En alguna ocasión de nuestra vida nos percatamos de lo realmente importante
y desde eso momento no lo soltamos jamás. Es imposible no sacrificarse por ello, es automático como respirar. Nos vemos obligados a hacer lo que debemos hacer dejando lo que queremos para después o nunca, no hay opción al igual que no hay culpa. Apostamos nuestra vida cada día a la sociedad del rendimiento sin haber disfrutado este cuerpo, teniendo la capacidad de interactuar con el mundo material, nos vemos obligados a consumir placebos inventados por los demás para su propio beneficio. Somos naturalmente buenos, siempre vamos a querer el bien para los demás, a menos que él individualismo, hedonismo, materialismo, salvajismo y el ego se tornen protagonista y nos ganen la partida.