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Cuento de Rhiannon
Rhiannon , conocida como La Gran Reina o La Gran Señora era la diosa de la
sabiduría lunar en la mitología galesa, también se la adoraba como diosa de la
fertilidad y el renacimiento, la transformación de todos los dones de la naturaleza , y
la magia. Pertenecía al Reino de las Hadas. Diosa de la belleza etérea, se dice que
nació con la salida de la primera Luna , por eso era musa de poetas, fuente de
inspiración artística, y fue adorada siempre en la naturaleza, en medio de los árboles
en el bosque y bajo la luz de la luna llena. También es una diosa que se relaciona con
los caballos salvajes. Se la representa como una dama montada sobre una yegua
blanca.

Rhiannon era una dama de extraordinaria belleza, y por deseo de sus padres , cuando
llegó a la edad de casarse, había sido prometida en matrimonio con un hombre
mayor que ella. Este Hombre Rhiannon lo encontraba repugnante. Era un hombre
poderoso entre los de su pueblo, pero ella no le amaba y no deseaba pasar el resto de
su vida casada con un hombre al que detestaba por expreso deseo de su padre
Heffeyd.

Desafiando el deseo de su familia, Rhiannon, al igual que otras diosas celtas, se negó
a casarse con uno de su "propia naturaleza", alegando que nada habia hecho para
ganarse el honor de tenerla como esposa.

En lugar de ello, la diosa Rhiannon había elegido a un rey mortal, un guerrero


llamado Pwyll, al que la hermosa dama había designado como su futuro esposo.

Pero antes tendría que producirse el encuentro entre los dos jóvenes. Pwyll era un
joven príncipe humano al que le gustaba cazar en los bosques. La hermosa diosa
Rhiannon se le apareció una tarde mientras él se encontraba con sus compañeros en
un cerro cercano a su castillo.

Cuando el joven rey vio por vez primera a Rhiannon, se quedó hipnotizado con la
visión de la hermosa diosa vestida de brillante oro, galopando entre los arboles del
bosque montada en su poderosa yegua blanca.

Ella pasó por delante de él, galopando a toda prisa sin brindarle ni siquiera una
mirada. Pwyll estaba intrigado, ¿quien era aquella misteriosa mujer?, entonces envió
a uno de sus hombres, un hábil jinete montado en el mejor de los corceles a
capturarla y le pidió que se la trajera a su presencia.

Pero pronto este hombre regresó con su caballo jadeante y casi rendido y le informó
bastante apenado, que aquella mujer corría con tanta rapidez sobre su montura que
parecía su yegua apenas tocaba el suelo y que él ni siquiera había podido acercarse a

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ella para ver a donde se había ido.

Al día siguiente, Pwyll regresó solo al cerro, pues algo le decía que aquella visión no
había sido casual y una vez más, la diosa celta apareció. Montado en su caballo, Pwyll
partió al galope tras ella, y tras cruzar a todo galope el bosque la persiguió durante
mucho tiempo pero tampoco pudo alcanzarla. A pesar de que su caballo corría más
rápido que el de Rhiannon, por alguna razón la distancia entre ellos siempre parecía
la misma. Y esta vez la doncella ni siquiera parecía forzar su montura al galope, más
bien pareciese que simplemente , el animal trotaba mansamente, como dando el más
agradable de los paseos.

Por fin tras una larga persecución sin éxito, después de que su caballo comenzó a
temblar del agotamiento y estuvo a punto de derribarse extenuado, el joven príncipe
comprendió que era inútil intentar alcanzarla, así que tirando de las riendas de su
caballo se detuvo y le suplicó a ella que se detuviese también. Rhiannon sonrió, y
tirando también de las riendas de su yegua así lo hizo.

-Si veías que venía tras de ti, por qué no te detuviste? - preguntó el muchacho.

-Porque preso de tu orgullo y con el ansia de alcanzarme ,no me lo habías pedido. -


respondió con una leve sonrisa la Diosa.

La diosa Rhiannon entonces le hizo saber que ella había venido a buscarlo, porque
ella si le había observado en silencio muchas veces cazando en el bosque, y le dijo
que había marchado de su reino en búsqueda del amor. Pwyll recibió las
explicaciones de la dama con mucho agrado y entonces tomó las riendas de la blanca
yegua para guiarla de regreso a su reino.

Rhiannon sonrió con ternura y sacudió la cabeza, haciendo flotar al viento su


hermosa cabellera, y por el camino, continuaron hablando, diciéndole al joven
príncipe que deberían esperar un año para luego casarse. En ese momento y en
cuanto el joven Pwyll aceptó la condicion para el compromiso, la diosa Rhiannon
simplemente palmeó despacio el costado de su yegua y desapareció en las
profundidades del bosque.

Rhiannon regresó al encuentro de su prometido tal y como habían acordado un año


más tarde, vestida como antes de radiante color dorado (color preferido de las hadas),
ella apareció saliendo del bosque con su yegua para saludar a Pwyll en el cerro. Él
estuvo acompañado en el lugar de encuentro por una tropa de hombres, como
corresponde a un noble en su día de la boda. Hablando con la tropa sin palabras,
Rhiannon invitó a los hombres de su prometido a seguirla por el enmarañado
bosque.

Aunque temerosos, pues se decía que el bosque estaba encantado, ellos cumplieron.
A medida que se internaban entre los árboles, un camino se abría hacia adelante,
separándose la maleza y dejando el paso libre, mientras que a la vez tras su paso, tras
ellos, el camino se cerraba.

Al llegar a un claro, se unió a la larga comitiva de soldados, una bandada de


pequeños pájaros cantores que revoloteaban juguetonamente en el aire alrededor de
la cabeza de Rhiannon, y ella parecía conversar con ellos sin decir una sola palabra.
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Con el sonido de sus hermosos trinos, todos los temores de los hombres de la tropa se
fueron disipando. En poco tiempo llegaron al palacio del padre de Rhiannon, un
lugar majestuoso construido de cristal plateado, rodeado por un lago de aguas
cristalinas.

Muchas veces habáa estado el joven príncipe en el bosque, pero nunca antes había
imaginado que tan hermoso palacio pudiese encontrarse en medio de aquel bosque.

Después de la boda, una gran fiesta repleta de todo el esplendor de la corte tuvo lugar
para celebrar el matrimonio de la diosa con su joven prometido. La familia y el
pueblo de Rhiannon estaban felices por el matrimonio de su princesa, pero, en mitad
del festejo una pelea estalló, estropeando la belleza de la celebración.

Se dice que el hombre al que una vez había sido prometida para contraer matrimonio
estaba haciendo una escena de celos, argumentando que no se debía permitir a la
joven diosa que se casase con alguien de fuera de su propio pueblo. Que aquello no
solo le deshonraba a él, sino a toda la corte.

Rhiannon decidió que ella misma zanjaría el asunto con su detestable anterior
pretendiente, así que sin montar alboroto alguno se alejó discretamente del lado de
su marido, para hacer frente a la situación...

Y como hacen las podersas diosas celtas, solucionó el problema usando un poderoso
hechizo de magia, con el que convirtió al persistente hombre en un tejón y lo atrapó
en una bolsa que tiró desde un balcón al lago del palacio.

Desafortunadamente, a la diosa se le olvidó atar con un nudo la bolsa y el


despechado pretendiente logró escapar y un tiempo más tarde volvió a causar
grandes estragos en la vida de la hermosa Rhiannon.

Al día siguiente de la boda, Rhiannon, Pwyll y la larga comitiva de sus hombres


parten para ir a Gales, donde se prepara la ceremonia para presentar a su princesa.
Cuando salieron del bosque y los árboles se cerraron mágicamente detrás de ellos,
Rhiannon se tomó un momento para echar un vistazo hacia atrás. Ella estaba feliz al
lado de su esposo, pero a la vez sabía que la entrada al reino de hadas se había
cerrado para ella y que nunca más podría volver al hogar de su infancia, había hecho
su elección y eso la separaba de los suyos.

Rhiannon fue acogida con satisfacción y fue aclamada enseguida por la gente de su
esposo y admirada y querida por todos por su gran belleza y su hermoso canto, pues
entró al reino cantando. Se decía que poseía una voz tan hermosa que hasta los
ruiseñores se callaban para escucharla cantar a ella.

Sin embargo, algo entristecía a la noble dama, dos años pasaron sin que ella quedara
embarazada del heredero al trono tan esperado por todos. La cuestión de su sangre
de hada no ligada al pueblo de su esposo , e incluso su "aptitud" para ser reina y dar a
su pueblo un heredero al trono comenzó a ser puesta en duda.

Afortunadamente, las cosas se arreglaron y en el siguiente año ella quedó


embarazada y tuvo un saludable hijo. Este bebé que fue recibido por todo el reino
con gran alegria, sin embargo, iba a ser la fuente de una gran tristeza para Rhiannon
y Pwyll.
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4

Como era costumbre entonces en la corte, seis mujeres habían sido asignadas como
nodrizas y damas de compañía para quedarse con Rhiannon en su habitación para
ayudar con el cuidado del bebé. Aunque las mujeres tenían que trabajar en turnos
durante los días, durante la noche todas atendían al bebé para que la diosa Rhiannon
pudiera dormir tranquila y recuperar sus fuerzas después del parto.

Pasó que la diosa tardó bastante en recuperarse de su difícil parto, y así sucedió que
una noche, todas las nodrizas se quedaron dormidas, o según otras versiones, alguna
mala sombra sobornó a una de las doncellas que estaba de guardia y cuando se
despertaron todas en la corte, se encontraron la cuna vacía.

Temiendo ser severamente castigadas por el rey por su tremenda negligencia, ellas
idearon un plan para culpar de la desaparición del niño a la diosa Rhiannon que
después de todo, era una extraña que no pertenecía a su propio pueblo.

Las criadas mataron a un perro cachorro y ensuciaron con sangre a Rhiannon


mientras dormía en su alcoba y esparcieron los restos del animal alrededor de su
cama. Entonces la diosa fue culpada de comerse a su propio hijo y de ser un
monstruo camuflado tras la apariencia de una bella dama.

Aunque Rhiannon juró su inocencia y se mostró tiste y muy apesadumbrada por la


pérdida de su hijo, Pwyll, por su propio sufrimiento, y seguramente preso en la
conmoción y el dolor y cediendo ante el enojo de sus asesores y del pueblo, no pudo
defenderla ante el consejo de la corte. Solo se limitó a decir que él no iba a separarse
bajo ningún concepto de ella pero el pueblo pedía para ella un castigo porque la
creían culpable.

Entonces la doncella sufre la humillación publica y desposeída de su dignidad noble,


es condenada por 7 años a llevar sobre su espalda como un caballo a todos los
visitantes que vayan de visita a la fortaleza de su esposo. Durante cuatro años
Rhiannon estuvo en la puerta del castillo, cargando como una mula a los visitantes,
contando a todos la historia de su delito.

Rhiannon cumplió en silencio con su humillante castigo, y así aguanto la humillacion


pública sin queja. En los inviernos duros y el calor de los veranos, digna y sin
desmallo, ella soportó con tranquila aceptación su castigo. Su entrega y respeto por la
decisión del consejo de la corte y su elegante dignidad pese a todo, era tal que pocos
en todo el reino aceptan su oferta de transporte para entrar en el castillo. El respeto
de la gente empezó a hacerse notar en todo el reino, y la dignidad de la doncella
aumento con los viajeros que hablaban de la condena que consideraban injusta, y de
la enorme pena y la dignidad con la que la diosa Rhiannon llevaba su sufrimiento sin
proferir una sola queja.

En el otoño del cuarto año de su castigo, tres desconocidos aparecieron en la puerta


del palacio. Eran un hombre bien vestido y de apariencia adinerada, su esposa, y un
niño. Rhiannon se levantó para saludarles cortésmente diciendo: "Señores, estoy aquí
para llevarlos sobre mi espalda a cada uno de vosotros a la corte del Rey, porque he
matado a mi único hijo y este es mi castigo y mi penitencia". El hombre, su esposa, y
el niño desmontaron de sus monturas y se acercaron a hablar con ella.

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Mientras que el hombre tomaba de la mano a la doncella y levantaba a Rhiannon del


suelo, el niño le entregó en mano un trozo de vestido de bebé. Rhiannon vio con los
ojos llenos de lágrimas que era de la tela que había tejido con sus propias manos para
su hijo. El muchacho entonces le sonrió y ella reconoció que tenía delante de sus ojos
la figura de su hijo, Pryderi.

Al poco tiempo la historia de la infamia fue contada. Cuatro años antes, durante una
gran tormenta, el noble agricultor había sido llamado al campo en medio de la noche
para ayudar a una yegua en el trabajo de parto. Fue entonces cuando el campesino
oyó el llanto de un bebé que encontraron abandonado en medio del campo. Él y su
esposa se quedaron con el bebé abandonado, y lo criaron como si fuera su hijo
propio. Cuando los rumores de la suerte de la diosa Rhiannon y de su injusto castigo
hubieron llegado a sus oídos, el agricultor se dio cuenta enseguida de lo que había
sucedido y quisieron devolver el niño a sus legítimos padres.

La mayoría de las leyendas sugieren que el raptor fue el hombre que la diosa había
transformado por un tiempo en tejón, aquel antiguo pretendiente que enfurecido
porque Rhiannon lo había rechazado, había escapado y había tomado venganza,
secuestrando a su bebé sobornando a una mujer que trabajaba en el palacio.

El muchacho fue reconocido rápidamente cómo hijo del Rey Pwyll. La diosa
Rhiannon fue restaurada en su dignidad real y tras levantársele el castigo fue
restaurada en su honor y recuperó su lugar al lado de su marido. A pesar de que
había sufrido enormemente en su tiempo de castigo, Rhiannon, diosa de nobles
rasgos y infinita compasión, vio que estaba avergonzado y lo cubrió con su perdón y
le otorgo el don de la comprensión.

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