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¿Cómo elegir lo
correcto?
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Capítulos:
1. Una pelea.
2. Dos desconocidos.
3. Sabemos tanto uno del otro.
4. Deseando estar desconectada.
5. Un accidente.
6. Con uno y sin otro.
7. No eres un extraño y no tendrás mi palabra.
8. Una decisión.
9. No soy como ella.
10. La gota que colmo el vaso.
11. Un océano de secretos.
12. Pensamientos.
13. Una emergencia o algo parecido.
14. Recordando momentos.
15. Son cosas de chicas.
16. Una cena entre amigos.
17. Matar a mi amiga.
18. En el sillón.
19. Escapando.
20. Lo voy a intentar.
21. Todo termino.
22. Te quiero.
23. Con Kimi.
24. Nuestras familias.
25. En la playa.
26. Jornada de limpieza.
27. El jardín.
28. Helados.
29. Nada de hombres.
30. Arrepentirme.
31. Todo sigue igual.
32. Olvidar.
33. Escondido.
34. Algo de tarea.
35. Mentiras.
36. Traición.
37. Es real.
38. Como antes.
39. Egoísmo.
40. Mi propio cuento de hadas.
Epílogo
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Capítulo uno – Una pelea.
Estaba oscuro, frío y silencioso. Tenía los dedos de las manos y de los
pies entumecidos a causa del frío. Casi no podía moverme.
La chica nueva y más deseada del colegio era alta y esbelta, tenía el
cabello largo y rubio. Siempre usaba ropa de última moda y todos los chicos del
colegio incluido Jerry, mi mejor amigo, estaban a sus pies, como si fueran sus
súbditos.
El estaba muy ansioso por la fiesta, sabía que Mary le tiraba onda y
pensaba que en la fiesta sucedería algo. Pero yo sabía que no era verdad,
sería mi sexto sentido femenino, la intuición, la que me decía que Jerry saldría
lastimado. Se lo comenté, le dije lo que pensaba pero él no me escucho. Me
dijo que solo estaba paranoica, que Mary era buena persona, yo sabía que era
todo lo contrario.
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estaba en un pasillo algo pequeño comparado con el tamaño del resto de la
casa. Jerry no estaba solo si no que estaba con una chica, era Mary. La misma
Mary que había visto hacía unos segundos, peleando bucalmente con otro
chico. La mire con despreció, nunca pero nunca me había caído bien y ahora
menos. Me acerque a ellos y tire del brazo de Jerry para llevarlo conmigo.
- ¿Qué haces? – gritó este confundido y algo enojado.
- ¿Es que no te das cuenta? – pregunto casi gritando.
- ¿Cuenta de qué? De lo único que me doy cuenta es que me acabas de
interrumpir el mejor momento de mi vida – me gritó Jerry.
- ¿El mejor momento de tu vida? – repetí – lamentó arruinarte tu mejor
momento pero Mary no es para ti.
- ¿Y tu qué sabes lo que es bueno para mi? – pregunto Jerry más
enojado que antes.
- La vi besándose con un chico unos segundos antes que a ti – le dije
todavía tranquila.
- Mientes – contestó dándose la vuelta.
- Sabes muy bien que yo no te mentiría nunca – le dije algo triste porque
no me creía.
- Solo dices cosas en contra de Mary por que no te cae bien – me gritó y
se dio la vuelta para volver por el pasillo junto a Mary.
El estaba con Mary haciendo quien sabe que y yo estaba llorando sola
en una calle que ni el nombre sabía. Estaba muy agitada y tenía miedo, no
sabía si era miedo a la oscuridad del lugar o miedo a perder a mi mejor amigo.
Se que peleamos por una estupidez pero esa era la razón de mi miedo:
¡nosotros nunca peleamos!
¿Es que tanto puede cambiar un chico en una noche? Me apoyé contra
la pared más cercana que encontré, debía pensar- Había corrido casi tres
cuadras para escapar de la fiesta y ahora no sabía ni como volver a mi casa y
tampoco regresaría a la fiesta.
Estaba todo oscuro, no había ninguna luz, como mucho podía ver hasta
la esquina. Miré otra vez, en dirección al hombre, cada vez estaba más cerca
mío, caminaba tambaleándose parecía borracho.
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no me importaba. Solo quería escapar del hombre. Agudicé el oído y sentí las
pisadas de tras de mi, ¡el hombre me seguía!
¿Qué tenía que hacer correr hasta caer? ¿Dejarme agarrar por aquel
extraño? ¿O qué?
Casi estaba por llegar a la tercer cuadra cuando vi que una puerta se
abría ¿Tenía esperanzas de escapar de un loco borracho o iba a pasar yo por
loca al meterme en la casa de un desconocido?
Levante la vista, y negué levemente, tenía todos los ojos hinchados por
el llanto. Se levantó y se fue por una habitación cercana. Me abrasé las piernas
llorando. Volvió con un vaso de agua, me lo ofreció.
- Toma.
- Gracias – contesté con la poca voz que tenía y tomé el agua. Esperó a
mi lado y cuando notó que ya estaba más tranquila me hablo.
- ¿Estas bien? ¿Sucedió algo afuera?
- Si, un hombre me perseguía – respondí con un hilo de voz.
- ¿Quieres que llame a la policía? – me consultó.
- No – dije, seguro que el hombre ya se había ido – lo siento, no quería
que esto pasará – no tenía palabras para disculparme y explicar lo ocurrido.
- Esta bien no te preocupes – dijo el chico al parecer sabía como me
sentía yo en ese momento – solo intenta calmarte y después me contas, veni –
me tendió la mano – vamos al sillón vas a estar más cómoda.
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mirado. Estaba mirando para otro lado pero seguro que sentía mi mirada sobre
su espalda.
No quería molestarlo así que volteé mi rostro hacía otro lado. Tiré la
cabeza hacía atrás y cerré los ojos para pensar un segundo.
Abrí los ojos cuando el son dio en mi cara. Me había dormido en la casa
de aquel extraño, no sabía donde estaba, no sabía que había pasado con Jerry
y la fiesta y tampoco sabía quien era el dueño de la casa.
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llegaste. Ah, yo no peleé con mi mejor amigo, Jack. Ahora sabemos tanto uno
del otro como para no ser desconocidos. Una placer Charlie – terminó de
hablar y me dedicó una sonrisa. Extendió su mano, yo supuse que para
estrecharla con la mía.
- Un… un gusto – dudé al tomar su mano.
- ¿Ahora te quedas a desayunar?
- Lo siento pero debo volver a casa, mi mamá debe estar como loca, por
cierto ¿Qué más le dijiste a Jerry?
- Bueno luego de que le conté como estabas y cuando el preocupado me
contó que habían peleado, supuse que por su culpa estabas así, entonces le
corté – explicó tranquilo.
- ¿No le has dicho nada más? ¿Y ahora cómo se supone que regresé a
casa? Tenía que regresar con él.
- Yo te llevaré.
- No gracias prefiero ir sola, llamare un remis.
- Deberás deja que te lleve, una vez que intento ser amable con una
chica linda, no lo puedes rechazar.
Claro, piensa que nos vamos a encontrar otra vez. Yo volver a verlo, a
él, un completo extraño, no perdón, si sabía quien era, conocía donde viví, su
nombre y su edad. Bueno, si para él eso era suficiente para mi no. Entré en mi
casa y mi madre corrió a abrazarme.
Eso no la convenció demasiado pero ella me conoce tan bien que sabe
cuando necesito estar sola, así que no hizo más preguntas y me dejo ir. Subí a
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mi habitación y me preparé para un baño. Conecté mi mp4 para escuchar a los
Jonas Brothers mi banda de música favorita, me puse los auriculares y me metí
en la bañera para tomar un largo y relajante baño, tenía mucho en que pensar.
Sentí mi celular vibrar, lo había dejado junto a mi mp4 solo por las
dudas, nadie sabe cuando puede resultar útil y cuando no, como ayer a la
noche.
Escondí otra vez mi teléfono, esta vez entre la ropa limpia porque si caía
en el lavarropas me quedaría sin teléfono.
Conecté mi laptop para comenzar mi reporte. Como toda computara
moderna, lo primero que se abre es el msn.
“Al fin una señal tuya” recibí de Jerry, al abrirse la ventean, la cerré
automáticamente y cerré sesión en el msn. De mal humor comencé con mi
tarea.
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- Será solo un segundo – dijo ella y me colocó el teléfono en la oreja. –
Parece un buen chico.
A veces pensaba que mi madre estaba del lado de los demás con el plan
de arruinarme la vida.
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- ¿Hola?
- Hola, ¿Hablo con Charlie Fuxson?
- Si, ella habla ¿Quién es usted? – pregunte, se suponía que era el móvil
de Nicholas.
- Le hablo desde el hospital para informarle que Nicholas Sven a tenido
un accidente.
Me cambie mi ropa de entre casa por algo más formal, ropa la que uno
se pone cuando va al hospital y peine mi cabello color castaño claro para que
no digan mira ahí viene la que recién se levanta y me fui directo al hospital.
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pared estaba la cama donde reposaba Nicholas. Me acerqué a la camilla y lo
observe parecía que estaba bien, tenía varías vendas pero nada para
preocuparse.
Me volteé para mirarlo a los ojos, nunca antes lo había hecho y de lo que
me había perdido. Tenía unos hermosos ojos color gris claro casi celeste. Me
quedé aturdida sin siquiera pestañar. Él pincho mi burbuja.
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Busqué su teléfono entre sus cosas en la bolsita y recorrí el directorio
para telefonear a su amigo el tal Jack.
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Nos habíamos pasado la mañana hablando y contándonos nuestras
vidas y también la de Nicholas ya que él no estaba presente para poder
relatarla. Él seguía con los estudios, desde que había llegado Jack el médico
no lo había liberado.
No sabíamos si era porque algo iba mal o por pura rutina. Tanta espera
me ponía nerviosa. Había telefoneado a mi madre para comentarle lo sucedido
y para evitar que se preocupara por mi ausencia.
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Muy bien justo lo que necesitaba escuchar “por ti”. Pero un segundo, yo,
sus padres y Elizabeth. Elizabeth ¿Quién era Elizabeth?
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No le contesté, todavía estaba muy dolida porque no me había creído.
Siempre habías confiado el uno con el otro y ahora porque un tercero se mete
entre nosotros, el ya no me cree.
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- Charlie, hay un chico abajo que te busca, dice que es tu amigo
Nicholas – tiró de mis sabanas hasta dejarlas en el piso.
- Estoy durmiendo – dije con un hilo de voz, si mi madre hubiera
prestado atención habría notado que había estado llorando.
- ale baja, parece buen chico.
- Esta bien ahora bajo – me levanté de un salto y me oculte en el baño.
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- ¿Por qué sonríes así? – pregunto Nicholas volteando hacía mi.
- No es nada – mentí - ¿Mi madre te dejo subir?
- Si, toma son para vos – extendió sus brazos para darme un ramo de
flores blancas y una caja de bombones – gracias por estar conmigo ayer – se
acerco a mi y me dio un largo beso en la mejilla, sus labios suaves y delicados
tocaron mi mejilla produciendo que esta se tornara roja y que mi corazón se
acelerara. ¡Cálmate corazón!
- No... ha… hay porque- tartamudeé nerviosa, tomé las flores y las
observe por largo rato.
- ¿No te gustan? – pregunto Nicholas mirándome a los ojos.
- Claro que me gustan – dije sonriendo tontamente – es que nunca nadie
me regalo flores.
- ¿Nadie? – negué levemente - ¿Es qué ningún novio te ha dado
algunas?
- Nunca he tenido novio – dije avergonzada, era verdad nunca me había
gustado tanto un chico como para llegar a enamorarme. Mis relaciones con los
chicos nos pasaban de compañero de clase o mejor amigo, aunque solo una
persona había pasado ese estatus y ahora ya no lo tenía. Mis enamoramientos
nunca pasaban más lejos que hasta mi diario y solo duraban unas cuantas
hojas o a veces hasta que el diario se acabara.
- ¿Lo dices enserio? ¿O es una broma? – dije riendo un poco.
- Es verdad y no te rías – le di la espalda y camine a la mesa que estaba
junto a la ventana para cambiar las flores viejas por las nuevas y dejar la caja
de bombones ahí.
- Solo me río de los idiotas que no te vieron – sentí que caminaba hasta
mi lado – eres tan linda ¿Cómo nunca nadie se enamoro de ti?
- Ya deja de decir pavadas – dije sonrojada completamente - ¿A qué has
venido?
- ¿Es qué no puedo visitar a una amiga?
- Si puede.
- Bueno hoy me dieron el alta y no puedo trabajar por una semana y
bueno no tengo nada mejor que hacer.
- ¿Pero si tienes que hacer reposo que haces acá? – pregunté
preocupada como siempre que me interesaba en alguien.
- Ayer me visitaste vos ¿No? Bueno hoy me toca a mi… ¿Quieres salir?
- Pero es lunes mañana tengo instituto y mi mamá piensa que vas un
grado más abajo que yo – agregué y lo observe parecía sorprendido – no soy
la única que no aprueba a los desconocidos.
- Bueno esta bien, pero vamos aunque sea un ratito a la plaza de acá
cerca, total es temprano.
- Okey, vamos – tomé mi teléfono y mis llaves.
- Si – festejó él.
- ¡Mamá salgo! Vuelvo en un rato – grité antes de cerrar la puerta de la
calle.
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- Si pero no quiero hablar de eso ahora – dije mientras el me hamacaba
en el columpio.
- ¿Entonces qué te apetece hacer? – preguntó y por sorpresa comenzó
a hacerme cosquillas.
- Ya para… - me retorcía tanto que terminé por caer para atrás llevando
a Nicholas conmigo – ves lo que logras.
Primero apoyó suave y cálidamente sus labios sobre los míos, espero mi
reacción, pero yo no podía reaccionar, no me movía y creo que tampoco
respiraba. Me había tomado por sorpresa y nunca había espero eso y menos
de él. Me recordé respirar. Había cerrado los ojos por inercia. Noté cuando sus
labios se separaron de los míos y sentí que la felicidad me abandonaba.
Busque sus labios, sin abrir los ojos aun, escuche su risa y luego volví a sentir
sus labios sobre los míos. Esta vez el beso fue más profundo, era maravilloso,
algo que nunca había experimentado antes. Se separo de mi cuando se acordó
de que debía respirar como todo humano que era.
Abrí los ojos lentamente y me encontré con los de él, tan hermosos
como siempre con ere brillo particular que transmitía pureza y sinceridad.
Observe su rostro, sus mejillas levemente coloreadas por un tono rojizo y sus
labios rojos y algo hinchados por nuestro beso, me sonrojé.
Volví a pasar mi vista por su rostro, sus hermosos labios rojos que me
producían ganas de volver a besarlos. Y sus ojos que ahora tenían una nota de
tristeza. Me separé de él, ahora con facilidad. Deslicé sus brazos hasta soltaré
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de ellos y me incorporé sentándome en el piso junto a él. Se acomodo a mi
lado y me tomó de la mano, eso ya no me molestaba y no proteste.
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Me dormí comiendo mis bombones, feliz. No soñé nada esa noche, solo
dormí. Me desperté con la alarma de mi celular y el grito de mi madre que me
decía que ya tenía listo el desayuno. Salté de la cama para darme una ducha
rápida. Me cambie con mis jeans favoritos y una remera negra con una camisa
celeste por encima. Antes de salir de mi cuarto olí las flores y salí sonriendo.
- Te vi ayer con un chico ¿Quién es? – preguntó él sin sacar los ojos de
mi y sin mover la mano de mi libro. Intente evitar su mirada pero me fue
imposible – Anda, dale, no seas infantil.
- ¿Qué yo no sea infantil? – pregunté enfadada, eso que había dicho era
la gota que colmo el vaso – escucha esto porque esta es la última vez que lo
repito. Tu era o eres mi mejor amigo y lo sabes Jay, sabes que nunca te
mentiría. Ahora presta atención, yo nunca invitaría algo para hacerte daño y si
te cuento algo que vi es porque es verdad. Créeme cuando te digo que unos
segundos antes de besarte a ti ella estaba con otro. Ahora bueno, tú no me has
creído, lo que me lleva a pensar que no soy tan amiga tuya como pensaba.
Entonces por eso no puedes venir y controlar con quien me beso y con quien
no. Si me permites – me levanté de mi asiento y saque con fuerza el libro y lo
arrojé en mi mochila para luego salir de la clase a toda prisa – no quiero que
me hables.
Salí corriendo por el pasillo del instituto hasta salir para esconderme tras
unos árboles del bosque cercano mientras una lágrima caía por mi mejilla, de
seguro ya era oficial había perdido a mi mejor y único amigo. Me deje caer
contra el árbol más cercano y escondí mi cabeza entre mis brazos mientras
lloraba.
Me tomó la cara entre sus manos para que lo vea, cerré los ojos porque
no quería mirarlo y sabía lo que me esperaba pero ya estaba cansada de
discutir con él. Sentí sus labios hermosos, suaves y dulces tocando
delicadamente los míos, se fue acercando lentamente esperando que yo no lo
rechazara, pero al sentir ese contacto algo despertó en mí y no pude hacerme
atrás y escuchar ami cabeza. Tenía que corresponderle y quería responderle.
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Lo abrasé por el cuello respondiendo al beso con más pasión y fervor, que en
el beso con Nicholas.
Esto no podía esta pasando, él era mi amigo y nada más ¿Aparte qué yo
no estaba sintiendo algo por Nicholas? Ahora tenía que pasar esto con Jerry,
esto no estaba bien.
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No entendía lo que sentía por Jerry, ya llevábamos más de dieciocho
años de amistad y nunca había pasado nada como esto.- Puede ser porque
ninguno había estado con alguien antes como para sentir celos del otro. Ahora
si entiendo la frase: uno no quiero lo que tiene hasta que lo pierde. Pero yo no
había sentido celos de Mary, solo le dije a Jerry lo que ella hacía para que no
salga lastimado, en cambio el si sintió celos por mi y Nicholas.
La pregunta era: ¿Qué sentía ahora por Jerry? El chico que siempre
había estado a mi lado para defenderme, ayudarme, ser mi confidente, pedirme
un concejo o simplemente para pasar el rato, ahora sabía que no era solo una
amistad, era más profundo.
- ¿Qué pasará con esto ahora? – preguntó serio y algo preocupado ¿Por
qué me lo preguntaba a mi? ¿Es qué no podía decidirlo él?
- No lo sé, es que… yo… y Nic…
- Si ya sé… - comenzó con tono de decepción – tu sales con ese chico
¿Verdad?
- Nicholas, no, no salgo con él, pero han pasado tantas cosas en esta
semana que ya no se que pensar de todo esto. Estoy confundida y tengo
miedo.
- ¿Miedo? ¿Miedo de qué?
- De perderte como amigo, perder nuestra amistad, perder lo que estoy
comenzando con Nicholas, esto es mucho – rompí en llanto, sentí que me
abrazaba, no quería que me viera hacía, escondí mi rostro entre mis manos –
no me veas así – le dije apenada.
- Char, mírame – levantó mi rostro hacía él – eres hermosa así y de
todas las formas que se te ocurran siempre eres linda.
- Jay – quería que me soltara, no podía estar con ninguno de los dos,
era un error, a Nicholas no lo conocía y Jerry era mi mejor amigo y así tenía
que ser – déjame ir, tengo y quiero irme a casa – me levante y corrí.
- Char, no me dejes quédate.
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- ¿Dónde estoy? – pregunte cuando abrí los ojos, la luz me molesto así
que los volví a cerrar - ¿Qué me paso?
Me resigné. No podía discutir contra ellos iba a ser una batalla perdida y
no tenía fuerzas. Me solté de la mano de ambos, no tenía ganas de pelear ni
de dejarlos ganar. Me di la vuelta y me escondí entre las frazadas, después de
eso no sé que más ocurrió con ambos.
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orden e mi madre y de mis amigos, si es que ellos se consideraban mis
amigos. Jerry debía de pensar que entre nosotros pasaría algo más, que
nuestra relación llegaría a pasar de nuestra amistad. Y Nicholas, creyendo que
podíamos llegar a conocernos y seguir adelante con lo nuestro sin ningún
obstáculo. Se equivocaba si había un obstáculo, Jerry. Ambos era un obstáculo
para poder tener una relación limpia con cualquiera de los dos, ambos me
quería, yo quería a ambos y no sabía que hacer.
Cerré los ojos, me encontré con sus rostros en mis parpados mirándome
fijamente con una mirada de suplica que me pedían que los protegiera y
transmitían la sensaciones de querer estar a mi lado a cada segundo ¿Cómo
vivir con eso? No podía, abrí los ojos otra vez mirando al techo, tendría que
elegir, uno de los dos pero como hacerlo. Jerry había corrido a mi luego de
saber que su noviecita lo engaño, no podía confiar muco. Y Nicholas, con
Nicholas no había nada malo porque recién lo conocía ¿Qué iba a hacer?
Era imposible volver a cerrar los ojos, cada vez que lo hacía me
encontraba con sus rostros, ambas miradas me llenaban de culpa y no podía
evitarlas. Me levante y caminé al baño, al pasar por la ventana me encontré
con en la mesa bajo ella las flores que Nicholas me había dado, marchitas, las
miré con tristeza. No las iba a quitar todavía no.
Entre al baño y me senté en el piso frío, eso me haría bien para pensar,
tenía mucho en que pensar, pensar y pensar, estaría toda una vida pensando y
pensando sin llegar a ninguna conclusión. Debería dejar que el destino siguiera
su curso y decidiera por mí, ya que me era imposible elegir, mi situación era la
misma que cuando a un niño se le da a elegir entre unos caramelos o un
juguete nuevo. Elija cual elija luego querrá el otro sin importar lo que pase.
Tenía que hablar del tema con alguien y ya no era posible que lo
charlara con Jerry, era más que imposible. Como pedía que en esos momentos
que Kristen apareciera por la puerta y me escuchara, que me diera sus
concejos, esos que siempre me ayudaban, que me protegían y en ocasiones
me hacían reír.
A todo esto ya eran las cinco y diez minutos. Busque mi teléfono entre la
ropa sucia donde estaría mi pantalón, el último que había usado. Marqué su
número y la llamé. Estaba loca por hacerlo a esa hora de la madrugada y
después de casi un año de ausencia, pero ella ya me conocía y no le
importaba.
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- ¿Hola? – me contestó una voz media dormida, yo diría que toda
dormida, se parecía a la de Kristen cuando la llamaba los días de instituto que
se quedaba dormida.
- ¿Kris? – pregunté a pesar de que sabía que era ella la que me
hablaba.
- ¿Charlie? – ahora su voz no sonaba dormida sino que parecía
sorprendida, no esperaba mi llamado.
- La misma de siempre – le informé mientras sonreía para mí ya que
nadie podía verme.
- ¡Charlie! – gritó efusivamente parecía que ya se le había quietado todo
el sueño – ¿Por qué nunca llamas?
- Kristen, ¿Dime qué es lo que estoy haciendo justo ahora? – le pregunte
feliz de poder comunicarme con mi mejor amiga.
- Me estas llamando – afirmó – pero solo lo haces con una emergencia o
algo parecido ¿Qué tienes?
- Jerry…
- ¿Qué le sucedió? – pregunto alarmada ella, los tres éramos mejores
amigos o aún lo seguíamos siendo pero quien sabe, el tiempo y la distancia lo
arruinan todo. No eran dos palabras para estar juntas en una oración cuando
se referían a amistad o romance.
- Nada, a él nada – contesté lo más seria posible, no quería preocuparla,
solo necesitaba hablar con ella un rato, calmar mis nervios como siempre.
- ¿Entonces? – preguntó con la voz alarmada, como yo no la quería
escuchar – cuéntame ya Charlie Fuxson!
- CreoquemeenamoredeJerry – largué de una vez y sin vueltas.
- ¿Que? – me gritó desde el otro lado del teléfono.
- Lo que te he dicho, no quiero repetirlo – dije algo avergonzada por
habérselo contado.
- Bueno, pero… Hay! No sé que decirte! – me dijo un tanto confundida.
- No sé… pero dime algo ya! O me voy a volver loca! – le pedí, no
aguantaba más necesitaba que alguien me dijera que hacer, con quien
quedarme, algo, lo más mínimo.
- Pero, espera ¿Cuál es el problema de eso? – pregunto ella
- Nicholas…
- No, solo se llama Jerry – me corrigió mi amiga, a lo qué yo pensé que
si así fuera y solo sea una persona sería mucho más fácil.
- No es el mismo – comencé con la explicación nerviosa por lo que dría.
- ¿Cómo que no es el mismo? Ay amiga la verdad no te comprendo para
nada.
- Lo siento, me gusta contarlo, ya me conoces – dije apenada.
- ¿Sabes qué? Tengo una idea, mañana voy a estar ahí a primera hora –
dije y colgó el teléfono para que no tuviera oportunidad de reprocharle nada.
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Me había quedado dormida en el piso del baño, el sol ya entraba por la
ventana que había junto a la bañera. No me desperté hasta que sentí mi
teléfono sonar. Aún dormida y con los ojos cerrados lo busque por el piso,
cuando lo encontré, contesté.
Salí del agua, aún cantando y bailando, divertida. Me cambié con una
del as mejores ropas que tenía y solo para recibir a mí amiga Kristen, mi mejor
amiga de toda la vida.
Miré mi reloj, las nueve menos cuarto. Kristen había dicho que venía a
primera hora pero cuando era primera hora. Pasó un rato y sonó el timbre.
Salté del sillón y corrí a la puerta, abrí sin preguntar quien era.
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- Puedes soltarme Char – me dijo intentando separarse un poco de mis
brazos – todavía no me voy.
- Déjame, ya paso casi un año sin verte – dije sin soltarla.
- Eres imposible amiga – me dijo riendo leve pero no me soltó.
La solté luego de unos segundos, había sido un error dejarla ir. Debía
estar con ella hasta el último segundo, no podía vivir otro año sin ella.
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- Ehmm… no… creo que se me paso, lo siento – no sabía donde
meterme.
- ¡Hoy hable contigo y no has pronunciado palabra alguna sobre esto! –
me acuso Jerry que no soltaba a Kristen, cosa que me dio celos.
- La verdad, yo le dije que no te diga - me cubrió dándose cuenta de
porque no le había dicho.
- Pero tú… - comenzó a quejarse.
- Pero yo se lo pedí y ahora si nos dejas – dijo empujándolo a la puerta.
- Me quiero quedar, hace un año que no te ceo – pidió él.
- No, no, tenemos cosas que hablar y son cosas de chicas, ¡Tú te vas! –
le gritó medio en broma medio en serio al sacarlo por la puerta.
- Luego te llamamos – le dije antes de que cerrara la puerta – gracias –
le dije a mi amiga.
- Creo que una torta nos espera y tú tienes mucho de que contarme.
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Capítulo dieciséis – Una cena.
- Yo lo invité – me explicó aunque eso era obvio, por eso había usado mi
teléfono.
- ¿Algo que no sea obvio? – pregunte terminando de bajar las escaleras
APRA reunirme con ellos en el living de mi casa.
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- Bueno en verdad me hablaste tanto de Nicholas que quería conocerlo
entonces organicé una cena entre amigos, tu madre trajo pizzas de la
panadería.
- Me parece que ustedes dos tiene que hablar de algo ¿no? – pregunto
ella y la fulminé con la mirada, estaba decidido: Nicholas se iba y yo la mataba-
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Yo la consideraba mi mejor amiga. Pero ¿De verdad lo era? ¡Ella me
metía en más problemas! Que pretendía que yo termine en brazos de Nicholas,
no creo que eso sea posible, yo había dicho que no quería a ninguno o
¿Todavía no me había decidido? Al parecer no.
- Bueno, la verdad es que estoy muerta, el viaje fue cansador ¿No les
importa si me marcho? – pregunto mientras se levantaba de la mesa y nos
echaba miradas a ambos.
- Esta bien – respondió rápidamente Nicholas captando el doble sentido
de mi amiga por lo que enrojecí al segundo.
- Hay torta – nos avisó ella antes de poner un pie en la escalera - la que
hicimos hoy Char.
- Si, gracias – le dije con un tono irónico.
- Bueno creo que tenemos que hablar ¿no? – pregunto Nicholas a la vez
que se levantaba y me ofrecía su mano para ir al sillón. Tímidamente la tomé.
Se sentó demasiado cerca mío y eso me incomodo pero a él no por lo que se
espero para que yo le hablará sobre el tema que tanto me asustaba.
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ya no podía. El beso cada vez era más profundo. Me gustaba y me dejaba sin
aire.
Yo por mi parte no quería abrir los ojos estaba muy a gusto en donde me
encontraba, estaba abrazada a el chico más lindo y tierno del mundo, bueno en
realidad eran dos chicos, Nicholas no era él único y eso luego tendría que
elegir. Pero ahora no quería pensar en ello, me abrace más a mí… Bueno no
sé le dice a alguien que no es tu novio pero es más que un amigo.
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- Char – escuché la voz de Nicholas cerca de mí.
- mm... – murmuré soñolienta, sin querer abrir los ojos por la luz del sol
que entraba en la habitación.
- Buen día – saludó y presiono sus labios contra los míos.
Me lavé los dientes y la cara. Peine mi cabello. Al salir ella me tiro una
remera limpia y un short. Me los cambie rápidamente. Cogí mi celular y corrí
escaleras abajo.
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Se recostó contra un árbol y me sentó en sus piernas acunándome
contra su pecho. Suspiré y cerré los ojos pensando en lo que diría.
- ¿Qué va mal?
- Jerry – solo el pronunciar su nombre basto para que Nicholas
entendiera lo que sucedía.
- A eso me refería con lo de no presionarte – me explicó.
- Lo siento.
- No es tu culpa - me calló con un abrazo – ¿pero tu quieres intentar
que tengamos algo?
Esta decidido iba a intentar tener algo con Nicholas. Tenía suficientes
razones que me permitían estar con él.
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- ¿Entonces? – pregunto observándome - ¿Es un si? – pregunto con
miedo a mi respuesta.
Lo único que pude hacer fue asentir con la cabeza mientras sonreía y él
se acercaba a besarme otra vez.
Ahora sabía lo que sentía la gente en las novelas cuando lloran por la
pérdida de alguien, sentía un vacío en medio del pecho como si alguien me
hubiera arrancado un pedaso de mí. Me encontraba en una habitación oscura
en la que no hay ni una pizca de luz.
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Recordaba cada momento que había pasado en compañía de Jerry,
todos mis recuerdos eran nítidos y perfectos hasta hace unas semanas. A
veces pensaba que una amistad de una década duraría por mucho más que
eso pero que fácil se rompía esa relación, en tan solo unos días.
¿Cómo podía permitir eso? ¿Qué mi relación con Jerry terminará? Así
como si nada. Eso no cabía en la lista de deseos a cumplir, pero la verdad era
que si Jerry no creía lo que yo le decía para que seguir intentando.
No podía hacer pasar por eso a Nicholas, él no había hecho nada malo
no tendría que pagar por mi lamentos, era injusto para él.
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- No importa ya – me di un beso en la cabeza mientras acariciaba mi
espalda – ¿por qué mejor no te acuestas a descansar?
- No quiero.
- Bueno parece que solo nos quedan unas horas juntos – tomo una
tostada y me ofreció.
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toda la tarde con Jerry y eso me molestaba un poco pero seguro lo había
hecho para dejarme tiempo a solas con Nicholas. Cuando ella volvió no se
hablo del tema y le agradecí por eso.
- Esta bien nos vemos a las tres – la saludé y me fui al colegio.
- Hola – me saludo con un pequeño beso en los labios pero sin despegar
la mirada de Jerry quien también nos observaba, paso a nuestro lado y siguió
sin detenerse. Volví mi vista a Nicholas.
- ¿Qué haces acá? – pregunte sonriendo abrazada a su cintura.
- Acompañarte al colegio antes de ir a trabajar.
- Todavía no te conozco ¿De qué trabajas?
- Administración en un restaurante.
- Wow que bueno – dije admirándolo.
- El papá de Jack es el dueño.
- Ah, es perfecto.
- Bueno vamos que llegaremos tarde – caminamos al instituto
rápidamente, llegamos justo cuando sonó el timbre – nos vemos después.
- No, quedé con Kristen… te llamo – le prometí y lo bese antes de entrar.
Kimi era otra de mis amigas, alta, flaca, con pelo castaño oscuro a
diferencia del mío, tenía unos hermosos rulos, bien formados. Y sus ojos era
color verde claro, era muy linda. Me caía bien ya que siempre era amable con
todos. Y siempre podías divertirte con ella.
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En la clase de matemática no tuve otra opción que sentarme con Jerry,
procuré no mirarlo en ningún momento y lo logré. Por su parte no me dirigió la
palabra.
A la salida volví con Kimi, ella se puso muy contesta de ver a Kristen al
igual que ella. Pasamos toda la tarde en la plaza. Hablamos hasta más no
poder. Se hizo de noche y tuvimos que regresar. Yo había prometido hablar
con Nicholas esa tarde para vernos, así que por eso decidí interrumpir nuestra
charla donde Kristen nos estaba contando todo sobre su vida, como le había
ido en el último año que no la habíamos visto.
Arreglamos para ir a bailar el sábado a la noche, así que yo saldría con
Nicholas esta noche. Y Kristen tenía pensado pasar su tiempo con Jerry.
Al llegar a casa, luego de comer algo con Kristen, recién cuando ella se
había metido en la ducha llamé a Nicholas.
- Tu también estas lindo – sonreí mirándolo tenía unos jeans tipo chupín
negros, una remera blanca y una camisa a cuadros con tono azules - ¿Vamos?
- Claro – tomo mi abrigo y cartera mientras yo cerraba la puerta de la
calle. Fuimos en su auto a un restaurante bastante costoso en la ciudad.
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- Vaya, si que tienes un trabajo bueno – inquirí sorprendida.
- Si, el papá de Jack es muy bueno conmigo – comentó y me dio el
menú.
- Elije lo que quieras yo invitó – al ver el menú y los precios caros
imagine los platos que tendría que lavar el después de la cena.
- Es muy caro - me quejé - ¿Cómo lo pagarás?
- Me ofendes ¿Cuánto crees que gano?
- No lo sé pero aún me sigue pareciendo demasiado.
- No te hagas problema por eso.
- Esta bien.
Elegí uno de los platos del menú, no el más caro pero si valía bastante.
Pidió lo mismo que yo y también bebida quería que tomáramos vino pero yo no
tomo así que bebimos gaseosa.
Pero al cumplir los doce años, ya no me creí sus historias de que por
trabajo se iba porque cada una o dos semanas desaparecía por meses y nunca
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volvía para las festividades ya sea de mi cumpleaños u otra cosa. Así que ese
año lo enfrenté, mi madre se puso de mi lado, ya que para sus cumpleaños
ocurría lo mismo. Le exigimos que nos contara la verdad de porque cada unos
pocos días se marchaba y no regresaba no quiso decirnos nada. Es el día de
hoy que sigo sin saber el motivo. Ese día fue cuando se marcho, armo sus
bolsos se fue y nunca más volvió.
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que ninguno de los dos nos preocupábamos por llenarlo con palabras que no
tendrían sentido en ese momento.
Volví a recostarme sobre su pecho y ahí me quede durante largo rato sin
moverme. Otra vez jugo con mi cabello, pero estaba termino con su mano
sobre mi hombro y espalda desnuda, la parte que no estaba cubierta por la tela
de mi vestido, eso me estremeció pero me gusto y no me quejé por ello. Él lo
tomo como un permiso a seguir y bajo sus caricias hasta donde la espalda
pierde el nombre y ahí si me tome el atrevimiento de retirar su mano.
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- Tenemos que volver, han pasado dos horas.
- ¡Mi madre! – grité levantándome de golpe.
- Hoy me ayudarás a limpiar – dijo mi madre cuando abrí los ojos del
todo. Guarde varías palabrotas que quería decirle y me escondí otra vez entre
las sabanas – Eso te ganas por salir hasta tarde. En una hora te quiero abajo,
lista para trabajar.
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Bajé corriendo las escaleras cuando aún cuando faltaban un cuarto de
hora para que se cumpliera el tiempo que mi madre me había dado, así que me
preparé un café y me lo tomé rápido y la busqué por la casa.
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- Bueno y ¿Eso para qué era? – pregunte confundida.
- Nuestra tarde juntos pero hubo cambio de planes.
- Ah claro, bueno entra y desase el camino hecho, es la primera puerta
junto a la escalera.
- No me perderé.
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- No, después de que has cortado su jardín, te lo debe. Yo usaré el de
ella.
- Genial.
Tomé de mi habitación una pollera blanca cortita, una remera rosa claro
y una camisa a juego. También ropa íntima y unos zapatos. Lo dejé a él en el
baño de mi habitación y yo salí para usar el de mi madre.
Pedí nuestros helados bastantes grandes y los pagué. Salí junto a él, me
senté a su lado y le dí el suyo.
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- No eres el único que gana su propia plata – le indiqué. El lugar era caro
si, pero yo podía pagarlo.
- Déjame probar – pidió y le acerqué mi helado de chocolate blanco y
limón. Tanto que apropósito manche su nariz.
- Que lindo – riendo se acercó a mi y limpió su nariz en mi mejilla – no –
me intenté separar pero era tarde, tenía la cara con helado.
- Char – gritó la pequeña de unos cinco o seis años, ella venía casi
todas las semanas a casad e Jerry a visitarlo.
- Hola Angy – le pasé mi helado a Nicholas que me miraba sorprendido y
alcé a la niña de cabello rubio en mi regazo – que helado tan rico.
- Hola – saludó Jerry obligadamente al llegar a nuestro lado.
- Hola – respondimos a la vez con Nicholas.
- Angy creo que debemos regresar a casa – dijo Jerry a la niña.
- No – dijo ella abrazándome.
- Pequeña, no te puedes quedar conmigo – dije mirando a Jerry quien se
acerco y sacó a Angy de mis brazos – nos veremos otro día ¿Si? – mentí a la
pequeña de ojos celestes.
- Adiós – saludó Jerry con tristeza en su voz.
- Cau Char – saludó la niña y se marcho con su primo.
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- Wow – me separé tomando aire y me di cuenta de porque lo había
hecho, Jerry nos miraba desde su puerta donde jugaba con Angy – Eres un
idiota – le grité a Nicholas y entré en mi casa enojada.
- Hasta que llegas – mi amiga dejo a un lado su libro y camino hacía mi
– no pareces feliz.
- Es un tonto, me besó enfrente de Jerry - le dije a mi amiga.
- ¿Y eso que tiene? – pregunto sin comprender.
- No quiero lastimarlo más
- Bueno eso no importa ahora, vamos a cambiarnos.
- ¿Qué hora es?
- Las siete y media.
Estábamos por subir las escaleras cuando el timbre sonó. Kristen corrió
a atender era Kimi.
Pasamos un rato decidiendo que color de uñar usar para combinar con
la ropa que luego usaríamos. Una vez listas nuestras uñas seguimos con el
maquillaje, a m no me gustaba mucho por lo que use poco. Pero ellas, si se
pintaron y bastante.
Para el peinado me planche el pelo y después dejé que las chicas
jugaran con el ya que no me molestaba que me hicieran cosas en la cabeza,
me gustaba experimentar peinados nuevos.
Como no hacía frío, buscamos ropa liviana para usar. Me puse un short
blanco. Una remera estampada negra y un saco gris sin mangas y largo
enzima. Todo haciendo juego. Use unas sandalias con toca, negras. Me puse
muchos collares y pulseras como siempre.
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Las chicas se vistieron; Kimi casi como yo pero con una falda y de otro
color. Y Kristen uso un vestido, cortito para lucir sus perfectas y largas piernas.
Gracias a ella antes con mi amigo, con Jerry, porque parecía que ya no
era mi amigo, podíamos hacer viajes. Nos divertíamos mucho juntos y sin
destruir su auto.
Con Kimi no pensábamos así, nos daba un poco de pena decir que no a
los chicos. Pero en verdad tenía que hacerlo pues como había dicho Kristen yo
tenía novio y no quería serle infiel ni con unos días juntos ni nunca, ese era mi
concepto de estar enamorada.
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Me separe de ellas y las dejé bailando entre la multitud. Me abrí paso
entre la gente y logré llegar a los baños, por un pasillo, el cual también estaba
alborotado de gente. En realidad parejas que parecían comerse unos a los
otros sin importar que los vieran.
Pero cuando salí no me encontré con la mujer que pasa a cada rato para
limpiar un poco si no con Jerry, mi amigo, que hasta donde yo sabía el no
trabajaba de conserje.
Tanto lo deseaba que ahora soñaba con él, tenía que despertar. Un
novio me esperaba en casa. Lo empujé por el pecho para separarlo pero me
agarró por las muñecas e insistió en besarme. Yo no quería responderle. No
podía. No debía. Él ya no pertenecía a mi vida.
Dejó caer mis manos pero no se aparto, subió otra vez a mi mejilla y me
acarició Sueve. Giré mi rostro y él me acompaño con la mano.
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Tenía toda la razón del mundo, yo lo amaba. Más de lo que imaginaba,
siempre lo había amado y siempre lo había sabido. Pero ya era tarde para
asumirlo, yo estaba con Nicholas y no podía engañarlo o dejarlo o algo
parecido. ¿Qué debía hacer? No lo sabía.
Otra vez enfocó mi rostro para que quedara a la altura de sus ojos y
poder ver los míos. Se quedó inmóvil durante unos minutos, esperaba que yo
saliera corriendo, cosa que ahora no haría. Me dejé caer contra la pared sobre
el piso. Se acomodo a mi lado y tomo mi mano. No intenté separarme.
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- ¿Te quedas a dormir? – pregunte a Kimi en el camino a casa.
- No, regresaré a casa. Tengo todo en el auto – informó.
- Entonces nos vemos el lunes – la saludé y baje del auto.
- Espero nos veamos antes de que te vayas – escuche decir a Kimi.
- Si nos juntaremos uno de estos días.
Cerré los ojos para intentar dormir, pero el sueño no venía, solo tenía las
imágenes de lo último ocurrido en mi cabeza y no había nada más.
Jerry, Jerry y más Jerry. Era en lo único que podía pensar ¿Qué podía
hacer ahora? No me quedaba otra. Ya nos habíamos arreglado, a medias. Pero
había un pequeño inconveniente: Nicholas.
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algunos decían que cuando consultas las ideas con la almohada se aclara
todo. No lo creía posible pero lo intentaría.
Lo que había hecho con Nicholas había sido reemplazarlo por Jerry, con
las flores podría hacer lo mismo, para que estén sanas y relucientes, llenas de
vida, pero no serían las mismas. Nuera sería lo mismo. Yo ya había jugado mis
cartas y ahora tenía que aguantarme lo que fuera.
Yo había elegido las flores, aunque ahora estén marchitas yo las quería
y ahora tenía que vivir con eso. Las quité del florero y las arrojé a la basura.
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Comenzamos el trabajo de mala gana, ya que estábamos muy dormidas
por el baile de la noche anterior, no tendríamos que haber salido, pero era el
único día que tenía para poder estar con Kristen, en la semana tenía escuela y
el miércoles ella se iría otra vez y no tenía idea cunado regresaría, capaz que
pronto, capaz que nunca. Y por eso no quería desperdiciar mi tiempo, quería
pasarlo con ella.
Lo miré sin responder, es que no era obvio que yo estaba saliendo con
él, nos había visto el día anterior en la heladería, como si no fuera suficiente.
Miré a Jerry, asustada. Nicholas no debía saber que Jerry estaba ahí,
qué pensaría. Tenía que esconderlo como fuera. Me moví muy deprisa por lo
que tiré un montón de cubiertos que había sobre una mesa, ellos escucharon el
ruido.
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Capítulo treintitres – Escondido.
Ahora sentía incomodidad al estar tan cerca de Jerry sentía mis mejillas
enrojecer fuertemente ante la cercanía de nuestros cuerpos. Habíamos vivido
las mil y una juntos, todo lo que nos había pasado durante la vida, cosas
peores que esta situación pero ahora no podía mirarlo a la cara.
- ¡Char! – gritó Nicholas que ya sabía que yo estaba ahí, era obvio.
- Acá estoy – aparecí con una caja en las manos para simular que había
estado buscando algo – ayúdame – pedí, aunque solo estuviera simulando la
caja era pesada igual.
- Dame – me quitó la caja de las manos sin prestarme atención, parecía
buscar algo sobre mi hombro.
- ¿Qué ves? – pregunte volteándome para observar, por suerte no había
nada – vamos adelante.
- Si – dejó de mirar el lugar que solo estaba lleno de cajas y ningún otro
humano para él, solo nosotros dos.
- ¿A qué viniste? – pregunte a la vez que recogía mi trapo del piso y me
ponía a fregar las heladeras con Kristen, que cada dos segundos miraba para
el fondo.
- Te quería visitar – se acercó a mi para besarme y lo dejé, él era mi
novio.
- ¿Solo eso o querías venir a limpiar como ayer? – pregunte bromeando.
- Dame que te ayudo – me quitó el trapo de las manos y se lo saqué
rápidamente.
- No lo permitiré – seguí limpiando como lo estaba haciendo hace unos
minutos – ya hiciste mucho ayer, come unas facturas – señale las bandejas
que estaban sobre el mostrador.
Pasados unos minutos decidí que ya era suficiente para que Jerry este
encerrado en el fondo. Deje los trapos a un lado y busqué una excusa para
alejar a Nicholas de ahí.
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- Y tu también te iras – dije caminando a él para empujarlo a la salida.
- Pero quiero quedarme – dijo él sujetándome otra vez por la cintura sin
soltarme, se acerco a mí para besarme, pero lo frene.
- ¡Jerry! ¡Déjame! ¡No quiero que me vuelvas a tocar! – le grité, era hora
de que ponga los puntos en claro, el no era mi novio, apenas mi amigo – tu
eres apenas mi novio, no tienes derecho a besarme ni a tocarme.
- Sabes que piensas diferente ¿No? – objetó levantado una ceja -
¿Cuándo va a ser el día que sigas a tus sentimientos de una vez?
- ¿Y cuándo va a ser el día que dejes de ser insistente?
- Nunca
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- Fuimos por los colorantes que pidió tu madre y después con Kristen
fuimos al Shopping – no parecía muy convencido por lo que había hecho, por
eso no le creía, por alguna razón no confié en él - ¿Puedo pasar?
- Voy a estar toda la tarde con las tareas – ya estábamos estacionados
frente a mi casa.
- Bueno entonces nos veremos mañana.
- Si – me acerqué para besarlo pero no me respondió como lo había
hecho las otras veces ¿Debía preocuparme? Bajé del auto y entre en mi casa,
desconcertada.
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Lo miré a los ojos, sus hermosos ojos color verde, tan lindos como
siempre. Ellos miraban los míos, sin mostrar sentimiento alguno. Solo nos
mirábamos el uno al otro.
Jugó con mis cabellos como yo jugué con mis manos en su espalda.
Nuestros labios seguían pegado como si alguien hubiera puesto pegamento en
ellos. Sabía que lo que estaba haciendo estaba muy mal, pero en ese momento
no podía pensar en nada coherente.
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- Si, ¿pero tus trabajos?
- Los terminare luego. Vamos a la plaza por un rato aunque sea.
- Bueno, espero afuera.
- Vamos allí – tiró de mi para ir junto unos árboles que daban sombra en
la plaza. Se recostó junto al árbol, llevándome con él.
Ese día no le diría nada, iba a esperar unos días. Ahora me sentía bien
entre sus brazos.
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- Si, estoy – le respondí y dejé de lado la computadora para buscar los
libros y escribir lo que me faltaba.
- ¿Quieres hacer algo a la noche? – pregunto y me sorprendí de que
haya contestado tan rápido.
- Jerry, mañana tenemos instituto – tecleé y se lo envié.
- No importa, vamos a comer pizza.
- No Jerry.
- Dale, dale – empezó a mandar una lluvia de “dales” que molestaban.
- ¡Esta bien! – tecleé en mayúscula para que frenara.
- Te busco en una hora.
- Ok.
Era la verdad, los quería a ambos y no podía mentirle ya, tenía que
comenzar a decir la verdad aunque sea con alguno de los dos. La mentira no
era una posibilidad para terminar con todo eso, al contrario lo arruinaría todo,
como siempre que la usaba. No sabía mentir y la gente lo sabía.
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Íbamos de la mano junto al muelle, cuando vimos una pareja sentada
con los pies en el agua, se estaban besando. Me dio algo de envidia al verlos
ya que yo no podía estar disfrutando de Jerry o Nicholas de la misma manera
que esa chica.
Esta bien yo había hecho mal con Nicholas y Jerry, pero yo lo iba a
arreglar todo, dejaría todo limpio, todo en orden para que no haya mal
entendidos, ninguna mentira más. Pero ella me había mentido, cuando nunca
le había hecho nada a ella, siempre le había ido con la verdad. Y ella me había
recibido con la mentira.
- Vamos – Jerry tiro de mí para levantarme del piso del muelle donde yo
no dejaba de llorar.
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No podía levantarme, no tenía fuerzas para hacerlo, quería quedarme
allí para siempre. Llorando por mí amiga. Recordando los momentos que había
vivido con ella, fingiendo que nada había pasado, que no la había visto con
Nicholas. Pero no era verdad. Todo lo que veía en mi mente si había pasado.
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– No es tu culpa, tu nunca tuviste la culpa – enterré la cabeza en su
pecho. Me abrazó fuertemente por un rato hasta que me separe – vete.
- Te esperare en tu puerta - me informó y se fue.
Como pude logré salir de mi casa ya sin derramar lágrimas por ellos. No
iban a merecer mis lágrimas. Jerry tomo mi mano y caminamos en silencio
hasta el instituto. La mañana paso lenta, no preste atención en ninguna
materia, solo entregué el trabajo de literatura y de historia, sin comprender
nada de lo que ellos profesores habían dicho durante esas horas. Estaba
absorta. Esta perdida en mi mente. Solo escuchando las voces que me decían
que nada había pasado que yo estaba imaginando todo, pero yo sabía
perfectamente que lo que había visto era real y yo no imaginaba.
Al salir del instituto ese día me encontré con Nicholas que me esperaba
en la puerta del colegio, al salir lo esquive y caminé en la dirección contraría a
la que pensaba hacer. Él me siguió pero no lo escuche, me llamo mínimo unas
diez veces, no me frené en ningún momento. Seguí mi camino esperando que
en algún momento decidiera dar media vuelta y volver por donde había venido.
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- Es verdad solo paso, ella me gusta y mucho, yo no sabía lo tuyo Jerry,
no sabía que estaban junto pero se notaba que querías estar con él, esperaba
que en algún momento te fueras corriendo con él… y paso.
- Eso no paso...
- Si, el domingo a la noche, estabas con él y a la tarde igual, me lo contó
Kristen hoy.
- Bueno es verdad, lo siento, pero no sabía como decírtelo…
- Bueno ya no importa, no hay rencor… habla con Kristen se siente muy
mal.
- No quiero…
- Tienes que hacerlo, es tu mejor amiga y en dos días se va, no sabes
cuando volverá y no la quieres perder, lo sabes.
- Esta bien, hablare con ella – dije sonriendo de lado, pensaba arreglar
todo, para que se pudiera ir en paz y que nuestra amistad siguiera como
siempre.
- Genial, ella esta en tu casa, te puedo llevar – dijo él y me ofreció su
mano.
- Iré, pero mejor no – dije mirando su mano, si no íbamos a seguir juntos
tendríamos que omitir un par de cosas para que todo funcione.
- Lo siento – dije y se guardo la mano.
- Charlie, solo m quedare hasta el miércoles, solo son dos días más.
- Si, eso es lo que lamento. Siento que te voy a perder, no quiero que
pase como hace un año, no voy a poder pasar tanto tiempo sin verte y Jerry va
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a opinar lo mismo que yo, no te puedes marchar, tienes que quedarte –
supliqué, era la verdad, no aguantaría otro año sin verla, un año más sin mi
mejor amiga, no podría estar sin ella. A quien le contaría mis secretos, a quien
le pediría consejos, con quien me reiría… Con quien chusmearía cosas sobre
chicos, eran muchas las cosas que solo con ella podía hablar. No había otra.
Tendría que hacer algo para que ella se mudara conmigo, eso era
egoísmo puro, querer tenerla conmigo, sin importar su familia y sus nuevos
amigos. Todavía no había nombrado a ninguno, pero de seguro que los tenía.
Ya pensaría en algo. Ahora tenía que disfrutar del último tiempo que
pasaría con ella.
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No me convencía la idea de tenerlos a los dos juntos frente a frente, no
sabría lo que pasaría, con Nicholas habíamos aclarado todo, pero con Jerry no
había tenido oportunidad de hablar, no sabía que había pasado entre nosotros,
no sabía como seguiríamos después de lo que había sucedido. Aunque lo
había visto durante él día, el tema nunca había salido.
Pasaron cinco minutos y el timbre sonó. A veces pensaba que los chicos
eran muy desesperados o ansiosos. Con Kristen nos asomamos por la
ventana, los dos estaban ahí y se miraban incrédulos. No sabían lo que ocurría.
Abrimos la puerta, y los observe. Kristen los miró a ellos y a mí a la vez. Y ellos
no sabían que hacen, Jerry dudaba entre venía y abrazarme o esperar a que
yo haga algo. Kristen tomo la iniciativa y se acerco a saludar a su nuevo novio
con un beso, lo que no me molesto para nada. Entonces me sentí libre de ir
con mi novio y abrazarlo feliz.
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quien solo quiere por sentir aprecio por la persona y estar confundido. Una
misma se da cuenta de cómo las cosas tienen que ser, sabe lo que tiene que
hacer, pero no lo hace por temor a equivocarse. Eso era lo que había hecho yo,
en un momento de debilidad había buscado apoyo en otra persona. Creyendo
que estaba enamorada de ese chico. Pensando que Nicholas sería el amor de
mi vida, pero no era así. Lo que había pasado era que al sentir que perdía a
Jerry busqué en alguien más lo que él no podía ofrecerme. Pero ahora se bien
que él si me corresponde.
Se que lo que sentía por Nicholas no cambiara, pero tampoco será tan
fuerte como lo que me pasa con Jerry, lo que siempre me paso con Jerry, algo
que nunca supe ver y que ahora salía a la superficie y no solo yo lo podía notar
si no que ellos lo veían. Como había dicho Nicholas en la tarde, el se había
dado cuenta de cuanto amaba a Jerry con tan solo mirar mis ojos.
También sentía que nada podía estar mejor, tenía los brazos de Jerry
rodeándome por la cintura y su mejilla pegada a la mía, mientras me decía
cuanto me quería, después de haber pasado toda la infancia y la adolescencia
juntos sentía que lo conocía por demás, sentía que estaba hecho para mi, que
era la parte de mí que siempre había estado buscando, era lo que yo había
deseado, mi príncipe azul, el que alguna vez había imaginado, no había llegado
con su corcel blanco, pero había aparecido, como si el sapo que siempre había
sido mi mejor amigo, había despertado de su encanto para quedarse a mi lado
y nunca irse. Sabía que mi vida había cambiado para siempre y para mejor.
Que nunca podría pedir nada más porque ya tenía todo lo que podría necesitar.
Todo lo que uno quiere es poco en comparación con lo que tiene, uno no
puede pedir el cielo cuando ya lo tiene, no puede pedir que se bajen las
estrellas cuando la noche ya es de uno. Así como una no puede pedir que un
príncipe la rescate con su caballo blanco, cuando el príncipe siempre había
estado a su lado.
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Mi novela real, estaba con mi novio sentada en mi casa, abrazada a él
disfrutando del amor que nos rodeaba, enfrente de Kristen y Nicholas, mi mejor
amiga y el chico que había pasado de ser un desconocido a mi novio y de eso
a un amigo más, un amigo que nunca olvidaría. Y ambas parejas estábamos
contentas de saber que ahora no tendríamos que elegir entre el amor o la
amistad. Nunca más tendríamos la duda que nos perjudicaría en el fututo, esa
elección ya la habíamos hecho y sabíamos que habíamos elegido lo correcto.
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Epílogo.
- ¡Kristen vendrá a vivir acá! – les grité sin separar el aparato de mi oreja
- ¿Pero cómo paso?
- A mi padre lo trasfirieron allí, nos mudamos en menos de un mes.
- ¡Siii!
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