emergencias 2001;13:359-360
Editorial
Terrorismo biológico: ¿estamos preparados?
Hasta hace pocos días el escuchar algo como ".. hay un
paciente con sospecha de contacto con ántrax …" en cual-
quiera de nuestros servicios de Urgencias, nos habría parecido
a la mayoría que se trataba de algún tipo de broma. Desgra-
ciadamente, tras los acontecimientos ocurridos el 11 de Sep-
tiembre, el orden mundial ha sufrido un giro inesperado, que
ha afectado a todos los ámbitos de nuestras vidas, desde los
más generales hasta los mas cotidianos.
El mundo de la Medicina en general, y el de la Medicina
de Urgencias en particular, se ha visto implicado de una ma-
nera muy importante. Dejando de un lado todas las facetas
sobre la asistencia de emergencia en el lugar de la catástrofe
de Nueva York y de Washington, quizá el efecto más patente
del nuevo estado de lucha contra el terrorismo a nivel global
sea que se ha despertado el fantasma del terrorismo biológico.
En los Estados Unidos la situación ya había empezado a
cambiar antes del 11-S: en el año 1997, el presupuesto desti-
nado a la "biodefensa" ascendió a 137 millones de dólares;
sin embargo, en el año 2000 se gastaron más de 2 billones y
medio de dólares en programas de investigación y desarrollo
de mecanismos de defensa ante ataques biológicos1. Revisan-
do la base de datos de MEDLINE encontramos, ya en los dos
años previos a éste, numerosos artículos que expresan la pre-
ocupación sobre la posibilidad de ataques terroristas con ar-
mas biológicas2-4, ofrecen directrices ante estos eventos5, 6, dis-
cuten acerca de la posición de los médicos de Urgencias y
Emergencias7 e incluso plantean la necesidad de mejorar la
formación de postgrado respecto a esta materia8.
En nuestro país, a pesar de sufrir muy de cerca el azote
terrorista, nunca antes se había tratado el tema del bioterroris-
mo como una amenaza real. Aunque ya se conocían casos de
ataques biológicos en la Segunda Guerra Mundial1, probable-
mente el recuerdo más cercano es el del ataque con gas sarín
en el metro de Tokyo en Marzo de 1995.
A lo largo de la historia han sido muchos los agentes bio-
lógicos que ha sido estudiados para ser utilizados como arma-
mento militar. Los más conocidos son el Bacillus anthracis9,
las bacterias causantes de la peste10 y la tularemia11, la toxina
botulínica12 y el virus de la viruela13, aunque también habían
sido estudiados con fines militares los agentes productores de
la brucelosis, la fiebre Q y los virus responsables de las ence-
falitis virales y de las fiebres hemorrágicas1.
El Bacillus anthracis es probablemente el agente biológi-
co ideal para su uso con fines militares o terroristas, dada su
toxicidad, facilidad de manejo y su estabilidad durante el pro-
ceso de producción y almacenamiento1. Es el responsable del
carbunco –no confundir con la terminología sajona en la cual
la enfermedad se denomina ántrax–, cuya forma más temible
es la respiratoria (aunque la presentación más frecuente es la
forma cutánea, habitualmente leve, y es la que da nombre a la
enfermedad por el aspecto negruzco de la zona de necrosis
centtral). Se contagia por vía inhalatoria y no hay casos des-
critos de contagio directo de persona a persona. En nuestro
medio el diagnóstico se hace por medio del cultivo de sangre,
esputo o exudado nasal14. Existen tratamientos para el carbun-
co respiratorio, pero a pesar de una antibioterapia precoz la
enfermedad suele ser mortal. En caso de contacto con material
sospechoso de contener esporas de B. anthracis, se debe ini-
ciar quimioprofilaxis con ciprofloxacino. El uso de este fárma-
co está justificado por la posibilidad de que la cepa infectante
haya sido manipulada genéticamente para ser resistente a la
penicilina. El personal militar estadounidense que está en ries-
go de exposición ya está siendo vacunado contra el ántrax
desde 1998; está vacuna no está a disposición del público.
La Yersinia pestis produce una enfermedad pulmonar que
se transmite por aerosoles tras contacto íntimo con la persona
enferma de peste. El tratamiento antibiótico precoz es esen-
cial, ya que no se dispone de una vacuna efectiva. Todas las
personas en contacto con enfermos infectados o los expuestos
a contagio tras un ataque terrorista han de iniciar quimiopro-
filaxis con tetraciclina o doxiciclina.
La viruela fue oficialmente erradicada en 1977. Es una
enfermedad viral que produce síntomas generales acompaña-
dos de fiebre y un rash característico. Es mortal en un 30%
de los casos. La vacunación de rutina terminó en 1972, aun-
que debido al temor de un ataque con el virus de la viruela
las autoridades sanitarias están comenzando de nuevo a pro-
ducir la vacuna. No existe un tratamiento específico contra la
viruela, aunque en las personas expuestas, la administración
de la vacuna en los 4 primeros días tras el contacto puede
disminuir la gravedad de los síntomas e incluso evitar que se
desarrolle la enfermedad.
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Existe una amplia información acerca de estos y de otros
agentes que pueden ser usados como armamento biológico en
las páginas de internet de los Centros para el Control de las En-
fermedades (http://www.bt.cdc.gov/) y de la Food and Drug Ad-
ministration de los Estados Unidos (http://www.fda.gov/oc/opa-
com/hottopics/bioterrorism.html), que además ofrecen datos
constantemente actualizados acerca de la aparición de nuevos
casos, directrices de actuación, últimos avances en investiga-
ción, etc.
La amenaza de una ataque con armamento biológico exi-
ge por parte del sistema de salud una respuesta organizada y
racional, para que así proporcione calma y seguridad a la po-
blación, reduciéndose el impacto del mismo. Los profesiona-
les que trabajamos en los Servicios de Urgencias nos encon-
tramos en primera línea de atención a la población civil, cuya
protección ante este tipo de situaciones se hace complicada
debido a su mayor movilidad y menor disciplina en compara-
ción con la población militar1. La medida más eficaz tras un
ataque es establecer un programa de profilaxis post-exposi-
ción, que pasa por una correcta identificación del agente cau-
sal y de las condiciones en las que se produjo el brote (hora
del día, condiciones meteorológicas, etc.). La preparación del
personal sanitario de Urgencias en esta materia es crítica, ya
que de un correcto diagnóstico, profilaxis y tratamiento de la
enfermedad y del manejo adecuado de los recursos (almace-
naje y provisión de medicamentos, vacunas, etc.) depende el
éxito en el control de la situación. Los hospitales han de mo-
dificar sus estructuras para hacer frente a la descontaminación
de las posibles víctimas y a su aislamiento en el caso de que
el proceso que sufran sea contagioso, aunque esto es poco ha-
bitual en el caso de las armas biológicas. También es necesa-
ria la figura de un portavoz que en caso de crisis coordine los
esfuerzos médicos y se haga cargo de informar a la población
y a los medios de comunicación.
Se hace necesario, por tanto, profundizar en el conoci-
miento, diagnóstico y tratamiento de la situaciones producidas
por los ataques bioterroristas, así como desarrollar planes de
actuación eficaces ante posibles escenarios de guerra biológi-
ca. Ojalá nunca tengamos que defendernos de un ataque de
esta índole, pero sólo de esta forma estaremos de verdad pre-
parados para hacer frente a una realidad que, afortunadamen-
te, en esta ocasión sólo nos ha afectado tangencialmente.

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Carlos Mascías Cadavid

Servicio de Urgencias. Clínica Puerta de Hierro. Madrid

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