Está en la página 1de 1

Atraído por su imponente anatomía te acercaste sigilosamente hacia la

orilla del mar; una Venus impresionante emergió de sus aguas profundas, los

implacables rayos del sol cayeron frenéticos sobre sus muslos de bronce, dos

gotas cristalinas descendieron por sus amplios pechos desnudos; mientras que

el inquieto Eolo esparcía en el aire su blonda cabellera, sus perfectos pies

descalzos avanzaban al ritmo de sus cimbreantes caderas. La sabia naturaleza

la había dotado de una envidiable y formidable belleza, sus delicadas manos

divinas parecían las de un ángel. .

También podría gustarte