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JUSTIFICACIÓN DEL CURSO:

La cátedra de Lógica tiene por fin el reconocimiento de la estructura del

pensamiento mediante el análisis de los distintos conocimientos propios de la materia

en cuestión. Mediante la teoría y la práctica se busca introducir al alumnado en las

diferentes modalidades del pensamiento con el objetivo de que sea capaz de reconocer

y aplicar los fundamentos lógicos en su desarrollo a nivel de la educación en sus

diferentes menciones.

En el desarrollo del curso se aplicaran estrategias que buscan responder a las

inquietudes propias de los estudiantes, la más apropiada a nuestro parecer es

introducirlos en un primer momento en lo referente a la teoría para posteriormente,

mediante la realización de diferentes ejercicios, desarrollar la parte práctica y

relacionarla con lo que corresponde a su formación académica, la educación.

En el desarrollo del semestre académico la evaluación será constante, ya que, se

busca incentivar a los estudiantes a realizar ejercicios dentro del salón de clases que

les permita una mejor comprensión de la importancia de la lógica en su vida profesional

pero también en lo referente a su vivir cotidiano.


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OBJETIVOS DEL CURSO:

 Adentrar a los estudiantes en los conceptos más generales que componen la

lógica.

 Examinar los postulados de la vida cotidiana mediante la implementación de la

lógica tradicional.

 Determinar la relación entre los componentes del lenguaje y la lógica.

 Analizar la importancia de la lógica simbólica en el desarrollo de la formación del

educador.

METODOLOGÍA:

El proceso para la realización de este curso tendrá como fundamento los siguientes
factores:

 Expositivo: Se expondrán los contenidos programados y se explicará los


conceptos enunciativos y referenciales del universo del discurso.
 Interactivo: Debate en diálogo profesor-alumno
 Crítico: Las ideas y posiciones en cuestión serán evaluadas a través del análisis
y criterio de los interlocutores, tratando de llegar a conclusiones generales
satisfactorias.

EVALUACIÓN:

Evaluaciones Porcentaje (%) Puntuación


Talleres 50 10
Examen 50 10
Exposición

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Programa de Lógica
Unidad Objetivo Temas Evaluación
1. ¿Qué es la lógica?
1.1. Distintas
definiciones de lógica a
Adentrar a los lo largo de la historia
I. Introducción a la estudiantes en los (Pensadores). Exposición
lógica conocimientos más 1.2. Estructura de la
generales que lógica.
componen la lógica. 1.3. Reglas de la lógica
2. Tipos de oraciones.
2.1. Oraciones simples.
2.2. Oraciones
compuestas.
3. Argumentos
Examinar los proposicionales.
II. Lógica Tradicional postulados de la vida 3.1. Argumentos
cotidiana mediante la deductivos. Taller I
implementación de la 3.2. Argumentos
lógica tradicional. inductivos.
3.3. Verdad y Validez

Determinar la relación 4. Paradojas


III. La lógica y el entre los componentes semánticas. Taller II
lenguaje del lenguaje y la lógica. 5. Lenguaje objeto y
Metalenguaje.
6. Uso y Mención.
7. Falacias.
7.1. De Atinencia.
7.2. Ambigüedad
8. Matematización de la
lógica.
Analizar la importancia 8.1. Semejanzas entre
de la lógica simbólica la lógica tradicional y la
IV. Lógica Simbólica en el desarrollo de la lógica moderna Examen III
formación del educador. (simbólica).

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9. Operadores lógicos.
10. Tablas de verdad.

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UNIDAD I.

INTRODUCCIÓN A LA LÓGICA

1. ¿Qué es la lógica?

La lógica es el estudio de los procesos mentales que nos permiten entender la

realidad (conceptos, juicios, razonamientos), y de las estrategias empleadas para

conocer de manera ordenada y eficaz la complejidad de lo real (análisis y síntesis,

inducción y deducción, definición, división y clasificación).

La lógica es una arte y una ciencia: el arte de razonar correctamente y la ciencia

que estudia las reglas y los principios del razonamiento. Por su peculiar cometido, la

lógica es el instrumento universal de todas las ciencias y la filosofía, y equivale a un

necesario control de calidad que la inteligencia ejerce sobre sí misma. A través de ella,

el hombre puede inducir la verdad.

1.1. Distintas definiciones de la Lógica a través de la historia.

- Aristóteles:

No definió un concepto propio de la lógica. Pero partiendo de sus estudios, se

define la lógica como todo aquello que se desprende de las premisas y proporciona la

conclusión.

- Escuela Megárico-Estoica:

Para esta escuela, la lógica llegó a ser la ciencia de lo verdadero, de lo falso y de

aquello que no es verdadero ni falso.

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- Santo Tomás de Aquino:

Definió la lógica como el arte de la razón fundamento en la cosa.

- Descartes:

Va a iniciar una vinculación estrecha entre lógica y metodología.

- Hegel:

Para él, la lógica “es la ciencia de la idea pura, de la idea en el elemento abstracto

del pensamiento.”

- Husserl:

Presenta la lógica como teoría de la ciencia y le atribuye la misión de tratar no

solamente de los métodos del saber que se presentan en las ciencias, sino de aquellas

que se llaman ciencias.

1.2. Estructura de la Lógica

La lógica se compone (al igual que los pensamientos) de tres partes:

- Conceptos:

Un concepto es una imagen mental de una esencia. Podemos tener, por ejemplo,

la imagen de un punto o de todo el universo. Su esencia es la representación mental de

la totalidad, de la unidad.

Desde el punto de vista operacional, un concepto es la suma estructural de los

elementos esenciales que conforman un objeto.

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Ejemplo:

El concepto de triángulo equilátero es igual a: Figura cerrada, más tres lados

iguales, más tres ángulos iguales.

El concepto ꞊ Triángulo Equilátero.

- Juicios:

Un juicio es una comparación de dos imágenes esenciales o conceptos. Ejemplo:

el perro es manso. El triángulo no es un cuadrado.

El juicio lo podemos representar por dos círculos, en donde cada uno de ellos

simboliza un concepto.

Triángulo Cuadrado

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- Razonamientos:

Razonar es comparar dos o más juicios con la finalidad de esclarecer la relación

entre dos o más hechos. Un razonamiento es la comparación entre dos o más juicios lo

cual da como resultado un tercer juicio llamado conclusión, es decir, premisa más

premisa es igual a conclusión.

Ejemplo:

Todos los domingos salgo de paseo

Hoy es domingo

Luego, hoy salgo de paseo

Concepto o imagen esencial

Juicio o comparación de conceptos

Estructura de la Lógica

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1.3. Reglas (Principios) de la Lógica (formal)

a. Principio de Identidad: El principio de identidad es A es igual a A, establece que una

cosa es igual a sí misma.

b. Principio de Contradicción: Una cosa no puede ser y no ser a la vez y bajo el mismo

aspecto.

c. Principio del Tercero Excluido: Entre dos cosas contradictorias no cabe término

medio.

d. Principio de Razón Suficiente: Todo lo que es, tiene su razón de ser.

e. Principio de Causalidad: Todo efecto tiene necesariamente una causa, y viceversa.

2. Tipos de Oración

La oración es el constituyente sintáctico más pequeño, capaz de realizar un

enunciado o expresar una proposición lógica, un mandato, una petición, proyección o,

en general, un acto ilocutivo que incluya algún tipo de predicación. Los tipos de

oraciones son simples y compuestas.

2.1. Oraciones simples

Las oraciones simples son las que constan de sujeto y predicado, y se refieren a

una sola acción o descripción. El sujeto es simple, y el predicado describe una acción o

descripción del sujeto o sujetos.

Ejemplos:

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 Juan corre todos los días.

 Nosotros queremos regresar.

 El internet fue inventado en los años 60.

 Javier compró las tortillas para la comida.

 La universidad está al sur de la ciudad.

2.2. Oraciones Compuestas

Las oraciones compuestas, es cuando la oración es seguida de otra oración

relacionada o subordinada. Existen tres tipos de oraciones compuestas:

 Oraciones Compuestas por Coordinación: son oraciones en que los predicados

se coordinan por medio de una conjunción o nexo.

 Oraciones Compuestas por Yuxtaposición: Son las que tienen una relación en su

significado o en su relación de tiempo o consecuencia y se separan por signos

de puntuación.

 Oraciones Compuestas Subordinadas: son aquellas en las que la oración

subordinada, para tener significado completo, depende de la oración principal.

Ejemplos de Oraciones Compuestas:

 Antonio corrió, nado, pedaleó y ganó el triatlón.

 Ayer fuimos a Bailadores, fue muy bonito.

 Jorge viene mañana, Alberto llega hoy, Miguel está desde ayer.

 Decidiste seguirme, caminaste conmigo, caminamos juntos, porque tú quisiste.

 Las hienas son carroñeras, los leones cazadores.

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3. Argumentos Proposicionales

Un argumento es un conjunto de frases en las que se afirma que una de ellas es

verdadera debido a que las otras frases no suministran evidencias suficientes para

afirmarlo. La frase que es afirmada, en virtud de las otras, se llama conclusión, y las

frases que aportan la información para afirmar que es verdadera la conclusión, se

llaman premisas. A estas frases que tienen sentido y de las cuales puede decirse que

son verdaderas o falsas, las llamaremos proposiciones.

Ejemplo:

a. Si las almas son entes que pueden recordar y existen antes de estar encarnadas

en el cuerpo, tendríamos memoria de la vida del alma previa a la existencia del

cuerpo.

b. No tenemos recuerdos previos a la existencia del cuerpo.

c. Por lo tanto, las almas no son entes que pueden recordar ni existen antes de

estar encarnadas en el cuerpo.

Tenemos el conjunto de proposiciones “a”, “b” y “c”. Las proposiciones y b aportan

información en virtud de la cual, si asumimos que estas afirmaciones son verdaderas,

tenemos que afirmar que la proposición “c” también lo es sin objeción. Pero alguien

cree en la reencarnación, y podría negar que la premisa “b” es verdadera, basándose

en algunas experiencias de recuerdos de “vidas pasadas”, en sueños, y cosas por el

estilo. En tal caso, en efecto, no tendríamos bases para afirmar la verdad de la

proposición “b”, y, en consecuencia, podríamos poner en duda la verdad de la

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proposición “c”. En ello reside la fuerza de la argumentación: persuade incluso sobre

aquello que tal vez nos gustaría que fuera de otra manera.

3.1. Argumentos Deductivos

Cuando en un argumento las premisas ofrecen información que garantiza que la

conclusión es verdadera, tenemos un argumento deductivo. Muchos razonamientos

matemáticos sirven de ejemplo de estos argumentos. Por ejemplo: 1. [a = b]; 2. [b = c];

por lo tanto, 3. [a = c].

Tenemos aquí tres proposiciones. Las proposiciones 1 y 2 ofrecen información en

virtud de la cual se afirma que es verdadera la proposición 3. No hay aquí nada que

discutir; si son verdaderas las premisas, necesariamente tiene que ser verdadera la

conclusión.

3.2. Argumentos Inductivos

Cuando las premisas de un argumento proveen información para afirmar la

probabilidad de la verdad de la conclusión, pero no permite garantizar que es

verdadera, tenemos un argumento inductivo.

Por ejemplo: 1. Solo hemos encontrado vida en la Tierra, donde hay agua; 2. No

hemos encontrado indicios de existencia de agua en Marte; 3. Por lo tanto, no es

probable que exista vida en Marte.

Las dos primeras proposiciones, efectivamente, aportan información que nos

puede llevar a creer que la conclusión, la frase 3, es verdadera. Sin embargo, aunque

asumiéramos que las proposiciones 1 y 2 son verdaderas, aún podría haber vida en

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Marte, pues, por un lado, el hecho de que en la Tierra sólo hayamos encontrado vida

donde hay agua no es razón suficiente para afirmar que sólo existe vida donde hay

agua. Por otro lado, el hecho de que no hayamos encontrado indicios de agua en Marte

no implica necesariamente que no la haya. Por ello resulta apropiado haber usado la

expresión “improbable”, en vez de la expresión “imposible”, pues hasta ese punto nos

permite llegar la información que aportan las premisas.

3.3. Verdad y Validez

Cuando las premisas de un argumento proveen información suficiente para

garantizar la verdad de la conclusión, tenemos un argumento deductivo válido. Esto

indica que, si fueran verdaderas las premisas, la conclusión debería serlo también. Ello

no significa que las premisas realmente son verdaderas; de tal manera que un

argumento puede ser válido aunque tenga premisas y una conclusión que sabemos

falsas, pues la validez sólo nos habla de una relación entre las proposiciones, y no de

si esas frases corresponden a algo real, que es lo que aludimos cuando calificamos a

una proposición de verdadera.

Hay casos en los que podemos suponer qué pasaría si esas premisas fueran

verdaderas, así de entrada sepamos que son falsas. Por ejemplo:

a. El mundo comenzó a existir el día en que tú naciste.

b. La historia es la memoria del mundo.

c. El advenimiento y la caída del Imperio Egipcio, el nacimiento del cristianismo y la

Revolución Francesa hacen parte de la historia.

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d. Por lo tanto, el advenimiento y la caída del Imperio Egipcio, el nacimiento del

cristianismo y la Revolución Francesa sólo han podido tener lugar desde el

momento en que tú naciste.

No creemos que sea verdadera la proposición “a”, pero si lo fuera ¿debería ser

cierta también la conclusión? Sí, pues la conclusión se sigue necesariamente de las

premisas y, por tanto, se trata de un argumento válido.

La validez es una cualidad de los razonamientos debido a su estructura lógica y

no a la veracidad de las proposiciones, mientras que la verdad o la falsedad es una

propiedad de las proposiciones y no de los razonamientos.

4. PARADOJAS SEMÁNTICAS

El interés de los lógicos modernos por los problemas del lenguaje se acentúa con

ocasión de la aparición de las llamadas paradojas semánticas. Pero ¿qué es una

paradoja semántica?, entendemos por paradoja semántica, en sentido lato, una

proposición que es al mismo tiempo verdadera y falsa. Una paradoja semántica

desemboca, pues, en una contradicción. A continuación se presentará como ejemplo la

paradoja de “el mentiroso” para percatar como el lenguaje usual, debido a su

ambigüedad, lleva ciertas contradicciones, y cómo es necesario un análisis más

profundo del mismo para explicarlas y, de alguna manera, evitarlas.

Ejemplo: “el mentiroso”

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Se dice que todos los hombres de Creta son mentirosos, no hay un solo cretense que

pronuncie una sola verdad. Ahora bien, Epiménides, que es un cretense dice: “Todos

los cretenses son mentirosos.”

Ahora se pregunta: ¿lo afirmado por Epiménides, o sea, “Todos los cretenses son

mentirosos”, es verdadero o falso?

Veamos:

Si decimos que es verdadero, entonces, todo lo dicho por los cretenses, incluso lo

dicho por Epiménides es falso; por lo tanto “todos los cretenses son mentirosos” dicho

por Epiménides es verdadero y falso a la vez. En otras palabras, si Epiménides dice la

verdad, entonces miente. Por otra parte, si decimos que lo afirmado por Epiménides es

falso, entonces lo dicho por los cretenses es verdadero, incluso lo dicho por

Epiménides. Luego, lo dicho por Epiménides, es verdadero por ser falso. Como se

puede observar, se considere verdadero o falso lo afirmado por Epiménides siempre

conlleva una contradicción. A este tipo de contradicción es a lo que llamamos

paradojas semánticas.

Estas paradojas, que vistas superficialmente parecen un juego, son, sin embargo,

graves dificultades que amenazan los mismos fundamentos del razonar correcto, y, por

lo tanto, de la lógica, y que han obligado a los lógicos a realizar un estudio profundo del

lenguaje que les permita dar una explicación satisfactorias de las mismas.

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5. LENGUAJE OBJETO Y METALENGUAJE

El estudio de las paradojas permitió descubrir que hay distintos niveles en el

lenguaje. Veamos que quiere decir esto. A veces empleamos un lenguaje para explicar

otro lenguaje. Por ejemplo, si queremos explicar a un estudiante de habla castellana lo

que significa la frase anglosajona: “With this sign in your shields, you´ll win the war”, la

explicación la tenemos que dar en castellano. Es decir, el inglés es el lenguaje que se

está explicando o investigando, y el español es el lenguaje con el cual se explica o

investiga el inglés. Hay pues, un lenguaje que es explicado y otro lenguaje con el cual

se explica ese lenguaje. Pues bien, el lenguaje que es “objeto” de mi explicación al cual

me refiero o investigo lo llamaremos Lenguaje Objeto, y al lenguaje de que me sirvo

para explicar, referirme o investigar el lenguaje objeto, lo llamaremos Metalenguaje.

Sin embargo, la distinción entre Lenguaje Objeto y Metalenguaje puede darse

también en el mismo idioma, y, precisamente, ésta es la distinción que más nos

interesa en este caso. Sirvámonos del siguiente ejemplo: «Un profesor, escribe en la

pizarra la siguiente oración: “Los países subdesarrollados son dependientes”. El

profesor empieza a explicar lo que significa esa oración, y entre otras cosas dice: “Por

países subdesarrollados queremos decir aquellos pueblos que todavía no han

alcanzado el nivel cultural, económico, político y social propio de los países

desarrollados. Dependientes quiere decir, que estos países están dominados… etc.”»

En este ejemplo existen dos niveles de lenguaje. Hay un lenguaje que es

explicable (primer nivel): “la oración escrita en el pizarrón”, y hay un lenguaje con el

cual se explica el lenguaje anterior (segundo nivel): “las palabras empleadas por el

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profesor para explicar la oración escrita en el pizarrón”. Por lo tanto, en el mismo

castellano se da un lenguaje que es explicado, es decir, el primer nivel, lo hemos

llamado Lenguaje Objeto, y al lenguaje que se emplea para explicar el Lenguaje

Objeto, es decir, el segundo nivel lo hemos llamado Metalenguaje. El Metalenguaje es

de un “nivel superior”, “es un lenguaje de otro lenguaje”, “signo de otro signo.”

El Lenguaje Objeto y el Metalenguaje son correlativos, es decir, no puede haber

Lenguaje Objeto sin Metalenguaje y viceversa. La razón es muy sencilla, pues, en un

Lenguaje Objeto siempre hay otro lenguaje (Metalenguaje) que lo explique o investigue,

y en ese caso nunca se puede dar el uno sin el otro. Para finalizar, debemos hacer

referencia al hecho de que el Metalenguaje se puede convertir en Lenguaje Objeto.

Esto tiene lugar cuando se emplea un nuevo nivel (tercer nivel) para referirse, explicar

o investigar el Metalenguaje.

6. USO Y MENCIÓN

Muy relacionado con el lenguaje objeto y el metalenguaje está la teoría del Uso y

Mención de las palabras. Esta teoría hunde sus raíces en la Edad Media. Los filósofos

escolásticos a partir del siglo XIII hablaban de la suposición material y de la suposición

formal. Esta teoría cayó en desuso siglo después hasta que fue redescubierta por la

lógica simbólica a partir del siglo pasado. A lo que los filósofos del Medioevo llamaban

suposición formal hoy lo llamaremos Uso de nombre, y a lo que llamaban suposición

material, hoy lo llamaremos Mención de nombre.

En las expresiones siguientes: “Caracas es la capital de Venezuela”, y “Caracas

tiene tres sílabas”, la palabra “Caracas” está empleada de manera muy distinta. En la

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primera expresión la palabra “Caracas” se refiere a la ciudad de Caracas, mientras que

en la segunda la palabra “Caracas” se refiere a la palabra “Caracas”, es decir, en este

último caso “Caracas” es una palabra de otra palabra. (A esta distinta manera de

aplicar una palabra la llamaron los filósofos suposición).

En el primer caso, como “Caracas” se refiere a un objeto extralingüístico, un

objeto que no pertenece al lenguaje, como es la ciudad de Caracas, se que el nombre

de “Caracas” esta usado. En el segundo caso, como Caracas, se refiere a la misma

palabra Caracas se dice que está mencionada. La palabra que está mencionada se

suele escribir comillas simples, mientras que la palabra que esta usada se escribe

normalmente sin ninguna indicación.

Por ejemplo, en la proposición: «“Maracaibo” se escribe con mayúscula», la

palabra “Maracaibo” está mencionada, y para indicarlo se entrecomilla como aparece

en el ejemplo. Otro ejemplo sería: «A Venus se le llama “Venus”», observe que la

primera aparición de la palabra Venus se refiere al planeta Venus, y, por lo tanto, está

usada, y por eso de acuerdo a la convención establecida no se entrecomilla, se deja tal

cual se escribe corrientemente; en cambio, en la segunda aparición la palabra “Venus”

está mencionada, puesto que se refiere a la palabra “Venus”, y, por eso, aparece

entrecomillada como se aprecia en el ejemplo. En consecuencia, cuando queremos

señalar la diferencia entre una palabra usada y una palabra mencionada, es suficiente

con poner entrecomillas simples la palabra mencionada.

En un tercer ejemplo: «“Luis” es nombre propio». La palabra “Luis” se refiere a la

palabra “Luis” y no a la persona Luis, por eso aparece entrecomillada en el ejemplo,

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pues está mencionada. Un último ejemplo: «Algunos escriben mal “prohibir”». Aquí la

palabra “prohibir” se refiere a la palabra “prohibir” y no a la acción de prohibir, y está

por lo tanto, mencionada, y por eso aparece en el ejemplo entre comillas simples.

7. FALACIAS

Se usa la palabra falacia de varias maneras. Un uso perfectamente correcto de la

palabra es el que se le da para designar cualquier idea equivocada o creencia falsa,

como la “falacia” de creer que todos los hombres son honestos. Pero los lógicos usan

el término en el sentido más reducido y más técnico de error en el razonamiento o la

argumentación.

Una falacia es un tipo de argumentación incorrecta. Puesto que es un tipo de

razonamiento incorrecto, podemos decir de dos razonamientos diferentes que

contienen o comenten la misma falacia. Algunos argumentos son tan obviamente

incorrectos que no engañan a nadie. En el estudio de la lógica se acostumbra reservar

el nombre de “falacia” a aquellos razonamientos que, aunque incorrectos, son

psicológicamente persuasivos.

Por lo tanto definimos falacia como una forma de razonamiento que parece

correcta, pero resulta no serlo cuando se analiza cuidadosamente. El estudio de estos

razonamientos es provechoso, pues la familiaridad con ellos y su comprensión impedirá

que seamos engañados por ellos.

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7.1. Falacias de Atinencia.

El primer grupo de falacias que consideraremos consiste en el de las falacias de

atinencia. La característica común a todos los razonamientos que cometen falacias de

atinencia1 es que sus premisas carecen de atinencia lógica con respecto a sus

conclusiones y, por ende, son incapaces de establecer su verdad. La inatinencia es

aquí lógica y no psicológica, naturalmente, pues si no hubiera algún tipo de conexión

psicológica, carecería de efecto persuasivo o de corrección aparente.

a. Argumentum Ad Baculum (apelación a la fuerza):

El Argumentum Ad Baculum es la falacia que se comete cuando se apela a la

fuerza, o a la amenaza de fuerza, para provocar la aceptación de una conclusión.

Usualmente sólo se recurre a ella cuando fracasan las pruebas o argumentos

racionales.

El Ad Baculum se resume en el dicho: “La fuerza hace el derecho”. El uso y la

amenaza de los métodos de “mano fuerte” para doblegar a los opositores políticos

suministran ejemplos contemporáneos de esta falacia. La apelación a métodos no

racionales de intimidación puede ser, naturalmente, más sutil que el uso abierto o la

amenaza de campos de concentración o grupos de choques.

b. Argumentum Ad Hominem (ofensivo)

La expresión Argumentum Ad Hominem significa literalmente “argumento dirigido

contra el hombre”. Se la comete cuando, en vez de tratar de refutar la verdad de lo que

1
Excepto para la falacia de petitio principii o petición de principio.

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se afirma, se ataca al hombre que hace la afirmación. Así, por ejemplo, podría argüirse

que la filosofía de Bacon es indigna de confianza porque éste fue desposeído de su

cargo de canciller por deshonestidad. Este argumento es falaz, porque el carácter

personal de un hombre carece de importancia lógica para determinar la verdad o

falsedad de lo que se dice o la corrección o incorrección de su razonamiento.

Argüir que una proposición es mala o una afirmación falsa porque es propuesta o

afirmada por los comunistas (o por hippies, ingenuos, pillastres o extremistas) es

razonar falazmente y hacerse culpable de sostener una argumentum ad hominem

(ofensivo).

c. Argumentum Ad Hominem (circunstancial)

La variedad “circunstancial”, corresponde a la relación entre las creencias de una

persona y las circunstancias que la rodean. En una discusión entre dos personas, una

de ellas puede ignorar la cuestión relativa a la verdad o falsedad de sus propias

afirmaciones y tratar de probar, en cambio, que su antagonista debe aceptarlas debido

a especiales circunstancias en las que éste puede hallarse.

Por ejemplo, si uno de los contendientes es un sacerdote, el otro puede argüir que

debe aceptar una determinada aserción porque su negación es incompatible con las

Escrituras. Esto no es demostrar su verdad, sino argüir su aceptación por ese individuo

particular debido a las circunstancias especiales en que se halla, en este caso su

filiación religiosa.

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d. Argumentum Ad Ignorantiam (argumento por la ignorancia)

Podemos ejemplificar la falacia con el razonamiento de que debe haber fantasmas

porque nadie ha podido demostrar nunca que no los hay. Se comete esta falacia

cuando se sostiene que una proposición es verdadera simplemente sobre la base de

que no se ha demostrado su falsedad, o que es falsa porque no se ha demostrado su

verdad.

Aunque este modo de razonamiento es falaz en la mayoría de los contextos, cabe

señalar que existe un contexto especial en el cual no lo es, a saber, la Corte de justicia.

En efecto, en una Corte de justicia el principio rector es suponer la inocencia de una

persona hasta tanto no se demuestre su culpabilidad. La defensa puede sostener

legítimamente que si el acusador no ha demostrado la culpabilidad, debe dictarse un

veredicto de inocencia.

e. Argumentum Ad Misericordiam (llamado a la piedad)

Es la falacia que se comete cuando se apela a la piedad para conseguir que se

acepte una determinada conclusión. Se encuentra con frecuencia este tipo de

argumentación en los tribunales de justicia, cuando un abogado defensor deja de lado

los hechos que atañen al caso y trata de lograr la absolución de su cliente despertando

piedad en los miembros del jurado.

El argumentum ad misericordiam es usado a veces de manera ridícula, como el

caso del joven que fue juzgado por un crimen particularmente brutal, el asesinato de su

padre y de su madre con un hacha. Puesto frente a pruebas abrumadoras, solicitó

piedad sobre la base de que era huérfano.

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f. Argumentum Ad Populum (al pueblo)

Se define a veces como la falacia que se comete al dirigir un llamado emocional

“al pueblo” o “a la galería” con el fin de ganar su asentimiento para una conclusión que

no está sustentada en pruebas. Podemos definir de manera más circunscrita la falacia

de argumentum ad populum como el intento de ganar el asentimiento popular para una

conclusión despertando las pasiones y el entusiasmo de la multitud. Es un recurso

favorito del propagandista, del demagogo y del que pasa avisos.

g. Argumentum Ad Verecundiam (apelación a la autoridad)

Es la apelación a la autoridad, esto es, el sentimiento de respeto que siente la

gente por las personas famosas, para ganar asentimiento a una conclusión. Este

argumento no siempre es estrictamente falaz, pues la referencia a una reconocida

autoridad en el campo especial de su competencia puede dar mayor peso a una

opinión y construir un factor de importancia.

Pero, cuando se apela a una autoridad en cuestiones que están fuera del ámbito

de su especialidad, se comete la falacia del argumentum ad verecundiam. Si en una

discusión sobre religión uno de los antagonistas apela a las opiniones de Darwin, una

gran autoridad en biología, esa apelación es falaz. De igual modo, apelar a las

opiniones de un gran físico como Einstein para dirimir una discusión sobre política o

economía sería también falaz.

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h. Falacia de Accidente

Esta falacia consiste en aplicar una regla general a un caso particular cuyas

circunstancias “accidentales” hacen inaplicable la regla. Por ejemplo, Platón, en la

República, encuentra una excepción a la regla general de que uno debe pagar sus

deudas: “Supongamos que un amigo, cuando está en su sano juicio, me ha entregado

armas para que se las tenga, y me las pide cuando no está en su sano juicio; ¿debo

devolvérselas? Nadie dirá que debo hacerlo o que yo obraría bien al hacerlo…” Lo que

es verdad “en general” puede no serlo universalmente y sin reservas, porque las

circunstancias modifican los casos.

Muchas generalizaciones de las que se sabe o se sospecha que tienen

excepciones son formuladas sin reserva, o bien porque no se conocen las condiciones

exactas que restringen su aplicabilidad o bien porque las circunstancias accidentales

que las hacen inaplicables surgen tan raramente que son despreciables. Cuando se

apela a tal generalización al argüir acerca de un caso particular cuyas circunstancias

accidentales impiden la aplicación de la proposición general, se dice que el

razonamiento comete la falacia de accidente.

i. Accidente inverso (generalización apresurada)

Al tratar de comprender y caracterizar todos los casos de cierta especie, podemos

prestar atención sólo a algunos de ellos. Pero los casos examinados deben ser típicos,

no atípicos. Si sólo consideramos casos excepcionales y generalizamos

apresuradamente una regla que se adecua a ellos solamente, se comete la falacia de

accidente inverso.

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Por ejemplo, al observar el valor de los narcóticos cuando los administra un

médico para aliviar los dolores de quienes están gravemente enfermos, podemos llegar

a proponer que los narcóticos estén a disposición de cualquiera. O, al considerar el

efecto del alcohol sólo sobre los que abusan de él, podemos concluir que todos los

licores son dañinos y requerir que su venta y su uso sean prohibidos por la ley. Tal

razonamiento es erróneo y ejemplifica la falacia del accidente inverso o la

generalización apresurada.

j. La causa falsa

La falacia que llamamos de la “causa falsa” ha sido analizada de diversas

maneras en el pasado y ha recibido distintos nombres latinos, tales como non causa

pro causa y post hoc ergo propter hoc. El primero de éstos es más general e indica el

error de tomar como causa de un efecto algo que no es su causa real. El segundo

designa la inferencia de que un acontecimiento es la causa de otro simplemente sobre

la base de que el primero es anterior al segundo. Consideraremos todo razonamiento

que trata de establecer una conexión causal erróneamente como un ejemplo de la

falacia de la causa falsa.

k. Petitio Principii (petición de principio)

Al tratar de establecer la verdad de una proposición, a menudo buscamos

premisas aceptables de las cuales pueda deducirse la proposición aludida como

conclusión. Si alguien toma como premisa de su razonamiento la misma conclusión

que pretende probar, la falacia cometida es la petitio principii o petición de principio. Si

la proposición que se quiere establecer está formulada exactamente en las mismas

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palabras como premisa y como conclusión, el error será tan manifiesto que no

engañara a nadie.

Pero a menudo dos formulaciones pueden ser suficientemente distantes como

para oscurecer el hecho de que una y la misma proposición aparece como premisa y

como conclusión. Ejemplifica esta situación el siguiente razonamiento citado por

Whately: “Conceder a todo hombre ilimitada libertad de expresión debe ser siempre, en

conjunto, ventajoso para el Estado; pues es sumamente benéfico para los intereses de

la comunidad que todo individuo goce de una posibilidad, absolutamente sin trabas, de

manifestar sus sentimientos.”

l. La pregunta compleja

Todos sabemos que es un poco “cómico” hacer preguntas como: “¿Ha

abandonado usted sus malo hábitos?”, o “¿Ha dejado usted de pegarle a su mujer?” No

son preguntas simples, a las que sea posible responder con un directo “si” o “no”. Las

preguntas de este tipo suponen que se ha dado ya una respuesta definitiva a una

pregunta anterior, , que ni siquiera ha sido formulada. Así, la primera, supone que se ha

respondido “si” a la pregunta no formulada: “¿Tenía usted anteriormente malos

hábitos?”; y la segunda supone una respuesta afirmativa a la siguiente pregunta,

tampoco formulada: “¿Ha usted pegado alguna vez a su mujer?”

En ambos casos. Si se contesta con un simple “si” o “no” a la pregunta

“tramposa”, ello tiene el efecto de ratificar o confirmar la respuesta implícita a la

pregunta no formulada. Una pregunta de este tipo no admite un simple “si” o “no” como

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respuesta, porque no es una pregunta simple o única, sino una pregunta compleja, en

la cual hay varias preguntas entrelazadas.

m. Ignoratio elenchi (conclusión inatinente)

La falacia de la ignoratio elenchi se comete cuando un razonamiento que se

supone dirigido a establecer una conclusión particular es probado para usar una

conclusión diferente. Por ejemplo, cuando se halla bajo consideración una propuesta

particular de dictar una legislación sobre la vivienda puede levantarse un legislador

para hablar a favor de la ley y argumentar que todo el mundo debe tener viviendas

decentes. Estas observaciones carecen de atinencia lógica con respecto al punto de

discusión, pues éste se refiere a las medidas particulares que se proponen.

7.2. Falacia de Ambigüedad.

Las falacias no formales que pasamos a considerar han recibido el nombre

tradicionalmente el nombre de “falacias de ambigüedad” o “falacias de claridad”.

Aparecen en razonamientos cuya formulación contiene palabras o frases ambiguas,

cuyos significados oscilan y cambian de manera más o menos sutil en el curso del

razonamiento y, por consiguiente, lo hacen falaz.

Las siguientes son todas falacias de ambigüedad; es útil dividirlas y clasificarlas

según las diferentes maneras en que pueden presentarse las ambigüedades.

a. El Equívoco

La primera falacia de ambigüedad que examinaremos es la que surge del simple

equívoco. La mayoría de las palabras tienen más de un significado literal; por ejemplo

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la palabra “pico” puede designar una herramienta o la boca de un ave. Si distinguimos

claramente estos sentidos diferentes, no se planteará ninguna dificultad. Pero si

confundimos los diferentes significados que puede tener una palabra o frase y la

usamos dentro del mismo contexto con distintos sentidos sin darnos cuenta de ello,

entonces la estamos usando de manera equívoca. Si el contexto es un razonamiento,

cometeremos la falacia de equívoco.

Un ejemplo tradicional de esta falacia es el siguiente: “El fin de una cosa es su

perfección; la muerte es el fin de la vida; por lo tanto, la muerte es la perfección de la

vida”. Este razonamiento es falaz porque en él se confunden dos sentidos diferentes de

la palabra “fin”. Esta puede significar “objetivo” o “último acontecimiento”. Por supuesto

que ambos significados son legítimos, pero lo que es ilegítimo es confundirlos, como en

el razonamiento mencionado.

Las premisas sólo son plausibles cuando la palabra “fin” es interpretada

diferentemente en cada una de ellas en esta forma: “El objetivo de una cosa es su

perfección” y “La muerte es el último acontecimiento de la vida”. Pero la conclusión de

que “la muerte es la perfección de la vida” evidentemente no se deduce de estas

premisas. Naturalmente podría usarse en ambas premisas el mismo sentido de “fin”,

pero entonces el razonamiento perdería toda su plausibilidad, pues tendría o bien la

premisa poco verosímil “el último acontecimiento de una cosa es su perfección” o bien

la premisa claramente falsa “la muerte es el objetivo de la vida”.

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b. La Anfibología

La falacia de anfibología aparece cuando se argumenta a partir de premisas cuya

formulación es ambigua debido a su estructura gramatical. Un enunciado es

anfibológico cuando su significado es confuso debido a la manera descuidada o torpe

en que sus palabras están combinadas. Un enunciado anfibológico puede ser

verdadero en una interpretación y falso en otra. Cuando se lo afirma como premisa en

la interpretación que lo hace verdadero y se extrae de él una conclusión basada en la

interpretación que lo hace falso, entonces se comete la falacia de anfibología.

El ejemplo clásico de anfibología se relaciona con Creso y el oráculo de Delfos.

Las expresiones anfibológicas constituían, como es natural, el principal artículo que se

expendía en los oráculos de la antigüedad. Creso, rey de Lidia, planeaba una guerra

contra el reino de Persia. Como era un hombre prudente, no quería arriesgarse a

emprender una guerra sin tener la seguridad de ganarla. Al consultar al oráculo de

Delfos sobre la cuestión, recibió la siguiente respuesta: “Si Creso emprende la guerra

contra Persia, destruirá un reino poderoso”.

Encantado con esta predicción, de la que infirió que destruiría al poderoso reino

de Persia, Creso inició la guerra y fue rápidamente derrotado por Ciro, rey de los

persas. Como éste le perdono la vida, Creso después escribió al oráculo una carta en

la que se quejaba amargamente. Los sacerdotes de Delfos respondieron que el oráculo

había hecho una predicción correcta. Al desencadenar la guerra, Creso destruyó un

poderoso reino: ¡el suyo propio!

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c. El Énfasis

Como en el caso de todas las falacias de ambigüedad, se comete la de énfasis en

un razonamiento cuya naturaleza engañosa y carente de validez depende de un

cambio o una alteración en el significado. La manera en que los significados cambian

en la falacia del énfasis depende de las partes de él que se recalquen o destaquen. Es

indudable que alguno enunciados adquieren significados completamente diferentes

según las diferentes palabras que se subrayen. Considérese, por ejemplo, los

diferentes significados que resultan de la siguiente prohibición, según cuales sean las

palabras en bastardilla que se destaquen:

No debemos hablar mal de nuestros amigos

Cuando se lee sin ningún énfasis indebido, la prohibición es perfectamente

correcta. Pero si se extrae la conclusión de que podemos sentirnos libres de hablar

mal de cualquiera que no sea nuestro amigo, entonces esta conclusión deriva de la

premisa solamente si ésta tiene el significado que adquiere cuando se subrayan las dos

últimas palabras. Pero, en este caso, ya no es aceptable como ley moral, tiene un

significado diferente y es, de hecho, una premisa diferente. Este razonamiento sería

entonces un ejemplo de falacia de énfasis. También lo sería el razonamiento que

extrajera de la misma premisa la conclusión de que podemos hacer mal a nuestros

amigos, a condición de hacerlo silenciosamente.

d. La composición

La expresión “falacia de composición” se aplica a dos tipos de razonamientos

inválidos íntimamente relacionados entre sí. El primero puede describirse como llevar el

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razonar falazmente a partir de las propiedades de las partes de un todo, a las

propiedades del todo mismo. Un ejemplo muy evidente de esta falacia consistiría en

argüir que, dado que todas las partes de una cierta máquina son livianas de peso, la

máquina “como un todo” es liviana. El error se hace manifiesto cuando consideramos

que una máquina muy pesada puede estar compuesta por un gran número de partes

livianas.

El segundo tipo de falacia de composición es estrictamente paralelo al que

acabamos de describir. En este segundo caso, el razonamiento falaz procede a partir

de las propiedades de los miembros o elementos individuales de una colección para

pasar a las propiedades poseídas por la colección o la totalidad de esos elementos. Por

ejemplo, sería falaz argüir, que puesto que un ómnibus gasta más nafta que un

automóvil, todos los ómnibus gastan más nafta que todos los automóviles. Esta versión

de la falacia de composición depende de una confusión entre el sentido “distributivo” y

el sentido “colectivo” de términos generales.

e. La división

La falacia de división es simplemente la inversa de la falacia de composición. En

ella se presenta la misma confusión, pero la inferencia procede en la dirección opuesta.

Pueden distinguirse dos variedades de la falacia de división. El primer género de

división consiste en argumentar falazmente que lo que es cierto de un todo, debe serlo

también de cada una de sus partes. Sostener que, puesto que una sociedad comercial

es muy importante y el señor Pérez es funcionario de esta sociedad, por tanto el señor

Pérez es muy importante, es cometer la falacia de división.

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El segundo tipo de falacia de división consiste en deducir de las propiedades de

una colección de elementos las propiedades de los elementos mismos. Argüir que,

puesto que los estudiantes universitarios estudian medicina, derecho, ingeniería,

odontología y arquitectura, por lo tanto cada uno de ellos, o algunos de ellos, estudian

medicina, derecho, ingeniería, odontología y arquitectura, sería cometer el segundo tipo

de falacia de división.

8. MATEMATIZACIÓN DE LA LÓGICA

La lógica formal nació, hace aproximadamente dos mil quinientos años, con el

filósofo griego Aristóteles. Desde entonces hasta el siglo XIX no experimentó ningún

desarrollo significativo. El adelanto de los estudios matemáticos en el siglo XIX preparó

el terreno para lograr un avance cualitativo en el desarrollo de la lógica incorporando a

la misma a la precisión del método propio de las matemáticas. En este sentido se dice

que la lógica se matematizo.

Sólo pudo matematizarse la lógica cuando se logro simbolizar completamente

todos los elementos de un razonamiento. Aristóteles ya había simbolizado las variables

representándolas por las letras A, B, C, D, etc., pero no simbolizó las constantes, como

“todo”, “si-entonces”, “algunos”, etc. Esto se va a lograr en el año 1847 por el lógico

inglés Boole. Este logro constituye la clave del desarrollo de la lógica formal que, desde

ese momento, empieza a llamarse, entre otras denominaciones, lógica simbólica o

lógica moderna. Por ejemplo, desde la antigua Grecia existía el siguiente esquema de

razonamiento:

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“Si A, entonces B; no B; por lo tanto, no A”. Es decir, se simbolizan los elementos

variables, pero no los constantes. Pero, si se conviene representar la particular: “si…,

entonces…” por una especie de herradura “ᴝ”; la partícula “no” con el símbolo “~”; la

partícula “por tanto” por el símbolo “Ͱ”, y la “y” la sustituimos por una coma “,”; el

esquema de la forma de razonamiento que acabamos de anotar se formularía así:

A ᴝ B, ~ B Ͱ ~ A

De esta manera se lograría la simbolización total de los elementos del

razonamiento.

La simbolización de las constantes fue, pues paso decisivo del FORMALISMO de

la lógica tradicional al SIMBOLISMO de la lógica moderna. La simbolización total en la

lógica permite: estudiar sus estructuras con la misma objetividad y exactitud que la

ciencia matemática; una mayor precisión en la formulación de sus reglas; la aplicación

del método matemático a sus demostraciones.

8.1. Semejanzas y diferencias entre la lógica tradicional y la moderna

La lógica que estudio Aristóteles (s. IV a.C) hasta G. Boole (s. XIX d.C) recibe el

nombre de lógica tradicional o formal; de Boole a nuestros días a la lógica se le da

distintos nombres: logística, lógica simbólica, lógica matemática, algebra lógica.

A pesar del distinto desarrollo de ambas lógicas hay aspectos fundamentales

comunes. Ambas se centran en el estudio de los razonamientos y para ello lo hacen a

través de sus formas o estructuras. Evidentemente, la lógica simbólica, al lograr la

simbolización total de los razonamientos introduce el método matemático en sus

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demostraciones, permitiéndole manejar y resolver, de forma rigurosa y transparente,

problemas que la lógica formal. Al no simbolizar las constantes, no le era posible

realizar. Sin embargo a pesar de las diferencias anotadas entre ambas lógicas, la

mayoría de las lógicas modernas consideran que la lógica simbólica se sitúa en una

línea de continuidad de la lógica formal.

9. Operadores lógicos

Las expresiones que permiten formar proposiciones compuestas se llaman

operadores lógicos. Son:

 y, que recibe el nombre de conjunción y simbolizamos con el signo “ʌ”

Cuando dos proposiciones se unen mediante el conectivo “y” o sus equivalentes,

la proposición compuesta resultante es una conjunción, así, la proposición “Mérida es

la capital del Estado Mérida y forma parte de los Andes venezolanos” es una

conjunción.

Si sustituimos “Mérida es la capital del Estado Mérida” por “p”, “forma parte de los

Andes venezolanos” por “q” y el conectivo “y” por el conjuntor “ʌ”, la forma

proposicional es:

pʌq

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 o, que llamamos disyunción y simbolizamos con este signo “v”

La disyunción de dos proposiciones se forma insertando el conectivo “o” entre

ellas. La proposición “Rafael Urdaneta nació en Maracaibo o en Caracas” es una

disyunción.

Si “Rafael Urdaneta nació en Maracaibo” se representa por “p” y “Rafael Urdaneta

nació en Caracas” por “q”, y el conectivo “o” por la disyunción “v”. Esto se simboliza de

la siguiente manera:

pvq

 si…, entonces… cuyo símbolo es “ᴝ” y llamamos implicación.

La proposición compuesta, formada por dos proposiciones ordenadas de tal

manera que la primera está precedida por el condicional “si” y la segunda por la palabra

“entonces” se llama implicación. Por ejemplo, la proposición “Si se logra castigar a los

corruptos, entonces se fortalece la confianza pública”, es una implicación. La

proposición que aparece entre el “si…, entonces…” es el antecedente, y la que sigue al

“entonces” es el consecuente. El conectivo es “si-entonces”.

La simbolización de la implicación es semejante a la de la conjunción y a la de la

disyunción, colocando el implicador entre las variables proposicionales. Así, si en la

anterior implicación “p” representa “se logra castigar a los corruptos” y “q” “se fortalece

la confianza pública”, su simbolización será:

pᴝq

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 Si y sólo si, que llamamos equivalencia y cuyo símbolo es “≡”

Si colocamos el conectivo “si y sólo si” entre dos proposiciones, la proposición

compuesta correspondiente recibe el nombre de equivalencia (o coimplicación). Por

ejemplo la proposición: “La matemática es una ciencia formal, si, y sólo si opera con

formas” es una equivalencia.

Si en la proposición anterior representamos a “La matemática es una ciencia

formal” por “p”, “opera con formas” por “q” y el conectivo “si, y sólo si” por el conectivo

“≡”, su simbolización es:

p≡q

 Negación, cuyo signo es “~”

Es una proposición que contiene un conectivo negativo. El modo más corriente de

formarla es anteponiendo “no” al verbo principal. Por ejemplo, la negación de “llueve”

es “no llueve”. Cuando se niega una variable proposicional el negador se coloca

delante de ella. Así “~ p” es la negación de “p”.

~p

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Cuadro Resumen

Conectores Nombre de los Expresión Ejemplo de Nombre de la Simbolización

conectores castellana proposición proposición

~ Negador No No llueve Negación ~p

ʌ Conjuntor y Llueve y Conjunción pʌq

truena

v Disyuntor o Llueve o hace Disyunción pvq

sol

ᴝ Implicador Si-entonces Si llueve, Implicación pᴝq

entonces

truena

≡ Equivalencia Si, y sólo si Llueve si, y Equivalencia p≡q

sólo si truena

10. Tablas de verdad

- Conjunción

La única posibilidad de que una proposición unida por la conjunción sea

verdadera es que ambas sean verdaderas. Esto se muestra así en una tabla de verdad:

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p ʌ q

v v v

v f f

f f v

f f f

- Disyunción

Es verdadera si una de las proposiciones es verdadera.

p v q

v v v

v v f

f v v

f f f

- Implicación

El único caso en que el argumento es falso es cuando el antecedente es verdadero y el

consecuente falso. Esto se muestra de la siguiente manera:

p ᴝ q

v v v

v v f

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f f v

f v f

- Equivalencia

La relación de equivalencia es verdadera si ambas proposiciones son verdaderas,

o ambas falsas. Ejemplo:

p ≡ q

v v v

v f f

f f v

f v f

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

La siguiente información fue obtenida de las siguientes referencias:

 COPY, Irving. (1997). Introducción a la lógica. Editorial Universitaria de

Buenos Aires. Argentina.

 PERDOMO M, Rómulo. (2009). Introducción a la lógica jurídica. Editorial de la

Universidad de los Andes. Mérida – Venezuela.

 VV.AA. (2008). Filosofía 2. Editorial Santillana. Caracas – Venezuela.

 VV.AA. (s/a). Guía de lógica para un profesional eficiente. Universidad del

Zulia (LUZ). Maracaibo – Venezuela.

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