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Hoy es mi último día de colegio;

la escuela ha amanecido lloviznando;

la maestra me manda a cortar unas flores;

yo me pongo los guantes del jardín.

Para ir al entierro de mi niñez

vienen algunas hormigas llorando;

abro, para saber cómo se llama esta muchacha,

mi cuaderno de escritura inglesa;

las bonitas letras salen volando hacia las flores.

Entretanto, arrastrándose en el tiempo

se gastan los zapatos de las hojas,

y en la angélica espalda de la tarde

desvanecen su fábula las nubes.

Colores de mi niñez tan delicados.

Recuerdo que en el pecho una casita

me pinté con creyones aquella tarde;

tenía una ventana por la que algunas veces se asomaba mi madre

y una puerta por la que yo salía para irme a la escuela.


Lástima grande que se me haya borrado:

si la tuviera me metería a llorar dentro de ella.

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