ítem fallit in procuratore vendentis: ut. ff. de acti empt. 1.
Iulianus. §. si procurator. ítem fallit in deponente si paciscatur alii rem restitui. ítem fallit
in commodante faciente simile pactum: ut. ff. depo 1. Publica. &. C. ad exhib. 1. si res.
23
ítem fallit in donante simile pactum faciente in eventum alicuius conditionibus: ut. C. de
dona, quae sub. modo. 1. quotiens. ítem fallit si pater stipuletur filio vel alii pósito sub sua
potestate post mortem suam, scilicet patris. Nam & filio quaeritur, licet haberes non sit:
ut. ff. de verbo, oblig. 1. quodcunq; §. si quis ita. Cum enim sint speciales, non sunt
trahedendi ad consequentiam: ut ff. de legi. & senatusconsul. 1. qued vero» (ACCURSIUS:
Institutionum sive Primorum totus Iurisprudentice elementorum libri quator, Parisiis,
1564, Libri III, tit. XX, De inutilibus stipulationibus, cois. 357-358).
75
Pese a la tesis sostenida, entre otros, por VON GIERKE (Deutsches Privatrecht, t.
III, München-Leipzig, 1917, pp. 383 y ss.) y según la cual el antiguo Derecho germánico
reconoció de forma general la validez del contrato a favor de tercero frente a la solución
romana que habría terminado imponiéndose con la recepción del derecho romano en la
Edad Media, MOLLER descarta cualquier influencia de una pretendida costumbre
germánica en la solución de MARTINO, más bien, dirá, nos encontramos ante un nuevo
ejemplo de la aequitas gosiana {op. cit., pp. 48 y ss.). En el mismo sentido, ANKUM, H.:
«Die Vertráge zugunsten Dritter in den Schriften einiger mittelalterlicher Romanisten und
Kanonisten», en Festgabe für Ulrich von Lübto-w, Berlín, 1970, p. 559; BUCHKA, H.: Die
24
Lehre von der Stellvertretung bei Eingehung von Vertragen, Rostock-Schwerin, 1852, p.
121.
76
Conocemos la postura de MARTINO gracias al testimonio de los miembros de su
escuaela. Así Azo ha dejado escrito: «M(artinus) tamen semper ex alterius pacto dicebat
dari utilem actionem» [Azo: Summa Codicis, Pavia, 1484 (reimpresión Augusta;
Taurinorum, 1966) líber secundus, De pactis, p. 26]. Igualmente, ACCURSIUS: «Nulla se.
obligatio acquiritur de stricto iure, sed de aequitate, sec. M(artinus), quod Jo(hanni) non
placet» [ACCURSIUS: Glossa in codicem, Venetíis, 1488 (reimpresión Augusta;
Taurinorum, 1968), ad C. 4, 27, 1, p. 209]. Ambas obras se incluyen en la colección
Corpus Glossatorum Iuris civilis, t. II y X respectivamente.
77
Es muy claro en este sentido un texto de HUGOLINO, dónde queda reflejado el
rechazo que la postura de MARTINO produjo ya entre los componentes de la Escuela de
Bolonia: «An ex alieno pacto utilis actio ei detur, in cuius persona conceptum est? ítem
dicit M. (Martinus), quod ex alieno pacto utilis actio datur ei, in cuius persona conceptum
est, et hoc exemplo C. ad Exhib. (3, 42) L. penult. C. de Donat., qua; sub modo (8, 55) L.
Quotiens (3.) Bul. (Bulgarus) vero et V. (Hugo) et Iac. (Iacobus) dicunt, non dari, nisi
expressim dixit, quum iuris regula sit, ex alieno pacto actionem non dari». Puede verse en
HAENEL, G.: Dissensiones Dominorum..., cit., p. 429.
' 8 ARIAS BONET, J. A.: «Estipulaciones a favor de tercero en los glosadores y en las
partidas», AHDE, 1964, p. 244.
19
Así lo ha puesto de manifiesto certeramente WESENBERG, G.: «Zur Behandlung
des Satzes Alteri stipulari nemo potest durch die Glossatoren», en Festschrift Fritz
Schuld, t. II, Weimar, 1951, p. 265.
25
26
Así, bajo la rúbrica «De donationibus qua; sub modo», dice BARTOLO: « E X pacto
apposito traditioni rei mea, alteri et extraneo, & eius haeredibus actio pot qri. ah. d. hic et
bonus casus. Teñe menti. Est ergo unus de casibus, in qb. alteri per alterum queritur actio.
Simile vidistis. ad exhib. 1. pe.». (BARTOLUS A SAXOFERRATO: Omnium Iuris Interpretado
Atesignani Comentaría, Tomus octavus, Venetiis, 1615, ad octavum lib. Cod., Tit. 54, De
donationibus quce sub modo, lex III, , fol. 117). Vid., igualmente BALDUS UBALDI
PERUSINI: Super séptimo octavo & nono Codicis, Lugduvi, 1543, De donationibus quce sub
modo, fol. 148; DIDACO COVARRUVIAS A LEYVA TOLENTANI: Omnia opera, Tomus primus,
Augustas Taurinorum, 1594, Variarum Resolutionum, Libri primi, Caput XIIII, De
conditionibus donationis contractui adiectis, nr. 15, pp. 204-205.
84
En el Derecho clásico, desconocedor de la categoría general de los contratos
consensúales, habiéndose uno obligado a realizar una prestación a cambio de otra diversa,
las partes no podían exigir el cumplimiento de lo pactado (ex nudo pacto actio non
nascitur). Si una de ellas había realizado la prestación que le incumbía sólo contaba con la
conditio causa data causa non secuta para recuperar la cosa que entregó o con la actio
doli si, tratándose de una prestación de hacer, pretendía el resarcimiento negativo del
daño, pero no podía exigir el cumplimiento de la contraprestación correspondiente. Sólo
de forma excepcional, en el caso de la permuta y del contrato estimatorio, el pretor
concedeía una actio in factum en la que se apreciaba el interés que el demandante podía
tener en que el demandado cumpliese y no devolviese simplemente lo recibido. Para más
información sobre este tema, vid. D ' O R S Y PÉREZ-PEIX, A.: «La formación histórica de los
tipos contractuales romanos», A. A. M. N., t. V, Madrid, 1950, pp. 257-258 y 263-264;
BONFANTE. P.: Instituzioni di Diritto romano. Milano 1987, pp. 403 y ss.; JÓRS,- P./
27
Pero incluso más allá de los supuestos excepcionales en los que la regla
aterí stipulari nemo potest dejaba paso a la validez de un contrato celebrado a
favor de tercero, derivados todos ellos de una u otra forma de los que
conociera ya el Derecho justinianeo, la mayoría de los comentaristas iban a
reconocer en todo caso la existencia de una obligación natural entre
promitente y beneficiario, obligación natural que podía ser reforzada y
convertida en una obligación civil por medio del juramento del deudor85. Esta
consecuencia no se deriva ya de los textos romanos, sino que estamos ante
una clara influencia directa del derecho canónico86, como demuestran las
constantes alusiones al mismo87.
KUNKEL, W.: Derecho privado romano, trad. por L. PRIETO CASTRO, Barcelona, 1965, pp.
347-350; SCHULZ, F.: Derecho romano clásico, Barcelona, 1960, pp. 499 y ss.
85
Escribe COVARRUVIAS: «mihi verisima videtur opionio Barto. existimantis, hanc
stipulationem, quae alteri per alterum fit, validam esse, etiam iure civili, si iuramentum
accesserit» (DIDACO COVARRUVIAS A LEYVA TOLENTANI: Omnia opera, Tomus secundus,
cit., Secunda partís Relectionis, Cap. Quamvis pact. § Quintus, nr. 11, p. 273). Vid.
asimismo BARTOLUS A SAXOFERRATO: In Secundam Digestí novi, cit., ad librum XLV
Digestorum, tit. I, De verborum obligationibus, lex XXXVIII, Alteri stipulari, fol. 221.
86
Es de sobra sabido que fue el Derecho canónico el que introdujo la figura del
juramento confirmatorio como instrumento para dotar de fuerza obligatoria al pacto nudo.
8/
Así lo pone de relieve LANGE, H.: «Alteri stipulari nemo potest bei Legisten und
Kanonisten», SZR, 1956, pp. 297 y ss.
88
«...Quando alteri ex pacto donantis aliquid praeservatur: tune etenim alteri &
absenti quaeritur illa obligatio ac datur ei utilis actio sine cessione...» (DIDACO
COVARRUVIAS A LEYVA TOLENTANI: Omnia opera, Tomus primas, cit., Variarum
Resolutionum, Libri primi, Caput XIIII, De conditionibus donationis contractus adiectis,
nr. 2. p. 200). En el mismo sentido, BARTOLUS A SAXOFERRATO: In Secundam Digestí
28
novi, Lugduni, 1567, ad librum XLV Digestorim, titul. I, De verborum obligationibus, lex
CXXII, Flavius Hermes, fol. 253; PAULUS CASTRENSIS: Primam Digestí Novi Partem,
Venetiis, 1550, De donationibus, XVIII, Aristo, fol. 40.
89
DIDACO COVARRUVIAS A LEYVA TOLENTANI: Omnia opera, Tomus primus, cit.,
Variarum Resolutionum, Libri primi, Caput XIIII, De conditionibus donationis contractus
adiectis, nr. 7, pp. 201-202.
90
ANDREAS FACHINEUS: Controversiarum iuris libri decem, Coloniae Agrippinae,
1604, Líber octavus, caput LXXXIX, pp. 272-274. Esta misma opinión es la seguida
también por SUÁREZ DUEÑAS y otros autores españoles a los que cita Antonio GÓMEZ, que
se apoyaban directamente en la l.quoties. Cod. de dona, quce sub modo en la que
expresamente se reconoce una acción al tercero incluso antes de la aceptación (GÓMEZ, A.:
Opera omnia, Ad leges Tauri commentarium absolutissimum, Lugduni, 1661, in Legem 40,
n. 29. p. 223).
91
ANKUM, H.: «Die Vertrage...», cit., p. 564.
29
30
31
El «otorgue poder» que leemos casi al final del fragmento transcrito de la Ley
VIII, Título XI, Quinta Partida, debe se interpretado, a tenor de la propia glosa de
Gregorio LÓPEZ, como cesión de las acciones derivadas del negocio celebrado por el
apoderado («per procuratorem alterius non quaeritur sine cessione» a diferencia de los
supuestos reconocidos de representación legal, dónde «quaeritur actio sine cessione»).
95
ARIAS BONET, J. A.: «Estipulaciones a favor de tercero...», cit., p. 248.
96
Recuérdese el fragmento recogido en D. 45, 1, 38, 21.
9/
Ley X, Titulo XI, Quinta Partida, Como puede ser demandada la promission,
que es fecha en nome de otri sin carta de personería: «Deuda de dineros, o de otra cosa
deuiendo un orne a otro, si este debdor rescebiesse promission de otro, en nome de aquel
cuyo debdor es, diziendo assi: Prometedesme, que dedes a fulano tantos marauedis, o tal
cosa, que le deuo yo; si el otro respondier, que si promete, finca porende obligado, e es
tenudo porende, de complir la promissio. E puédele apremiar este que la rescebio del, que
la cumpla; como quier que el otro, en cuyo nome la rescebio, non le podría apremiar, nin
le podría demandar, que le compliesse tal promission. E non tan solamente es tenudo de
cumplir la promission, mas aun de pechar todos los daños, e los menoscabos, que fizo por
razón de que la non quiso complir».
32
Ley XXXVII, Título XI, Quinta Partida, Como la pena que alguno promete, si
non matare, o non fiziere alguna yerro, que non deue valer: «Poniendo pena algunos ornes
entre si, sobre promission que fiziessen, manguer la promission non sea valedera, vale la
pena, e sera tenudo de la pechar el que la fizo. Fueras ende, si la promission fuesse fecha
sobre cosa que fuesse fecha contra la ley, o contra las buenas costumbres...».
99
Hasta ese momento las Partidas no tuvieron vigencia legal en Castilla,
seguramente porque, como apunta TOMÁS Y VALIENTE [Manual de Historia del Derecho
español, 4a ed. (reimpr.), Madrid, 1988], fueron concebidas por Alfonso X como una obra
de cultura jurídica y no como un texto legal.
33
non fue fecha estipulación, que quiere decir: prometimiento con ciertas
solepnidades del derecho; ó que fue fecha la obligación del contracto
entre absentes; ó que fue fecha a Escribano publico, ó a otra persona
privada en nombre de otro entre absentes; ó que se obligó uno de dar ó
de facer alguna cosa á otro: mas que sea valedera la obligación ó el
contracto que fueren fechos en qualquier manera que paresca que
alguno se quiso obligar a otro, é facer contracto con el».
34
35
1
«...hodie tamen de jure regio bene quaeritur actio & obligatio illi tertio, & sic
corrigitur in hoc jus comraune, ita disponit lex 3. tit. 8. lib. 3. Ordin. imó quod magis est,
nedum procedit, quando quis stipulatur illi tertio absenti, sed etiam quando simpliciter &
nuda pollicitatione quis promittit absenti, ita aperte disponit praedicta lex: ex qua bene
nota, quod hodie in nostro regno ex nuda pollicitatione oritur actio, & corrigitur totus
titulus de pollicitationibus, nec obstat quod videantur in uno & eodem actu concurrere
duae specialitates contra textus, & ejus regulam in L. 1 Cod. de dotis promiss. quia non
est aliqua specialitas, sed jus commune regium: & adde quod illa lex potuit bene goc
inducer, quia lex Statuum vel consuetudo potest faceré, quod per liberam personam &
absque mandato quaeratur alteri tertio actio & obligatio...quod in tantum procedit illa lex
Regia, ut actio, quae virtute ejus quaeritur illi absenti, sit directa, & non utilis» [GÓMEZ,
A.: Variae Rosolutiones juris civilis, communis et regii, Lugduni, 1701 (Editio Nova cui
praeter additiones et notas editionis Salmanticae anni 1579 nusquam alibi impressas),
Secundi tomi, Cap. XI, De Qualitatibus contractum, nr. 18, pp. 312 y 313].
1C
" «Ex quo inferetur verus intellectus, ad Regiam constitutionem quaest. 3. est
titu. 8. lib. 3. ordinat. Hod. 1. 2. titu. 16. lib. 5. Recop. qua Rex Alfonsus undecimus Anno
Domini M. CCC. XL. VIII. Compluti, inter alias Reges ordinationes titu. 16. sancivit,
alteri per alterum in hoc regno, etiam absque ulla stipulationis solemnitate obligationem
acquiri: absentisque promissionem fieri posse cum effectu: etiam nemine absentis nomine
acceptante, modo animus obligandi apareat...» (DIDACO COVARRUVIAS A LEYVA
TOLENTANI: Omnia opera, cit., Tomus primus, Variarum Resolutionum, Libri primi.,
Caput XIIII, De conditionibus donaiionis contractui adiectis, nr. 13, p. 203).
36
Escuela de Derecho natural iba a propiciar una abierta ruptura con los
estrictos esquemas impuestos por los textos romanos, que dejan de ser
considerados como una verdad absoluta, para pasar a ser estudiados como
fuentes de un Derecho histórico, imperfecto y susceptible de ser mejorado108.
Como consecuencia de ello, la doctrina del contrato a favor de tercero sufre
una renovación trascendental, lo que hizo posible como aspecto más relevante
la superación de la vieja regla prohibitiva romana. Las partes contratantes, si
es que así lo quieren, pueden destinar la prestación a un tercero y ese contrato
será válido y eficaz entre los propios contratantes sin que haya que atender ya
al interés patrimonial del estipulante. Las razones que llevaron a aceptar la
validez de todo contrato a favor de tercero se encuentran tanto en la
consideración de la fuerza obligatoria de toda promesa, como en la protección
del simple interés moral que cualquiera puede tener en hacer un bien a otro109.
Pero, por otro lado, la defensa de la libertad individual introduce un nuevo
elemento de reflexión, que no es otro que la necesidad de aceptación del
beneficiario, no ya sólo como medio de consolidar su derecho, impidiendo la
revocación, sino como una forma de salvaguardar su esfera personal.
108
MOLITOR/ SCHLOSSER: Perfiles de la nueva historia del Derecho privado, trad.
por Ángel MARTÍNEZ SARRIÓN, Barcelona, 1985, pp. 51-52.
109
B U C H K A , H.: Op. cit., p. 162.
110
En este sentido se pronuncian, entre otros, DNIESTRZANSKI, S.: Op. cit., p. 17;
VON GlERKE, O.: Deutsches Privatsrecht, t. III, cit., p. 387; MÚLLER, U.: Op. cit., p. 125;
BAYER, W.: Op. cit., p. 37 y, entre nosotros, ROCA SASTRE, R. M./ PUIG BRUTAU, J.:
«Estipulaciones en favor de tercero», en Estudios de Derecho Privado, t. I, Madrid, 1948,
p. 216.
37
111
MÜLLER, U.: Ibid. loe. cit.
112
WESENBERG, G.: Vertráge zugunsten Dritter, cit., p. 115.
113
«Solent & controversiae incidere de acceptatione pro altero facta: in quibus
distinguendum est ínter promissionem mihi factam de re danda alteri, & inter
promissionem in ipsus nomen collatam cui res danda est...» (GROTIUS, H.: De ture Belli ac
Pacis, AmstelíEdami, 1735, Lib. II, cap. XI, n. XVIII. § 1. p. 407).
38
último un mandato en el que le autorice para aceptar esa promesa o no. Si ese
mandato existe el vínculo nace directamente entre el tercero (mandante) y el
promitente. En caso contrario habrá que esperar a ver si el tercero en cuyo
nombre se aceptó la promesa, manifiesta su conformidad o su desaprobación,
sin que pueda el que actuó en su nombre retirar la aceptación ni el promitente
revocar su promesa114.
114
«Quod si promissio in nomen ejus collata est cui danda res est, distinguendum
est, an qui acceptat, aut speciale mandatum habeat acceptandi, aut ita genérale, ut talis
acceptatio ei inclusa censeri debeat: an vero non habeat. Ubi mandatum tale antecessit,
distinguendum ultra non puto, sitne persona sui juris necne, quod Romanae leges volunt,
sed plañe ex tali acceptatione promissionem persici: quia consensus potest & per
ministrum interponi ac significan. Velle enim censeor quod in alterius volúntate posui, si
& ille velit. Deficiente autem mandato, si alius cui promissio facta non est, acceptet,
volente promissore, tune is erit effectus, ut promissori revocare promissionem non liceat,
antequam is, quem spectat promissio, eam ratam habuerit aut irrítam: sic tamen, medio
illo tempore is, qui acceptavit, remitiere promissum non possit, quia hic non adhibitus est
ad juis aliquod accipiendum, sed ad adstringendam promissoris fidem in sustentando
beneficio: ita ut promissor ipse si revocet faciat contra fidem, non contra jus proprium
alicujus» {Ibid., Lib. II, cap. XI, n. XVIII, § 2, p. 408).
115
«... Si mihi facta est promissio, omissa inspectione an mea privatim intersit,
quam introduxit jus Romanum, naturaliter videtur mihi acceptanti jus dari efficiendi, ut
ad alterum jus perveniat, si & is acceptet: ita ut medio tempore a promissore promissio
revocan non possit; sed ego cui facta est promissio eam possim remitiere. Nam is sensus
juri naturae non repugnat, & verbis talis promissionis máxime congruit ñeque nihil mea
interest si per me alter beneficium acquirat» (Ibid., Lib. II, cap. XI, n. XVIII, § l.'pp.
407-408).
39
116
«Ex superioribus intelligi etiam potest, quid sentiendum sit de onere adjecto
promissioni. Id enim fieri poterit quandiu promissio completa nondum est per
acceptationem, nec fide interposita facta irrevocabilis. Onus autem in comodum tertii
adjectum promissioni revocari poterit, quandiu a tertio acceptatum non erit: quanquam
non defunt tam in hac quam in alus quaestionibus qui secus sentiant. Sed recte rem
inspicienti facile elucet naturalis aequitas, ut multis probationibus non egeat» (Ibid., Lib.
II, cap. XI, n. XIX, pp. 408-409). En el marginal de este n. XIX aparece una significativa
alusión a la donación modal.
11
' Vid. DOLD, G. W. F.: Stipulations for a Third Party. A Comparative Study with
Special Reference to Continental Law, London, 1948, p. 37.
40
118
WESENBERG, G.: Vertrage zugunste Dritter, cit., pp. 116 y ss.
119
Precisamente al supuesto de la representación sin poder se refiere GROCIO en el
párrafo segundo del n. XVIII antes citado, para otorgarle un tratamiento diferente al de la
aceptación de una promesa en nombre propio a favor de un tercero. Si el aceptante actuó
en nombre ajeno pero no contaba con un mandato previo, vimos cómo era preciso esperar
a la conformidad del tercero para que el negocio se entienda perfencionado entre él y el
promitente.
120
GAREIS, C : Die Vertrage zu Gunsten Dritter, Würzburg, 1873, p. 71. En el
mismo sentido, ha afirmado recientemente BAYER que el mérito de GROCIO está en haber
reconocido abiertamente la validez del contrato impropio a favor de tercero, esto es, en el
que tan sólo el estipulante adquiere el derecho a exigir el cumplimiento de la prestación
estipulada en la persona del tercero beneficiario (op. cit., p. 39).
41
pueda ser ya revocada cabe pensar que aquél ha de contar con un medio de
garantizar en la práctica esta consecuencia, pero GROCIO guarda silencio
sobre el particular. La obra de Samuel PUFFENDORF, uno de los continuadores
más brillantes de su escuela, tampoco arroja luz sobre la cuestión121, es más,
podríamos decir que, al intentar aclarar las palabras de GROCIO, no hace sino
introducir un elemento más de confusión cuando afirma que con la aceptación
del tercero la promesa deviene plenamente válida122. Sin embargo, Christian
WOLFF, que había seguido fielmente hasta este punto las enseñanzas de
GROCIO, nos dice que el tercero no adquiere con su aceptación una acción
para reclamar directamente la prestación, pero puede exigir del promisario
que se dirija contra el promitente con esta finalidad o que, en su caso, le ceda
las acciones derivadas de aquella promesa. Según WOLFF, cuando aceptamos
una promesa a favor de tercero estamos al mismo tiempo prometiendo a éste,
cuando menos tácitamente, que exigiremos el cumplimiento al promitente y es
por eso que la aceptación del beneficiario hace imposible la revocación,
porque con ella queda perfeccionado un nuevo vínculo entre el promisario y el
tercero123. Se estaban así sentando las bases de la que se conocerá como la
«teoría la oferta», a la que durante mucho tiempo acudiría la doctrina para
explicar el mecanismo atributivo derivado de la estipulación a favor de
tercero124.
42
5. LA CODIFICACIÓN
Los prácticos alemanes del siglo XVIII iban a recoger las enseñanzas
de la Escuela de Derecho natural126. Así lo confirma Augustin LEYSER, uno de
los más destacados representantes del Usus modernus Pandectarum, cuando
reconoce que la mayoría de juristas de su tiempo admiten ya que no debe
seguirse en este punto la sutileza del Derecho romano sino más bien la
simplicidad del Derecho natural127. Al igual que sus predecesores, sostienen la
125
G.: LOS contratos..., cit., p. 133.
PACCHIONI,
126
Sobre la influencia de la escuela de Derecho natural entre los representantes del
Usus modernus, con especial referencia al tratamiento del contrato a favor de tercero, vid.
LUIG, K.: «Der EinfluB des Naturrechts auf das positive Privatrecht im 18. Jahrhundert»,
SZG, 1979, pp. 38 y ss.
Ul
LEYSER, A.: Meditationes ad Pandectas, vol. VII, Lipsiae-Guelpherbyti, 1744,
ad Lib. XLV, Tit. 1, De verborum obligationibus, Spec. 519, De stipulatione, § 5, p. 829.
43
44
CMBC, Part. IV, Cap. I, § 13: «Kann für alie Jene, welche man von váterlicher
Gewalt, Curatel, Anvvaltschaft, und sonst von Rechtswegen zu vertreten hat, stipuliert
werden. Für ander Dritte hingegen gehet solches nur soweit an, ais ihnen dieses nützlich
sein mag, und nach der Hand ratificirt oder angenommen wird. Es ist auch solchen falls
zu unterscheiden, ob für enen Dritten privative, conjunctive oder alternative stipulirt
worden sei, erstenfalls lafit das rómische Recht die Stipulation gar nicht, andernfalls nur
zur Hálfte, oder soviel den Theil des Stipulanten betrifft, letzterenfalls aber ganz, jedoch
in Ansehen des Dritten auch nur soweit gelten, dalier pro adjecto Solutionis causa geachtet
wird, folglich zwar statt des vielweniger sich etwas davon zueignen kann. Nach deutschem
und hiesigen Landesgebrauch aber gilt die Stipulation in alien drey Fallen ganz, und
kommt dem Dritten im ersten Fall allein und privative, anderrenfalls zu gleichen Theil,
sofern kein Mehreres oder Minderes für ihn ausdrücklich pactirt ist, und letzterenfalls
entweder ihm oder dem Stipulanten welchen namlich der Debitor von beyden erwáhlt,
allein zu Gute».
132
VON KREITTMAYER, W. X. A.: Anmerkungen über den Codicem Maximilianeum
Bavaricum Civilem, t. IV, München, 1763, p. 42.
133
Ibid., p. 43.
45
ALR, I, 5, § 74: «Auch die Vortheile eines Dritten kónnen der Gegenstad eines
Vertrages seyn». § 75: «Der Dritte selbst aber erlangt aus einem solchen Vertrage, an
dessen Schliefilung er weder mittelbar noch unmittelbar Theil genommen hat, erst alsdann
ein Recht, wenn er demselben mit Bewilligung der Hautparteyen beygetreten ist». § 76:
«Bis dieser Beitritt erfolgt, kann der zu seinen Vortheile geschlossene Vertrag nach dem
Einverstándniss der Contrahenten geándert oder gar aufgehoben werden». § 77: «Ist aber
dem Dritten der Antrag zum Beitritt enmal geschehen, so müssen die Contrahenten eine
Erklarung über die Annahme abwarten».
135
Sobre todas estas cuestiones, vid., KOCH, C. F.: Lehrbuch des Preufíichen
gemeinen Privatsrechts, t. II. Berlin, 1858, p. 212; ENGELMANN, A.: Das Preufiische
Privatsrecht in Anknüpfung an das gemeine Recht, Breslau, 1885, p. 256.
46
,J6
BUCHKA. H.: Op. cit., p. 158.
13/
DOMAT, J.: Les loix civiles dans leur ordre natural, Luxemburg, 1702, Lib. I,
Tit. I, sec. II, 3, p. 22; POTHIER, R. -J.: Traite des obligations selon les regles tant du fort
de la conscience que du fort exterieur, t. I, París, 1805, nn. 74 y ss., pp. 57 y ss.
138
En efecto, se limitó DOMAT a aceptar en toda su rigidez el adagio romano alteri
stipulari nemo potest sin dar cuenta ni tan siquiera de las excepciones que se habían ido
introduciendo a ese principio. Consiguientemente tampoco se ocupa de cuestiones como la
facultad de revocar o la función de la aceptación.
47
48
lA2
Ibid., n. 70, p. 53.
143
Cfr. TESTOUD, Ch.: Théorie de la non-representation et des stipulations et
promesses pour autrui en Droit romain, th., Grenoble, 1872, p. 23.
144
Pone POTHIER el siguiente ejemplo: yo no puedo hacerme prometer útilmente en
mi propio nombre que tú entregarás cierta cosa a Jacques, porque eso es estipular para
otro; eso es estipular una cosa a la que yo no tengo ningún interés. Sin embargo, sí puedo
útilmente hacerme prometer que, si en un cierto tiempo, tú no entregas a Jacques tal cosa,
me pagarás a mí una cierta suma, pues, en tal caso, el presente que tu debes hacer a
Jacques no es más que una condición, el objeto de la estipulación es que tú me pagues una
cierta suma, por lo que se puede decir que yo estipulo para mí y que tengo un interés
(ibid. n. 70, pp. 53 y 54).
49
- AUBRY, C./ RAU, C : Cours de Droit civil frangais, t. IV, Paris, 1871, p. 309;
BAUDRY-LACANTINERIE, G./ BARDE, L.: Traite théorique et pratique de Droit civil. Des
obligations, t. I, Paris, 1906, p.198; Huc, Th.: Commentaire théorique et pratique du
Code civil, t. VII, Paris, 1894, p.68.
146 p O T H ] E R j R j • Trc¡ité des obligations, cit., n. 340. Ya en relación con el texto
del art 1.227 del Code, a tenor del cual «la nulidad de la obligación principal entraña la
de la cláusula penal», los primeros exégetas repetirán el mismo argumento: este precepto
está pensado -dirán- para el caso en el que la obligación principal es nula por falta de
alguno de sus elementos esenciales y no aquél en que la obligación es ineficaz por
imposibilidad de evaluar el daño en caso de incumplimiento, vid., Huc, Th.: Ibid. loe. cit.;
MARCADÉ, V.: Élémens du Droit civil frangais, t. IV, Paris. 1846, p. 441.
"" FLATTET, G.: Les contratspour le compte d'autrui, th., Paris, 1950, p. 148.
148
Esta construcción, sin embargo, no tiene en cuenta la voluntad de las partes,
que probablemente habrán concebido la prestación a un tercero como objeto prioritario del
contrato. Es por ello que los autores posteriores matizarán la doctrina de POTHIER.
afirmando que en este caso realmente nos encontramos ante dos obligaciones principales,
una pura y simple, la estipulación a favor de tercero, y otra sometida a condición, la
obligación de pagar una pena al estipulante, siendo así que la condición de la que se hace
depender esta segunda obligación es precisamente el incumplimiento de la primera,
50
BAUDRY-LACANTINERIE, G./ BARDE, L.: Op. cit., p. 199; PACCHIONI, G.: LOS contratos...,
cit., p. 184.
149
En efecto, Louis CHARONDAS en sus Réponses et decisions du Droict frangois,
no sólo defiende esta posición sino que afirma contar con el apoyo de la jurisprudencia:
«Par contract de vendition l'acheteur s'est chargé de payer & continuer certaine rente &
les arrerages, que le vendeur devoit á un tiers. Suivant cette convention le tiers poursuit
personnellement l'acheteur afín de payer les arrerages qui luy sont deus. L'acheteur
soustient qu'in n'est recevable parce que par la disposition du droict Romain, qu'on
appelle droict commun, il n'a action personnelle contre luy, d'autant qu'il n'est son
obligé, ains seulement contre son debiteur, /. ult. D. de contrah, empt. 1. cum res. C. de
donat. I, raio C. de hered. vel act. vend. l'ay respondu que telle subtilité ne peut exempter
l'acheteur de payer les arrerages, dont il a prommis acquitter le vendeur envers son
creancier: idque ad vitandum circuitum & parce qu'on peut contre l'exeption de l'acheteur
repliquer de dolo, arg. 1. si opera. D. de dolí malí & metus excep. & fait bien á ce propos
/. Quoties. C. de donat que sub modo in qua in simili specie benigna inris interpretatione
divi Principes utilem actionem competeré admisirum: & utilem quídam ex Graecis
interpretibus praescriptis verbis actionem interpretantur. Anssi de creancier pouvoir in
vim consuetudinis, intenter contre l'acheteur estant possesseur de l'heritage á luy obligé &
hypothequé, action personnelle & hypothequaire, pour la rente & les arrerages. I'ay veu
estis memoires deux arrestes confirmatifs de cette opinión, l'un du mois de Fevrier 1536,
& l'autre du mois de Mars 1542» (Responses et decisions de Droict frangois, en Oeuvres
de Me. Louis Charondas Le Carón, t. I, Paris, 1637, p. 500).
150
POTHIER, R. -J.: Traite des obligations, cit., n. 71, p. 54.
151
Ibid., n. 73, pp. 55-57. Se ha dicho que POTHIER se decantó por la revocabilidad
(BUFNOIR, C : Propriété et contrat, Paris, 1900, p. 582), pero lo cierto es que en su obra
se limita a pasar revista a los distintos argumentos esgrimidos por una y otra tesis sin
decantarse abiertamente por ninguna de ellas.
51
152
La influencia del Code fué tremenda en su época, hasta el punto que se ha
dicho que la codificación francesa iluminó el panorama del Derecho privado durante todo
el siglo XIX. No debemos olvidar que el Código francés no sólo fue impuesto en Bélgica y
adoptado por muchos otros Estados como el Reino de Westfalia, Hanover, los Grandes
Ducados de Francfort, Nassau, Reino de Ñapóles y algunos Cantones suizos, sino que
también tuvo una enorme influencia en muchas codificaciones posteriores, tanto en países
de su entorno, tales como Italia, Holanda, Portugal o España, como en otros especialmente
de América del Norte (Québec y Louisiana) y de América del Sur (v. gr. Perú, Chile,
Argentina, Brasil).
153
En realidad, ya los distintos Estados italianos que se habían avanzado en las
tareas codificadoras antes de la unidad nacional italiana recogieron la norma del Code,
vid. los artículos 1.075 del Código para el Reino de las Dos Sicilias (1819), 1.094 del
Código civil parmesano (1820), 1.208 del Código sardo o albertino (1838) y 1.159 del
Código estense (1852). Sobre la incidencia del Code civil en los albores de la codificación
52
habla francesa como los de Friburgo (art. 1.220), Vaud (art. 821) y Valais
(art. 1.003).
italiana, DEZZA, E.: Lezioni di Storia delta codificazione civile. II Code Civil (1804) e
l'Allgemeines Bürgerliches Gesetzbuch (ABGB, 1812), Torino, 1998, pp. 69 y ss.
154
ZWEIGERT, K./ KóTZ, H.: Einführung in die Rechtsvergleichung, 3 a ed.,
Tübingen, 1996, p. 137.
155
Entre esos supuestos excepcionales en que se reconocía la validez del contrato a
favor de tercero, enumera KRASNOPOLSKI los siguientes: el contrato de préstamo en el que
se estipula una ventaja a favor de tercero (§ 996), la constitución de dote con estipulación
a favor de la esposa, la imposición de un capital en un instituto de previsión a favor de la
esposa o de los hijos (§ 1.287), y el contrato de seguro de vida, implícitamente reconocido
por los redactores del Código austríaco (Osterreichisches Obligationenrecht, Leipzig-
Wien, 1910, pp. 106-107). A ello hay que añadir que el § 1.019 ABGB, recogiendo el
expediente romano del mandatum aliena gratia, contenía la norma que permitía eludir la
prohibición. Disponía expresamente este precepto que «wenn der Machthaber den Auftrag,
einem Dritten einen Vortheil zuzuwenden, erhalten und angenomen hat; so erlangt der
Dritte, sobald er von dem Machtgeber oder Machthaber davon benachrichtigen worden ist,
das Recht. gegen den Einer oder den Anderen Klage zu führen». Sobre el origen de esta
norma, vid. OFNER, J.: «Der Auftrag zu Gunsten Dritter nach ósterreichischem Recht (§
1.019 BGB)», GrünhutsZ, 1891, pp. 313 y ss.
53
contra los excesos del Derecho natural racionalista, que quería convertir a
éste en Derecho positivo. Ello llevó a abandonar la tendencia al
reconocimiento del contrato a favor de tercero -compartida, como vimos,
entre los representantes del Usus modernus Pandectarum- para retomar los
postulados recogidos en la codificación justinianea156. No hay ninguna razón
seria, afirma VON SAVIGNY, para admitir una práctica en el Derecho actual
que haya alterado en este punto el Derecho romano y, sin embargo, para
justificar la nulidad del contrato a favor de tercero basta recordar que la
obligación, como restricción a la libertad natural, sólo es protegida por el
Derecho cuando una necesidad imperiosa así lo exige, necesidad que no puede
ser apreciada cuando una convención ha sido celebrada en interés exclusivo de
157
un tercero
54
160
KOSCHAKER, P.: Europa y el Derecho romano, trad. de José SANTA CRUZ
TEIJEIRO, Madrid, 1955, p. 369.
161
UNGER, J.: Op. cit., pp. 55 y ss.
162
Únicamente algunos romanistas continuaban sosteniendo la imposibilidad
lógica de contratar a favor de tercero y su validez sólo de forma excepcional, vid., por
ejemplo, BRINZ, A.: Lehrbuch der Pandekten, t. IV, 2a ed., Erlangen-Leipzig, 1892, § 584,
pp. 388 y ss., con expresa referencia a C. 5, 12, 26 (Diocletianus et Maximianus, a. 294).
163
BONFANTE, P.: «I contratti...», cit., p. 244.
55
Sirven de muestra en este sentido las palabras de UNGER, cuando escribe que
«el sistema romano del "egoísmos elevado a regla" no es el nuestro» (op. cit., p. 55).
Aunque en un tono mucho menos apasionado, se hacen eco de esta misma idea
WlNDSCHElD, B.: Lehrbuch des Pandektenrechts, t. II, 6a ed., Frankfurt a. M., 1887, pp.
225-226; VON GlERKE, O.: Deutsches Privatrecht, cit., p. 387.
165
BESELER, G.: Die Lehre..., cit., p. 75; Id.: System des gemeinen deutschen
Privatsrechts, t. I, Berlin, 1873, p. 411; VON WÁCHTER, C. G.: Pandekten, t. II, Leipzig,
1881, p. 390; STOBBE, O.: Handbuch des deutschen Privatsrecht, t. III, 2a ed., Berlin,
1885, § 172, p. 118. Esta concepción, que se inspira en la que habían recogido ya los
primeros Códigos germánicos, será consagrada por el Código civil para el reino de Sajonia
de 1863, que, tras admitir la validez del contrato por el que una persona se obliga frentea
a otra a realizar una prestación a un tercero (§ 853), dispone que el propio tercero o sus
herederos adquieren el derecho propio e independiente {unabhangiges selbstándiges
Recht) a exigir la prestación en el momento en que declaren su aceptación o adhesión al
contrato, siempre que ésta hubiese sido la intención de las partes contratantes. Al igual
56
57
16y
UNGER, J.: Op. cit., p. 68.
170
Ibid., p. 75. Un precedente de esta idea lo encontramos ya en PFEIFFER: «Die
rechtliche Natur der Witwenkassen», ZfDR, IX, 1845, p. 448.
171
Así, GAREIS, C : Op. cit., p. 205; PANOFSKY, A.: Die Vertráge zu Gunsten
Dritter. Ein Beitrag zur Lehre vom Vertage, Diss., Berlín, 1877, p. 133; REGELSBERGER,
F.: «Ueber die Vertráge zugunsten Dritter und über die Schuldübernahme», AcP, 1884, p.
4. Pero la que se conocería como «Kreation-» o «Anwachsungstheorie» no estuvo exenta
de críticas. Las más duras provienen de BÁHR, para quien aquella teoría no es en realidad
sino la renuncia a una construcción que explique la figura (Urtheile des Reichsgerichts
mit Besprechungen, München, 1883, p. 83), y cuyo origen había que atiribuir a UNGER,
que se habría apartado en este punto no sólo del Derecho romano sino también del propio
Derecho alemán («Ueber die Vertráge zugunsten Dritter und über die Schuldübernahme»,
cit., p. 158).
58
expectativa del tercero pueda o no ser revocada o, en fin, que sea sólo el
tercero o también el estipulante el que esté legitimado para exigir el
cumplimiento de la prestación.
172
WINDSCHEID, B.: Lehrbuch des Pandektenrechts, t. II, cit., pp. 220 y ss. En este
punto, corrigió WINDSCHEID la posición defendida en las primeras ediciones de esta obra,
seguramente bajo el decisivo influjo de los trabajos ya citados de UNGER y GAREIS.
173
UNGER, J.: Op. cit., p. 63.
174
Tal es así que se ha llegado a decir que el BGB representa una nueva redacción
dividida en parágrafos del tratado de Pandectas de WINDSCHEID. Se trata sin duda de una
hipérbole, pero que sirve para dar cuenta de la gran influencia de este autor en la
redacción del Código alemán. Sobre el particular, LARENZ, K.: Allgemeiner Teil des
deutschen Bürgerlichen Rechts, 6a ed., C. H. Beck'sche Verlagsbuchhandlung, München,
1983, p. 16.
59
1/5
JAKOBS, H. H./ SCHUBERT, W.: Die Beratung des Bürgerlichen Gesetzbuch in
systematischer Zusanimenstellung der unveróffentlichten Quellen, t. II, Berlin-New York,
1978, p. 492.
60
1/6
En él y bajo la rúbrica «Versprechen der Leistung an einen Dritten», se
disponía: § 412 «Si en un contrato una de las partes se obliga a realizar la prestación a un
tercero, éste resulta directamente autorizado a exigir el cumplimiento de la prestación al
promitente, siempre que del contenido del contrato resulte que así se quiso. El contratante
que recibió la promesa está autorizado a exigir que la prestación sea realizada al tercero,
salvo que se hubiese estipulado lo contrario». § 413 «El derecho del tercero nace en el
momento en que deba surgir según la voluntad de las partes resultante del contenido del
contrato». § 414 «En tanto no haya nacido el derecho del tercero, ni aun bajo término o
condición, los contratantes pueden modificar o revocar la promesa de prestación a un
tercero. Una vez que ha nacido el derecho, su modificación o revocación sólo es posible
cuando del contenido del contraro resulte que los contratantes quisieron reservarse esa
facultad». § 415 «Si el tercero declara al promitente que rehusa a aquel derecho, debe
considerarse como si éste no hubiese nacido». § 416 «El promitente puede ejercitar
también contra el tercero las excepciones derivadas del contrato, si del contenido del
mismo no resulta lo contrario».
177
BÁHR, O.: «Entwurf eines bürgerlichen Gesetzbuch für das Deutche Reich»,
KritVjschr, 1888, p. 380.
178
Así, además de BÁHR, citado en la nota precedente, vid. VON GIERKE, O.:
Entwurf eines bürgerlichen Gesetzbuch und das deutche Recht, Leipzig, 1889, p.221;
LABAND, P.: «Zum zweiten Buch des Entwurfes eines bürgerlichen Gesztbuch für das
Deutsche Recht», AcP, 1889, pp. 39 y ss.
61
62
casos en los que una persona se hace prometer de otra el pago de una deuda
precedente frente a un tercero.
63
Habrá que esperar al Proyecto de 1836, para ver por primera vez
regulada la estipulación a favor de tercero, pues el de 1821 fue un Proyecto
inacabado que contenía tan sólo un título preliminar, el plan general del
Código y parte del libro primero. El Proyecto de 1836 contiene, entre las
«Disposiciones generales» de su Título segundo, dedicado a la parte general
del contrato, dos principios fundamentales, por lo que a nuestro estudio se
refiere. El primero de ellos, el artículo 959, formulaba el principio de
relatividad del contrato en los siguientes términos: «los contratos sólo
producen efecto por punto general, respecto a las personas que los otorgan, y
nunca perjudican a los que no han intervenido en ellos. Se exceptúan de esta
regla los contratos hechos por las personas que están autorizadas para
obligarse en nombre de otros».
64
65
relatividad, éste queda encerrado en una fórmula mucho mas rigurosa («los
contratos solo producen efecto respecto de las partes entre quienes se
otorgan») sin aludir, como hacía el Proyecto de 1836, a un diferente trato de
los efectos ventajosos y los efectos perjudiciales del contrato para terceros.
Por otra parte, se ha suprimido la referencia a la representación como una
excepción al mismo, lo que parece una decisión acertada si tenemos en cuenta
que en la representación hay un fenómeno de sustitución por medio del cual
una persona (el representado) entra a formar parte de un contrato sin haber
participado materialmente en su formación, no habiendo por tanto excepción
al principio de relatividad.
Esta fórmula fue recogida tanto por el Código civil de la República Oriental de
Uruguay de 1868 (art. 1.256), como por el argentino de 1869 (art. 504), inspirados ambos
por el Proyecto de GARCÍA GOYENA.
184
GARCÍA GOYENA, F.: Concordancias, motivos y comentarios del Código civil
español, Madrid, 1852 (reimpresión, Zaragoza, 1974), p. 518.
66
185
Ibid. loe. cit.
iS6
Ibid.,p. 517.
18/
LACRUZ BERDEJO, J. L.: «Las concordancias de García Goyena y su valor para
la interpretación del Código civil», RCD1, 1974, p. 294.
188
DE SAINT JOSEPH, A.: Concordance entre les Codes civils étrangers et le Code
Napoleón. Paris-Leipzig, 1840.
67
68
En relación con el artículo 1.257 del Código civil -que en nada ha variado la
disposición del artículo 1.270 del proyecto de 1882-1888-, considera GONZÁLEZ
PACANOWSKA que los cambios habidos en relación con el problema que nos ocupa, aunque
pudieran entenderse como una mera corrección de estilo, también pueden ser interpretados
en el sentido de limitar el papel de la aceptación (Comentarios al Código civil y
compilaciones /orales (art. 1.257 C. c ) , dir. por M. ALBALADEJO y S. DÍEZ ALABART, t.
XVII, Vol. I o A, Madrid, 1993, p. 396.
190
Podríamos traer a colación una modificación semejante que iba a tener lugar en
el artículo 623. Según la primera edición del Código civil la donación queda irrevocable
«desde que el donatario la acepta y se pone la aceptación en conocimiento del donante»,
mientras que en su redacción definitiva dice que «la donación se perfecciona desde que el
donante conoce la aceptación del donatario». ALBALADEJO no cree que ello entrañe un
cambio sustancial, puesto «huelga decir que se perfecciona por la aceptación y puesta en
conocimiento, puesto que la puesta en conocimiento de la aceptación presupone que la
aceptación ha tenido lugar» (Comentarios al Código civil y Compilaciones /orales (art.
623), t. VIII, vol. 2, dir. por M. ALBALADEJO, Madrid, 1986, p. 92).
191
La doctrina recuerda en este sentido sendas decisiones de 24 de junio de 1868
(JC 1868, núm. 178) y 17 de octubre de 1874 (JC 1974, núm. 312) en las que formalmente
el Tribunal Supremo parece sostener esta solución, al afirmar que «el que acepta una
obligación contraida por otro á favor de un tercero, queda obligado á su cumplimiento,
siempre que aparece justificada por hechos posteriores la aceptación por parte de aquél a
cuyo favor se había constituido». Sin embargo, esta jurisprudencia no es en modo alguno
concluyente, pues en ninguno de los dos casos la calificación de contrato a favor de tercero
parece la más acertada, tratándose de supuestos en que un socios aporta a la sociedad un
contrato de concesión o suministro previamente concertado con otro. Parece que la
correcta calificación del supuesto debe ser la de cesión de la posición contractual o incluso
de actuación representativa sin poder si, como en el caso resuelto por la sentencia de
1874, resulta acreditado que el contratante aceptó «en nombre propio y de los demás
consocios».
69
CAPÍTULO SEGUNDO
EL TRATAMIENTO DE LA FIGURA
EN OTROS ORDENAMIENTOS
1. DERECHO FRANCÉS
1
Es frecuente en este sentido ver en la stipulation pour autrui un ejemplo
paradigmático de creación jurisprudencial de Derecho, vid. COLÍN, A./ CAPITANT, H.:
Cours Élémentaire de Droit civil francais, por L. JuiLLOT DE LA MORANDIÉRE, t. II, Paris,
1959, p.542; LARROUMET, Ch.: Les opérations juridiques á trois persones en droit privé,
th., Bourdeaux, 1968, p. 334; GHESTIN, J./ BILLIAU, M./ JAMIN, Ch.: «La stipulation pour
autrui», en Les effets du contrat á l 'égard des tiers, dir. M. FONTAINE y J. GHESTIN, Paris,
1992, p. 384; FLOUR, J./ AUBERT, J. -L.: Les obligations. L'acte juridique, Paris, 1996, n.
479, p. 348; TERRÉ, F./ SIMLER, Ph./ LEQUETTE, Y.: Droit civil. Les obligations, Paris,
1996, p. 406. Escribe con razón GALLO que «actualmente en Francia, para conocer la
configuración efectiva, así como la disciplina real del contrato a favor de tercero, es
preciso acudir más que al Código a la elaboración doctrinal y jurisprudencial del instituto»
[Voz «Contratto a favore del terzo in Diritto comparato», en Dig. dis. pr. (sez. civ.), t. IV,
70
71
3
CHAMPEAU, E.: La stipulation pour autrui (Droit frangais), th., Paris, 1893, pp.
78-79; BUFNOIR, C : Op. cit., p.571; WEILL, A.: Le pricnipe de la relativité des
conventions en droit privé frangais, Paris, 1938, p. 701.
4
LAMBERT, E.: Op. cit. (Droit frangais), p. 2.
72
seria en los trabajos preparatorios del Código que nos induzca a pensar que
se quisiera innovar en esta materia5. Se opone también a aquella
interpretación restrictiva el hecho de que el propio Código francés contemple
un supuesto de contrato a favor de tercero que no tendría cabida dentro de
aquellos estrechos márgenes. Nos referimos al contrato de renta vitalicia
constituido a título oneroso a favor de tercero, cuya validez aparece
expresamente reconocida por el artículo 1.9736.
5
Vid., FENET, P. A.: Recueil complet des travaux préparatoires du Code Civil, t.
XIII, París, 1827 (Reimpresión, Osnabrück, 1968), pp. 224-225, 316 y 417-418;
MALEVILLE, J.: Analyse raisonnée de la discussion du Code Civil au Conseil d'Etat, t. III,
París, 1805, p. 26.
6
Dispone expresamente el artículo 1.973 del Código francés que «ésta (la renta
vitalicia) puede ser constituida a favor de tercero, aunque el precio haya sido
proporcionado por otra persona».
7
Con especial atención desarrollan este argumento AUBRY, C./ R A U , C : Op. cit.,
p. 309; DEMANTE, A. M./ COLMET DE SANTERRE, E.: Cours analytique de Code Napoleón,
t. V, París 1865, p. 42; DURANTON, A.: Traite des contrats et des obligations en general,
suivant le Code Civil, t. I, París, 1819-1820, pp. 163-164; LAURENT, F.: Principes de Droit
civil frangais, t. XV, Paris-Bruxelles, 1875, p. 629.
8
Cass. civ. de 27 de febrero 1856 (D. P. 1956, I, p. 146); Cass. civ. de 12 de enero
1857 (D. P. 1857, I, pp. 278-280).
73
9
En contra se situarán aquellos que, más acordes con la donctrina de POTHIER,
creen que el término «condición» habría sido utilizado por el artículo 1.121 en dos
sentidos diferentes, siendo preciso distinguir según que la estipulación constituya un
elemento futuro e incierto del que se hace depender la stipulation pour soi-méme (supuesto
de la cláusula penal) o una carga que acompaña a una donación. DEMOLOMBE, Ch.: Taité
des contrats, t. I, Paris, 1868, p. 236; MARCADÉ, V.: Op. cit., p. 440; Huc, Th.: Op. cit., p.
69; BUFNOIR, C : Op. cit., pp. 571 y ss. Parece más que razonable dudar de esta
interpretación, pues ello significaría reconocer que el legislador ha usado en un mismo
precepto idéntico término en dos sentidos bien distintos. Ello no obstante, desde el punto
de vista práctico, estos autores llegaban a soluciones similares al resto, partiendo de una
interpretación extensiva de aquel segundo supuesto que les llevaría a reconocer la validez
de la stipulation pour autrui, más alia del caso de la donación modal, siempre que aparezca
como una caga que acompaña a cualquier acto de disposición del estipulante. En efecto,
afirma BUFNOIR, si el artículo 1.121 sólo habla de donación es por ser este el supuesto más
común, lo que explica considerando que los redactores del código habrían tomado como
fórmula lo que para POTHIER no era sino un ejemplo {ibid., p. 574).
10
Un interés moral o de mera afectación no es suficiente, vid. TOULLIER, C. B. M.:
Le Droit Civil frang ais, suivant l'ordre du Code Civil, t. VI, Paris, 1812, pp. 162 y ss.;
DURANTON, A.: Op. cit., p. 159; DEMANTE, A. MV COLMET DE SANTERRE, E.:Op. cit., pp.
34 y ss.; Huc, Th.:Op. cit., p. 67; AUBRY,C./ RAU, C : Op. cit., p. 309; LAURENT, F.: Op.
cit., p. 629.
11
LAURENT, F.: Ibid., p. 613.
12
TOULLIER, M.: Op. cit., pp. 162 y ss.; DURANTON, A.:Op. cit., p.162; MARCADÉ,
V.: Op. cit., pp. 440 y 441; Huc, Th.: Op. cit., pp. 67 y 68.
13
DEMANTE, A. M./ COLEMTE DE SANTERRE, E.: Op. cit., p. 39; DEMOLOMBE, Ch.:
Op. cit., p. 209; AUBRY, C./ RAU, C : Op. cit., p. 309, n. 17; LAURENT, F.: Op. cit., p.629;
74
75
16
Cass. civ. de 15 de diciembre de 1873 (S. 1874, I, pp. 113-115).
17
Cass. civ. de 16 de enero de 1888 (D. P. 1888, I, pp.77-79; S. 1888, I, pp. 121-
127, nota de J.-E. LABBÉ). Entre los fundamentos empleados por la Corte de casación
leemos textualmente: «Attendu, en effet, que d'une part, le profit de l'assurance peut, dans
de certaines éventualités, revenir au stipulant et que, d'ailleurs, le profit moral résultant
des avantages faits aux personnes désignées, suffit pour constituer un intérét personnel
dans le contrat;- Que d'autre part, le stipulant s'engage á verser á la compagnie
d'assurances des primes annuelles, de telle sorte qu'á quelque point de vue qu'on se place,
il est impossible de soutenir que le stipulant ne stipule pas pour lui-méme et que, par suite,
l'art. 1.121 n'est pas applicable».
76
que, cuando el Código habla de «stipulation que l'on fait pour soi-méme»,
emplea la palabra «stipulation» en su sentido lato, como acción de figurar en
un contrato, ya sea para devenir acreedor o deudor, por lo que tanto estipula
para sí el que se hace prometer una prestación como el que se obliga a
realizarla él mismo 18 .
11
1937, p. 16.
21
Así, entre otros, MARTY, G./ RAYNAUD, P.: Op. cit., p. 300; FLOUR, JV AUBERT,
J. -L.: Op. cit., p. 348, texto y nota 3; LARROUMET, Ch./ MONDOLONI, D.: VOZ «Stipulation
pour autrui», en Encycl. Dalloz, París, 1998, p. 8; LÉGIER, G.: Op. cit., p. 16. Incluso
quienes consideran superado el carácter accesorio de la estipulación que consagrara el
Code, terminan reconociendo la necesidad de que el estipulante haya dado o prometido
algo al estipulante. En este sentido vid. MAZEAUD, H. / MAZEAUD, L. / MAZEAUD, J.: Op.
cit., p. 911; FLATTET, G.: Op. cit., p. 138 y 146-147; BUFFELAN-LANORE, Y.: Droit civil.
Deuxiéme année, 5a ed., Paris-Milan-Barcelone, 1995, p. 92.
78
22
Vid. Cass. civ. de 25 de abril de 1853 (S. 1953, I, pp. 488-491); Cass. civ. de 27
de diciembre de 1853 (S. 1854, I, pp. 81-86).
23
Esta es la idea que se desprende claramente de la exposición de motivos del
consejero de Estado BIGOT-PRÉAMENEU («si la tierce personne a declaré qu'elle entend
profiter de la stipulation, l'engagement devient reciproque»), el informe de FAVART ante el
Tribunado («sa déclaration équivaut á une acceptation») y el discurso de MOURICAULT ante
el Cuerpo Legislativo («...son consentement étant réuni á celui des autres parties, le contrat
se trouve réellement seellé par trois volotés, sans lesquelles in n'y peut plus étre dérogé»).
Pueden verse en FENET, P. A.: Op. cit., pp. 224-225, 316 y 417-418 respectivamente.
24
Así, C. de Montpellier de 15 de diciembre de 1873 (S. 1874, I, pp. 101-102).
79
25
Cass. civ. de 25 de abril de 1853 (£>. P. 1853, I, pp. 161-162; S. 1853, I, cois.
488-491)
26
Entre otras, Cass. civ. 22 de junio 1859 (D. P. 1859, I, pp. 585-586; S. 1861, I,
pp. 151-153).
27
Esta solución había sido ya defendida por DURANTON (op. cit., pp. 173-174), que
fué sin embargo duramente contestado por MARCADÉ desde los postulados de la teoría de
la oferta. «Esta estipulación, escribe MARCADÉ, constituye verdaderamente, en las
relaciones entre estipulante y tercero, una donación, la cual no puede perfeccionarse sino
por el concurso de voluntades de donante y donatario. En tanto no acepte el donatario, no
hay de parte del estipulante más que una oferta, una policitatión... Y puesto que es sólo el
concurso de dos voluntades el que puede hacer nacer el derecho, es una consecuencia
evidente, aunque desconocida por el Sr. Duranton, que si la muerte, sea del estipulante, sea
del tercero, tiene lugar antes de la aceptación de este último, no siendo posible la reunión
de dos voluntades, el tercero o sus herederos no podran aprovecharse de la oferta» {op.
cit., p. 441). Parecidas consideraciones encontramos en DEMANTE, A. M./ COLMET DE
SANTERRE, E.: Op.cit., p. 44 y LAURENT, F.: Op. cit., pp. 651-652.
28
Cass. civ. de 15 de diciembre de 1873 (S., 1874, I, pp. 113-115). Vid. también
Cass. civ. de 28 de marzo de 1877 (S., 1877, I, pp. 393-402, con nota de J.-E. LABBÉ), C.
de Paris 7 de junio de 1878 (D. P., 1879, I, pp. 25-29, con nota de C. LEVILLAIN), C. de
Nimes 25 de febrero de 1880 (S., 1880, II, pp. 327-328), C. de Becanson de 2 de marzo de
1887 (D. P., 1888, II, pp. 1-4, con nota de E. THALLER).
29
Por el contrario, conforme a la mencionada Sentencia de la Cour de cassation de
15 de diciembre de 1873, cuando se hubiese designado como beneficiario a una persona
indeterminada, por ejemplo a los herederos del estipulante o a aquel que éste designe en un
momento posterior, es el estipulante el que adquiere el derecho, estando sometido pues al
poder de agresión de los acreedores y a las acciones de reducción y colación entre
80
coherederos. Cfr., Cass. req. de 10 de noviembre de 1874 (S., 1875, I, pp. 107-108), Cass.
civ. de 7 de febrero de 1877 (D. P., 1877, I, pp. 337-341, con nota de E. MULLE; S., 1877,
I, pp. 393-399, con nota J.-E. LABBÉ), Cass. req. de 27 de enero de 1879 (£>. P., 1879, I,
pp. 230-231; S., 1879, I, pp. 218).
30
LABBÉ, J.-E.: «Nota a Cass. civ. 7 v 12 de febrero y 28 de marzo 1887», 5.,
1877, I, p. 334.
31
Pese al preponderante papel jugado por la jurisprudencia francesa, no podemos
negar el indudable mérito que tuvo la tesis de LAMBERT en la difusión de esta concepción.
81
pasado por el patrimonio del estipulante y que quedaba por tanto excluido
del poder de agresión de los acreedores del estipulante. 3 2 .
que según este autor estaría asentada sobre la propia tradición jurídica francesa. Según
LAMBERT esos mismos resultados a los que habían llegado los Tribunales habían sido
previamente expuestos por COVARRUVIAS, FAVRE, CHARONDAS, FURGOLE, FERRIÉRE,
BARTOLO, D'ARGENTRÉ, POTHIER, por lo que no estaríamos ante algo nuevo sino ante lo
que él mismo denomina la «teoría tradicional». Recuerda LAMBERT cómo estos autores
habían extendido la validez que el derecho justinianeo otorgó a la donación sub modo a
todos los casos en los que existía una dación a título cualquiera y, centrándose ya en los
efectos de la donación modal, no dudaron de la existencia de un derecho propio e
inmediato del tercero, sólo la revocabilidad o irrevocabilidad del mismo antes de la
aceptación era objeto de discusión [op. cit, (Droit frangais), pp. 70 y ss., y 114].
32
Ambas en S. 1888, I, pp. 121-139, con nota de T.C. En la de 27 de marzo leemos:
«Attendu que cette assurance, concue dans les termes qui viennent d'étre rapportés, a eu
pour effet de saisir directement et immédiatement Fargues (tercero beneficiario) d'une
créance contre la Comp.; que cette créance n'a jamáis été á aucun moment dans le
patrimoine de Dubois (estipulante), et que le bénéfice n'en peut étre reclamé par les
créanciers de ce dernier...» (loe. cit., p. 139). Lo cierto es que algunos tribunales de
apelación habían apuntado ya esta concepción, sobre todo antes de que la Sentencia de 15
de diciembre 1873 introdujera la regla de la retroactividad de la aceptación del
beneficiario. Vid., entre otras, C. de Lyon de 2 de junio de 1863 (S. 1863, II, pp. 202-204),
C. de Besancon de 23 de julio de 1872 (S. 1872, II, pp. 122-123); C. de Douai 6 de
diciembre 1886 (S. 1888, II, pp. 97-99, con nota de J.-E. LABBÉ), C. de Nancy de 8 de
febrero de 1888 (S. 1890, II, pp. 27-28). En la Sentencia de la Sala civil de 2 de julio de
1884 (S. 1885, I, pp. 5-11, con nota de J.-E. LABBÉ) la propia Cour de cassation admitió
que el derecho de crédito que el beneficiario de un seguro de vida adquiere contra el
promitente es un derecho personal que nunca pasó por el patrimonio del estipulante, pero
que no nace sino en el momento de la muerte de este último. Pero serán las mencionadas
decisiones de 1888 las que marcarían el inicio de una jurisprudencia que podría
denominarse uniforme, pese a algún fallo aislado como el de Cass. req. de 22 de junio de
1891 (S. 1891, I, pp. 177-181, con nota de J. -E. LABBÉ) en el que volvía a hablarse del
efecto retroactivo de la aceptación. Cfr. Cass. civ. de 23 de julio de 1889 (S., 1890, I, pp.
5-7, con nota de J.-E. LABBÉ), C. de Paris de 30 de abril de 1891 (S. 1891, II, pp. 189-
190), Cass. civ. de 1 de febrero de 1955 (D. 1956, I, pp. 338-340, con nota de P. M. F.
DURAND), Cass. civ. de 12 de julio de 1956 (D. 1956, I, pp. 749-750), Cass. civ. de 8 de
octubre de 1957 (D. 1958, I, pp. 317-318, con nota de P. ESMEIN).
33
Esta consecuencia, rechazada por la Sentencia de la Corte de casación de 8 de
febrero de 1888 (D. P. 1888, I, p. 201; 5. 1888, I, pp. 129-130), aparece definitivamente
consagrada como decimos en la sentencia de 29 de julio de 1896, en la que literalmente se
afirma que «el capital estipulado, no habiendo formado jamás parte del patrimonio del
estipulante, no constituiría un valor sucesorio, no debiendo por consecuencia ser tenido en
cuenta para el cálculo de la reserva». La misma solución había sido apuntada ya por
algunas Cortes de apelación sobre la base del carácter directo del derecho del tercero, vid.
en este sentido la sentencia de la Corte de apelación de Paris de 30 de abril 1891 (D. P.
1892, II, pp. 153-155, con nota de P. DUPUICH). En contra, Amiens 31 enero 1889 (S.
1890, II, pp. 27-28), Agens 25 de mayo 1984 (S. 1894, II, pp. 110-111).
82
34
Vid., Cass. civ. de 2 de agosto de 1909 (D. P., 1910, I, p. 328), que viene a
confirmar las de 10 de noviembre 1907 y 4 de agosto 1908.
35
Para las distintas explicaciones propuestas, WAHL, A.: «L'assurance sur la vie en
cas de décés au point de vue du rapport successoral, de la quotité disponible et des
recompenses», Rev. trim. dr. civ., 1902, pp. 35 y ss. y BALLEYDIER, L./ CAPITANT, H.:
«L'assurance sur la vie au pofit d'un tiers et la Jurisprudence», en Le Code civil. Livre du
Centenaire, t. I, Paris, 1904, pp. 557 y ss. En este momento nos parece oportuno llamar la
atención del lector sobre un dato que dará cuenta de la importancia que la jurisprudencia
francesa tuvo en la conformación del seguro de vida y es que el primero de los dos trabajos
que acabamos de citar viniera a inaugurar la prestigiosa Revue trimestrielle de Droit civil y
estuviera precedido de un manifiesto en el que su fundador, Paul ESMEIN, incitara a la
doctrina francesa a fijarse en la jurisprudencia, como materia de especial investigación
científica. Por si ello no fuese suficientemente claro, he aquí las palabras del Conseiller
CRÉPON en una breve nota aparecida en Sirey: «las decisiones dictadas por la Corte de
casación, ante el silencio de la ley, han cobrado una importancial excepcional...
determinando las reglas a las que estaría sometido el contrato de seguro de vida, estas
decisiones, en realidad, han escrito la ley bajo el pretexto de interpretarla» (S. 1888, I, p.
121).
36
A tenor de lo dispuesto en el artículo 68 de la Ley de 13 de julio de 1930 relativa
83
con la acción pauliana en defensa de los acreedores del tomador del seguro
y con las recompensas debidas a la comunidad conyugal cuando el seguro
hubiese sido concertado por uno de los cónyuges en beneficio del otro .
al contrato de seguro (actualmente, art. 132-13 Cod. ass.) «las sumas pagaderas a la muerte
del asegurado a un beneficiario determinado no están sometidas ni a las reglas de colación
ni a las de la reducción por atentar contra la reserva de los herederos del asegurado.
»Estas reglas tampoco se aplican a las sumas pagadas por el asegurado a título de
primas, amenos que éstas hayan sido manifiestamente exageradas en relación con sus
facultades».
Ha observado BAILLOT, que el ámbito de aplicación de esta regla queda limitado al
caso del seguro de vida para el caso de fallecimiento, por lo que en el caso de un seguro de
vida para el caso de supervivencia contratado a favor de un tercero -poco frecuente, pero
no imposible- deberá acudirse a las disposiciones generales del Código civil, por lo que
las primas sólo podrán escapar de la colación y de la reducción si entran dentro del
concepto de «presents d'usage» del artículo 852, cfr, BAILLOT, Ph.: «L'assurance en cas de
vie au bénéfice d'un tiers», RGAT, 1990, pp. 294-295.
37
Expresamente, afirma el artículo 69 de la Ley reguladora del contrato de seguro
de 1930 (hoy, art. L. 132-14 Cod. ass.) que «el capital asegurado a favor de un beneficiario
determinado no puede ser reclamado por los acreedores del asegurado. Éstos sólo tienen
derecho al rembolso de las primas, en el caso indicado por el artículo 68, párrafo segundo,
de esta Ley, ya sea en virtud del artículo 1.167 del Código civil, ya sea de los artículos 446
y 447 del Código de comercio».
38
Artículo 71 de la Ley de 1930 (actual art. L. 132-16 Cod. ass.): «El beneficio de
un seguro contratado por un esposo común en bienes en favor de su cónyuge constituye un
bien privativo de éste.
«Ninguna recompensa será debida a la comunidad en razón de las primas pagadas
por ella, salvo en el caso específico del artículo 68, párrafo seguno, de esta Ley».
39
Así leemos en el art. art. 67 Ley de 1930 (actual art. L. 132-12 Cod. ass.) que «el
beneficiario, cualquiera que sea la forma y la fecha de su designación, deberá ser
considerado titular del derecho a partir del día del contrato, incluso si su aceptación es
posterior a la muerte del asegurado».
40
Bull. civ. 1992, I, pp. 119-120; D. 1992, II, pp. 433 y ss., con nota crítica de
AUBERT; JCP 1993, II, n. 22142, pp. 411 y ss., con nota crítica de J. MAURY.
84
Curiosamente, esta situación había sido años atrás hipotéticamente concebida por
MILCAMPS y BERDOT, proponiendo la misma solución a la que después llegaría la Corte de
casación, vid. «Attribution á titre gratuit du bénéfice de l'assurance sur la vie et droit des
libéralités», en Etudes offertes á Monsieur le Professeur André Besson, París, 1976, pp.
243-244.
42
CAPlTANT, H.: La Ioi du 13 juillet 1930 relative au contrat d'assurance, París,
1930, p. 63; PLANIOL, MV RlPERT, G.: Traite pratique de droit civil, por P. ESMEIN, t. II,
vol. VI, París, 1952, p. 465; PICARD, M./ BESSON, A.: Les assurances terrestres, París,
1982, p. 802; BESSON, A.: «Nota a la sentencia de la Cour d'appel de Paris de 4 de febrero
de 1983», RTAT, 1983, p. 532. Expresamente referida a la decisión que comentamos
defiende esta misma opinión LUCET, para quien «la posición expresada en la sentencia de
10 de junio de 1992 corresponde a la intención de los suscriptores de contratos de seguro»
(«Assurance vie. Le décés du bénéficiarie avan acceptation», Rép. Defr., 1997, I, Art.
36680, p. 1249).
85
COURTIEU, G.: «Assurance vie. Réalisation du contrat», en Jur. -Cl. Resp. civ.
ass., t. 6, París, 1998, Fase. 515-2, n. 73, p. 13.
44
En este razonamiento basa principalmente la doctrina civilista francesa sus •
críticas a la decisión de la Cour de cassation. Al margen de las notas criticas citadas, vid.
FLOUR, ]./ AUBERT, J.-L.: Op. cit., p. 357; GHESTIN, J./ JAMIN, Ch./ BILLIAU, M.: Traite de
droit civil, cit., p. 674-676; SÉRIAUX, A.: Droit des obligations, Paris, 1992, p. 196;
MALAURIE, Ph./ AYNÉS, L.: Les obligations, cit., p. 392; TcHENDJOU, M.: Les applications
contemporaines de la stipulation pour autrui, th., Paris, 1995, pp. 223-224.
86
Vid., por todos, FLOUR, 1.1 AUBERT, J.-L.: Op. cit., pp. 351-353; LARROUMET,
Ch.: Droit civil, t. 3, Obligations. Le contrat, París, 1996, pp. 905-906 y 913; MAZEAUD,
H./ MAZEAUD, L./ MAZEAUD, J.: Op. cit., pp. 919 y 924-925; TERRÉ, F./ SIMLER, Ph./
LEQUETTE, Y.: Op. cit., pp. 414-415. No debemos olvidar que ya en 1893 LAMBERT había
defendido esta solución sobre la base de la tradición jurídica francesa, lo que sin duda
favoreció la inmediata difusión de sus ideas entre la doctrina de aquél país. A un lado
dejaremos la opinión expresada por GHESTIN a principios de la década de los noventa de
que el tercero con su aceptación deviene parte del contrato («La distinction entre les
parties et les tiers au contrat», JCP, 1992, I, n° 3628, p. 520). De la opinión de este autor
nos ocuparemos más adelante, aunque adelantamos ya que esa concepción inicial,
severamente criticada por la doctrina francesa, sería abandonada en obras posteriores
(«Nouvelles propositions pur un renouvellement de la distinction des parties et des tiers»,
Rev. trim. dr. civ., 1994, p. 797; GHESTIN, 1.1 JAMIN, Ch./ BILLIAU, M.: Les effets..., cit.,
1994, pp. 690-691).
46
Artículo, redactado conforme a la Ley n° 78-9 de 4 de enero de 1978, que
termina con las dudas, originadas por la antigua redacción del artículo 1.868 del Código
civil, sobre la validez de este tipo de pactos. Sobre el particular, vid. LASLAMI, A.: Les
aspectes contemporaines de la stipulation pour autrui, th., París, 1978, pp. 181 y ss.
47
Cass. civ. de 11 de enero de 1933 (£>. P. 1933, I, pp. 10-12, con nota de H.
CAPITANT; S. 1933, I, pp. 161-167, con nota de F. GENY); Cass. civ. de 20 de julio de 1936
(D. H. 1936, pp. 555-556).
87
™ Cass. civ. de 31 de mayo de 1978 (Gaz. Pal., 1978, II, p. 347), relativa a la
cláusula inserta en un contrato de arrendamiento un local en la que se prohibía a la
sociedad arrendataria la venta de pan sin contar con el consentimiento del panadero
instalado en el mismo centro comercial.
49
La jurisprudencia ha sido constante a la hora de calificar el contrato de
transporte de mercancías como contrato a favor del destinatario. Pueden verse en este
sentido las sentencias de la Cour de cassation de 2 de diciembre 1891 (S. 1892, I, pp. 92-
94), 15 de noviembre de 1893 (D. P. 1894, I, pp. 273-274, nota de L. SARRUI), 24 de mayo
de 1897 (D. P. 1898, I, pp. 23-24; S, 1897, I, pp. 411-412), 12 de abril de 1948 (S. 1948, I,
pp. 115-116) y 1 de febrero de 1955 (D. 1956, I, pp. 338-340). No han faltado, sin
embargo, quienes se ponen a esta calificación. Este es el caso de RODIÉRE {Droit des
transports, Paris 1977, pp. 421-425) o ALTER {Droit des transports terrestres, aériens et
maritimes internes et internationaux, Paris, 1996, p. 71), que consideran el transporte como un
contrato entre tres personas, esto es, del que el destinatario es parte y no tercero
beneficiario.
50
Sobre el particular, GALIA-BEAUCHESNE, A.: «Les clause de garantie du passif
dans les cessions d'actions et de part sociales», Rev. soc, 1980, pp. 40-43; NOTTE, G.:
«Les clauses dites de garantie du passif dans les cessions de droits sociaux», JCP, 1985, I,
n° 3193; TCHENDJOU, M.: Les applications contemporaines de la stipulation pour autrui,
th., Paris, 1995, pp. 44 y ss.
51
PLANIOL, MV RIPERT, G.: Op. cit., p. 459.
52
DESVARTE-JULLIEN, M. -P.: La stipulation pour autrui en Droit Administratif,
th., Paris, 1970, pp. 89 y ss.; LAUBADÉRE, A./ MODERNE, F./ DELVOLVÉ, P.: Traite des
contrats administratifs, t. I, Paris, 1983, pp. 794-795; RlCHER, L.: Droit des contrats
88
89
accidente-. Así las cosas, los familiares debían reclamar la reparación del
perjuicio sufrido a través de los artículos 1.382 y siguientes del Código civil,
esto es, por la vía extracontractual, lo cual, en el momento en que surge esta
doctrina jurisprudencial, significaba que el perjudicado debía probar la culpa
del porteador. Precisamente para evitar este inconveniente, la Cour de
cassation sentará la doctrina de que «en caso de accidente mortal
sobrevenido en el curso de la ejecución del contrato, el derecho a obtener
reparación del perjuicio se abre, en virtud del artículo 1.147 Código civil, a
favor del cónyuge y los hijos de la víctima, en favor de los cuales éste ha
estipulado aunque no lo haya hecho expresamente, en la medida de su
interés» 55 . Dicho con otras palabras, se vino a considerar que el que celebra
un contrato de transporte se está haciendo prometer implícitamente que sus
familiares serán indemnizados en el caso de sufrir un accidente mortal en el
curso de la ejecución del mismo. La propia jurisprudencia se vio pronto
forzada a matizar esta doctrina, limitando el ámbito de la presunción a favor
de aquellas personas frente a las que el viajero tenía un deber legal de
asistencia56.
55
Cass. civ. de 6 de diciembre de 1932 (D. P. 1933, I, p. 140). Puede verse en el
mismo sentido, Cass. req. de 19 de junio de 1933 (S. 1934, I, p. 180); Cass. civ. de 4 de
juilo de 1933 (D. H. 1933, pp. 429-430).
56
Cass. civ. de 24 de mayo de 1933 (D. P. 1933, I, pp. 137-140, con nota de L.
JOSSERAND), Cass. civ. de 15 de febrero de 1955 (D. 1955, I, pp. 519-520).
57
RODIÉRE, R.: «Le régime legal de l'obligation de securité due par les
transporteurs á leur voyageurs», JCP, 1952, I, n° 997, § 20.
58
Cass. comm! de 19 de junio de 1951 (D. 1951, I, pp. 717-720, con nota de G.
RIPERT; S. 1952, I, pp. 89-96, nota de R. NERSON; JCP 1951, II, n° 6426, con nota de E.
BECQUÉ; Rev. tñm. dr. comm. 1951, pp. 822-826, con nota de M. JUGLART y J.
CHASSERIAUX; ESMEIN, P.: «La théorie de la responsabilité civile et les arréts de la Cour
de cassation relatifs au naufrage du Lamoriciére», Gaz. Pal. 1952, pp. 8-9), Cass. civ. de
23 de enero de 1959 (D. 1959, II, pp. 101-104, con nota de R. SAVATIER; JCP 1959, II, n°
90
91
defecto del sello le hace perder gran parte de su valor . En otras ocasiones
se forzó la aplicación de la estipulación a favor de tercero para proteger a los
familiares del inquilino con los efectos propios de la obligación de seguridad
derivada del contrato de arrendamiento, de manera que si éstos sufren un
daño como consecuencia del mal estado del inmueble disponen de una acción
contractual para dirigirse frente al propietario 61 .
60
C. de Paris de 18 de junio de 1957 (JCP 1957, II, n° 10134).
61
Cass. civ. de 14 de mayo de 1956 (S. 1057, I, p. 223); Cass. civ. de 25 de enero
de 1961 (JCP 1962, II, n° 12429). Todos estos supuestos recuerdan a los que en Alemania
por razones análogas a las que movían a la jurisprudencia francesa dieron origen a la
figura del Vertrag mit Schutzwirkung ftir Dritte.
62
FLATTET, G.: Op. cit., pp. 139-140 y 156-158; GOUTAL, J.-L.: Op. cit., pp. 128 y
ss.; JOSSERAND, L.: «Nota a Cass. civ. 24 de mayo 1933», loe. cit., p. 139; Id.: «Apercu
general des tendances actuelles de la théorie des contrats», Rev. trim. dr. civ., 1937, pp.
16-17; PICARD, M.: «La stipulation pour autrui et ses principales applications», en Travaux
de L'Association Henri Capitant, Montreal, 1956, p. 281; RODIÉRE, R.: «Le régime...»,
cit., § 20; WEILL, A.: Op. cit., p. 721 y ss.
63
SAVATIER, R.: «Le pétendu principe de l'effet relatif des contrats», Rev. trim. dr.
civ., 1934, pp. 536-537.
92
93
67
Sin ánimo exhaustivo, T. G. I. Paris 1 de julio de 1991 (J. C. P., 1991, II, n°
21762, pp. 413-416, con nota de M. HARICHAUX); Cour d'appel de Paris de 28 de
noviembre de 1991 (Gaz. Pal., 1992, I, pp. 120-126, con nota de G. PAIRE; D., 1992, pp.
85-88, con nota de A. DORSNER-DOLIVET; J. C. P., 1992, II, n° 21797, pp. 45-47, con nota
de M. HARICAUX); T. G. I. Toulouse de 16 de julio de 1992 (J. C. P., 1992, II, n° 2196, pp.
437-440, con nota de X. LABBÉ); T. G. I. Nice de 27 de julio de 1992 (£>., 1993, II, pp. 38-
94
Sin embargo, no hay motivos de peso para creer que estemos ante un
supuesto distinto de los que antes hemos conocido como casos de
estipulación presunta a favor de tercero. Es cierto que en todo contrato a
favor de tercero se ha tomado en consideración, en mayor o menor medida, el
interés del beneficiario, pero no podemos razonar a contrario que porque las
partes hayan tenido presente el interés de otro al celebrar un contrato, incluso
si éste ha sido el motivo determinante del mismo, exista indefectiblemente
una estipulación a su favor. El cabeza de familia cuando compra una
vivienda o celebra un contrato de arrendamiento está pensando tanto en su
propio interés como en el de los que con él conviven y no por ello decimos
que estipule a su favor. Tampoco parece que un hospital al contratar con el
centro de transfusión haya querido necesariamente atribuir derecho alguno a
sus pacientes, aunque indudablemente celebró el contrato tomando en
consideración el interés de éstos últimos. Estamos de nuevo en ante un
supuesto en que un tercero ajeno al contrato sufre un daño como
consecuencia de la defectuosa ejecución del mismo. La responsabilidad
derivada de esos daños debe ser por lo tanto de naturaleza extracontractual.
Los inconvenientes derivados de la aplicación de las normas tradicionales
vendrán salvados, sin duda, por la Ley n.° 98-389 de 19 de mayo de 1998,
que adapta el derecho francés a la Directiva comunitaria de 25 de julio de
1985, introduciendo en el Código civil una nueva regulación de la
responsabilidad por productos defectuosos que no distingue entre
contratantes y terceros, con la consiguiente «descontractualizacion» de la
obligación de seguridad69.
95
96
2. DERECHO ALEMÁN
97
73
RG de 29 de septiembre de 1936 (RGZ 152, pp. 175 y ss.).
74
Sobre esta cuestión, con especial referencia a los antecedentes de esta norma,
tendremos ocasión de volver más adelante, vid. infra. Cap. IV, 1.4.2.
98
Por su parte, el § 330 BGB recoge otros supuestos en los que rige la
presunción contraria, es decir, contratos en los que pactándose una prestación
75
LEONHARD, F.: Op. cit., pp. 353 y 357.
76
Es preciso, no obstante, tener en cuenta que el Derecho alemán diferencia
netamente lo que se conoce como privative Schuldübernahme, o asunción de deuda
propiamente dicha, de la kumulative Schuldübernahme. La primera se caracteriza porque
en ella el nuevo deudor sustituye al primero, que queda por tanto liberado y por ello
necesita del consentimiento del acreedor (§§ 414 y 415 BGB). En la asunción cumulativa o
de refuerzo, por el contrario, el que asume la deuda ingresa en la obligación para colocarse
junto al deudor originario en concepto de deudor solidario. Ésta es la que puede tener lugar
por medio de un contrato entre el deudor y quien asume la deuda a favor del acreedor (§
329 BGB), pues éste sólo obtiene de ella un beneficio.
99
Este precepto debe ser completado con lo dispuesto en otras leyes especiales.
Así, por ejemplo, el § 75 VVG relativo al contrato por cuenta ajena atribuye al asegurado
todos los derechos derivados del contrato celebrado a su favor. Por su parte, el HGB
dispone en el § 435 que en el contrato de trasporte el destinatario obtiene con la llegada de
los bienes al lugar de la entrega una pretensión que puede hacer valer contra el porteador.
78
Por lo que al contrato de seguro de vida se refiere, la norma del § 330 se aplica
ya sea éste un seguro de capital o de renta, para el caso de muerte o de supervivencia.
Además, en virtud de la remisión contenida en el § 180 VVG se extiende esta misma norma
a los seguros de capital para el caso de accidente {Kapitalunfallversicherung).
9
La presunción favorable al tercero queda en este caso neutralizada cuando la
carga impuesta persiga la satisfacción de un crédito precedente por la aplicación preferente
del § 329 BGB. Así, HELLWIG, K.: Die Vertrage..., cit., pp. 155 y ss.; LEONHARD, F.: Op.
cit., p. 357; ENNECCERUS, L./ LEHMANN, H.: Recht der Schuldverhdltnisse, 12a ed.,
Marburg, 1932, p. 137.
80
LINNENBRINK, D.: «Der Vertrag zugunsten Dritter in der notariellen Praxis»,
MittRhNotK, 1992, p. 263.
81
Este supuesto está pensado para el caso en que una persona, normalmente un
labrador, trasmite todo su patrimonio a uno de sus hijos, haciéndose prometer de éste una
compensación económica para sus hermanos. Se produce así una suerte de sucesión
anticipada en la que el promitente asume el papel de «heredero» o sucesor universal y sus
hermanos el de «legatarios».
Sz
WESENBERG, G.: Vertrage zugunsten Dritter, cit., pp. 134 y ss.
100
101
NJW, 1973, p. 827; BGH de 25 de junio de 1956 (BGHZ 21, pp. 151 y ss.); BGH de 9 de
noviembre 1966 {BGHZ 46, pp. 199 y ss.); BHG de 29 de abril de 1970 {NJW. 1970, p.
1181).
Sin embargo, el BGH ha declarado también que es lícito pensar que cuando el
depositante conserva en su poder el documento acreeditativo del crédito y con él el poder
de disposición sobre el mismo estamos ante un contrato a favor de tercero para después de
la muerte del estipulante [BGH de 9 de noviembre de 1966 {JZ, 1967, p. 27)].
87
RG de 29 de septiembre de 1936 {RGZ 152, 177); BGH de 10 de enero de 1984
{BGHZ 89, p. 266). Sobre este particular, vid. GOTTWALD, P.:Op. cit., pp. 1284 y ss.;
MARKESINIS, B. S.: The Germán Law of Obligations, vol. I, Oxford, 1997, pp. 263-264.
88
BGH de 12 de marzo de 1998 {NJW, 1998, pp. 1542-1543).
89
LARENZ, K.: Lehrbuch des Schitldrechts, cit., p. 218; HADDING, W.: «Zur
Theorie des Vertrages zu Rechten Dritter im deuchen Recht», en Festschrift für Imre
Zajtay, Tübingen, 1982, p. 204; GOTTWALD, P.: Op. cit., p. 1275. La jurisprudencia ha
hecho, asimismo, constante aplicación de esta idea, especialmente para llegar a la
concluisión de que cuando el beneficiario adquiere el derecho con la muerte del
estipulante, éste no cae dentro de la masa hereditaria. Son muy claras en este sentido RG
de 3 de junio de 1902 {RGZ 51, pp. 403 y ss.), BGH de 8 de mayo de 1954 {BGHZ 13, p.
232); BHG de 8 de febrero de 1960 {BGHZ 32, p. 47); BGH de 29 de enero de 1964 {BGHZ
91, p. 291); BGH de 29 de mayo de 1984 {BGHZ 41, p. 96).
102
103
Vid. BAYER, W.: Op. cit., p. 230; JAGDMANN, R.: en Staudingers Kommentars...
(§ 333), cit., p. 165. Una regla específica para el supuesto en que la prestación deba ser
realizada tras la muerte del estipulante se contiene en el § 331 BGB, del que nos
ocuparemos más adelante.
94
KADUK, H.: «Fragen zur Zulássigkeit von Verfügungen zugunsten eines Dritten».
en Festschriftfür Karl Larenz, München. 1983, pp. 305-307.
95
Vid., por todos, JAGMANN, R.: Op. cit., p. 165.
104
96
RG de 11 de noviembre 1927 (RGZ 119, p. 3); HELLWIG, K.: Die Vertrage...,
cit., p. 261; VON GIERKE, O.: Op. cit., p. 309, n. 104; LEONHARD, F.: Op. cit., p. 363;
GOTTWALD, P.:Op. cit., p. 1345.
97
HELLWIG, K.: Ibid., p. 261; GOTTWALD, P.: Ibid., p. 1345. En contra, HADDING,
W.: «Zur Theorie...», cit., pp. 185 y 209.
98
DÓRNER, H.: Dynamische Relativitát. Der Obergang vertraglicher Rechte und
Pflichten, München, 1985, p. 127.
99
Motive zu dem Entwurfe eines Bürgerlichen Gesetzbuch für das Deutsche Reich,
105
106
107
109
BHG de 10 de noviembre de 1994 (BGHZ 127, p. 385).
110
Esta solución se encuentra ya en BGH de 24 de junio de 1969 (BGHZ 52. pp.
108
201-202).
111
OLG Frankfurt a. M. de 1 de septiembre de 1982 (NJW 1983, pp. 52-53). Una
agencia de viajes (X) había adquirido por medio de un intermediario (Y) un número
determinado de pasajes de ida y vuelta para un vuelo entre Frankfurt y Santa Lucía.
Cuando dos de los clientes de la agencia se disponían a tomar el vuelo de regreso vieron
denegado el embarque porque esos pasajes no habían sido abonados por el primer
adquirente (Y) a la compafiia aérea.
112
BGH de 17 de enero de 1985 (BGHZ 93, pp. 275 y ss.; JZ 1985, pp. 574 y ss.,
con nota de P. GOTTWALD). La decisión ha sido en general bien acogida por la doctrina,
cfr. BAYER, W.: Op. cit., 338.
1.3
BGH de 27 de febrero de 1961 (MDR, 1961, p. 482).
1.4
Así ocurre, por ejemplo, en el contrato de seguro por cuenta ajena por
disposición expresa del § 75 VVG, a tenor del cual «en el seguro por cuenta ajena, los
derechos derivados del contrato corresponderán al asegurado».
115
BGH de 16 de noviembre de 1951 (BGHZ 3, p. 388), BGH de 16 de septiembre
109
de 1966 {NJW, 1967, p. 2262); BGH de 15 de enero de 1974 (NJW, 1974, p. 502); BGH de
22 de diciembre de 1982 {NJW, 1983, p. 1544).
116
Entre otros, HEINRICHS, H.: En Palandt-Bürgerliches Gesetzbuch (§ 335),
München, 1997, p. 427; HELLWIG, K.: Die Vertrage..., cit., pp. 310 y ss; ENNECCERUS, L./
LEHMANN, H.: Op. cit., p. 139; LARENZ, K.: Lehrbuch des Schuldrecht, cit., p. 222. Por el
contrario, tratando de salvar los problemas derivados de la presencia de dos derechos de
crédito sobre una misma prestación del obligado, ha querido ver HADDING en el § 335
BGB una simple legitimación (Ermachtigung) al estipulante para ejercitar en nombre
propio un derecho ajeno («Zur Auslegung des § 335 BGB», AcP, 1971, pp. 403 y ss.). Esta
teoría, que recuerda en cierta mediada a la sostenida por BÁHR, para quién acreedor sería
el estipulante y legitimado el tercero beneficiario («Ueber die s. g. Vertrage zu Gunsten
Dritter», cit., p. 135), ha encontrado escaso eco en la doctrina. Vid., no obstante,
SCHMALZBAUER, W.: Die Drittwirkung verpflichtender Vertrage, Diss.. Regensburg, 1982,
p. 33.
11
' Para el contrato de seguro de vida, vid. § 166, 2 VVG.
118
Expresamente RG de 3 de junio de 1902 (RGZ 51, p. 404), y BGH de 19 de
febrero de 1982 (NJW, 1982, p. 1808) se encargan de precisar que en vida del estipulatne
el tercero no es titular de un derecho, ni tan siquiera de un derecho sometido a condición o
110
término, sino de una mera expectativa {Chance). En el mismo sentido, HELLWIG, K.: Die
Vertráge..., cit., p. 212; HEINRICHS, H.: Op. cit., p. 426; GOTTWALD, P.: Op. cit., p. 1340;
BAYER, W.: Op. cit., p. 230.
119
Entre otros, HECK, Ph.: Op. cit., p. 146; ENNECCERUS, L./ LEHMANN, H.: Op.
cit., p. 138; LARENZ, K.: Lehrbuch des Schuldrechts. t. I, cit., p. 222; HEINRICHS, H.: Ibid.
loe. cit.
120
Vid. MUGDAN, B.: Die gesammten Materialen zum BGB, t. II, Recht der
Schuidverhdltnisse, Berlín, 1899, p. 708.
121
En efecto, puesto que según el § 1 BGB el nacimiento determina la capacidad
para ser titular de derechos, si el beneficiario no ha nacido en el momento de la muerte del
estipulante, momento en que debe producirse la adquisición, ésta no tiene lugar y los
herederos del estipulante, ya sea por sí solos ya con el consentimiento del promitente,
podrían revocar la estipulación. La protección del nasciturus o del nondum conceptus
necesitaba de una disposición especial.
122
HAGER, G.: «Neuere Tendenzen beim Vertrag zugunsten Dritter auf den
Todesfall», en Festschrift ftir Ernst von Caemmerer, Tübingen, 1978, p. 132.
111
112
tercero adquiere asi en virtud del § 328 un derecho contra el promitente, que
no cae dentro de la masa hereditaria del estipulante.
124
BGH 30 de octubre de 1974 (NJW, 1975, p. 382).
125
Este principio viene consagrado con carácter general por el § 305 BGB y en
particular para la donación por el § 516 BGB.
126
Así se manifiesta WIEACKER, F.: Op. cit,, p. 283. Recientemente, Egon LORENZ
ha puesto de relive con especial énfasis la confusión de la doctrina mayoritaria, para
concluir que la designación de beneficiario en un contrato de seguro de vida lleva en sí
mismo la causa de la atribución patrimonial sin que sea necesario un ulterior contrato de
donación («Zur Kapitallebensversicherung auf den Todesfall - Umfang und Art des
Rechtserwerbs durch den bei VertragsschluJi ohne besondere Abreden bezeichneten
Bezugsberechtigten», en Festschrift fiir Robert Schwebler, Karlsruhe, 1986, pp. 366 y ss.).
127
RG de 25 de marzo de 1930 (RGZ 128, p. 189). En realidad, el precedente
inmediato de esta construcción se remonta a HELLWIG, para quien relación de valuta
precisa de un acuerdo entre estipulante y tercero sobre la causa de la atribución
patrimonial que éste último recibe, acuerdo que puede tener lugar directamente entre
ambos o por medio del promitente, que actuaría en este caso como nuntius o representante
del estipulante (Die Verírage..., cit., pp. 340 y ss.). En el mismo sentido, BAXMANN, O.:
Die Bedeutung des Innenverháltnis..., cit., p. 21.
113
del estipulante encierra al tiempo que una oferta de donación del estipulante
al beneficiario un mandato al promitente, por el que éste se obliga a poner en
conocimiento del tercero la existencia dicha oferta. Hasta que el mandatario
cumple con su obligación la estipulación podía ser aún revocada, salvo que el
beneficiario hubiera sido informado ya en vida del estipulante de la oferta de
donación128. El hecho de que el beneficiario sólo tenga conocimiento del
contrato tras la muerte del oferente no es un obstáculo en el derecho
contractual del BGB, cuyo § 153 dispone expresamente que «la conclusión
del contrato no quedará impedida por el hecho de que el oferente muera o
pierda su capacidad jurídica antes de la aceptación».
128
Vid., especialmente, las sentencias del BGH de 29 de enero de 1964 {BGHZ 41,
pp. 95 y ss.) y de 30 de octubre de 1974 (NJW, 1975, p. 382).
129
HEILMANN, H.: «Zur Rechslage des schenkungshalber Begünstigten bei dem
Vertrage zugunsten Dritter (Begünstigung), insbesondere bei der
Kapitallebensversicherung», VersR, 1980, p. 516.
130
Vid. ALBSMEIER-SPLITTHOFF, I.: Unentgeltliche Verfügungen zugunsten Dritter
auf den Todesfall bei Sparkonten und Depots, Diss., Bielefeld, 1993, pp. 15 y ss. y los
autores por allí citados.
131
Cfr. HARDER, M.: «Das Valutaverhaltnis beim Vertrag zugunsten Dritter auf den
Todesfall -Eine Kritik der Rechtsprechung des Bundesgerichtshofes-», FamRZ, 1976, p.
420; BAYER, W.: Op. cit., p. 325. Escribe este último que la construcción jurisprudencial
«significa la vuelta a la Akzeptationstheorie, superada hace ya mucho tiempo, y que
inequívocamente contradice la concepción legal de los §§ 328 y ss. BGB, a tenor de los
cuales el beneficiario adquiere el derecho sin su intervención». Esta vuelta atrás resulta
tanto más sorprendente si tenemos en cuenta que el propio Reichtsgericht había señalado
en la sentencia de 25 de febrero de 1915 (RGZ 88, p. 139) que la atribución a favor de
tercero tiene lugar «independientemente de su aceptación» y en la de 8 de febrero de 1923
(RGZ 106, p. 2) que en este caso (se refiere a un depósito bancario a favor de tercero para
el caso de fallecimiento del depositante) «no existe una promesa de donación hecha o
dirigida al tercero, por lo que no son de aplicación ni los presupuestos formales del § 518
ni los del § 2.301».
La revocablidad de la estipulación por los herederos del estipulante ha sido, no
obstante, bien acogida, por HAGER, tras un análisis del estado de la cuestión en los
derechos francés y norteamericano y apoyándose funamentalmente en los antecedentes
114
115
116
136
RG 5 de octubre 1917 (RGZ 91, pp. 21-26). En el mismo sentido, RG 21 de
febrero 1921 (Das Recht, 1921, Nr. 2775); RG 3 de junio 1921 (RGZ 102, pp. 231-235). En
la sentencia de 4 de abril 1939 (RGZ 160, pp. 153-157) el Tribunal del Reich consideró
incluso que el contrato de alquiler de un local para una determinada celebración debe
entenderse celebrado implícitamente a favor de todos los asistentes a la misma. Sobre el
particular puede verse ZUNFT, F.: «Erfüllungsgehilfen und Vertrag zugunsten Dritter im
Mietrecht». AcP, 1954, pp. 386 v ss.
137
RG 10 de febrero 1930 (RGZ 127. pp. 218 y ss.; JIV. 1930. p. 3092).
117
118
daño, esto es, que había elegido, formado y vigilado a su empleado de forma
diligente. Para evitar este resultado la jurisprudencia se ha visto forzada a
buscar la reparación del perjudicado en el ámbito contractual, aplicando de
esta forma el § 278 BGB que hace responder al deudor -en este caso el
empresario-, con independencia de que haya existido culpa por su parte, de
los daños causados por las personas de las que aquél se sirve en la ejecución
de la prestación (Erfüllungsgehilferi). Sólo había un inconveniente, y es que,
siendo el perjudicado un tercero, era preciso encontrar un nexo de unión
entre éste y el contrato. Por ello la jurisprudencia recurrió al § 328 BGB y
consideró al tercero beneficiario de un contrato celebrado a su favor142.
142
En términos semejantes se presenta el problema en en el Derecho suizo, donde
se dan razones análogas para buscar la protección de terceros por la vía contractual -en
particular, la falta de un precepto semejante a nuestro artículo 1.902 y la prueba de
descargo del empresario cuando el daño haya sido causado por sus dependientes (art. 55
CO)-, por lo que se ha propuesto por parte de la doctrina la adopción de una solución
análoga a la propuesta en Alemania. Vid., YUNG, W.: «La responsabilité contractuelle
envers les tiers lésés», en Estudios de Derecho civil en honor del profesor Castán Tobeñas,
t. II, Pamplona, 1969, p. 628. En contra, PiOTET, P.: «Une théorie juridique allemande en
suisse: la responsabilité contractuelle quant au domage subi par un tiers», en Les étrangers
en Suisse, Lausanne, 1982, p. 345.
143
OERTMANN, P.: «Schádigungen Dritter aus Vertragsverletzungen», LZ, 25, 1931,
cois. 201 y ss.; WESENBERG, G.: Vertrüge zugunsten Dritter, cit., pp. 140-141; LARENZ,
K.: «Nota a BGH 25 de abril 1956», NJW, 1956, pp. 1193-1194.; GERNHUBER, J.:
119
120
121
a) Ante todo, el tercero debe estar expuesto con igual intensidad que el
acreedor a los riesgos del contrato156. Se ha acuñado así el término de
«proximidad a la prestación» (Leistungsnáhe), que sirve para excluir del
122
123
noviembre de 1968 {BGHZ 51, p. 96), y 7 de noviembre de 1984 {NJW. 1985, p. 489).
162
BGH de 6 de julio de \965 {NJW, 1965, pp. 1955 y ss.; JZ, 1966, pp. 141 y ss.
con nota crítica de Werner LORENZ). Sobre este fallo, también en sentido crítico, BÓHMER,
E.: «Schutzwirkung eines Vertrages zwischen Rechtsanwalt und Erblasser zugunsten der
benachteiligten Erbin?», MDR, 1966, pp. 468-469.
163
La misma solución pero aplicada ahora a un supuesto en el que la actitud
negligente del abogado significó la nulidad de un convenio regulador de la separación
conyugal en perjuicio de los hijos la encontramos en la sentencia de 11 de enero de 1977
{NJW, 1977, pp. 2073 y ss.).
164 LITTBARSKI, S.: «Die Berufshaftung - eine unerschópfliche Quelle richterlicher
Rechtsfortbildung?», NJW, 1984, pp. 1667 y ss.; GRUNEWALD, B.: «Die Haftung des
Experten für seine Expertise gegenüber Dritten», AcP, 1987, p. 294; HOPT, K. J.:
«Dritthaftung für Téstate», NJW, 1987, p. 1747.
165
Entre otras, BGH de 2 de noviembre 1983 {NJW, 1984, pp. 335 y ss.); BGH de
23 de enero de 1985 {JZ 1985, pp. 951 y ss., con nota crítica de Heinrich HONSELL); BHG
de 19 de marzo 1986 {JZ, 1986, pp. 1111 y ss.); BGH de 26 de noviembre 1986 {NJW,
1987, pp. 1758 y ss.); OLG Celle de 16 de julio 1986 {NJW-RR, 1986, pp. 1315 y ss.);
OLG Frankfurt a. M. de 7 de julio 1988 {NJW-RR, 1989, pp. 337 v ss.); OLG Karlsruhe de
22 de diciembre 1989 {NJW-RR, 1990, pp. 861 y ss.).
124
3. DERECHO ITALIANO
125
1,1
En general, sobre la influencia del Code Napoleón sobre el Código civil italiano
de 1865, vid. NICOLÓ, R.: Voz «Códice civile», en Ene. dir., t. VII, Milano, 1960, pp. 242
126
y ss.
172
PACCHIONI, G.: LOS contratos..., cit., p. 192-194. Aceptando estas
consideraciones, son muchos los que concluyen que el hecho de que la palabra condición
deba ser entendida como modalidad o prestación accesoria, no excluye que pueda
entenderse compredida al mismo tiempo en su sentido técnico, abarcando en la primera
excepción contenida en el artículo 1.128 el caso de la stipulatio poenae conocido ya en
Derecho romano. En este sentido, DE RUGGIERO, R.: Instituciones de Derecho civil, vol. II,
Madrid, 1931, pp. 311-312; GIOVENE, A.: «Sul significato della parola "condizione"
dell'art. 1.128 cap., Cod. civ.», Riv. dir. comm., 1915, II, pp. 200 y ss.; STOLFI, N.: Diritto
civile, vol. III, Torino, 1932, pp. 183-184; COVIELLO, L. (jr.): «L'art. 1.128 cod. civ. e la
stipulazione a favore di terzi con contenuto reale», Foro it., 1935, IV, cois. 240 y ss.;
NICOLÓ, R.: «Deposito e contratto a favore di terzo», Riv. dir. comm., 1939, II, pp. 456 y
ss.
173
GlORGI, J.: Teoría de las obligaciones en el Derecho moderno, vol. III, trad.
española, Madrid, 1929, p. 438.
127
diferencia del artículo 1.165 francés, el 1.130 del derogado Código italiano
no limitaba las excepciones al principio de relatividad del contrato a los dos
casos en los que el párrafo segundo del mencionado artículo 1.128 reconocía
la validez de la estipulación en favor de tercero, sino que, con una fórmula
más amplia, dejó abierta la puerta a todos los supuestos que pudieran ser
consagrados por la ley («i contratti non hanno effetto che fra le parti
contraenti: essi non pregiudicano né giovano ai terzi, fuorché nei casi
stabiliti dalla legge»)175. No era por lo tanto necesario hacer entrar en uno de
los dos supuestos contemplados por el artículo 1.128 a aquellos contratos
que, debiendo producir efectos a favor de tercero, contasen con un
reconocimiento legal expreso, entre los que se encontraba el seguro de vida a
favor de tercero, el transporte y la renta vitalicia. Esta solución, según
PACCHIONI, traía consigo además la importante consecuencia de que todos
estos contratos no quedaran sometidos a las exigencias del artículo 1.128 y,
en particular, a la necesidad de aceptación por parte del tercero
beneficiario 176 . Se comprendería de esta forma que la práctica totalidad de la
doctrina italiana considerara la declaración de voluntad del tercero
beneficiario a la que hacía referencia el artículo 1.128 como un presupuesto
ineludible para la adquisición del derecho estipulado a su favor177, mientras
_ Ibid., p. 439.
1 /5
En este sentido se pronunciarán, entre otros, GIOVENE, A.: // negozio giuridico
rispetto ai terzi, Torino, 1917, pp. 131 y ss; Id.: «Per una teoría del negozio giuridico
rispetto ai terzi», Riv. dir. comm., 1916, pp. 589-590; DE RUGGIERO, R.: Op. cit., pp. 312-
313; STOLFI, N.: Diritto civile, vol. III, Torino, 1932, pp. 183-187; PACCHIONI, G.: LOS
contratos..., cit., p. 188; DONADÍO, G.: Voz «Contratti a favore di terzi», en Nuovo Dig. it.,
t. IV, Torino, 1938, p. 4; GHIROTI, G.: «Essenza del deposito e contratto a favore di terzi»,
Riv. dir. priv., 1940, pp. 102-103.
PACCHIONI, G.: Ibid. loe. cit.; Id.: «II diritto del destinatario nel contratto di
trasporto», Riv. dir. comm., 1908, pp. 574-577.; Id.: «Se il beneficiario abbia diritto di
accettare il contratto di assicurazione a suo favore conchiuso», Riv. dir. comm., 1909, pp.
66-68. Esta misma solución sería acogida, entre otros, por GIOVENE, A.: Ibid., pp. 158 y
163-164; MESSINEO, F.: «Sulla condizione giuridica del terzo beneficiario nelle
assicurazioni-vita», Arch. giur., 1924, pp. 176; STOLFI, M.: L 'assicurazione sulla vita a
favore di terzi, Milano, 1937, p. 50. En contra se pronuncia ASCOLI, A.: «Assicurazione
sulla vita a favore di terzo», Riv. dir. civ., 1912, p. 545.
177
La mayoría consideran esta aceptación desde los postulados de la teoría de la
oferta. Vid., entre otros, CAPITANI, G.: Voz «Stipulazione», en Dig. it., vol. XXII, parte
seconda, Milano-Napoli-Palermo-Roma, 1895, p. 622; MANENTI, C : «La stipulazione a
favore del terzo e il contratto di trasporte», Riv. dir. civ., 1909, pp. 299-310; RICCI, F.:
Corso teorico-pratico di Diritto civile, vol. VI, Roma-Torino-Napoli, 1923, pp. 76-78.
Conscientes de los inconvenientes de aquélla concepción, no faltaron los que preferían ver
en la declaración del tercero de querer aprovechar la estipulación un requisito legal del
128
perfeccionamiento de su derecho. Así, PACCHIONI, G.: Los contratos..., cit., pp. 197 y ss.;
FOLCO, C : «II diritto del terzo nei contratti a favore di terzi», .R/v. dir. civ., 1934, p. 38;
GIOVENE, A.: // negozio giuridico rispetto ai terzi, cit., pp. 120 y ss.; Id.: «La funcione
giuridica della dichiarachione del terzo secondo l'art. 1.128», Riv. dir. comm., 1915. p.
301.
1/8
Antes de la aparición del Código de comercio, la jurisprudencia había buscado
en alguna ocasión justificar esa solución acudiendo a la interpretación del artículo 1.128
del Código civil, vid. C. d'App. Torino de 26 de abril de 1876 {Foro it., 1877, I, col. 571);
Cass. Torino de 8 de septiembre de 1882 {Foro it.. 1882, I, col. 1134). Después acudirá
siempre a la norma especial contenida en el artículo 453 del Código de comercio para
justificar el fundamento de ese derecho inmediato del beneficiario, vid. Cass. Torino, 23 de
mayo 1908 (Riv. dir. comm., 1909, II, pp. 66 y ss, con nota de G. PACCHIONI); Cass.
Torino de 8 de junio de 1908 (Riv. dir. comm., 1908, II, pp. 436 y ss., con nota de G.
PACCHIONI); Trib. Roma, 23 de abril (Riv. dir. comm., 1911, II, pp. 684 y ss., con nota de
G. PACCHIONI); C. d'App. Genova 7 de marzo 1913 (Riv. dir. comm., 1914, II, pp. 168 y
129
130
artículos 1.411 a 1.413, que, bajo la rúbrica «Dei contratti a favore di terzi»,
componen el Capítulo IX, titulo II, Libro IV del vigente Código civil
italiano.
Pueden verse en este sentido las normas relativas a la donación modal (arts.
793-794). al accollo o asunción de deuda por un tercero en favor del acreedor (art. 1.273),
el trasporte de cosas con obligación de entregar a un tercero (art. 1.689), el depósito en
interés de tercero (art. 1.773), la renta vitalicia a favor de tercero (art. 1.875), o el seguro
de vida a favor de tercero (arts. 1.920-1923). Si bien de todos ellos la calificación como
contratos a favor de tercero encuadrables en la categoría contemplada por los artículos
1.411 y siguientes ha sido en algún momento discutida.
131
132
establece que «la prestación que forma el objeto de la obligación debe ser
susceptible de valoración económica y corresponder a un interés, aun no
patrimonial, del acreedor». Este interés del acreedor del que habla el artículo
1.174 y el interés del estipulante del 1.411 serian así una misma cosa. Ésta
parece haber sido la concepción presente en la mens legislatoris si nos
atenemos a la Relación Ministerial que acompañó a la publicación del
Código civil, dónde se afirma que el interés del estipulante ha sido
mencionado en relación con el contrato a favor de tercero «más por una
exigencia de coherencia formal que por una necesidad de carácter sustancial,
dado que el requisito del interés a la prestación es común a toda
obligación» 188 . La jurisprudencia ha venido, por último, a confirmar esta tesis
en numerosas ocasiones en las que reconoce que el interés del estipulante
-como el del acreedor, a tenor del artículo 1.174- puede ser patrimonial o
simplemente moral o de afectación189.
la adquisición del derecho por el tercero al interés del estipulante, equivale a admitir la
validez de todos y cualesquiera contratos a favor de terceros, tanto entre las partes como
frente al tercero» («El libro de las obligaciones del nuevo Código civil italiano», trad. A.
HERNÁNDEZ G I L , RDP, 1941, pp. 477 y ss.). De esta manera, el ilustre escritor veía cómo
el legislador italiano se apartaba de sus tesis en pro de la conservación de la regla romana
y el reconocimiento excepcional de aquellos contratos a favor de tercero dignos de
consideración.
188
Relazione alia Maestá del Re Imperatore del Ministro guadasigilli (Grandi)
presentata nell'udienza del 16 marzo 1942 per l'approvazione del testo del «Códice
civile», Libro quarto - «Delle obbligazioni», Roma, 1943, n. 644, pp. 418-419.
189
Pueden consultarse en este sentido las sentencias de Cass. 27 de agosto de 1957,
n. 3413 {Foro it., 1958-1, cois. 55-61 con nota de Biondo B I O N D I ) ; Cass. 29 de julio de
1968, n. 2727 (Giur. it. Rep. 1968, voz Obblig. e contr. nn. 294-295, col. 2823); Cass. 24
de octubre de 1969, n. 3484 (Giur. it. Rep., 1969 voz Obblig. e contr., nn. 385-387, col.
3278); Cass. 19 de junio 1971, n. 1892 (Giust. civ. Rep. 1971, voz Obblig. e contr., n. 293,
col. 3006); Cass. 14 de noviembre 1986, n. 6688 (Giust. civ. Mass., 1986, n. 6688, p.
1891); Cass. 1 de agosto 1994, n. 7160 (NGCC, 1995, I, pp. 695-700, con nota de Nicola
CANESSA). Resulta significativo observar que la jurisprudencia italiana posterior al nuevo
Código nunca ha sancionado la nulidad de una estipulación en favor de tercero por defecto
de interés del estipulante.
190
SACCO, R./ DE NOVA, G.: Op. cit., p. 416.
133
134
patrimonial que recibe el tercero . Ese interés puede ser, por tanto, solvendi
causa, donandi causa o de cualquier otro tipo siempre que sea digno de
tutela jurídica, equiparándose de este modo al interés contractual
contemplado en el artículo 1.322 del Códice195.
135
Así las cosas, parece que el Código italiano no pone ningún límite al
contenido de la prestación que puede constituir el objeto de la estipulación,
pero la doctrina italiana ha discutido profusamente sobre la idoneidad de la
figura para operar la trasmisión un derecho real a favor de tercero . Quienes
sostienen la tesis negativa se apoyan, en primer término, en el tenor literal de
los preceptos que regulan el contrato a favor de tercero y que constantemente
hacen referencia al derecho que el tercero adquiere «contra el promitente» o
la «prestación» como objeto de la estipulación. Este argumento no parece
determinante, por lo que se añade otro de orden sustancial, consistente en
negar que el contrato a favor de tercero sea un modo idóneo para adquisición
y trasmisión de derechos reales. Cierto que el artículo 922 del Código
italiano hace referencia al contrato entre los modos de adquirir la propiedad,
pero a continuación el artículo 1.376 dispone que la transmisión de la
propiedad o la constitución de un derecho real se produce «por efecto del
consenso entre las partes», por lo que el modo de adquisición en los
contratos estaría representado por el acuerdo entre trasmitente y adquirente,
elemento éste que vendría a quebrar en los contratos a favor de tercero
Buena parte de la doctrina italiana, respaldada por una constante
commerciale, fundada por Walter BIGIAVI, Torino, 1980, pp. 1785-1786; MAIORCA, S.: //
contratto, Torino, 1996, p. 366; MESSINEO, F.: // contralto in geneere, cit., p. 135;
SCOZZAFAVA, O. T.: Op. cit., p. 7. En contra de esta solución se ha pronuncado
señaladamente GIRINO, para quien el interés del estipulante es un requisito intrínseco de
validez del contrato, por lo que, en defecto del mismo estaríamos ante un contrato
enteramente nulo (ibid. pp. 33-34). Parte GIRINO de que «en el ámbito del contrato a favor
de tercero la causa es única y diversa de aquella del contrato normal no estipulado a favor
de tercero» (ibid., p. 47), para concluir que «la nulidad de la estipulación a favor de
tercero incide sobre la causa del contrato en sí, provocando por ello su nulidad» (ibid., p.
93).
197
Huelga decir que el problema se plantea porque el Derecho italiano parte de la
admisibilidad del contrato con eficacia real junto al meramente obligatorio, (vid. arts. 922
y 1.376 C. c ) .
198
BIONDI, B.: «Donazione e contratto a favore di terzo» (Comentario a la
sentencia de la Corte de casación de 27 de agosto de 1957, n. 3413), Foro it., 1958, I, col.
57; BARASSI, L.: Op. cit., p. 203; SACCO, R./ DE NOVA, G.: Op. cit. p. 418; MARINI, A.:
«Donazione e contratto afavore di terzo», RTDPC, 1967, p. 1102; BIANCA, M.: Op. cit., p.
537; MAJELLO, U.: VOZ «Contrato a favore del terzo», cit., p. 246. Este autor abandona sin
embargo el argumento empleado en su tantas veces citada obra de 1962, el la que afirmaba
que reconocer el contrato a favor de tercero con eficacia real iría contra la inadmisibilidad
de los negocios traslativos abstractos en el Derecho italiano. Producía cierta perplejidad
ver este razonamiento precisamente en quien había demostrado la necesidad de una
relación causal entre estipulante y tercero como presupuesto de validez de la atribución
patrimonial que el tercero recibe del estipulante. Por esto no es de extrañar que haya
136
137
138
Cfr. SANTINI, G.: «L'intezione delle parti nella stipulazione a favore di terzi»,
Giur. it., 1953-1, 1, cois. 437 y ss. En el mismo sentido, MAJELLO, U.: L'interesse..., cit.,
p. 70; MIRABELLI, G.: Delle Obbligazione..., cit., p. 442-443; MAIORCA, S.: // contratto,
Torino, 1996, p. 364. El mismo argumento sirve para contestar la opinión de aquellos que,
como MESSINEO, afirman que las partes pueden hacer depender de la voluntad del tercero
la adquisición del derecho («Contratto nei rapporti col terzo», cit., pp. 202-203, nota 33).
207
Entre otras, Cass. 3 de febrero de 1976, n. 349 (Giur. it., 1976-11, voz Obbl. e
contr., n. 113); Cass. 28 de junio de 1976, n. 2455 (Giur. it., 1976-11, voz Obblig. e contr.,
n. 115); Cass. 12 de julio 1976, n. 2663 (Giur. it., 1976-11, voz Obblig. e contr., n. 114),
Cass. 11 de junio de 1983, n. 4012 (Mass. Foro it., 1983, cois. 839-840); Cass. 27 de
marzo de 1985, n. 2155 (Societá, 1985, p. 957); Cass. 28 de noviembre 1994, n. 10158
(Giust. civ., 1995, pp. 2179-2185, con nota de C. RUMORI). Junto a éstas encontramos
algunas decisiones en las que se podría ver amparada una concepción objetiva del contrato
a favor de tercero en el sentido de que el derecho del tercero surge no sólo cuando así lo
hayan querido las partes sino siempre que así se derive del contenido objetivo del contrato,
vid. Cass. de 11 de junio de 1964, n. 1461 (Giust. civ., 1965, I, parte prima, p. 175) y Cass.
de 9 de junio de 1966, n. 1807 (Giust. civ., 1966, II, parte prima, p. 2175). Sobre este
tema, MARTINI, R.: «II contratto a favore di terzo», en / Contratti in genérale, dir. por G.
ALPA y M. BESSONE, vol. VI, t. 1, Torino, 1991, pp. 163 y ss.
Recientemente, sin embargo, la Corte de casación italiana en su sentencia de 22 de
noviembre 1993, n. 11503 (Giur. it., 1994-1, sez. Ia, cois. 550 y ss., con nota de Donato
CARUSI, «Responsabilitá contrattuale ed illecito anteriore alia nascita del danneggiato»;
Giur. it. 1995-1, sez. 1a, cois. 317 y ss., con nota de Alessandra PINORI, «Contratto con
effetti protettivi a favore dil terzo e diritto di nascere sano»), ha recogido la doctrina
germánica del contrato con efectos protectores para tercero basándose para ello en la
disciplina contenida en los artículos 1.411-1413, incurriendo así en una evidente
contradicción con la línea jurisprudencial anteriormente indicada. En el caso resuelto por
esta sentencia se trataba de una reclamación ejercida como representantes legales por los
padres de un menor que había sufrido un daño cerebral como consecuencia de una
prolongada permanencia del feto en el seno materno que habría podido evitarse a través de
una simple intervención cesárea realizada tempestivamente. No cabe duda de que, una vez
aceptada la existencia de una relación de causalidad entre un comportamiento culposo -
aunque sea anterior al nacimiento- y el daño que se ha derivado para el sujeto que con el
nacimiento ha adquirido personalidad jurídica, surge y debe ser reconocido a éste un
derecho a ser resarcido. Pero, a diferencia de lo que había hecho la jurisprudencia
precedente, la Corte de casación recurre en este caso a la relación contractual como
fundamento de la responsabilidad, y lo hace calificando el contrato celebrado entre la
madre y el centro hospitalario como un «contratto con effetti prottetivi a favore di terzi»,
fundado en los artículos 1.411-1.413 del Códice. No obstante, parece que esta solución se
139
140
141
142
217
Observa acertadamente MOSCARINI la imprecisión de la terminología escogida
por el legislador, que induce a pensar en la permanencia del derecho en el patrimonio del
estipulante hasta el momento de la adhesión del tercero, momento en el que se verificaría
la transmisión al patrimonio de este último, cuando es un punto de encuentro en la doctrina
moderna que tercero adquiere un derecho directamente derivado del contrato, esto es, que
no procede del patrimonio del estipulante. El origen de la expresión estaría, según este
autor, en una reminiscencia de la antigua teoría del contrato a favor de tercero «con
adhesión», predominante en la doctrina anterior al nuevo Código (7 negozi..., cit., p. 191,
texto y nota 92).
218
En el caso de que la estipulación obedezca a un ánimo de liberalidad del
estipulante hacia el tercero no es necesario, sin embargo, que el contrato reúna la formas
previstas para la donación. Así lo prevé el artículo 1.875 en relación con el contrato de
renta vitalicia a favor de un tercero, solución a la que la Corte Suprema de Casación ha
dado alcance general en numerosas decisiones, como Cass. 24 de febrero de 1955, n. 566
{Foro it., 1955, I, cois. 467-469), Cass. 21 de abril de 1956, n. 1227 (Giur. it., 1956, I, sez.
1, cois. 887-888). Entre las más recientes puede verse Cass. 9 de octubre de 1991, n. 10612
(Riv. not., 1991, II, con nota de Francesco GAZZONI, pp. 1412-1419).
143
219
Relazione del Ministro Guadasigilli al testo del «Códice civile», cit., Libro
«Delle obbligazioni», n. 645, p. 419.
220
Artículo 1.412, párrafo primero, y 1.921, párrafo segundo, éste en relación con
el seguro de vida.
221
Literalmente dice el art. 1.920, párrafo segundo, que «si el contratante ha
renunciado por escrito al poder de revocación, ésta no tiene efecto después de que el
beneficiario haya declarado querer aprovechar el beneficio».
222
DONADÍO, G.: «Contratto a favore di terzi», en Noviss. Dig. it., cit., p. 659;
MAIORCA, S.: // contratto, Torino, 1996, p. 368. Con relación al artículo 1.128 del Código
anterior, afirmaba PACCHIONI que la norma que permite la revocación se inspira en la
presunta voluntad de las partes, por lo que nada se opone a que sea descartada por los
propios contratantes (Los contratos..., cit., p. 202). En contra, argumenta MAJELLO que el
fundamento de la facultad de revocar la estipulación responde al carácter bilateral y no
recepticio de la operación, frente al negocio unilateral a favor de tercero. La renuncia al
poder de revocar estaría, por lo tanto, privada de una finalidad apreciable, sería un acto
que desde el punto de vista funcional del ordenamiento estaría privado de causa puesto que
no sería digno para alcanzar un fin merecedor de tutela («Contratto a favore del terzo».
144
cit., p. 243).
223
MAJELLO, U.: Ibid., pp. 201-202; MOSCARINI, L. V.: / negozi..., cit., pp. 192-
196, especialmente nota 94; MAIORCA, S.: // contratto, cit., p. 368.
224
No parece correcto, por el contrario, el argumento utilizado por GASPERONI a la
hora de justificar la norma contenida en el artículo 1.921. Dice este autor que si los
herederos (y los acreedores) del estipulante no pueden ejercer el derecho de revocación
que éste ostentaba es porque el derecho del tercero desciende recta vía del contrato sin
pasar por el patrimonio del tomador del seguro {Le assicurazioni, en Trattato di diritto
civile, dir. por G. GROSSO y F. SANTORO-PASSARELLI, Torino, 1966, p. 221). Pero nada
tiene que ver que el derecho del beneficiario sea un derecho directo con el posible ejercicio
por los herederos del estipulante de un poder, el de revocación, que sí estaba en el
patrimonio del causante (art. 1921 C. c).
225
Relazione del Guardasigilli al Progetto Ministeriale del Códice civile. Libro
delle obbligazioni, Roma, 1940, n. 246, p. 97.
145
146
147
148
4. DERECHO INGLÉS
Estas célebres palabras de Lord HALDANE han servido hasta hace poco
tiempo a la doctrina para resumir el estado de la cuestión en el Derecho inglés. Sin
embargo, la situación ha sufrido recientemente una renovación no por anunciada
menos trascendental.
4.1.1. Antecedentes
232
Dunlop Pneumatic Tyre Co., Ltd. v. Delfridge and Co.. Ltd. (A. C, 1915, p.
149
pese a no haber sido parte en él, siempre que de las circunstancias pudiera
extraerse que ésta era la intención de los contratantes. Básicamente esta
consecuencia fue consagrada en supuestos en los que cabía apreciar un
estrecho vínculo de parentesco entre el beneficiario y los contratantes, o al
menos entre aquél y el estipulante. En este periodo, que comprende los siglos
XVI y XVII, no puede hablarse, sin embargo, de una línea jurisprudencial
constante, puesto que junto a casos en los que se reconocía una acción
contractual al beneficiario en otros se llegaba a la solución contraria
853).
233
En efecto, mientras en Boune v. Masón (1669) y en Crow v. Rogers (1724) fue
denegada la pretensión del tercero, otros cuatro casos son comúnmente utilizados como
argumento de signo contrario, a saber: Dutton v. Poole (1677), Martyn v. Hind (1779),
Marchington v. Veron (1787) y Carnegie v. Waugh (1823). Para un más información sobre
este periodo puede consultarse el minucioso estudio de V. V. PALMER, The paths to privity
of contract: the history of the third party beneficiary contract at English Iaw, San
Francisco, 1992, pp. 26 y ss.
234
Tweddle v. Atkinson (E. R., 1911, pp. 762 y ss.). Frente a las alegaciones por
parte del actor, que invocaba antiguos precedentes en los que la acción del tercero había
sido reconocida, Lord CROMPTON dirá expresamente que «los casos más reciente han
modificado aquellas viejas decisiones, de forma que la consideration debe provenir de la
persona legitimada para exigir el cumplimiento del contrato» {loe. cit., p. 764).
235
Sería ociosa en este punto la cita de la doctrina, siendo ésta una regla
fundamental recogida en todos los tratados dedicados al contrato. Por esta razón nos
limitaremos a reproducir, por todos, las palabras de BEATSON cuando escribe: «Si A y B
celebran un contrato en el cual B promete hacer algo en favor de T, puede que todos ellos
quieran que T adquira un derecho derivado de ese contrato... Muchos sistemas legales
conceden eficacia a las intenciones de los interesados pero la regla en el derecho común
inglés es que una persona que no es parte en el contrato no puede ni exigir su
cumplimiento ni alegar excepciones derivadas de ese contrato» (Anson 's Law of Contract,
Oxford. 1998. p. 407).
150
DAVID, R./ PuGSLEY, D.: Les Contraéis en Droit Anglais, París, 1985, p. 282.
De hecho, otros ordenamientos integrados dentro del Common Law, con un menor arraigo
de la doctrina de la consideration, reconocen desde hace tiempo la posibilidad de atribuir
contractualmente un derecho a quien no fue parte del contrato. Así, por ejemplo, en
Escocia, donde la falta de una valuable consideration no constituye un obstáculo para el
nacimiento de una obligación siempre que el promitente tenga la seria intención de
obligarse y la manifieste expresamente, reconoce la figura del jus quaesitum tertio, vid.
CAMERON, J. T.: «Jus quaesitum tertio: the true meaning of Stair I. x. 5», Jur. Rev., 1961,
pp. 103 y ss. Por la misma razón, en todos los Estados americanos -incluido hoy también
el de Massachusetts, que hasta 1979 había conservado la regla del Derecho inglés, si bien
eran muchas las excepciones introducidas por la ley-, se ha reconocido al tercero un
derecho de acción para exigir el cumplimiento de la prestación estipulada a su favor, así lo
han destacado, entre otros, CORBIN, A. L.: «Contracts for the Benefit of Third Persons»,
Yale L. J., vol. 27, 1917-18, p. 1011; EL HAITAMI, H.: La stipulation pour autrui en droit
anglais et en droit anglo-américain, th., París, 1925, pp. 35 y 115; SlMPSON, L. P.:
«Promises without consideration and third party beneficiary contracts in american and
english law», Int. & Comp. L. Q. Rev., 1966, pp. 583 y ss.; BEATSON, J.: «Reforming the
Law of Contracts for the Benefit of third Parties», Current Leg. Probl., vol. 45, par. 2,
1992, p. 10. En general, sobre la figura del contrato a favor de tercero en el Derecho
norteamericano, vid. WILLISTON, S.: «Contracts for the Benefit of a third Person», Harv. L.
Rev. (XV), 1901-1902, pp. 767 y ss.; CORBIN, A. L.: Corbin on Contracts, vol. 4, St. Paul,
Minn., 1951, pp. 1 y ss.; DE CRUZ, S. P.: «Privity in America: a Study in judicial and
statutory Innovation», Anglo-Amer. L. Rev. (14), 1985, pp. 265 y ss.; ElSENBERG, M. A.:
«Third-party beneficiaries», Col. L. Rev. (92). 1992, pp. 1358 y ss.
151
152
153
una parte del precio sería pagado a John Price, a quien debía la suma de trece libras
esterlinas. La acción ejercida por John Price contra Eston será rechazada, entre otras
razones, porque la acción por incumplimiento del contrato debe ser ejercida por la persona
que ha dado la consideration. Puede verse este caso en PALMER, V. V.: Op. cit., pp. 163-
164.
243
Tweddle v. Atkinson (E. R., 1911, pp. 762 y ss.). John Tweddle y Willian Guy,
padre y suegro respectivamente del actor, William Tweddle, se habían comprometido
recíprocamente, en atención al cercano matrimonio entre sus hijos, a pagar a éste último
una cierta cantidad -cien libras el primero y doscientas el segundo-, acuerdo éste que fue
posteriormente consagrado por escrito reconociéndose expresamente que el beneficiario
estaría autorizado a reclamar personalmente cualquiera de esas sumas ante los tribunales.
Habiendo fallecido William Guy sin abonar a su yerno la cantidad prometida, la Corte
rechazó la acción de Willian Tweddle contra contra el albacea testamentario de su suegro
en atención a que «nadie que sea extraño a la consideration puede tomar ventaja de un
contrato, aunque haya sido celebrado en su beneficio» (loe. cit., p. 764).
244
BEATSON, J.: Anson 's Law of Contract, cit., p. 407.
245
Generalmente se sitúa en el caso de Dunlop Pneumatic v. Selfridge (1915), pero
no faltan los que han visto un precedente en decisiones anteriores, como las ya citadas de
Twddle v. Atkinson (1861) o Price v. Easton (1833). Las vacilaciones de la doctrina han
llevado a DOWRICK a sostener la inconsistencia de un principio cuyo origen se encuentra,
según él, en meras afirmaciones hechas como obiter dicta por dos de los seis magistrados
de la Cámara de los Lores en un caso, el de Dunlop Pneumatic v. Selfridge, cuyo fallo se
habría basado realmente en la regla según la cual quien no ha proporcionado una
consideration a cambio de la promesa no puede exigir su cumplimiento. Por esta razón,
concluye, cuando un convenio under seal -que, como sabemos, no exigen consideration-
hubiese sido celebrado expresamente a favor de tercero, éste adquiere un derecho a exigir
su cumplimiento («A jus quaesitum tertio by way of Contract in english Law», Mod. L.
Rev., vol. 19, 1956, pp. 382-383 y 387). Estas observaciones han encontrado eco en ciertos
autores, para quienes el principio de «prinvity of contract» no sería sino una nueva
formulaicón de la doctrina de la consideration. En esta línea, FLANNIGAN, refiriéndose al
origen del principio de «privity of contract» afirma que éste se encuentra en una incorrecta
formulación de la regla según la cual quien es ajeno a la consideration no puede exigir el
cumplimiento del contrato, «probablemente, concluye este autor, fue una relajación del
lenguaje la primera causa de la bifurcación de lo que había sido una sola regla» («Privity-
The End of an Era (Error)», L. Q. Rev., vol. 103, 1987, p. 569). Puede verse también,
FURMSTON, M. P.: «Return to Dunlop v. Selfridge?». Mod. L. Rev., 23, 1960, pp. 382-384;
ELLINGER, E. P.: «Privity of contract under section 56 (I) of the Law of Property act,
1925», Mod. L. Rev., 26, 1963, p. 409. La doctrina mayoritaria no comparte, sin embargo,
las anteriores afirmaciones, partiendo de que en realidad se trata de dos cuestiones
154
distintas y no siempre coincidentes, una referida a cuáles son las promesas que dan vida a
un vínculo obligatorio, la otra a quién es la persona legitimada para exigir su
cumplimiento, vid. SCAMELL, E. H.: «Privity of contract», Current Legal Problems, vol 8,
1955, p. 142; BEATSON, J.: «Reforming the Law of Contracts for the Benefit of Third
Parties», Current Leg. Probl., vol. 45, part. II, 1992, p. 5; TREITEL, G. H.: The Law of
Contract, London, 1995, pp. 539-540; Id.: Chitty on contracts, t. I, p. 907; THE LAW
COMMISSION: Privity of Contract: Contracts for the Benefit of Third Parties (Consulíalion
Paper, n°. 121), London, 1991, p. 10; Lord HALDANE, en Dunlop Pneumatic Tyre Co. Ltd.
v. Selfridge & Co. Ltd., cit., p. 853. Para comprender la diferencia podemos recurrir al
ejemplo que nos sirve TREITEL. Un hombre promete a su hija que pagará una cierta suma a
quien se case con ella. Aquél que contrae matrimonio con la joven está suministrando una
consideraíion a aquella promesa, y sin embargo no puede reclamar su cumplimiento porque
no fue hecha a él. A la inversa, si A, B y C celebran un contrato en el que A se obliga
frente a B y C a pagar a este último un cierto precio a cambio de que B realice una
contraprestación, C no está facultado para reclamar el pago puesto que no ha habido
consideraíion por su parte.
246
WINFIELD, P. H.: Pollock's Principies of Contract, London, 1950, p. 170. Por
esta razón, utilizando una terminología típicamente alemana ha dicho KÁSER que el
principio «privity of contract» y la doctrina de la consideraíion impiden en el Derecho
inglés el reconocimiento de un contrato propio a favor de tercero, esto es, aquél en el que
el benefiiciario adquiere un derecho propio a exigir directamente la prestación del
promitente («Der Vertrag zugunsten Dritter im englischen Recht», RabelsZ, 1956, p. 429).
247
Sin embargo, cuando se haya designado a un tercero como mero receptor
material de la prestación (nominee), el estipulante podrá no sólo modificar unilateralmente
la persona designada, sino también reclamar la restitución de la prestación ya efectuada
por el promitente.
248
Sobre el particular y, en general, sobre la posición del estipulante pueden verse
las observaciones de TREITEL, G. H.: The Law of Conlract, cit., pp. 542-551.
155
249
Beswick v. Beswick (A. C. 1968, pp. 58 y ss.).
250
En palabras de Lord PEARCE (loe. cit., p. 89) «es la herencia (no la viuda
personalmente) quien puede exigir el cumplimiento del contrato». En términos semejantes
se pronuncia Lord REÍD (loe. cit., p. 71).
251
MCCAUGHRAN, J.: En Les effets du contrat dans les pays du Marché Commun,
dir. por Rene RODIÉRE y Denis TALLÓN, París, 1985, pp. 233 y ss. En particular, sobre la
ejecución especifica del contrato a favor de tercero, TREITEL, G. H.: «Specific
Performance and Third Parties», Mod. L. Rev., vol. 30, 1967, pp. 692-693.
252
Esa indemnización será, en principio, meramente nominal, puesto que el
destinatario de la prestación no era el estipulante sino el tercero. Pero es evidente que el
estipulante podrá obtener una indemnización substantial, si como consecuencia del
incumplimiento sufre un perjuicio patrimonial.
253
Así lo decidió la Cámara de los Lores en los asuntos de Beswick v. Beswick (loe.
cit., p. 73) y de Woodar Investment Development Ltd. v. Wimpey Construction Co. Ltd. (W.
L. R., 1980, p. 293 y 297). Pese a ello, en el caso de Jackson v. Horizon Holidays Ltd.
(1975), seguido ante la Court o/Appeal, Lord DENNING hizo prevalecer el criterio opuesto,
al considerar que aquél que había contratado con una agencia de viajes unas vacaciones
para sí mismo, su esposa y sus dos hijos, tenía derecho a reclamar los perjuicios sufridos
por todos los miembros de su familia, ocasionados como consecuencia de haber sido
hospedados en un hotel de categoría sensiblemente inferior a la estipulada. Las
apreciaciones de Lord DENNING pueden verse en SMITH, J. C./ THOMAS, J. A. C : A
156
157
158
Esta trascendental ley creaba un sistema único de cortes de justicia donde serían
aplicables tanto los principios elaborados por el Common Law como por las Chancillery
Courts.
259
Les Affréteurs Reunís Société Anonyme v. Leopold Walford (hondón) Ltd. (A. C,
1919, pp. 801 y ss.). Habiendo intervenido Leopold Walford como mediador en la
conclusión de un contrato de fletamento entre los propietarios de un buque («Les Affréteus
Réunis Société Anonyme») y una compañía de aceite mineral («Lubicanting and Fuel Oils
Co. Ltd.») en el que la primera se obligó frente a ésta a pagar a Walford un tres por ciento
sobre el precio bruto del flete. La Corte reconocerá la pretensión de Walford contra «Les
Affréteurs Réunis Société Anonyme», apreciando que está ejercitando la acción que el
fletador tenía en concepto de trusiee contra la compañía propietaria del buque.
260
Vid., especialmente, CORBIN, A. L.: «Contracts for the benefit of third parties»,
L. Q. Rev., vol. 46, 1930, pp. 12 y ss. Puntualiza CORBIN que «el recurso del trust puede
ser utilizado igualmente con éxito de forma ficticia en casos en los que las partes no lo han
adoptado expresamente, ni han utilizado las palabras trust ni trustee, y ni tan siquiera han
sido conscientes de tales conceptos» (ibid., p. 17). Esta tesis ha quedado reflejada en el
fundamental tratado de este autor Corbin on contracts, cit., pp. 353 y ss.
261
LEYSER, J.: «Third-party Contracts in English and Continental Law», Uni. IV.
Austr. A. L. Rev., 3, 1954, p. 42.
262
Lo cierto es que, como pone de relieve FINLAY tampoco las Cortes de equidad
antes del Judicature Act habían seguido un criterio unánime en el reconocimiento de un
trust a favor del beneficiario, alternándose decisiones de signo contrario {Contracts for the
Benefit of Third Persons, London, 1939, pp. 32-33).
159
Dunlop Pneumatic Tyre Co., Ltd. v. Delfridge and Co., Ltd. {loe. cit., p. 847 y
ss.). Se trataba en este caso de un contrato por el que la compañía «Dunlop Pneumatic Tyre
Co., Ltd.» había vendido una partida de neumáticos de su producción haciéndose prometer
del comprador que no los vendería por debajo de un determinado precio y que de hacerlo
pagaría una determinada suma en concepto de indemnización. Esta misma cláusula se
incluiría en ventas sucesivas. El comprador, a su vez, revendió a «Selflidge & Co., Ltd.»
que se obligó al mismo tiempo a respetar aquel precio mínimo de venta fijado y, en caso
contrario, a pagar la pena estipulada directamente a «Dunlop Pneumanic Tyre Co., Ltd.».
La Cámara de los Lores rechazó, no obstante, la pretensión de esta última frente a
«Selfridge & Co., Ltd.», ante el incumplimiento de ese segundo acuerdo.
264
Vid. WILLIAMS, G.: «Contract for the benefit of third parties», Mod. L. Rev.,
vol. 7, 1943, p. 131.
265
Entre otros, Vandepitte v. Preferred Accident Insurance Corporation of New
Tork (A. C, 1933, p. 70); Re Schebsman (Ch., 1944, p. 89-90); Green v. Russell (O. B.,
1959, p. 241); Midland Silicones, Ltd. v. Scruttons, Ltd. (Q. B., 1959, p. 171). Sobre el
160
particular, LUPOI, M.: «II contratto a favore di terzo in Diritto inglese», Riv. dir. comm.,
1967, pp. 191 y ss.
266
Expresión acuñada por Lord WRIGHT y reproducida por BEATSON, J.: Anson's
Law of Contract, cit., p, 418. En sentido análogo se pronuncia MYERS, M.: «Contracts for
the Benefit of Third Parties», J. Bus. L., 1960, p. 59; CHESIRE/ FIFOOT/ FURMSTON: Law of
contract, London, 1986, p. 444; TREITEL, G. H.: The Law of Contract, London, 1995, p.
580; Id.: En Chitty on Contracts, t. I, London, 1994, p. 936.
26/
SCAMELL, por ejemplo, se ha mostrado partidario de acudir a la figura del trust
siempre que exista en los contratantes una intención de beneficiariar al tercero como medio
de alcanzar un resultado que se considera equitativo a la espera de que el legislador dote
de una regulación adecuada al contrato a favor de tercero. La incerteza que esto conlleva,
dice, no es propia del concepto de trust, y así también en los ordenamientos en los que se
reconoce al beneficiario de un contrato la oportuna acción para exigir su cumplimiento es
preciso demostrar que la intención de los contratantes era atribuir un derecho al tercero
(op. cit., p. 138). Este argumento se desvanece si tenemos en cuenta que esa incerteza de la
que habla SCAMELL no lo es tanto respecto a si el tercero debe o no adquirir un derecho
sino respecto a la noción misma de trust y su delimitación respecto del simple contrato en
el que se estipula una prestación a favor de tercero, razón por la cual afirma Lord GREENE
(Re Schebsman, loe. cit.) que «no es legítimo importar al contrato la idea de trust cuando
las partes no han dado ninguna indicación en este sentido. Para interpretar que el contrato
ha creado un trust debería... ser traspasada la línea divisoria entre un trust y el simple caso
de un contrato hecho entre dos personas en beneficio de un tercero».
161
268
Adler v. Dickson (Q, B., 1955, pp. 158 y ss.).
269
Scruttons Ltd. v. Midland Si ¡icones Ltd. (1962), The Eurymedon (1975), The
New York Star (1980) recogidas todas en SMITH, J. C./ THOMAS, J. A. C : A Casebook on
contract, London, 1982, pp. 226 y ss. Distinta es la situación en los casos de transporte de
pasajeros, donde, en virtud de diversas disposiciones -Transpon Act de 1962, Unfair
Contract Terms Act de 1977, Unfair Terms in Consumer Contracts Regulations de 1994-
queda excluida la limitación o exoneración de responsabilidad en caso de fallecimiento o
daños corporales causados por negligencia propia del transportista o sus empleados, vid.
Gore v. Van Der Lann (1967), también recogida por SMITH, J. C./ THOMAS, J. A. C : Ibid.,
pp. 234 y ss.
162
270
WYLIE, J. W. C : «Contracts and Third Parties», North. Ireland L. Q., vol. 17,
1966, p. 391.
2/1
La situación ha sido comparada con la experimentada por el Derecho romano de
la época justinianea. En este sentido, BUCKLAND, W. W./ MCNAIR, A.: Román Law and
Common Law, Cambridge, 1965, p. 214; WESENBERG, G.: Vertrage zugunsten Dritter, cit.,
p. 161; PuiG BRUTAU, J.: Fundamentos de Derecho civil, t. II, vol. I, Barcelona, 1978, p.
278. Sin embargo, es preciso hacer notar que mientras el Derecho romano conservó hasta
su última época, como regla general, la nulidad de la stipulatio alteri, tanto para el
estipulante como en relación con el beneficiario, el Derecho inglés sólo conoce la
163
164
2/2
Cfr. WYLIE, J. W. C : Op. cit., p. 406. Para superar esta objeción, propuso
ELLINGER una posición intermedia. Según este autor, el derecho previo que el tercero ha de
ostentar para poder exigir el cumplimiento del contrato no ha de ser un derecho contra el
promitente sino contra el estipulante. («Privity of contract under section 56 (1) of the Law
of Property Act, 1925», Mod. L. Rev., vol. 26, 1963, p. 396). De esta forma el artículo 56
(1) del Law of Property Act ya no seria inútil, sino que habría venido a proteger al llamado
creditor-beneficiary, esto es, aquél que es acreedor del estipulante. Esta tesis no ha sido
respaldada por la jurisprudencia. También SCAMELL («Privity of contract», Current Legal
Problems, vol. 8, 1955, p. 142) ha defendido una interpretación original de este precepto,
según la cual éste habría venido en efecto a derogar el principio de relatividad en aquellos
contratos traslativos de la propiedad, pero dejando en pie la regla según la cual
«consideration must move from de promisee». De ahí deduce el autor que el art. 56 (1) del
Law of Property Act sólo afectaría a los contratos solemnes, los únicos excluidos del
presupuesto de la consideration. A la misma solución llega DOWRICK partiendo de
reconocer que la doctrina de la consideration es el único impedimento para conceder un
derecho al tercero en el derecho inglés (op. cit., pp. 377, nota 4, y 387).
273
Puede verse en DOWRICK, F. E.: Ibid., p. 384.
274
Beswick v. Beswick (A. C, 1968. pp. 75, 87, 94 y 106); TREITEL, G.H.:
165
«Specific Performance...», cit., p. 690; FAIREST, P. B.: «Privity of contract-The end of the
road?», Cambr. L. J., vol. 25, 1967, p. 20.
275
T H E LAW REVISIÓN COMMITTEE: Statute of Frauds and the Doctrine of
Consideration (Sixth Interim Report, Cmd. No. 5449), London, 1937, section D, §§ 48 y
49, p. 30.
276
Entre otros, DOWRICK, F. E.: «A jus quaesitum tertio by way of contract in
english law», Mod. L. Rev., vol. 19, 1956, pp. 390 y ss.; FURMSTON, M. P.: Op. cit., pp.
376; MILLNER, M. A.: «Ius quaesitum tertio: comparison and synthesis», Int. & Comp. L.
O., vol 16, 1967, p. 446; CHESHIRE/ FIFOOT/ FURMSTON: Op. cit., pp. 440-441; KINCAID,
P.: «Third Parties: rationalising a Right to sue», Cambr. L. J., vol. 48, 1989, pp, 262 y ss.;
FLANNIGAN, R.: Op. cit., pp. 564 y ss.; BEATSON, J.: «Reforming the Law of Contracts...»,
cit., pp. 4 y ss.
277
Vid. Western Australia Property Law Act (1969), sections 11 (2) y (3);
Oueensland Property Law Act s (1974), section 55; Contracts (Privity) Act de Nueva
Zelanda (1982).
278
En efecto, en 1989 el Parlamento Europeo emitió una resolución instando a que
se iniciaran los trabajos preparatorios para la elaboración de un Código europeo de
Derecho privado (Resolución de 26 de Mayo de 1989, OJEC N°. C 158/401). Fruto de esta
iniciativa nace THE COMMISSION ON EUROPEAN CONTRACT LAW y tras catorce años de
166
trabajo serían publicados en 1995 The Principies of European Contract Law, part. 1,
Performance, Non-performance and Remedies (editados por Ole LANDO y Hugh BEALE,
Dordrecht-Boston-London, 1995), en cuyo artículo 2.115, con el que se abre el tratamiento
del contrato a favor de tercero, dice textualmente que «un tercero estará legitimado a
exigir la ejecución de una obligación contractual cuando las partes hayan convenido
expresamente conferirle este derecho o cuando así se induzca de la finalidad del contrato o
de las circurstancias del caso...». Sobre el fenómeno de integración europea en materia
contractual puede verse LANDO, O.: «European Contractual Law after the year 2000»,
Comm. Mark. L. Rev., 1998, pp. 821 y ss.; LEGRAND, P.: «Sens et non-sens d'un code civil
européen», Rev. int. dr. comp., 1996, pp. 779 y ss.; VATTIER FUENZALIDA, C : «La
propuesta de un futuro código uniforme de obligaciones y contratos», Nots. UE., 1996, pp.
105 y ss.; Id.: «Los "Principies of European Contract Law": un nuevo paso hacia la
armonización de las obligaciones contractuales en la Unión Europea», Nots. UE., pp. 21 y
ss. Con especial referencia a la figura del contrato a favor de tercero ZIMMERMANN, R.:
«Konturen eines Europáischen Vertragsrechts», JZ, 1995, pp. 477 y ss.
279
Como es de sobra conocido, el Derecho inglés se compone del common law -
decisiones de jueces y tribunales-"y statute law -normas emanadas del poder legislativo-.
La tarea de reformar el Derecho vigente corresponde al Parlamento y no a los jueces. En
estos términos se ha pronunciado tanto la doctrina como la judicatura en relación con la
que se conoce como «third party rule». Así, por ejemplo, SCAMELL, E. H.: «Privity of
contract», Current Leg. Probl, vol. 8, 1955, pp. 135-136; REYNOLDS, F. M. B.: «Privity of
Contract, the Boundaries of Categories and the Limits of the Judicial Function», L. Q.
Rev., 1989, p. 2; Viscount SIMONDS en Midland Silicones Ltd. v. Scruttons Ltd. (A. C,
1962, pp. 467-468); Lord REÍD en Beswick v. Beswick (A. C, 1968, p. 72); Lord SCARMAN
en Woodar lnvestment Developments Ltd. v. Wimpey Construction (U. K.) Ltd. (W. L. R.,
1980, p. 300).
280
Compuesta por cinco prestigiosos juristas, designados directamente por el Lord
Chancellor, máxima autoridad judicial en Gran Bretaña, la Law Commission inglesa
constituye un órgano independiente fundado por el Parlamento en 1965 y cuya misión es la
de impulsar y preparar las reformas legales. En su primer programa de actuación se fijó
como objetivo fundamnetal el de la codificiación del Derecho contractual. Ante la
imposibilidad de lograr dicho objetivo, la estrategia seguida por la Law Commission se ha
orientado desde 1975 hacia la preparación de proyectos sobre problemas particulares. Su
método de trabajo comienza, por lo general, con el estudio de un sector concreto del
ordenamiento con la finalidad de identificar sus defectos. Los resultados de este estudio,
acompañados de una enumeración de las distintas soluciones posibles a los problemas
detectados así como los argumentos a favor y en contra de cada uno de ellos -juega aquí
un papel importante el estudio de otros sistemas extranjeros- se publica (bajo la
167
denominación de Consultation Paper) para que pueda ser juzgado por expertos ajenos a la
comisión. A la luz de las críticas vertidas la Law Commission realiza un informe definitivo
(Report) en el que se recogen las recomendaciones finales acompañadas, en su caso, de una
propuesta de regulación (draft Bill). Más de dos terceras partes de las propuestas de la Law
Commission se han convertido ya en Ley, el resto esperan el impulso del Gobierno o que el
Parlamento encuentre tiempo para su discusión.
281
THE LAW COMMISSION: Privity of Contract: Contraéis for the Benefit of Third
Parties (Consultation Paper, N°. 121), London, 1991.
282
THE LAW COMMISSION: Privity of Contract: Contract for the Benefit of Third
Parties (Law. Com., N°. 242), London, 1996. En palabras de la propia Comisión (§ 5, 11 y
draft Bill, clause 6, 1), la futura ley no habría de construirse pensando en un ulterior
desarrovo jurisprudencial.
'283 Law Com. N°. 242. cit., § 6. 3 y ss.
284
Law Com. N°. 242, cit., § 6. 8. En esta dirección apuntaba BEALE que la reforma
propuesta por la Law Commission (en referencia a la publicada en su Consultation Paper,
168
169
288
Section 5.
289
Section 2 (1), (2) v (3).
290
Section 3 (2) y (3).
291
Section 3 (4).
292
Section 3 (5).
170
CAPÍTULO TERCERO
DELIMITACIÓN CONCEPTUAL DE LA FIGURA
1.1. Introducción
171
inter cilios acta y que, por lo tanto, sus efectos ni les perjudican (nec nocet)
ni les benefician (nec prodest)1.
Que los efectos del contrato se proyectan más allá de las partes
contratantes fue puesto de manifiesto con su peculiar agudeza por Rudolf
VON JHERING, al revelar la existencia de un amplio círculo de eficacia de los
actos jurídicos frente a terceros, efectos a los que denominó «reflejos»
{Reflexwirhingerí) por tratarse de una consecuencia involuntaria y que se
manifiesta además en un punto diverso de aquel en el que reside su fuente
originaria, en nuestro caso, en la persona de un tercero 3 . Así, por ejemplo,
1
Así, expresamente, el artículo 1.165 del Código civil francés y el 1.372 del
italiano.
2
SAVATIER, R.: «Le prétendu principe de l'effect relatif des contrats», Rev. trim.
dr. civ., 1934, pp. 525 y ss.
3
VON JHERING, R.: «Die Reflexwirkungen oder die Rückwirkung rechtlicher
Thatsachen auf dritte Personen», JherJ, 1971, p. 248.
172
4
Ibid.,p. 250.
5
GIOVENE, A.: «Per una teoría del negozio giuridico rispetto ai terzi», Riv. dir.
comm., 1916, I, pp. 589 v ss.
6
Ibid., p. 591.
' En realidad, el autor al que estamos siguiendo efectúa una clasificación tripartita
de las distintas causas de esa posible eficacia refleja del negocio jurídico en la esfera
jurídica del tercero. En primer lugar, la igualdad de las posiciones jurídicas de quien es
parte y quien es tercero explica en ocasiones que el negocio jurídico celebrado por la
primera incida en la segunda, el ejemplo más claro nos parece el de los acreedores o
deudores unidos por vínculo de solidaridad, dónde como sabemos lo que haga cualquiera
de ellos repercute en los demás. En segundo término, la eficacia refleja puede deberse no
ya a la identidad sino a la conexión de las posiciones jurídicas de quien es parte y el
tercero, como sucede con la renuncia y la aceptación del instituido heredero, que beneficia
o perjudica respectivamente al designado como sustituto. Por último, hay supuestos en los
que la eficacia refleja se deriva, según GIOVENE, exclusivamente de la ley, sin que ésta
tenga en cuenta una previa situación de identidad o conexión como las que antes veíamos,
y pone como ejemplo la obligación de alimentos de cada uno de los cónyuges respecto de
los parientes afines en línea recta consagrada en el viejo Código civil italiano («Appunti
sull'efficacia fiflessa del negozio giuridico», Riv. dir. com., 1916, I, pp. 775 y ss.).
173
174
13
Ha sido sobre todo la doctrina francesa la que ha destacado la relación entre la
oponibilidad del contrato y su consideración como hecho social, vid. WEILL, A.: Le
principe de la relativité des conventions en droit privé frangais, th., Paris, 1938, pp. 172 y
ss.; GOUTAL, J. -L.: Op. cit., p. 34; MARCHESSAUX, I.: «L'opposabilité du contract aux
tiers», en Les effets du contrat a l'égard des tiers (Comparaisons franco-belges), dir. por
M. FONTAINE y J. GHESTIN, Paris, 1992, p. 78; FLOUR, J./ AUBERT, J. -L.: Op. cit., p. 316;
DÍEZ-PICAZO, L.: «Eficacia e ineficacia del negocio jurídico», ADC, 1961, p. 814. La
dimensión social del contrato había sido ya magistralmente expuesta por SAVATIER, R.:
«Le prétendu principe...», cit., p. 544, aunque eso le llevase a consecuencias bien distintas
de las que aquí proponemos. Recientemente se ha ocupado de esta cuestión RODRÍGUEZ
GONZÁLEZ, J. I.: El principio de relatividad de los contratos en el Derecho español,
Madrid, 2000, p. 147, relacionando acertadamente la problemática que nos ocupa con las
distintas vertientes desde las que puede ser concebido el contrato -acto, norma y relación
jurídica-, para concluir que «si el contrato como relación y como norma miran hacia
dentro, el contrato como hecho mira hacia fuera».
14
Sobre este particular, vid. ampliamente MESSINEO, F.: // contratto in genere, t. I, •
cit., pp. 28 y ss.
15
Encontramos una recopilación de éstos, acompañada de numerosas referencias a
la jurisprudencia belga, en FONTAINE, M.: «Les effets "internes" et les effets "externes"
des contrats», en Les effets du contrat á l'égard des tiers (Comparaisons franco-belges),
dir. por M. FONTAINE y J. GHESTIN, Paris, 1992, pp. 48 y ss.
175
16
El tema ha sido objeto de especial atención doctrinal, plasmada en una abundante
literatura a la que en este momento no podemos sino hacer una genérica remisión.
17
En la jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo es ya célebre la sentencia de
23 de marzo de 1921 (JC 1921, núm. 90) que decidió el caso de la cantante Raquel Meller,
quien estando vinculada con una discográfica por un contrato de exclusiva gravó un disco
para otra compañía, pese a haber sido ésta avisada por la primera del acuerdo que ligaba a
la artista. El Tribunal Supremo apreció responsabilidad contractual de la cantante y
extracontractual de la casa de discos.
Es muy conocido también un leading case del Common Law, el de Lumley v. Gye
(1853), que resolvió el caso de la hermana de Wagner, que habiendo sido contratada para
cantar en el Covent Garden fue incitada por el director de otra ópera a romper su
compromiso, siendo este último condenado por ello a indemnizar los daños y perjuicios
derivados del incumplimiento en virtud del tort of inducing a breach of contract, cfr.
a
WINFIELD/ JOLOWICZ: Winfield & Jolowicz on Tort, 15 ed., por W. V. H. ROGERS,
London, 1998, pp. 621 y ss.
176
t ú t
177
imputable al deudor cabe apreciar la culpa en que fundar una acción delictual del tercero
perjudicado (Droit civil, t. 3, cit., p. 839). Sin duda, el sistema instaurado por la ley n.° 98-
389 de 19 de mayo de 1998, que adapta el Derecho francés a la Directiva comunitaria de
25 de julio de 1985, introduciendo en el Código civil galo una nueva regulación de la
responsabilidad por productos defectuosos que no distingue entre contratantes y terceros,
con la consiguiente «descontractualizacion» de la obligación de seguridad, está llamada a
terminar con aquella concepción.
22
Como dice la sentencia de 25 de abril de 1975, «nuestro sistema proclama el
principio de la relatividad de los contratos o, más exactamente, de sus efectos, que no' son
sino las obligaciones que de ellos nacen» (JC 1975, núm. 174).
178
contrato pero sin llegar a ser parte en la relación obligatoria derivada del
mismo. Distinto es el supuesto - y entraríamos aquí en el que constituye el
objeto de nuestro estudio- en el que un contrato va dirigido a que una de las
partes resulte directamente obligada frente a una tercera persona. El tercero
ya no es aquí un mero destinatario de la prestación (Leistungsempfánger, en
la terminología alemana) sino que se convierte en receptor del derecho de
crédito {Rechtsempfanger) y por tanto en sujeto activo de la relación
obligatoria nacida del contrato. El concepto de beneficio adquiere de esta
forma en el contrato a favor de tercero una significación bien precisa: no se
trata de una ventaja económica cualquiera o una mera expectativa sino de la
atribución de un derecho de crédito frente al promitente, lo que le faculta
para exigir directamente al obligado el cumplimiento de la prestación 23 . He
aquí la verdadera originalidad de la figura.
179
RJA 1940/ 1131. En idénticos términos se han pronunciado después, entre otras,
las SSTS de 10 de diciembre de 1956 (JC 1956, 1956, núm. 119), de 13 de diciembre de
1984 (JC 1984, núm. 728), de 6 de febrero de 1989, (JC 1989, núm. 78), de 26 de abril de
1993 (JC 1993, núm. 383). Que el tercero es titular de un derecho hacia él derivado, y no
simplemente el destinatario de la prestación lo dice también la STS de 23 de octubre de
1995 (JC 1995, núm. 903). Pero la de 9 de diciembre de 1940 tenía ya un precedente
inmediato en la STS de 31 de febrero de 1935, que había afirmado en un supuesto de
seguro por cuenta ajena que «como el contrato cuestionado no es de prestación a tercera
persona, en la que ésta sea mero destinatario de aquélla, sino un contrato a favor único del
tercero en el que éste es titular del crédito, está asistido de la necesaria acción para hacer
efectiva la promesa hecha por el obligado al contratante» (JC 1935, núm. 72).
25
Entre los autores alemanes -sin duda los que más se han ocupado del tema- no
hay acuerdo sobre la denominación que deba darse a esta figura. HELLWIG (op. cit, p. 43)
habla de «contratos a favor de tercero autorizativos» (ermachtigenden Vertragen auf
Leistung an Dritte), denominación que adoptan también LARENZ (Lehrbuch..., cit., p. 217)
y FIKENTSCHER (op. cit., p. 149). Pero éste es un término inexacto, que parece estar
condicionado por la concepción de HELLWIG, que consideraba en este caso al tercero como
un mero legitimado por el acreedor para recibir la prestación, lo que puede llevar a
confundir la figura con la del adjectus solutionis causa. Por esta razón, la mayoría de la
doctrina habla de un contrato a favor de tercero «impropio» (unechte Vertrag zugunsten
Dritter). En este sentido, ENNECCERUS, L./ LEHMANN, H.: Op. cit., p.132; PAPANIKOLAOU,
P.: Op. cit., pp. 24 y ss.; GOTTWALD, P.: Op. cit., p. 1276; JAGMANN, R.: Op. cit., pp. 13-
14. Otros prefieren hablar de contrato a favor de tercero «simple» (einfache Vertrag
zugnsten Dritter). Así, HASSOLD, G.: Zur Leistung im Dreipersonenverháltnis -Anweisung
und Vertrag zugunsten Dritter ais Modell-, München, 1981, pp. 244 y ss.; HADDING, W.:
En Soergel Kommentar... (§ 328), cit., pp. 1531, 1555 y ss. Por su parte, VON GlERKE creía
preferible hablar sencillamente en estos casos de «contratos con prestación a tercero»
(Vertrag auf Leistung an einen Dritte) -terminología ésta que ha sido recibida por la
doctrina italiana-, puesto que el tercero no es desde el punto de vista jurídico beneficiario
de la prestación sino que sólo se aprovecha de ella de forma indirecta, como un efecto
reflejo (Reflexwirkung) del contrato (Deutsches Privatsrecht, t. III, cit., p. 378). Sin
180
181
182
183
Ibid., p. 12. Pone este autor el ejemplo de quien contrata a un fotógrafo para que
tome unas instantáneas de una determinada persona.
37
JC1989, núm. 875.
38
En el Derecho norteamericano se distingue tradicionalmente entre «doñee
beneficiary» y un «creditor benefician7», según que el estipulante pretenda con el contrato
realizar una atribución gratuita al tercero o saldar una deuda que tuviera frente a él; tanto
en uno como en otro caso, el tercero tendrá una acción para exigir el cumplimiento del
contrato cuando sólo cuando ésta hubiera sido la intención de los contratantes. Se habla
entonces de «intended beneficiary». En otro caso estaríamos ante un mero «incidental
benefician'» al que no se reconoce derecho alguno derivado del contrato. Así lo ha
recogido el Restatement of the Law of Contract, Second (§ 302), «codificación» privada
elaborada por THE AMERICAN LAW INSTITUTE que goza en el Derecho norteamericano de
una mera persuasive authority.
184
39
ROCA SASTRE, R. M./PUIGBRUTAU, J.: «Estipulaciones...», cit.,p. 212.
40
SCHLESINGER, P.: IIpagamento al terzo, cit., p. 4.
41
DÍEZ-PICAZO, L.: Fundamentos..., t. I, cit., p. 434; GERNHUBER, J.: Das
Schuldverhaltnis..., cit., p. 466; ESSER, J./ SCHMIDT, E.: Op. cit., p. 276.
Puede considerarse como prestación de un faceré estipulada a favor de un tercero
la que se incluye en un contrato de compraventa y en virtud de la cual el adquirente se
compromete a contratar a determinadas personas. Vid. TSJ Cantabria (Social) de 28 de
octubre de 1997 (AS 1977/ 4145), si bien en este caso no se apreció que la estipulación a
favor de tercero que en este sentido se había incluido en un originario contrato de opción
de compra debiera considerarse exigible, no siendo el contrato definitivo consecuencia de
la opción sino un contrato nuevo en el que ya no se incluyó dicha estipulación. Como
ejemplo de estipulación a favor de tercero cuyo objeto consiste en un non faceré podrían
explicarse aquellos supuesto en los que la prestación asumida por el promitente consista en
no ejercitar una determinada pretensión frente al beneficiario (pactum de non petendo a
favor de tercero), supuesto que ha sido implícitamente admitido por el art. 253, 1 (6.5.3.5)
NBW y en el que encontrarían cabida las cláusulas de exoneración o limitación de la
responsabilidad estipuladas comúnmente en ciertos contratos (v. gr. en el contrato de
transporte) en favor de los empleados o auxiliares del estipulante. En estos casos la única
particularidad viene representada por el hecho de que el beneficiario deriva del contrato no
ya una acción, sino una excepción o, como dice gráficamente KÓTZ, el contrato pone en
manos del tercero no una espada sino un escudo para luchar contra el promitente
(Abschlufi, Giiltigkeit..., cit., p. 390). La admisión de esta categoría ha despertado sin
embargo ciertas dudas entre la doctrina alemana dado el tenor literal del § 329 BGB, cfr.
GERNHUBER, J.: Das Schuldverháltniss..., cit., pp. 544-545; ESSER, J./ SCHMIDT, E.: Op.
cit., pp. 280-281; GOTTWALD, P.: Op. cit., pp. 1279 y 1319-1321.
185
" En contra, considera HERNÁNDEZ GIL que la figura del adjectus no otorga una
facultad al deudor sino que le vincula {Derecho de obligaciones, Madrid, 1983, p. 300).
idea ésta que se encuentra muy extendida entre la doctrina italiana, que equipara la
adjectio solutionis causa a la indicación para el pago y que toma como punto de partida el
primer inciso del artículo 1.188 del Código italiano a tenor del cual «el pago debe hacerse
al acreedor o a su representante, o a la persona indicada por el acreedor o autorizada por la
ley o por el juez para recibirlo».
43
Así opina, en nuestra doctrina, HERNÁNDEZ GIL (op. cit., p. 300), pero más bien
creemos que la adjectio puede resultar de un convenio entre acreedor y deudor o ser fruto
de una autorización unilateral concedida por el acreedor al deudor; es más, éste último será
el supuesto más frecuente. En este sentido, CRISTÓBAL MONTES, A.: «Los elementos
personales y reales del pago», RCDI, 1987, I, p. 372; BERCOVITZ Y RODRÍGUEZ CANO, R./
VALLADARES RASCÓN, E.: En Comentarios al Código Civil y Compilaciones Forales (art.
1.162 C. c), dir. por M. ALBALADEJO y S. DÍAZ ALABART, t. XVI, vol. 1, 2a ed., Madrid,
186
1991, p. 92; DÍEZ-PICAZO, L.: Fundamentos del Derecho civil patrimonial, t. II, 5a ed.,
Madrid, 1996, p. 493.
44
Dejando a un lado los antecedentes remotos de la institución en el Derecho
romano, para lo que nos remitimos a lo expuesto en el capítulo correspondiente, es preciso
recordar aquí lo dispuesto en la ley 5, título 14 de la Partida 5, a tenor de la cual «si
prestasse v'n orne a otro dineros, e rescibiesse la promission del en esta guisa:
Prometedesme, que me dedes estos marauedis que vos presto, a mi, o fulan, nombrándolo
señaladamente; si los marauedis paga al otro a quien señalo quel pagasse, también es quito
del debdo come si los pagasse a el mismo».
45
En este sentido, CRISTÓBAL MONTES, A.: Op. cit., p. 371; MORENO MARTÍNEZ, J.
A.: El pago al tercero en utilidad del acreedor (Análisis del art. 1.163, 2 del Código civil),
Alicante, 1992, p. 19.
46
HERNÁNDEZ GIL, A.: Op. cit., p. 299; PASCUAL ESTEVILL, L.: El pago,
Barcelona, 1986, p. 162; BERCOVITZ Y RODRÍGUEZ CANO, R./ VALLADARES RASCÓN, E.:
187
Op. cit., p. 66; DÍEZ-PICAZO, L.: Fundamentos... , t. II, cit., p. 493; STS de 28 de
diciembre de 1994 (JC 1994, núm. 1179).
47
GARCÍA GOYENA, F.: Op. cit., p. 591.
48
Son, sin embargo, muchos los que equiparan la figura del contrato impropio a
favor de tercero con la del adjectus solutionis causa, y ello partiendo de la errónea
creencia de que la figura del adjectus vincula al deudor, que no podrá ya liberarse pagando
al acreedor. Así, SCHLESINGER, P.: 11 pagamento..., cit., pp. 73 y ss.; M A J E L L O , U.:
L'interesse..., cit., p. 48. Entre nosotros, OSSORIO MORALES, J.: «Comentario a la STS de 9
de diciembre de 1940», RGLJ, 1941, p. 249; ROCA SASTRE, R. M./ PUIG BRUTAU, J.:
«Estipulaciones en favor de tercero», cit., pp. 211-212; CASTÁN TOBEÑAS, J.: Derecho
civil español común y foral, t. III, 12a ed., por G. GARCÍA CANTERO, Madrid, 1978, p. 608;
MARTÍN BERNAL, J. M.: La estipulación..., cit., pp. 271-272. Semejante concepción lleva
consigo, no ya sólo desconocer los orígenes de la institución, sino privar al tráfico jurídico
de una importante herramienta para facilitar el pago.
49
Esta esencial diferencia respecto del contrato a favor de tercero ha sido puesta de
relieve en numerosas ocasiones, vid. DEMOLOMBE, Ch.: Op. cit., pp. 227-228; HELLWIG,
K.: Die Vertráge..., cit., pp. 72 y ss.; VON TUHR, A.: Tratado de las obligaciones, t. II, cit.,
p. 196, nota 1; VAZ SERRA, A.: «Contratos a favor de terceiro. Contratos de prestcao por
terceiro», BMJ, 1956, p. 45; BIONDI, B.: Le donazioni, en Tratt. Vassalli, vol. XII, t. IV,
Torino, 1961, p. 954; GOTTWALD, P.: Op. cit., p. 1277; BAYER, W.: Op. cit., pp. 129-130.
Pero quizá fuera VON GIERKE quien con mayor claridad expresara esta idea, al decir que
cuando el deudor simplemente puede realizar la prestación a un tercero, sin estar obligado
a ello («wenn der Schuldner an den Dritten nur leisten kann, nicht leisten solí») no
estamos en absoluto ante un contrato a favor de tercero sino ante la figura de un adjectus
solutionisgratia (Deutsches Privatrecht, t. III, cit., p. 379, nota 5).
50
MESSINEO, F.: // contralto in genere, cit., pp. 164-165.
188
189
Este supuesto podría ser considerado como una delegatio solvendi. Así lo
entiende GETE ALONSO, M. C: En PUIG FERRIOL, Ll. y otros: Manual de Derecho Civil, t.
II, Madrid, 1996, p. 381. Apunta en esta dirección BETTI que «la indicación de pago está
prevista y disciplinada por el Código civil (el italiano, claro está) en el artículo 1.269 bajo
la denominación de "delegación de pago"...» {Teoría general de las obligaciones, t. II,
trad. por J. L. DE LOS Mozos, Madrid, 1970, p. 296). Semejante equiparación no da cuenta
sin embargo de la separación que el propio Códice realiza entre indicazione y la
delegazione di pagamento. Respecto de la primera, el artículo 1.188 dispone que el deudor
debe realizar la prestación a la persona indicada por el acreedor, luego está obligado a ello,
mientras que en la delegación de pago, regulada en el artículo 1.269, «il terzo delegato per
eseguire il pagamento non é tenuto ad accettare l'incarico, anorché sia debitore del
delegante». La objeción podría superarse considerando que la indicación de pago no es en
realidad sino una modalidad de delegatio solvendi caracterizada por el hecho de que el
delegado es deudor del delegante y existe a su vez una identidad entre la prestación que
aquél adeuda y la que éste ordena efectuar al delegatario.
54
Ésta es, por lo demás, la solución consagrada en el artículo 771 del Código civil
portugués según el cual «el deudor no está obligado a satisfacer la prestación al
representante voluntario del acreedor ni a la persona por éste autorizada para recibirlo, si
no existiese un acuerdo en este sentido».
55
Como mandato lo califican, entre otros, BOLZE, Ch.: «Réflexions sur la cession
de dette en droit privé francais», en Mélanges Guy Flattet, Lausanne, 1985, p. 13;
MALAURIE, Ph./ AYNÉS, L.: Op. cit., p. 753.
56
MAJELLO, U.: L'interesse..., cit., p. 45; BERCOVITZ Y RODRÍGUEZ CANO,-R./
VALLADARES RASCÓN, E.: En Comentarios al Código civil... (art. 1.162 C. c ) , cit., p. 80.
190
57
A juicio de SCHLESINGER lo único que diferencia al indicatario respecto del
representante del acreedor es la distinta dirección que asume la declaración autorizativa
del acreedor: en la hipótesis de la indicación de pago, el acreedor indica al propio deudor
el sujeto al que podrá o deberá efectuar el pago, mientras que en el caso de la
representación aquella declaración tiene como destinatario al futuro representante, al que
se conoce como procuratore all'incaso (II pagamento al terzo, cit., p. 63). Pero no es ésta
realmente la única diferencia, puesto que, como pone de relieve Di MAJO, el representante
no está tan sólo legitimado para recibir el pago sino para exigirlo, cosa que no podrá hacer
el indicatario (Dell'adempimento in genérale, en Commentario Scialoja-Branca, Bologna-
Roma, 1994, p. 249).
191
192
pueden resultar afectados por sus efectos . Desde este punto de vista, puede
decirse que el principio de relatividad se presenta como la vertiente negativa
de aquel otro de la libertad contractual. La filosofía voluntarista no haría
sino confirmar esta conclusión, al considerar que la máxima garantía de
justicia reside en la autodeterminación de la voluntad por los propios
interesados (qui dit contracíuel, dit juste).
193
194
concepciones de las que en cualquier caso nos ocupamos en otros momentos de nuestra
exposición.
66
Vid., BESELER, G.: Die Lehre von den Erbvertragen, t. II, cit., p. 75; Id.:
System..., t. I, cit., p. 411; VON WÁCHTER, C. G.: Pandekten, t. II, cit., p. 390. En Italia
esta tesis fue sostenida por MANENTL C : «La stipulazione...», cit., p. 303.
67
GAREIS, C : Op. cit., p. 46.
195
6ii
BUSCH, F. B.: Op. cit., p. 34.
69
El fiscal prusiano Julius Hermán VON KIRCHMANN en una célebre conferencia
pronunciada en Berlín en el año 1847 informaba ya de los problemas que la construcción
del Código prusiano había planteado a la doctrina y a la jurisprudencia en este caso
196
Según esta construcción, del contrato nace un vínculo entre las partes
contratantes, esto es, entre promitente y estipulante, pero al mismo tiempo y
por medio de la estipulación, este último ofrecería al tercero el beneficio que
él mismo había adquirido del contrato. Con la aceptación del beneficiario se
perfecciona de este modo un nuevo contrato entre éste y el estipulante,
contrato del cual aquél deriva su derecho. Este sencillo razonamiento, que
hunde sus raíces en el pensamiento de Hugo GROCIO, sedujo durante mucho
tiempo a la doctrina, encontrando su máxima expresión entre los autores
franceses e italianos del siglo XIX72.
197
3
F.: Ibid., p. 647.
LAURENT,
74
En palabras del ilustre civilista belga «no existe acción sin un vínculo personal
del deudor, y el promitente se ha obligado frente al estipulante, no frente al tercero» {ibid.
loe. cit.).
198
directa contra este último . Es por ello que esta construcción sea conocida
también como la «teoría de la cesión».
75
DEMOLOMBE, Ch.: Op. cit., p. 231; DURANTON, A.: Op. cit., p. 167.
76
Encontramos un claro ejemplo en FOSSE, E.: Des assurances sur la vie dans
leurs rapports avec le Droit civil, th., París, 1878, p. 194 y ss. Parte de este autor de
calificar el seguro de vida como una oferta de liberalidad que el asegurado hace la tercero
beneficiario, para extraer de ahí todas sus consecuencias.
" Estas razones llevaron a introducir ciertos paliativos a esta construcción que
pretendían superar sus graves inconvenientes prácticos. Así algunos autores alemanes,
como STRIPPELMANN y ZAUN, aludirán a la idea de una cesión implícita (stillschweigende
199
Cession) que tendría lugar en el momento del contrato sin necesidad de una aceptación
expresa del beneficiario. De esta manera se podía explicar que el tercero adquiriera el
derecho aun sin haber manifestado su aceptación en vida del estipulante, pero no la
procedencia de ese derecho, que seguía estando en la persona de este último. Sobre esta
construcción pueden verse las observaciones de WINDSCHEID, B.: Op. cit., p. 229.
Por su parte, la jurisprudencia francesa, que hasta bien entrado el siglo XIX se
había decantado, aunque no expresamente, por la concepción que hemos convenido en
calificar como «teoría la oferta del estipulante», introduciría ciertas correcciones a la
misma con el fin de dotar a la figura de la efectividad reclamada por las exigencias del
tráfico jurídico. La Cour de Cassation vino a decir, primero, que la aceptación podía tener
lugar incluso tras la muerte del estipulante y, segundo, que sus efectos se retrotraerían al
momento de la celebración del contrato. Pero aunque bienintencionados, ambos remedios
eran del todo punto incompatibles con la naturaleza jurídica de la oferta contractual, por lo
que pronto habría de buscarse otra explicación al derecho del tercero.
78
THALLER, E.: «Nota a Besancon 2 de marzo de 1887», D. P., 1888, II, pp. 1-4.
79
Estamos, afirma THALLER, ante un contrato de do ut facías: «yo le pago las
primas para que usted proponga a X, cuando yo ya no viva, que aceepte esas primas
capitalizadas» (ibid., p. 3).
200
80
BAUDRY-LACANTINERIE, G./ BARDE, L.: Op. cit., p. 206.
81
THALLER, E.: Loe. ul. cit.
82
KORY, E. (jr.): Lebensversicherung une! Vertrag zugunsten Dritter, Basel, 1932,
p. 42.
83
DE BUEN, D.: «La estipulación a favor de tercero», RGLJ, t. 142, 1923, p. 211.
Ésta es por lo demás la solución que según este autor habría consagrado nuestro Código
civil en el artículo 1.257 (ibid., pp. 222 y 227), consideración que basa fundamentalmente
en el hecho de que dicho precepto, al igual que hace su precedente el artículo 1.121
francés, hagan depender la irrevocabilidad de la estipulación de la aceptación que el
beneficiario haga al obligado, el promitente.
201
derecho sea trasmitido por el tercero a sus herederos si muere antes de haber
aceptado.
Por lo demás, puede hacerse a ésta el mismo reproche que a las dos
variantes anteriores, y es que descompone la operación en dos convenciones:
la primera, perfecta por el concurso de la voluntad de estipulante y
promitente, que quedan inmediatamente vinculados; la segunda, que no es
todavía más que una oferta que el tercero debe aceptar para que nazca un
vínculo jurídico. Nada más lejos de la voluntad de las partes, que buscan
hacer que el tercero adquiera un derecho derivado precisamente del contrato
que ellas celebran y no de otro posterior84.
84
WINDSCHEID, B.: Lehrbuch des Pandectenrechts, t. II, cit., p. 228.
85
De esta opinión participan BUGNET: Op. cit., p. 35, n. 2; DEMANTE, A. M./
COLMETDE SANTERRE, E.: Op. cit., p. 41; DEMOLOMBE, Ch.: Op. cit., pp. 211 y ss. Aunque
limitándose a la posición del beneficiario en el contrato de seguro de vida a favor de
tercero ésta será la postura sostenida también por J. -E. LABBÉ en sendas notas a Cass,' 7 y
12 de febrero y 28 de marzo 1877 (S, 1877, I. pp. 393 y ss.) y a C. Douai 14 de febrero
202
1887 [S, 1888, II, pp. 49 y ss.). La misma idea había sido ya apuntada por algunos autores
alemanes de principios del XIX, que, como ha puesto de manifiesto BUSCH (op. cit., pp. 8
y ss.), negando la validez del contrato a favor de tercero, encontraron en la gestión
representativa una explicación a la creciente admisibilidad jurisprudencial de la figura. En
este sentido, vid. VON SAVIGNY, F. C: Op. cit., p. 84; VON VANGEROW, K. A.: Lehrbuch
der Pandekten, t. III, Marburg-Leipzig, 1869, p. 296. Acerca de la influencia de esta
doctrina sobre los jurisconsultos argentinos, vid., TORINIO, E. (dir.): Contratos a favor de
terceros. Curso de Derecho civil (año 1932), Buenos Aires, 1934, pp. 12 y ss., 165 y ss.
También entre nosotros la teoría de la gestión de negocios ha encontrado sus defensores,
como MIGUEL TRAVIESAS, M.: «La gestión de negocios», RDP, 1919, p. 141 y, más tarde,
NART FERNÁNDEZ, I.: «Notas sobre los contratos a favor de tercero», A. A. M. N., 1950,
passim, pero espec. pp. 449 y ss., donde tras analizar los más importantes supuestos
tradicionalmente considerados como contrato a favor de tercero (contrato de transporte con
tercero destinatario, seguro de vida, asunción de deuda ajena), concluye que todos ellos
«se resuelven en un enmascaramiento de una institución tan vieja y tan nueva como la
gestión de negocios».
86
En relación con el contrato de seguro de vida, donde estos problemas habían
aparecido, dirá LABBÉ que «el resultado obtenido por la vía del seguro contratado por una
persona en nombre propio y para ella misma con oferta a un tercero del derecho frente al
asegurador, no da plena satisfacción, si se respeta la lógica, a los intereses de la familia a
cuya protección está dirigido el contrato de seguro. Buscamos si por otra vía podemos
llegar a considerar el capital asegurado a favor de tercero como extraño al patrimonio del
estipulante y por tanto ajeno a la sucesión. Sí, creemos que es posible llegar a ese
resultado. Para ello es necesario hacer del tercero llamado al beneficio del contrato, el
verdadero asegurado, aquél a nombre de quien se ha contratado el seguro y hacer del
estipulante un simple gestor de negocios» (S. 1877. II, p. 394).
203
204
DEMOLOMBE, Ch.: Op. cit., pp. 211 y ss. No es otra la idea que parece guiar a
PACCHIONI cuando escribe que «frente a una estipulación hecha en favor de tercero deberá
buscar el juez, ante todo, si esa estipulación puede ser considerada como hecha a nombre
del tercero; después de haberse convencido de eso, deberá averiguar si el acto de contratar
por parte del estipulante puede ser considerado en relación con el tercero como un utiliter
coeptum. Y cuando ambas averiguaciones le conduzcan a un resultado afirmativo, deberá
reconocer que el tercero tiene un derecho a obrar contra el promitente; cuando sólo sea
afirmativo el resultado de la primera, deberá reconocer que el derecho del tercero depende
de un acto suyo de ratificación» (Los contratos..., cit., pp. 242-243).
90
La misma idea de convalidación demuestra que la confusión entre ambas figuras
no fue en estos autores tan absoluta como muchas veces se afirma. Sólo así se explica que
acudan a la gestión de negocios para salvar un acto que a priori debiera ser considerado
nulo. El error fue buscar entre ambas figuras un parentesco mayor al que realmente tienen,
con el fin de poder aplicar a la una el régimen de la otra. Si se nos permite rescatar la
expresión usada por SCHLOSSMANN (Die Lehre von der Stellvertretung insbesondere bei
obligatorischen Vertrügen, Leipzig, 1900, p. 57), se vio en ellas «un par de gemelos»
cuando en realidad estaríamos más bien ante «primos lejanos», entre los que se aprecia un
cierto parecido de familia pero donde también son tantos los rasgos distintivos que es
imposible confundirlos. En el fondo de esta construcción gravita sin duda la prohibición de
la estipulación a favor de tercero y la práctica creciente que tendía a admitir su validez.
205
91
Cfr. COLAS ESCANDÓN, A. Ma.: La ratificación, Granada, 2000, pp. 240 y ss.
92
Sobre este argumento, aunque referido al Proyecto de GARCÍA GOYENA, pueden
verse las observaciones de TORINO, E. (dir.): Op. cit., pp. 183-184.
93
El propio LABBÉ, que pretendía fundar la acción del beneficiario del contrato de
seguro de vida en la idea de gestión de negocios, tuvo que reconocer que la teoría que él
mismo propone no sirve para explicar los casos en los que el asegurado se reserva la
facultad de sustituir la persona del beneficiario o de hacer suyo el capital («Nota a la
sentencia de la Cour d'Appel de Paris de 1 de agosto de 1879», S., 1880, II, p. 249).
94
Responde NART FERNÁNDEZ que esto no debe ser necesariamente así en la
gestión representativa o «negotiorum susceptio» del artículo 1.259, donde al igual que el
206
207
Por todas estas razones se ha dicho que la teoría que nos ocupa
minimiza la posición del estipulante100, ya que éste desempeña en el contrato
a favor de tercero un papel mucho más destacado que el de un simple
representante, primero, porque no sólo participa en su formación sino que es
parte de la relación contractual, asumiendo derechos y obligaciones, y,
segundo, porque es en las relaciones entre estipulante y tercero donde debe
buscarse la causa de la atribución patrimonial que este último recibe 101 . El
régimen de la gestión de negocios representativa es por lo tanto inadecuado
para dar respuesta a las necesidades derivadas del contrato con estipulación a
favor de tercero.
FLATTET, G.: Les contrats pour le compte d'autrui, th., Paris, 1950, pp. 145-146
y 151.
98
CALASTRENG, S.: Op. cit., p. 213.
99
MIGUEL TRAVIESAS, M.: «La representación voluntaria», RDP, 1902, pp. 206-
207.
100
JOSSERAND, L.: Cours...,t. II, cit., p. 171; MARTY, G./RAYNAUD, P.: Op. cit., p.
308.
101
Para salvar estas objeciones se ha pretendido presentar el contrato a favor de
tercero como un negocio complejo, un «negotium mixtum cum gestionem contractum» dice
NART FERNÁNDEZ (op. cit., p. 486), donde el estipulante actúa como gestor a la hora de
hacer que el promitente se obligue frente al beneficiario pero que lo hace en nombre y por
cuenta propia en relación con los restantes derechos y deberes derivados del negocio.
Ahora bien, un único contrato no puede haber sido celebrado parte en nombre propio y
parte en nombre de otra persona. Además, aquél subterfugio permitiría salvar la relación
personal que une a promitente y estipulante y que justifica las obligaciones que
generalmente aquél asume frente a éste, pero no impediría que el estipulante pudiese
después dirigirse frente al beneficiario en cuanto aquellas obligaciones son, sin duda,
gastos necesariamente derivados del beneficio atribuido al tercero, con lo que se estaría
desnaturalizando la figura del contrato a favor de tercero.
208
209
105
Los intentos de explicar el mecanismo atributivo del derecho del tercero
acudiendo al recurso de la declaración unilateral de voluntad como fuente creadora de
obligaciones nacen Alemania con la ya mencionada obra de SIEGEL, que habla de
Schuldversprechen zu fremden Hunden (op. cit., pp. 142 y ss). Las ideas de este autor serán
retomadas por WORMS {op. cit., pp. 98 y ss.), teniendo buena acogida en la doctrina
francesa inmediatamente posterior. Entre otros, vid., CHAMPEAU, E.: La stipulation pour
autrui, th., Paris, 1893, pp. 107-111; BAUDRY-LACANTINERIE, G./ BARDE, L.: Op. cit., pp.
209-210; DEMOGUE, R.: Traite..., cit., p. 190; JOSSERAND, L.: Cours..., t. II, cit., p. 171.
Henri CAPITANT, que estudia la materia desde el punto de vista de la causa, también
participa de esta idea (De la cause des obligations, 3 a ed., Paris, 1927, pp. 79-80).
Obsérvese sin embargo, cómo, de la mano de Juillot DE LA MORANDIÉRE, esta tesis
desaparece de las ediciones posteriores del Cours élémentaire de Droit civil /raneáis de
COLÍN y CAPITANT. Aún hoy, defienden la teoía de la declaración unilateral STARCK, B./
ROLAND, H./ BOYER, L.: Op. cit., p. 546; NICOLÁS, V.: Essai d'une nouvelle analyse du
contrat d'assurance, Paris, 1996, pp. 183 y ss. En la doctrina española estas ideas parecen
haber seducido a MIGUEL TRAVIESAS, ML: «La representación y otras instituciones afines»,
RDP, 1923, p. 51 y aún con mayor fuerza a MARTÍN BERNAL, J. M.: La estipulación..., cit..
pp. 224-230.
106
No debemos olvidar que ésta era la solución que tan sólo dos años antes de la
aparición de la obra de SIEGEL, había propuesto UNGER como la única posible para el
Derecho germánico (op. cit., p. 64) y que estas ideas habían calado profundamente entre la
doctrina de su tiempo.
210
10/
Esta es la línea que han seguido algunos de los Códigos más recientes como el
alemán (§§. 657-661), el italiano (arts. 1.987-1991) o el suizo de obligaciones (art. 8),
donde se reconoce excepcionalmente la fuerza vinculante de la declaración unilateral de
voluntad en determinados supuestos como la promesa de recompensa o el concurso con
premio. Nuestro Código civil, siguiendo una vez más al francés, no regula expresamente la
cuestión, por lo que la doctrina española se encuentra dividida entre quienes niegan a la
declaración unilateral de voluntad toda fuerza vinculante y los que reclaman su
reconocimiento como fuente de obligaciones en aquellos supuestos excepcionales en los
que ésta contaría con un cierto reconocimiento social, como son la promesa pública de
recompensa o el concurso con premio. La jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo no
es de gran ayuda para resolver la cuestión. De entre la abundante literatura que el tema ha
generado en nuestra doctrina puede verse ROCA SASTRE, R. Ma./ PUIG BRUTAU, J.: «La
voluntad unilateral como fuente de obligaciones», en Estudios de Derecho privado, t. I,
Madrid, 1948, pp. 199 y ss.; DÍEZ-PICAZO, L.: «Las declaraciones unilaterales de voluntad
como fuente de obligaciones y la juriprudencia del Tribunal Supremo. (En torno a la
sentencia de 3 de febrero de 1973)», ADC, 1974, pp. 456 y ss.; LALAGUNA DOMÍNGUEZ, E.:
«La voluntad unilateral como fuente de obligaciones», RDP, 1975, pp. 799-827;
ALBALADEJO GARCÍA, M.: «La jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre la voluntad
unilateral como fuente de obligaciones», RDP, 1977, pp. 3 y ss.; SALVADOR CODERCH, P.:
«Promesas y contratos unilaterales: sobre la necesidad de aceptación cuando media una
justa causa», RDP, 1978, pp. 661 y ss.; MARTÍNEZ DE AGUIRRE Y ALDAZ, C : La promesa
pública de recompensa, Barcelona, 1985.
108
JOSSERAND, L.: Cours..., t. II, cit., p. 173.
211
109
LAMBERT, E.: Op. cit. (Droit frangais), p. 57.
110
PLANIOL, M./ RIPERT, G.: Op. cit., p. 458; LARROUMET,Ch.: Droit civil, t. III,
cit.,p. 913.
111
En el manual de STARCK, ROLAND y BOYER leemos aun hoy que «...entre las
distintas cláusulas de este contrato entre estipulante y promitente, hay una en virtud de la
cual el promitente se obliga unilateralmente a favor del beneficiario » (op. cit., p. 546) y
recientemente otra autora francesa, Véronique NICOLÁS, ha apoyado la tesis de la
declaración unilateral de voluntad diciendo que «lo importante en cualquier relación
contractual no es tanto el saber qué sujeto de derecho ha querido participar en su
formación sino conocer al deudor de las obligaciones», para concluir que «del lado del
tercero, una persona se obliga frente a él, poco importa quien y porqué» (op. cit., pp. 184-
186).
212
112
HERNÁNDEZ GIL, A.: Op. cit., pp. 251-252.
113
SALEILLES, R.: Op. cit., p. 272; GAUDEMET, E.: Op. cit., p. 249; MESSINEO, F.:
Dottrina genérale..., cit., p. 406.
114
WORMS, R.: Op. cit., p. 116 ;
CHAMPEAU, E.: Op. cit. (Droit frangais), p. 108;
BAUDRY-LACANTINERIE, G./ BARDE. L.: Op. cit., p. 210; NICOLÁS. V.: Op. cit., p. 186.
213
3.5. Recapitulación
115
No podemos olvidar que tanto SIEGEL como WORMS más que buscar la
justificación de la adquisición del derecho del beneficiario por medio de la declaración
unilateral de voluntad, lo que pretendían era justificar el carácter vinculante de la
declaración unilateral de voluntad con ayuda del resultado práctico reconocido por la
jurisprudencia y por la doctrina predominante en relación con la estipulación a favor de
tercero. Ese interesado propósito es el que les llevó a acudir a dar un complicado rodeo
cuando tenían ante sí un camino mucho mas corto y sencillo: reconocer que el derecho del
tercero nacía directamente del contrato. Resulta asimismo significativo observar cómo en
aquellos países cuyos Códigos han reconocido fuerza vinculante a la declaración unilateral
de voluntad ningún autor sostiene ya que deba acudirse a ella para explicar la figura del
contrato a favor de tercero.
214
116
JV BILLIAU, M./ JAMIN, CH.: «La stipulation pour autrui», cit., p. 394.
GHESTIN,
117
De forma concluyente escribe WEILL que «la estipulación a favor de tercero es
una excepción a la relatividad de las convenciones; una excepción se constata, es inútil
relacionarla con otro tipo jurídico... Una excepción que no puede ser explicada por una
identificación con otras categorías, no necesita ser justificada sino por su utilidad y su fin
práctico» {op. cit., pp. 700-701). En sentido análogo se pronuncian, entre otros,
ENNECCERUS, L./ LEHMANN, H.: Op. cit., p. 131; FLOUR, J./ AUBERT, J. L.: Op. cit., p.
353; MAZEAUD, H./ MAZEAUD, L./ MAZEAUD, J.: Op. cit., p. 923.
118
Resulta cuando menos sorprendente que en el fecha relativamente reciente
continuara afirmando nuestro Tribunal Supremo que «la teoría de los contratos a favor de
tercero, todavía en elaboración por la doctrina y por la jurisprudencia, con más raigambre
en el derecho germánico que en el romano, se debate para su fundamentación en las
diversas teorías sobre la oferta, la gestión de negocios, la de la creación directa del
derecho del tercero, que es la más admitida...» (STS de 18 de diciembre de 1964, RJA
1964/5894).
119
No creemos que la supresión de la preposición «sin embargo», que servía como
enlace entre ambos párrafos en el correlativo art. 977 del Proyecto de 1851, sea otra cosa
que una simple corrección de estilo. Ello no obstante. Mucius SCAEVOLA, siguiendo los
postulados de la teoría de la oferta, afirmaría que «el párrafo segundo del art. 1.257 no
215
constituye una excepción de la doctrina del primero, sino la mera regulación de un caso
especial. Si la estipulación entre partes relativa á una persona extraña al contrato sólo
produce efecto en cuanto á ella por la aceptación de lo estipulado, ipso fado se transforma
en parte interesada, refundiéndose el caso en el general del párrafo primero del precepto»
{Código civil comentado y concordado extensamente, t. XX. Madrid, 1904, p. 556).
216
217
218
125
BELTRÁN DE HEREDIA, J.: La renta vitalicia, Madrid, 1963, p. 223.
126
GONZÁLEZ PACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 378. Puede verse esta misma idea en
RlEG, A.: Le role de la volonté dans l'acte juridique en Droit civil frangais et allemand,
Paris, 1961, p. 456 y recientemente, también entre nosotros, PÉREZ CONESA, C : Op. cit.,
pp. 84-85.
219
127
KÓTZ, H.: Rights ofThird Parties. Third Party Beneficiarles and Assignement,
en International Encyclopedia of Comparative Law, vol. VII, Chap. 13, Tübingen-
Dordrecht-Boston-Lancaster, 1992, p. 18.
220
221
CAPITULO CUARTO
PRESUPUESTOS ESTRUCTURALES
1
Algunos Ordenamientos extranjeros así lo han consagrado expresamente, vid., §
328 II BGB, art. 112 II OR, § 881 II ABGB, art. 411 C. c. griego de 1940 y el § 312 del
segundo Restatement on Contraéis norteamericano.
222
2
La cita de la doctrina, tanto nacional como extranjera, que hace referencia a este
requisito como presupuesto ineludible de la figura sería interminable, por lo que a título
meramente ejemplificativo puede verse MESSINEO, F.: // contralto in genere, cit., pp. 132-
133; DISTASO, N.: 1 contratti in genérale, vol. III. cit., p. 1791; SANTINI, G.: «L'intenzione
delle parti...», cit., cois. 437 y ss., que ha destacado el papel determinante que la voluntad
de los contratantes juega en la atribución del derecho del tercero; MAJELLO, U.: VOZ
«Contralto...», cit., p. 242; LARROUMET, Ch.: Les opérations juridiques..., cit., p. 343;
BONET RAMÓN, F.: «LOS contratos...», cit., p. 215. Mención aparte merece la doctrina
alemana, que, como veremos, con apoyo en una realidad legislativa bien distinta ha podido
superar fácilmente esta concepción.
3
DÍEZ-PICAZO, L.: Fundamentos.., t. I, cit., p. 436. Así, la STS de 7 de junio de
1976 afirma expresamente que «no es necesario que la estipulación a favor de tercero, a
que se refiere el artículo 1.257 del Código civil aparezca explícita» (JC 1976, núm. 181).
La de 6 de febrero de 1989 (JC 1989, núm. 78) dispone que, a falta de una disposición
expresa, habrá que acudir a una interpretación sitemática, aunque en el caso de autos no se
apreció la voluntad de atribuir un derecho al beneficiario. Parecidas afirmaciones
encontramos para el Derecho francés en TCHENDJOU, M.: Op. cit., pp. 25 y ss.;
re
LARROUMET, Ch.: Droit civil, t. 3, cit., p. 916, nota 1; Cass. civ. l ., 10 de julio 1995 (D.
1995. IR, 205; JCP 1995, IV, 2227).
223
4
OSSORIO MORALES, J.: «Notas...», cit., p. 1099. Las SSTS de 5 de febrero de
1901 (JC 1901, núm. 29), 1 de febrero de 1941 (RJA 1941/ 133), hablan de la necesidad de
que haya una estipulación «concreta» a favor de tercero o de que ésta haya sido «clara y
concretamente expresada». Vid. también la STS (Social) de 27 de junio de 1946 (RJA
1946/957 bis).
5
Éste no es ciertamente el sentido riguroso de la expresión subrayada, si bien es
cierto que el propio Código civil parece partir de él en muchas ocasiones (vid., entre otros,
los artículos 1.100-2, 1.132-1, 1.153, 1.158-2, 1.169, 1.508, 1.550, 1.610, 1.755, 1.767-1, y
sobre todo la interpretación que de ellos ha hecho la jurisprudencia en relación al tema que
ahora nos ocupa).
6 a
ALBALADEJO, M.: Derecho civil, t. I, vol. 2, 14 ed., Barcelona, 1996, p. 165.
7
La declaración expresa, afirma SCHLESINGER, viene relacionada con un «hecho
del lenguaje», entendiendo por tal cualquier sistema de símbolos -gráficos, fónicos o
mímicos- cuya combinación es idónea según las reglas naturales o convencionales para
representar un cierto significado [Voz «Dichiarazione (teoria genérale)», en Ene. dir., t.
XII, Milano, 1964, p. 373].
224
8
Así lo entiende LASARTE ÁLVAREZ, C : Principios de Derecho civil, t. I, 5a ed.,
Madrid, 1996, p. 460.
9 a
DÍEZ-PICAZO, L./ GULLÓN, A.: Instituciones de Derecho civil, vol. 1/ 1, 2 ed.,
Madrid, 1998, p. 310.
10
La jurisprudencia del Tribunal Supremo ha considerado en numerosas ocasiones
el silencio como manifestación de una voluntad tácita cuando quien procediendo de buena
fe debió hablar y no habló. Es muy clara en este sentido la sentencia de 22 de noviembre
de 1994 cuando afirma que es «cierto que normalmente el silencio no puede valer como
declaración de voluntad, pero no lo es menos que tiene la asignación jurídica de
asentimiento o conformidad cuando el que calla tenga la obligación de contestar o cuando
sea normal que se manifieste el disentimiento si no se quiere aprobar el hecho de que se
tiene conocimiento» (JC 1994, núm. 1046).
11
Tácita, reza el artículo 999 del Código civil en relación con la aceptación
hereditaria, es la que se hace por actos que suponen necesariamente la voluntad de aceptar,
o que no habría derecho a ejecutar sino con la cualidad de heredero.
225
12
A esta distinción ha prestado particular atención la doctrina francesa, y
especialmente AUBERT, J. -L.: Notions et roles de l'offre et de l'acceptation dcrns la
formation du contrat, Paris, 1970, pp. 280 y ss. No obstante, a diferencia de la tesis
sostenida en el texto, parte este autor de una concepción puramente objetiva de la
distinción entre voluntad expresa y tácita.
13
En efecto, debemos considerar tácita la voluntad que proviene de una declaración
cuando esta no está directamente dirigida a la expresión de esa voluntad. Tomando un
ejemplo de ALBALADEJO, si A pide un préstamo a B y éste le escribe diciendo que ingrese
en su cuenta corriente por adelantado el seis por ciento del interés del primer año, revela
sin duda su voluntad de prestar. Por ello dice GIAMPICCOLO que el criterio diferenciador
«prescinde de la composición morfológica del hecho significante» («Note sul
comportamento concludente», RTDPC, 1961, p. 782).
14
A. A. -L.: La stipulation pour autrui. Etude historique et analytique
BALDAWI,
spécialement en Droit suisse et francais, th., Genéve, 1954, p. 31; GoNZENBACH, R.: En
Kommenlar zum Schweizerischen Privatrecht. Obligationenrecht (art. 112 OR), t. I. dir.
226
227
llamada a producir sus efectos. De este modo ha entendido de manera reiterada el Tribunal
Supremos, que «no es necesario que el tercero esté individualizado en el momento de la
conclusión del contrato, bastando con su determinabilidad, es decir, que existan en la
disposición contractual elementos suficientes para poder determinarlo con posterioridad,
de cualquier modo que sea», vid. SSTS de 10 de diciembre de 1956 (JC 1956, núm. 119),
29 de abril de 1970 (RJA 1970/ 2051; JC 1970, núm. 228), 30 de abril de 1971 (JC 1971,
núm. 238), 7 de julio de 1976 (RJA 1976/ 3441) y 13 de mayo de 1983 (JC 1983, núm.
269) y, recientemente, aunque en claro obiter dictum la de 3 de julio de 1999 (RJA 1999/
4901). Esta cuestión, como tendremos ocasión de ver cuando estudiemos la posición
jurídica del beneficiario, ha sido tradicionalmente muy discutida, sobre todo en el Derecho
francés y en relación con el seguro de vida.
17
Sin embargo, el propio artículo 445 del Código civil luso prevé que el
cumplimiento de la prestación estipulada en interés público pueda ser reclamado por las
autoridades competentes. ANTUNES VÁRELA pone el ejemplo de quien dona unos cuadros
con la carga de mantenerlos expuestos al público (Das obrigaqoes em geral, vol. I, 8a ed.,
Coimbra, 1994, p. 427).
18
Expresamente, el artículo 112, párrafo segundo, del Código suizo de las
obligaciones, dispone que «el tercero o sus herederos podrán reclamar personalmente el
cumplimiento, cuando ésta haya sido la voluntad de las pares o así se desprenda de los
usos».
19
Esta idea se halla especialmente difundida entre la doctrina alemana, vid.
HELLWIG, K.: Die Vertrage..., cit., p. 151; DERNBURG, H.: Op. cit., p. 281; PAPANIKOLAU,
P.: Schlechterfüllung beim Vertrag zugunsten Dritter, Berlín, 1977, p. 25; HEINRICHS, H.:
Op. cit., p. 420. En contra, ENNECCERUS, L./ LEHMANN, H.: Op. cit., p. 135. No olvidemos
que en los trabajos preparatorios del BGB fue expresamente rechazada la inserción de una
presunción general en el sentido de considerar que el tercero tenía derecho a exigir el
cumplimiento de la prestación siempre que el estipulante hubiese actuado movido por una
228
finalidad de asistencia o cuidado del tercero, vid. JAKOBS, H. H./ SCHUBERT, W.: Op. cit.,
p. 513. Una presunción de carácter general recoge en cambio el § 881 II in fine ABGB
cuando dispone que «en caso de duda el tercero adquiere el derecho (a exigir la prestación
del promitente) cuando la prestación deba redundar principalmente en su beneficio». En
Italia es ésta una concepción absolutamente superada, pese a que fuera sostenida aún tras
la entrada en vigor del Código de 1942 por eminentes autores, que creyeron encontrar un
punto de apoyo en el inciso primero del artículo 1.411, a tenor del cual «.salvo pacto en
contrario, el tercero adquiere un derecho contra el promitente por efecto de la
estipulación». Vid,, BARASSI, L.: Op. cit., p. 206; RESCIGNO, P.: «Accollo e contratto a
favore di terzo», cit., p. 46. Aunque en sentido crítico, ésta era la misma interpretación que
hacía PACCHIONI del artículo 269 del Proyecto definitivo que terminó plasmándose en el
artículo 1.411 («El libro de las obligaciones...», cit., p. 480). En fin, entre nosotros esta
opinión ha sido recientemente acogida por PÉREZ CONESA, para quien «cuando el
estipulante se hace prometer la prestación a favor del tercero con el fin de beneficiarle o
cuando aquélla está destinada principalmente en su provecho, se presume que la voluntad
se dirige a otorgarle un derecho inmediato» {op. cit., p. 242).
20
Sin embargo, opina LEONHARD que sí sería legítima la proposición contraria,
esto es, que allí donde el estipulante no tiene ningún interés en la atribución de un derecho
al tercero no puede considerarse a éste titular de un derecho (op. cit., p. 352). De este
modo, si al estipulante le fuera objetivamente indiferente que la prestación sea hecha en su
persona o en la del tercero, y en virtud del principio del favor debitoris, habrá que
entender que éste ha sido designado para facilitar la liberación del deudor y que estamos
por tanto ante un mero adjectus solutionis causa. Así lo entienden, entre otros, HELLWIG,
K.: Die Vertráge..., cit., p. 72; LEITE DE CAMPOS, D.: Contrato..., cit., p. 51.
21
Esta idea parece presidir la sentencia de 5 de febrero de 1901 (JC 1901, núm. 29)
que, al considerar que las Ordenanzas de un gremio declarativas de que serían preferidos
para el ingreso los hijos de los agremiados o, en su defecto, sus parientes más próximos no
contenían una estipulación concreta a favor del sobrino carnal de un agremiado difunto,
venía a decir implícitamente que no basta con la intención de conferir una cierta ventaja
para que podamos hablar de una estipulación en favor de tercero si no se ha querido
atribuir a éste un auténtico derecho de crédito frente al promitente. Expresamente ha sido
acogida por la sentencia de 26 de abril de 1993 (JC 1993, núm. 383), dictada en un
supuesto en el que tres de los socios de una sociedad se habían obligado frente a ésta a
pagar los plazos trimestrales de amortización de un préstamo previamente cedido por otro
de los socios a la sociedad, mediante el ingreso de las cantidades oportunas en las cuentas
229
designadas a tal efecto. Según leemos en la parte dispositiva del fallo «aunque las entregas
dinerarias que aquéllos se obligan a realizar en las citadas cuentas redundasen en beneficio
del actor al disminuir el importe de su deuda frente a la entidad crediticia, ello no supone
que el contrato en base al cual actúa tenga efectos vinculantes para otras personas distintas
que las que en él intervinieron ni que el mismo pueda incardinarse en la figura del contrato
a favor de tercero».
La cuestión ha sido resuelta igualmente por la jurisprudencia norteamericana que
exige no sólo una intención de beneficiar a una tercera persona, aunque sea destinataria de
la prestación, sino que es también necesario el intent to créate a right in the Third Party,
vid. CORBIN, A. L.: Corbin on contraéis, vol. IV, cit., pp. 24 y ss.
22
Este es el sentido que según la doctrina alemana resulta de la confrontación entre
los §§ 329 y 330 BGB, vid. los autores citados en la nota 19.
23
En cuanto a la posibilidad, reconocida por GONZÁLEZ PACANOWSKA (op. cit., p.
387), de que la estipulación provenga de una declaración unilateral de voluntad del
estipulante, creemos que tan sólo será admisible cuando el estipulante se hubiese reservado
previamente tal facultad o le venga ésta atribuida por la ley, como ocurre en el contrato de
seguro de vida (art. 84 LCS). En relación con esta última cuestión, BUTTARO, L.: VOZ
«Assicurazione sulla vita», en Ene. Dir., t. III, Milano, 1958, p. 649-651, ha podido
justificar de este modo la dicción del artículo 1.920 del Código civil italiano a tenor del
cual el beneficiario del seguro de vida adquiere el derecho contra el promitente «por efecto
de la designación» y no «por efecto de la estipulación», como dispone con carácter general
el artículo 1.411 para los contrato a favor de tercero, superando así los recelos iniciales de
la doctrina italiana que había considerado que, cuando el seguro no hubiese sido estipulado
ab origine a favor de un tercero, una designación sucesiva sería inadmisible sin contar con
el consentimiento del asegurador por significar una modificación unilateral del contrato,
230
vid. FANELLI, G.: VOZ «Assicurazione sulla vita», en Noviss. dig. it., vol. I, t. 2, Torino,
1958, pp. 1399 y ss.; COVIELLO, L. (jr.): «L'assicurazione sulla propria vita a favore di
terzo e l'attribuzione per testamento della somma assicurata», Ass., 1952, I, pp. 36-37.
24
Cfr. MAJELLO, U.: L'interesse..., cit., p. 71.
25
MARKESINIS, B. S.: The Germán Law..., cit., p. 271.
26
Es preciso tener en cuenta que la legitimación del tercero frente al promitente se
dirige esencialmente a reforzar la posición del beneficiario frente a este último, pero que
por otro lado limita las facultades del estipulante, que no podrá disponer libremente de la
prestación una vez que el tercero haya manifestado su aceptación. No basta por tanto con
que el estipulante haya tomado en consideración el interés del tercero sino que es preciso
que, en cierta medida, lo haya puesto por delante del suyo propio.
27
Cfr. LARENZ, K.: Lehrbuch..., cit., p. 220; VON AHLEFELDT, F.: Der Vertrag
zugunsten Dritter unter besonderer Berücksichtigung der Rechtsprechung, Diss., Hamburg,
1938, pp. 18-20.
28
En este sentido, la doctrina germana, siguiendo los dictados de la jurisprudencia,
ha apreciado que, cuando una persona contrata en nombre propio la prestación de servicios
médicos para un hijo, un cónyuge u otro familiar, éstos no sólo adquieren el derecho a ser
indemnizados en los casos en los sea infringido un deber de protección, sino que podrá
exigir del médico un adecuado tratamiento conforme al estado de los conocimientos
médicos, vid. HADDING, W.. En Soergel Kommentar... (§ 328), t. II, cit., p. 1561 y
GOTTWALD, P.: Op. cit., p. 1284.
231
29
La Ley 2 1 / 1995 de 6 de julio reguladora de los Viajes Combinados incluye de
hecho dentro del concepto de consumidor o usuario, a cuya protección está destinada, junto
al contratante principal y al cesionario, al beneficiario impropiamente definido como «la
persona física en nombre de la cual el contratante principal se compromete a comprar el
viaje combinado». En realidad, aquél en cuyo nombre se celebra un contrato debe ser
considerado parte, mientras que el beneficiario es un tercero, lo que justifica su
contraposición al contratante principal. Sobre la noción de beneficiario en el contrato de
viaje combinado, vid. las oportunas observaciones de GARCÍA RUBIO, M. P.: La
responsabilidad contractual de las agencias de viaje (en el contrato de viaje combinado),
Madrid, 1999, pp. 132 y ss.
30
URÍA, R.: El seguro marítimo, Barcelona, 1940, p. 46; GARRIGUES, J.: Contrato
de seguro..., cit., p. 72; B R O S E T A P O N T , M.: Manual de Derecho mercantil, 8a ed., Madrid,
1990, p. 508; SÁNCHEZ CALERO, F.: En Ley de Contrato de Seguro. Comentarios a la Ley
50/ 1980 de 8 de octubre y sus modificaciones (art. 7), dir. por F. SÁNCHEZ CALERO,
Pamplona, 1999, p. 154. En Italia, donde, como veremos la consideración del seguro por
cuenta ajena como contrato a favor de tercero ha sido objeto de una profunda crítica, esta
tesis ha sido defendida, entre otros, por DONATI, A.: Trattato del diritto delle assicurazioni
prívate, t. II, Milano, 1954, pp. 80 y ss.; GASPERONI, N.: VOZ «Assicurazione contro i
danni», en Noviss. Dig. it., vol. I, t. 2, Toriono, 1958, p. 1139, FAVARA, U.: «In torno alia
natura giuridica dell'assicurazione per contó altrui», Giust. civ., 1962, I, pp. 951 y ss.;
DISTASO, N.: Op. cit., p. 1815. Menos dudas suscita la cuestión en Francia, donde el
artículo 112-1 del Code des assuranees califica expresamente al seguro por cuenta como
«stipulation pour autrui au profit du bénéficiaire connu ou éventuel de ladite clause»,
terminando de esta forma con las dudas que hasta ese instante habían embargado a la
doctrina, cfr. PlCARD, M.: En Travaux de l'association Henri Capítant pour la culture
juridique francaise, t. VII, Montréal, 1956, p. 275. Pero ha sido curiosamente VENDITTI,
uno de los máximos detractores de esta construcción, quien ha efectuado su mejor
exposición, con cita de abundante doctrina tanto italiana como francesa y alemana, en su
monografía L 'assicurazione di interessi altrui, Napoli, 1961, pp. 38 y ss.
31
Mucho antes de que la Ley de Contrato de Seguro hubiese consagrado que en el -
seguro por cuanta ajena «los derechos que derivan del contrato corresponderán al
asegurado» (art. 7, 3), el Tribunal Supremo había justificado esta desviación del principio
de relatividad acudiendo a la figura regulada en el art. 1.257, párrafo segundo, del Código
civil, en un fallo de 31 de enero 1935 (JC, 1935, núm. 72). Habiéndose obligado una
232
233
cuenta ajena o por cuenta de quien corresponda, sino que tan solo conlleva la necesidad de
que éste coincida con la titularidad del interés asegurado.
34
Partiendo de estas diferencias, pero sobre todo de la disciplina introducida por
los artículos 1.891 y 1.894 del Código de 1942, la doctrina italiana ha sometido esta
construcción a una profunda revisión crítica, al considerar innecesario recurrir a la noción
de contrato a favor de tercero para extraer de ella su régimen jurídico. La contratación por
cuenta ajena se califica como un supuesto especial dentro de la categoría general de la
sustitución, cuya característica esencial, representada por esa escisión de los efectos del
contrato se justifica en la ley y en la propia virtualidad del principio indemnizatorio. FERRI
sería el primero en reconducir la categoría al fenómeno de la representación indirecta pero
sometida a ciertas matizaciones, afirmando que «en el campo del seguro el fenómeno de la
sustitución no puede presentarse en su esquema típico», pues «si de hecho evidentes
exigencias prácticas imponen que el seguro pueda ser contratado por persona diversa del
titular del interés asegurado, sin embargo, para conservar el carácter esencial del seguro y
para impedir que se transforme en una especulación, es necesario que al menos en el
momento funcional sea restablecida aquella relación entre seguro e interés a través del cual
precisamente la función previdencial se garantiza y se realiza» («L'assicurazione per contó
nella teoría dei contratti», en Scritti giuridici in onore della Cedam nel cinquantenario
della sua fondazione, vol. I, Padova, 1953, pp. 317-318), tesis ésta que ha sido después
ampliamente aceptada, vid. VENDITTI, A.: Op. cit., especialmente en las pp. 130 y ss.;
MAJELLO, U.: «Sull'assicurazione per contó altrui», Foro Pad., 1962, col. 1294;
MOSCARINI, L. V.: / negozi..., cit., p. 270; FANELLI, G.: «L'agire in nome altrui, l'agire per
contó altrui o di chi spetta e l'agire a beneficio di terzo nell'assicurazione», Ass., 1973, p.
25; Id.: Voz «Assicurazione contro i danni», en Ene. giur. Treccani, t. III, Roma, 1988, p.
16. Entre nosotros estas mismas ideas han sido acogidas por BERNABÉ GARCÍA-LUENGO,
R.: «Consideraciones sobre el seguro por cuenta ajena», RDM, 1983, pp. 44 y ss.
A la concepción predominante vigente el Código de comercio italiano de 1882, que
consideraba el seguro por cuenta de quien corresponda como un contrato a favor de tercero
de naturaleza especial, se reprocha fundamentalmente que falta en esta modalidad de
seguro el requisito del interés del estipulante al que hace referencia el artículo 1.411 del
vigente Código civil. La diferencia entre ambas categorías vendría así representada por el
hecho de que mientras la estipulación a favor de tercero presupone un interés del
estipulante, el contrato por cuenta ajena responde exclusivamente a la protección del
interés del asegurado. Sin embargo, ambas afirmaciones no son absolutamente
incompatibles, como supone VENDITTI {op. cit., p. 67), pues no olvidemos que también el
contrato a favor de tercero es en esencia un instrumento que permite tutelar intereses
ajenos, constituyendo un claro ejemplo de ello el seguro de vida. Se ha dicho asimismo que
la atribución que el asegurado recibe no encuentra su justificación en su relación con el
tomador del seguro, sino en la titularidad del interés asegurado, o lo que es lo mismo, que
falta la relación de valuta propia de toda estipulación a favor de tercero, lo cual tampoco es
del todo cierto, pues el tomador del seguro actúa en virtud de una obligación precedente
{causa solvendi) o por un ánimo de liberalidad {causa donandi), que en sentido amplio no
siempre ha de ser concebido como donación. Véanse en este sentido las observaciones que
234
235
de seguro a favor de sus hijos, por ejemplo, lo que quiere es que éstos vean
asegurado su porvenir si él fallece pero no piensa en absoluto si las acciones
frente a la compañía en caso de incumplimiento han de corresponder a sus
herederos o al beneficiario.
Así las cosas, resulta lícito preguntarse cómo es posible afirmar que
sólo estamos ante un contrato a favor de tercero en el caso de que los
contratantes hayan querido atribuir a éste un derecho de crédito contra el
promitente, cuando parece evidente que si la cuestión desemboca en un
problema de interpretación -como sostiene la doctrina con la misma
unanimidad que defiende el carácter intencional en la atribución del derecho
del tercero 36 -, no podemos reducir la cuestión a un análisis sobre la voluntad
de los contratantes, pues el intérprete en su tarea de determinar el contenido
de la relación contractual está sometido, como en cualquier otro contrato, a
unos criterios hermenéuticos que le han de llevar más allá de lo realmente
querido por las partes 37 .
Derecho español por F. BONET RAMÓN, Madrid, 1955, pp. 9 y ss. Escribe gráficamente este
último que «jamás ocurre que la intención, la voluntad interna del que celebra un negocio
jurídico, se proponga producir un resultado de derecho. El que entra en un restaurante y
pide una buena comida, el que alquila una casa bonita y bien situada, o pide prestado el
paraguas a un amigo porque llueve, no pretende evidentemente, en su interna voluntad,
adquirir algo simplemente imaginario, el crédito que nace de un contrato de compra o de
arrendamiento, etc., porque eso no le sirve para acallar el hambre ni para habitar la casa o
guarecerse de la lluvia. La voluntad interna del que celebra un negocio jurídico persigue de
ordinario un resultado económico...» (ibid., p. 11).
36
A título meramente ejemplificativo, vid. COLÍN, A./ CAPITANT, H.: Op. cit., p.
546; PÉREZ GONZÁLEZ, B./ ALGUER, J.: Op. cit., p. 182; OSSORIO MORALES. J.:
«Comentario a la Sentencia de 9 de diciembre de 1940», cit., p. 249; VAZ SERRA, A.: Op.
cit., p. 76; LARENZ, K.: Lehrbuch des Schuldrechts, cit., p. 220.
236
RUOPPOLO, G.: «Appunti sul contratto a favore di terzi», Giust. civ., 1966, II,
parte prima, p. 2171-2172.
38
Puede verse este § 412 del Proyecto de 1887 en JAKOBS, H. H./ SCHUBERT, W.:
Op. cit, p. 504.
39
Entre otros, VON GIERKE, O.: Enfwurf..., cit., p.221; LABAND, P.: Op. cit., pp. 39
y ss.; BÁHR, O.: «Entwurf...», cit., pp. 380 y ss. Con tono irónico resumía este autor la
capitulación de los redactores del primer Proyecto de Código civil alemán diciendo que
podría traducirse la regulación propuesta en una sola frase: «Nosotros, el legislador, no
sabemos responder a todas esas preguntas. ¡Juez, haz tú lo que quieras!».
40
JAKOBS, H. H./ SCHUBERT, W.: Op. cit., p. 513.
41
En realidad, la idea de considerar que, en principio, todo contrato en el que se
estipula una prestación a tercero es un contrato a su favor no era nueva. El Proyecto de
Dresden de 1866, en el que se había dejado ya sentir el influjo de la doctrina pandectista,
disponía en su artículo 203, párrafo segundo, que en aquellos supuestos en los que alguien
se hace prometer de otro la realización de una prestación a tercero adquiere este último el
derecho a exigir la prestación, salvo que de una disposición expresa o de las circunstancias
deba extraerse lo contrario («an seiner Stelle kann der Dritte verlangen, dali die Leistung
an ihn erfolge, wenn nicht aus dem Vertrage oder aus den Umstanden erhellt, daC er nicht
befugt sein solle. das Recht aun dem Vertrage für sich gelten zu machen»). Esta opinión,
237
defendida entre otros por BÁHR y PANOFSKY, sería asimismo recogida por VON KÜBEL en
su propuesta inicial ante la Primera Comisión preparatoria encargada de redactar un
proyecto de Código civil alemán. Pero, ante las observaciones de los miembros de la
Comisión, VON KÜBEL modificará esa propuesta inicial para invertir la regla: el tercero
sólo tendrá derecho a exigir el cumplimiento de la prestación cuando así resulte de la
voluntad de las partes contratantes consagrada en el contrato. Puede verse en JAKOBS, H.
H./ SCHUBERT, W.: Op. cit., pp. 490 y ss.
4
" DANZ, E.: Die Forderungsüberweisung, Schudüberweisung und die Vertráge zu
Gunsten Dritter nach gemeinem Recht, Leipzig. 1886. pp. 128-129.
238
in abstracto, a la voluntad que cabe presumir que las partes han tenido
atendiendo a la estructura y función del negocio 44 . No se trata pues de saber
qué es lo que éstas habían querido, sino mas bien qué es lo que habría
decidido un sujeto imaginario en relación con la cuestión que nos ocupa de
haberse encontrado en la posición de los contratantes.
43
Cfr. §§ 280-287 del segundo Proyecto.
44
PACCHIONL G.: LOS contratos..., cit., p. 332.
45
Para una visión general de la cuestión puede verse la fenomenal exposición de
RIEG, A.: «Le role de la volonté dans la formation de Pacte juridique d'aprés les doctrines
allemandes du XIXe siécle», Arch. phil. dr., 1957, pp. 125 y ss.
239
del destinatario (§ 157), razón por la cual considera FLUME que ambos
preceptos se complementan recíprocamente .
46
W.: El negocio jurídico, trad. por J. M. MIQUEL GONZÁLEZ y E. GÓMEZ
FLUME,
CALLE, Madrid, 1998, p. 371.
A
' La misma fórmula sería posteriormente recogida por el § 881-2 ABGB, tras la
reforma de 1911, y por el artículo 411 del Código civil griego de 1940. El párrafo segundo
del artículo 112 del Código suizo de las obligaciones, por su parte, reconoce al
beneficiario el derecho a exigir el cumplimiento de la prestación cuando así se desprenda
de la voluntad de los contratantes o de los usos.
48
RG de 29 de septiembre de 1936 (RGZ 152. pp. 175 y ss.).
240
49
HELLWIG, K.: Die Vertrage..., cit., pp. 148 y ss.; VON GiERKE, O.: Deutsches
Privatsrecht, t. III, cit., p. 393; HECK, Ph.: Grundrifi des Schuldrechts, Tübingen, 1929, p.
145; LEONHARD, F.: Op. cit., p. 351; VON AHLEFELDT, F.: Der Vertrag zugunsten Dritter
unter besonderer Berücksichtigung der Rechtsprechung, Diss., Hamburg, 1938, pp. 7, 14 y
ss.; LARENZ, K.: Lehrbuch des Schuldrechts, t. I, cit., p. 220; GOTTWALD, P.: Op. cit., p.
1282; BAYER, W.: Op. cit, p. 133.
50
Frente a la regla del § 329, el artículo 1.273 del Código civil italiano parece
haber consagrado la presunción contraria, al considerar que «si el deudor y un tercero
convienen que este asuma la deuda del otro, el acreedor puede aderirse a la convención,
haciendo irrevocable la estipulación a su favor». Dejando a un lado la disputa acerca de si
el accollo debe ser calificado como un contrato a favor de tercero, la doctrina italiana ve
en la eficacia externa del mismo una consecuencia natural de la figura, por lo que sólo
cabe hablar de un accollo con eficacia interna cuando resulte probada una voluntad en tal
sentido, vid. BIGIAVI, W.: «Accollo e contratto a favore di terzo», Foro it., 1942, cois.
918-919; FALZEA, A.: L'offerta reale e la liberazione coattiva del debitore, Milano, 1947,
pp. 305 v ss.; DI Fusco, R.: «Accollo e stipulazione a favore del terzo». Rass. dir. civ.,
1991. p. 302.
241
242
243
244
entra dentro de lo que sería una tarea de integración del contrato, mientras
que para los segundos estaríamos ante una actividad propiamente
interpretativa, pero que por guardar cierta proximidad con la integración es
denominada «interpretación integradora».
5
' Así, RODOTÁ, S.: Le fonti di integrazione oggetiva del negozio giuridico,
Bologna, 1943, p. 1, nota 1 y pp. 166-167, CATAUDELLA, A.: Su l contenuto del contralto,
Milano, 1966, pp. 95 y ss., BIANCA, M : Op. cit., pp. 382-383 y SACCO, R.: // contratto,
cit., p. 460.
En nuestra doctrina, asimilan las nociones de integración e interpretación
integradora, o niegan sencillamente esta última, entre otros, CASTÁN TOBEN AS, J.: Derecho
civil español común y foral, t III, 12a ed., por G. GARCÍA CANTERO, Madrid, 1978, p. 557;
LASARTE ÁLVAREZ, C : «Sobre la integración del contrato: la buena fe en la contratación
(En torno a la Sentencia del T. S. de 27 de enero de 1977)», RDP, 1980, pp. 68 y ss.,
LÓPEZ Y LÓPEZ, A. M.: En Comentarios al Código civil..., cit., p. 5 y ss.; GARCÍA AMIGO,
M.: «Integración del negocio jurídico», A. A. M. N. (XXIII), 1983, p. 84; SANTOS B R I Z , J.:
Los contratos civiles. Nuevas perspectivas, Granada, 1992, p. 163. Admiten, sin embargo,
la categoría de la interpretación integradora, JORDANO BAREA, J. B.: «La interpretación de
los contratos», cit., pp. 314-315; PuiG BRUTAU, J.: Compendio de Derecho civil, vol. II, 3 a
ed., Barcelona, 1997, p. 227; DÍEZ-PICAZO, L.: Fundamentos..., t. I, cit., p. 406. También
LACRUZ parece aceptar este concepto amplio de interpretación al decir que en algunos
casos la interpretación «complementará la expresión insuficientemente desarrollada en su
tenor literal» (Elementos..., t. II, vol. I, cit., p. 497), aunque después califica como
heteroinlegración del contrato, al estudiar el artículo 1.258 del Código civil, a la labor del
juez de integrar las lagunas contractuales atendiendo a la función desempeñada por el
contrato (ibid., p. 507-508).
245
246
artículo 1.258 del Código civil como un complemento de las normas que
regulan la interpretación del contrato 62 , la interpretación integradora podría
tener cabida en el Derecho español63, y ello pese a que de una primera lectura
de los artículos que se ocupan de la interpretación objetiva del contrato en el
Código civil (arts. 1.284-1.288), parece desprenderse la idea de que el
247
64
Cfr. LÓPEZ Y LÓPEZ, A. M.: Op. cit., pp. 42-43; VATTIER FUENZALIDA, C : Ibid.,
p. 518; DÍEZ-PlCAZO, L.: Fundamentos..., t. I, cit. pp. 404 y ss.; JORDANO BAREA, J. B.:
«La interpretación...», cit., p. 324. Escribe este último que «el artículo 1.286 va más allá
de la mera interpretación de las palabras anfibológicas para abarcar al entero contenido del
contrato».
248
" Esta parece ser la opinión de GOUTAL, J. -L.: Op. cit., p. 138, recibida
recientemente por la Corte de casación francesa en el fallo de 10 de julio 1995 (D., 1995,
IR, 205; JCP, 1995. IV, 2227).
66
HENCKEL, W.: «Die ergánzende Vertragsauslegung», AcP, 1960, pp. 116 y ss.;
MANGOLD, W.: «Eigentliche und ergánzende Vertragsauslegung», NJW, 1961, p. 2284.
67
HENCKEL, W.: Ibid., p. 117.
249
68
K.: «Ergánzende Vertragsauslegung und dispositives Recht», NJW,
LARENZ,
1963, pp. 740-741). En el mismo sentido, HEFERMEHL, W.: En Erman Handkommentar zum
Bürgerlichen Gesetzbuch (§ 157), t. I, T ed., Münster, 1981, p. 328; M A Y E R - M A L Y , Th.:
En Münchener Kommentar zum Bürgerlichen Gesetzbuch (§ 157), t. I, 2a ed., München,
1984, pp. 1188-1189. Se explicarían de esta forma las presunciones recogidas en los §§
329 y 330 BGB, en los que, como sabemos, ante ciertos contratos típicos el legislador
alemán se decantó a favor o en contra de la atribución a un tercero de un derecho para
reclamar la prestación estipulada a su favor.
69
Mención aparte merecen CAFFARENA LAPORTA, J.: Op. cit., pp. 915 y ss., que se
ha ocupado frontalmente de esta cuestión al hilo de un minucioso estudio de artículo 1.167
llegando al mismo resultado que el defendido en el texto, y VATTIER FUENZALIDA, C : «La
interpretación integradora...», cit., pp. 496, 506, 508 y passim. Por su parte, DE CASTRO al
hablar de la que él denominaba función complementaria de la interpretación del negocio
decía que la misma «supone salir del ámbito estricto de la interpretación y pasar al de la
conjetura. Cuando lo declarado es insuficiente para reglar debidamente la relación
negocial, añadía, se hace necesario el llenar las lagunas que se revelan existentes en el
negocio. En tal caso, se acude primeramente a lo que se ha llamado "la voluntad
hipotética" o "interpretación objetiva"; presumiendo que se quiso lo que hubiera sido la
voluntad de un hombre razonable y prudente, si hubiese previsto la cuestión planteada» (El
negocio jurídico, cit., p. 73). La opinión contraria ha sido expresamente sostenida por
LASARTE, quien tras haber negado la categoría de la interpretación integradora, considera
que las fuentes de integración de la relación negocial recogidas en el artículo 1.258 del
Código civil deben aplicarse en el orden inverso al dispuesto en dicho precepto: ley, usos
normativos y, finalmente, la buena fe («Sobre la integración del contrato...», cit., p. 74), lo
que parece contradicho por el propio GARCÍA GOYENA, cuando, comentando la norma
contenida en el artículo 978 del Proyecto isabelino (actual art. 1.258 del C. c.) dispone el
siguiente orden: «primero, la voluntad expresa de las partes; segundo, la voluntad presunta
por el uso ó costumbre; tercero, á falta de voluntad expresa y presunta, la equidad y buena
250
fe» (op. cit., p. 518). Vid. asimismo, MANRESA Y NAVARRO, J. M.: Comentarios al Código
civil..., t. VIII, vol. 2°., cit., p. 567.
70
Vid. la STS de 17 de diciembre de 1990 (JC 1990, núm. 804) y otras que esta
misma cita en su Fundamento de Derecho segundo. En contra de esta jurisprudencia se ha
manifestado señaladamente CLAVERÍA GOSÁLVEZ por considerar que «más que desarrollar
o matizar los artículos 1.137 y 1.138 del Código civil los contradice y corrige (realmente
los infringe), al desconectar el fenómeno de la solidaridad de la voluntad real o hipotética
de las partes del contrato o negocio jurídico que generó las obligaciones» («Comentario a
la STS de 7 de abril de 1983», CCJC, 2, 1983, n. 49, p. 533), crítica que podría salvarse
atendiendo a los principios postulados en el texto.
251
71
ENGEL, P.: Traite des obligations en Droit suisse, Neuchátel, 1973, p. 289;
MARTÍN J. M.: La estipulación...,
BERNAL, cit., p. 273; IGARTUA ARREGUI, F.:
«Comentario a la STS de 13 de diciembre de 1984», CCJC, 1985, n. 182, p. 2242.
12
Esta es la solución recogida por el § 331 I BGB.
73
DÍEZ-PlCAZO, L.: Fundamentos..., t. I, cit., p. 430.
252
253
B, de 6 de febrero de 1992 (D. 1992, somm. comm., pp. 362-363, con comentario de L.
RozÉs)].
77
SSTS de 5 de febrero de 1901 (JC 1901, n. 29), 1 de febrero de 1941 (RJA 1941/
133), 27 de junio de 1946 (Social) (RJA 1946/ 957).
78
DANZ, E.: La interpretación..., cit., pp. 318 y ss.
79
HENKE, H. -E.: Die sog. Relativitat des Schuldverháltnisses. Wie relativ ist
eigentüch das Band zwischen Gláubiger und Schuldner?. Berlín, 1989, pp. 42-43.
254
255
84
GOUTAL, J. -L.: Op. cit., p. 57 y passim. En su apasionada defensa del principio
de relatividad frente a la proliferación de excepciones en el Derecho moderno, sostiene
este autor que hay una excelente razón para defender su subsistencia y es que ningún
principio contrario ha venido a sustituirlo. Incluso si su aplicación debiera ser excluida
nueve de cada diez veces, concluye, el principio subsistiría a título de cuadro intelectual,
idea directriz que estructura la materia, le da unidad, permite comprenderla y tiene una
256
vocación general para aplicarse en todos aquellos casos en los que no resulte descartada
por una norma particular.
85
Es preciso recordar que muchas veces se utiliza la denominación de acción
directa, no en el sentido estricto de la expresión al que nosotros nos referimos, sino para
referirse a situaciones diversas que son perfectamente explicables conforme a las normas
generales del Derecho común. Se habla de esta forma por ejemplo de la acción directa del
mandante contra el mandatario o de la del cesionario contra el deudor en la cesión de
créditos, cfr. PASQUAU LIAÑO, M.: La acción directa en el Derecho español, Madrid, 1989,
pp. 15 y ss.
86
Al margen del trabajo de PASQUAU LIAÑO, citado en la nota precedente, y de las
consideraciones que pueden encontrarse en obras generales, falta en nuestra doctrina un
tratamiento sistemático de la figura, que sólo ha sido estudiada de forma esporádica en
relación con determinados supuestos concretos, vid. LÓPEZ VILAS, R.: El subcontrato,
Madrid, 1973, pp. 314 y ss.; DE ÁNGEL YAGOEZ, R.: LOS créditos derivados del contrato de
obra. Su protección legal en la legislación civil, Madrid, 1969, pp. 11 y ss.; RODRÍGUEZ
MORATA, F. A.: La acción directa como garantía personal del subcontratista de obra,
Madrid, 1992; LÓPEZ FRÍAS, A.: Los contratos conexos. Estudio de supuestos concretos y
ensayo de una construcción doctrinal, Barcelona, 1994, especialmente en las pp. 45 y ss. y
304 y ss.; BAILLO Y MORALES-ARCE, J.: La acción directa en el seguro obligatorio de
responsabilidad civil automovilística, Bolonia, 2000. No en vano, uno de los principales
problemas que plantea la categoría es la de si es posible construir un régimen jurídico
aplicable a todos los supuestos que ésta es susceptible de englobar, dicho con otras
palabras, si existe una acción directa o una pluralidad de acciones directas.
Esta situación contrasta con la vivida en otros ordenamientos latinos,
especialmente el francés, donde la figura ha sido objeto de un intenso debate doctrinal. A
título meramente ejemplificativo podemos citar los trabajos de COZIAN. M.: L'action
directe, París, 1969 y JAMIN, Ch.: La notwn d'action directe, París, 1991. En Italia destaca
la monografía de VECCHI, P.: L'azione diretta, Padova, 1990.
257
87
Según COZIAN esta confusa terminología se explica porque la expresión «acción
directa» data de una época en la que se confundían a menudo los conceptos de derecho y
acción (ibid., p. 15), concepción que resumía el conocido brocado latino «actio nihil aliud
est quam ius persequendi iudicio qued sibi debetur». Aunque no esté privada de
fundamento, la explicación de COZIAN no es del todo satisfactoria. Más bien parece que el
porqué de la denominación «acción directa» se halla en el mismo origen y fundamento de
la figura como una medida de protección de ciertos acreedores en supuestos en los que los
medios generales de protección del derecho de crédito, y en particular la acción
subrogatoria o indirecta, no resultaban plenamente satisfactorios. En cualquier caso, como
ha puesto de relieve el propio COZIAN (ibid., p. 16) y entre nosotros Fernando SÁNCHEZ
CALERO [en Ley de Contrato de Seguro. Comentarios a la Ley 50/ 1980, de 8 de octubre y
a sus modificaciones (art. 76), dir. por F. SÁNCHEZ CALERO, Pamplona, 1999, p. 1218] la
fuerza de la tradición puede justificar esa terminología siempre que se tenga claro que el
titular de la acción directa no ostenta una mera legitimación procesal, sino que es titular de
una posición subjetiva activa frente al asegurador.
88
No obstante la opinión de DE ÁNGEL YAGÜEZ, R.: LOS créditos derivados..., cit.,
p. 73 y passim.
89
No puede hablarse propiamente de privilegio, por cuanto que, como muy bien ha
observado PASQUAU LIAÑO, en caso de que los acreedores del deudor principal se
adelanten al titular de la acción directa ejercitando la acción subrogatoria o, cuando se
haya declarado el estado de concurso o quiebra del deudor intermedio (con el consiguiente
258
embargo de todos los bienes del deudor) aquél no podrá hacer valer un mejor derecho
frente al resto de acreedores (La acción directa..., cit., pp. 93 y ss.).
90
En opinión de LÓPEZ FRÍAS la acción directa del mandante contra el
submandatario no debe quedar restringido a los supuestos en los que existe una conducta
reprobable del mandatario, a los que expresamente alude la norma, dicha limitación sólo
puede entenderse referida a la responsabilidad del mandatario del artículo 1.721 del
Código civil. Pese al tenor literal del artículo 1.722, parece que tanto la finalidad como los
precedentes de la norma confirman aquella conclusión (Los contratos conexos.., cit., p.
51).
91
Ya antes el legislador había consagrado esta solución en supuestos particulares.
El más destacado sin duda era el del artículo 42 de la Ley de 24 de diciembre de 1962
sobre Uso y Circulación de Vehículos de Motor -la denominada «Ley del Automóvil»- que
otorgaba una acción directa al perjudicado en el reducido ámbito del seguro obligatorio al
disponer que «para exigir el cumplimiento de la obligación de indemnizar, el perjudicado o
sus herederos tendrán acción directa contra el asegurador del vehículo que ha producido el
daño hasta el límite del seguro obligatorio, sin perjuicio de las demás acciones que le
correspondan». Inspirándose en dicha ley el Decreto 2.177/ 1967 de 22 de julio regulador
del seguro de responsabilidad civil por daños nucleares y el Decreto 506/1971 de 25 de
marzo en el ámbito del seguro obligatorio de caza introdujeron una acción directa de
parecidas características.
259
92
PASQUAU LIAÑO, M.: La acción directa..., cit., pp. 182-183; LÓPEZ FRÍAS, A.:
Los contratos conexos..., cit., p. 55.
93
En la doctrina francesa, donde el desarrollo dogmático de la categoría ha
encontrado su máxima expresión, el carácter excepcional de la acción directa llevó también
a COZIAN a proclamar la imposibilidad de extenderla a supuestos no consagrados
legalmente («pas d'action directe sans texte» es su lema) en una obra que se iba a convertir
en punto de referencia obligado para todos los estudios posteriores sobre la materia,
L'action directe (cit.). Esta concepción ha sido puesta en tela de juicio últimamente
recurriendo a la noción de groupe de contrats, que permitiría salvar el principio de
relatividad contractual a costa ampliar la noción de parte contratante a todos los que han
intervenido en la cadena de contratos, vid. TEYSSIÉ, B.: Les groupes de contras, Paris,
1975. Sin embargo, la superposición de las nociones de acción directa y de grupo de
contratos y el hecho de que entre ellas exista cierta relación no explica por sí sola que una
sea la consecuencia necesaria de la otra, máxime si tenemos en cuenta que incluso quienes
aceptan la noción de grupo de contratos distinguen entre las acciones directas derivadas de
aquella noción y las que provienen directamente de la ley, cfr. la Sentencia de la Asamblea
plenaria de la Corte francesa de casación de 12 de julio de 1991 (D. 1991, p. 549, con nota
de GHESTIN; JCP 1991, II, 21743 con nota de ViNEY; Rev. trim. dr. civ. 1991, p. 750, obs.
de JOURDAIN), que ha rechazado expresamente esta doctrina del grupo de contratos. Entre
nosotros quienes se han hecho eco esta noción han terminado recurriendo a la aplicación
analógica de los preceptos que reconocen una acción directa en el marco de una cadena de
260
contratos, para justificar su extensión a otros distintos. Así, PASQUAU LIAÑO, M.: La
acción directa..., cit., p. 121; LÓPEZ FRÍAS, A.: Los contratos conexos..., cit., 309.
94
JAMIN, Ch.: La notion d'action directe, Paris, 1991, p. 290. Este autor considera
no obstante que el origen pretoriano de la acción directa en el Derecho francés serviría
para desautorizar la teoría que él denomina «legalista», según la cual sólo cabe el
reconocimiento de una acción directa allí donde ésta venga prevista legalmente. JAMIN
lleva demasiado lejos la afirmación recogida en el texto al considera que es posible
reconocer una acción directa siempre que se den esos presupuestos señalados (ibid., p. 290;
Id.: «Breves réflexions sur un mecanisme correcteur: l'action directe en Droit francais», en
Les effets du contrat á l'égard des tiers, dir. por M. FONTAINE y J. GHESTIN, Paris, 1992,
pp. 286 y ss.), lo que ha llevado a considerar que la acción directa, a diferencia del
contrato a favor de tercero, no representa una excepción al principio de relatividad sino
que viene simplemente a fijar sus límites (GHESTIN, JV BILLIAU, M./ JAMIN, Ch.: «La
sitpulation pour autrui», cit., p. 396). La idea de justicia conmutativa que reside en la
concepción de JAMIN, si bien es cierto que se halla en el trasfondo de toda acción directa,
no justifica por sí misma la figura. La seductora propuesta de este autor tropieza con el
inconveniente de dotar de una unidad a la figura sobre un concepto tan vago e impreciso
como el de la equidad, lo que podría provocar una grave quiebra en los principios de
relatividad y de igualdad de trato de todos los acreedores quirografarios.
95
Entre la abundantísima jurisprudencia en este sentido podemos citar las SSTS 5
de mayo de 1961 (JC 1961. núm. 359). 28 de octubre de 1974 (JC 1974, núm. 411), 1 de
261
abril de 1977 (JC 1971, núm. 139), 26 de noviembre de 1984 (JC 1984, núm. 677), 9 de
junio de 1989 (JC 1989, núm. 453), 8 de junio de 1992 (JC 1992, núm. 576), 2 de octubre
de 1992 (JC 1992, núm. 859), 29 de septiembre de 1993 (JC 1993, núm. 855), 27 de marzo
de 1995 (JC 1995, núm. 289), 11 de marzo de 1996 (JC 1996, núm. 176). Sobre las
distintas explicaciones propuestas, vid. CABANILLAS SÁNCHEZ, A.: «La legitimación del
adquirente del edificio para ejercitar la acción de responsabilidad decenal (Comentario a la
Sentencia del Tribunal Supremo de 1 de abril de 1977)», ADC, 1978, pp. 674 y ss.
96
Doctrina jurisprudencial constante que se recoge, entre otras, en las SSTS de 14
de octubre de 1969 (JC, 1969, núm. 528), 28 de enero de 1984 (JC, 1984, núm. 40), 26 de
octubre de 1984 (JC 1984, núm. 602, aunque claramente en un obiter dictum), de 25 de
mayo de 1985 (JC 1985, núm. 338) y de 15 de noviembre de 1986 (JC 1986, núm. 682). No
obstante, la sentencia del Tribunal Supremo de 3 de noviembre de 1966 había señalado ya
expresamente que «lejos de poder encuadrarse la reclamación dentro de los términos que
dicho precepto legal regula (se refiere al art. 1.257 C. c ) , la acción se dirige en primer
término contra los herederos del responsable del hecho culposo y, subsidiariamente contra
su asegurador, por la propia virtualidad y vinculación del contrato de seguro» (JC 1966,
núm. 648, la cursiva es nuestra).
El otro argumento predilecto de la jurisprudencia consistía en proclamar la
existencia de un vínculo de solidaridad entre el causante del daño y la Compañía
aseguradora, pero con ello se incurría en una evidente petición de principio, pues se estaba
dando por sentado simple y llanamente aquello que se trataba de demostrar, ya que para
que exista solidaridad pasiva es preciso que ambos estén obligados frente al perjudicado al
pago de la indemnización, y es precisamente la obligación del asegurador frente al
perjudicado, que es extraño a la relación contractual del seguro, lo que no es posible
justificar atendiendo a los principios tradicionales del Derecho civil.
97
Esta tesis, ampliamente defendida por PUERTA LUIS, L. R.: La solidaridad del
responsable civil y de su Compañía aseguradora frente al perjudicado, Madrid, 1977,
especialmente en las pp. 55 y ss., había sido ya antes expuesta por BARREIRO MOUREZA, D:
«El seguro obligatorio de vehículos de motor», Rev. Der. Circ, 1965, pp. 5 y ss., por la
que parecía decantarse sin descartar la posibilidad de explicar la acción directa recurriendo
a otros argumentos, y por SANTOS BRIZ, J.: «Tendencias jurisprudenciales sobre el seguro
de responsabilidad civil automovilística. Aspectos sustantivos», Rev. Der. Circ, 1974, p.
318. Asimismo, comentando la STS de 28 de enero de 1984, de cuyo relato fáctico no es
fácil saber si se trataba de un seguro contra incendios o de responsabilidad civil, al que en
cualquier caso no resultaba aplicable la Ley 50/ 1980, concluye CLAVERÍA GOSÁLVEZ que
«en cualquier caso la existencia de una estipulación en favor de tercero, con la
consiguiente aplicabilidad del precepto contenido en el párrafo 2o del artículo 1.257 del
Código civil, es indudable» (CCJC 1984, n. 109, p. 1302). Fuera de nuestras fronteras fue
262
sostenida igualmente esta teoría en Francia por JOSSERAND, en sendas notas a Cass. civ. de
14 junio de 1926 (D. P., 1927, I, p. 58) y a C. de Toulouse, de 8 de octubre de 1928 (D. P.,
1930, II, p. 2), en Bélgica por BOULIENNE (en Travaux de L'Association Henri Capitant
pour la Culture Juridique Francaise, t. VII, Montréal, 1952, p. 289), en Italia
fundamentalmente por IPPOLITO («Natura giuridica e disciplina processuale
dell'assicurazione obligatoria introdotta con la L. 24/12/1969, n. 990», Ass., 1979, I, p.
346) y en Portugal por LEITE DE CAMPOS (Seguro da Responsabilidade Civil Fundada em
Acidentes de Viaqao. Da Natureza Jurídica, Coimbra, 1971, pp. 148 y ss.).
98
En este sentido el artículo 73 de la Ley de Contrato de Seguro define el seguro
de responsabilidad civil como aquel por el que «el asegurador se obliga , dentro de los
límites establecidos en la Ley y en el contrato, a cubrir el riesgo del nacimiento a cargo del
asegurado de la obligación de indemnizar a un tercero los daños y perjuicios causados por
un hecho previsto en el contrato de cuyas consecuencias sea civilmente responsable el
asegurado, conforme a derecho».
99
El seguro de responsabilidad ha sido tradicionalmente considerado como un
seguro de daños en el que el interés asegurado estaría representado por la integridad del
patrimonio del asegurado y el riesgo por «el nacimiento a cargo del asegurado de la
obligación de indemnizar a un tercero» (art. 73 LCS). Para superar esta concepción
propone CALZADA CONDE la división, dentro de los seguros de daños, entre seguros
indemnizatorios y preventivos, siendo paradigma de éstos últimos el seguro de
263
Así las cosas, sobre todo a partir del momento en que la protección de
la víctima pasó a ocupar un primer plano dentro del Derecho de la
responsabilidad civil ante el fenómeno tantas veces recordado de la
proliferación de los siniestros y el aumento de la cuantía de las
indemnizaciones resarcitorias fruto del desarrollo industrial y tecnológico 101 ,
es fácil comprender que tratase de justificarse la posibilidad de la víctima de
264
102
No es éste el momento de abordar el examen de la larga serie de teorías
ofrecidas, pues ello nos llevaría a apartarnos en exceso del objeto de nuestro estudio, por
lo que nos centraremos en la que vio en el seguro de responsabilidad un contrato a favor de
tercero. Una síntesis completa de esas distintas teorías puede verse en ATALLAH, B.: Le
droit propre de la victime et son action airéete contre l'assureur de la responsabilité
automobile obligatoire, th., Paris, pp. 51 y ss., y, entre nosotros, en BAILLO Y MORALES-
ARCE, J.: La acción directa..., cit., pp. 41 y ss.
103
Esta es la opinión de LEITE DE CAMPOS, para quien, pese a que el contrato de
seguro no incluya ninguna estipulación atribuyendo al hipotético perjudicado un derecho a
dirigirse frente el asegurador, no cabe duda de que así resulta de la voluntad presunta de
los contratantes, la que presumiblemente habrían tenido si se hubiesen preguntado a cerca
de la atribución al perjudicado del derecho a dirigirse directamente frente a la Compañía
aseguradora y que debe descubrirse a través de la integración de la declaración negocial
{Seguro da Responsabilidade Civil..., cit., pp. 81-82, texto y nota 1). Por su parte, PUERTA
LUIS llega a esta misma conclusión considerando que «así como existe un principio de
Derecho según el cual quien se obliga lo hace a lo menos, quien se asegura procura hacerlo
al máximo, y no puede dudarse que la mayor protección y comodidad la puede lograr el
asegurado favoreciendo el entendimiento directo entre el asegurador y el perjudicado» (op.
cit., p. 56).
lu4
Recuerda GARRIGUES cómo ya antes de la Ley 50/ 1980 las pólizas de seguro
utilizadas en España partían de la base de que el asegurador se obliga a sustituir al
265
266
assicurazione obbligatoria della responsabilitá civile, Milano, 1990, p. 73), pero este
argumento no nos parece bien fundado, pues siempre podría entenderse que el pago de la
indemnización depende de la producción del riesgo, representando el alea inerente en todo
contrato de seguro.
108
No faltan quienes, aun tras la Ley 50/ 1980, siguen recurriendo a la noción de
contrato a favor de tercero para justificar la solución consagrada en dicha Ley. Así opinan
CARRO DEL CASTILLO, J. A.: «La acción directa del perjudicado contra el asegurador de
responsabilidad civil en la Ley de Contrato de Seguro», en Comentarios a la Ley de
Contrato de Seguro, dir. por E. VERDERA Y TUELLS, t. I, Madrid, 1982, pp. 965-966, para
quien no queda otra solución que la de reconocer al seguro de responsabilidad civil la
naturaleza jurídica de contrato con estipulación a favor de tercero de naturaleza especial,
ya que «no se entiende en base a qué otra construcción jurídica podrían fundamentarse los
derechos del perjudicado contra el asegurado ni, paralelamente, las obligaciones del
asegurador para con el perjudicado» y, últimamente, PÉREZ CONESA, C : Op. cit., pp. 340 y
ss. La doctrina mayoritaria ve sin embargo en el artículo 76 LCS una acción directa de
origen legal, entre otros, vid. en este sentido GARRIGUES, J.: Contrato de seguro terrestre,
cit., p. 388; REGLERO CAMPOS, L. F.: «Comentario a la STS de 15 de noviembre de 1986»,
CCJC, 1987, n. 333, p. 4258.
267
268
269
114
En el Derecho inglés dentro de las estipulaciones que conforman el contrato se
distingue entre conditions y warranties. La diferencia entre unas y otras se aprecia en los
supuestos de incumplimiento, pues en el caso de las primeras la parte perjudicada podrá
optar entre el exigir el cumplimiento o la resolución con indemnización de daños y
perjuicios, mientras que el incumplimiento de las estipulaciones accesorias (warranties) da
derecho únicamente a la indemnización, cfr. GUEST, A. G.: En Chitty on contraéis, vol. I,
cit., p. 567.
115
ALBALADEJO GARCÍA, M.: «Condición, término y modo», RDN, 1957, pp. 47 y
85; Id.: El negocio jurídico, Barcelona, 1958, pp. 55 y ss. y 227 y ss. Como dice VATTIER
FUENZALIDA, «la accesoriedad es, pues, en el campo del Derecho de obligaciones, un
factor relativo de índole subjetiva que depende primordialmente de la configuración que
los contratantes hayan dado al conjunto de prestaciones debidas y a la relación interna
existente entre ellas» («Contribución al estudio de las obligaciones accesorias», RDP,
1980, p. 39).
116
El modo es, por definición, un elemento accesorio, que acompaña a un acto de
liberalidad o a un negocio a título gratuito, cfr. DE LOS Mozos, J. L.: «El modo como
elemento accesorio de la voluntad negocial», RDP, 1978, passim y pp. 229 y ss. Por esta
razón para explicar la naturaleza jurídica del modo determinante, esto es, cuando las partes
no hubiesen querido el negocio sin esa estipulación, se ha dicho que ésta sería, al mismo
tiempo, modal y condicional. Sobre la distinción entre el modo «determinante» y el que
algunos han llamado -no sin ciertas dosis de imprecisión- «simple», que fuera objeto de
debate entre los autores del lus Comune, puede verse TORRALBA SORIANO, V.: El modo en
el Derecho civil, Alicante, 1966, pp. 154 y ss.; y en tiempo reciente, aunque de forma más
270
concisa, AMAT LLARI en su comentario a la sentencia del Supremo de 1990 (CCJC, 25,
1991, n. 655, pp. 76 y ss.).
117
En el Derecho romano, la stipulatio era, como sabemos, el prototipo de contrato
por el que una persona -denominada estipulante- se hacía prometer en forma solemne de
otra -promitente- la realización de una prestación. De ahí pasó a utilizarse el término
estipulación como sinónimo de contrato. En este sentido, afirma ESCRICHE que estipular es
«contratar ó pactar mutuamente sobre alguna materia; y aceptar uno lo que otro le promete
en cierta forma jurídica y solemne, es decir por pregunta y respuesta, ó bien sin esta
formalidad. Estipular se opone á prometer: el que pregunta á otro si quiere darle ó hacerle
tal ó tal cosa, se dice que estipula; y el que responde accediendo á dar ó hacer lo que se le
pide, se dice que promete. De aqui es que la convención que resulta de la pregunta y la
respuesta, puede llamarse indiferentemente estipulación ó promesa» (op. cit., p. 745). Sin
embargo, con el paso del tiempo, la palabra «estipulación» perdió esa significación
originaria para pasar a referirse a cada uno de los pactos o disposiciones que componen el
contrato, esto es, en el sentido de cláusula contractual.
118
V. gr. artículo 643, relativo a la estipulación sobre el pago por el donatario de
las deudas del donante; artículo 1.465, que habla de la estipulación relativa a los gastos en
el contrato de compraventa, o el artículo 1.756, referido a los intereses estipulados en el
contrato de préstamo. Fuera ya del Código civil encontramos el término estipulación en ese
mismo sentido ahora apuntado en el artículo 10.1 de la Ley 26/ 1984, de 19 de julio.
General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, redactado conforme a la reforma
271
272
Así ha sido justamente apreciado por MARTY, G./ RAYNAUD, P.: Op. cit, p. 300.
122
En el Considerando segundo de esta Sentencia podemos leer que «la teoría de
las estipulaciones en favor de tercero (...) que se mantuvo mucho tiempo reducida a las
pactadas a favor del no interviniente en el convenio, a la vez que otras constituidas en
beneficio de uno de los contratantes, y que posteriormente se ha extendido a los casos en
que el contrato se establece íntegramente en favor de tercero, precisa para su real y
jurídica existencia la celebración de un convenio entre dos o más personas que actúan entre
sí y en nombre propio, con eficacia para hacer surgir un verdadero y propio derecho a
favor de tercera persona que ha sido completamente extraña a su conclusión, situación que
no se ha producido en el presente caso, desde el momento en que la demandada, a quien la
recurrente pretende vincular por tal institución jurídica, no intervino en tal pretendido
convenio, ni tan siquiera aceptó su eficacia...» (JC 1977, núm. 241). En el presente caso se
trataba de la calificación de un documento privado en el que un señor había dispuesto que
a su muerte quería que su sobrina, que había estado sirviendo en su casa, viera asegurado
su porvenir, ya continuando viviendo con su viuda o con cualquiera de sus hermanos o, de
no ser esto posible, que se le asegurase una renta suficiente para subsistir. En el testamento
no se hacía mención alguna a su sobrina pero se establece que los albaceas tuvieran en
cuenta la voluntad del testador expresada en sus papeles privados, entre los que fue hallado
aquel documento. Aunque en la demanda se alegó la existencia de un legado a favor de la
sobrina, en la réplica se alega la existencia de una estipulación a su favor y en casación se
cambia el fundamento de la petición queriendo que sea calificado ese documento como una
declaración unilateral, fuente de una obligación que habría de ser transmitida a sus
herederos. El Tribuna Supremo rechaza el recurso por razones procesales, puesto que no se
puede introducir una cuestión nueva en casación que no fue objeto de discusión en la
instancia. Pero a continuación y «a mayor abundamiento», explica que no puede haber una
estipulación a favor de tercero y que, aunque el Tribunal Supremo tiene admitida la validez
273
de la declaración unilateral de voluntad sobre la base del art. 1.254 (sic), ésta habría de
adaptarse a las exigencias legales formalmente establecidas, lo que en este caso haría que
fuese exigible la forma de testamento ológrafo.
123
RJA, 1940/ 1131.
274
La confusión se ve muy clara en PÉREZ CONESA, C : Op. cit., p. 87, que. tras
afirmar, correctamente, que «la validez de la estipulación a favor de tercero, aludida en el
párrafo segundo del artículo 1.257, no está subordinada a que deba tratarse de una parte o
accesorio de lo que recibirá el estipulante», utiliza este criterio para distinguir entre «la
estipulación como contrato principal o como pacto accesorio». Este mismo error lo
encontramos ya en TARTUFARI, cuando escribe que «la estipulación en favor del tercero
puede constituir tanto el objeto principal único y exclusivo de la convención celebrada
entre los contratantes, como una simple modalidad o cláusula accesoria de la convención
misma, de donde se deriva que la obligación del promitente puede igualmente consistir
tanto en obligaciones a cumplir exclusivamente frente al tercero, como en obligaciones a
cumplir parte frente al tercero y parte frente al promisario» (op. cit., p. 341, la cursiva es
nuestra).
125
Se pregunta CLEMENTE DE DIEGO si tal expresión significa que para que valga la
estipulación es menester que sea objeto secundario del contrato, aunque luego deja sin
respuesta el interrogante (Instituciones de Derecho Civil español, t. II, Madrid, 1930. p.
99).
275
276
128
Sobre la indudable influencia francesa del precepto, vid. supra, p. 67.
129
De la evolución en la interpretación del precepto tuvimos ocasión de ocuparnos
ampliamente en otro capítulo de este trabajo, vid supra, pp. 72 y ss.
277
130
SSTS de 9 de diciembre de 1940 (RJA 1940/. 1131), 10 de diciembre de 1956
(JC 1956, núm. 119), 13 de diciembre de 1984 (JC 1984, núm. 728, p. 5393), 6 de febrero
de 1989, (JC 1989, núm. 78) y 26 de abril de 1993 (JC 1993, núm. 383).
131
STS de 1 de febrero de 1941 (H4J 1941/ 133).
132
STS 28 de enero 1984 (JC 1984. núm. 40).
278
«aquél que se celebra entre dos personas que actúan en nombre propio y que
otorgan un derecho a un extraño que no ha tomado parte en su
conclusión» 133 . Todo ello por no recordar la vieja sentencia del Tribunal
Supremo de 31 de enero de 1935 en la que expresamente se afirma que «la
aplicación del párrafo segundo del art. 1.257 exige que la estipulación en
favor de tercero sea la parte y no el todo del contrato» 134 .
133
STS de 23 de octubre de 1995 (JC 1995, núm. 903). A decir verdad en este
supuesto no se trataba de un contrato a favor de tercero, pues los presuntos «terceros»
habían sido en realidad parte del contrato, si bien intervenían en la doble condición de
representantes de una sociedad (presunto estipulante) y en nombre propio.
279
134
JC 1935, núm. 72.
135
Así, MAJELLO, U.: L'interesse..., cit., p. 93, donde observa agudamente cómo lo
contrario llevaría al absurdo de que para realizar una única atribución patrimonial (la del
promitente al tercero) se estaría creando artificialmente una relación con el estipulante que
no tendría ningún sentido; COLLURA, G.: «In tema di contratto a favore di terzi e di
promessa di donacione», Giust. civ., 1982, I, p. 311; MARTÍN BERNAL, J. M.: «La causa, el
interés y la equidad en la estipulación a favor de tercero», RDN, 1978, p. 183; TCHENDJOU,
M.: Op. cit., p. 77.
136
Cfr. GORLA, G.: «Contrato a favore di terzi e nudo patto», Riv. dir. civ., 1959, I.
p. 587; BAXMANN, O.: Op. cit., p. 12; BOYER-DRIOT, J.: DU Fondement Juridique de la
Stipulation pour Autrui, th., Toulouse, 1933, pp. 120 y ss.; LARROUMET, Ch.: Les
opérations..., cit., p. 347; MAJELLO, U.: lbid., pp. 20 y ss., p. 219, nota 139; LUPOI, M.:
«La realizzazione della funzione di garanzia mediante il deposito a favore o nell'interesse
di un terzo», Riv. dir. comm., 1970, I, p. 455. SCOZZAFAVA, O. T.: Op. cit., p. 2;
GONZÁLEZ PACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 416.
13;
RlEG, A.: Le role de la volonté dans l 'acte juridique en droit civil frangais et
allemand. Paris, 1961, p. 473.
280
138
JC 1925, núm. 46.
139
JC 1945, núm. 4.
140
Sobre los medios de defensa y excepciones con que cuenta el promitente frente
a la reclamación del tercero, vid. infra. Cap. VI, 3.
141
ROCA SASTRE, R. M./ PUIG BRUTAU, J.: «Estipulaciones en favor de tercero»,
cit..p. 210.
142
En este sentido podría parecer más correcta, por omnicomprensiva; la
denominación de «contrato con estipulación a favor de tercero», terminología que ha
281
recogido la sentencia ya citada de 23 de octubre de 1995 (JC 1995, núm. 903), aunque esta
denominación tampoco será siempre adecuada por lo que a continuación se dirá en el texto.
143
La estipulación colorea de esta forma el contrato, por lo que su régimen jurídico
deberá conciliarse con el que resulte aplicable con carácter general a todos los contratos a
favor de tercero.
144
No creemos que esto constituya un obstáculo para la tesis que estamos
defendiendo, pues la estipulación a favor de tercero podrá seguir siendo considerada en
estos casos como un efecto estructuralmente accidental de ese contrato más amplio aunque
no se halle recogida en un pacto expreso o tácito. En este sentido, habla MESSINEO de la
estipulación como «effetto strutturalmente accesorio del contratto» (77 contratto in genere,
cit., p. 124).
145
La acogen, entre otros, CLEMENTE DE DIEGO, F.: Instituciones de Derecho Civil
español, nueva edición revisada y puesta al día por A. DE Cossio Y CORRAL y A. GULLÓN
BALLESTEROS, t. II, Madrid, 1959, pp. 98 y ss.; ESPÍN CÁNOVAS, D.: Manual de Derecho
civil español, vol. III, Madrid, 1983, pp. 422 y ss.; GARCÍA AMIGO, M.: Lecciones de
Derecho civil, t. II, Madrid, 1995, pp. 379 y ss.; NART FERNÁNDEZ, I.: Op. cit., pp. 445 y
ss.; OSSORIO MORALES, J.: «Notas...», cit., pp. 1098 y ss.; O'CALLAGHAN M U Ñ O Z , X.:
Compendio de Derecho civil, t. II, vol. I o , 2a ed., Madrid, 1994, pp. 306 y ss.; PuiG
BRUTAU, J.: Fundamentos..., t. II, vol. 1, cit., pp. 274 y ss.; SANTOS B R I Z , J.: Derecho
civil. Teoría y práctica, t. III, Madrid, 1973, pp. 343 y ss.; DE Cossio Y CORRAL, A.: Op.
cit., pp. 415 y ss.; VALPUESTA FERNÁNDEZ, M.a R.: Derecho de obligaciones y contratos,
Valencia, 1994, pp. 408 y ss.; DÍEZ-PICAZO, L.: Fundamentos..., t. I, cit., pp. 429 y ss.;
LASARTE ÁLVAREZ, C : Principios de Derecho civil, t. III, 5a ed., Madrid, 1999, pp. 133 y
ss.; LACRUZ BERDEJO, J. L. y otros: Elementos..., t. II, vol. 1, cit., pp. 526 y ss.; PÉREZ
CONESA, C : Op. cit., p. 87, que distingue entre contrato o estipulación a favor de tercero
según que éste sea destinatario exclusivo de la prestación del promitente o tan sólo de una
parte. Por el contrario, se pronuncian expresamente en pro de la denominación tradicional
de «estipulación a favor de tercero», ROCA SASTRE, R. M./ PUIG BRUTAU, J.:
«Estipulaciones en favor de tercero», cit., p. 211 y GONZÁLEZ PACANOWSKA, I.: Op. cit., p.
387. Sin referirse de modo explícito a la cuestión, adoptan esta última terminología
también VALVERDE Y VALVERDE, C : Op. cit., t. III, pp. 275 y ss.; Mucius SCAEVOLA, Q.:
Op. cit., t. XX, pp. 552 y ss.; CASTÁN TOBEÑAS, J.: Derecho civil español común y/oral, t.
II, cit., pp. 102 y ss.; PUIG PEÑA, F.: Compendio de Derecho civil español, t. III, Madrid,
1976. pp. 398. También D E BUEN conserva la denominación de estipulación aunque, como
él mismo aclara, como una mera reminiscencia de la vieja stipulatio romana y por tanto
282
sido como consecuencia de las reflexiones anteriores, sino más bien debido a
la influencia ejercida por la doctrina extranjera y, sobre todo, por haberse
admitido, pese a las dudas iniciales, la posibilidad de que la prestación
estipulada a favor de tercero agotase el contenido de la obligación del
promitente 146 , lo cual hace que dicha denominación adquiera una connotación
que no consideramos en modo alguno acertada.
como sinónimo de contrato (op. cií,, p. 195), idea que parece estar presente también en
MARTÍN BERNAL, J. M:: La estipulación..., cit., pp. 151 y ss.
146
Vid. SANTAMARÍA, J.: Comentarios al Código Civil, t. II, Madrid, 1958, p. 262;
a
ALBALADEJO, M.: Derecho civil, t. II, vol. 1, 10 ed., Madrid, 1997, p. 451; GETE ALONSO,
M. C : Op. cit., p. 624; NART FERNÁNDEZ, I.: Op. cit., p. 482; pero, sobre todo, CASALS
COLLDECARRERA, M.: Op. cit., p. 370 y LETE DEL R I O , J. M.: Derecho de obligaciones,
vol. II, 2 a ed., Madrid, 1995, p. 81. Afirma este último que «el Código civil se refiere a la
posibilidad de que las partes intervinientes en un contrato puedan estipular que una de
ellas deba realizar una prestación en favor o provecho de un tercero ajeno al mismo
(contrato "con estipulación en favor de tercero"); pero tampoco existe inconveniente en
admitir la posibilidad de que todo el contrato se haya celebrado en favor de un tercero
(contrato "en favor de tercero")».
147
GAREIS, C : Op. cit.,p. 211.
148
HECK, Ph.: Op. cit.,p. 143.
149
GERNHUBER, J.: Das Schuldverháltnis.... cit., p. 466.
283
284
" Coherentes con su tesis acerca de la causa del contrato a favor de tercero, se
inclinan por esta solución GIRINO, Studi..., cit., p. 92 y MACCARRONE, G.: Op. cit., p. 28.
Entre nosotros, en sentido análogo, CASALS COLLDECARRERA, M.: Op. cit., p. 373.
152
Entre otros y además de los autores citados en la nota precedente, adoptan esta
postura TORRENTE, A.: La donazione, en Trattato di Diritio civile e commerciale, dir. por
Antonio Cicu y Francesco MESSINEO, vol. XXII, Milano, 1956, pp. 56-57; Id.: «Appunti
sulla donazione indiretta», en Studi in memoria di Piero Calamandrei, t. V, Padova, 1958,
p. 347; CAIANIELLO, E.: «Osservazioni intorno alia causa ed alia forma del contratto a
favore di terzi», Nuovo dir., 1962, I, p. 179; D'ADDESIO, A.: «Contratto a favore di terzo:
un approccio sistemático», Riv. not., II, pp. 1053-1055; SESTA, M : «Interesse, causa e
motivi...», cit., p. 2076; RUMORI, C : «Assegnazione di alloggi ai sinistrati: configurabilitá
di un contratto a favore del terzo?», Giust. civ., 1995, I, p. 2182. Es necesario remarcar
que esta doctrina se apoya en cierta jurisprudencia que con afirmaciones poco afortunadas
ha dado pie a ver en el contrato a favor de tercero un contrato típico y dotado por tanto de
una causa propia. En el origen de esta concepción se halla un fallo de 24 de febrero de
1955, n. 566 (Foro it., 1955, I, cois. 467 y ss.) en el que la Suprema Corte de casación
italiana afirmaba que no está sujeto a la forma de la donación un contrato a favor de
tercero en el que el promitente se obliga a realizar una atribución patrimonial al tercero sin
ninguna contraprestación ni otra causa que la de realizar una liberalidad al tercero. En el
mismo sentido, la sentencia de la Corte italiana de casación de 9 de octubre de 1991. n.
10612, afirma con cierta ambigüedad que «para configurar una transmisión gratuita como
donación es preciso que la liberalidad vaya dirigida al donatario, mientras que. por el
contrario, cuando la liberalidad va dirigida a otro, el negocio ha de calificarse como
285
contrato gratuito a favor de tercero, como tal exento de los requisitos de forma de la
donación» (Riv. not., 1991, II, pp. 1412 y ss., con nota crítica de F. GAZZONI, «Babbo
Natale e Fobbligo di daré»).
153
D'ADDESIO, A.: Ibid., p. 1054.
286
Este mismo argumento nos sirve para rechazar que pueda hablarse de la
estipulación a favor de tercero como un contrato accesorio {contrat accesoire,
Nebenvertrag) dependiente de otro principal, y a afirmar que estamos ante un elemento
integrante del contrato base. No obstante, CHAMPEAU, E.: Op. cit., pp. 128-129; HELLWIG,
K.: Die Vertrage..., cit. pp. 48 y 67; GHESTIN, JV BILLIAU, M./ JAMIN, Ch.: «La stipulation
pour autrui», cit., p. 387; Id.: Les effets du contrat, cit., p. 694.
155
MAJELLO, U.: L'interesse.... cit., p. 27. Acto seguido, compara este autor el
contrato a favor de tercero con el contrato condicional o el contrato a cargo de tercero.
287
que puede después revestir la forma de cualquier contrato. Este es el caso del
contrato por persona a determinar o del contrato a favor de tercero 156 .
Sobre este particular, vid. SACCO, R.: // contratto, en Trattato di Diritto civile
italiano, dir. por Filippo VASSALLI, vol. VI, t. 2, Torino, 1975, p. 825. GOTTWALD, por su
parte, se refiere al beneficio que el tercero recibe como una modelación atípica del
contenido de contratos de todo tipo («eine atypische inthaltliche Gestaltung von
schuldrechtliche Vertrágen aller Art») {op. cit., p. 1278), atípica claro está puesto que no
forma parte del tipo contractual en que se inserta, aunque sería típica en el sentido
propuesto por MAJELLO O SACCO, en cuanto que la figura aparece consagrada
expresamente por el Derecho positivo.
157
Así lo han puesto de manifiesto, entre otros, DISTASO, N.: Op. cit., p. 1776 y
LEONHARD, F.: Op. cit., p. 348. Gráficamente ha descrito MAJELLO ese carácter económico
de la operación diciendo que se trata de conseguir «la realización del máximo efecto con el
mínimo medio» (L'interesse..., cit., p. 98), lo que sin embargo no permite que podamos
deducir, como pretende este autor, que sea ésta razón suficiente para justificar la injerencia
288
satisfacción uni sonó de dos distintas relaciones jurídicas. Por ejemplo, una
persona necesita dinero para realizar una donación o para pagar una deuda,
por lo que se decide a vender un inmueble de su propiedad, pero en lugar de
esperar a recibir el precio para realizar ese fin ulterior, se hace prometer del
comprador el pago del precio o de una parte del mismo a favor de aquél al
que quería donar o de su acreedor. Un solo desplazamiento patrimonial, el
que el promitente realiza mediante el cumplimiento de la prestación al
beneficiario, sirve para dar satisfacción a dos relaciones jurídicas distintas:
por un lado la que une a estipulante y promitente, fruto del contrato en el que
éste último se ha obligado frente a aquél a realizar una prestación al tercero,
y por otro la que subyace entre el estipulante y el tercero, que justifica la
desviación de la prestación contractual del promitente hacia este último. He
aquí la esencia de la institución.
en la esfera jurídica ajena, aunque sea para atribuir un beneficio. En el mismo sentido, no
obstante, se pronuncia también LARENZ cuando afirma que la atribución de un derecho a
quien no ha intervenido en el contrato sólo puede concebirse en la medida que ello
responde a una necesidad práctica, necesidad que según este autor reside en el interés del
estipulante (Lehrbuch..., cit., p. 219).
289
290
291
Por no haber sabido entenderlo así y por haber concebido ese sustrato causal
que en la representación media entre el representado y el que contrató con su representante
desde una perspectiva exclusivamente material y no jurídica, al modo apuntado ya antes
por LEONHARD (Die Anfechtbarkeit der Vertráge für das Vermógen eines Dritten, Leipzig,
1892, pp. 28 y ss.), rechaza PACCHIONI la tesis aquí sustentada, porque, dice, sería
imposible en la práctica distinguir los casos en que la causa de la obligación asumida por
el promitente está en la persona del estipulante de aquellos en los que lo está en la persona
del beneficiario (Los contratos..., cit., pp. 235-236). Cuando se afirma que entre
promitente y tercero no media ninguna relación causal y que por lo tanto la atribución que
éste recibe procede del estipulante no quiere decir que este último soporte siempre los
costes de esa atribución. Lo normal es que así sea, pero nada impide que la relación que
media entre estipulante y tercero sea un mandato y que sea por tanto el propio tercero el
que ha proporcionado al estipulante el sustrato económico para que sirva de
contraprestación a la obligación del promitente. Pero aquél no es el único error en el que
incurre PACCHIONI, para quien la posición aquí sustentada «sólo tendría valor si estuviera
admitido umversalmente que, en los contratos celebrados mediante representante, el
verdadero contratante es el representado» (ibid., p. 234), algo que en nuestra modesta
opinión está fuera de toda duda.
165
GROCIO, U.: Op. cit., Lib. II, cap. XI, n. XVIII, §§ 1 y 2, pp. 407-408; POTHIER,
R. J.: Traite des obligations..., cit., n. 74, pp. 57-58; UNGER, J.: Op. cit., p. 61; LAURENT,
F.: Op. cit., pp. 613-614; TOULLIER, C. B. M.: Op. cit., pp. 170-171; BAUDRY-
LACANTINERIE, G./ BARDE, L.: Op. cit., p. 187; WINDSCHEID, B.: Lehrbuch..., cit., p. 227,
nota 1; GIOVENE, A.: // negozio giuridico..., cit., pp. 102 y ss.; MIGUEL TRAVIESAS, M.:
«La representación y otras instituciones afines», RDP, 1923, p. 51. Vid. asimismo la STS
de 17 de febrero de 1977 (JC, 1977, núm. 61, p. 674) y las que ésta cita en su
Considerando tercero.
166
Así. por ejemplo, si una persona abre una libreta de ahorros a nombre de otra
asumiendo personalmente las obligaciones derivadas del contrato frente a la entidad
292
bancada no cabe duda de que contrata a favor de esa tercera persona. Por el contrario,
cuando el empleado de una empresa celebra en las oficinas de ésta un contrato relacionado
con la actividad de aquélla habrá representación, aunque no se haya hecho mención del
carácter representativo de su actuación.
16/
Mosco, L.: La rappresentanza voluntaria nel Diritto privato, Napoli, 1961. pp.
293 y ss.; LASARTE ÁLVAREZ, C : Principios de Derecho civil, t. I, 6a ed., Madrid, 1998, p.
513. Utilizando las palabras de DÍEZ-PICAZO, la actuación representativa supone la
«concorde voluntad de los autores del negocio acerca de la inmediata heteroeficacia del
acto que realizan» («El concepto de representación en el Derecho privado», A. A. M. N.,
1968, p. 149; Id.: La representación en el Derecho privado, Madrid, 1979, p. 40).
168
En efecto, como advierte NUÑEZ-LAGOS, hablar de «tercero» puede llevar a
equívoco, puesto que en realidad estamos refiriéndonos a quien contrata con el
representante y es, por tanto, parte del negocio («La ratificación», RDN, 1956, p. 40).
169
VON TUHR, A.: Tratado de las obligaciones, t. II, trad. por W. ROCES, Madrid,
1934, p. 198; OSSORIO MORALES, J.: «Comentario...», cit., p. 250; BONET RAMÓN, F.:
«Algunas figuras afines al contrato de mandato», RGLJ, 1948, p. 644; BETTI, E.: Teoria
genérale del negozio gniridico, 2a ed.. Torino, 1952. p. 562.
293
que caracteriza al contrato a favor de tercero, sino los especiales efectos que
170
genera
170
KÜRRY, E. (jr.): Op. cií., p. 7.
171
VON TUHR, A.: Tratado..., cit., p. 198.
172
Estos mismos razonamientos sirven como Leitmotiv a los Considerandos tercero
y cuarto de la sentencia del Tribunal Supremo de 20 de marzo de 1947, para considerar que
el contrato celebrado por los promotores de una Sociedad non nata con el que habría de ser
en su Director, y por el que éste se obligaba a prestar una serie de servicios a la futura
Sociedad a cambio de una remuneración que quedaba a cargo de esta última, no puede ser
considerado sino como un «contrato para tercero (Sociedad non nata), en el que existen no
meras estipulaciones a su favor, sino también onerosas prestaciones a su cargo» (JC 1947.
núm. 24).
294
El ejemplo propuesto por VON TUHR, sirve para ilustrar claramente que
el contrato a favor de tercero no resulta el medio técnico apropiado cuando
una persona desea realizar una atribución patrimonial a favor de un tercero
que no está presente en el acto y se sirve de otro distinto para dar solidez a
su promesa.
173
GORLA, G.: «Contratto a favore di terzi...», cit., p. 587.
1,4
Pese una opinión muy extendida -sobre todo entre quienes se han ocupado de la
figura de la estipulación a favor de tercero- y el aparente tenor literal del párrafo segundo
del artículo 641 del Código civil, no creemos que pueda decirse lo mismo de la donación
con cláusula de reversión, pues ésta no responde a la estructura del contrato con
estipulación a favor de tercero, en la medida en que el donatario no asume en este caso
ninguna obligación frente al reversionario, sino que se produce ipso iure la sustitución del
primer donatario precisamente porque su derecho se resuelve en favor del segundo, cfr.
295
VALLET DE GOYTISOLO, J. B.: «Las ventas con reserva de usufructo a favor del vendedor y,
para después del fallecimiento de éste, a favor de un tercero y las disposiciones de bienes
gananciales con reserva de igual derecho a favor de los esposos vendedores», RDP, 1946,
p. 949; DÍEZ PASTOR, J. L.: «La donación al no concebido», A. A. M. N. (VI) 1952, pp.
158-159; LACRUZ BERDEJO, «Donaciones con cláusula de reversión», en Estudios de
Derecho civil, Barcelona, 1958, pp. 244-245; SOTO BISQUERT, A.: «La donación con
cláusula de reversión en el Código civil», RCDI, 1967, I, pp. 367-368, que cita en apoyo de
esta tesis la Resolución de la DGRN de 17 de diciembre de 1925, en virtud de la cual «las
cláusulas de reversión no imponen ninguna obligación propiamente dicha a los
adquirentes, siendo más bien deducciones de la cosa donada». Por su parte, SIRVENT
GARCÍA, en un estudio reciente, considera que pese a que desde el punto de vista
estructural la donación con cláusula de reversión a favor de tercero podría enmarcarse
dentro del supuesto previsto por el párrafo segundo del artículo 1.257 del Código civil, por
sus efectos la figura se asemeja más a las sustituciones fideicomisarias (La donación con
cláusula de reversión, Valencia, 2000, pp. 119-120).
1/5
GONZÁLEZ PACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 415, quien considera con acierto que,
puesto que en este caso hay un contrato de donación, debe estar sometido a las reglas de
forma que para la misma establecen los artículos 632 y 633 del Código civil.
176
En contra de la opinión que venimos sosteniendo afirma PUIG BRUTAU que
cuando el promitente se obliga a título gratuito frente al estipulante habrá una donación de
aquél al tercero, aunque luego matiza que «lo más natural sería que el donante hiciera
directamente una donación sin vincularse con otra parte contratante» (Fundamentos de
Derecho civil, t. II, vol. I, cit., p. 287).
296
contrato , pero no creemos que esto sea asi, como se afirma comunmente,
porque el contrato mismo sea la causa de la atribución -lo que nos llevaría a
confundir la causa eficiente, la fuente, con la causa final, la justificación de
la atribución-, sino porque el ordenamiento exige la causa de la obligación
como requisito imprescindible del contrato (art. 1.261, 3 o C. c.) y, puesto que
la obligación es precisamente la otra cara, el reverso del derecho de crédito,
la causa de la atribución que éste representa para el acreedor coincide con la
causa de la obligación 180 . Así, por ejemplo, tanto el derecho del comprador a
177
K.: Die Vertráge..., cit., p. 44.
HELLWIG,
178
En el artículo 1.901 in fine del Código civil ha fundado tanto la doctrina como
la jurisprudencia el remedio típicamente germánico (cfr. § 812 BGB) de la acción de
enriquecimiento injustificado, que encuentra su fundamento precisamente en la falta de
causa de la atribución.
179
Esta es la opinión de CARIOTRA-FERRARA, L.: El negocio jurídico, cit., p. 184;
TRABUCCHI, A.: Voz «Arricchimento», en Ene. dir., t. III, Milano, 1958, p. 67; DÍEZ-
PICAZO, L.: Fundamentos..., t. I, cit., 232. Una revisión crítica de esta doctrina ha sido
efectuada por BARCELLONA, P.: «Note critiche in tema di rapporti fra negozio e giusta
causa deH'attribuzione», RTDPC, 1965, pp. 11 y ss.
180
JORDANO BAREA, J. B.: «La causa en el sistema del Código civil español», en
Centenario del Código civil, Madrid, 1990, p. 464.
297
Esta situación, apuntada ya por TRABUCCHI, A.: Op. cit., p. 67 y BETTI, E.:
«L/attuazione di due rapporti causali attraverso un único atto di tradizione (Contributo alia
teoria della delegazione de daré)», B. 1. D. R., 1933, pp. 170 y passim, ha sido
perfectamente descrita por SCHLESINGER, P.: II pagamento al terzo, cit., pp. 41 y ss.
182
Que deban considerarse incluidos dentro del concepto de atribución patrimonial
no sólo los que tengan carácter translativo sino también la constitución de un derecho de
crédito es algo en lo que no parece haber lugar a dudas, vid. NICOLÓ, R.: Voz
«Attribuzione patrimoniale», en Ene. dir., t. IV, Milano, 1959, p. 238; BETTI, E.: Ibid., p.
172; CARIOTA-FERRARA, L.: El negocio jurídico, trad. M. ALBALADEJO, Madrid, 1956, p.
183. En nuestra doctrina, además de ALBALADEJO, en sus notas a la última obra citada, es
muy claro LACRUZ cuando escribe que «creación de la deuda y transmisión de la propiedad
(o de la deuda) son actos que entrañan una atribución patrimonial. El que da algo, o
promete algo, atribuye al destinatario la cosa o el crédito: en cualquier caso, aumenta su
patrimonio con la una o el otro. Si a mí me dan mil, o me prometen mil, en un caso soy
dueño y opero en el ámbito de los derechos sobre las cosas; en el otro soy acreedor y me
muevo en el terreno de los derechos de obligación, pero en uno y otro caso me he
enriquecido, he recibido algo, cosa o promesa, y consiguientemente inscribo en el
inventario de mis bienes, sea la propiedad de los mil, sea mi crédito por los mil. Y es ese
enriquecimiento determinado por la atribución patrimonial el que requiere una causa que lo
justifique (justa causa). En su sentido más amplio -concluye- se entiende por atribución
patrimonial todo beneficio valuable que recibe un sujeto a costa de otro» {Elementos de
Derecho civil, t. I, vol. 3 o , Madrid, 1999. p. 190).
298
299
300
185
Constituye una opinión muy extendida que la atribución que el tercero recibe
del promitente en estos casos debe ser calificada como una «donación indirecta». Así, por
citar sólo algunos ejemplos, TERRÉ, F./ LEQUETTE, Y.: Droit civil. Les successions. Les
libéralités, 3 a ed., París, 1997, p. 397; MALAURIE, Ph./ AYNÉS, L.: Les sucessions. Les
libéralités, por Ph. MALAURIE, 3 a ed., París, 1995, p. 238; TORRENTE, A.: «Appunti sulla
donazione indiretta», cit., p. 347; GORLA, G.:«Contratto a favore di terzi ...», cit., pp. 592-
593; BlONDl, B.: Le donazioni, cit., p. 958; MOSCARINI, L. V.: / negozi..., cit., pp. 252 y
ss.; Id.: II contratto..., cit., pp. 104 y ss.; VALLET DE GOYTISOLO, J. B.: «Notas acerca de
las donaciones indirectas», en Estudios sobre donaciones, Madrid, 1978, pp. 298-299;
DÍEZ-PICAZO, L./ GULLÓN, A.: Sistema..., vol. II, cit., p. 356; PÉREZ CONESA, C : Op. cit..
p. 196.
186
TORRENTE, A.: La donazione, cit., pp. 3 y ss. Entre nosotros puede verse la
exposición de esta idea efectuada por SANTOS MORÓN en su monografía relativa a La
forma de los contratos en el Derecho español, Madrid, 1996, pp. 120 y ss., y más tarde en
«Algunas consideraciones en torno a la condonación de la deuda. El problema de la forma
del negocio», ADC, 1997, pp. 1656 y ss. Asimismo, afirmaba ya D ' O R S en un breve
comentario aparecido en el año 1950 que negocio gratuito es todo aquél que no supone una
contraprestación económica y que dentro de éstos habría que situar los lucrativos, en los
que además se produce un aumento patrimonial en una de las partes. Pone D ' O R S el
ejemplo del mutuo, que es gratuito porque en él el mutuatario no debe intereses, pero no
lucrativo pues éste «no se hace más rico» con el dinero prestado, ya que está obligado a
devolverlo («Varia romana», AHDE, t. 1950, pp. 778-779).
301
302
187
ARANGIO RUIZ, V.: Instituciones de Derecho romano, trad. por J. M. CARAMÉS
FERRO, Buenos Aires, 1986, p. 653.
188
Cfr. C. 8, 53, 25-27. Dichas solemnidades consistían en la redacción de un acta
escrita, la traditio hecha ante los vecinos (advocata vicinitate) y el depósito del escrito
apud acta.
303
Entre otros, BlONDl, B.: Le donazioni, cit., p. 913; GALGANO, F.: El negocio
jurídico, trad. por F. de P. BLASCO GASCÓ y L. PRATS ALBENTOSA, Valencia, 1992, p. 113;
a
SANTOS MORÓN, M. J.: La forma..., cit., p. 130.
190
Es por ello que, según ALBALADEJO, «la donación con carga a favor de tercero
podrá ser liberalidad a favor de éste, pero no contrato de donación entre donante y tercero,
y, al no serlo, no está sometido a las reglas de las donaciones aunque le alcancen las de las
liberalidades» (en Comentarios al Código civil y Compilaciones Forales (art. 618), dir. por
M. ALBALADEJO, t. VIII, vol. 2, Madrid, 1986, p. 18).
191
La donación indirecta se diferencia así de la donación disimulada porque en ésta
el negocio que le da vida no es real sino fingido, simulado, o lo que es lo mismo, no es
realmente querido por las partes, que acuden a él sólo para disfrazar el que realmente
desean, la donación, y ello generalmente con un ánimo fraudulento (pensemos en el
ejemplo típico de la donación revestida de la forma de una compraventa para eludir las
cargas fiscales o para defraudar a los acreedores). La donación simulada no es pues más
que una donación, pero oculta detrás de un acto inexistente y de pura fachada.
192
VALLETDE GOYTISOLO, J. B.: «Notas...», cit.. pp. 295-296.
193
Puede verse un claro ejemplo de esta orientación en TORRENTE, A.: «Appunti
sulla donazione indiretta», cit., pp. 343 y ss.
194
BIONDI, B.: Le donazioni, cit.. p. 901.
304
305
197
ASCARELLI, T.: Ibid., p. 19.
198
ASCARELLI, T.: «Contralto
misto, negozio indiretto, "negotium mixtum cum
donatione"», en Studi in tema di contratti, cit., p. 89.
199
En este sentido, vid. SANTORO-PASSARELLI, F.: «Interposizione di persona,
negozio indiretto e successione della prole adulterina», Foro it.. 1931, I, col. 176;
ALBALADEJO, M.: En Comentarios al Código civil y Compilaciones /orales (art. 618 C. c ) .
t. VIII, Vol. 2, dir. por M. ALBALADEJO, Madrid, 1986, p. 27.
306
20
RODRÍGUEZ-ARIAS BUSTAMANTE, L.: «En torno al negocio indirecto y figuras
jurídicas afines (Notas para un estudio)», RGLJ, 1949, I, p. 298; ORTEGA P A R D O , G. J.:
«Donaciones indirectas», ADC, 1949; p. 940. En general, puede verse la crítica efectuada a
la categoría del negocio indirecto por Federico DE CASTRO en su monografía sobre El
negocio jurídico, cit., pp. 448 y ss.
201
Así ha sido apreciado justamente por RUBINO al decir que es preciso diferenciar
los negocios con fin indirecto de donación de algunas de las donaciones indirectas de la
doctrina tradicional, entre las que incluye precisamente la que se efectúa por medio de un
contrato a favor de tercero. Respecto de éste dice que en él la liberalidad no es el resultado
de un fin ulterior respecto del negocio medio, sino que resulta directamente de la función
objetiva del mismo (Negocio jurídico indirecto, trad. por L. RODRÍGUEZ-ARIAS, Madrid,
1953, p. 177), razonamiento que lleva implícito un doble equívoco: por un lado, la
consideración de nuestra figura, muy extendida como vimos entre la doctrina transalpina,
como un contrato típico, cuya función objetiva estaría representada por la atribución de un
derecho a un tercero, y, lo que es más grave, la confusión de las nociones de gratuidad,
propia en todo caso de la atribución que el tercero recibe, y de liberalidad, que sólo
concurre en la estipulación a favor de tercero causa donandi. Más lejos ha llegado la
confusión de ORTEGA PARDO, quien, limitando las donaciones indirectas al supuesto del
negotium mixtum cum donatione, considera que el contrato a favor de tercero no lleva
consigo una donación indirecta pues ésta, si la hay, se deriva directamente de una
estipulación añadida al contrato («Donaciones indirectas», ADC, 1949, p. 952), concepción
que sólo se entiende desde la ya superada «teoría de la oferta del estipulante» de la que
parte este autor, para quien «la liberalidad que surge al aceptar no puede considerarse
indirecta: deriva directamente de la oferta de donar hecha por el estipulante y de la
aceptación del tercero» {ibid. loe. cit.).
202
Este es el pensamiento de WINDSCHEID, para quien existen una atribución
patrimonial indirecta siempre que una prestación es realizada por una persona ajena o en
favor de un tercero extraño a la relación de la que trae causa dicha atribución («Die
indirekte Vermogenleistung». en Festgabe der Leipziger Juristenfakultat für Dr. jur. Otto
Müller, Lepzig. 1982, pp. 3 y ss.).
307
Vid. MAZEAUD, H./ MAZEAUD, L./ MAZEAUD, J./ JUGLART, M.: Legons de Droit
civil, t. VI, vol. 2, Successions. Liberalités, París, 1971, p. 632; TERRÉ, F./ LEQUETTE, Y.:
Op. cit., pp. 392-393; MALAURIE, Ph./ AYNÉS, L.: Les succcessions..., cit., pp. 238-239;
MILCAMPS, Th./ BERDOT, F.: «Attribution á titre gratuit du bénéfice de l'assurance sur la
vie et droit des liberalités», en Etudes offertes á Monsieur le Professeur André Besson,
París, 1976, p. 237.
204
MAZEAUD, H./ MAZEAUD, L./ MAZEAUD, J./ DE JUGLART, M.: Ibid. loe. cit.;
PONSARD, A.: Les donations indirectes en Droit civil /raneáis, th., Dijon, 1946, pp. 128 y
ss. Considera este último que todos los supuestos de donación indirecta pueden en última
instancia reconducirse a esta noción de acto o negocio abstracto, vid. especialmente, pp.
129-130.
205
Fuera de esos actos neutros quedaría la remisión de deuda, de la que la
liberalidad es un presupuesto esencial como ha demostrado nuestra mejor doctrina, pues no
hay auténtica condonación cuando la remisión de la deuda se hace a cambio de una
contraprestación o como solutio de otra obligación. Al respecto puede verse SANTOS
MORÓN, M. J.: «Algunas consideraciones...», cit., pp. 1662 y ss. y los autores allí citados.
206
En relación con la noción de donación indirecta considera BIONDI que ésta no
existe, más bien lo que hay es una pluralidad de actos de los que puede resultar una
liberalidad. La liberalidad, afirma BIONDI, no forma el contenido del acto, como su objeto
o causa propia, sino el resultado del mismo (Le donazioni, cit., pp. 899 y 911).
308
309
importancia en el caso del seguro de vida 210 . Por la misma razón se aplicará a
las donaciones indirectas la presunción de fraude recogida en el párrafo
segundo del artículo 643 del Código civil.
ha sido consagrada expresamente en el artículo 809 del Código civil italiano, que se ocupa
del régimen jurídico de las liberalidades efectuadas por medio de actos distintos al
contrato de donación, y por el artículo 1.922, párrafo segundo, para el caso particular del
seguro de vida a favor de tercero. Con carácter general respecto de toda estipulación a
favor de tercero efectuada a título de liberalidad el artículo 450 del Código portugués de
1966 extiende las normas relativas a la revocación de donaciones por ingratitud, al haber
desaparecido en dicho Código la supervivencia de hijos como causa de revocación.
210
MILCAMPS, Th./ BERDOT, F.: Op. cit., pp. 244-245.
211
TORRENTE, A.: «Appunti sulla donazione indiretta», cit., p. 349; MAJELLO, U.:
L'interesse..., cit., p. 118.
212
La doctrina italiana encuentra un apoyo textual para esta conclusión en el
artículo 1.875 del Códice civile, a tenor del cual «la renta vitalicia constituida a favor de
tercero, aunque suponga para éste una liberalidad, no requiere la forma establecida para la
donación», precepto que tiene su precedente en el artículo 1.973 del Código francés. Según
BIONDI, dado que ninguna razón justifica que esta regla deba ser exclusiva de la renta
vitalicia, aquel precepto debe ser considerado como la expresión de un principio general
aplicable no sólo a todo contrato a favor de tercero sino con carácter general a las que este
autor califica como liberalidades atípicas (Le donazioni, cit., p. 962). En este mismo
sentido se había pronunciado ya TORRENTE, A.: La donazione, cit., p. 55.
Expresamente esta solución fue consagrada entre nosotros en relación con la
estipulación a favor de tercero donandi causa por la sentencia de 6 de octubre de 1893 (JC
1893, núm. 57).
213
GORLA, G.: «Contratto a favore di terzi...», cit., p. 596; GONZÁLEZ
PACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 415; PÉREZ CONESA, C : Op. cit., p. 199.
310
que se realizan para atender a un uso social que en cierto modo las impone,
por lo que no se puede hablar en ellas de un animus donandi igual al de la
donación propiamente dicha. Pensemos en un supuesto tan frecuente como el
de quien acude a un comercio en el que unos amigos han abierto su lista de
boda para comprar un regalo y hacerlo enviar después a los novios (terceros
beneficiarios) en tal concepto214.
214
En un supuesto como éste, considera LANGE que la intención de atribuir un
derecho al destinatario del regalo se desprende de las circunstancias particulares del caso
(«Die Auswirkung...», cit., p. 657, nota 6).
215
Esta parece ser la opinión de GAREIS, para quien no hay ningún beneficio,
ningún/ovor, cuando alguien ve reforzado un derecho que ya tenía antes. Según este autor,
un auténtico contrato a favor de tercero exige que este reciba un plus, una melior condicio,
como cuando esa obligación previa entre el estipulante y el tercero no era exigible por ser
ilíquida o por tratarse de una obligación natural (op. cit., p. 42).
216
Como mera variante de la estipulación solvendi causa podríamos englobar el
supuesto en el que esa relación previa entre estipulante y tercero está constituida por una
obligación natural, en cuyo caso la ventaja no consiste tan solo proporcionar al
beneficiario un nuevo acreedor sino en dotar a éste de un auténtico derecho de crédito allí
311
donde sólo ostentaba una mera facultad de retener la prestación en el caso de que fuese
libremente efectuada por el estipulante, vid. GAREIS, C : Ibid. loe. cit.
217
Curiosamente, en el Derecho norteamericano fue también un supuesto de
estipulación solvendi causa -nos referimos al célebre caso de Lawrence v. Fox (1859),
resuelto por la Corte de apelación de Nueva York- el que sirvió para reconocer por
primera vez la validez del contrato a favor de tercero.
218
Así se desprende de la propia jurisprudencia del Tribunal Supremo, que en
numerosas ocasiones ha calificado como contrato a favor de tercero aquel en el que uno de
los contratantes se hizo prometer del otro una prestación en favor de su acreedor, con la
intención de saldar por esta vía indirecta una obligación preexistente, vid. SSTS de 20 de
febrero de 1915 (JC 1915, núm. 87), 23 de junio de 1925 (JC 1925, núm. 46), 5 de junio de
1945 (JC 1945, núm. 4), 10 de diciembre de 1956 (JC 1956, núm. 119), 29 de abril de
1970 (JC 1970, núm. 228), 30 de abril de 1971 (JC 1971, núm. 238), 7 de junio de 1976
(JC 1976, núm. 181), 3 de febrero de 1983 (JC 1983, núm. 53) y 31 de enero de 1986 (RJA
1986/ 443). Junto a éstas encontramos otras decisiones en las que el recurso a un
pretendido contrato a favor de tercero (solvendi causa) es más que discutible, vid. la STS
de 11 de marzo de 1991 (JC 1991, núm. 195), referida a un crédito documentario, y la de 3
de julio de 1999 (RJA 1999/ 4901), que de forma implícita considera el aval como un
contrato a favor del acreedor celebrado entre el deudor y el avalista, «siempre que se
hubiera atribuido, de modo claro y bien precisado, a favor del tercero aprovechante el
derecho al aval», lo que no se apreció en el caso de autos.
219
HELLWIG, K.: Die Vertrage..., cit., p. 334; MAJELLO, U.: L'interesse..., cit., p.
108.
312
220
Esta parece ser, no obstante, la opinión de DÍEZ-PICAZO, L.: Fundamentos..., t.
I, cit., p. 440.
221
COLÍN, A./ CAPITANT, H.: Op. cit., p. 554; STARCK, B./ ROLAND, H./ BOYER, L.:
Op. cit., p. 553; GOUTAL, J. -L.: Op. cit., p. 158; VILLANI, D.: «La stipulation pour autrui
comme moyen de paiment», RGAT, 1997, p. 446; GERNHUBER, J.: Das Schuldverháltnis..,
cit., pp. 478-479; ESSER. J./ SCHMIDT, E.: Op. cit., p. 274; CARBALLO FIDALGO, M.: «El
contrato a favor de tercero», AC, n° 47, 2000, p. 1726.
313
222
CHAMPEAU, E.: Op. cit (Droit francais), p. 156; DEMOGUE, R.: Traite..., cit., p.
222; GERNHUBER, J.: Das Schuldverháltnis..., cit., p. 478.
223
De ahí precisamente la denominación de compraventa C. I. F., iniciales de las
palabras inglesas, cost, insurance y freight.
224
Sobre la admisibilidad de que la relación de cobertura esté representada por un
mandato, o lo que es lo mismo, que el mandatario haya recibido el encargo de celebrar un
contrato a favor de su mandante, dice DIEZ-PICAZO que en pura lógica nada hace que el
gestor deba actuar necesariamente como representante (Fundamentos..., t. I, cit., p. 431).
En otro momento había puesto de manifiesto ya este autor que el mandatario puede actuar
314
315
227
Vid. STS de 23 de junio de 1925 (JC 1925, núm. 46). El supuesto de hecho
resuelto por esta sentencia recuerda al caso de Les Affréteurs Reunís Société Anonyme v.
Leopold Walford (London) Ltd. (1919) del que tuvimos ocasión de ocuparnos en otro lugar.
La viuda de D. José Calabuig con establecimiento en Valencia, encarga a un comisionista
que le ponga en contacto con un armador para el fletamento de un vapor que había de
llevar unas mercancías del puerto de Valencia hasta Londres. En cumplimiento del
contrato, el comisionista pone en contacto a la viuda de Calabuig con la Sdad. Gutiérrez y
Otero de Bilbao. Se celebra el contrato de fletamento en el cual los armadores asumen la
obligación de pagar al comisionista de la viuda de D. José Calabuig el 5% del precio del
flete pero, como aquellos mismos hicieron constar en la contestación a la demanda, no por
haberles proporcionado el contrato sino como un pacto con el fletador o como una
bonificación a éste, sólo exigible por tanto en cuanto dicho fletador cumpliese todo el
contrato de fletamento, cargando el buque y pagando el flete. Habiéndose producido la
rescisión del contrato de fletamento por las partes, el comisionista reclama el pago de su
comisión al armador alegando una asunción de deuda operada por medio de una
estipulación a su favor incluida en el contrato de fletamento. La reclamación no fue
atendida.
228
Cfr. TIRADO SUÁREZ, F. J.: «Problemática actual de los contratos de seguros
vinculados a operaciones bancadas», RDBB (59), 1995, pp. 795 y ss.
229
Sin embargo, en la mayoría de los casos son las propias entidades de crédito las
que, en su condición de acreedor, promueven este tipo de operaciones, pues son ellas las
que conciertan un seguro de grupo colectivo al que sus clientes tendrá que adherirse en el
momento de la formalización del préstamo, obteniendo de este modo una importante
garantía de cobro en el caso de fallecimiento del obligado. Precisamente por esta razón -
por provenir de la iniciativa del banco-benenficiario- es por lo que creemos que una
reciente decisión de la Corte de casación francesa, calificando esta modalidad de seguro de
vida como un supuesto de stipulation pour autrui, ha extraído una consecuencia que resulta
incompatible con el régimen del contrato a favor de tercero, al considerar que el
estipulante (tomador del seguro) quedó liberado de su obligación en el mismo instante en
que nació en cabeza del promitente (asegurador) la obligación de pago, esto es, en el
316
317
mecanismos abreviados de pago por cuanto que ello significaría que el tercero no adquiere
tan sólo un derecho, sino que pierde al mismo tiempo el que tenía frente al deudor
primitivo; por otro lado, siguiendo los pasos de BILLIAU, niega FRANCOIS posibilidad de
que la delegación opere sin tomar como punto de referencia una relación obligatoria
subyacente entre delegante y delegatario.
231
LAMBERT, E.: Op. cit. (Droit francais), pp. 228 y ss. No muy distinta es la
posición defendida por PÉREZ CONESA, C : Op. cit., pp. 160-173, 178-195 y 244-249.
Probablemente por partir de un concepto demasiado amplio de delegación, entiende esta
autora que en el caso de que el promitente asuma una obligación precedente del estipulante
318
y sin salir del ámbito del contrato a favor de tercero, la operación podrá ser calificada
319
320
321
Vigente el código de 1865 buena parte de la doctrina reclamaba la autonomía jurídica sólo
para el caso del accollo cumulativo, considerado como una forma de contrato a favor de
tercero, quedando encuadrados los supuestos de accollo privativo dentro de la delegación y
la expromisión. Respecto del accollo cumulativo, buena parte de la doctrina y la
jurisprudencia de forma unánime continúan defendiendo que se trata de un contrato a favor
de tercero, caracterizado por la mención expresa de la relación de valuta, opinión que
aparece reforzada el tenor literal del artículo 1.273 y por la Relazione del Guardasigilli,
vid. BIGIAVI, W.: «Accollo e contratto a favor di terzo», cit., col. 918; MAJELLO, U.:
L'interesse..., cit., pp. 103 y SS.;_CAMPOBASSO, G. F: VOZ «Accollo», en Ene. giur.
Treccani, t. I, Roma, 1988, p. 2. Esta tesis también tiene sus detractores, entre quienes
destacan FALZEA, A.: L'offerta reale e la liberazione coattiva del debitare. Milano, 1947,
pp. 305 y ss. y RESCIGNO, P.: «Accollo e contratto a favore di terzo», Banca borsa tit.
cred., 1953, I, pp. 52 y ss.; Id.: Studi su!¡'accollo, cit., pp. 243 y ss.
239
Cfr. GOUTAL, J. -L.: Ibid., pp. 162-165.
322
CHAMPEAU, E.: Op. cit. (Droit frangais), p. 258; TARTUFARI, L.: Op. cit., pp.
335 y ss.; HECK, Ph.: Op. cit., p. 148; GIOVENE, A.: II negozio..., cit., p. 197-199;
RESCIGNO, P.: Studi sull'accollo, cit., p. 328; LEITE DE CAMPOS, D.: Contratos..., cit., p.
71. Esta orientación parece haber tenido acogida por el artículo 443, 2 del Código civil
portugués, en virtud del cual «por contrato a favor de terceiro, tém as partes ainda a
possibilidade de remitir dividas».
241
Cfr. ClCALA, R.: L'adempimento indiretto del debito altrui. Disposizione
«novativa» del crédito ed estinzione dell'obligazione nella teoría del negozio, Napbli.
1968, pp. 231 y ss.
323
El hecho de que haya sido sobre todo la doctrina italiana la que haya analizado
la expromisión como un supuesto de contrato a favor de tercero puede encontrar una
explicación (aunque no se justifique en ningún caso) desde la perspectiva del ordenamiento
italiano, donde el deudor puede oponerse a la remisión de la deuda por parte del acreedor
(art. 1.236 in fine C. c.) y, consiguientemente, al pago de la misma por un tercero (art.
1.180, 2 C. c ) , lo que recuerda en cierta medida a la facultad de rifiuto que el párrafo
tercero del artículo 1.411 otorga al beneficiario.
324
MAJELLO, U.: L'ineteresse..., cit., pp. 114 y ss.; ROCA SASTRE, R. Ma./ PUIG
BRUTAU, J.: «Estipulaciones...», cit., p. 230; VALLET DE GOYTISOLO, J.: «La donación
mortis causa en el Código civil español», A. A. M. N., t. V, 1950, p. 806; GONZÁLEZ
PACANOWKA, I.: Op. cit., p. 394. LENER habla de «abstracción procesal» (astrazione
processuale) en el sentido que lo hace la doctrina italiana, para referirse a la circunstancia
de que el tercero está habilitado para exigir del promitente la prestación sin necesidad de
probar la causa justificativa de la atribución que recibe del estipulante, mientras que éste -
no el promitente, como parece entender MOSCARINI (/ negozi..., cit., p. 248; Id.: I!
contratto..., cit., p. 169)- podrá hacer valer esa falta de justificación, con la consiguiente
carga de la prueba, ya sea interviniendo en el juicio iniciado por el tercero frente al
estipulante, ya mediante una acción autónoma («"Expressio causae" e astrazione
processuale. Note preliminari ad uno studio sistemático sull'astrazione», en Studi in onore
di Francesco Santoro Passarelli, vol. III, Napoli, 1972, pp. 83 y ss., espec. p. 86).
325
Así las cosas, puede ocurrir que el beneficiario reciba la prestación del
promitente pese a los defectos de la relación de valuta, en cuyo caso no cabe
duda de que el estipulante podrá ejercitar una condicio frente a aquél en la
media en que se enriqueció injustamente a su costa244. El problema reside en
determinar si antes de que el promitente haya cumplido pueden servirse el
estipulante u otras personas interesadas (herederos, acreedores) de la relación
de valuta para hacer decaer el derecho del tercero o si, por el contrario, es la
condicio el único remedio con el que cuenta y, en su caso, cuál sería el
alcance de ésta última. Para el estipulante el problema se presenta
exclusivamente en los casos en los que el tercero haya aceptado la
estipulación, pues antes de ese momento siempre le queda la posibilidad de
revocar.
ROCA SASTRE, R. Ma./ PUIG BRUTAU, J.: «Estipulaciones...», cit., p. 230; DÍEZ- -
PICAZO, L.: Fundamentos..., t. I, cit., p. 440; PÉREZ CONESA, C : Op. cit., pp. 194-195.
245
Es muy claro en este sentido BAYER, cuando afirma que «para la celebración y
eficacia del contrato a favor de tercero así como para la adquisición del crédito por el
tercero frente al deudor de la prestación la relación de valuta no juega ningún papel» {op.
cit., p. 209).
326
Vid. HELLWIG, K.: Die Vertrage..., cit., p. 343; BAXMANN, O.: Op. cit., p. 45,
texto y nota 2; BLOMEYER, A.: Allgemeines Schuldrecht, Berlin-Frankfurt, 1953, p. 288;
GOTTWALD, P.: Op. cit., p. 1281; BAYER, W.: Ibid., p. 289.
247
FLOUR, J./ AUBERT, J. -L.: Op. cit., p. 346; LÉGIER, G.: Op. cit., p. 7;
MALAURIE, , Ph./ AYNÉS, L.: Op. cit., p. 395; CARBONIER, J.: Op. cit., p. 246;
LARROUMET, Ch./ MONDOLINI, D.: Op. cit., p. 11. En Portugal, esta parece ser también la
opinión de ANTUNES VÁRELA, J. de M.: Op. cit., p. 425. La doctrina italiana ha encontrado
en este punto un apoyo decisivo en el requisito del interés del estipulante, del que el
artículo 1.1411 hace depender «la validez de la estipulación a favor de tercero», vid.
MAJELLO, U.: L'interesse..., cit., p. 29; Id.: Voz «Contratto...», cit., p. 240; MESSINEO, F.:
// contratto in genere, cit., p. 135; GALGANO, F.: Diritto civile..., vol. 2, t. I, cit., p. 419;
MAIORCA, S.: Op. cit., p., 366; SCOZZAFAVA, O. T.: Voz «Contratto...», cit., p. 6. En
contra, MOSCARINI, L. V.: II contratto..., cit., pp. 170-171, que distingue según que los
defectos de esa relación causal tengan carácter originario o sobrevenido, proponiendo la
ineficacia en el primer caso y la mera tutela per condicionen! en el segundo.
248
Sobre la evolución de esta cuestión en el Derecho francés, con cita de abundante
jurisprudencia, vid. LAMBERT-FAIVRE, Y.: Op. cit., p. 804, texto y nota 1.
327
249
Cass. civ. de 8 de octubre de 1957 (D. H. 1958, pp. 317-318, con nota de Paul
ESMEIN).
328
250
Vid. SSTS de 30 de marzo de 1950 (JC 1950, núm. 58), 3 de junio de 1953 (JC
1953, núm. 5), 24 de noviembre de 1983 (JC 1983, núm. 599), 11 de marzo de 1985 (JC
1985, núm. 156), y 22 de abril de 1988 (JC 1988, núm. 327), entre otras.
251
A modo meramente indicativo podemos recordar dentro del Código civil el
artículo 1.155, según el cual «la nulidad de la cláusula penal no lleva consigo la de la
obligación principal», el artículo 1.476, del que se extrae que la nulidad del pacto que
exime al vendedor de responder por evicción si hubiese habido mala fe por su parte no
lleva aparejada la nulidad del contrato de compraventa, o el artículo 1.691, que dispone la
nulidad del pacto que excluya a uno o varios socios de toda parte en las ganancias o en las
pérdidas en el contrato de sociedad dejando subsistente ésta. Así mismo, fuera ya del
Código civil, puede verse el artículo 6 de la Ley de Arrendamientos Urbanos o el artículo
10 bis 2 de la Ley General para la Defensa de Consumidores y Usuarios.
252
El ejemplo más claro lo encontramos en el artículo 1.826 Código civil, a tenor
del cual el fiador puede obligarse a menos, pero no a más que el deudor principal,
estableciéndose para el caso contrario que «se reducirá su obligación a los límites de la del
deudor». Vid. también el artículo 1.508 del mismo cuerpo legal.
253
En este sentido, la STS de 10 de octubre de 1977 (JC 1977, núm. 313), seguida
después por la de 17 de octubre de 1987 (JC 1987, núm. 639), afirma que «el factor
decisivo para apreciar la invalidez parcial o la invalidez total se halla constituido por la
voluntad presumible, conjetural o hipotética del autor o autores del negocio, habida cuenta
de las circunstancias del caso, de la naturaleza de aquél y de las exigencias de la buena
fe».
329
330
accidental del contrato . Todo ello salvo que se demuestre que las partes no
habrían querido el negocio sin la parte nula, no siendo necesario que esa
voluntad haya sido expresamente consagrada, pudiendo ser tácita o derivada
simplemente de la propia naturaleza de las cosas
331
332
CAPÍTULO QUINTO
LA POSICIÓN JURÍDICA DEL BENEFICIARIO
333
1
JC 1956, núm. 119.
2
JC 1961, núm. 523.
3
La sentencia de 13 de julio de 1954 (JC 1954, núm. 88) calificó, no obstante,
como contrato a favor de una sociedad non nata el arrendamiento de un local comercial en
el que el arrendatario quedaba facultado para traspasar el contrato a una determinada
sociedad tan pronto como ésta tuviera personalidad jurídica.
4
GHESTIN, J.: «La distinction...», cit., p. 520. Las mismas reflexiones aparecen
reproducidas prácticamente en los mismos términos en la primera edición de Les effets du
contrat, Paris, 1992, publicado por GHESTIN en colaboración con M. BILLIAU y en la
«Introduction» realizada por GHESTIN a la obra colectiva Les effets du contrat á l'egard
des tiers (Comparaisons franco-belges), dir. por M. FONTAINE y J. GHESTIN, Paris, 1992,
pp. 18 y ss.
334
5
Para MESSINEO «es tercero aquel que no es parte del contrato, ni en sentido
sustancial, ni en sentido formal (noción negativa). Y es parte, aquel que no sólo concurre
a dar vida al contrato, sino que al mismo tiempo tiene un interés propio y soporta sus
efectos (noción positiva)» (Voz «II contratto nei rapporti col terzo», cit., p. 196).
Destacan asimismo el «carácter negativo» de la noción de tercero, BARASSI, L.: Teoría
genérale..., t. II, cit., p. 191; GIOVENE, A.: 11 negozio..., cit., p. 20; PuiG BRUTAU, J.:
Fundamentos..., cit., p. 261 y la STS de 15 de noviembre de 1982, en cuyo Considerando
segundo puede leerse que «parte en el sentido contractual del término, es únicamente
aquella que otorga, celebra o concierta el contrato, y por exclusión, todos aquellos en
quienes no concurra esa condición o la de ser heredero de alguno de los sujetos del
contrato, tiene con relación al mismo la consideración de tercero» (JC 1982, núm. 459).
6
GHESTIN, J.: «La distinction...», cit., p. 518.
335
7
Ibid. loe. cit.
8
AUBERT, J. -L.: «A propos d'une distinction renouvelée des parties et des tiers»,
Rev. trim. dr. civ., 1993, p. 271.
9
Ibid., y. 272.
10
Ibid., p. 273 y GUELFUCCI-THIBIERGE, C : «De l'élargissement de la notion de
partie au contrat... á l'élargissement de la portee du principe de l'effet relatif», Rev. trim.
dr. civ.. 1994, p. 279.
336
11
En efecto, el debate abierto en la doctrina francesa, y recogido básicamente en
las páginas de la prestigiosa Revue trimestrielle de droit civil, iba a desembocar en un
replanteamiento de la cuestión por parte de quien iniciara la polémica, GHESTIN, J.:
«Nouvelles propositions...», cit., espec. pp. 786 y ss.
12
Cfr. GUELFUCCI-THIBIERGE, C : Op. cit., pp. 280-281.
13
GHESTIN, J.: «Nouvelles propositions...», cit., p. 788.
337
contrato, ya haya sido éste consentida o no. Desde este punto de vista, el
beneficiario de un contrato a favor de tercero es acreedor, pero no parte del
contrato.
l4
Ibid.,p. 797.
15
P.: Op. cit., p. 1282; section 1 (5) Contraéis (Ríghts of Third
GOTTWALD,
Parties) Act de 1999.
16
STS de 24 de diciembre de 1977 (JC 1977, núm. 448), a tenor de la cual y por
este motivo, el estipulante no debe ser demandado en caso de incumplimiento junto al
promitente aunque haya sido parte en el contrato, lo que llevó a la Sala a rechazar la
excepción de litisconsorcio pasivo necesario planteada por el promitente.
17
Nos estamos refiriendo, claro está, a la estipulación solvendi causa, en la que,
como vimos, la obligación subyacente del estipulante frente al beneficiario tan solo se
extingue con la efectiva realización de la prestación por el promitente, la compensación o
la remisión de la deuda por parte del propio beneficiario.
18
DIEZ-PICAZO, L.: Fundamentos.... t. I, cit. p. 440.
338
prevista por el artículo 1.280 del Código civil . Sin embargo, su posición no
puede ser equiparada a la de un contratante, y por ello no puede modificar ni
poner fin al contrato de común acuerdo con el promitente, ni ejercitar la
acción resolutoria en caso de incumplimiento20.
19
ALBALADEJO, M.: Derecho civil, t. II, vol. 1, cit., p. 453.
20
Así lo ha observado BECKER, H.: En Gmür Kommentar zum Schwizerischen
Zivilgesetzbuch (art. 112), t. VI, vol. 1, Bern, 1941, p. 586, pero sobre todo CALASTRENG,
S.: La relativité des conventions, París, 1939, p. 213, que pone de relieve el carácter
«complejo» de la situación que ocupa el beneficiario, pues, por un lado, se aprovecha del
derecho estipulado a su favor o de las garantías que conlleva y puede ver al mismo tiempo
como le son opuestas excepciones derivadas del contrato, pero, por otro, no podrá pedir la
resolución del contrato en caso de incumplimiento, ni tienen efecto frente a él las
sentencias recaídas en los pleitos entre promitente y estipulante. Sin embargo, no creemos
que de ahí pueda derivarse, como hace CALASTRENG, que la excepción al principio de
relatividad no sea en este caso absoluta. Y no podemos compartir esta última afirmación
porque si hay excepción al principio de relatividad es precisamente porque el tercero
adquiere un derecho sin adquirir la condición de parte.
21
Son palabras de LAMBERT, E.: Op. cit. (Droit francais), p. 115.
339
" Esta opinión se encuentra muy extendida entre los autores franceses, WEILL, A.:
Op. cit., pp. 699-700; STARCK, B./ ROLAND, H./ BOYER, L.: Op. cit., p. 553; LARROUMET,
Ch./ MONDOLINI, D.: Op. cit., p. 14. Expresamente en relación con la posibilidad de que
el beneficiario hiciera valer una cláusula compromisoria incluida en el contrato, se ha
pronunciado en contra la sentencia de la Corte de casación de 4 de junio de 1985 (Bu 11.
civ., IV, n°. 178; Rev. trim. dr. civ., 1986, p. 593, obs. J. MESTRE).
23
GHESTIN, J./ BILLIAU, M.l JAMIN, Ch.: Les effets du contrat, cit., p. 694.
24
Cfr. LA TORRE, A.: «Sulla opponibilitá delle clausole limitative al terzo
beneficiario del contratto», Ass., 1960, II, sec. 2a, p. 36.
25
Así lo ha entendido la sentencia del Tribunal de Justicia de la CE de 14 de julio
de 1983 (causa n. 201/ 82) al resolver que el artículo 17, 1 de la Convención de 27 de
septiembre de 1968 concerniente a la competencia jurisdiccional y ejecución de decisiones
en materia civil y comercial debe ser interpretado en el sentido de que en caso de un
contrato seguro de vida a favor de tercero que contenga una cláusula de prórroga de la
competencia, ésta podrá ser invocada por el tercero beneficiario siempre que reúna dicha
cláusula la forma escrita que a tal efecto exige el mencionado artículo 17.
En nuestro ordenamiento la cuestión no podrá surgir en relación con los contratos
de seguro para los que el artículo 24 de la Ley 50/ 1980 dispone tajantemente que «será
Juez competente para el conocimiento de las acciones derivadas del contrato de seguro el
domicilio del asegurado, siendo nulo cualquier pacto en contrario». Entiende a este
respecto TIRADO SUÁREZ que la contundencia de la letra del precepto lleva a proclamar la
competencia de los Tribunales del domicilio del asegurado también para la reclamación de
un tercero beneficiario y aunque sea otro el domicilio de este último (op. cit., p. 1645),
aunque el espíritu de protección del beneficiario en el seguro de vida que se desprende de
otros preceptos de la Ley, la ubicación del precepto entre las disposiciones generales del
seguro, así como la propia finalidad perseguida por el artículo 24, nos permiten dudar de
si no sería posible considerar competente al Juez del domicilio del beneficiario en el caso
del seguro de vida.
340
TARTUFARI, L.: Op. cit., p. 369; CHAMPEAU, E.: Op. cit. (Droit frcmgais), p. 145;
BAUDRY-LACANTINERIE, G./ BARDE, L.: Op. cit., p. 212; GAUDEMET, E.: Op. cit., pp. 253-
254; ABEL DE CAMPOS, A.: «Contratos em beneficio de terceiros. Efectivacáo do direito
dos benificiários», Scieiitia Jurídica, vol. VII, 1958, p. 499; LÉGIER, G.: Op. cit., p. 31.
27
VAZ SERRA, A. P. S.: Op. cit., p. 178. Por su parte, PLANIOL y RIPERT consideran
que se presume que las garantías quedan reservadas al estipulante cuando éste se hubiese
hecho prometer junto con la prestación a favor de tercero alguna otra en beneficio propio
(op. cit., p. 470).
341
derecho de retención cuando las cosas sobre las que recaiga se hallen en poder
del estipulante.
342
sino que es titular de un derecho suyo propio a la prestación, distinto del que
en su caso pueda ostentar aquél. Esto explica que el promitente no pueda
oponer frente a la reclamación del tercero aquellas excepciones meramente
personales que tuviese frente al estipulante.
31
En sede de seguro de vida se entiende por ello que el capital asegurado no cae
en la masa de la herencia, de manera que la adquisición del beneficio opera al margen de
la sucesión, cfr. SSTS (Social) de 2 de enero de 1978 (RJA 1978/ 121) y de 1 de diciembre
de 1987 (RJA 1987/ 8804).
32
Vid. en este sentido las consideraciones expuestas, entre otros, por UNGER, J.:
Op. cit.. pp. 63-64, GAREIS, K.: Op. cit., p. 241 o EHRENBERG, V.: «Wichtige Probleme
343
344
345
un mismo trato, si bien, para determinar cuál, será necesario atender a otro
tipo de consideraciones.
346
DEMOGUE, R.: Traite..., cit., p. 224; COLÍN, A./ CAPITANT, H.: Op. cit., p. 554;
ROCA SASTRE, R. M./ PUIGBRUTAU, J.: «Estipulaciones...», cit., p. 230.
Esta doctrina ha encontrado su consagración legislativa en el art. 450 del Código
civil portugués, a tenor del cual «sólo en lo que respecta a la contribución del promisario
para la prestación al tercero son aplicables las disposiciones relativa a la colación,
imputación y reducción de donaciones y a la impugnación pauliana».
40
Cfr. HELLWIG, K.: Die Vertráge..., cit., p. 339. Sobre este argumento tendremos
ocasión de volver más adelante cuando nos ocupemos en particular del seguro de vida a
favor de tercero.
347
348
349
46
HASSOLD, G.: Op. cit., pp. 257-258.
47
LARROUMET, Ch./ MONDOLINI, D.: Op. cit., p. 3.
48
El tema de si el capital asegurado debía caer en la masa de la herencia y ser por
tanto atacable tanto por los acreedores como por los herederos del estipulante fue tratado
ya en sendos dictámenes de MALB y KRONECKER y recogidos en los Verhandlungen
Sechszehnten deutschen Juristentages, Berlín, 1882, pp. 141 y ss. y 200 y ss.,
respectivamente, en los que se ponía de manifiesto que las necesidades de la sociedad
moderna imponen la solución de dejar el capital del seguro fuera de la herencia.
49
Así lo ha puesto de relieve HECK (op. cit., p. 149), para quien en el fondo de
esta doctrina que estamos criticando se esconde en realidad un error típico del método
empleado por la jurisprudencia de conceptos (Begriffsjurisprudenz), al haber querido
350
351
" RIERA AISA, L.: «El llamado derecho propio del beneficiario de un seguro de
vida al capital del mismo y las relaciones jurídicas familiares, sucesorias y obligacionales
del que lo contrató», A. A. M. N„ 1953, p. 288.
352
Sobre los orígenes del seguro de vida y de los prejuicios con los que tuvo que
luchar, vid. supra, p. 75, nota 15.
54
PACCHIONI, G.: LOS contratos.... cit.. p. 287.
55
Vid., por todos, BAUDRY-LACANTINERIE, G./ BARDE, L.: Op. cit.. p. 265.
353
354
355
Este precepto está inspirado en el artículo 1.923 del Código italiano de 1942, a
tenor del cual «la suma debida por el asegurador al contratante o al beneficiario no pueden
ser sujetas a acción ejecutiva o cautelar». En su párrafo segundo puntualiza: «quedan a
salvo, respecto de las primas pagadas, las disposiciones relativas a la revocación de los
actos realizados en perjuicio de los acreedores y aquellas relativas a la colación,
imputación y reducción de donaciones». Respecto de la colación, el Códice ya había
sentado esa regla previamente en el artículo 741.
61
BALLEYDIER, LV CAPITANT, H.: Op. cit., p. 556; BAUDRY-LACANTINERIE, G./
BARDE, L.: Op. cit., p. 265. Para explicar esta idea consideran MILCAMPS y BERDOT que es
preciso distinguir entre el objeto de la liberalidad y el coste que éste ha representado para
el estipulante y ponen el ejemplo de quien compra un billete de lotería y se lo envía a otra
persona, «el beneficiario de la liberalidad entra en posesión de un derecho de crédito
condicional contra la Lotería Nacional y, si la suerte le sonríe, recibirá en plena propiedad
una suma de dinero que jamás ha pertenecido al donante» (op. cit., p. 235). No es difícil
percatarse, sin embargo, de que nada tiene que ver este ejemplo con lo que ocurre en el
seguro de vida donde el carácter aleatorio juega de muy distinta manera: quien regala un
boleto de lotería antes del sorteo está dando lo que cuesta ese boleto, ese es el precio que
has pagado para participar en un juego de azar y eso es precisamente lo que recibe el
beneficiario; sin embargo, el que suscribe una póliza de seguro en favor de otra persona lo
que quiere es asegurarse de que ésta reciba el capital asegurado con independencia de lo
que le cuesten las primas.
356
357
a causa di morte e atti di liberalitá», en Studi in memoria di Gino Gorla, t. III, Milano.
1994, p. 2110.
65
Así lo estimó no obstante la Corte de Apelación de París en un fallo de 10 de
enero de 1900 (£)., 1900, 2, p. 489 con nota crítica de DUPUICH).
66
Entre otros, BAUDRY-LACANTINERIE, G./ BARDE, L.: Op. cit., p. 269; WAHL, A.:
Op. cit., p. 55; LACOSTE, P.: «Examen de quelques questions relatives a la donation
contenue dans une assurance en cas de décés au profit d'un tiers determiné», Rev. trim. dr.
civ., 1905, p. 203; DEMOGUE, R.: Traite..., cit., p. 231; STOLFI, M : L'assicurazione...,
cit., p. 172.
61
Cfr. COVIELLO, L. (jr.): «L'assicurazione sulla propria vita...», cit., pp. 47 y ss.;
GASPERONI, N.: Le assicurazioni, cit., p. 218.
358
359
estaría pensando exclusivamente en la fase previa al pago por parte del asegurador y que
su finalidad sería por tanto la de proteger a éste evitándole el tener que cerciorarse de la
legitimidad del pago de la suma asegurada o del valor de rescate. Sobre esta cuestión
pueden verse las observaciones de GASPERONI, N.: «Impignorabilitá de insequestrabilitá
delle somme dovute dall'assicuratore sulla vita all'erede fallito del beneficiario
premorto», Riv. dir. comm., 1956, II, pp. 311-312; FUNAIOLI, C. A.: «Sulla
impignorabilitá del diritto del beneficiario di assicurazioni sulla vita e degli eredi del
beneficiario premorto», Ass., 1958, II, p. 39; BUTTARO, L.: Voz «Assicurazione...», cit.,
pp. 653-654.
70
LEFORT, J.: Traite des assurances sur la vie, t. I, pp. 175 y ss., citado por
BALLEYDIER, L./ CAPITANT, H.: Op. cit., p. 545, nota 4. En cierto modo, aunque de forma
tangencial, también sugiere este argumento RIERA AISA, L.: Op. cit., p. 318.
71
ASCARELLI, T.: «Concetto unitario di assicurazione», en Studi in tema di
contrata, Milano, 1952, pp. 353 y ss. DONATI, A.: Trattato del diritto delle assicurazioni
prívate, vol. II, Milano, 1954, pp. 18 y ss.; URÍA, R.: «Orientaciones modernas sobre el
contrato de seguro», RDM, 1962 (33), pp. 278 y ss.
72
Vid. FANELLI, G.: Le assicurazioni, en Trattato di Diritto civile e commerciale,
dir. por Antonio Cicu y Francesco MESSINEO, vol. XXXVI, t. 1, Milano 1973, pp. 85-99;
PICARD, M./ BESSON, A.: Op. cit., p. 34; y. entre nosotros, GARRIGUES, J.: «Estudios sobre
el contrato de seguro», RDM, 1967 (44), pp. 32 y 41-44; BROSETA PONT, M.: Manual de
360
Derecho mercantil, 8a ed., Madrid, 1990, pp. 498-499; VICENT CHULIÁ, F.: «Concepto y
caracteres del contrato de seguro en la nueva Ley», en Comentarios a ¡a Ley de Contrato
de Seguro, t. I, coord. por E. VERDERA Y TUELLS, Madrid, 1982, pp. 138 y 144.
13
Esta circunstancia ha sido desconocida recientemente por una sentencia de la
AP Girona (Sección 2a) de 23 de septiembre de 1999 (Rev. Der. Cir., julio-agosto 2000,
pp. 36 y ss.), que vino a considerar que «dada la finalidad indemnizatoria, -que no la
naturaleza- (sic), del seguro de accidentes, la persona que tiene la condición de
beneficiario y a quien corresponde la indemnización es a la real y directamente
perjudicada por la muerte», logrando de esta forma arrebatar la indemnización al tercero
designado en la póliza. Sin duda, la Sala actuó movida por un criterio de justicia material,
que se comprende si se tienen en cuenta los antecedentes de este pleito: se trataba
determinar quién debía recibir el beneficio de una póliza de seguro multirriesgo de
automóvil que cubría la circulación de un vehículo y en la que, entre otras garantías,
atribuía una indemnización de 1.000.000 de pesetas por cada ocupante del vehículo
asegurado muerto en accidente que, en defecto de disposición expresa, habría de abonarse
según un orden de prelación establecido en las condiciones generales del contrato
encabezado por "el cónyuge" del fallecido. La disputa se suscitó entre la conviviente more
uxorio del fallecido y la esposa de la que se encontraba en trámite de separación judicial
pero sin que hubiese recaído aun sentencia. Datos relevantes que incidieron en la decisión
fueron que el fallecido había nombrado heredera testamentaria a la persona con la que
convivía meses antes de morir y, sobre todo, que esta última la propietaria del vehículo y
tomadora del seguro. Con todo, el razonamiento de la Sala nos parece inadmisible y
resulta tanto más sorprendente si tenemos en cuenta que el juez a quo había llegado a la
misma conclusión por la vía considerar que las condiciones generales de la póliza no eran
eficaces y resultaban irrelevantes jurídicamente, en lo referente a la determinación del
beneficiario, por haber quedado fuera del contrato y no haberse demostrado que fueran
conocidas y aceptadas por el tomador, debiendo aplicarse, por tanto, el artículo 84 de la
Ley de Contrato de Seguro, según el cual ante un supuesto de falta de designación del
beneficiario o de reglas para su determinación, el capital pasa a formar parte del tomador,
cuyo caudal relicto deberá ser entregado a sus herederos, que en el presente caso era la
conviviente more uxorio al haber sido instituida heredera testamentaria.
361
74
DONATI, A.: «Teoría indennitaria nelle assicurazioni e contratto a favore di
terzo», en Studi in onore di Alfredo de Gregorio, vol. I, s. /., 1955, p. 438.
362
Esta concepción está presente en VON GIERKE, O. M.: Op. cit., pp. 48 y ss.,
especialmente p. 52, texto y notas 240 y 241 y en HALPERIN, I.: Contrato de Seguro, 2a
ed., Buenos Aires, 1966, pp. 428 y 438.
76
WAHL, A.: Op. cit., pp. 71-72.
363
Esta tesis, con algún precedente en la doctrina germánica, fue defendida entre
nosotros por CALVO SORIANO, A.: «Adquisiciones con pacto de sobrevivencia», RDP,
1952, pp. 381-382.
78
Dispone este artículo 476 del Código suizo que «los seguros para el caso de
fallecimiento constituidos sobre la persona del difunto y que éste hubiese contratado o del
que hubiese dispuesto en favor de un tercero, por acto ínter vivos o a mortis causa, o que
haya cedido gratuitamente a una tercera persona en vida, no están comprendidos en la
sucesión más que por el valor de rescate calculado en el momento del fallecimiento».
9
VALERI, G. «Designazione di beneficiario fatta posteriormetnte al contratto
d'assicurazione sulla vita e riduzione di beneficio a favore dei legittimarii», Riv. dir.
comm., 1912, II, p. 225.
80
BOISTEL, A.: «Nota a la sentencia de la Corte de Nancy de 17 de enero de
1888», D. P. 1889, 2, p. 154.
364
c') Según una opinión muy extendida lo que sucede simplemente es que
la finalidad de previsión propia del seguro no choca con el fundamento último
de las normas que tutelan los intereses de herederos y acreedores, salvo en el
supuesto de que las primas pagadas fuesen manifiestamente
desproporcionadas atendiendo a la fortuna del tomador y a las circunstancias
del caso. Esta opinión, desarrollada por la doctrina y la jurisprudencia
francesa de finales del XIX y comienzos del XX82, quedaría consagrada
definitivamente por los artículos 68, 69 y 71 de la Ley francesa de 13 de julio
de 1930 reguladora del contrato de seguro. Hoy la recogen los artículos L.
132-13, párrafo segundo, L. 132-14 y L. 132-16 Code des assurances francés
y los artículos 124, 126 y 128 de la Ley belga de contrato de seguro de 1992.
Para una crítica pormenorizada de esta construcción, vid. WAHL, A.: Op. cit.,
pp. 42 y ss.
82
Vid. BALLEYDIER, L/ CAPITANT, H.: Op. cit., pp. 552, 560; Cass. civ. de 22 de
febrero de 1888 (S. 1888, I, p. 121 y ss.); Cass. civ. de 7 de agosto de 1888 (D. 1889, I, p.
118 y ss.); Cass. civ. de 4 de agosto de 1908 (D. 1909, I, p. 185 y ss.); C. de Paris de 8 de
marzo de 1911 (D. P. 1912, II, pp. 321 y ss.); Cass. req.. de 9 de mayo de 1911 (D. 1912,
I. pp. 172 y ss.).
365
En relación con la tutela que las normas civiles otorgan a los herederos
legítimos, ha sido más difícil encontrar apoyos en el Derecho positivo para
excluir a las primas de las consecuencias a las que parecen abocadas en
función de lo dispuesto por el artículo 88 de la Ley de Contrato de Seguro.
Descartada la posibilidad de considerar que la designación de beneficiario de
un seguro de vida lleva implícita la dispensa del deber de colación, pues ésta
ha de ser expresa, según dispone el artículo 1.036 del Código civil , sólo
resta acudir a los preceptos que enumeran las donaciones no colacionables,
entre las que se incluyen ciertos gastos de alimentos, educación, etcétera (art.
1.041 C. c ) , para extraer de ahí una noción general de «gastos usuales de
asistencia», dentro del cual habría que incluir igualmente la previsión que
VALLET DE GOYTISOLO, J.
B.: «La donación mortis causa», cit., p. 818.
84
TIRADO SUÁREZ, J.: En Ley... (art. 88), cit., p. 1655. Pero nótese que el
beneficiario podría ser también un acreedor -cuando el seguro se hubiese concertado
solvendi causa- y éste se beneficiaría igualmente del carácter privilegiado que el artículo
88 de la Ley de Contrato de Seguro ha dado a la atribución del capital del seguro
excluyéndolo de la acción pauliana y limitando ésta a las primas. Tomando como punto de
referencia que los motivos que llevaron a privilegiar el contrato de seguro fueron los de
asegurar la subsistencia de las personas del ámbito familiar dependientes del asegurado,
no faltan quienes se cuestionan si este trato de favor deba subsistir cuando fallen aquellos
presupuestos, vid. GRIMALDI, M.: «Réflexions sur l'assurance-vie et le droit patrimonial
de la famille», Rép. Defr., 1994, p. 752 y, muy especialmente, HOUIN, R.: «Le sort de
l'assurance sur la vie souscrite par le failli au profit d'un tiers», en Études de Droit
contemporaine. Contributions Frangaises aux III' et IV* Congrés Internationaux de Droit
Comparé, Paris, 1959, pp. 77 y 83-84. Sin embargo, la situación de intereses tenida en
cuenta en el origen histórico de esta construcción no ha sido considerada como un
presupuesto por el legislador lo que ha permitido aplicar la disciplina prevista para el
seguro de vida prescindiendo de cuál sea la intención que haya movido al tomador del
seguro, extendiéndose de este modo a todas las hipótesis de designación donandi o
solvendi causa, cfr. TIRADO SuÁREZ, J.: Ibid., p. 1639-1640.
85
RIERA AISA, L.: Op. cit., p. 335.
366
367
368
369
93
GARCÍA GOYENA, F.: Op. cit., p. 518.
370
371
372
373
374
Pero todas estas afirmaciones, por muy reiteradas que sean, no nos
parecen aun definitivas, porque aceptado el principio se deberían admitir
también sus consecuencias y aquí es donde parece quebrarse la coherencia de
la doctrina jurisprudencial, porque si la aceptación fuese realmente un
presupuesto indispensable para que el tercero devenga titular de un derecho
de crédito frente al promitente, no podría aquél reclamar judicialmente el
cumplimiento de la prestación si no hubiera tenido lugar previamente esa
aceptación108. De ahí el contrasentido en que incurre la jurisprudencia al
apreciar fundada la pretensión del beneficiario sin necesidad de acreditar la
previa aceptación de la estipulación con tal de que ésta no hubiese sido
revocada antes de la presentación de la demanda109. Entendemos que exigir la
aceptación para que el derecho ingrese en el patrimonio del beneficiario y
admitir al mismo tiempo la acción si hasta ese momento no había intervenido
la revocación del estipulante implica una contradicción, porque la acción no es
sino la sanción de un derecho ya existente y sólo podrá dársele el valor de una
106
SSTS de 9 de diciembre 1940 (RAJ 1940/ 1131) y de 10 de diciembre 1956 (JC
1956, núm. 119).
10/
Además de la de 10 de diciembre de 1956, citada en la nota precedente, pueden
verse las SSTS de 28 de junio de 1961 (JC 1961, núm. 523), 9 de abril de 1985 (JC 1985,
núm. 227), 6 de marzo de 1989 (JC 1989, núm. 200).
108
MARTÍN BERNAL, J. M : La estipulación..., cit., p. 340.
109
SSTS de 20 de febrero de 1915 (JC 1915, núm. 87), 9 de mayo de 1932 (JC
1932, núm. 10), 9 de diciembre de 1940 (RJA 1940/ 1131), 29 de abril de 1970 (RJA 1970/
2051). 7 de julio de 1976 (RJA 1976/ 3441) y 31 de enero 1986 (RJA 1986/443).
375
Así las cosas, parece que la cuestión no está ni mucho menos zanjada,
lo que sugiere la necesidad de una revisión de la problemática. Para llevar a
cabo esta tarea nos es preciso conocer tanto el origen de la disputa como los
términos en que ésta ha sido resuelta en los ordenamientos de nuestro
entorno.
110
Desde el mismo momento de la celebración del contrato y antes de la
aceptación, el tercero es «titular en potencia» del derecho estipulado a su favor, dice la
tantas veces citada STS de 9 de diciembre de 1940.
111
VON GlERKE, O.: Deutsches Privatsrecht, t. III, cil., pp. 381-382.
112
PACCHIONI, G.: Los contratos..., cit., pp. 197 y ss.
113
GIOVENE, A.: // negozio giuridico..., cit., pp. 120 y ss.; Id.: «La funzione
giuridica...», cit., p. 301 y passim.
376
114
C : «II diritto del beneficiario...», cit., p. 39.
FOLCO,
115
Que lo que se buscaba era esencialmente el reconocimiento de un derecho
propio y directo se desprende claramente de las palabras de WINDSCHEID cuando,
refiriéndose al contrato a favor de tercero, escribe que «la única construcción posible es
que la adquisición del derecho por el tercero procede del propio contrato celebrado a su
favor, así como sin transitar por la persona del estipulante» {Lehrbuch des
Pandektenrechts, t. II, cit., pp. 229-230). El error de este autor, según la concepción de
PACCHIONI, sería el haber considerado a renglón seguido que «todo lo demás dependerá de
la voluntad de los contratantes», pues esa voluntad debe quedar limitada por aquella
máxima que exige la voluntad del beneficiario para que un derecho pueda ingresar en su
patrimonio, cfr. PACCHIONI, G.: LOS contratos..., cit., passim, pero especialmente p. 107.
116
Esta idea, implícita entre sus contemporáneos, aparece expresa en la obra de
GAREIS cuando, a propósito de la adquisición del derecho por el beneficiario, escribe que
«la aceptación por parte del tercero es superflua, puesto que sólo podría tener como
finalidad vincular la voluntad del promitente, y ésta se encuentra ya vinculada por la
aceptación del promisario», para añadir más tarde que «no es necesaria una especial,
nueva o segunda aceptación puesto que el promisario ya ha aceptado; a lo sumo podría
tener lugar una repudiación por parte del tercero del derecho deferido; ésta sería la
renuncia a un derecho ya plenamente adquirido» (op. cit., pp. 226 y 246).
117
Joseph UNGER, a quien en tantas ocasiones se ha atribuido la paternidad de la
«teoría de la creación directa», afirmaba que toda la doctrina de los llamados pacta in
favorem tertii puede resumirse en una sola frase diciendo que «el tercero adquiere del
contrato celebrado a su favor el derecho a él destinado de manera directa, inmediata e
irrevocable» (op. cit., p. 68). Siguen a UNGER, entre otros, REGELSBERGER, F.: «Ueber die
Vertrage zu gunsten Dritter und über die Schuldübernahme», cit., p. 12 y WINDSCHEID,
B.: Lehrbuch..., t. II, cit., pp. 229-230. La misma solución, salvando el poder de
revocación que el Code reservó al estipulante, sería formulada en Francia, con indudable
repercusión en la. doctrina posterior de aquel país, por LAMBERT, E.: Op. cit. (Droit
377
frangais), passim, pero espec. pp. 102 y ss. En Italia el máximo exponente de esta
solución, vigente el viejo Código de 1865, será TARTUFARI, L.: Op. cit., pp. 358 y ss.
118
Así, por ejemplo, UNGER, J.: Op. cit., p. 62 y WINDSCHEID, B.: Lehrbuch..., t.
II, cit., p. 230.
378
119
Vid. en este sentido las observaciones de HADDING, W.: «Zur Therie des
Vertrages...», cit., p. 201; PACCHIONI, G.: LOS contratos..., cit., p. 198; VON GlERKE. O.:
Deutsches Pirvatrecht, t. III, cit., p. 391.
120
VON GIERKE, O.: Ibid.. pp. 381-382.
379
380
DAMASCELLI, A.: «Appunti in tema... », cit., pp. 1451 y ss.; FERRI, G. B.: VOZ «Parte del
negozio giuridico», cit., p. 911; SCOZZAFAVA, O. T.: Op, cit., pp. 4-5; RESCIGNO, P.: VOZ
«Contratto», en Ene. Giur. Treccani, t. IX, Roma, 1988, p. 29. Para una revisión crítica
de esta cuestión en la doctrina más reciente, vid., no obstante, MARTINI, R.: «Contratto a
favore di terzo», NGCC, 1987, II, pp. 396-397; REGOLI, F. A.: «Brevi osservazioni in tema
di efficacia reale del contratto a favore di terzo nei suoi rapporti con il patto d'opzione»,
RTDPC, 1996, pp. 473-474.
125
La Sentencia de la Corte de Casación italiana de 31 de mayo de 1949 acogió
esta concepción, en claro declive desde la promulgación del Código de 1942. En ella se
afirma que cuando el artículo 1.411 dice que el tercero adquiere por efecto de la
estipulación «sólo quiere significar que la adhesión al contrato de parte del tercero no
funciona, como sostiene una parte de la doctrina como verdadera y propia aceptación de
una oferta contractual [...] Por lo demás, está claro que si la adhesión del tercero no fuese
considerada por el legislador como condicio iuris suspensiva no habría dispuesto en el
párrafo tercero del artículo 1.411 del Código civil que hasta que no haya intervenido la
declaración del tercero de querer aprovechar la estipulación, el estipulante o las partes
contratantes de común acuerdo pueden modificar o revocar dicha estipulación ya que no es
lógico pensar que el legislador haya querido permitir a las partes o al estipulante disponer
a su antojo de un derecho que ha entrado ya en el patrimonio de otro sin el consentimiento
del titular de dicho patrimonio» [Cass. 31 de mayo de 1949, n. 1387 {Giur. compl. Cass.
civ., 1949, p. 479)]. Recientemente esta tesis ha sido acogida de nuevo por la Corte de
casación italiana, que en sendas sentencias de 1988 y 1992 ha calificado la adhesión del
tercero como una «condicio iuris sospensiva dell'acquisizione del diritto» [Cass. 4 de
febrero de 1988, n. 1136 (Foro it. Mass., 1988, col. 170) y Cass. 24 de diciembre de 1992,
n. 13661 (Vita not., 1993, I, pp. 769 y ss.)].
126
Apartándose de la que representa la tendencia general en la legislación
comparada el nuevo Código civil holandés se ha decantado por la llamada «teoría de la
declaración adquisitiva» (theorie der rechtverkrijgenden verklaring), sostenida ya durante
la vigencia del Código de 1838 por un sector importante de la doctrina y la jurisprudencia
de aquel país. La regulación de la figura en el Libro sexto del nuevo Código holandés
rompe definitivamente con la tradición francesa que había inspirado el viejo Burgerlijk
Wetboek de 1838, cuyos artículos 1.351, 1.353 y 1.376 no hicieron sino reproducir lo que
había dispuesto el Código de Napoleón en sus artículos 1.119, 1.121 y 1.165
respectivamente. La interpretación de la expresión «beding voor zich zelf», equivalente a
«stipulation pour soi-méme», así como el papel que debiera atribuirse a la aceptación del
beneficiario dieron origen a múltiples interpretaciones y dudas entre la doctrina y la
jurisprudencia holandesas. Puede verse un elaborado estudio de esas distintas posturas en
SIELEMANN, F.: Der Vertrag zugunsten Dritter. Seine Geltungsvoraussetzungen, seine
rechtliche Anerkennung und Konstruktion im geltenden deutschen, belgischen und
niederlandischen Recht, Diss., Tübingen, 1964, pp. 51-79 y 106-157. Es el contrato que
contiene una estipulación a favor de un tercero, dice el artículo 253-1 del libro sexto, el
que hace nacer el derecho de este último a exigir el cumplimiento de la prestación, pero
ello siempre que el beneficiario haya manifestado su aceptación, aceptación cuyos efectos,
a juzgar por lo dispuesto en el artículo 254, se retrotraen al momento de la conclusión del
contrato. Con una expresión algo confusa dispone este precepto que «el tercero que haya
aceptado la estipulación será tenido por parte contratante», pudiendo en tal caso derivar
derechos desde un momento anterior a su aceptación. Sin embargo, el artículo 253-4
introduce un importante matiz que viene a dulcificar, cuando no a cuestionar, la necesidad
de aceptación, al disponer que ésta se presumirá cuando la estipulación haya sido
realizada de forma irrevocable y a título gratuito, si ha llegado a conocimiento del
beneficiario y éste no la ha rechazado.
381
Asimismo, dispone el Código civil peruano de 1984 que «el derecho del tercero
surge directa e inmediatamente de la celebración del contrato. Empero, será necesario que
el tercero haga conocer al estipulante y al promitente su voluntad de hacer uso de ese
derecho para que sea exigible operando esta declaración retroactivamente» (art. 1458).
12/
HADDING, W.: «Zur Theorie...», cit., pp. 185 y ss. Sobre la interpretación que
este autor hace de los §§ 328 y ss. BGB, vid. supra, p. 103, nota 90.
382
12
* HADDING, W.: Ibid., p. 209.
129
En cierta medida, las anteriores reflexiones nos recuerdan las palabras de DÍEZ-
PICAZO cuando escribía que «en el Derecho en general y en el Derecho de obligaciones en
particular, no hay verdades absolutas, sino opciones del legislador y de los intérpretes en
punto a la resolución de problemas concretos» («El derecho de obligaciones en la
codificación civil española», en Centenario del Código civil, t. I, Madrid, 1990. pp. 713-
714).
130
MOSCARINI, L. V.: // contralto..., cit., pp. 60-61.
383
131
Entre la doctrina más reciente, razonan de este modo SCOZZAFAVA, O. T.: Voz
«Contralto...», cit., p. 4; DAMASCELLI, A.: Op. cit., p. 1456; ADAME MARTÍNEZ, M. A.:
Op. cit., p. 80.
132
LAMBERT, E.: Op. cit. (Droit frangais), pp. 84 y ss. El argumento de este autor
se basa en una observación demasiado superficial. Basta acudir a la propia letra del
artículo 1.121 del Code -y lo mismo sucede con nuestro artículo 1.257, párrafo segundo-
para darse cuenta de que en él se hace referencia a la revocación de la estipulación y no
del derecho del beneficiario.
133
ROMANO, S.: La revoca degli atti giuridici privati, Padova, 1935, p. 51;
MOSCARINI, L. -V.: 77 contratto..., cit., p. 58; EHRENBERG, V.: Op. cit., pp. 384-385.
134
Meridianamente clara es en este sentido es la ley 523 de la Compilación
navarra cuando dispone en su párrafo segundo que «el cumplimiento de tal obligación
puede ser exigido no sólo por el estipulante, sino también por la persona a cuyo favor se
constituye la obligación, sin que sea necesaria, por parte de ésta la previa aceptación; sin
embargo, antes de que la aceptación sea notificada al estipulante, podrá éste revocar la
estipulación, a no ser que se haya hecho en cumplimiento de una obligación previamente
contraída por el estipulante frente al tercero favorecido por la estipulación». Del mismo
modo, el BGB. que expresamente consagró la adquisición automática, no excluye que el
derecho del tercero pueda ser modificado o revocado por las partes cuando del tenor literal
del contrato o de las circunstancias se derive esta facultad.
384
135
Vid. OYUELOS, R.: Digesto. Principios, doctrina y jurisprudencia referentes al
Código civil español, t. V, Madrid, 1928, p. 351; HADDING, W.: «Zur Theorie...», cit., p.
201; CORTIEU, G.: «Assurance vie. Réalisation du contrat», en Jur. -Cl. Resp. civ. Ass., t.
VI, fase. 515-2, París, 1995, p. 13.
136
Así parece haberlo entendido también el Tribunal Supremo en su sentencia de
28 de septiembre de 1981 al proclamar que «del contrato entre recurrente y recurrido no
puede deducirse una obligación a cargo de un tercero no interviniente en él, pues en otro
caso se lesionaría la relatividad de los efectos del contrato que se refleja en el artículo
1.257, párrafo 1.°, del Código civil, puesto que así como en el contrato a favor de tercero
puede éste basarse en el contrato para dimanar derecho de él, en el contrato a cargo de
tercero se dispone, en cambio, de un derecho ajeno sin autorización o apoderamiento para
obligar al tercero, concedidos por la Ley o por negocio jurídico» (JC 1981, núm. 335).
385
Entre otros, FLOUR, J./ AUBERT, J. -L.: Op. cit., p. 351, para quienes en
realidad aquí, como en tantas otras ocasiones, han sido las necesidades prácticas las que
han primado, se ha elegido, dicen, aquella explicación que cuadraba con los resultados que
se querían obtener, dejando de lado la lógica abstracta; MARTÍN BERNAL, J. M.: «La causa,
"el interés"...», cit., passim, pero especialmente pp. 174-176 y 192; GALLARDO RUEDA, A.:
«Una nota de Derecho comparado», en Estudios jurídicos en homenaje a Tirso Carretero,
Madrid, 1985, p. 215; MOSCARINI, L. V.: // contralto..., cit., p. 3. Según este ilustre
civilista, «la emersión en los ordenamientos contemporáneos de una tendencia al
reconocimiento de instrumentos de autonomía privada para producir efectos favorables en
la esfera jurídica de otros sujetos responde no tanto a un análisis de carácter teórico
reconstructivo, sino más bien a una idea-fuerza de política del derecho, reconducible en
sentido lato al principio de socialidad, o si se quiere de solidaridad, lo que lleva a la
necesidad de dotar a los particulares de instrumentos que permitan atribuir efectos
favorables a terceros». Resulta asimismo significativo que los juristas ingleses, mucho más
386
387
LARENZ para el Derecho alemán que «el tercero adquiere el derecho, como el heredero la
herencia, sin su intervención, pero con la posibilidad de rehusarlo» {Lehrbuch des
Schuldrechts, cit., p. 219).
139
PACCHIONI, G.: LOS contratos..., cit., p. 196.
140
Sobre este argumento, vid. ampliamente MOSCARINI, L. V.: 77 contratto..., cit.,
pp. 41 y ss., que pone de relieve cómo la distinta configuración del mecanismo adquisitivo
en ambos casos tiene su justificación en el hecho de que así como el heredero adquiere un
universum ius, que incluye relaciones patrimoniales activas y pasivas, razón por la cual el
ordenamiento no puede prescindir del la intervención positiva del destinatario para que se
produzca la adquisición, el legatario adquiere una situación jurídica activa, que, si bien
puede estar limitada, no puede nunca derivar en una disminución de su patrimonio (cfr.
art. 671 del Código civil italiano, equivalente al párrafo segundo de nuestro artículo 858).
Por lo demás, el recurso a la analogía entre la forma en que se produce la
adquisición del derecho del beneficiario y la del legado ha sido una constante desde los
mismos orígenes de la configuración dogmática del contrato a favor de tercero y hasta
nuestros días. Sin ánimo exhaustivo, pueden verse en este sentido las observaciones de
UNGER, J.: Op. cit., p. 67; REGELSBERGER, F.: Op. cit., p. 14; LAMBERT, E.: Op. cit. (Droit
¡raneáis), p. 110; TARTUFARI, L.: Op. cit., p. 359; HELLWIG, K.: Die Vertáge..., cit., pp.
261-262; WEILL, A.: Op. cit., p. 697; BUDRY-LACANTINERIE, G./ BARDE, L.: Op. cit., p.
202; SALEILLES, R.: Op. cit., pp. 275-276; GONZÁLEZ PACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 396.
141
Que la adquisición del legado se produce ipso iure con la muerte del testador no
lo dice expresamente nuestro Código civil, cosa que sí hace la Compilación catalana en su
artículo 222, pero ésta es, no obstante, la interpretación prácticamente unánime que la
civilística española hace de los artículos 881 y 888.
388
389
UNGER, J.: Op. cit., p. 67; GAREIS, K.: Op. cit., p. 247; LAMBERT, E.: Op. cit.
(Droitfrangais), p. 110; TARTUFARI, L.: Op. cit., p. 359.
144
En la concepción del BGB, por ejemplo, la condonación ha sido concebida
como un contrato (§ 397), por lo que no se discute su estructura bilateral. Entre nosotros
la cuestión ha sido muy discutida por la doctrina, si bien es cierto que hoy la tesis del
390
El mismo criterio sería pronto acogido por otras legislaciones. Así, por
ejemplo, el Código civil austríaco, tras la reforma operada en 1917, consagra
la adquisición automática (§ 881, 2) en parecidos términos que el § 328 BGB,
corregida también por la facultad de renunciar con efecto retroactivo (§ 882,
1), previsión que recoge también el artículo 413 del Código civil griego de
1940146.
carácter unilateral de la condonación parece imponerse, cfr. SANTOS MORÓN, Ma. J.:
«Algunas consideraciones en torno a la condonación de deuda...», cit., pp. 1680-1682.
145
Los debates sobre esta cuestión en el seno de la Comisión encargada de la
redacción del primer Proyecto de Código civil alemán pueden verse en JAKOBS, H. H./
SCHUBERT, W.: Op. cit., pp. 495-497.
146
Vid. asimismo el artículo 2.115 (2) del Proyecto recientemente elaborado en el
seno de la Commison orí European Contract Law, The Principies of European Contract
Law, Part I: Performance, Non-Performance and Remedies, donde en términos
391
prácticamente idénticos a los del § 333 BGB se dice que «if the third party renounces the
right to performance the right is treated as never having accrued to him».
147
El primer intento de dotar de autonomía conceptual a la figura del rifiuto frente
a la renuncia en la doctrina italiana es obra de FERRI en su trabajo ya citado Rinunzia e
rifiuto nel diritto privato de 1960. Para este autor «el rifiuto aparece como acto de
ejercicio negativo del poder de que está investido un sujeto de perfeccionar con una propia
manifestación unilateral de voluntad (aceptación o adhesión en sentido amplio, incluido el
concepto de ratificación) la adquisición de un derecho, la asunción de una situación
jurídica compleja, la asunción de una obligación o la liberación de una obligación. Con el
rifiuto se asume la posición contraria, se manifiesta la voluntad de que tales efectos
jurídicos no llegarán a verificarse» (ibid., p. 47). Según FERRI, el destinatario de una
oferta, el heredero, el legatario o el tercero beneficiario de un contrato no adquieren un
verdadero derecho subjetivo sino con su aceptación. Hasta ese momento todos ellos
ostentan un poder de manifestar válidamente esa aceptación, perfeccionando así su
adquisición. El rifiuto sería de esta forma la manifestación negativa de aquel poder de
aceptación. Partiendo de estas consideraciones, critica este autor la dicción de los artículos
519 y 649 del Código italiano, que se refieren respectivamente a la renuncia a la herencia
y a la renuncia al legado, cuando debería hablarse en ambos casos de rifiuto.
La doctrina posterior, aún reconociendo el mérito de este intento de delimitación,
lo ha considerado insuficiente, no pudiéndose reconducir a una noción unitaria todos
aquellos supuestos calificados por FERRI como rifiuto. Es preciso distinguir, afirma
BENEDETTI, aquellos procesos adquisitivos cuya perfección exige un acto expreso o tácito
de aceptación, como es el caso de la herencia, de aquellos otros en los que la adquisición
ya se ha perfeccionado, como en el legado o el contrato a favor de tercero (op. cit., pp. 171
y ss.). Es en estos últimos en los que aparece el verdadero rifiuto, cuya función es excluir
in limine, eliminar la situación jurídica ya producida. Estas reflexiones aparecen
confirmadas, entre otros, por MOSCARINI, L. V.: / negozi..., cit., pp. 150 y ss.; MESSINEO,
392
F.: 77 contratto in genere, cit., p. 144; MAJELLO, U.: VOZ «Contratto a favore del terzo»,
cit., p. 245.
148
MOSCARINI, L. V.: 11 contratto..., cit., p. 41 y ss. y, con especial referencia a
los artículos 320 y 374, párrafo tercero, del Código italiano, relativos a la necesidad de
autorización judicial para la aceptación del legado dispuesto en favor de un menor,
VELLANI, G.: «Contratto a favore di terzi ed autorizzazioni giudiziali per gli acquisti del
minore», RTDPC, 1989, pp. 59 y ss.
149
BENEDETTI, G.: Op. cit., pp. 197 y ss.; MOSCARINI, L. -V.: Ibid., p. 7.
150
LEITE DE CAMPOS, D.: Contratto..., cit., pp. 123-124; ANTUNES VÁRELA, J. de
M.: Op. cit., p. 422.
15i
Cfr. Cass. civ. de 8 de febrero y de 27 de marzo de 1888 (S. 1888, I, pp. 129 y
139 respectivamente).
393
394
condición resolutoria (la renuncia) de la que se haría depender el derecho del tercero. Por
lo que se refiere a la manera de conciliar ese derecho con la facultad de revocación
concedida al estipulante decía CHAMPEAU que estamos en realidad ante una obligación
bajo condición potestativa (resolutoria) hasta la aceptación del tercero. La voluntad de la
que se hace depender es la del acreedor o a lo sumo la de ambos contratantes por lo que no
se puede decir que el cumplimiento de la obligación quede en manos del deudor, en contra
de lo que sanciona el artículo 1.174 (equivalente a nuestro artículo 1.256) (op. cit., p.
101). El derecho del tercero se hace depender por lo tanto de una doble condición
resolutiva-potestativa, la revocación del estipulante y la renuncia del tercero, condición a
la que el beneficiario puede poner fin por medio de su aceptación, por lo que ésta puede
ser considerada como la consolidación definitiva de su derecho.
155
En este sentido son prácticamente unánimes todos los autores, vid. BECKER, H.:
En Gmür Kommentar... (art. 112), cit., pp. 585-586; BALDAWI, A. A. -L.: Op. cit., pp. 22
y 91-94; ENGEL, P.: Traite des obligations en Droit suisse, Neuchátel, 1973, p. 299;
GUHL, Th.: Das Schweizerische Obligationenrecht mit Einschluss des Handel- und
Wertpapierrechts, 8a ed., por A. K.OLLER y J. N. DRUEY, Zürich, 1991, p. 164;
GONZENBACH, R.: En Kommentar zum Schweizerischen Privatrecht (art. 112), dir. por H.
HONSELL, N. P. VOGT y W. WIEGAND, Basel, 1992, p. 615.
156
Considera VON TUHR, que dado que la adquisición tiene lugar sin la
participación del tercero y por analogía con lo que ocurren con el legado, la renuncia
efectuada por el tercero debe tener efecto retroactivo (Allgemeiner Teil..., cit., p. 637). Por
su parte, ENGEL, además de la analogía con el legado, considera que el derecho del
beneficiario puede entenderse sometido a una condición resolutoria representada por la
posible renuncia del tercero (ibid., p. 290). En parecidos términos se pronuncia BALDAWI,
A. A. -L.:lbid,p. 94.
157
LAMBERT, E.: Op. cit. (Droit frangais), p. 109; DÓRNER, H.: Op. cit., p. 127.
395
396
397
reinterpretación del viejo aforismo invito beneficium non datur y al que debe
acudirse siempre que un sujeto reciba una atribución patrimonial sin contarse
con su voluntad160. A los efectos de reforzar esta argumentación podríamos
recordar que el hoy derogado artículo 1.330 del Código civil excluía de la
necesidad de aceptación las donaciones efectuadas por razón de matrimonio,
lo cual no impidió a la doctrina considerar que el legislador en modo alguno
pretendía con ello «imponer la voluntad del donante a la del donatario,
obligándole a recibir una liberalidad que por cualquier motivo crea éste que
debe rechazar»161.
159
Vid. SALVADOR CODERCH, P.: Op. cit., p. 692, nota 87, seguido después por
MARTÍNEZ DE AGUIRRE Y ALDAZ, C : Op. cit., p. 163.
160
En realidad, «la analogía implica siempre la generalización a partir de una o
varias normas del ordenamiento jurídico, es decir, presupone la creación (o, si se quiere,
el reconocimiento) de un principio general» (ATIENZA, M.: La analogía en el Derecho:
ensayo de análisis de un razonamiento jurídico, Madrid, 1986, p. 185), lo que ocurre es
que en ocasiones esos principios se extraen de una sola norma (analogía legis), otras de un
grupo de normas (analogía iuris imperfecta) y otras, en fin, del ordenamiento jurídico en
su conjunto (analogía iuris).
161 a
MANRESA Y NAVARRO, J. M.: Comentarios al Código civil español, t. IX. 6 ed.,
Madrid, 1969, p. 270.
162
SANTINI, G.: «II rifiuto del destinatario...», cit.. p. 591.
398
399
ANTUNES VÁRELA, J. de M.: Op. cit., p. 423; LEITE DE CAMPOS, D.: Contrato...,
cit., p. 124; CARBALLO FIDALGO, M.: Op. cit., p. 1715. Curiosamente parece llegar a otra
conclusión TIRADO SUÁREZ en relación con el seguro de vida, pues considera que si el
beneficiario no quisiera aceptar el beneficio no podrán hacerlo por él sus acreedores (en
Ley de Contrato de Seguro, Comentariso a la Ley 50/ 1980, de 8 de octubre y sus
modificiaciones, dir. por. F. SÁNCHEZ CALERO, Pamplona, 1999, pp. 1657 y 1581
respectivamente). Pero si, como sostiene el propio autor (ibid., p. 1581) el ingreso de la
prestación en el patrimonio del beneficiario no requiere de su aceptación, no se ve por qué
razón tendrían que aceptar sus acreedores para poder atacar la suma asegurada que ya está
en su patrimonio, y, si el beneficiario hubiera renunciado expresamente a ella, es cuando,
según la posición aquí sustentada, nada se opondrá a que sea impugnada esa renuncia.
166
STS de 23 de octubre de 1995 (JC 1995, núm. 903).
400
401
acreedor -en nuestro caso, el tercero- o que puedan venir impuestas por la
ley o por el propio contrato169.
402
170
GENOVESE, A.: «Gli obblighi del terzo beneficiario nell'assicurazione vita»,
Giur. it., 1953, I, col. 902.
171
Cabe citar no obstante la postura defendida por DEMOGUE mucho antes de que
apareciera esta jurisprudencia. Según este autor, nada se opone a que un contrato pueda
imponer obligaciones a cargo de un tercero al mismo tiempo que le confiere derechos, con
tal de que quede salvaguardada la libertad del tercero haciendo depender la efectividad de
esas obligaciones de su aceptación (Traite..., cit., pp. 234 y ss.).
172
Cass. civ. de 21 de noviembre de 1978 (Bull. civ.r 1978, I, n. 356; JCP. 1980.
II. 19315, nota de P. RODIÉRE; D. 1980, jurisprudence, p. 309, nota de C. CARREAU; Rép.
Defr. 1979, art. 32077, p. 1176, obs. J. L. AUBERT). Un banco había celebrado una
convención con una empresa de seguridad con el fin de que ésta asumiera regularmente el
transporte de los fondos de un establecimiento a las cajas de seguridad del banco. Tras
403
404
en realidad de la estipulación, sino de ese otro pacto accesorio y una vez que
es aceptado por el beneficiario176. Se trata -dice AUBERT- de dos operaciones
distintas, que se articulan calificando la aceptación de la obligación puesta a
cargo del beneficiario como una condición de la que se hace depender la
estipulación a favor de tercero o, mejor dicho, el derecho adquirido en virtud
de la estipulación. Cronológicamente se distinguen, pues, dos etapas. En una
primera sólo nace un derecho en el patrimonio del tercero. La segunda se
produce con la aceptación, por medio de la cual, por un lado, se consolida ese
derecho y, por otro, nacen las obligaciones a su cargo.
405
406
a cargo del beneficiario lleva consigo una transformación tan radical del
régimen de la estipulación a favor de tercero que nos hace dudar de si no
estamos realmente ante una figura distinta. Por un lado, si con su aceptación
el tercero deviene no sólo titular de un derecho sino al mismo tiempo deudor
de una obligación, obligación que puede incluso ser la contraprestación de la
que el promitente asume frente a él, su posición se aproxima demasiado a la
de quien es parte en el contrato179, tanto que parece que habría que
reconocerle ciertas prerrogativas que generalmente son negadas al beneficiario
de la estipulación, como la de ejercitar las acciones de nulidad o de resolución
por incumplimiento180. Pero, la principal razón para descartar esta
construcción reside en el hecho de que desde el momento en que la
adquisición del derecho aparece condicionada a la asunción de la obligación, y
ésta no puede tener lugar sino con la manifestación de voluntad del
beneficiario, no podremos decir que la aceptación tenga ya un valor
meramente confirmativo de un efecto ya producido, con lo que salimos de la
órbita de la figura de la estipulación a favor de tercero, concebida como una
excepción al principio de relatividad, para entrar en la del negocio plurilateral
o en la de la gestión de negocios representativa181. Es más, en aquellos
supuestos en los que la obligación puesta a cargo del tercero representa la
contraprestación de la que el promitente haya asumido frente a él, hablar de
un contrato a favor de tercero conduciría a obviar uno de los presupuestos
estructurales de la figura -precisamente aquel que la distingue de la
representación-, puesto que faltaría el sacrificio patrimonial del estipulante y,
por consiguiente, la existencia de una atribución patrimonial indirecta de éste
VALLANSAN, J.: «La rétrocession indirecte des exploitations par les SAFER et
la stipulation pour autrui», Rép. Defr., 1990, art. 34884, p. 1189-1190.
180
Vid. GHESTIN, J./ BILLIAU, M./ JAMIN, Ch.: «La stipulation pour autrui», cit., p.
406 y la STS de 23 de octubre de 1995, de la que nos ocupamos al comienzo de este
epígrafe.
181
LARROUMET, Ch.: Droit civil, cit., p. 922; GHESTIN, J.: «Nouvelles
propositions...», cit., p. 798: TERRÉ, Y./ SIMLER, Ph./ LEQÜETTE, Y.: Op. cit.. p. 415;
MALAURY, Ph./ AYNÉS, L.: Op. cit., p. 395; BARBERO. D.: Op. cit.. p. 442; MIRABELLI. G.:
Op. cit., p. 444; GASPERONI, N.: «Apposizione di oneri...». cit., p. 369.
407
" Vid. MAJELLO, U.: «L'accordo delle parti e gli obblighi del terzo beneficiario
nella stipulazione a favore altrui», Foro pad., 1962; I, col. 281; MARTENS, K. -P.:
«Rechtsgescháft und Drittinteressen», AcP, 1977, pp. 140 y 141.
183
JC 1947, núm. 24.
184
En relación con este tipo de acuerdos celebrados en nombre de una sociedad en
constitución parece que la única peculiaridad respecto de las formas habituales de gestión
representativa reside en que, en este caso, el promitente contrata con el estipulante
consciente de la falta de apoderamiento -lógica al no existir la persona del representado-
y es por ello que debe quedar excluida la facultad de revocación a la que hace referencia el
artículo 1.259 del Código civil. A este respecto, véase el régimen instaurado por el
artículo 15 del Texto Refundido de la Ley de Sociedades Anónimas para los actos y
contratos celebrados en nombre de la Sociedad antes de que ésta adquiera personalidad. La
norma desplaza el tratamiento de la cuestión del plano de la validez al de la
responsabilidad de quienes celebren dichos contratos, responsabilidad que cesa cuando una
vez inscrita la Sociedad asuma ésta dichos actos o contratos (art. 15, 3), ya sea por
imperativo legal (en el caso de los actos y contratos a los que se refiere el art. 15, 2), ya
voluntariamente dentro de los tres meses siguientes a su inscripción. El propio artículo 15
en su párrafo primero, añade que los estipulantes no responden si la eficacia de los
contratos se condicionó a la inscripción y, en su caso, posterior asunción de los mismo por
la sociedad. VICENT CHULIÁ habla en este caso de «contratos salvo confirmación» y
considera que cabe incluir dentro de esta categoría todos aquellos en los que el estipulante
408
409
1068 y ss.; SCHMALZEL, Z.: «Vorvertráge zugunsten Dritter», AcP, 1964, pp. 446 y ss.;
MARTIN, D. R.: «La stipulation de contrat pour autrui», D., 1994, chr., pp. 145 y ss.
187
Distinto es el supuesto en el que no es la opción, sino el contrato definitivo
derivado de esa opción el que contiene la estipulación a favor de tercero (VIRGILIO, B.:
«Preliminare e soggettivitá contrattuale», Giust. civ., p. 2303). En este caso el
beneficiario sólo adquiere un derecho de crédito contra el promitente si el estipulante,
titular de la opción, la ejercita, cfr. DE MATTEIS, R.: La contrattazione preliminare ad
effetti anticipati. Promesa di vendita preliminari per persona da nominare e in favore di
terzo, Padova, 1991, pp. 105 y ss.
410
CAPÍTULO SEXTO
LA INCIDENCIA DE LA ESTIPULACIÓN EN LA POSICIÓN
JURÍDICA DE LAS PARTES CONTRATANTES
1. CONSIDERACIONES METODOLÓGICAS
1
Sólo entre la doctrina alemana encontramos algunos intentos de dotar a esta
relación promitente-tercero de una denominación propia, sin que se haya logrado llegar a
un acuerdo. Unos hablan de simplemente de Drittverháltnis (GOTTWALD, P.: Op. cit.,
1281), otros de Vollzugsverháltnis (HADDING, W.: En Soerge! Kommentar..., cit., p. 1535;
411
SCHLECHTRIEM, P.: Op. cit., p. 264), aunque quizá la calificación más extendida sea la de
Leístungsverhaltnis (LEONHARD, F.: Op. cit., p. 348; FiKENTSCHER, W.: Op. cit., p. 150).
2
En este sentido, constituye un tópico el recoger la afirmación de JOSSERAND
según la cual la estipulación a favor de tercero representa una operación bilateral en su
formación pero triangular en cuanto a sus efectos {op. cit., p. 169).
3
Cfr. SCHMALZBAUER, W.: Die Drittwirkung verpflichtender Vertráge, Diss.,
Regensburg, 1982, p. 20.
4
BETTI, E.: Teoría genérale..., cit., pp. 265 y 269; BENEDETTI, G.: Op. cit., p.
225; CARNEVALI, U.: La donacione modale, cit., p. 35; SCHLESINGER, P.: II pagamento...,
cit., p. 18; ESSER, ]./ SCHMIDT, E.: Op. cit., p. 273.
412
5
En general, respecto de esta cuestión, DIEZ-PICAZO, L.: «El contenido de la
relación obligatoria», ADC, 1964, pp. 349 y ss.
6
Todas estas circunstancias han sido pocas veces tenidas en cuenta a la hora de
estudiar las consecuencias jurídicas derivadas del incumplimiento de la estipulación a
favor de tercero. Desde este punto de vista una aportación fundamental en la literatura
alemana ha sido el trabajo de LANGE, H.: «Die Auswirkung...», cit.
413
7
Entre otros, DE BUEN, D.: Op. cit., p. 231; ROCA SASTRE, R. Ma./ PUIG BRUTAU,
J.: «Estipulaciones...», cit., p. 231; CASALS COLLDECARRERA, M.: Op. cit., p. 373,
GONZÁLEZPACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 405; ALBALADEJO, M.: Derecho civil, t. II, vol. 1,
cit., p. 454.
8
Vid. SSTS de 11 de noviembre de 1950 (JC 1950, núm. 36), de 8 de mayo de
1957 (JC 1957, núm. 17), de 15 de noviembre de 1986 (JC 1986, núm. 338) y de 6 de
mayo de 1989 (JC 1989, núm. 200).
9
Lo que sí parece estar claro es que la facultad de revocar no podrá corresponder
en ningún caso al promitente, pues ello chocaría frontalmente con el artículo 1.256 del
Código civil en virtud del cual el cumplimiento del contrato no podrá quedar al arbitrio de
una de las partes. Si quedase en manos del promitente la facultad de dejar sin efecto la
estipulación no cabría hablar de él como el obligado al que alude el artículo 1.257.
10
VALVERDE Y VALVERDE, C : Op. cit., p. 277; MANRESA Y NAVARRO, J. Ma.: Op.
cit., p. 562; Mucius SCAEVOLA, Q.: Op. cit., p. 555. Entre la doctrina más reciente DÍEZ-
PICAZO, L.: En Comentario del Código civil (art. 1.257), Madrid, 1991, p. 436, entiende
que «concertado el contrato por estipulante y promitente, la revocación no es facultad que
ninguno de los dos pueda ejercitar de forma unilateral»; Id.: Fundamentos..., t. I, cit., p.
441, donde precisa que la facultad de revocación puede ser atribuida al estipulante, pero
de no ser así habrá de ejercitarse a través de un acto conjunto de promitente y estipulante.
También GETE-ALONSO parece hacer depender el ejercicio de la revocación por el
estipulante de que se le haya reconocido esa facultad (op. cit., p. 625). Aunque en un claro
obiter dictum, pues tratándose de una acción de desahucio la Audiencia se limitó a poner
en cuestión la falta de otro título distinto al de la mera tolerancia del dueño por el que se
estuviese ocupando la vivienda para desestimar la demanda, la sentencia de la AP de
Lleida de 20 de octubre de 1997, n. 471/ 1997 (Ar. C. 1997/ 2137) dispuso que «la
revocación de esa clase de estipulaciones (en favor de tercero) requiere el concurso de
voluntades del promitente y el estipulante».
11
Obsérvese que no es ésta, sin embargo, la opinión de POTHIER sino más bien la
de los autores que habían defendido antes que él la facultad de revocar y a la que POTHIER
414
Sin embargo, pensamos que la regla «nihil tam naurale est...» nada
tiene que ver con el tema que nos ocupa, fundamentalmente porque esta regla
está pensando en un contrato que produce efectos tan sólo entre las partes y
no en aquél del que se deriva un derecho para una tercera persona, cuya esfera
patrimonial no podría verse afectada sin contar con su consentimiento, a
menos que esta posibilidad venga sancionada expresamente por la ley. La
admisibilidad de la revocación no es, por tanto, una evidencia.
hace referencia tan sólo en apoyo del carácter controvertido de la cuestión {Traite des
obligations..., cit., n°. 73, pp. 54-55).
12
GARCÍA GOYENA, F.: Op. cit., p. 518.
13
Vid. el artículo 112, 3 del Código suizo de las obligaciones, el 412 del Código
civil griego, 1.411, 3 del Códice italiano, el 448, 1 del Código civil portugués, o el 6:
253, 2 NBW. En el mismo sentido, la ley 523 de la Compilación navarra dispone
expresamente que «antes de que la aceptación sea notificada al estipulante, podrá éste
revocar la estipulación».
415
14
Así, MAJELLO, U.: L'interesse..., cit., p. 189; LEITE DE CAMPOS, D.: Contrato...,
cit., p. 126, MARTÍN BERNAL, J. M.: La estipulación..., cit., p. 375.
15
Aluden COLÍN y CAPITANT a una presunta voluntad de las partes contratantes
como justificación del poder de revocación reconocido por el artículo 1.121 del Código
(op. cit., p. 552).
16
En efecto, considerando que la facultad de revocación significaba un guiño a la
teoría de la oferta -lo que, en origen, fue probablemente así-, tanto el Código alemán
como el austríaco se apartaron de regla recogida por el Code, pero dejando en manos de
los contratantes la posibilidad de reservarse ese poder de revocar, lo cual demuestra que la
existencia de un derecho no es tampoco en dichos ordenamientos incompatible con su
configuración como revocable. El Código civil austríaco no hace referencia a la facultad
de revocar, mientras que el alemán parte de la premisa de que la revocabilidad o no del
derecho del tercero debe depender de la voluntad de los contratantes, que así como han
decidido libremente que el tercero adquiera un derecho pueden decidir si ese derecho nace
revocable o no, en defecto de una disposición expresa, habrá que estar una vez más a las
circunstancias y en particular del fin del contrato (§ 328 II BGB), si bien en la duda
entiende la doctrina que habrá que estar por la irrevocabilidad, siendo la revocabilidad de
un derecho ya adquirido una situación excepcional.
17
Cfr. MOSCAR1NI, L. V.: I negozí..., cit., pp. 186-187.
18
COLÍN y CAPITANT hablan de un derecho tout personnel (op. cit., p. 552), y
PLANIOL y RlPERT de un derecho attaché á la personne (op. cit., p. 462).
416
19
TIRADO SUÁREZ, J.: En Ley... (art. 87), cit., p. 1622; FLORES DOÑA, M. S.: «El
derecho de revocación en el seguro de vida a favor de tercero», Cuadernos de Derecho y
Comercio, 1993, p. 101, MUÑIZ ESPADA, E.: «Tratamiento en la herencia...», cit., p. 1670;
STOLFI, N.: Op. cit., p. 166, DONATI, A.: Los seguros...., cit., p. 457. El artículo L. 132-9
del Código francés de seguros, en relación con el seguro de vida, parece conferir ciertas
facultades a los herederos en orden a la revocación («ce droit de révocation ne peut étre
exercé, aprés la mort du stipulant, par ses héritiers, qu'auprés l'exigibilité de la somme
assurée et, au plus tót, trois mois aprés que le bénéficiaire de l'assurance a été mis en
demeure par acte extrajudiciaire, d'avoir á déclarer s'il accepte»). Sin embargo, algunos
se cuestionan si estamos ante un auténtico poder de revocación y no más bien ante la
facultad de «obligar al beneficiario a tomar partido» (PICARD, M./ BESSON, A.: Op. cit., p.
798).
20
Ésta parecía ser ya la opinión de los autores citados por POTHIER como
partidarios de admitir la revocabilidad de la estipulación (Traite des obligations..., cit., n.
73, p. 55).
21
No obstante, algunos autores entienden que los efectos de la revocación respecto
del derecho adquirido por el beneficiario hacen de ésta una declaración de voluntad
recepticia dirigida precisamente al beneficiario. Así opinan, entre otros, PLANIOL, M./
RIPERT, G.: Op. cit., p. 465; MOSCARINI, L. V.: 1 negozi..., cit., p. 198; PÉREZ CONESA, C :
Op. cit., p. 271; DIEZ-PICAZO, L.: Fundamentos..., t. I, cit., p. 441, éste último considera
que la comunicación al beneficiario es una condición de eficacia de la revocación tan solo
en el caso de que se hubiese hecho saber a éste previamente la existencia del contrato. En
contra, MAJELLO, U.: VOZ «Contratto...», cit., p. 244. Por su parte, la doctrina portuguesa
considera la revocación como una declaración de voluntad recepticia dirigida al
417
promitente, vid. VAZ SERRA, A.: Op. cit., p. 150 y LEITE DE CAMPOS, D.: Contrato..., cit.,
p. 127.
22
Vid. el artículo 87, en relación con el párrafo segundo del 84 de la Ley de
Contrato de Seguro.
23
DE BUEN, D.: cit., p. 232; ROCA SASTRE, R. Ma./ PUIG BRUTAU, J.:
Op.
«Estipulaciones...», cit., p. 232; GONZÁLEZ PACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 405; FLORES
DOÑA, M. S.: Op. cit., p. 112; TIRADO SUÁREZ, F. J.: En Ley... (art. 87), cit., p. 1626;
LÉGIER, G.: Op. cit., p. 22; MAJELLO, U.: Voz «Contratto...», cit., p. 244. En este sentido,
la STS de 8 de mayo de 1957 (JC 1957, núm. 17) apreció que la modificación del
beneficiario del seguro de vida debía ser comunicada a la compañía aseguradora a los
meros efectos de evitar que ésta quedase liberada pagando al designado en primer lugar,
razón por la cual no vio ningún obstáculo en admitir que dicha modificación pudiese
hacerse por medio de una disposición testamentaria.
24
No creemos que sea necesario en este punto recurrir a la analogía con lo que
para la cesión de crédito dispone el artículo 1.527, siendo este precepto la aplicación de la
regla general contenida en el 1.164, que sanciona los efectos liberatorios del pago hecho
de buena fe al acreedor aparente.
418
artículo 87, párrafo primero, in fine que «la revocación deberá hacerse en la
misma forma establecida para la designación», lo que debe ponerse en
conexión con el párrafo segundo del artículo 84, en virtud del cual «la
designación del beneficiario podrá hacerse en la póliza, en una posterior
declaración escrita comunicada al asegurado o en testamento». La
interpretación de aquél precepto suscitó desde un primer momento ciertas
dudas entre la doctrina mercantilista sobre si la revocación debía realizarse
necesariamente en la misma forma previamente empleada en la designación del
beneficiario26 o si, por el contrario, el tomador no estaba vinculado por la
forma que utilizó en la designación siempre que la revocación se hiciera en
alguna de las recogidas en el artículo 84, opinión esta última que ha de
preferirse, no sólo porque la contraria carece de cualquier justificación, sino
porque encuentra un sólido apoyo en el propio tenor literal de la norma que
hace referencia a «la misma forma establecida para la designación» y no a la
forma usada o utilizada para la designación27. En realidad, el problema para
admitir esta solución y que llevó a interpretar el artículo 87 en el sentido
primeramente indicado venía dado por la dificultad dogmática de permitir que
una designación efectuada mediante testamento pudiera venir revocada sin
observar las solemnidades exigidas para testar (art. 738 C. c.)28. Sin embargo,
25
Cfr. TIRADO SUÁREZ, F. J.: En Ley... (art. 87), cit., pp. 1627-1630.
26
Vid. SÁNCHEZ CALERO, F:: Instituciones de Derecho mercantil, t. II, 19a ed.,
Madrid, 1996, p. 459; VlCENT CHULIÁ, F.: Compendio crítico de Derecho mercantil, t. II,
3a ed., Barcelona, 1990, p. 545; BAILLO Y MORALES-ARCE, J.: «El beneficiario de una
prestación de seguro», RES, 1998, p. 257. En el Derecho italiano, del que el legislador
español tomó el precepto que comentamos (vid. art. 1.921 C. a ) , esta solución ha sido
sostenida, entre otros, por DONATI, A.: Los seguros..., cit., p. 457 y LANDINI, S.: «La
situazione giuridica del beneficiario nell'assicurazione sulla vita a favore di terzo», Dir.
priv., 1998, p. 232.
27
Cfr. MIROSA MARTÍNEZ, P.: «Algunas consideraciones sobre el régimen de la
póliza en el contrato de seguro con especial referencia al seguro sobre la vida», RJC,
1985, p. 754; FLORES DOÑA, M. S.: Op. cit., pp. 118-119, para quién la validez de la
revocación tan solo depende de que se haga constar por escrito. Este parece ser también el
criterio de URÍA, R.: Derecho Mercantil, 19a ed., Madrid, 1992, p. 735.
28
Así, TIRADO SUÁREZ, tras reconocer que la interpretación correcta del artículo
87 de la Ley de Contrato de Seguro no impone una perfecta simetría entre la forma
escogida para la designación y aquélla en que deba ser realizada la revocación, puntualiza
que sólo si la designación se ha realizado por testamento, deberá hacerse también por
testamento la revocación, siendo inoperantes las declaraciones escritas de revocación
realizadas al asegurador, aunque sean de fecha posterior (en Ley..., cit., p. 1625), criterio
éste que parece compartir MUÑIZ ESPADA, E.: Op. cit., p. 1670, nota 91. En favor de la
419
la doctrina civilista distingue desde hace tiempo dentro del testamento las
disposiciones que constituyen su contenido típico de aquellas otras que
pueden calificarse como atípicas o anómalas, por cuanto no se refieren a actos
de disposición propiamente sucesorio, entre las que se citan señaladamente el
nombramiento de un tutor, el reconocimiento de una deuda o la designación
de beneficiario para un contrato de seguro de vida suscrito por el testador 29 .
Respecto de ese contenido atípico, el testamento constituye tan sólo un medio
de expresión de la voluntad no requerido como presupuesto de eficacia, por lo
que su revocación no está sujeta, por norma general, a las formas de
revocación del testamento 30 . Es muy claro en este sentido PASTOR RIDRUEJO
420
421
422
423
424
4
GONZÁLEZ PACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 403; LARROMET, Ch.: Droit civil, t. 3,
cit., p. 923; HELLWIG, K.: Die Vertráge..., cit., p. 225; BAYER, W.: Op. cit., p. 247. Así
también, MOSCARINI, L. V.: II contratto..., cit., pp. 86-87, pese a la tesis sostenida años
atrás en I negozi..., cit., p. 186.
41
BUFNOIR, C : Op. cit., p. 584; AUBRY, C./ RAU, C : Op. cit., p. 310;
DEMOLOMBE, Ch.: Op. cit., p. 232; PLANIOL, M./ RIPERT, G.: Op. cit., 46.
425
DEMANTE, A. M./ COLMET DE SANTERRE, E.: Op. cit., p. 44; DEMOLOMBE, Ch.:
Ibid., p. 234.
43
CHAMPEAU, E.: Op. cit. (Droit francais), p. 137.
426
427
Sobre las consecuencias jurídicas del rehuse por parte del tercero nos remitimos
a cuanto en su lugar se dijo en relación con la revocación de la estipulación.
49
Lo que por supuesto sí está sometido a prescripción es el derecho de crédito del
tercero, al plazo general de quince años del artículo 1964 del Código civil. Respecto de
éste, creemos que debe contarse desde que el tercero tenga conocimiento de la
estipulación, pues aunque el derecho se adquiera, en principio, con la perfección del
contrato sólo entonces tiene aquél la posibilidad efectiva de ejercitar su derecho. Del tema
se ha ocupado el Tribunal Supremo en la sentencia de 24 de diciembre de 1977 (JC 1977,
núm. 448), en la que aquella solución se mezcla, sin embargo, con otras afirmaciones
menos afortunadas sobre el valor de la aceptación. La opinión contraria ha sido sostenida
para el contrato de seguro de vida por TIRADO SUÁREZ, para quien el cómputo de cinco
años que prevé el artículo 23 de la Ley de Contrato de Seguro debe contarse desde el
momento del siniestro (en Ley..., cit., p. 1643). Esta solución lleva consigo que las
compañías aseguradoras esperen pacientemente, sin informar al beneficiario de la
existencia del seguro, a que transcurra el citado plazo para quedar de esta forma liberadas,
lo que representa para el propio TIRADO SUÁREZ objeto de preocupación (ibid., p. 1582).
Frente a la opinión de la doctrina mayoritaria y de la jurisprudencia, la opinión que
defendemos ha sido sostenida en Italia por LANDINI, S.: Op. cit., p. 218, respecto del plazo
de prescripción de un año que el art. 2.952 del Código italiano recoge para el ejercicio de
los derechos derivados del contrato de seguro.
50
CARIOTA-FERRARA, L.: «Diritti potestativi...», cit., p. 358; LEITE DE CAMPOS,
D.: Contrato..., cit., p. 170.
51
DÍEZ-PICAZO, L./ GULLÓN, A.: Sistema...,vol. I, cit., p. 463.
428
En relación con el plazo que hayan podido fijar las partes para que el
tercero acepte la estipulación, se plantea el problema eminentemente teórico
de saber qué consecuencia se deriva de la consumación del spatium
deliberandi sin que el beneficiario se pronunciado al respecto. A juicio de
MOSCARINI, en dicho supuesto la adquisición ya producida se tornaría
definitiva, pues el beneficiario ha dejado precluir el derecho de rechazar la
adquisición ya producida53. De ser así, los contratantes podrían privar de toda
virtualidad práctica a la facultad del tercero de rehusar el derecho estipulado a
su favor, facultad que representa como sabemos una exigencia derivada del
principio invito beneficum non datur, razón por la cual nos parece mejor
fundada la solución contraria, esto es, la que considera que la falta de
ejercicio de la facultad de rechazar lleva aparejada la pérdida del beneficio54,
lo que se explica, no ya atendiendo a una voluntad implícita del beneficiario,
que pudo no haber tenido ni tan siquiera conocimiento de la estipulación, sino
a la de las partes, pues la validez de la cláusula sólo puede ser salvada
considerándola como una causa de revocación condicionada a la no
aceptación en el plazo fijado55.
429
Como es bien sabido, el artículo 625 del Código civil dispone que pueden
aceptar donaciones todos los que no estén especialmente incapacitados por la ley para ello,
por lo que la doctrina de forma unánime considera que para aceptar la donación basta con
poseer capacidad natural de entender y querer, y ello precisamente porque la donación no
supone en principio para el donatario más que ventajas. Que este es el fundamento de la
regla lo demuestra el hecho de que el artículo 626 exija la capacidad para contratar
cuando se trata de la aceptación de donaciones condicionales u onerosas.
57
GONZÁLEZPACANOWSKA, I.: Op. cií., p. 398.
58
Esto es así porque aunque la obligación precedente no se extinga
automáticamente con la aceptación de la estipulación, entendemos que tras ella el
beneficiario no podrá ya rechazar el pago alegando falta de identidad de la prestación
debida por el estipulante en la relación de valuta, salvo, claro está, que su consentimiento
hubiese estado viciado.
59
Así, por ejemplo, en una estipulación solvendi causa, tras la aceptación del
beneficiario la renuncia no sólo libera al promitente, sino también al estipulante de la
obligación precedente que servía de causa a la estipulación.
60
GONZÁLEZ PACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 391; CARBALLO FIDALGO, M : Op. cit..
p. 1706.
430
Acogen la misma solución el artículo 112, párrafo tercero, del Código suizo de
las obligaciones y el artículo 412 del Código civil heleno.
62
Cfr. ley 523 párrafo segundo de la Compilación navarra.
63
Que la aceptación debe hacerse tanto al estipulante como al promitente es la
solución consagrada por el artículo 1.411, párrafo segundo, del Códice civile y por el
artículo 447, párrafo tercero, del Código civil portugués, lo que se explica doctrinalmente
porque ambos están igualmente interesados en conocer la aceptación: el estipulante para
saber si puede o no revocar y porque está interesado en la atribución al tercero por la
relación de valuta, y el promitente porque sólo entonces queda definitivamente fijada la
relación obligatoria en la persona del tercero, vid. LEITE DE CAMPOS, D.: Contratto..., cit.,
p. 122; MAJELLO, U.: VOZ. «Contratto...», cit., p. 246.
64
Piensa DÍEZ-PICAZO que la aceptación debe ser notificada también al estipulante
{Fundamentos..., t. I, cit., p. 438) y ésta parece ser también la opinión de PUIG BRUTAU
(op. cit., p. 289). Véase asimismo la STS de 11 de noviembre de 1950 {JC 1950, núm. 36),
que desestimó la reclamación del presunto beneficiario, entre otros motivos, por no
constar que la aceptación se hiciera saber al estipulante.
65
LACRUZ BERDEJO, J. L. y otros: Elementos..., t. II, vol. 1, cit., p. 528.
65
LACRUZ BERDEJO, J. L. Y otros: Ibid. loe. cit.; STS de 6 de marzo de 1989 {JC
1989, núm. 200). En este sentido se pronuncian también el artículo 1.446 del Código civil
de Québec y el artículo 2.115 (3) del Principies of European Contract Law preparado por
la Comisión para el Derecho Europeo de Contratos presidida por Ole LANDO.
431
432
julio de 1954 dice que el artículo 1.257 no determina medio alguno por el que
el tercero deba hacer saber su aceptación al obligado, pudiendo desprenderse
de actos concluyentes de los que tal voluntad se derive70. En el mismo sentido
se pronuncia la sentencia de 6 de marzo de 1989, en la que la aceptación se
desprendía del hecho de que el beneficiario hubiese consentido que su derecho
quedara condicionado a la realización por su parte de una determinada
prestación al estipulante71. La de 1 de julio de 1996, dictada no obstante para
un supuesto que difícilmente admite la calificación de contrato con
estipulación a favor de tercero, afirma que no es necesario que la aceptación
del beneficiario sea explícita pudiendo derivar de hechos posteriores al
contrato 72 .
apreciar la Sala que de los hechos probados debía concluirse que el citado pacto reducía
sus efectos a las partes contratantes (Ar. C. 1996/ 432).
10
JC 1954, núm. 88.
71
JC 1989, núm. 200.
72
RJA, 1996/5548.
'3 Respecto la constancia de la aceptación de la estipulación a favor de tercero en
la escritura, vid. los artículo 176, párrafo segundo, y 178-3° del Reglamento Notarial,
redactados ambos conforme al Decreto 2310/1967, de 22 de julio.
74
En contra, MAJELLO, U.: Voz «Contratto...», cit., p. 242.
433
segundo , como por ejemplo, cuando un banco pacta con sus clientes que
éstos concierten un seguro de vida como medio de garantizar el pago a través
de la compañía aseguradora en el caso de fallecimiento del prestatario 76 . La
pérdida de la facultad de revocar no se explica por la simple finalidad
solutoria que en estos casos recibe la estipulación77, sino porque con la
aceptación de la estipulación por parte del beneficiario decae aquella
facultad78. Sin embargo, no debemos olvidar que la aceptación del beneficiario
no es oponible al promitente sino cuando llega a su conocimiento y que, en
particular, en el caso del contrato de seguro de vida la aceptación no restringe
la facultad de revocación del estipulante, por lo que para dotar de efectividad
a ese acuerdo previo será necesario el pacto de irrevocabilidad del beneficio79.
JOSSERAND, L.: Cours..., cit., p. 176. Dice a este respecto la ley 523 de la
Compilación navarra que no podrá ser revocada la estipulación cuando se haya hecho en
cumplimiento de una obligación previamente contraída por el estipulante frente al tercero.
76
Respecto de esta modalidad de garantía decía ya la Exposición de Motivos del
Código de comercio que en este caso el tomador del seguro quedará obligado a mantener
las condiciones del seguro debiendo indemnizar al beneficiario de los perjuicios
consiguientes a la caducidad sobrevenida por falta de cumplimiento. En este sentido se ha
pronunciado el Tribunal Supremo en el fallo de 17 de mayo de 1956 {JC 1956, núm. 45).
77
STOLFI, M.: L'assicurazione..., cit., p. 129; GASPERONI, N.: Le assicurazioni,
cit., p. 223; RIERA AISA, L.: Op. cit., p. 306.
78
VILLANI, D.: Op. cit., p. 438.
79
GASPERONI, N.: Le assicurazioni, cit., p. 223; BOLDÓ RODA, C: El
beneficiario..., cit., p. 65.
80
MOSCARINI, L. V.: Inegozi.... cit., pp. 187-188.
434
435
436
Nos referimos a la Ley belga de contrato de seguro de 1992, vid. el último inciso
de su artículo 121.
85
Si bien es cierto que, a diferencia del artículo 1.412 del Código italiano, el §
331 BGB no contempla expresamente la cuestión que nos ocupa, ya vimos cómo la
doctrina, teniendo presentes los antecedentes de esta norma, no ha dudado en extraer de
ella la revocabilidad de la estipulación.
86
Vid., entre otros, MARTÍNEZ DE LA FUENTE, J.: «El seguro...», cit., pp. 175-177;
GARRIDO COMAS, J. J. «Notas sobre el beneficiario en el seguro de vida», ED, 1953, p.
340; GARRIGUES, J.: Curso de Derecho Mercantil, t. II, 6a ed., Madrid, 1974, p. 327.
87
STS de 8 de mayo de 1957 (JC 1957, núm. 17). Resolvió esta sentencia acerca
de un contrato de seguro de vida en el que aparecía como beneficiaria la esposa del
tomador. Poco antes de su muerte, y por medio de una disposición testamentaria, éste
había ordenado que el beneficio de dicho contrato fuese a parar a sus hermanos
modificando así la designación efectuada en la póliza. El motivo fundamental en que se
sustentaba el recurso era que la viuda había adquirido un derecho irrevocable a percibir el
beneficio a la muerte del constituyente desde el momento en que ésta había aceptado
implícitamente la estipulación a su favor, sin que el esposo pudiese modificarlo después,
argumento que rebate el fallo en razón de que «la naturaleza especialísima del contrato de
seguro sobre la vida, que si admite la posibilidad harto frecuente, de que el beneficiario
sea persona distinta del asegurador y del asegurado, con lo cual establece
inequívocamente, como reconoce la doctrina más autorizada, una estipulación a favor de
tercero, no por ello hace posible la aplicación sin distingos de la norma del expresado
Código que el impugnante invoca en su apoyo, porque si en varios aspectos es recusable la
opinión mantenida por algún sector doctrinal según la cual el contrato de seguro de vida
no es, en el fondo, sino a manera de una disposición de última voluntad, que por serlo es
revocable hasta que se produce la muerte del asegurado, lo cierto es que por la índole
propia del seguro sobre la vida, el beneficiario por el hecho de hacerse una estipulación a
su favor, adquiere un derecho a percibir el importe del seguro convenido, pero ello no pasa
de ser una expectativa hasta el momento en que por la muerte del asegurado se consolida
su derecho sin que, como en el caso haya mediado aceptación, porque hasta entonces
subsiste la posibilidad de revocación».
437
438
BOLDÓ RODA, C : El beneficiario..., cit., p. 58; FLORES DOÑA, M. S.: Op. cit., pp. 105-
106; TIRADO SUÁREZ, J.: En Ley... (art. 87), cit., p. 1621.
91
Hace esta distinción VALLET DE GOYTISOLO, J. B.: «La donación monis causa en
el Código civil español», A. A. M. N., 1950, p. 809.
439
conclusión del contrato, derecho del que tan solo su ejercicio se hace
depender a la muerte del asegurado92. La misma solución predomina entre los
autores italianos tras el Código de 194293 y ello pese a que el ordenamiento
francés y el italiano difieren sustancialmente en este punto, dado que, como
vimos, este último niega a la aceptación del beneficiario toda relevancia en
orden a privar al estipulante de la facultad de revocar o modificar la
estipulación, a menos que haya renunciado a ella. El obstáculo ha sido salvado
por los autores transalpinos diciendo que el derecho del tercero es un derecho
sometido a condición, la de que el estipulante no revoque la designación antes
del fallecimiento del asegurado.
440
441
442
443
102
Cfr. BALLEYDIER, L./ CAPITAT, H.: Op. cit., pp. 577-578; ZIMMERMANN, G.:
Assurances sur la vie contractas au profit de bénéficiaires indéterminés, th., Nancy, 1911,
pp. 148 y ss.
103
Ibid., p. 575. En este sentido, la Corte de Apelación de Bessancon en un fallo
de 23 de diciembre de 1891 había declarado que «la estipulación a favor de tercero,
verdadera oferta de liberalidad, no puede estar dirigida a la nada» (D. 1882, II, p. 112).
104
Partiendo del carácter excepcional de la solución consagrada para el contrato de
seguro de vida llegan a esta conclusión, GHESTIN, J./ JAMIN, Ch./ BILLIAU, M.: Les effets
444
du contrat..., cit., p. 683 y en la doctrina italiana MESSINEO, F.: Dottrina genérale..., cit.,
p. 408; DONADÍO, G.: VOZ «Contratto a favore di terzi», cit., p. 659.
105
CHAMPEAU, E.: Op. cit. (Droit francais), p. 122.
106
Recordaremos que a tenor del § 328, 2 BGB «en defecto de una disposición
expresa, se debe deducir de las circunstancias y en especial del fin del contrato... si el
derecho del tercero nace de forma inmediata o sólo bajo determinados presupuestos», y en
el mismo sentido interpreta hoy unánimemente la doctrina italiana el inciso inicial del art.
1.411, 2 del Códice en virtud del cual «salvo pacto en contrario, el tercero adquiere el
derecho contra el promitente por efecto de la estipulación».
107
En este sentido, vid. CHAMPEAU, E.: Op. cit. (Droit francais), pp. 123 y ss.;
LARROUMET, Ch.: Droit civil, t. 3, cit., p. 925; HELLWIG, K.: Die Vertráge..., cit., p. 222;
BAYER, W.: Op. cit., p. 235; GONZÁLEZPACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 399.
445
de seguros expedidas a favor «de los herederos» , «del cónyuge», «de los
hijos», en las que se impone la tarea de determinar si debe considerarse como
tales a quienes ocupaban aquella posición en el momento de celebrarse el
contrato o si debe preferirse a los que lo hagan en el momento en que deba ser
ejecutada la prestación. La cuestión aparece resuelta en este último sentido109
446
447
contratantes. Por otro lado, si el beneficiario del seguro de vida fuese sucesor del
asegurado habría de serlo en la condición de heredero o legatario, siendo éstos los únicos
títulos en que se puede fundar la sucesión. Que el beneficiario no es heredero es evidente,
dado que el capital del seguro no se halla en el patrimonio del asegurado [cfr. SSTS
(Social) de 2 de enero de 1978 (RJA 1978/ 121) y 1 de diciembre de 1987 (RJA 1987/
8804)], pero tampoco puede ser considerado legatario porque el legado es una carga que
pesa sobre el heredero, condición que no ostenta la compañía aseguradora. En definitiva,
la atribución del beneficio opera al margen del caudal relicto. Este mismo argumento
debería servir para rechazar que en los casos en los que el tomador del seguro renuncie a
la facultad de revocar pueda hablarse de una hipótesis de pacto sucesorio, en el sentido
defendido por BETTI, E.: Teoría genérale..., cit., p. 320, nota 3 y MOSCARINI, L. V.: / /
contralto..., cit., pp. 159 y ss.
Al margen de MANENTI, encontramos en la literatura alemana algunos intentos por
equiparar los denominados Vertráge zugunsten Dritter auf Todesfall a las disposiciones de
carácter sucesorio, vid. HOFFMANN, K. -H.: Op. cit., pp. 178 y ss., espec. pp. 196 y ss.;
FINGER P.: «Der Vertrag...», cit., pp. 309 y ss.; Id.: «Die Formfrage beim Vertrag
zugunsten Dritter auf den Todesfall», WM, 1970, pp. 377 y ss.; y, en fechas más recientes,
PETERS, A.: Op. cit., p. 664.
111
VALLET DE GOYTISOLO, J. B.: «La donación mortis causa...», cit., pp. 806 y ss.;
NART FERNÁNDEZ, I.: Op. cit., pp. 464-466; PÉREZ GONZÁLEZ, B./ ALGUER, J.: Op. cit., pp,
182-183; MARTÍNEZ DE LA FUENTE, J.: «La atribución del beneficio...», cit., p. 315;
GARRIGUES, J.: Contrato de seguro..., cit., p. 499; BOLDÓ RODA, C : El beneficiario...,
cit., pp. 72 y ss. De «atribución patrimonial mortis causa» habla REGLERO CAMPOS, F.:
«El seguro de vida. Especial referencia a la declaración del riesgo», en Cuadernos de
Derecho Judicial, t. XIX, Madrid, 1995, p. 46; /¿/.«Beneficiario y heredero...», cit., pp.
215 y 223; VAZ SERRA, A.: Op. cit., p. 97; V U - V A N - M A U , M.: «La prohibition de la
donation á cause de mort (Contribution á l'étude des successions contractuelles)», Rev.
trim. dr. civ., 1953, pp. 261 y ss.; PIOTET, P.: «Réduction et rapport des libéralités portant
sur une assurance-vie», SJZ, 1960. p. 153; VON TUHR, A.: Tratado..., cit., p. 210. En
relación con la renta vitalicia estipulada a favor de tercero QUIÑONERO CERVANTES admite
448
la calificación de donación mortis causa, cuando aquélla deba comenzar a pagarse tras la
muerte del estipulante (La situación jurídica de la renta vitalicia, Murcia, 1979, p. 137).
112
ALBÍEZ DOHRMANN, K. J.: Negocios atributivos «post mortem», Barcelona,
1998, p. 208. Este trabajo representa un decidido esfuerzo por incorporar la distinción
entre atribuciones post mortem y mortis causa, distinción que se halla sólidamente
consolidada entre los autores italianos, cfr. GIAMPICCOLO, G.: Op. cit., p. 253 y passim;
NICOLÓ, R.: «Attribuzioni patrimoniali...», cit., pp. 147 y ss.; PALAZZO, A.: Autonomía
contrattuale e successioni anomale, Napoli, 1983, pp. 71-73, 82 y ss. Para las dudas que
en algún caso concreto puede suscitar la calificación, vid. Cass. civ. 17 de agosto de 1990,
n. 8335 (Giust. civ. 1991, I, pp. 953 y ss.) y los comentarios a la misma de M. COSTANZA
y N. Di MAURO (Giust. civ., 1991, I, pp. 956 y ss. y 1791 y ss. respectivamente). ALBÍEZ
DOHRMANN recurre a lo largo de toda su obra al carácter actual de la atribución,
representado por un sacrificio efectivo del patrimonio del disponente, como rasgo
distintivo de las atribuciones post mortem (ibid., pp. 26, 33-35, 43-44, 155, 173, 184). En
este punto no podemos desconocer que los autores italianos cuentan con un argumento
añadido y es el hecho de que el derecho deba entenderse adquirido, aunque sea sub
conditione, desde el mismo momento de la conclusión del contrato.
449
113
La falta de un sacrificio patrimonial actual en casos como el descrito ha sido
puesto de relieve, entre otros, por KIPP, Th./ COING, H.: Erbrechf, Tübingen, 1953, p. 222;
NICOLÓ, R.: «Disposizione di beni mortis causa in forma "indiretta"», Riv. not., 1967, pp.
644; PADOVINI, F.: Rapporto contrattuale e successione per causa di morte. Milano. 1990,
p. 201 y, ampliamente, por el propio ALBÍEZ DOHRMAN, K. J.: Op. cit., pp. 223 y ss.
450
114
Mención aparte merece el § 309 del segundo Restatement norteamericano de
derecho contractual, que dispone literalmente:
«A promise creates no duty to a beneficary unless a contract is formed between the
promisor and the promisee; and if a contract is voidable or unenforceable at the time of its
formation the right of any beneficiary is subject to the infirmity.
»If a contract ceases to be binding in whole or in part because of imprctícability,
public plicy, non occurrence of a condition, or present or prospective failure of
performance, the right of any beneficiary is to that extent discharged or modified.
»Except as stated in Subsections (1) and (2) and in § 311 or as provieded by the
contract, the right of any beneficiar)' against the promisor is not subject to the promisor's
claims or defenses against the promisee or to the promisee's claims or defenses against the
beneficiary».
»A beneficiary's right against the promisor is subject to any claim or defense
arising from his own conduct or agreement».
1,5
Siguen literalmente al BGB en este punto el § 882 II ABGB y el artículo 414
del Código civil griego.
451
116
Lo mismo han dispuesto el artículo 449 del Código civil portugués y el artículo .
1.469 del Código civil peruano y no es otro el sentido que cabe extraer del artículo 3 del
Contract (Right ofThird Parties) Act de 1999.
117
JAGMANN, R.: Op. cit., p. 179; LANGE, H.: «Die Auswirkung...», cit., pp. 660-
661.
118
PÉREZ CONESA, C : Op. cit., p. 215-216.
452
119
Sobre este particular, vid. supra pp. 339-340.
120
Entre otros, GALGANO, F.: Op. cit., p. 419; LÉGIER, G.: Op. cit., p. 29;
LARROUMET, Ch./ MONDOLONI, D.: Op. cit., p. 11; GERNHUBER. J.: Das
Schiildverhaltnis..., cit., p. 495; JAGMANN, R.: Op. cit., p. 174
453
A este respecto, decía GAREIS que el tercero no tiene porqué sufrir las
consecuencias derivadas del incumplimiento del estipulante y que por ello el
promitente no puede oponer esta circunstancia ante la reclamación del
tercero. La premisa de la que parece partir el prestigioso jurista austríaco es la
de que, no siendo el tercero deudor ni garante de la prestación asumida por el
estipulante, faltaría la nota de reciprocidad inherente al juego de la excepción
de contrato no cumplido123, pero el argumento se desvanece si consideramos
que la reciprocidad que presupone la relación sinalagmática entre el crédito y
454
124
FOLCO, C : Op. cit.,?. 44.
125
Vid. OSSORIO MORALES, J.: «Notas...», cit., p. 1101; PÉREZ CONESA, C : Op.
cit., p. 254, que piensan que la defensa del promitente queda restringida en estos casos a
la excepíio non adimpleti contractus. En términos dubitativos se muestra SANTOS BRIZ
{Derecho civil, cit., p. 345), que parece decantarse, no obstante, por reconocer al
promitente la acción de resolución ante el incumplimiento del estipulante.
126
D E BUEN, D.: Op. cit., p. 234; ALBALADEJO, M.: Derecho civil, t. II, vol. 1, cit.,
p. 454; GONZÁLEZ PACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 403; LACRUZ BERDEJO, J. L. y otros:
Elementos..., t. II, vol. 1, cit., p. 530; TARTUFARI, L.; Op. cit., p. 378; HELLWIG, K.: Die
Vertrüge..., cit., pp. 299-300; GERNHUBER, J.: Das Schuldverhaltnis..., cit., p. 502;
GOTTWALD, P.: Op. cit., p. 1347; BOULANGER, J.: «Usage et abus de la notion
d'indivisibilité des actes juridiques», Rev. trim. dr. civ., 1950, p. 5; PLANIOL, M./ RIPERT,
G.: Op. cit., p. 469; FLOUR, J./ AUBERT, J. -L.: Op. cit., p. 357; TERRÉ, F./ SIMLER, Ph./
LEQETTE, Y.: Op. cit., p. 416; A B E L D É CAMPOS, A.: Op. cit., p. 500. Por nuestra parte,
sólo nos queda puntualizar que en el caso del contrato de seguro de vida el asegurador no
podrá denegar el pago de la suma asegurada sino tan sólo la reducción de la misma una
455
en que tuvo lugar el siniestro, «sin que pueda oponerse a ello el carácter de
tercero de Yeregui, S. A., pues por su condición de asegurado, titular del
interés económico, su derecho a percibir la indemnización se verá influido por
los hechos extintivos o impeditivos que afecten al contrato del que
directamente nace su derecho»127.
vez que la vigencia del contrato se haya prolongado el plazo designado a tal efecto por la
póliza, plazo que en ningún caso podrá ser superior a dos años (art. 95 LCS).
127
STS de 19 de mayo de 1990 (RJA 1990/ 3741, Fundamento de Derecho quinto).
128
LANGE, H.: «Die Auswirkung...», cit., p. 659; PLANIOL, M./ RIPERT, G.. Op.
cit., p. 470.
129
Una aplicación específica de este principio viene recogida en el artículo 7,
párrafo segundo in fine, de la Ley de Contrato de Seguro, en virtud del cual «el asegurador
no podrá rechazar el cumplimiento por parte del asegurado de las obligaciones y deberes
que correspondan al tomador del seguro». No vemos inconveniente en extender la misma
regla al beneficiario en el caso de que no coincida con el asegurado, como sucede
normalmente en el seguro de vida.
130
La sentencia de 7 de junio de 1976 (JC 1976, núm. 181) parece haber llegado la
solución contraria, al admitir el recurso de casación interpuesto por el beneficiario de un
contrato de compraventa en el que éste reclamaba del comprador que hiciera efectivo el
pago al vendedor y de éste el otorgamiento de la correspondiente escritura pública.
Aquella decisión puede sin embargo explicarse si tenemos en cuenta que el estipulante se
había comprometido previamente frente al beneficiario a adquirir la vivienda en cuestión y
a hacerse cargo del pago del precio total de la misma, por lo que puede entenderse que es
ese compromiso previo y no el contrato celebrado a su favor el que legitima al beneficiario
para exigir del estipulante el pago al promitente.
131
Vid. infra, pp. 93 y ss.
456
132
PACCHIONI, G.: LOS contratos..., cit., p. 208. Análogas consideraciones
encontramos, entre nosotros, en BONET RAMÓN, F.: «LOS contratos...», cit., p. 238.
457
porque aunque el derecho del cesionario o el del beneficiario sea el mismo que
ostentaba o habría ostentado el estipulante de no haber intervenido la cesión o
la estipulación a favor de un tercero, no es la misma la persona del acreedor.
Dicho de otro modo, lo que proponía PACCHIONI no era ya actuar como si el
derecho del beneficiario fuese idéntico al que habría correspondido al
estipulante, sino más bien considerar que el tercero ejercita el derecho del
estipulante.
458
Vid. CHAMPEAU, E.: Op. cit. (Droitfrangais), p. 147; FLOUR, J./ AUBERT, J. -L.:
Op. cit., p. 357; LARROUMET, Ch.: Droit civil, cit., p. 934; LÉGIER, G.: «Stipulation pour
autrui». cit., p. 30; TARTUFARI, L.: Op. cit., p. 376.
13/
En este sentido, VON TüHR, A.: Allgemainer Teil..., cit., p. 636.
459
CHAMPEAU, E.: Op. cit. (Droit francais). p. 154; ENNECCERUS, L./ LEHMANN,
H.: Op. cit., p. 139; GERNHUBER, J.: Das Schuldverháltnis..., cit. p. 494.
460
GONZÁLEZ PACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 419; FOLCO, C : Op. cit., p. 46; HECK,
Ph.: Op. cit., p. 147: BAXMANN, O.: Op. cit., p. 27; KóTZ. H.: Abschlufi, Gültigkeit.... cit.,
p. 394.
14u
GOUTAL, J. -L.: Op. cit., p. 164; GERNHUBER, J.: Das Schuldverhaltnis.... cit..
p. 495.
461
En todos estos casos se produce una coexistencia entre los derechos del
estipulante derivados -por decirlo de alguna forma- del contrato y los derechos del
beneficiario, provinientes de la estipulación. Esta coexistencia no es sino «eventual»
(LARROUMET, Ch./ MONDOLONI, D.: Op. cit., p. 14). pues es perfectamente posible que el
derecho del beneficiario contra el promitente absorba íntegramente el contenido de la
obligación que pesa sobre éste. Pensemos por ejemplo en un contrato de seguro de vida a
favor de tercero.
142
BONET RAMÓN, F.: «Algunas figuras afines al contrato de mandato», RGLJ,
1948, p. 644; DE ALMEIDA COSTA, M. J.: Direito das obrigagóes, 6a ed., Coimbra, 1994, p.
291.
143
Así opina, no obstante, MAJELLO, U.: L'interesse..., cit., p. 18.
144
Esto resulta patente en el caso de estipulación solvendi causa, donde el
incumplimiento del promitente hace que él siga personalmente obligado frente al tercero
en virtud de la relación de valuta que les une, aunque lo mismo cabría decir de una
estipulación donandi causa.
462
mejores condiciones para ejercitar la acción. Este es el caso, por ejemplo, del
seguro de grupo, donde el subscriptor del contrato puede actuar más
eficazmente en defensa de sus virtuales adherentes145. Puede ocurrir también
que la prestación se reparta entre un importante número de beneficiarios lo
que hace que la escasa cuantía resulte poco incentivo para ejercitar la acción
por cada uno de ellos.
145
FLOUR, J./ AUBERT, J. -L.: Op. cit., p. 354, nota 6.
463
(unechie Vertrag zugunsten Dritter) -en el que el tercero aparece como mero
punto de referencia en la ejecución de la prestación debida, de forma que el
estipulante continúa siendo el único acreedor- y el contrato a favor de tercero
con eficacia externa (echte Vertrag zugunsten Dritter) -en el que el propio
beneficiario adquiere el derecho a exigir la prestación estipulada a su favor-,
hasta el punto de que se habría llegado a reducir el problema de la posición
jurídica del estipulante a una simple alternativa: si el contrato tiene tan solo
eficacia interna, el estipulante será acreedor de la prestación; si por el
contrario el tercero adquiere un derecho a exigir el cumplimiento, el
estipulante ve reducida su función a la de mero contratante 147 .
464
14S
Cfr. SSTS de 9 de diciembre de 1940 (RAJ, 1940/ 1131) y de 10 de diciembre
de 1956 (JC 1956, núm. 119).
149
Para hallar el origen de esta concepción debemos remontarnos a UNGER, que
resume su pensamiento diciendo que la peculiaridad del contrato a favor de tercero reside
precisamente en que el promisario no es acreedor y el acreedor no es promisario (op. cit.,
p. 63). En el mismo sentido, GIORGIANNI, M.: Op. cit., p. 65; MAJELLO, U.: L'interesse...,
cit., p. 181; BLOMEYER, A.: Allgemeines Schuldrecht, Berlin-Frankfurt, 1953, p. 291;
GOTTWALD, P.: Op. cit., p. 1280. Recientemente hemos asistido a un resurgir de esta
doctrina de la mano, entre otros, de CALICETI y BAYER. El primero de estos afirma que «el
estipulante no puede considerarse titular, frente a la otra parte contratante, de una
posición creditoria en sentido estricto: ya que ésta recae exclusivamente en la persona del
tercero beneficiario. Pero eso no impide que, en cuanto titular de la relación contractual,
pueda ejercitar contra el promitente los normales remedios contractuales» (Contratto e
negozio..., cit., p. 13). También BAYER alude a una desmembración (Aufspaltung) de las
cualidades de acreedor y contratante dentro del contrato a favor de tercero (op. cit., p.
213). Toma este autor como punto de referencia una decisión del Tribunal Federal alemán
de 9 de abril de 1970, que había descrito el derecho del beneficiario como un
«abgespaltenes Forderungsrecht» (BGHZ 54. p. 147). El término «abgespalten» empleado
por el BGH nos parece tremendamente expresivo de esta concepción, que ve en el derecho
465
del tercero una cualidad sustraída a la condición de contratante para ser puesta a
disposición del tercero.
150
UNGER, J.: Op. cit., p. 62; GIORGIANNI, M : Ibid. loe. cit.; RESCIGNO, P.: Síudi
sull'accollo, cit., pp. 243-244; MAJELLO, U.: L'interesse..., cit., pp. 175 y ss.; Id.: Voz
«Contratto ...», cit., p. 247.
151
MIRABELLI, G.: Op. cit., p. 446; CALICETI, P.: Op. cit., pp. 14 y ss.; BAYER, W.:
Op. cit., p. 214.
152
UNGER, J.: Op. cit., p. 62. A este respecto, UNGER trae a colación un texto de la
compilación justinianea (C. 5, 12, 26) en el que expresamente se justifica la nulidad del
pacto de restitución de la dote a un tercero tanto frente al beneficiario (prohibente iure)
como frente al propio estipulante (cessante volúntate). No podemos olvidar, sin embargo,
que el Derecho romano no situaba realmente en la voluntad de las partes la fuerza
obligatoria del contrato, por lo que el fragmento en cuestión debe ser entendido como un
reflejo del formalismo que revestía la constitución del vínculo obligatorio en el Derecho
romano.
153
GIORGIANNI, M : Op. cit., p. 65. En el mismo sentido, SALEILLES, R.: Op. -cit.,
p. 276 y RESCIGNO, P.: Studi sull'accollo, cit., p. 244.
466
154
Este constituye ajuicio de TARTUFARI (op. cit., p. 209), el más grave error en la
concepción de UNGER, error que todavía resulta más patente en las palabras de
GIORGIANNI reproducidas en el texto.
155
La idea de que quien es beneficiario de la prestación no puede tener interés en
su ejecución y carece, por tanto, de acción no es nueva. Como sabemos, había sido ya
expuesta por POTHIER sobre la base de lo dispuesto en ¡as fuentes romanas (Traite des
obligations, cit., n. 54, p. 42).
156
MAJELLO, U.: L 'interesse..., cit., pp. 10 y ss.
467
error fue considerar que ello debe llevar a excluir que el estipulante tuviese al
mismo tiempo un interés personal en la ejecución de la prestación, interés que
en nuestra opinión está implícito en el concepto mismo de la relación de
valuta que le une al beneficiario157.
468
Vid. PACCHIONI, G.: LOS contratos..., cit., pp. 178 y ss., 229 y ss; TARTUFARI,
L.: Op. cit., p. 343; CARIOTA FERRARA, L.: I negozi..., cit, p. 412; FOLCO, C : Op. cit., p.
40.
160
La cuestión ha dado lugar en la doctrina italiana a posiciones enfrentadas.
Parece no obstante que, pese a la tesis inicial defendida por GIORGIANI (L' obbligazione,
cit., p. 64), RESCIGNO {Studi suWaccollo, cit., pp. 243-244) y especialmente por MAJELLO
(L'interesse..., cit., pp. 173 y ss.), según la cual el estipulante no estaría legitimado para
reclamar el cumplimiento de la prestación al promitente, hoy la communis opinio se
inclina por la solución contraria. En este sentido, entre otros, GIRINO, F.: Studi in tema...,
cit., pp. 40 y ss.; MosCARINl, L. -V.: I negozi..., cit., pp. 203 y ss.; MESSINEO, F.: 77
contratto in genere, cit., pp. 124 y 131; MlRABELLI, G.: Op. cit., p. 446; DISTASO, N.: Op.
cit., p. 589. El propio MAJELLO ha matizado su tesis inicial para afirmar que, si bien el
estipulante no está legitimado para exigir el cumplimiento de la prestación a favor de
tercero, nada impide que pueda intervenir ad adiuvandum en el proceso iniciado por éste
(Voz «Contratto a favore del terzo», cit., p. 247). De las reflexiones de la doctrina italiana
destacaríamos que se encuentra en general condicionada por la inmisión de la noción del
interés del estipulante previsto por el art. 1.411 Códice. En efecto, quienes niegan al
469
61
jurisprudencia han llegado a soluciones uniformes. En Francia, por el
contrario, ante el silencio del Code civil, la mayoría de la doctrina se inclinó
por reconocer al estipulante la acción de cumplimiento 162 , opinión que aparece
hoy refrendada por una jurisprudencia constante 163 .
470
modal en la que el donante había constituido una hipoteca sobre el inmueble donado como
garantía de la ejecución de las cargas impuestas tanto en beneficio propio como de un
tercero y en la que se permitió al donante ejecutar la hipoteca por las sumas debidas al
tercero beneficiario.
164
La STS de 14 de abril de 1986 en su Fundamento Jurídico cuarto (JC 1986,
núm. 219) afirma que «si bien es cierto que el citado artículo 1.257 no autoriza a los
terceros ajenos al contrato en cuyo favor se hubiere establecido alguna estipulación a
exigir su cumplimiento, más que en el caso en que hubieran hecho saber su aceptación al
obligado antes de que hubiera sido aquélla revocada, también lo es que en este caso el
cumplimiento de la obligación de escriturar a favor de terceros no se solicita por éstos sino
por los actores que fueron parte en un contrato». Por su parte, la de 17 de diciembre de
1994 (RAJ 1994/ 9428), a propósito de un contrato de seguro de incendio concertado por
el deudor hipotecario en favor del banco, como garantía del pago del importe del préstamo
no amortizado a la fecha del siniestro, dispuso expresamente que «la existencia de
beneficiario en la póliza de seguros que autoriza el artículo 7 de la Ley de Contrato de
Seguro de 8 de octubre de 1980, en relación al artículo 1.257 del Código civil, no impide
al tomador el ejercicio de los derechos derivados del contrato ante los Tribunales» y que
«en el sinalagma contractual la figura del tomador, en este caso tomador-asegurado, tiene
condición principal en orden a la necesaria bilateralidad negocial, como titular del interés
objeto del seguro de daños concertado», afirmaciones que quedan desvirtuadas por el
hecho de que el tomador hubiese reclamado impropiamente el pago para sí, lo que llevó al
Tribunal Supremo a considerar que éste era el verdadero titular del crédito, sin perjuicio
de que hubiese podido ceder al banco las indemnizaciones que efectivamente viniera a
cobrar de la Compañía aseguradora en el caso de producirse el siniestro, todo lo cual es
incompatible con la estructura del contrato con estipulación a favor de tercero.
165
Durante mucho tiempo la doctrina española se limitó a justificar esa acción del
estipulante en su condición de contratante o en el interés en la ejecución de la prestación.
Así, D E BUEN, D.: Op. cit., p. 235; PÉREZ GONZÁLEZ, B./ ALGUER, J.: Op. cit., p. 176;
ROCA SASTRE, R. M./ PUIG BRUTAU, J.: «Estipulaciones...», cit., p. 228; BONET RAMÓN,
F.: «Los contratos a favor de tercero», cit., p. 233; CASALS COLLDECARRERA, M.: Op. cit.,
p. 359; CASTÁN TOBEÑAS, J.: Derecho civil..., t. III, 12a ed., cit., p. 613. Con ciertas
cautelas, OSSORIO Y MORALES («Notas.. .», cit., p. 1100) subordinaba dicha acción al
momento en que se produzca la aceptación del beneficiario o la revocación de la promesa.
Otros la admiten simplemente como una consecuencia normal del contrato celebrado entre
el promitente y el estipulante, ALBALADEJO, M : Derecho civil, t. II, vol. 1, cit., p. 455;
GONZÁLEZ PACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 417; PUIG PEÑA, F.: Op. cit., p. 405.
471
GIRINO, F.: «Le pretese dello stipulante contro il prominente», Foro pad.,
1970, parte prima, col. 443.
167
La figura de la Prozesstandschaft, construida en Alemania por obra de KOHLER
y extendida en Italia de la mano de CHIOVENDA bajo el nombre de sostituzione processuale
ha sido recogida por la doctrina procesalista española, que habla indistintamente de
«sustitución procesal», de «desplazamiento de la legitimación» o de «legitimación
indirecta» para referirse a aquellos supuestos en los que no coincide el titular del derecho
material y la persona legitimada para actuar en juicio. Ejemplo clásico es el de la acción
subrogatoria del artículo 1.111 del Código civil. Sobre el particular, PRIETO-CASTRO Y
FERRÁNDIZ, L.: Tratado de Derecho procesal civil, Pamplona, 1982, pp. 312 y ss.
168
HADDING, W.: «Zur Auslegung des § 335 BGB», AcP, 1971, pp. 403 y ss.;
passini, especialmente pp. 413-414; Id.: En Soergel-Bürgerliches Gesetzbuch, cit., pp.
1662 y ss. La misma tesis ha sido después aceptada por SCHMALZBAUER, W.: Die
Drittwirkung verpflichtender Vertrage, Diss., Regensburg. 1982, p. 33. En honor á la
verdad debemos decir que, pese a ser su mejor expositor, esta concepción no es original de
472
HADDING, pues ya había sido sostenida mucho antes por ENDEMANN {Lehrbuch des
Btirgerlichen Rechts, t. I, 9a ed., Berlin, 1903, p. 720). Esta tesis vendría a ser algo así
como el negativo de la sostenida en su día por BÁHR, que, como sabemos, consideraba al
estipulante como único acreedor de la prestación y al tercero como mero legitimado para
reclamar el cumplimiento de un derecho ajeno. No obstante la tesis de HADDING, la
doctrina alemana mayoritaria considera al estipulante como titular de un verdadero
derecho de crédito frente al promitente. Vid, por todos, GERNHUBER, J.: Das
Schuldverháltnis..., cit., p. 490.
169
Así RAMOS MÉNDEZ, F.: Derecho procesal civil, t. I, Barcelona, 1985, p. 251;
D E LA OLIVA, A./ FERNÁNDEZ, M. A.: Derecho procesal civil, t. I, Barcelona, 1988, p.
365. Este mismo problema ha sido abordado desde el punto de vista del Derecho italiano
por MAJELLO (L'interesse..., cit., pp. 179 y ss.), llegando a la conclusión propuesta en el
texto. No es dable olvidar que el artículo 81 c. p. c. italiano dispone que la sustitución
sólo se dará en los casos expresamente previstos en la ley, vid. la sentencia del Tribunal
de Vercelli de 24 de octubre de 1989, recogida en la nota 161.
170
Escribían ya COLÍN y CAPITANT que «si la regla del artículo 1.134 (equivalente
a nuestro art. 1.091) no ha sido derogada, aquel frente al que se ha asumido una
obligación debe tener derecho a exigir su cumplimiento» (op. cit., p. 553). El argumento
proviene en realidad de CHAMPEAU, E.: Op. cit. (Droit francais), p. 131 y ha sido
retomado después por MAZEAUD, H./ MAZEAUD, L./ MAZEAUD, J.: Op. cit., p. 918 y
MOSCARINI, L. V.: 1 negozi..., cit., p. 201.
473
171
DIEZ-PICAZO, L./ GULLÓN, A.: Sistema de Derecho civil, t. II, 7a ed., Madrid,
1995, pp. 162.
172
MAJELLO, U.: L'interesse..., cit., pp. 183 y ss.
474
475
476
179
Cfr. HEINRICHS, H.: Op. cit., p. 427; PAPANIKOLAU, P.: Op. cit., p. 54; LARENZ,
K.: Lehrbuch..., cit., p. 222; GERNHUBER, J.: Ibid., p. 491; VON TUHR, A.: Allgemeiner
Teil..., t. II, cit., p. 637; GONZENBACH, R.: Op. cit., p. 615.
180
BECKER, H.: Op. cit.,p. 596.
181
CHAMPEAU, E.: Op. cit. (Droit frangais), cit., p. 129; TARTUFARI, L.: Op. cit.,
p. 343 y, entre la doctrina más reciente, TORRENTE, A.: La donaziom, cit., p. 58;
LARROUMET, Ch.: Les opérations juridiques..., cit., p. 400; LARROUMET, Ch./ MONDOLINI,
D.: Op. cit., p. 16; DÓRNER, H.: Op. cit., p. 171; TAFURI, U.: «Sulla posizione giuridica
dello stipulante nel contratto a favore del terzo», Corr. Giur., 1994, p. 1535 y 1536;
PÉREZ CONESA, C : Op. cit., p. 148; CARBALLO FIDALGO, M.: Op. cit., p. 1721.
477
No estamos pues ante dos derechos de crédito distintos, sino más bien
ante dos derechos de crédito idénticos pero dirigidos ambos a la misma
finalidad, que en todo caso es la realización de la prestación al tercero. El
derecho de crédito del estipulante aparece de este modo funcionalizado, en
478
479
inversa, pues los hechos extintivos del derecho del estipulante no pueden
tener incidencia sobre el que ostenta el beneficiario.
a su derecho como al del estipulante, nos estamos refiriendo a la que persigue la liberación
del promitente, a costa de dar por consumada la relación de valuta, pero no a la que
muestra su disconformidad con la estipulación, pues ésta, dada su eficacia ex tune,
produce el mismo efecto que la revocación, haciendo posible que el estipulante reclame
para sí o designe otro beneficiario.
189
RADOUANT, J.: «L'action en exécution...», cit., p. 750; LÉGIER, G.: Op. cit., p.
32; PAPANIKOLAU, P.: Op. cit., p. 62; LANGE, H.: «Die Auswirkung...», cit., 1965, p. 663;
480
HEINRICHS, H.: Op. cit., p. 427; LARENZ, K.: Lehrbuch..., cit., p. 221; BAYER, W.: Op.
cit., pp. 342 y ss. En contra, CASALS COLLDECARRERA, M.: Op. cit., p. 360, sobre la base
de considerar que el interés del estipulante en la operación reside exclusivamente en que
el tercero reciba la prestación, desconociendo absolutamente el valor de la relación de
valuta.
190
MAJELLO, U.: L'interesse..., cit., pp. 178-179, seguido después por OMRAN, M.
A. Y.: Op. cit., p. 251.
191
LANGE, H.: «Die Auswirkung...», cit., p. 663; GIRINO, F.: Studi in tema..., cit.,
p. 42; Id.: «Le pretese dello stipulante... », cit., col. 445; PAPANIKOLAU, P.: Op. cit., p. 62.
En este mismo sentido, apunta GERNHUBER, que cuando del contrato nace una relación
obligatoria de carácter sinalagmático es preciso tener en cuenta que las partes, al concebir
el equilibrio entre las contraprestaciones recíprocas, habrán contado con que también el
tercero tiene derecho a reclamar el cumplimiento (Das Schuldverhaltnis..., cit., p. 492).
192
Cfr. el reciente trabajo de LLAMAS POMBO Cumplimiento por equivalente y
resarcimiento del daño al acreedor. Entre la aestimatio rei y el id quod interest, Madrid.
1999.
193
Otra cosa parece entender el Contracts (Rights of Third Parties) Act inglés
(section 5), al disponer que, cuando el estipulante haya recibido del promitente una suma
en concepto de la pérdida sufrida por el tercero o por los gastos que para el estipulante
supondrá el tener que responder frente al tercero, ello habrá de ser tomado en
481
Por otra parte, la doctrina se inclina -entendemos que con acierto- por
admitir que el estipulante está facultado también para exigir del promitente el
pago al beneficiario de la indemnización que a éste corresponda por los daños
derivados del incumplimiento196.
482
«Der Vertrag zugunsten Dritter in der notariellen Praxis», MittRhNotK, 1992, p. 265;
LEITE DE CAMPOS, D.: Contrato..., cit., p. 156; GONZÁLEZ PACANOWSKA, I.: Op. cit., p.
417; PÉREZ CONESA, C : Ibid. loe.cit.. En contra, LARENZ, K.: Lehrbuch..., cit., p. 221 y
TCHENDJOU, M.: Op. cit., p. 150.
197
Cass. comm. de 23 de mayo de 1989 (Bull. civ., 1989, IV, n°. 164. p. 109; Rev.
trim. dr. civ., 1990, pp. 71-72, obs. J. MESTRE; Rép. Defr. 1989, p. 1389, obs. J. -L.
AUBERT).
483
Con carácter general, pensamos que, al igual que ocurre con otras
garantías convencionales, y al menos siempre que la prestación estipulada a
favor del tercero sea la única o la prestación principal, éste podrá servirse de
la cláusula penal y reclamar su cumplimiento al promitente a modo de
indemnización por los daños que el incumplimiento le haya causado. El
estipulante estaría asimismo facultado para exigir que la pena sea pagada al
tercero 198 . Por lo demás, a falta de disposición en contrario, el valor
sustitutivo que el artículo 1.152 otorga a la cláusula penal, impedirá al
estipulante exigir además el resarcimiento de los daños que haya sufrido él
personalmente, pues ha de entenderse que, habiendo calculado
anticipadamente la indemnización y teniendo en cuenta que estos daños se
residencian en la relación de valuta que le une al tercero, el estipulante habrá
previsto esta eventualidad y se dará por resarcido con el pago de la pena al
tercero. En todo caso, habrá que estar a la voluntad de las partes y a las
circunstancias del caso.
198
Así, PAPANIKOLAU, P.: Op. cit., p. 76.
199
Tanto es así que autores de la talla de LARENZ O CASALS COLLDECARRERA
parecen en algún momento excluir cualquier otra posibilidad, vid. LARENZ. K.:
Lehrbuch..., cit, p. 217 y CASALS COLLDECARRERA, M.: Op. cit., p. 362. Estos «deslices»
pueden responder la hecho de que, si bien desde el punto de vista teórico las
sinalagmáticas representan una categoría especial dentro de las relaciones obligatorias, en
484
la práctica, y especialmente en el ámbito contractual, puede decirse que son hoy la regla y
las simples la excepción.
200
Sobre los problemas que plante la justificación de éste artículo y en general
sobre su correcto entendimiento, vid. BELTRÁN DE HEREDIA, J.: La renta vitalicia, Madrid,
1963, pp. 155 y ss., que resume los distintos intentos por justificar la regla y su
refutación. La imposibilidad de hallar una explicación satisfactoria ha llevado a
485
ALBALADEJO a afirmar que ello es así simplemente porque no existe («Resolubilidad del
contrato de renta vitalicia si el obligado al pago de la pensión ni siquiera comienza a
abonarla», en Estudios de Derecho mercantil en homenaje al Profesor Antonio Polo,
Madrid, 1981, pp. 1 y ss.).
201
HADDING, W.: «Schuldverhaltnis und Synallagma...», cit., pp. 153 y ss. Cree
este autor encontrar un punto de apoyo en el que sustentar su tesis en una decisión de la
Corte Suprema alemana de 17 de enero de 1985 (BGHZ, 93, pp. 271 y ss.) en la que se
reconoció al beneficiario una indemnización por incumplimiento frente al promitente
fundada en el § 325 BGB, relativo a la obligación sinalagmántica, y no en el precepto más
general del § 280 BGB, de donde deduce HADDING que corresponderían igualmente al
tercero las demás facultades concedidas en aquel precepto y, en particular, la resolución
del contrato.
202
LAURENT, E.: Op. cit., p. 648.
486
Frente a esta postura, que representa la communis opinio entre los que se han
ocupado del tema, se ha pronunciado señaladamente DORNER, para quien el beneficiario,
al igual que el cesionario, ocupa la misma posición que habría correspondido al
estipulante de no haber estipulado a favor de tercero, estando por lo tanto facultado para
ejercitar todas las acciones derivadas del contrato como si fuese parte contratante {op. cit.,
pp. 172 y ss. y, respecto de la resolución, pp. 304 y ss.). No es preciso que volvamos aquí
a reiterar los inconvenientes de considerar al tercero como sucesor de la posición jurídica
del estipulante.
204
LARENZ, K: Lehrbuch..., cit., p. 223; CHAMPEAU, E.: Op. cit. (Droit frangais),
p. 143; MARTY, G./ RAYNAUD, P.: Op. cit., p. 306; WEILL, A.: Op. cit., p. 699, que por
este motivo considera que el fundamento de que el tercero no cuente con la acción de
resolución por incumplimiento se halla sencillamente en el principio de relatividad
contractual.
205
CHAMPEAU, E.: Ibid. loe. cit.; MAJELLO, U.: ¿'interese..., cit., p. 182;
MAIORCA, S.: Op. cit., p. 369; DÍEZ-PICAZO, L.: Fundamentos..., t. II, cit., p. 709.
487
488
incumplimiento inequívoco y objetivo...», vid., entre otras, las SSTS de 5 de junio de 1989
(JC 1989, núm. 436), 2 de abril de 1993 (JC 1993, núm. 327), 18 de octubre de 1993 (JC
1993, núm. 936).
210
GERNHUBER, J.: Das Schuldverhaltnis, cit., p. 499, que califica por esta razón
al estipulante como «Herr des Synalgamas», expresión que ha hecho fortuna entre la
doctrina alemana.
211
RODRÍGUEZ LÓPEZ, F.: «La cesión de bienes a cambio de alimentos: el contrato
de vitalicio», en Homenaje a Juan Berchmans Vallet de Goytisolo, vol. III, Madrid, 1988,
p. 738.
212
La Resolución de la DGRN de 26 de abril de 1991 (RJN, 1992-2, pp. 279 y ss.;
RJA 1991/ 3169) consideró que el artículo 1.805 no implica una prohibición legal del
pacto resolutorio, sino una previsión legal de carácter dispositivo para el caso de que las
partes nada hubieren previsto a tal efecto. En idénticos términos, la doctrina y la
jurisprudencia del Tribunal Supremo habían admitido el pacto en el que se acuerda la
resolución del contrato por falta de pago de la renta, vid., entre otros, GUIMERÁ, M.:
«Renta vitalicia y condición resolutoria», RDP, 1954, p. 217; BELTRÁN DE HEREDIA, J.: La
renta vitalicia, cit., pp. 166 y ss.; ALBALADEJO, M.: «La resolubilidad...», cit., p. 8 y las
SSTS de 13 de mayo de 1959 (JC 1959, núm. 22) y 14 de octubre de 1960 (JC 1960. núm.
570).
489
213
No podemos desconocer que lo más frecuente es la inclusión, junto con la
cláusula resolutoria, de un pacto de retención por parte del perceptor de los alimentos de
las prestaciones realizadas a su favor, por lo que la cuestión no llegará ni tan siquiera a
plantearse. También puede ocurrir que, sin haberse estipulado así expresamente, la
resolución no implique la devolución de las rentas ya satisfechas en la medida en que éstas
puedan quedar compensadas con los frutos percibidos y la reparación de los perjuicios
derivados del incumplimiento [GUILARTE ZAPATERO, V.: En Comentarios al Código civil y
Compilaciones Forales (art. 1.805 C. c ) , t. XXII, vol. 1, dir. por M. ALBALADEJO,
490
Madrid, 1982, p. 516], mas esto no siempre será así, pues al calcular el importe de las
rentas se ha tomado muchas veces también en consideración la capitalización de los bienes
transmitidos al alimentante.
491
214
ENNECCERUS, L./ LEHMANN, H.: Op. cit., p. 139, nota 11; MAZEAUD, HV
MAZEAUD, L./ MAZEAUD, i.I CHABAS, F.: Op. cit., p. 922; OMRAN, M. A. Y.: Op. cit., p.
254; MAIORCA, S.: Op. cit., p. 369; VAZ SERRA, A.: Op. cit., p. 183; D E BUEN, D.: Op.
cit., p. 235; ROCA SASTRE, R. M./ PUIG BRUTAU, J.: «Estipulaciones...», cit., p. 228;
BONET RAMÓN, F.: «LOS contratos...», cit, p. 233; PUIG BRUTAU, J.: Fundamentos..., t. II,
vol. 2, cit., p. 287; MARTÍN BERNAL, J. M.: La estipulación..., cit., p. 309.
215
K.: Die Vertrage..., cit., pp. 304 y ss.; LEONHARD, F: Op. cit., p. 373;
HELLWIG,
WEIMAR, W.: «Für den juristischen Nachwuchs: Die Rechte des Dritten und
Versprechensempfángers beim berechtigenden Vertrag zugunsten Dritter», MDR, 1964, p.
734; LANGE, H.: «Die Auswirkung...», cit., p. 661; FIKENTSCHER, W.: Op. cit., p. 153;
HEINRICHS, H.: Op. cit., p. 420; JAGMANN, R.: Op. cit., p. 186. Dando un paso más,
PAPANIKOLAU exige que la resolución sea ejercida conjuntamente por el estipulante y el
tercero por ser de aplicación en este caso el § 356 BGB previsto para las situaciones de
solidaridad (op. cit., pp. 68-69).
216
LARENZ, K.: Lehrbuch..., cit., p. 223; GERNHUBER, J.: Das Schuldverhültnis...,
cit., p. 501; GOTTWALD, P.: Op. cit., p. 1353; BAYER, W.: Op. cit., 341; MAZEAUD, H./
MAZEAUD, L./ MAZEAUD, J./ CHABAS, F.: Op. cit, p. 918; TERRÉ, F./ SIMLER, Ph./
LEQUETTE, Y.: Op. cit., p. 415; MALAURIE, Ph./ AYNÉS, L.: Op. cit., 393; FLOUR, J./
AUBERT, J. -L.: Op. cit., p. 354. Este es, por lo demás, el sentir predominante en nuestra
doctrina más reciente. Así, entre otros, O'CALLAGHAN MUÑOZ, X.: Op. cit., p. 309;
GONZÁLEZ PACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 403; LACRUZ BERDEJO, J. L. y otros: Elementos...,
492
t. III, vol. Io, cit., p. 530; VALPUESTA FERNÁNDEZ, Ma. R.: Op. cit., p. 436; DÍEZ-PICAZO,
L.: Fundamentos..., t. I, cit., p. 439.
217
Análogas consideraciones cabe hacer respecto de la posición seguida
mayoritariamente por la doctrina francesa, que se limita a reconducir el problema a una
mera cuestión de inoponibilidad de la cosa juzgada cuando el tercero no hubiese sido parte
493
hemos visto más arriba- el derecho de crédito del estipulante asume una
función auxiliar o, si se prefiere, cautelar respecto del derecho del tercero, por
lo que en caso de que entren en conflicto las pretensiones de uno y otro habrá
de darse preferencia a la del beneficiario218. Ésta no es por tanto una
consecuencia que pueda extraerse sin más del régimen jurídico de la
obligación bilateral o sinalagmática, sino que es una derivación de la
complejidad que la estipulación a favor de tercero introduce en el contrato,
que combina en una operación global dos créditos cuyo objeto único está
necesariamente reservado a uno sólo de los acreedores, mientras que ambos
tienen interés simultáneamente -aunque en desigual medida- a la ejecución de
la prestación.
en el proceso de resolución, por todos, vid. LARROUMET, Ch./ MONDOLINI, D.: Op. cit., p.
16 y los autores allí citados.
218
Vid. HADDING, W.: «Rechlsverhálínis und Synallagma...», cit., p. 161, aunque
no es ésta como sabemos la tesis sustentada por este autor.
219
WEIMAR, W.: Op. cit., 1964, p. 734; LANGE, H.: «Die Auswirkung...». cit., p.
662; PAPANIKOLAU, P.: Op. cit., p. 79.
494
495
1.101 C. c.) 224 . Esta última opinión, que ha sido recientemente corroborada
por la Sala primera de nuestro Tribunal Supremo en sentencia de 6 de abril de
j 999225 _ s j k j e n en un SUpUest0 en ej qUe ej beneficiario del modo era el
496
cabe hablar de analogía -falta la eadem ratio, dice- entre la revocación por ingratitud y
por incumplimiento de cargas, siendo el caso del incumplimiento del modo más cercano a
la resolución por incumplimiento del artículo 1.124 que a un auténtico supuesto de
revocación («Revocación de donaciones por incumplimiento de cargas», RCDI, 1999, p.
604).
227
TORRALBA SORIANO, V.-O.: Ibid., pp. 280 y ss. Según GONZÁLEZ PACANOWSKA,
resulta indudable que en nuestro Derecho la donación modal encaja dentro de la estructura
del contrato a favor de tercero (op. cit., p. 415), tesis ésta que encuentra un sólido
respaldo en el Derecho histórico, en el que el tratamiento de la estipulación a favor de
tercero estuvo siempre muy unida al supuesto de la donación modal. Marcado por estos
antecedentes, el Código civil francés, al igual que el italiano de 1865, contempla la
donación modal como uno de los supuestos en los que excepcionalmente es válida la
estipulación a favor de tercero. Por su parte, la STS 18 de diciembre 1964 (RJA 1964/
5894), aunque en claro obiter dictum, recoge éste entre los ejemplos típicos de contrato a
favor de tercero.
228 a
TORRALBA SORIANO, O, -V.: Ibid., pp. 306-307; DOMÍNGUEZ RODRIGO, L. M .:
Op. cit., p. 93. No es que sea aquí aplicable el párrafo segundo del artículo 1.257 por
analogía, como pretende este último autor, sino que lo es directamente, por ser una
disposición común para todos los contratos a favor de tercero.
229 a
DOMÍNGUEZ RODRIGO, L. M .: Ibid., p. 83.
230
Vid. GIORGIANI, M.: L'obbligaziom, t. I, cit., p. 65; MESSINEO, F.: Domina
genérale del contratto, cit., p. 413; Id.: II contratto in genere, cit., pp. 163-164; BlONDl,
B.: Le donazioni, en Trattato di Diritto civile italiano, dír. por Filippo VASSALLI, vol.
XII, t. IV, Torino, 1961, p. 955; VINDIGNI, G.: VOZ «Modo (Diritto civile)», en Nov. Dig.
it., t. X, Torino, 1964, p. 826.
497
liberalidad231, concepción ésta muy extendida entre los autores italianos y que
nosotros tuvimos ya ocasión de rebatir cuando tratamos los aspectos
estructurales del instituto232.
498
499
derecho del tercero ser un impedimento-, sino de hacer posible que se declare
resuelto el contrato cuando éste no haya sido cumplido en los términos
pactados, sin que ello signifique en modo alguno que se pueda equiparar
simple y llanamente esta acción a la prevista por el artículo 1.124.
(RJA 1997/ 5809). En contra, DOMÍNGUEZ RODRIGO, L. M.: Op. cit., pp. 79 y 105 y ss.;
PRATS ALBENTOSA, L.: «Comentario... », cit., pp. 1062 y 1065.
242
BAUDRY-LACANTINERIE, G./ BARDE, L.: Op. cit., p. 226, quienes consideraban
que la resolución del contrato no debe afectar al derecho que el tercero ostenta frente al
promitente sentado el principio de que la resolución no perjudica a los derechos
adquiridos por tercero. Sobre lo infundado de este razonamiento tendremos ocasión de
pronunciarnos en breve. Por su parte, GHESTIN, J./ BILLIAU, M./ JAMIN, Ch.: Les effets...,
cit., p. 694, basándose en la consideración de que la figura encierra dos contratos
complementarios pero autónomos, llegan a la conclusión de que «la resolución del contrato
que une al estipulante y al promitente, cuando éste exista, no incide sobre la eficacia de la
estipulación a favor de tercero que continúa siendo válida».
243
DEMOLOMBE, Ch.: Op. cit., p. 239; AUBRY, C./ RAU, C: Op. cit., p. 313, nota
31; CHAMPEAU, E.: Op. cit. (Droit/raneáis), p. 151, que invoca expresamente el principio
«repetitio nulla est ab eo qui suum recepit». En el mismo sentido, respecto del contrato de
500
501
Llegados a este punto sólo nos queda preguntarnos si, para corregir los
efectos de la disolución de la fuerza obligatoria del contrato derivada de la
resolución o la revocación, podría ponerse a cargo del estipulante, la
502
245
Desde este punto de vista, la trascendencia práctica de la cuestión habría de
entenderse matizada por las observaciones que antes hacíamos en relación con la
necesidad de contar con el consentimiento del tercero a la hora de ejercitar la resolución.
246
DEMOLOMBE, Ch.: Op. cit., p. 241; AUBRY, C./ RAU, C : Op. cit., pp. 312-313,
texto y nota 31. En el mismo sentido, respecto de la donación modal, CARNEVALI, U.: La
donazione modale, cit., p. 37.
247
DEMOGUE, R.: Traite..., cit., pp. 154 y 218; PLANIOL, M./ RlPERT, G.: Op. cit.,
p. 472; LÉGIER, G.: Op. cit., p. 33; LEITE DE CAMPOS, D.: Contratos..., cit., p. 162.
248
Esta misma idea se deja entrever en quienes apuntan que el estipulante deberá
indemnizar en estos casos al beneficiario, vid. ALBALADEJO, M.: Derecho civil, t. II, vol.
1, cit., p. 454; GONZÁLEZ PACANOWSKA, I.: Op. cit., p. 403.
249
DEMOGUE, R.: Traite..., cit., p. 218.
503
250
LARROUMET, Ch./ MONDOLINI, D.: Op. cit., p. 16.
251
Es por esta razón -para que pueda defender en él sus intereses- por lo que el
beneficiario deberá ser llevado al proceso en el que se solicite la resolución o la
revocación (art. 12-2 LEC), cfr. CARNEVALI, U.: La donazione modale, cit., pp. 34-35. Así
lo ha venido a reconocer implícitamente la sentencia del Tribunal Supremo de 18 de
marzo de 1988 (JC 1988, núm. 229), seguida después por la de 23 de octubre de 1990 (JC
1990, núm. 595), al apreciar que «cuando se trata de resolución sólo es preciso demandar
a los que lo otorgaron y no a los que no han tenido personal intervención en él ni se ha
estipulado nada a su favor», de donde, a sensu contrario, se deduce que sí hay que
demandar al tercero cuando se solicite la resolución.
504
CONCLUSIONES
II
505
III
506
IV
507
508
VI
VII
509
VIII
510
IX
511
512
XI
XII
513
514
BIBLIOGRAFÍA
515
516
517
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