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Maracaibo, 21 de enero de 2017

Taller de Redacción y Estilo Periodístico III


D-001
Santa Evita
Por Laura Nieto

Basta con la astucia de una mujer


EVITA ES SANTA PORQUE NUNCA SE FUE
Una figura política revolucionaria imposible de olvidar
Off. El televisor se apaga de súbito. Una vez más, el pueblo argentino se deja
engañar. Miles de ciudadanos celebran en las calles su regreso, inundados por el fervor
emocional que solo ella sabía producir. Cantan y bailan al son de las rimas peronistas
que repetían con orgullo de pequeños, agitan banderas blancas y esparcen flores de
colores en las aceras, intentando ahogar el hedor a muerto con la fragancia pura de la
vida. Ignoran que Evita los dejó años atrás y jamás volverá.
Un par de gotas empañan los cristales de las gafas. Las manos tiemblan. La
máquina se detiene. A diferencia de ella, la vida entra furtiva y le roba, lenta y
silenciosamente, todo ápice de energía. Frente a él, un espejo refleja sus arrugas. Se
detiene. Casi nada queda del hombre que la señora Perón conoció en los teatros y logró
convertir en dama; pues el día que Evita murió, él decidió irse con ella.
Ahora, miles de personas se conglomeraban para alabar un cuerpo que, como el
suyo, se encuentra vacío; un esqueleto violado, desterrado de toda su esencia; una
belleza superflua, pobre, cruel, capaz de hechizar a cualquiera y de producir amnesia.
Las nuevas generaciones aplauden la justicia por las que sus padres lucharon en
silencio; él se inunda de recuerdos: la asunción de Evita, la reivindicación de su gente,
de ella, de él y de ellos, juntos, como muestra de un grupo de incomprendidos, de
renegados, que finalmente lograron encontrar su papel en el mundo y lo transformaron.
Agita su cabeza. Himnos de gloria se filtran a través de los ventanales que dejan
entrar luz a su taller. Las telas, revestidas con pequeñas capas de polvo, dejan escapar
pequeñas partículas etéreas. Los rizos dorados a los que tanto dedicó tiempo se
convierten en oro. La frustración se escapa en una ligera sonrisa. Admira la fotografía
de su rostro en la pared; trasmite seguridad. Quizás siempre supo cómo terminaría su
historia. Tal vez, a diferencia de él, comprendía que no necesitaba más que apostar a su
poder: su historia quedaría escrita por siempre en los corazones de los argentinos.

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