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Dialnet ElMuelleDeLaRabidaElUltimoSupervivienteDeLosEmbarc 4502640 PDF
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Introducción.
El fenómeno de la aparición a mediados del siglo XIX de los embarcaderos de hierro en Gran Bretaña
está ligado a la problemática que la madera conllevaba, especialmente atacada por voraces invertebrados
como limnorias y teredos1. La aplicación de la fundición y del hierro forjado en la construcción de puentes
y muelles abre un camino de extraordinario interés, que desembocará muy pronto en la utilización de las
estructuras de hierro también en el campo de la construcción de obras de ingeniería y arquitectura, sustitu-
yendo a las de madera. Y el empleo de la técnica de las cimentaciones por pilotes roscados, patentada por A.
Mitchell en 1835, supuso un gran avance tecnológico en la construcción de las grandes estructuras de hierro,
especialmente en su aplicación para la construcción de los grandes embarcaderos británicos del siglo XIX2.
Coincidió este inicio de los embarcaderos metálicos (a mediados del siglo XIX) con el esplendor del
imperio británico, en el largo periodo de monarquía de la Reina Victoria, que se extendería hasta final de
siglo. Solamente el principal autor de estos muelles de hierro, el ingeniero Eugenius Birch, llegó a levantar
14 de ellos en diferentes lugares de la costa inglesa. Durante la década de 1860 se construyeron 22 muelles,
y hasta 1914, inicio de la primera guerra mundial, se habían erigido un total de 85 embarcaderos de hierro.
En Andalucía todavía se conservan tres de los muelles de hierro construidos por ingenieros británicos
para embarque de mineral, Tharsis, Riotinto y Alquife, para cuyo estudio remitimos a nuestro trabajo sobre
estos colosos de la arqueología industrial en nuestro país 3.
La aplicación de los pilotes de fundición o de hierro forjado, y de los helicoides roscados en la cimenta-
ción de muelles embarcaderos, dio importantes resultados, más concentrados en la cornisa cantábrica y en
la costa andaluza, por tratarse de las dos áreas geográficas en las que especialmente las empresas mineras
inglesas habían ya construido embarcaderos con estas características. Es de señalar como caso especial el
de la ciudad de Huelva, en cuya ría se encontraban los dos principales ejemplos de este sistema de cons-
trucción portuaria británica para embarque de mineral, los muelles de Tharsis y de Riotinto, y en la que los
ingenieros españoles construyeron varios muelles metálicos de características similares.
1
GONZALEZ GARCIA DE VELASCO C. La problemática de la construcción y conservación de los embarcaderos de madera del siglo XIX. Actas
del VI Congreso de Historia de la Construcción. Valencia, 2009. Pag. 675 a 683.
2
MITCHELL, A. On Submarine Foundations. Instititute of Civil Engineers. Minutes of Proceeding. Londres, 1848.
3
GONZALEZ GARCIA DE VELASCO C. y GONZALEZ VILCHEZ M. Los embarcaderos de Tharsis, Riotinto y Alquife. Textos de Arquitectura,
Universidad de Sevilla. Sevilla, 2001.
El muelle de Riotinto en 1920.
Por orden de antigüedad, los embarcaderos metálicos diseñados por ingenieros españoles, siguiendo
las tipologías británicas, fueron los de Portugalete (Bilbao), La Coruña, Villagarcía de Arosa (Pontevedra),
Huelva (Muelle Sur), Cádiz (Muelle de Puntales), La Rábida (Huelva), Vigo, Bayona (Pontevedra), Huelva
(Muelle Norte) y Moguer (Huelva).
Nos referiremos en este artículo, dada la brevedad obligada, tan solo a tres de los muelles construidos
por ingenieros españoles en la ría de Huelva, los muelles Sur, Norte y de la Rábida, con especial deteni-
miento en este último, el único muelle superviviente de todos los embarcaderos metálicos construidos en
España por ingenieros españoles.
4
REVISTA DE OBRAS PUBLICAS. Madrid, 1897, Nº 1141.
5
MOJARRO BAYO, Ana Mª. El puerto de Huelva durante la Dictadura de Primo de Rivera. Huelva 2003.
El Muelle Norte, en Huelva.
En 1902, ante la insuficiencia demostrada por el muelle
Sur, el ingeniero Francisco Montenegro, director por en-
tonces del puerto de Huelva, proyectaba el muelle Norte,
un embarcadero metálico de gran envergadura, que venía
a resolver los problemas que el muelle existente manifes-
taba.
6
MOJARRO BAYO, Ana Mª. (op. cit.)“: …si, pues el Congreso de Americanistas ha de celebrarse en La Rábida, y a él van a concurrir notables
personalidades de todas las Naciones, no quedaba otro recurso que construir un muelle embarcadero en las inmediaciones del convento…
”(Expediente Proyecto Muelle en La Rábida. Archivo del Puerto de Huelva).
Los pilares eran de fundición, de 30 centímetros de diámetro, con capiteles troncocónicos, rigidizados con
nervaduras de aletas que ampliaban la superficie de apoyo. Los pilares se encontraban arriostrados en los planos
verticales por cruces de San Andrés, formadas por barras de redondos de 5 centímetros de diámetro, cogidas al
soporte mediante bridas especiales. Las uniones en planos horizontales se realizaron con barras formadas por
dobles angulares de 9 centímetros de lado.
La estructura estaba formada por vigas principales en la dirección del muelle, de doble T y de 50 centímetros
de altura, que descansaban en los capiteles de los pilares. Atadas a ellas con placas y tornillos se encontraban
las viguetas, ejecutadas en perfiles de doble T, de 20 centímetros de altura. Sobre las viguetas se encontraban
los tablones de madera y el entablado de piso del muelle, colocado en espina de pez. Se trataba de un muelle de
paseo y embarque de personas, por lo que no existían vías de ferrocarril sobre su tablero.
La ejecución del muelle se llevó a cabo construyendo un andamio de madera, con pilotes, jácenas y jabal-
cones, desde cuya plataforma se fueron clavando los pilares, mediante cabrestantes de dos tornos de cables,
movidos a mano por seis hombres cada uno de ellos8, aunque se empleaba una grúa para poner los pilotes en su
posición vertical de hincado (fig 11). Las barandillas y faroles integrados en ellas, se ejecutaron en fundición. De-
lante de la plataforma se construyó una empalizada de madera, para protección del embarcadero, en la que se
ejecutaron escaleras de acceso a los barcos. El muelle fue celebrado en Huelva como una obra de gran belleza8.
7
RIBERA, J.E. Puentes de hierro económicos, muelles y faros sobre palizadas y pilotes metálicos. Madrid, 1895.
8
MOJARRO BAYO, Ana Mª. (op. cit.): “El muelle resultó una obra de arte de elegantísimo aspecto, tanto en su conjunto como en sus detalles…El
efecto decorativo que era necesario se ha obtenido por la feliz disposición de las escalerillas de embarque y las perfectas proporciones de su plata-
forma y del viaducto de acceso, cuyos tramos, de 9 metros de luz, son muy airosos y ligeros. La ornamentación se reduce a la barandilla y ménsulas
que la sostienen, a los capiteles de los pilotes y a 24 farolas distribuidas por todo el muelle..” (Memorias 1897-1898. Archivo del Puerto de Huelva).
Andamio de montaje del muelle de la Rábida.
El muelle se conserva en la actualidad, habiéndose sustituido las primitivas jácenas de hierro por vigas
de hormigón armado, y el tablero de madera por un forjado de hormigón armado (fig. 12 y 13), todo ello
en un proyecto de reforma redactado en 1928. Los elementos auxiliares de hierro se encuentran muy oxi-
dados, habiendo desaparecido algunos tirantes, si bien los primitivos pilares de fundición parecen encon-
trarse aún en un estado aceptable (fig. 14). Se conservan, después de más de un siglo, perfectamente las
bellas barandillas y farolas de fundición (fig. 15) demostrando la resistencia de este material a la corrosión
en ambiente marino.
Forjado de hormigón sobre los primitivos pilares de fundición. Barandilla de fundición del muelle de la Rábida.
Hoy el muelle de La Rábida es el único superviviente de la generación de muelles metálicos construi-
dos por ingenieros españoles en el siglo XIX a imagen y semejanza de los embarcaderos que los ingenieros
británicos proyectaron en dicha época y de los que aún sobreviven en el Reino Unido cincuenta ejempla-
res, todos ellos protegidos hoy por la legislación del país, en aras a su conservación definitiva. Esperamos
que este modesto trabajo contribuya a difundir sus valores históricos y tecnológicos y, como consecuen-
cia, a ayudar a su conservación.