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CORRESPONSABILIDAD FISCAL.

Se han venido barajado distintos argumentos que justifican la atribución de determinado


grado de corresponsabilidad fiscal a las CC.AA, tales como la consecución de un mayor grado
de autonomía financiera y, por ende, política, y la mejor y más eficiente asignación de los
recursos.

Así, y de acuerdo con el primero de los argumentos reseñados, la corresponsabilidad fiscal


puede ser considerada como la obtención de autonomía financiera en la vertiente de los
ingresos fiscales, pero, a su vez, la obtención de autonomía financiera significa el incremento
de la capacidad de decisión sobre la cuantía y la estructura de los ingresos.

De las diversas fuentes de ingresos que constituyen la financiación autonómica, la Comunidad


únicamente tiene capacidad de decisión sobre dos de ellas, los ingresos tributarios y la
apelación al crédito. Por tanto, la atribución de un mayor grado de corresponsabilidad fiscal a
las CC.AA se traduciría en un incremento de la capacidad de decisión de las mismas sobre la
cuantía de los ingresos tributarios y su composición cualitativa y, en este sentido, la
corresponsabilidad fiscal quedaría ligada de forma inmediata con el incremento de los recursos
financieros y con la competencia sobre su composición.

El segundo argumento al que tradicionalmente se ha aludido para la justificación de un


incremento de la corresponsabilidad fiscal de las CC.AA ha sido el efecto de la misma sobre la
eficiencia en la asignación de los recursos para la prestación de los servicios públicos. Si se
supone que la prestación de un conjunto de servicios a un determinado colectivo debe tener
como contrapartida la exacción a ese mismo colectivo de los impuestos necesarios para
costear la provisión de dichos servicios, se cumplirían las reglas del mercado y la igualdad entre
coste y beneficio conduciría a una asignación eficaz de los recursos entre los usos alternativos,
públicos y privados.

Para que este argumento a favor de la corresponsabilidad fiscal de las CC.AA sea sostenible es
necesario que se cumpla otra condición y es que los ciudadanos identifiquen perfectamente la
prestación de los servicios públicos con el coste que se les cobra mediante el pago de los
impuestos.

En definitiva, desde el punto de vista jurídico, corresponsabilidad y autonomía financiera


pretenden una misma finalidad.

Puede efectuarse una doble interpretación de esta misma finalidad:

La primera de las interpretaciones, considera como punto de partida que ambos conceptos
tienen la misma significación y estima que la pretensión de la autonomía financiera y, por
tanto, de la corresponsabilidad fiscal, es alcanzar la capacidad de decisión sobre la cuantía de
los ingresos y sobre su composición. En este sentido, no se trataría de un concepto absoluto
sino relativo, y ambos conceptos, corresponsabilidad y autonomía financiera, pueden
alcanzarse en diferentes grados.

La segunda interpretación, partiría de la idea de que existe una diferencia cualitativa entre la
autonomíafinanciera y la corresponsabilidad fiscal, de forma, que aquella es un principio
constitucional reconocido expresamente en el artículo 156.1 de la C.E. que dice: "Las CC.AA
gozaran de autonomía financiera para el desarrollo y ejecución de sus competencias con
arreglo a los principios de coordinación con la Hacienda Estatal y de solidaridad entre todos los
españoles.", mientras que la corresponsabilidad fiscal no sería más que un instrumento para la
consecución de la autonomía financiera.

REFORMA DE UPYD

UPyD propone una profunda reforma fiscal que modifique el sistema en su conjunto con el
objetivo de incrementar la recaudación y simplificar el sistema. Tal loable objetivo sin embargo
se concreta meramente en la penalización de las rentas del capital, haciéndolas tributar como
rentas del trabajo. Cierto es que dicha propuesta favorece la equidad, pero no es tan claro que
favorezca el crecimiento, pues la penalización del ahorro puede frenar la inversión. Esto por el
lado económico, pues descendiendo al plano fiscal, cualquier sobrecoste fiscal en IRPF
provocará que la inversión se vaya a fórmulas de diferimiento como Instituciones de Inversión
Colectiva o bien que vuelvan a florecer las sociedades patrimoniales para que canalicen éstas
las inversiones a tipos de PYMES.

Un encarecimiento del coste fiscal del ahorro en IRPF tendrá un efecto nocivo en la inversión y
con ello en la economía, y pudiera tener poco impacto recaudatorio pues podrían canalizarse
las inversiones a través de sociedades que además de tributar a tipos inferiores a los de IRPF,
pueden, en el caso de dividendos, corregir parcialmente o totalmente, según la participación,
la doble imposición.

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