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FILOSOFIA Y ETICA

La filosofía es una ciencia que de forma cuidadosa y detallada, busca dar


respuesta a una variedad de interrogantes como por ejemplo, la existencia, la
mente, la moral, la belleza, el conocimiento, la verdad y el lenguaje. Al tratar estas
incógnitas, la filosofía trata de alejarse de lo espiritual, del esoterismo, y de la
mitología al enfocarse en pruebas racionales más que en argumentos de
autoridad.

El origen histórico de la filosofía señala, que ésta surge en el siglo VI a.C. en


Grecia, como resultado de los diferentes cuestionamientos que el hombre
comenzó a hacerse sobre las cosas que le rodeaba; es por esto que la filosofía
nace como un forma racional de explicar los fenómenos que suceden en
la naturaleza, a través de la promoción de las propias capacidades humanas y
marcando distancia de las explicaciones míticas, que para esa época,
predominaban en esa cultura.

Filosofía de la ética según Sócrates, Platón, Aristóteles, Descartes, Karl Marx,


Sigmund Freud

SÓCRATES

Nació en Ática en 470 y murió en Atenas en 399 A.C


Vivió en Atenas donde tuvo numerosos discípulos (Plantón, Aristóteles, Euclides y
Aristipo).
Sus enseñanzas se conocieron por Platón y Aristóteles. Sócrates “afirma que
podemos conocernos a nosotros mismos”. Su dicho era: “Conócete a ti mismo”.
El objetivo supremo del saber no es de carácter teórico, sino ante todo práctico; su
método consistió en la utilización de preguntas que presuponen una actitud crítica
frente a las afirmaciones dogmáticas (ironía Socrática) no al dogma y sí a la
crítica. El método consiste en interrogar a la vez que se enseñar, que hace
descubrir a su interlocutor lo que cree ignorar.
La ética de Sócrates es racionalista. A juicio de Sócrates las malas acciones se
deben únicamente a la ignorancia y no hay nadie que sea malo por su propia
voluntad.
Postura Ética

Ser ético según Sócrates consiste en dejarse y guiarse por la razón, en torno a lo
que esté bien y renunciando a lo que está mal.
Ser ético significa encontrar la felicidad sólo si se actúa en conformidad con las
propias convicciones; de allí que ser feliz consiste en ser ético, es entonces saber
lo que está bien y en conformidad con ese saber hacer el bien. Pues no hacer el
bien significa ser infeliz o no ser ético.

La ética de Sócrates es racionalista. En ella  encontramos:


una concepción del bien (como felicidad del almas)

lo bueno (como lo útil a la felicidad)

la tesis de la virtud como conocimiento

vicio como ignorancia (el que obra mal es porque ignora el bien; por tanto, nadie hace el mal
voluntariamente)

PLATÓN
Al igual que ocurre con los otros aspectos de su filosofía, la ética no es objeto de
un tratado específico en el que se aborde el tema sistemáticamente. El hecho de
que muchos de los diálogos platónicos comiencen con alguna interrogación acerca
de la virtud en general, o de determinadas virtudes en particular, muestra
claramente, sin embargo, que el interés por el análisis del comportamiento
humano no es algo accidental en Platón. Como hemos visto en su concepción de
la ciudad ideal, el objetivo de la vida del hombre no puede reducirse a la
satisfacción de sus necesidades materiales; más allá de éstas, el hombre debe ser
objeto de un desarrollo completo de su personalidad, de acuerdo con las partes
más elevadas de su alma, la irascible y la racional, con el fin de alcanzar una
felicidad identificada con la armonía de su vida.
Si la justicia en la ciudad reside en que cada clase social haga lo que debe hacer,
la justicia en el hombre residirá también en que cada parte del alma haga lo que
debe. Ello implica que la vida buena para el hombre es una vida en la que se
atiendan las necesidades "materiales" y "espirituales". El conocimiento y la
satisfacción de las necesidades intelectuales deben ir acompañados de salud,
moderación en el disfrute de los bienes materiales, etc., lo que pone de manifiesto
hasta qué punto la idea de que Platón rechaza de un modo absoluto lo corporal es
injustificada.
El verdadero bien del hombre, la felicidad, habrá de alcanzarse mediante la
práctica de la virtud. Pero ¿qué es la virtud? Platón acepta fundamentalmente la
identificación socrática entre virtud y conocimiento. La falta de virtud no supone
una perversión de la naturaleza humana; por su propia naturaleza el hombre
busca el bien para sí, pero si desconoce el bien puede tomar como bueno,
erróneamente, cualquier cosa y, en consecuencia, actuar incorrectamente; la falta
de virtud es equivalente, pues, a la ignorancia. Sólo quien conoce la Idea de Bien
puede actuar correctamente, tanto en lo público como en lo privado, nos dice
Platón en la República, al terminar la exposición y análisis del mito de la caverna.
Cuando alguien elige una actuación que es manifiestamente mala lo hace, según
Platón, creyendo que el tipo de conducta elegida es buena, ya que nadie opta por
el mal a sabiendas y adrede. En este sentido la virtud cardinal sería la prudencia,
la capacidad de reconocer lo que es verdaderamente bueno para el hombre y los
medios de que dispone para alcanzarlo. La dependencia con respecto al
intelectualismo socrático es clara en la reflexión ética de Platón.
En la República nos habla Platón de cuatro virtudes principales: la sabiduría, el
coraje o fortaleza de ánimo, la templanza y la justicia. Como hemos visto,
establece una correspondencia entre cada una de las virtudes y las distintas
partes del alma y las clases sociales de la ciudad ideal. La parte más elevada del
alma, la parte racional, posee como virtud propia la sabiduría; pero la justicia, la
virtud general que consiste en que cada parte del alma cumpla su propia la
función, estableciendo la correspondiente armonía en el hombre, impone los
límites o la proporción en que cada una de las virtudes ha de desarrollarse en el
hombre. El hecho de que Platón tenga una concepción absoluta del Bien hace que
la función de la parte racional del alma siga siendo fundamental en la organización
de la vida práctica del hombre, de su vida moral.
Postura Ética

La ética para Platón es que el alma humana está compuesta por tres elementos.
1.    Intelecto
2.    Voluntad
3.    Emoción
Cada uno de los cuales poseen una virtud específica en la persona buena y juega
un papel específico. La virtud del intelecto es la sabiduría, o el conocimiento de los
fines de la vida, la de la voluntad es el valor, la capacidad de actuar y la de las
emociones es la templanza o el autocontrol.

ARISTÓTELES

Filósofo Griego, discípulo de platón, Maestro de Alejandro Magno. Es fundador de


la lógica, incluso Carlos Marx el pensador más grande de la antigüedad, lo
denomina “el pensador más grande de la antigüedad”. Su filosofía tuvo influencia
en el Islam como en el pensamiento cristiano medieval.
En ética consideraba que era la más elevada de todas las actividades y la
actividad contemplativa de la razón.
El ideal moral Aristotélico es: “La ética es considerada como la más elevada de
toda las actividades, la actividad contemplativa de la razón. El ideal moral
Aristotélico es Dios o el filósofo perfectísimo: EL PENSAMIENTO QUE SE
PIENSA  A SI MISMO”. Entonces ser ético en Aristóteles equivale a ocuparse en
la actividad de ocuparse en pensarse a sí mismo.   En Aristóteles ser ético es ser
como Dios.
“El bien supremo es la felicidad y la felicidad es la sabiduría”   Aristóteles.
Aristóteles se ha significado como uno de los filósofos más importantes de todos
los tiempos y ha sido uno de los pilares del pensamiento occidental. Sus obras,
escritas hace más de dos mil trescientos años, siguen ejerciendo una influencia
notable sobre innumerables pensadores contemporáneos y continúan siendo
objeto de estudio por parte de múltiples especialistas. La filosofía de Aristóteles
constituye, junto a la de su maestro Platón, el legado más importante del
pensamiento de la Grecia antigua.
Pese a ser discípulo de Platón, Aristóteles se distanció de las posiciones
idealistas, para elaborar un pensamiento de carácter naturalista y realista. Frente a
la separación radical entre el mundo sensible y el mundo inteligible planteada por
las doctrinas platónicas, defendió la posibilidad de aprehender la realidad a partir
de la experiencia. Así pues, en contra de las tesis de su maestro, consideró que
las ideas o conceptos universales no deben separarse de las cosas, sino que
estaban inmersos ellas, como forma específica a la materia. Por estos motivos,
otorgó gran importancia a los estudios científicos y a la observación de la
naturaleza. Sin embargo, las preocupaciones de Aristóteles no se dirigieron
únicamente al estudio especulativo de las cosas y sus causas, sino que también
se centraron en cuestiones de lógica formal, moral, política y estética. De acuerdo
con las fuentes antiguas, el filósofo griego escribió 170 obras, aunque sólo 30 se
han conservado hasta nuestros días. Aristóteles escribió  sobre una enorme
variedad de temas, incluyendo lógica, metafísica, filosofía de la
ciencia, ética,estética, retórica, física, astronomía y biología. Aristóteles transformó
muchas, si no todas, las áreas del conocimiento que tocó. Es reconocido como el
padre fundador de la lógica y de la biología, pues si bien existen reflexiones y
escritos previos sobre ambas materias, es en el trabajo de Aristóteles donde se
encuentran las primeras investigaciones sistemáticas al respecto.
Durante mucho tiempo, el pensamiento aristotélico se vio eclipsado por el prestigio
de las doctrinas de Platón. En época de la Roma cristianizada, el naturalismo y el
realismo de Aristóteles eran despreciados y se privilegiaban las lecturas
neoplatónicas de Plotino y Beocio. Debido al espiritualismo que caracterizó al
pensamiento medieval, las doctrinas de Platón gozaron de preeminencia hasta el
siglo XII.
Los filósofos árabes y, particularmente, Avicena y Averroes.Contribuyeron a que el
pensamiento aristotélico fuese de nuevo objeto de atención en Occidente. El
creciente interés por la naturaleza mostrado por el pensamiento cristiano en la
Baja Edad Media hizo posible que la obra de Aristóteles fuese estudiada. Roger
Bacon y Alberto Magno reivindicaron el pensamiento de este filósofo, y santo
Tomás de Aquino lo transformó en la base de la teología cristiana.
Los estudios de la escuela de Florencia, Francis Bacon y Galileo quebrantaron la
autoridad aristotélica. Sin embargo, los escritos del filósofo griego continuaron
ejerciendo influencia sobre diversas corrientes de pensamiento modernas, como el
idealismo, el neoescolasticismo, el conductismo y el dinamismo de Bergson, entre
otras.
Postura Ética
La ética de Aristóteles tiene un fin que se resume en la búsqueda de la felicidad.
Para algunos, la felicidad consiste en los placeres; para otros, en las riquezas;
pero el hombre sabio la busca en el ejercicio de la actividad que le es propia al
hombre, es decir, en la vida intelectiva. Ello no excluye el goce moderado de los
placeres sensibles y de los demás bienes, con tal de que no impida la
contemplación de la verdad. Sobre esta base desarrolla Aristóteles el concepto de
virtud. La virtud consiste en el justo medio. Lo que quiere dar a entender es que el
actuar del hombre debe estar regido por la prudencia o regla recta. Hay dos
modalidades de virtud: las dianoéticas (que se refieren al ejercicio de la
inteligencia) y las éticas (que se refieren a la sensibilidad y los afectos). Todas las
virtudes son hábitos que se adquieren por medio de la repetición. La virtud por
excelencia es la justicia, la cual consiste en el acatamiento de las leyes y en el
respeto a los demás ciudadanos.
DESCARTES

Descartes negó el vacío. Para él todo estaba lleno de materia. En términos más
contemporáneos diríamos equivocadamente que fue materialista, pero esto sería erróneo.
Fue un racionalista y, seguramente, el más importante de todo ese movimiento que se dio
en el siglo XVII. Este fue un periodo de crisis de certezas y de pensamiento. ¿Por qué?
Pues porque desde hacía un tiempo se conmovía la significación central que había
sostenido la llamada Edad Media: la certeza divina. Hasta entonces la naturaleza y el
mundo, incluido el mundo humano y su sociedad, se habían entendido y tomado como
creación fuerte de Dios, en todas sus partes. La realidad era así pues “disposición divina”,
la realidad estaba santificada.

Esta santificación conducía a un confortable fatalismo: si lo que está allí está puesto por
Dios, entonces está bien; y, si está bien, no se discute. Y, no solamente, sino que es lo
mejor, es lo perfecto.  Hoy puede parecer esto simple represión o ausencia de libertad; pero
resulta que, si esta significación imaginaria es admitida como certeza absoluta, entonces el
mundo humano adquiere sentido y es ésta composición de sentido lo que justifica todo.
Esta racionalidad divina otorga todo lo que en el fondo requiere el ser humano: dar sentido
a su vida. Que todo esté explicado y justificado, que todo tenga una respuesta. 

Descartes era perfectamente consciente de la importancia de una teoría ética y, por otra
parte, de su obligación de postularla. ¿Cómo evadir el mundo ético en una filosofía que
afirma simultáneamente que el mundo existe, que es cognoscible, que es uno; ¿qué afirmó,
en fin, la unidad del método? Imposible. Tanto es así que para avanzar en la elaboración de
su método postuló una moral provisional. ¿Era indispensable este paso previo? Bueno, nos
parece que sí, porque de cara a la realidad el sujeto cognoscente no está solo y tiene que
asumirlo. ¿Cómo derivó entonces esta moral provisional? Asumió que responde a cuatro
reglas, son las siguientes. LA PRIMERA, es necesario obedecer las leyes y costumbres de
un país. LA SEGUNDA, hay que pensar mucho las decisiones que tomamos, pero una vez
tomadas no hay que dudar, hay que actuar. LA TERCERA, antes de intentar cambiar el
orden del mundo hay que intentar vencerse uno a sí mismo. LA CUARTA, dedicar la vida
al cultivo y estudio de la razón. Así, decide vivir él mismo acorde a estas máximas,
mientras construye su moral definitiva. Usamos aquí los términos ética y moral como
equivalentes. 

Podemos resumir las conclusiones de la duda metodológica. Para Descartes existen tres
cosas: Dios, el alma y la materia, donde incluye el cuerpo. Se trata de tres sustancias:
sustancia infinita, Dios; sustancia pensante, Alma; y sustancia extensa, Materia o Cuerpo.
Como quedó claro, Dios no requiere de nada más para existir, mientras el Alma y el Cuerpo
requieren a Dios, como también vimos. Ahora bien, el detalle importante es que para
Descartes alma y cuerpo no se requieren entre sí para existir. Él las separa completamente y
postula lo que se conoce como dualismo. Lo que se está diciendo es que alma y cuerpo son
innatas como en un segundo grado –porque requieren a Dios— pero que entre ellas mismas
no hay nada que encontrar, son completamente ajenas. Están separadas
infranqueablemente.

¿Qué hacer entonces frente al hombre? Bueno, parece que todo quedó reducido para
Descartes en los buenos consejos de la experiencia: nos tenemos que olvidar de la ciencia y
sirviéndonos de la vida y de las conversaciones habituales, uno va conociendo al ente
humano: uno lo entrevé viendo a la gente en su actuar cotidiano. Se trata pues de una moral
subjetiva y desarticulada del proyecto inicial. La última moral cartesiana consistió en una
reivindicación de saber, resolución y firmeza como modos de alcanzar la felicidad. Como
se ve, un final más bien modesto para una filosofía que aspiraba dominar la naturaleza y
dictar sus reglas integrales. Por último, la moral provisional y nos parece que igualmente
este resumen en el cual quedó lo que podemos deducir como su ética final, son alegatos
contra la acción política como actividad institutiva e instituyente de la sociedad.
KARL MARX

La ética marxista procede de la teología, la filosofía, la biología, la economía, y la historia


marxista. Mientras que los humanistas seculares tienen problemas para llegar a un
consenso con respecto a sus creencias éticas, los marxistas no principalmente debido a
su determinado enfoque hacia todas las cinco disciplinas referidas al principio. Este
enfoque está arraigado en el materialismo dialéctico y la lucha de clases. Aunque no
existe ninguna base absoluta para los ideales éticos marxistas, la mayoría de los
marxistas creen que la visión dialéctica de la lucha de clases es base suficiente. 

Según la dialéctica marxista, todo en el universo inclusive la sociedad está en un estado


de cambio constante. Estos cambios están haciendo ascender a la sociedad hacia la
eliminación de todas las diferencias de clase, sociales y económicas. El próximo avance
social en la historia será el cambio del capitalismo al socialismo, el cual inevitablemente
ocasionará cambios en los ideales morales de la sociedad. La visión dialéctica de la
historia dicta el choque de la tesis y la antítesis en este contexto histórico, el choque
implacable entre el proletariado y la burguesía. Los marxista-leninistas creen que la moral
de estas dos clases es totalmente diferente, y cuando el proletariado finalmente destruya
a la burguesía, reinará una nueva moral una nueva moral para el nuevo sistema social. 

Los marxistas creen que la "vieja moral" la moral de la clase capitalista reinante explota a
la clase obrera. Según esta visión, los viejos códigos morales religiosos deben ser
abandonados. Para Carlos Marx y Frederick Engels "No robarás" establece una sociedad
en la que algunos tienen propiedades y otros no. Tal establecimiento es la raíz del
problema. 

"Debe tenerse en cuenta constantemente," dice Howard Selsam, "que Marx y Engels
negaron que los ideales morales, las consideraciones morales, sean fundamentales en la
vida humana y la evolución social."1En cambio, es la evolución biológica y social lo que
determina la moral. Lo que es correcto o incorrecto es determinado por lo que es mejor
para esta evolución. Si la clase burguesa dificulta la evolución biológica o social, la
naturaleza dicta la eliminación de esa clase.

SIGMUND FREUD
El punto de partida de Freud es que el hombre tiene algunas inclinaciones tan naturales como necesarias. La primera de ellas es su agresividad, por eso dice a propósito de la
frase “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, que considera francamente absurda, irrealizable y por ende, cargada con una dosis significativa de represión cultural:
La verdad oculta tras de todo esto, que negaríamos de buen grado, es la de que el hombre no es una criatura tierna y necesitada de amor; que sólo osaría defenderse si se le
atacara, sino por el contrario, un ser entre cuyas disposiciones instintivas también debe incluirse una buena porción de agresividad. Por consiguiente, el prójimo no le
representa únicamente un posible colaborador y objeto sexual, sino también un motivo de tentación para satisfacer en él su agresividad, para explotar su capacidad de
trabajo sin retribuirla, para aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para apoderarse de sus bienes, para humillarlo, para ocasionarle sufrimientos, martirizarlo y
matarlo. Homo hominis lupus (Freud, 1999, p. 102).

La ética moderna está muy influida por el psicoanálisis de Sigmund Freudy sus seguidores. Freud atribuyó el problema del bien y del mal en cada individuo a la lucha entre el
impulso del yo instintivo para satisfacer todos sus deseos y la necesidad del yo social de controlar o reprimir la mayoría de esos impulsos con el fin de que el individuo actúe
dentro de la sociedad. A pesar de que la influencia de Freud no ha sido asimilada por completo en el conjunto del pensamiento ético, la psicología freudiana ha mostrado que
la culpa, respondiendo a motivaciones de naturaleza sexual, subyace en el pensamiento clásico que dilucida sobre el bien y el mal.

Sigmund Freud, el tercero y último pensador de la sospecha, es también el más


incisivo y el que volteó definitivamente su mirada hacia el hombre. Si bien Nietzsche y
Marx habían ya centrado su filosofía en la existencia hic et nunc del hombre, es hasta
Freud con quien la introspección y la indagación al interior hace explicar al hombre no
sólo en sus relaciones con los demás o en el sentido de un fin-proyecto, sino en los
problemas consigo mismo, con su mente, con su cuerpo, con sus necesidades, con lo
que busca y no encuentra, la cuestión es pues, más psicológica que filosófica. Con
reservadas proporciones, Freud se guarda ciertas similitudes con Kiekegaard en la
medida que la búsqueda es hacia adentro, sin embargo, mientras el danés encuentra
la solución a su problema en la religión mediante la fe, Freud recurre a la ciencia
mediante la concepción de una metodología, sin mencionar que la salida de Kiekegaard
es estrictamente personal y la de Freud tiene pretensiones universales y busca los
porqués en cada uno.

Freud va sobre lo más íntimo del hombre, sobre lo que nadie se había atrevido a
indagar, abrir esa puerta significó tanto como abrir la caja de Pandora en todos y cada
uno. Al escudriñar la mente, Freud encuentra cosas tan desgarradoras como
reveladoras, para ello, toma a la ciencia y con su ayuda crea el psicoanálisis y con él,
destapa la enorme debilidad y horror que le causa al hombre ver en un espejo su
insoportable realidad sin la coraza que le da el reflexionar sobre ella desde la
ciertamente más cómoda abstracción mental. No es casualidad que las vidas de
Nietzsche y Kiekegaard, humanistas al fin, hayan sido una auténtica galería de
sufrimientos, depresiones y altibajos. Freud no discute sobre la forma de árbol, ni para
qué lado debe crecer, ni cómo debe crecer, ni si lo que hay arriba es cielo o no, Freud
va a las raíces a buscar el porqué el árbol es cómo es. Por decirlo de alguna manera, la
investigación de Freud es ética, es consigo mismo, es para entenderse, es para
continuar el ideal socrático de “Conócete a ti mismo” ahora bajo el marco de la ciencia.
Por ello celebró tanto el que Carl Jung, hijo pródigo y desobediente a la vez, llevara al
psicoanálisis al mundo“Casi diría que sólo su aparición ha podido salvar al psicoanálisis
de convertirse en una preocupación nacional judía” (Rodríguez en Freud, 1999, p. 48)
dijo en 1908. Así pues, como colofón, es posible afirmar que Freud oscila entre la
psicología y la biología. Su visión va más allá o más acá de la filosofía según se quiera
ver, no se trata de especular, se trata de entender al psicoanálisis como la ciencia de
lo psíquico inconsciente.

El punto de partida de Freud es que el hombre tiene algunas inclinaciones tan


naturales como necesarias. La primera de ellas es su agresividad, por eso dice a
propósito de la frase “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, que considera
francamente absurda, irrealizable y por ende, cargada con una dosis significativa de
represión cultural:

La verdad oculta tras de todo esto, que negaríamos de buen grado, es la de que el
hombre no es una criatura tierna y necesitada de amor; que sólo osaría defenderse si
se le atacara, sino por el contrario, un ser entre cuyas disposiciones instintivas
también debe incluirse una buena porción de agresividad. Por consiguiente, el prójimo
no le representa únicamente un posible colaborador y objeto sexual, sino también un
motivo de tentación para satisfacer en él su agresividad, para explotar su capacidad de
trabajo sin retribuirla, para aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para
apoderarse de sus bienes, para humillarlo, para ocasionarle sufrimientos, martirizarlo y
matarlo. Homo hominis lupus (Freud, 1999, p. 102).

Se desprende de aquí la idea de que la cultura busca el dominio de la agresividad


humana, lo cual, conlleva ciertos contras, pues entra en oposición con la naturaleza del
hombre mismo. Las pasiones instintivas son más poderosas que los intereses
racionales, Platón lo entendió bien cuando expulsó de la República a los poetas
estableciendo así, toda una cultura. La necesidad de imponer la ley o una normatividad
como eje regulador de las relaciones humanas, es cierto, puede reprimir el sentimiento
agresivo franco, pero no alcanza a las manifestaciones más discretas y sutiles de la
agresividad el hombre que, efectivamente, se dan simplemente por la naturaleza
humana. La felicidad pues, que produce el ejercer esas pasiones e instintos se ve
limitada fuertemente y deja al hombre dos salidas: la primera es la de convertirse un
franco rebelde anticultural o al menos darse espacios de desahogo a través de alguna
forma para evitar la neurosis y la segunda, sublimar esos instintos, es decir, recurrir a
los desplazamientos de la libido previstos en el aparato psíquico. Esto último es
particularmente interesante, pues se trata de reorientar los fines instintivos de tal
manera que eludan la frustración del mundo exterior, de esta forma se obtienen
satisfacciones similares a las que el artista experimenta en la creación, a las que el
investigador experimenta al encontrar soluciones. A través de estas canalizaciones, se
experimentan placeres o felicidad de fuentes superiores a las puramente naturales o
instintivas, sin embargo, las satisfacciones que se obtienen de esas fuentes son tan
pasajeras como cada vez más insuficientes. El problema de la voluntad
schopenhaueriana se lee en cada reflexión de Freud, por ello el principio del placer es
imposible de llevar a cabo, sin embargo, también lo es renunciar a su búsqueda.

La crítica que Freud hace a la cultura y a sus dos hijas pródigas: la moral y la religión,
se centra en que su imposición conlleva necesariamente la renuncia y al
establecimiento de un seguro de felicidad que se asemeja más a un espejismo, pues se
trata de una protección contra el dolor mediante una transformación delirante de la
realidad. Para Freud las religiones son delirios colectivos en las que las personas
buscan caminos desesperados a la felicidad que no llevan a ningún lado, pues la
realidad es más fuerte.

El super-yo cultural ha elaborado sus ideales y erigido sus normas. Entre éstas, las que
se refieren a las relaciones de los seres humanos entre sí, están comprendidas en el
concepto de la ética. En todas las épocas se dio el mayor valor a estos sistemas éticos,
como si precisamente ellos hubieran de colmar las máximas esperanzas. En efecto, la
ética aborda aquel punto que es fácil reconocer como el más vulnerable de toda
cultura. Por consiguiente, debe ser concebida como una tentativa terapéutica, como un
ensayo destinado a lograr mediante un imperativo del super-yo lo que antes no pudo
lograr la restante labor cultural (Freud, 1999, p. 131).
Sólo en este pequeño párrafo y en un par más, Freud alude explícitamente a la ética,
lo curioso es que la concibe como un ensayo terapéutico, pues trata de resolver lo que
la cultura no pudo ni puede. Esto es, al ser el súper-yo un supresor de pulsiones y, por
ende, generador de malestar ya que las renuncias que éste impone llevan
irremediablemente a la insatisfacción del campo pulsional, lo que la ética va a generar
son satisfacciones en plano cultural. Así pues, para ponerlo en palabras de Freud, la
ética es un ensayo destinado a lograr mediante un imperativo del súper-yo lo que
antes no pudo lograr la restante labor cultural: satisfacción, logrando de esa manera
una salida terapéutica al malestar cultural por la represión pulsional y es que el
hombre necesita forzosamente obtener alguna satisfacción y una acción o
comportamiento éticos parecen ser los únicos que pueden proveerle cierto descanso en
medio de su malestar.

Concepcion del hombre

El ser humano como realidad dual: el dualismo Por dualismo se entiende aquella idea que postula
que existen dos realidades completamente diferentes, antagónicas e independientes que
conforman el universo y hacen que éste y el mundo existan. Normalmente, se identifican dos
realidades que son: una material y otra espiritual, que componen el mundo. Respecto al ser
humano, también podemos pensarlo como realidad dual, o como conformado por dos sustancias
diferentes. En el presente apartado, veremos dos tipos de dualismos: Uno fuerte, que defiende
que existen dos sustancias irreductibles entre sí, y cuya naturaleza es totalmente contraria entre
sí; y un dualismo débil, que es aquél que, aun pudiendo reconocer “mínimamente” el dualismo, no
cree que esas realidades puedan ser separadas (o separables) o que una sea más relevante que la
otra, sino que las dos partes son interdependientes. También veremos una postura contraria al
dualismo que será el monismo. Éste último defenderá que sólo existe una sustancia o realidad por
la cual está compuesto el mundo y el hombre. Como de lo que trata este tema es del ser humano,
vemos cómo serán las concepciones dualistas fuertes, las débiles y las monistas que explican la
naturaleza ontológica del mismo. En este caso hablaremos pues, de dualismo antropológico.

Dualismo antropológico fuerte Este tipo de dualismo divide al ser humano en dos sustancias que
serán el alma, o mente, por un lado, y el cuerpo por otro. Ambas realidades, como hemos visto en
el punto anterior, serán independientes entre sí y, aún más determinante, una de las realidades
será siempre más importante que la otra. Por regla general será el alma la sustancia que más peso
tendrá. Veamos qué representaciones hay en la historia de la filosofía de esta posición. A. El
dualismo antropológico de Platón. Platón (Atenas, 428/427 a. C – 347 a. C.) fue uno de los
pensadores más importantes de todos los tiempos. Tanto es así que un filósofo contemporáneo
llegó a decir que toda la Historia de la Filosofía no es más que notas y comentarios sobre el
pensamiento de Platón. La mayor parte de sus escritos están redactados en forma de diálogo, por
ello, son conocidos como “diálogos platónicos”. Su amigo y maestro fue Sócrates, presente en
numerosas ocasiones en los citados diálogos. Para Platón, la filosofía es fundamentalmente
ontología, o un saber acerca de la realidad. De aquí que su dualismo antropológico se subordine al
“dualismo ontológico” que defiende, y es que en Plantón la realidad está conformada por dos
clases de sustancias: 4 - El mundo sensible, formado con lo que podemos captar por nuestros
sentidos. Es un mundo perecedero y que está sujeto a continuo cambio donde no hay nada
permanente. A este mundo pertenece también nuestro cuerpo físico. - El mundo inteligible, o
mundo de las Ideas, formado por entidades de carácter no físico, no sensible. Son las ideas
perfectas de todo lo que forma parte del mundo sensible. Éstas son realidades, y existen
independientemente. A ellas solo se puede acceder a través de la inteligencia, por eso se dice que
son inteligibles. Esta realidad, el Mundo de las Ideas, será la verdadera, inmortal, perfecta y
fundamento del mundo sensible. Pues bien, teniendo esto en cuenta, decir que, de la misma
forma en que el mundo se halla dividido de esta manera, el ser humano también cuenta con dos
partes: el alma y el cuerpo. Cada una presenta una naturaleza distinta a la de la otra. Y esto es fácil
de comprender con el siguiente ejemplo: ¿por qué somos capaces de oler la rosa? Porque lo
percibimos a través de nuestro cuerpo sensible que interactúa con otros cuerpos físicos. Esto es,
tenemos conocimiento del mundo físico (aunque éste sea impreciso y sujeto a cambios
constantes) porque nuestro cuerpo forma parte de este mundo. Ahora bien, ¿cómo es posible
tener conocimiento de las Ideas si éstas no son de naturaleza sensible? Patón dirá que las
conocemos a través del alma, que es de igual naturaleza que esas Ideas, a saber, inteligible. El
alma será relacionada con la razón del hombre y su naturaleza será inmaterial, mientras que el
cuerpo se encuentra inmerso en lo visible, forma parte del Mundo Sensible12. Para Platón, el
cuerpo es la “cárcel” del alma, ya que impide, con sus necesidades físicas, el correcto desarrollo de
ésta para alcanzar el pleno conocimiento. Para que un ciudadano llegue a ser virtuoso habrá de
desprenderse de cualquier llamamiento del cuerpo y centrarse sólo en las peticiones del alma, que
no son otras que las relacionadas con la sabiduría y el conocimiento de las ideas. En resumen: - Las
características del cuerpo serán: sensible y material, con lo cual será perecedero y aparente, pues
no hay verdad en el mundo sensible, sino que todo lo que vemos y sentimos son imágenes
imperfectas de las ideas. - Las características del alma serán: se corresponde con la razón y se
asemeja, al contrario que el cuerpo, a lo invisible, al Mundo de las Ideas, a lo divino. El alma será
inmortal y debe regir al cuerpo, destinado para obedecer y ser mandado13. Los filósofos, según
escribe Platón en el Fedón, son un claro ejemplo de correcto uso de la razón y abstinencia de
cualquier deseo del cuerpo. Texto de Platón: " Mientras tengamos el cuerpo, y nuestra alma se
halle entremezclada con semejante mal, no poseeremos suficientemente aquello que deseamos,
es decir, la verdad. El cuerpo, en efecto, nos acarrea incontables distracciones debido a la
necesidad del sustento, y, por si fuera poco, lo atacan enfermedades que nos impiden el
conocimiento de lo real. Nos llena de amores, deseos, temores, toda clase de imágenes y
tonterías; de tal modo que en lo que de él depende jamás nos sería posible ser sabios. También las
guerras, discordias y batallas las acarrean el cuerpo y sus deseos..La purificación consiste -como
dice la antigua sentencia- 5 en "separar al alma del cuerpo" y que aquella se acostumbre a
concentrarse sobre sí misma desde todas las partes del cuerpo, y a recogerse y a vivir en lo posible
-tanto en lo presente como en lo futuro- sola en sí, liberándose del cuerpo, como si se tratara de
cadenas... ¿Y no es la muerte una liberación del alma con respecto al cuerpo? Por eso los que
filosofan de verdad se preparan para morir...

El dualismo antropológico de Descartes René Descartes (1596-1650) es un filósofo, físico y


matemático francés, considerado el padre de la filosofía moderna. Su pensamiento se
contextualiza en la revolución científica que se dio durante los siglos XVI y XVII en Europa en la que
él mismo participó. Se impone, desde Galileo (1564-1642) a Newton (1642-1727), un nuevo
paradigma conocido como “mecánica clásica”, cuyas características, determinantes en la nueva
concepción del mundo, son el mecanicismo, el determinismo y la reducción de lo cualitativo a lo
cuantitativo. Como hemos visto con Platón, Descartes también postulará un dualismo
antropológico. La diferencia entre ambas concepciones radicará en que, en este caso, el dualismo
antropológico no “se sigue” de una ontología, como en el caso de Platón sino que, Descartes
concibe la filosofía, fundamentalmente, como epistemología. Es por ello por lo que sus reflexiones
comienzan por el intento de encontrar un fundamento al conocimiento. Hay que llegar a un
conocimiento tal del que no quepa duda alguna sobre él. Será necesario llegar al conocimiento
científico a través de un método racional que revolucionará todo el panorama filosófico. Es a
través de él que llega a la concepción dual del ser humano. Después retomaremos esta cuestión
no sin antes ver en qué consiste este dualismo. Para empezar, decir que en Descartes el ser
humano está compuesto por dos instancias, al igual que en Platón, totalmente independientes
entre sí ya que la una puede vivir sin la otra y viceversa. Una parte será el alma, la razón, el
intelecto, cuya característica primordial será el pensamiento; la otra será el cuerpo, cuya
característica fundamental será la extensión o que ocupa lugar. Son dos sustancias diferentes. La
primera recibe el nombre de Res cogitans (o sustancia pensante), y la segunda será conocida como
Res extensa (o sustancia corpórea). La pregunta ahora es, ¿cómo llega Descartes a esa conclusión
dualista? Nuestro autor plantea la necesidad de la filosofía de llegar al conocimiento verdadero a
través de un nuevo método que sea capaz de garantizar la verdad de todas sus premisas. Teniendo
esto en cuenta, la forma que Descartes encuentra para dar vida a esta idea no es otra que
rechazar todo aquello como falso que pueda presentar la mínima duda. Esto es, que se duda de
todas las ideas que no se presenten al intelecto (a la razón) como claras y distintas. Lleva a cabo lo
que llama como duda metódica, ya que, dudar de todo es el camino o método que nos llevará a
aquello de lo que no pueda dudarse. Inicia con esto el moderno el movimiento filosófico llamado
Racionalismo, donde la razón, y no otra instancia, tiene absoluta importancia en la
fundamentación de todo conocimiento verdadero. 7 Ahora bien, ¿qué es lo único que, dudando de
todo, se presenta como claro y distinto a la razón? Obviamente, al dudar de todo hay sólo una
cosa de la que no se puede dudar, y esto es, de que estoy dudando y pensando. Asimismo, claro
está, que eso que piensa es una cosa que existe. De esta forma Descartes asevera el primer
principio de su filosofía: “pienso, luego existo” o, como dice en latín, “Cogito ergo sum”.

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