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Me uno:

--A todos los Santos que están en el Cielo,


--A todos los Justos que están en la Tierra,
--A todas las Almas Fieles que están en este lugar;
--Me uno a Ti, Jesús Mío,
Para Alabar Dignamente a tu Santa Madre llena de Dolores.

--Renuncio a todas las distracciones


que me vendrán durante el Rezo de este Rosario,
que quiero decir con Modestia, Atención y Devoción,
como si fuera el último de mi vida.

Una flor se marchita, una lágrima se evapora, pero una oración, la recibe Dios, recemos pues con
Fe el Santo Rosario.

INICIA EL ROSARIO

Ave María Purísima.


Sin pecado concebida.

Acto de contrición

Dulce Jesús de mi vida prenda de mi corazón a tus pies yo me arrodillo y te pido perdón, te pido de
penitencia me
des la absolución por si este día, esta noche me muero me sirva de confesión. Que el Padre me de
su gracia y el Hijo su bendición que la Santísima Virgen me conforte por si a la hora de mi muerte
no puedo pedir perdón ahora te lo pido con un acto de contrición.

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, creador, Padre y redentor mío por ser vos quien
eres y porque te amo sobre todas la cosas me pesa de todo corazón haberte ofendido, prometo
firmemente con la ayuda de tu gracia nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de
ofenderte confesarme y cumplir la penitencia AMÉN.
Primer Dolor - La profecía de Simeón (cf. Lucas 2,22-35)

Qué grande fue el impacto en el Corazón de María, cuando oyó las tristes
palabras con las que Simeón le profetizó la amarga Pasión y muerte de su dulce
Jesús. Querida Madre, obtén para mí un auténtico arrepentimiento por mis
pecados.
-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

Segundo Dolor - La huida a Egipto (Mateo 2,13-15)

Considera el agudo dolor que María sintió cuando ella y José tuvieron que huir
repentinamente de noche, a fin de salvar a su querido Hijo de la matanza
decretada por Herodes. Cuánta angustia la de María, cuántas fueron sus
privaciones durante tan largo viaje. Cuántos sufrimientos experimentó Ella en
la tierra del exilio. Madre Dolorosa, alcánzame la gracia de perseverar en la
confianza y el abandono a Dios, aún en los momentos más difíciles de mi vida.
-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

Tercer Dolor - El Niño perdido en el Templo (Lucas 2,41 -50)

Qué angustioso fue el dolor de María cuando se percató de que había perdido
a su querido Hijo. Llena de preocupación y fatiga, regresó con José a Jerusalén.
Durante tres largos días buscaron a Jesús, hasta que lo encontraron en el
templo. Madre querida, cuando el pecado me lleve a perder a Jesús, ayúdame
a encontrarlo de nuevo a través del Sacramento de la Reconciliación.
-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

Cuarto Dolor - María se encuentra con Jesús camino al Calvario (IV Estación del
Vía Crucis)

Acércate, querido cristiano, ven y ve si puedes soportar tan triste escena. Esta
Madre, tan dulce y amorosa, se encuentra con su Hijo en medio de quienes lo
arrastran a tan cruel muerte. Consideren el tremendo dolor que sintieron
cuando sus ojos se encontraron - el dolor de la Madre bendita que intentaba
dar apoyo a su Hijo. María, yo también quiero acompañar a Jesús en Su Pasión,
ayúdame a reconocerlo en mis hermanos y hermanas que sufren.
-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre
Quinto Dolor - Jesús muere en la Cruz (Juan 19,17-39)

Contempla los dos sacrificios en el Calvario - uno, el cuerpo de Jesús; el otro, el


corazón de María. Triste es el espectáculo de la Madre del Redentor viendo a su
querido Hijo cruelmente clavado en la cruz. Ella permaneció al pie de la cruz y oyó a
su Hijo prometerle el cielo a un ladrón y perdonar a Sus enemigos. Sus últimas
palabras dirigidas a Ella fueron: "Madre, he ahí a tu hijo." Y a nosotros nos dijo en
Juan: "Hijo, he ahí a tu Madre." María, yo te acepto como mi Madre y quiero recordar siempre que
Tú nunca le fallas a tus hijos.
-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

Sexto Dolor - María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz (Marcos 15,
42-46)

Considera el amargo dolor que sintió el Corazón de María cuando el cuerpo de su


querido Jesús fue bajado de la cruz y colocado en su regazo. Oh, Madre Dolorosa,
nuestros corazones se estremecen al ver tanta aflicción. Haz que permanezcamos
fieles a Jesús hasta el último instante de nuestras vidas.
-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

Séptimo Dolor -Jesús es colocado en el Sepulcro (Juan 19, 38-42)

¡Oh Madre, tan afligida! Ya que en la persona del apóstol San Juan nos acogiste
como a tus hijos al pie de la cruz y ello a costa de dolores tan acerbos, intercede
por nosotros y alcánzanos las gracias que te pedimos en esta oración.
Alcánzanos, sobre todo, oh Madre tierna y compasiva, la gracia de vivir y
perseverar siempre en el servicio de tu Hijo amadísimo, a fin de que
merezcamos alabarlo eternamente en el cielo.
-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre
Oración final

Oh Doloroso e Inmaculado Corazón de María, morada de pureza y santidad, cubre mi alma


con tu protección maternal a fin de que siendo siempre fiel a la voz de Jesús, responda a
Su amor y obedezca Su divina voluntad. Quiero, Madre mía, vivir íntimamente unido a tu
Corazón que está totalmente unido al Corazón de tu Divino Hijo. Átame a tu Corazón y al
Corazón de Jesús con tus virtudes y dolores. Protégeme siempre. Amén.

LETANÍAS DE LA DOLOROSA

Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, óyenos, Cristo, óyenos,

Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos,

Padre celestial, que eres Dios, Ten piedad de nosotros.

Hijo redentor del mundo, que eres Dios,

Espíritu Santo, qu eres dios,

Santísima Trinidad, que eres un solo Dios,

Madre del Crucificado, Ruega por nosotros.

Madre del corazón traspasado

Madre del Redentor

Madre de los redimidos, Ruega por nosotros.

Madre de los vivientes,

Madre de los discípulos,

Virgen obediente, Ruega por nosotros.

Virgen oferente,

Virgen fiel,

Virgen del silencio, Ruega por nosotros.


Virgen del perdón,

Virgen de la espera,

Mujer exiliada, Ruega por nosotros.

Mujer fuerte,

Mujer intrépida,

Mujer del dolor, Ruega por nosotros.

Mujer de la nueva Alianza,

Mujer de la esperanza,

Nueva Eva, Ruega por nosotros. S

ocia del Redentor,

Sierva de la reconciliación de los inocentes, Ruega por nosotros.

Valor de los perseguidos,

Fortaleza de los oprimidos,

Esperanza de los pecadores, Ruega por nosotros.

Consuelo de los afligidos,

Refugio de los pobres,

Alivio de los desterrados, Ruega por nosotros.

Sostén de los débiles,

Salud de los enfermos,

Reina de los mártires, Ruega por nosotros.

Gloria de la Iglesia,

Virgen de la Pascua,

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo Perdónanos, Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo Óyenos, Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo Ten piedad y misericordia de nosotros.
Romance de la Soledad, poema-oración de Francisco Vaquerizo

Cuando pasas por mi calle,

Virgen de la Soledad,

con esas manos tan hechas

al perdón y a la bondad,

con esa cara de pena,

ese gesto de orfandad

y ese luto que acompasa

tu agonía maternal,

no te canto una saeta

porque no la sé cantar

pero te rezo una salve

y lo que haya que rezar.

Cuando pasas por mi calle,

Virgen e la Soledad,

se me parte el corazón,

mis ojos se hacen un mar

de lágrimas y, en mis venas,

la ternura y la piedad

son dos ardientes luceros

que no cesan de brillar.


La noche se hace más íntima,

poco a poco, porque está

de luto nuestra Señora

y toda la cristiandad

la acompaña al sentimiento,

como es justo y natural.

Cuando pasas por mi calle,

Virgen de la Soledad,

los pesares de la vida

casi dejan de pesar,

los sueños, que tanto cuentan,

casi dejan de contar,

las ilusiones perdidas

recobran su identidad

porque, a tu sombra bendita,

oh Madre, nada es igual.

Tu pena es tan soberana,

tan honda tu soledad,

tu desamparo tan íntimo

y tu herida tan mortal

que, si mucho nos admira,


nos conduele mucho más.

Cuando pasas por mi calle,

Virgen de la Soledad,

échanos tu bendición

y ayúdanos a llevar

una vida siempre acorde

con tu amor y tu bondad,

bajo la sombra benéfica

de tu amparo maternal.

Que tu paso signifique,

asimismo, un paso más,

un mayor acercamiento,

un abrazo más cordial

entre nosotros y un nuevo

compromiso de ajustar

nuestra vida a la enseñanza

del Maestro celestial.


Bienvenida

Oh María, madre de Jesucristo y madre


Nuestra, tu que estas junto a nuestras cruces
como permaneciste junto a la de Jesús,
sostén nuestra fe, para que aunque estemos
inmersos de dolor, mantengamos la mirada
fija en el rostro de Cristo en quien,
durante el sufrimiento extremo de la cruz se
manifestó el amor inmenso de Dios. Madre de
nuestra esperanza, danos tus
ojos para ver mas allá del sufrimiento y de la
muerte, la luz de la resurrección. Danos un
corazón sensible para seguir
amando y sirviendo también en medio de las
pruebas. Oh María Madre, Virgen de los
Dolores, ruega por nosotros para que
cuando el dolor nos visite logremos decir:
"Hágase tu voluntad"
Amén
Consagración a la Virgen Dolorosa

Déjame pasar la vida a tu lado, Madre mía.


acompañando tu soledad amarga y tu dolor profundo.
Déjame sentir en el alma el triste llanto de tus ojos
y el desamparo de tu corazón.
No quiero en el camino de mi vida
saborear las alegrías de Belén
adorando en tus brazos virginales al niño Dios.
No quiero gozar en la casita de Nazareth
de la amable presencia de Jesucristo
no quiero acompañarte en tu asunción gloriosa
entre coros de Angeles.
Quiero en mi vida, las mofas y burlas del calvario;
quiero la agonía lenta de tu Hijo;
el desprecio, la ignominia, la infamia de la cruz,
quiero estar a tu lado virgen Dolorosísima;
fortaleciendo mi espíritu con tus lágrimas,
consumando mi sacrificio con tu martirio,
sosteniendo mi corazón con tu soledad,
amando a mi Dios y tu Dios,
con la inmolación de mi ser.
¡Oh tú, Virgen María, que has subido al cielo y has
entrado en lo más profundo del templo divino! Dígnate
bendecir, oh Madre de Dios, toda la tierra. Concédenos,
por tu intercesión un tiempo que sea saludable y pacífico
y tranquilo a cada una de las familias que venera cada
uno de tus dolores y llévanos a gozar tus alegrías en tu
compañía. Amén.

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