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Cuerpo y Oralidad en La Representación Del Conflicto Armado Colombiano
Cuerpo y Oralidad en La Representación Del Conflicto Armado Colombiano
Edouard Glissant
En su Caribean Discourse Edouard Glissant hace una apología de lo diverso (1997), esto,
entendido como la pluralidad en la representación, como una polifonía que intenta dar
cuenta de la diversidad como forma de oposición a una mismedad gastada, cooptada por la
diverso,y el paso, o mejor, el retorno a las formas orales, lo que le permitirán al ser
antillano –en su caso- dar cuenta de su experiencia vital, alejada de las formas tradicionales
estas páginas; especialmente en los repertorios simbólicos del arte frente a la representación
del conflicto armado en Colombia. De este modo, el caso que propongo analizar es el de
viva han dado cuenta del horror vivido y han logrado hacer una resignificación de uno de
denomina Alfredo Molano (2009). Estos pueblos son aquellos que han sufrido el golpe de
menos que el horror haya estado presente en algún momento; a menos que lo indecible se
haya paseado por sus calles como ocurrió el 10 de Marzo del 2001, cuando un comando
paramilitar, por medio de una masacre, desplazó a las 240 familias que ocupaban el pueblo.
El pueblo fue desplazado, pero su voz permaneció. En este punto cabe preguntarse ¿Cómo
representar lo indecible? aquello que no se puede narrar con palabras porque pertenece al
espacio liminal del lenguaje. Representar, tal como lo decía Glissant, debe inscribirse bajo
Así, en el contexto del actual proceso de paz, han surgido en el arte distintos repertorios
artística ha tratado de desdibujar la presunción maniquea de los actores dentro del conflicto
Antígona tribunal de mujeres, así como la narración de Vera Grabe, el testimonio toma la
forma de una construcción conjunta de las participantes del grupo, el cual está conformado
por mujeres víctimas del conflicto armado y cuya puesta en escena incluye el vestuario de
colectivo de dar voz a aquellos que se han perdido por culpa de la confrontación.
El componente oral, tal como lo decía Glissant, viene a nutrir el objeto representado a
medida que la polifonía en la voz de las participantes le gana terreno al reino homogéneo de
la escritura. El testimonio, como lo entiende Agamben, debe superar la pretensión por
entrar en una memoria archivística, en la institucionalidad del “caso cerrado” (2000). Bajo
Es este concepto de testimonio, y su potencia bajo las formas orales , el primer elemento de
análisis que propongo en este trabajo. En segundo lugar, abordaré la pugna entre oralidad y
autoría en conjunto como método nutricio de dar-cuenta, es decir, como posibilidad del
Mi intensión con estas páginas es rastrear la lucha por la voz. Esta lucha no es contra el
olvido sino frente al borramiento. Tampoco constituye una batalla por el individuo, al
contrario, está representada por el derecho colectivo a reconstruir, a pegar los fragmentos y
destellos de la historia reciente colombiana. No para constituir archivo, como nos interpela
Agamben, ante todo, para hallar fórmulas que nos permitan situarnos en un presente
publicación de Biografía de un cimarrón (1966) de Miguel Barnet. El texto, que lleva por
Al igual que el texto de Barnet, el testimonio entra a formar parte del canon
latinoamericano como una apuesta ideológica frente al subalterno, frente al que no tiene
voz. Cabe recordar a Gayatri Chakravorty Spivak en Can the subaltern speak? (1988)
ser de periferia) y concluye con la imposibilidad del subalterno de hablar; ya que al hacerlo,
Lo planteado por Spivak nos remite a la definición de John Beverley frente al subalterno
como una persona marginalizada por su raza o condición social al que tradicionalmente se
le ha negado la voz (1987). De esta manera, el testimonio como género viene a reivindicar
la voz del subalterno al permitirle narrar su propia historia; un discurso dentro de lo oral
que “perturba la versión oficial de la historia”, según nos dice López (2012, p.27).
Sin embargo, ésta visión reivindicativa del subalterno-narrador vino a ser reevaluada en la
década de los 90’ por la antropología norteamericana. El trabajo de David Stoll es uno de
los más controversiales al respecto. En su libro Rigoberta Menchú y la historia de todos los
pobres guatemaltecos (1998), Stoll realiza una crítica frente a la veracidad de los hechos
narrados por Rigoberta como una manera de dar descrédito a lo que él denomina “la
antropología posmoderna” Es decir, una antropología que da veracidad al sujeto
testimonial.
Esta episteme del testimonio, a la que se refiere Stoll en su crítica, tiene por función hallar
interpretación por parte de Stoll contrapuesta a lo expuesto por Yúdice nos lleva a pensar el
pretensión por alcanzar una verdad –de por si imposible- objetiva. Asimismo, surgen
donde debe enunciarse. O, en una sociedad híbrida, transculturada y mixta, ¿hay acaso sitio
que el testimonio quede relegado “a un simple registro representativo” (Yúdice, 1992). Por
identidades híbridas (Canclini, 1990). Así, una nueva forma testimonial surge a partir de lo
presenta como una superposición de identidades entrecruzadas. Este ser múltiple de Grabe
híbridas; es decir, formas de narrar anómalas, fragmentarias como el caso del testimonio en
Razones de vida (2000) de Vera Grabe. El texto está constituido por un diálogo con su hija
ausente mediante cartas, una memoria para sí misma y un testimonio para su país. Es una
superposición de voces en un único (¿único?) relato. En la polifonía del texto hay sin
embargo una voz predominante: la de la maternidad ausente, la del cuerpo en la guerra y lo
En el relato de Grabe encontramos la voz corpórea mediada por el fragmento como lugar de
“Es difícil creer que las torturas existen en el mundo real, a menos que las hayas
propia, te puede creer, pero le parece ficción, y le asalta un extraño morbo por saber
Grabe en este apartado experimenta ese límite de la escritura al estar el discurso mediado
por lo racional.
pretensión de verdad objetiva reclamada por Stoll, donde es notorio el agotamiento del
Es a partir del fragmento, para Blanchot, que se puede dar cuenta del desastre. “La palabra,
estar limitado por el vacío, es un “signo de una coherencia tanto más firme cuanto que
debiera deshacerse para ser alcanzada” (p.56). El fragmento, -como lo oral-, viene a ligarse
con una mayor capacidad de representación al poseer la plasticidad necesaria para acercarse
opposite of war is not peace – it is creativity” (2012, p.45). Justamente quise retomar su
epígrafe para dimensionar el valor de las nuevas expresiones testimoniales, forjadas a partir
de la fuerza comunal, de la diversity planteada por Glissant. La creatividad así, es ante todo
reinvención. No surge a partir de la estética racional de un todo; sino que por el contrario,
Creatividad es ante todo posibilidad. Si la escritura está agotada por su esencia lineal, por
su mirada fija sobre el pasado, la voz y lo corpóreo representan una nueva posibilidad de
corporal está plenamente visible en el tejido de las mujeres en Mampuján. Así como en
Los tejidos del grupo se hacen usando la técnica quilt, que significa “colcha” y que
de reubicación del pueblo para apoyar el trabajo social con la comunidad. Los tejidos
parten entonces de una anécdota común que el grupo quiera rememorar. Y así como una
visión que no puede definirse tan claramente, el tejido se nutre de las impresiones,
Uno de los tejidos más famosos, que representa el día de la toma paramilitar, se encuentra
única o predominante frente al reconstruir como ejercicio, se logra plasmar una visión
sus creadoras; y así como en el relato de Vera Grabe, existe una polifonía circundante, una
voz múltiple que surge del cuerpo comunitario. El tejido-retazo, ejemplifica justamente lo
que Blanchot promulgaba frente al fragmento. La narración de las tejedoras no busca dar
cuenta de una verdad objetiva ni lineal. Es un todo constituido a partir de la pluralidad, del
descender hacía lo corpóreo. El relato se magnifica, deja los reinos retóricos y académicos
híbrido. En este, la palabra oral se mezcla con un testimonio corporal que potencia el
proceso catárquico. No hay una única verdad a la cual llegar ni un hecho totalizante del
cuál dar cuenta. Al contrario, existe una polifonía conformada por distintos tonos, que justo
como retazos, dan cuenta de una mirada abierta sobre el pasado. Una forma de mirar que no
Bibliografía
Agamben, G. (2000). Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo Sacer III, 15.
latinoamericana, 7-16.
Hernández Rodríguez, N. (2015). Desterrados (2001) y ahí le dejo esos fierros (2009) de Alfredo
López Baquero, C. (2012). Trauma, memoria y cuerpo: El testimonio femenino en Colombia (1985-
Spivak, G. C. (1988). Can the subaltern speak? Reflections on the history of an idea, 21-78.
Stoll, D. (2008). Rigoberta Menchú y la historia de todos los guatemaltecos pobres. Unión editorial.
211-232.