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Diocleciano
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Diocleciano
Emperador del Imperio romano
Istanbul - Museo archeol. - Diocleziano (284-305 d.C.) - Foto G. Dall'Orto 28-5-
2006.jpg
Cabeza de una estatua del emperador romano Diocleciano en el Museo Arqueológico de
Estambul.
Reinado
20 de noviembre de 284-1 de abril de 286 (solo)
1 de abril de 286-1 de mayo de 305 (como Augusto de Oriente, con Maximiano como
Augusto de Occidente)1
Predecesor Numeriano y Carino
Sucesor Constancio Cloro y Galerio
Información personal
Nombre secular Diocles (nombre completo desconocido) hasta su ascensión al
trono;
Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto (como emperador)2
Nacimiento c. 22 de diciembre de 2443
Salona
Fallecimiento 3 de diciembre de 3114 (67 años)
Palacio de Diocleciano, en lo que hoy es Split, Croacia
Entierro Palacio de Diocleciano. Su tumba más tarde sería convertida en una
iglesia cristiana, la catedral de Split.
Familia
Consorte Prisca
Descendencia Valeria
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Diocleciano (nombre completo: Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto;2 en latín,
Gaius Aurelius Valerius Diocletianus Augustus; c. 24 de diciembre de 2443-3 de
diciembre de 311),4 nacido con el nombre de Diocles, fue emperador de Roma desde el
20 de noviembre de 284 hasta el 1 de mayo de 305. Nacido en una familia iliria de
bajo estatus social, fue escalando puestos en la jerarquía militar hasta
convertirse en el comandante de la caballería del emperador Caro. Tras la muerte de
Caro y de su hijo Numeriano en campaña en Persia, Diocleciano fue proclamado
emperador por el ejército. Consiguió acceder al trono tras un breve enfrentamiento
con Carino, el otro hijo del emperador Caro, en la batalla del Margus, y su llegada
al poder puso fin a la crisis del siglo III.

Diocleciano nombró a Maximiano coemperador, otorgándole el título de Augusto de


occidente en 285. El 1 de marzo de 293 nombró a Galerio y a Constancio como
césares, un título similar al de príncipe o heredero del Augusto. Este nuevo
régimen, conocido como la tetrarquía, o «gobierno de cuatro», implicaba que el
gobierno del Imperio se repartía geográficamente entre los cuatro gobernantes. En
un movimiento que seguía la tendencia del siglo III hacia el absolutismo,
Diocleciano amoldó su figura a la de un autócrata, elevándose por encima de las
masas e imponiendo formas ceremoniales y arquitectónicas hacia la corte.

Diocleciano dirigió campañas militares contra las tribus sármatas y del Danubio
(285-90), contra los alamanes (288) y contra usurpadores en Egipto (297-98),
asegurando las fronteras del imperio y eliminando las amenazas contra su poder. En
299 Diocleciano dirigió las negociaciones con el Imperio sasánida, el enemigo
tradicional del Imperio romano, consiguiendo una paz duradera y favorable. Separó y
aumentó los servicios militares y civiles que los ciudadanos debían prestar al
Imperio y reorganizó las divisiones provinciales creando el gobierno más grande y
más burocratizado de la historia de Roma hasta entonces. Estableció nuevos centros
administrativos en Nicomedia, Mediolano, Antioquía y Tréveris, puntos más cercanos
a las fronteras de lo que estaba la tradicional capital en Roma.

El crecimiento burocrático y militar, las campañas militares constantes y los


proyectos constructivos incrementaron el gasto del estado e hicieron necesaria una
reforma fiscal. Al menos a partir del año 297 el sistema impositivo fue
estandarizado de forma más equitativa y con tipos impositivos en general más altos
que los que habían imperado hasta entonces.

Sin embargo, no todas sus reformas tuvieron éxito. Su Edicto sobre Precios Máximos
del año 301, norma cuyo objetivo era poner fin a la inflación mediante el control
estatal de los precios, no solo no tuvo éxito, sino que fue contraproducente y
rápidamente ignorada. Además, y aunque fue efectivo mientras Diocleciano estuvo al
mando, el sistema de la tetrarquía colapsó en el momento en que este abdicó,
sustituyéndose por la lucha por el poder entre Majencio y Constantino, hijos,
respectivamente, de Maximiano y Constancio. La Persecución de Diocleciano que tuvo
lugar entre los años 303 y 311 se convertiría en la mayor y más sangrienta
persecución oficial del imperio contra los cristianos, pero no logró su objetivo de
destruirlos. Es más, a partir del año 324 el cristianismo se convirtió en la
religión dominante del Imperio bajo el gobierno de Constantino I el Grande. Sin
embargo, a pesar de sus fracasos, las reformas de Diocleciano cambiaron de forma
fundamental la estructura del gobierno imperial y ayudaron a estabilizarlo
económica y militarmente, permitiendo que el Imperio perdurase más de cien años
más, cuando había estado a punto de colapsarse pocos años antes.

Enfermo y debilitado, Diocleciano abdicó el 1 de mayo de 305, convirtiéndose en el


primer emperador romano en dejar voluntariamente su cargo. Desde entonces vivió en
su palacio en la costa de Dalmacia, dedicado al cultivo de sus jardines y huertos.
Su palacio se convertiría en el núcleo del que surgiría la actual ciudad de Split
(Croacia).

Índice
1 Primeros años
2 Ascenso al poder
2.1 Muerte de Numeriano
2.2 Enfrentamiento con Carino
3 Gobierno
3.1 Maximiano es nombrado coemperador
3.2 Conflicto con los sármatas y los persas
3.3 Maximiano es nombrado Augusto
4 La tetrarquía
4.1 Fundación de la tetrarquía
4.2 Conflictos en los Balcanes y en Egipto
4.3 Guerra contra Persia
4.3.1 Invasión y contrainvasión
4.3.2 Negociaciones de paz
5 Persecuciones religiosas
5.1 Primeras persecuciones
5.2 La gran persecución
6 Últimos años
6.1 Enfermedad y abdicación
6.2 Retiro y muerte
7 Reformas
7.1 Política e ideología
7.2 Administración
7.3 Derecho
7.4 Ejército
7.5 Reformas económicas
7.5.1 Reforma impositiva
7.5.2 Reforma monetaria
8 Legado
9 Tratamiento oficial
10 Notas
11 Citas
12 Referencias
12.1 Fuentes primarias
12.2 Fuentes secundarias
13 Enlaces externos
Primeros años
Diocleciano probablemente nació en Salona, en Dalmacia, en algún momento cercano al
año 244.3 Sus padres le llamaron Διοκλής (Diocles), o puede que Diocles Valerio.5
El historiador Timothy Barnes considera como posible fecha de nacimiento su
cumpleaños oficial, el 22 de diciembre, si bien otros historiadores no están tan
seguros de ello.6 Los padres de Diocleciano (entonces Diocles) eran de bajo estatus
social, y los escritores críticos con su gobierno afirman que su padre era un
escriba o un liberto del senador Anulino, o incluso llegan a afirmar que el propio
Diocles era él mismo un liberto. Sus primeros cuarenta años de vida son muy
oscuros.7 El cronista bizantino Juan Zonaras afirma que era el Dux de Mesia,8 lo
que equivaldría a un comandante de las fuerzas asentadas en el bajo Danubio.9 Por
otro lado, y según la Historia Augusta, habría servido también en la Galia, pero se
trata de un dato poco fiable para los historiadores modernos, ya que no es
corroborado por otras fuentes.10

Ascenso al poder
Muerte de Numeriano

Mapa del Imperio romano c. 400.


La muerte del emperador Caro en plena campaña contra el Imperio persa supuso la
llegada al poder de sus impopulares hijos, Numeriano y Carino. Carino avanzó
directamente hacia Roma desde la Galia, llegando en enero de 284. Numeriano, sin
embargo, permaneció al mando del ejército en la parte oriental del imperio, en
donde se encontraba también en campaña junto a su padre.11 La retirada romana de
Persia se realizó de forma ordenada gracias a que el rey persa Bahram II se
encontraba en plena lucha por establecer su autoridad y no podía enviar sus fuerzas
contra ellos.12 En cualquier caso, en marzo de 284 Numeriano solo había logrado
llegar a Emesa (Homs), en Siria, y en noviembre de ese año todavía se encontraba en
Asia Menor.13 Aparentemente en Emesa todavía estaba vivo y con buena salud,14 pero
tras dejar la ciudad sus oficiales, incluyendo al prefecto del pretorio Arrio Aper,
informaron de que sufría una inflamación ocular y, desde ese momento, viajó en un
carromato cerrado.15 Cuando el ejército llegó a Bitinia,11 algunos de los soldados
de Numeriano percibieron un olor a putrefacción que emanaba del carro.12 Abrieron
las cortinas y encontraron el cadáver de Numeriano.16

Arrio Aper solo informaría oficialmente de la muerte de Numeriano entonces, en el


mes de noviembre.17 Los generales y tribunos de Numeriano formaron un concilio para
determinar la sucesión, y eligieron a Diocles como nuevo emperador,18 a pesar de
los esfuerzos de Aper por conseguir el apoyo de los oficiales.17 El 20 de noviembre
de 284 el ejército de oriente se reunió en una colina situada a unos 8 kilómetros
(5 millas) de Nicomedia. El ejército aclamó unánimemente a Diocles como su nuevo
Augusto, que aceptó formalmente la púrpura imperial. Levantó su espada a la luz del
sol e hizo un juramento en el que rechazaba cualquier responsabilidad por la muerte
de Numeriano. Afirmó que Aper había matado a Numeriano19 y, a la vista de todos, le
clavó su espada y le mató.20 Según la Historia Augusta, habría citado a Virgilio
mientras lo hacía.21 Poco después Diocles cambió su nombre por el de Diocleciano,
de carácter más latino,22 pasando a llamarse Cayo Aurelio Valerio Diocleciano.23

Enfrentamiento con Carino


Busto de Carino. Museos Capitolinos, Roma.
Tras su ascensión al trono, Diocleciano y Lucio Cesonio Baso24 fueron nombrados
cónsules25 y asumieron las fasces en lugar de Carino y Numeriano. Baso era miembro
de una familia senatorial de Campania, un antiguo cónsul y procónsul de África.
Había sido elegido por Probo como señal de distinción.26 Se trataba de un hombre
con capacidad en las labores de gobierno en las que Diocleciano, presumiblemente,
no tenía experiencia.17 Por otro lado, el nombramiento de Baso simbolizaba el
rechazo de Diocleciano al gobierno romano de Carino, y su negativa a aceptar un
estatus inferior a cualquier otro emperador,26 así como su intención de continuar
una colaboración a largo plazo entre las aristocracias senatoriales y militares del
imperio.17 También vinculaba su éxito al del Senado, de quien necesitaba el apoyo
para llegar a Roma.26

Sin embargo, Diocleciano no era el único candidato a sustituir a Carino en el


trono. El usurpador Sabino Juliano, el corrector Venetiae de Carino, se hizo con el
control del norte de Italia y de Panonia tras la aclamación como emperador de
Diocleciano.27 Este hecho es conocido, entre otras cosas, debido a que hizo acuñar
monedas desde la fábrica de moneda de Siscia, en la actual Sisak, Croacia,
declarándose a sí mismo emperador y prometiendo la libertad a sus súbditos. Esto
ayudaría políticamente a Diocleciano, que lo utilizó para defender en su propaganda
un retrato de Carino como un tirano cruel y opresivo.28 Sin embargo, las tropas con
las que contaba Juliano eran débiles, y fueron dispersadas fácilmente cuanto los
ejércitos de Carino fueron trasladados desde Britania al norte de Italia.
Diocleciano era, como líder de un Oriente unido, la amenaza más importante para la
posición de Carino.29 Durante el invierno de 284-285, Diocleciano hizo avanzar a
sus tropas por los Balcanes. En la primavera, algún tiempo después del mes de
mayo,30 su ejército se enfrentó al de Carino en el río Margus, en Mesia. En la
actualidad se ha estimado la localización de la batalla entre el monte Aureus
(Seone, al oeste de Smederevo) y Viminacium,26 cerca de la actual Belgrado, en
Serbia.31

A pesar de contar con un ejército más fuerte, Carino tenía la posición más débil.
Su gobierno era impopular, llegándose a alegar que Carino había maltratado al
Senado y seducido a las esposas de sus oficiales.32 Es posible que Flavio
Constancio, el gobernador de Dalmacia, hubiese desertado al bando de Diocleciano al
comienzo de la primavera.33 Cuando comenzó la batalla del Margus el prefecto de
Carino, Aristóbulo, también desertó.17 En el transcurso de la batalla Carino murió,
posiblemente a manos de uno de sus hombres (probablemente Aristóbulo), y la
victoria final fue de Diocleciano. Entonces ambos ejércitos, tanto de Oriente como
de Occidente, le aclamaron como su emperador.34 Diocleciano exigió un juramento de
lealtad al ejército derrotado y partió hacia Italia.35

Gobierno
Es posible que, inmediatamente después de la batalla del Margus, Diocleciano se
viese involucrado en batallas contra los cuados y los marcomanos. Finalmente llegó
al norte de Italia para hacerse con el gobierno imperial, aunque se desconoce si
Diocleciano llegó a visitar la ciudad de Roma en esta época.36 Existe una acuñación
de moneda contemporánea que sugiere la celebración de un adventus (llegada) a la
ciudad,37 pero algunos historiadores modernos defienden que Diocleciano evitó la
ciudad, y que lo hizo conscientemente. La ciudad y el Senado ya no eran
políticamente relevantes para el destino del imperio, y Diocleciano pretendía
enviarles ese mensaje. Es más, Diocleciano fechó su reinado a partir de su
aclamación por el ejército, y no por la fecha de ratificación por el Senado,38
siguiendo la práctica establecida por Caro, que había declarado que la ratificación
senatorial era una formalidad inútil.39 En cualquier caso, si Diocleciano llegó a
entrar en Roma tras su acceso al trono, no debió permanecer mucho tiempo en la
ciudad;40 existen datos que le sitúan en los Balcanes el 2 de noviembre de 285 en
una campaña militar contra los sármatas.41
Diocleciano sustituyó al prefecto de Roma por su colega consular, Baso. La mayoría
de los oficiales que habían servido con Carino, sin embargo, mantuvieron sus cargos
con Diocleciano en el poder.42 En una obra de Aurelio Víctor se hace referencia a
un acto inusual de clementia,43 en virtud del cual Diocleciano no mató ni depuso al
prefecto del pretorio y cónsul Aristóbulo, sino que le confirmó en ambos cargos,44
y más tarde le otorgó el proconsulado de África y el rango de prefecto urbano.45 Es
probable que las otras personas que mantuvieron sus cargos también hubieran
traicionado a Carino.46

Maximiano es nombrado coemperador

La consistente lealtad de Maximiano hacia Diocleciano demostró ser un importante


componente de los primeros éxitos de la tetrarquía.47
La historia reciente había demostrado que el gobierno unitario del imperio era
peligroso para su estabilidad, y los asesinatos de Aureliano (r. 270-75) y de Probo
eran una muestra de ello.17 El conflicto hervía en cada provincia del imperio,
desde la Galia hasta Siria y desde Egipto hasta el bajo Danubio. Era demasiado para
que una sola persona lo pudiera controlar, por lo que Diocleciano necesitaba un
lugarteniente.48 En algún momento de 285, en Mediolano (actual Milán)nota 1
Diocleciano ascendió a su compañero y oficial Maximiano al cargo de césar,
haciéndole coemperador.51

El concepto del gobierno dual no era nuevo en el Imperio romano. César Augusto, el
primer emperador (27 a. C.-14 d. C.), ya había compartido el poder con sus colegas,
y hubo una figura más semejante a la del coemperador a partir de Marco Aurelio
(161-180).52 Además hacía poco, el emperador Caro y sus hijos habían gobernado
conjuntamente. Diocleciano, en ese sentido, estaba en una situación más débil que
sus predecesores porque tenía una hija, Valeria, pero no tenía hijos varones. El
coemperador debía proceder, por tanto, de fuera de su familia, lo cual implicaba
mayores problemas de lealtad.53 Algunos historiadores defienden que Diocleciano, al
igual que algunos emperadores anteriores, adoptó a Maximiano como su filius
Augusti, el «hijo del Augusto», en el momento de su nombramiento.54 Sin embargo, se
trata de una posibilidad que no está generalmente aceptada.55

La relación política entre Diocleciano y Maximiano fue investida de connotaciones


religiosas cuando, aproximadamente en 287, Diocleciano asumió el título Iovius y
Maximiano el de Herculius.56 Es probable que estos títulos tuvieran la intención de
vincular a los dos líderes ciertas características de los dioses a los que hacían
referencia: Diocleciano, asumiendo el rol de Júpiter, se encargaba de los roles
dominantes sobre la planificación y el mando. Maximiano, en el rol de Hércules,
actuaba como el héroe subordinado a Júpiter.57 En cualquier caso, y a pesar de esas
connotaciones religiosas, los emperadores no eran «dioses» en la tradición del
culto imperial. En realidad, eran vistos como los representantes de los dioses, que
hacían su voluntad en la tierra.58 Este desplazamiento hacia la santificación
divina a partir de la mera aclamación militar permitía alejar de las manos del
ejército el poder de elegir emperadores. La legitimación religiosa permitía que
Diocleciano y Maximiano estuviesen en un estatus superior al que pudieran situarse
los rivales potenciales que estuviesen amparados solamente en el poder militar o en
cuestiones dinásticas.59

Tras su aclamación, Maximiano fue enviado a someter la rebelión de los bagaudas en


la Galia. Diocleciano, por su parte, volvió a Oriente.60

Conflicto con los sármatas y los persas


El avance de Diocleciano fue lento. El 2 de noviembre todavía se encontraba en
Citivas Iovia (Botivo, cerca de Ptuj, Eslovenia).61 En los Balcanes, durante el
otoño de 285, se encontró con una tribu de sármatas que solicitaron asistencia del
emperador. En particular, los sármatas solicitaron a Diocleciano ayuda para
recuperar sus tierras o bien, en su defecto, derechos sobre los pastos en
territorio del Imperio, pero Diocleciano contestó negativamente a ambas peticiones
y se enfrentó militarmente a ellos, aunque no fue capaz de obtener una victoria
definitiva. Las presiones nómadas sobre la gran llanura europea se mantuvieron, y
más tarde el imperio tendría que volver a enfrentarse a los sármatas.62 Diocleciano
pasó el invierno en Nicomedia,nota 2 y es posible que se produjese entonces una
revuelta en las provincias orientales, provocada por el hecho de que Diocleciano
trajo consigo colonos de la provincia romana de Asia para hacerse cargo de las
granjas deshabitadas de Tracia.64 El emperador visitó Judea la primavera
siguientenota 3 y probablemente volvió a Nicomedia para pasar el invierno.

Durante la estancia de Diocleciano en Oriente tuvo lugar un éxito diplomático


relativo al conflicto con Persia: en 287, el rey Bahram II le ofreció valiosos
regalos, declaró la amistad abierta con el imperio e invitó a Diocleciano a
visitarle.67 Las fuentes romanas insisten en que se trató de un acto totalmente
voluntario.68 Durante la misma época, posiblemente en 287,69 Persia renunció a sus
reclamaciones sobre Armenia y reconoció la autoridad romana sobre el territorio al
oeste y sur del Tigris, con lo que la parte occidental de Armenia quedó incorporada
al imperio romano como provincia. Tiridates III, miembro de la dinastía arsácida y
pretendiente del trono armenio a la vez que cliente de Roma, había sido desheredado
y forzado a refugiarse en el imperio romano tras la conquista persa de los años
252-253. En 287 volvió a reclamar la parte oriental de su dominio y no encontró
oposición.70 Los regalos de Bahram II fueron vistos como un símbolo de victoria en
el marco de las guerras entre Roma y Persia, y Diocleciano fue alabado como el
«fundador de la paz eterna». Estos hechos pudieron representar la formalización del
fin de la campaña oriental del emperador Caro, que probablemente terminó con un
acuerdo de paz.71 A la terminación de los enfrentamientos con los persas,
Diocleciano reorganizó la frontera de Mesopotamia y fortificó la ciudad de
Circesium, Siria, en el Éufrates.72

Maximiano es nombrado Augusto


Las campañas militares de Maximiano no fueron tan fáciles como las de Diocleciano.
Los bagaudas fueron sometidos fácilmente, pero Carausio, el hombre al que había
puesto al mando de las operaciones contra los piratas sajones y francos de la costa
sajona, había comenzado a apropiarse del botín tomado a los piratas. Maximiano
emitió una pena de muerte contra su subordinado, que huyó del continente y se
proclamó a sí mismo Augusto, consiguiendo iniciar una revuelta en Britania y en
noroeste de la Galia.73 Espoleado por la crisis, el 1 de abril de 286,74nota 4
Maximiano adoptó el título de augusto.78 Se trata de un nombramiento inusual, por
cuanto era imposible que Diocleciano hubiese estado presente como testigo del
evento. Se ha sugerido que Maximiano pudiera haber usurpado el título, y sólo más
tarde habría sido reconocido por Diocleciano para evitar una guerra civil.79 Sin
embargo, esta posibilidad no está generalmente aceptada, debido a que no está claro
si Diocleciano estaba de acuerdo con la medida, y si quiso que Maximiano actuara
con la suficiente independencia.80

Antoniniano de Carausio, usurpador rebelde de Britania. Las principales evidencias


del reinado de Carausio proceden de la acuñación de moneda, que en general fue de
buena calidad.81
Maximiano se dio cuenta de que no podía terminar con el comandante rebelde de forma
rápida, por lo que previamente, durante la campaña de 287, se dedicó a hacer la
guerra a las tribus de más allá del Rin.82 Durante la primavera siguiente Maximiano
preparó una flota para la expedición militar contra Carausio. Diocleciano, por su
parte, volvió del este para encontrarse con Maximiano, y prepararon una campaña
conjunta contra los alamanes. Diocleciano invadió Germania desde Raecia mientras
que Maximiano avanzaba desde Maguncia, y cada uno de los emperadores iba arrasando
con los cultivos y las provisiones que encontraba a su paso, destruyendo los medios
de subsistencia de los germanos.83 Con esta campaña los dos emperadores
consiguieron ampliar el territorio romano, permitiendo que Maximiano pudiera
centrarse en los preparativos de la campaña contra Carausio sin ningún tipo de
distracción.84 A su vuelta al este, Diocleciano ganó lo que probablemente fue otra
rápida campaña contra los sármatas. No han llegado detalles sobre esos hechos, si
bien las inscripciones existentes indican que Diocleciano adoptó el título
Sarmaticus Maximus después de 289.85

En oriente, Diocleciano encabezó diversas actividades diplomáticas dirigidas a las


tribus del desierto que habitaban el territorio entre Roma y Persia. Es posible que
pudiera intentar persuadirles para aliarse con Roma, reviviendo la antigua esfera
de influencia romana en Palmira,86 o puede que simplemente intentase reducir la
frecuencia de sus incursiones sobre el territorio del imperio.87 No existen
detalles sobre estos eventos.88 Algunos de los príncipes de estos estados eran
clientes o vasallos de Persia, hecho que pudiera haber incrementado la tensión
entre los dos imperios.89 En occidente, Maximiano perdió la flota construida entre
288 y 289, probablemente a comienzos de la primavera de 290. El autor del
panegírico en el que se hace referencia a esta pérdida sugiere que pudo haberse
producido por culpa de una tormenta,90 pero también es posible que dicha excusa no
sea más que un intento del autor de ocultar una vergonzosa derrota militar.91 Poco
después de este evento Diocleciano terminó su viaje por oriente y volvió al oeste,
llegando a Emesa el 10 de mayo de 290,92 y a Sirmio, en el Danubio, el 1 de
julio.93

Los emperadores se encontraron en Milán en el invierno de 290-91, entre el final de


diciembre de 290 y el mes de enero de 291,94 en un encuentro que tuvo lugar con
gran pompa y solemnidad. Los emperadores pasaron gran parte de su tiempo en
apariciones públicas y se conjetura que las ceremonias se prepararon con la
finalidad de demostrar que el apoyo de Diocleciano a su colega se mantenía
intacto.86 Una delegación del Senado Romano se reunió con los emperadores,
renovando el infrecuente contacto del Senado con los mandos imperiales.95 La
elección de Milán por encima de Roma como lugar del encuentro suponía una nueva
afrenta al orgullo de la capital, aunque ya para entonces existía una práctica
generalizada que determinaba que Roma era una capital de carácter más ceremonial
que real, puesto que el verdadero centro de la administración imperial quedaba
determinado en función de las necesidades de defensa. Bastante antes de
Diocleciano, Galieno (r. 253-68) ya había elegido Milán como la ciudad en la que
ubicar su cuartel general.96 En el panegírico que detalla la ceremonia aparece una
mención que implica que el verdadero centro del imperio no era Roma, sino en dónde
el emperador se encontrase («... la capital del Imperio parecía estar ahí, dónde
los dos emperadores se encontraron»),97 pero esto solo se hace eco de algo que ya
había expresado el historiador Herodiano a comienzos del siglo III: «Roma está
donde el emperador está».96 Durante la reunión, probablemente se trataron diversos
temas políticos y bélicos, pero las conversaciones se mantuvieron en secreto.98 Los
emperadores no volverían a reunirse hasta el año 303.86

La tetrarquía
Fundación de la tetrarquía

Arco triunfal de la tetrarquía, Sbeitla, Túnez.


En algún momento intermedio entre su vuelta y el año 293, Diocleciano transfirió el
mando de la guerra contra Carausio de Maximiano a Flavio Constancio. Constancio era
el gobernador de Dalmacia y un hombre de gran experiencia militar, experiencia que
se remontaba a las campañas de Aureliano contra Zenobia (272-73). Además, era el
prefecto del pretorio de Maximiano en la Galia, y el marido de la hija de
Maximiano, Teodora. El 1 de marzo de 293, en Milán, Maximiano otorgó a Constancio
el título de César.99 En la primavera de 293, puede que en Philippopolis (Plovdiv,
Bulgaria) o Sirmium, Diocleciano haría lo mismo con Galerio, marido de la hija de
Diocleciano y puede que también prefecto del pretorio de Diocleciano.nota 5
Constancio fue asignado a la Galia y a Britania, y Galerio a Siria, Palestina,
Egipto, y recibió también la responsabilidad sobre las fronteras orientales.101
Este sistema de gobierno recibió el nombre de tetrarquía cuyo significado es,
literalmente, «gobierno de cuatro».102 Los emperadores de la tetrarquía eran más o
menos soberanos de sus propias regiones, y viajaban con sus propias cortes
imperiales, administradores, secretarios y ejércitos.103 Estaban vinculados por
lazos de sangre y matrimonio; Diocleciano y Maximiano se presentaban como hermanos
y los coemperadores senior adoptaron formalmente a Galerio y a Constancio como
hijos en 293. Estas relaciones implicaban la existencia de una línea de sucesión:
Galerio y Constancio se convertirían en augustos a la salida de Diocleciano y
Maximiano. En ese momento el hijo de Maximiano, Majencio, y el de Constancio,
Constantino se convertirían en césares. Para prepararles para sus obligaciones
futuras Constantino y Majencio fueron llevados a la corte de Diocleciano en
Nicomedia.104

Conflictos en los Balcanes y en Egipto

Templo de Trajano en File, frontera entre Nobatia, los blemios y la provincia


romana de Egipto.105
Diocleciano pasó la primavera de 293 viajando con Galerio desde Sirmium a Bizancio
(actual Estambul, en Turquía). Luego volvió a Sirmium, en donde permanecería hasta
la primavera del año siguiente. Luchó de nuevo contra los sármatas en 294,
probablemente en otoño,106 y obtuvo una victoria contra ellos, lo cual mantuvo a
los sármatas alejados de las provincias del Danubio durante un tiempo. Mientras
tanto, Diocleciano construyó fuertes al norte del Danubio,107 en Aquincum
(Budapest, Hungría), Bononia (Vidin, Bulgaria), Ulcisia Vetera, Castra Florentium,
Intercisa (Dunaújváros, Hungría), y Onagrinum (Begeč, Serbia). Los nuevos fuertes
se convirtieron en parte de una nueva línea de defensa llamada la Ripa
Sarmatica.108 En 295 y 296 Diocleciano luchó de nuevo en la región, obteniendo una
victoria sobre los carpianos en el verano de 296.109 Después, durante 299 y 302,
mientras Diocleciano residía en oriente, fue el turno de Galerio de afrontar una
victoriosa campaña en el Danubio.110 A finales de su reinado, Diocleciano había
pacificado la totalidad de la longitud del Danubio, construyendo fuertes, cabezas
de puente, carreteras y ciudades amuralladas, y envió al menos quince legiones a
patrullar la región; una inscripción en Sexaginta Prista, en el bajo Danubio, alega
que Diocleciano restauró la tranquilitas en la región.111 La defensa se consiguió a
muy alto coste, pero fue un logro muy significativo en un área difícil de
defender.112

Galerio, mientras tanto, se vio envuelto en enfrentamientos en el Alto Egipto en


291-293, en donde tuvo que sofocar una revuelta local.113 Volvería a Siria en 295
para luchar contra el Imperio Persa,114 pero los intentos de Diocleciano por
homogeneizar el sistema impositivo egipcio con el del resto del imperio provocó el
descontento y se desató una nueva revuelta a la partida de Galerio.115 El usurpador
Domicio Domiciano se declaró a sí mismo augusto en julio o agosto de 297 y gran
parte de Egipto, incluyendo Alejandría, le reconoció como tal.114 Diocleciano se
trasladó a Egipto para acabar con la amenaza, consiguiendo una primera victoria en
Tebaida en el otoño de 297106 para luego trasladarse a Alejandría, a la que puso
asedio. Domiciano murió en diciembre de ese año,116 momento en el que Diocleciano
ya había asegurado el control sobre el territorio egipcio. Alejandría, que había
organizado su defensa bajo el mando del antiguo corrector de Diocleciano Aurelio
Aquíleo, aguantó hasta algo más tarde, probablemente marzo de 298.117

Durante la estancia de Diocleciano en la región se llevaron a cabo diversas


cuestiones burocráticas:118 se realizó un censo y Alejandría, en castigo por su
rebelión, perdió el derecho a acuñar moneda.119 Las reformas de Diocleciano en la
región, combinadas con las de Septimio Severo, llevaron las prácticas
administrativas egipcias más cerca de los estándares romanos.120 Diocleciano viajó
por el Nilo el verano siguiente, visitando Oxirrinco y Elefantina.119 En Nubia
firmó una paz con Nobatia y con las tribus blemias. Conforme al tratado, las
fronteras romanas fueron trasladadas al norte hasta File y las dos tribus
recibieron un estipendio anual de oro. Diocleciano dejó África poco después de
formalizar el tratado, llegando a Siria en febrero de 299. Se reunió con Galerio en
Mesopotamia.105

Guerra contra Persia


Véase también: Guerras romano-sasánidas
Invasión y contrainvasión

Moneda de acuñación militar de Diocleciano.


En 294, Narsés de Armenia, un hijo de Shapur que había sido dejado a un lado en la
sucesión de la dinastía sasánida, se hizo con el poder en Persia. Narsés eliminó a
Bahram III, un joven que se hizo con el poder en 293, tras la muerte de Bahram
II.121 A comienzos de 294, Narsés y Diocleciano procedieron a hacer el acostumbrado
intercambio de regalos entre los dos imperios, y Diocleciano incluyó un intercambio
de embajadores. En Persia, mientras tanto, Narsés se dedicaba a destruir cualquier
rastro que hiciese referencia a sus inmediatos predecesores en los monumentos
públicos. Buscaba que se le identificase con los reyes guerreros Ardacher I (r.
226-41) y Sapor I (r. 241-72), el mismo Sapor que había saqueado la ciudad romana
de Antioquía y que había desollado al emperador Valeriano (r. 253-260) para decorar
su sala de guerra.122

Narsés declaró la guerra a Roma en 295 o 296. Parece que primero invadió el oeste
de Armenia, ocupando las tierras que fueron entregadas a Tirídates durante la paz
de 287.123 Luego se dirigió al sur, hacia la Mesopotamia romana, en 297, en dónde
infligió una severa derrota a Galerio en la región ubicada entre Carrhae, en la
actual Harrán (Turquía) y Callinicum, la actual ciudad siria de Raqqa,124 en un
lugar que según el historiador Fergus Millar probablemente estuviera cercano al río
Balikh.125 Diocleciano pudo o no haber estado presente durante la batalla,126 pero
en cualquier caso rechazó rápidamente cualquier tipo de responsabilidad. En una
ceremonia pública en Antioquía la versión oficial de los hechos era muy clara:
Galerio era responsable de la derrota; Diocleciano no. Diocleciano humilló
públicamente a Galerio, obligándole a caminar durante una milla a la cabeza de la
caravana imperial, vestido con el púrpura imperial.127nota 6

Detalle del ataque de Galerio sobre Narsés en el Arco de Galerio en Salónica,


Grecia, la ciudad desde la que Galerio dirigió la mayor parte de sus acciones
administrativas.129
Durante la primavera de 298 es probable que Galerio recibiera refuerzos militares
procedentes de un contingente reclutado en las regiones imperiales del Danubio.130
Narsés no avanzó desde Armenia y Mesopotamia, dejando que Galerio liderase la
contraofensiva en 298, con un ataque sobre el norte de Mesopotamia a través de
territorio armenio.131nota 7 No está claro si Diocleciano estaba presente para
prestar su ayuda en la campaña; puede que hubiese vuelto a Egipto o a Siria.nota 8
Narsés se retiró a Armenia para luchar contra el ejército de Galerio en una
situación en la que Narsés se encontraba en desventaja; el escarpado terreno
armenio favorecía más a la infantería romana que a la caballería sasánida. Galerio
obtuvo dos grandes victorias sobre Narsés en sendas batallas. Durante el segundo
encuentro, las fuerzas romanas asediaron el campamento de Narsés, en donde se
encontraban su tesoro, su harén y su esposa oficial.135 Galerio continuó avanzando
río abajo por el Tigris y capturó la capital persa de Ctesifonte antes de volver a
territorio romano siguiendo el Éufrates.136

Negociaciones de paz
Narsés envió a un embajador a Galerio en el curso de la guerra para rogar por la
devolución de su esposa e hijos, pero Galerio le despidió.137 Las negociaciones
serias de paz comenzaron en la primavera de 299. Diocleciano y el magister memoriae
(secretario) de Galerio, Sicorio Probo, fueron enviados a Narsés para presentar sus
condiciones.137 Éstas eran duras:138 Armenia debía volver al dominio romano, con la
fortaleza de Ziatha como límite; la Iberia caucásica se sometería a Roma; Nisibis,
ahora bajo dominio romano, se convertiría en el único conducto para el comercio
entre Persia y Roma; y Roma controlaría las cinco satrapías ubicadas entre el
Tigris y Armenia: Ingilene, Sophanene, Arzanene, Corduene, y Zabdicene. Dentro de
estas regiones se ubicaba el paso del Tigris por el Antitauro, el paso de Bitlis,
que representaba la ruta más rápida hacia el interior de la Armenia persa, y el
acceso a la llanura Tur Abdin.139

Una franja de tierra que contendría más adelante las fortalezas estratégicas de
Amida (Diyarbakır, Turquía) y Bezabde pasó a estar bajo la ocupación militar
romana.140 Gracias a estos territorios, Roma tendría una posición avanzada al norte
de Ctesifonte, y podría frenar cualquier futuro avance de tropas persas en la
región.138 Se dice que el Tigris se habría convertido en la frontera entre los dos
imperios, pero el significado de esa afirmación no está claro, puesto que las
satrapías comentadas anteriormente se ubican todas ellas a ese lado del río. Millar
sugiere que las satrapías podrían haber estado sometidas a una cierta hegemonía
romana, pero sin ocupación militar.140 Tras la paz, Tirídates recuperó su trono y
sus derechos dinásticos137 y Roma aseguró una amplia zona de influencia, lo cual
permitió en décadas posteriores una amplia difusión del cristianismo siríaco desde
el centro de Nisibis, y la cristianización posterior de Armenia.138

Persecuciones religiosas
Artículo principal: Persecución de Diocleciano
Primeras persecuciones
A la conclusión de la guerra, Diocleciano y Galerio volvieron a Antioquía.141 En
algún momento del año 299, los emperadores tomaron parte en una ceremonia de
sacrificio y adivinación en la que, al parecer, los arúspices fueron incapaces de
leer las entrañas de los animales sacrificados, y culparon a los cristianos de la
corte imperial. Los emperadores ordenaron que todos los miembros de la corte
realizaran un sacrificio para purificar el palacio.nota 9 El emperador también
envió cartas a los mandos militares en los que exigía que todo el ejército llevara
a cabo los sacrificios requeridos bajo pena de ser licenciados.142 Diocleciano era
conservador en cuestiones religiosas, un hombre fiel al tradicional panteón romano
que entendía la necesidad de la purificación religiosa,143 pero Eusebio de Cesárea,
Lactancio y Constantino afirman que era Galerio, y no Diocleciano, el principal
impulsor de la purga, y su principal beneficiario.144 Galerio, que era todavía más
devoto y apasionado que Diocleciano, veía una ventaja política en las
persecuciones, y estaba deseando acabar con la política de inacción que se había
mantenido sobre este tema.145

Antioquía era la principal residencia de Diocleciano entre 299 y 302, mientras que
Galerio sustituía el lugar de su Augusto en el medio y bajo Danubio.146 Visitó
Egipto en una ocasión, durante el invierno de 301-2, para ocuparse del suministro
de grano de Alejandría.145 Debido a una serie de disputas públicas con los
maniqueos, Diocleciano ordenó que los líderes de los seguidores de Mani fueran
quemados vivos junto con sus esculturas. El 31 de marzo de 302, según un escrito de
Alejandría, declaró que los maniqueos de las clases más bajas debían ser ejecutados
con la espada, mientras que los maniqueos de clases altas debían ser enviados a
trabajar a las canteras del Proconeso o en las minas de Fenóno, al sur de
Palestina. Todas las propiedades de los maniqueos debían ser confiscadas y
depositadas en el tesoro imperial.147 Diocleciano encontró muchos motivos para
condenar la religión maniquea: su novedad, sus orígenes foráneos, la manera en la
que corrompía la moral romana, y su oposición inherente a las tradiciones
religiosas antiguas.148 Además, y debido a que el maniqueísmo era apoyado por
entonces en Persia, se añadían componentes políticos a los puramente religiosos o
morales.149 Salvo por esta cuestión política, los motivos por los que condenaba el
maniqueísmo eran igualmente aplicables, si no más, al cristianismo, que sería su
siguiente objetivo.150
La gran persecución

Catacumba de los santos Marcelino y Pedro en la Vía Labicana. En la imagen aparece


Cristo entre san Pedro y san Pablo. A los lados aparecen los mártires Gorgonio,
Pedro, Marcelino y Tiburcio.
Diocleciano volvió a Antioquía en el otoño de 302. Ordenó que al diácono Román de
Antioquía le fuera amputada la lengua por desafiar la orden de las cortes e
interrumpir los sacrificios oficiales. Román fue enviado a prisión, en donde fue
ejecutado el 17 de noviembre de 303. Diocleciano partió de la ciudad en invierno,
acompañado por Galerio, y se dirigió a Nicomedia.151 Según Lactancio, Diocleciano y
Galerio discutieron sobre la política imperial hacia los cristianos durante ese
invierno: Diocleciano argumentaba que bastaría con prohibir a los cristianos
trabajar como funcionarios o en el ejército para recuperar el favor de los dioses,
pero Galerio quería ir más allá, y defendía la exterminación. Los dos hombres
acudieron a pedir consejo al oráculo de Apolo en Dídima, el cual contestó que «los
justos sobre la tierra»152 dificultaban la habilidad de Apolo de aconsejar. El
término «justos», según interpretaron miembros de la corte de Diocleciano, sólo
podía hacer referencia a los cristianos del Imperio, consiguiendo persuadir a
Diocleciano para que accediera a las demandas de una persecución universal.153

El 23 de febrero de 303 Diocleciano ordenó que la recién construida iglesia de


Nicomedia fuera arrasada. Exigió que se quemaran sus escrituras y que se requisara
todo lo de valor para el tesoro imperial.154 Al día siguiente Diocleciano promulgó
su primer «Edicto contra los cristianos».155 En él, Diocleciano ordenó la
destrucción de las escrituras cristianas y de sus lugares de culto a lo largo del
Imperio, prohibiendo a los cristianos reunirse para celebrar los actos
litúrgicos.156 Antes de acabar el mes de febrero, un incendio destruyó parte del
palacio imperial157 y Galerio convenció a Diocleciano de que los culpables habían
sido los cristianos, que habían conspirado junto con los eunucos de palacio. Se
puso en marcha una investigación y se llevaron a cabo diversas ejecuciones, que se
prolongaron al menos hasta el 24 de abril, fecha en la que fueron decapitadas seis
personas entre las que se encontraba el obispo Antimo.158 Se produjo un segundo
incendio dieciséis días después del primero, y Galerio partió de la ciudad hacia
Roma, declarando que Nicomedia no era segura.157 Diocleciano le seguiría poco
después.158

Aunque se promulgaron edictos posteriores de persecución de los cristianos en los


que se exigía el arresto del clero cristiano y reclamaban actos de sacrificio
universales,159 estos edictos no tendrían un verdadero éxito. La mayoría de los
cristianos escaparon a los castigos e incluso los paganos se mostraron, en general,
contrarios a la persecución. Los sufrimientos de los nuevos mártires sirvieron
además para propagar la religión.160 Constancio y Maximiano no aplicaron los
edictos posteriores, permitiendo que los cristianos de occidente no fueran
perseguidos.161 Galerio rescindió el edicto en 311, anunciando que la persecución
había fracasado en su intento de traer a los cristianos de vuelta a la religión
tradicional.162 Por otro lado, la apostasía temporal de algunos cristianos y la
entrega de las escrituras durante la persecución tuvo un importante papel en la
aparición del donatismo.163 Unos veinticinco años después del comienzo de las
persecuciones el emperador Constantino I llegaría a ser el único emperador del
Imperio y revertiría las consecuencias de los edictos retornando todas las
propiedades confiscadas a los cristianos.164 Bajo el gobierno de Constantino el
cristianismo se convertiría en la religión principal del imperio165 y Diocleciano
acabaría siendo demonizado por sus sucesores cristianos: Lactancio daba a entender
que la ascendencia de Diocleciano anunciaba el apocalipsis,166 y en la mitología
serbia, Diocleciano es recordado como Dukljan, el adversario de Dios.167

Últimos años
Enfermedad y abdicación
Diocleciano entró en la ciudad de Roma a comienzos del invierno de 303. El 20 de
noviembre celebró con Maximiano el vigésimo aniversario de su reinado (vicennalia),
el décimo aniversario de la tetrarquía (decennalia), y un triunfo por la guerra
contra Persia. Diocleciano pronto se impacientó con la ciudad debido a que los
romanos actuaban tomándose lo que Edward Gibbon, siguiendo a Lactancio, calificaba
como una «licenciosa familiaridad» hacia él.168 El pueblo romano no se dirigía a él
con la suficiente deferencia a su autoridad suprema; y esperaban que actuase como
un gobernante aristocrático, no monárquico. El 20 de diciembre de 303,169
Diocleciano interrumpió abruptamente su estancia en Roma y partió hacia el norte.
Ni siquiera llevó a cabo las ceremonias de investidura de su noveno consulado, sino
que las hizo en Rávena el 1 de enero de 304.170 El Panegyrici Latini y un relato de
Lactancio sugieren que Diocleciano hizo planes en Roma para su futura retirada y la
de Maximiano del poder. Maximiano, según estos relatos, juró respetar el plan de
Diocleciano en una ceremonia en el Templo de Júpiter.171

Diocleciano partió desde Rávena hacia el Danubio. Ahí, posiblemente en compañía de


Galerio, tomó parte en una campaña contra los carpianos.169 Contrajo una enfermedad
leve durante la campaña, pero su condición física comenzó a empeorar rápidamente y
eligió continuar el viaje en una litera. A finales del verano partió hacia
Nicomedia y el 20 de noviembre apareció en público para la inauguración del circo
que se había construido al lado del palacio. Se desvaneció poco después de las
ceremonias y, durante el invierno de 304-305, se mantuvo recluido en su palacio
todo el tiempo. Surgieron rumores acerca de la muerte de Diocleciano, en los que se
sugería que se estaba ocultando el hecho hasta que Galerio pudiera llegar a la
ciudad para asumir el poder, y el 13 de diciembre parece que todo el mundo había
asumido su muerte. La ciudad se vistió de luto y sólo lograron ponerle freno
mediante una declaración pública de que el emperador estaba vivo. Cuando
Diocleciano reapareció al fin en público, el 1 de marzo de 305, estaba demacrado y
casi irreconocible.172

Galerio llegó a la ciudad algo más tarde ese mismo mes. Según Lactancio, llegó
armado y con planes de reconstituir la tetrarquía, forzando a Diocleciano a abdicar
y colocar en la oficina imperial a las personas de su confianza. Lactancio también
dice que había hecho lo mismo con Maximiano en Sirmium.173 El 1 de mayo de 305
Diocleciano convocó una asamblea de sus generales, las tropas que acompañaban al
emperador, y representantes de las legiones más distantes. Se reunieron en la misma
colina a las afueras de Nicomedia en la que Diocleciano había sido proclamado
emperador. Delante de la estatua de Júpiter, su principal deidad, Diocleciano se
dirigió a la multitud y con lágrimas en los ojos les explicó su debilidad, su
necesidad de descanso y su deseo de renunciar. Declaró que necesitaba pasar el
deber del imperio a alguien más fuerte. Con ello se convirtió en el primer
emperador romano en abdicar voluntariamente.174

La mayor parte de la multitud creía conocer lo que iba a pasar: Constantino y


Majencio, los únicos hijos adultos de los emperadores reinantes, y hombres que se
habían preparado largamente para suceder a sus padres, serían nombrados césares.
Constantino había viajado a través de Palestina, a la derecha de Diocleciano, y
estaba presente en el palacio de Nicomedia en 303 y 305 y es probable que Majencio
recibiese el mismo tratamiento.175 Según el relato de Lactancio, cuando Diocleciano
anunció que iba a abdicar toda la multitud se giró para mirar a Constantino.176 Sin
embargo, eso no fue lo que sucedió: Severo y Maximino fueron nombrados césares.
Maximino apareció y tomó las vestiduras de Diocleciano y, ese mismo día, Severo
recibió las suyas de Maximiano en Milán. Constancio sucedió a Maximiano como
Augusto occidental, pero Constantino y Majencio fueron completamente ignorados en
la transición de poder. Esto no presagiaba nada bueno para la seguridad futura del
sistema de la tetrarquía.177

Retiro y muerte
Diocleciano se retiró a Dalmacia, su tierra de origen. Se trasladó al palacio que
había construido en la costa adriática, cerca del centro administrativo de Salona.
Maximiano se retiró a las villas de Campania o Lucania.178 Sus nuevos hogares
estaban lejos de la vida política, aunque Diocleciano y Maximiano estaban lo
suficientemente cerca como para mantener un contacto regular entre ellos.179
Galerio asumió los fasces consulares en 308, con Diocleciano como colega. En el
otoño de 308, Galerio conferenció de nuevo con Diocleciano en Carnuntum (Austria).
Diocleciano y Maximiano estuvieron presentes el 11 de noviembre de 308 para ver el
nombramiento de Licinio por Galerio como nuevo Augusto en lugar de Severo, que
había muerto a manos de Majencio. Ordenó a Maximiano, que había intentado volver al
poder tras su retiro, que se apartase permanentemente. En Carnuntum la gente rogó a
Diocleciano que volviese al trono para resolver los conflictos que habían surgido a
través de la llegada de Constantino al poder y la usurpación de Majencio,180 pero
Diocleciano contestó: «Si pudieras mostrar la col que yo planté con mis propias
manos a tu emperador, él probablemente no se atrevería a sugerir que yo reemplace
la paz y felicidad de este lugar con las tormentas de la avaricia nunca
satisfecha».181

Vivió tres años más, dedicando sus días a los jardines de su palacio. Vio cómo su
sistema tetrárquico colapsaba, roto por las ambiciones egoístas de sus sucesores.
Tuvo conocimiento del tercer intento de Maximiano de reclamar el trono, de su
suicidio obligado y de su posterior damnatio memoriae. En su propio palacio las
estatuas y retratos de su antiguo compañero en el trono fueron destruidas.
Finalmente, sumido en la depresión y la enfermedad, Diocleciano pudo haberse
suicidado. Murió el 3 de diciembre de 311.4182

Reformas
Política e ideología

Estado actual del Palacio de Diocleciano (Split, Croacia).


Diocleciano se veía a sí mismo como un restaurador, una figura de autoridad cuyo
deber era devolver el imperio a la paz, recrear la estabilidad y la justicia allí
donde las hordas bárbaras las habían destruido.183 Se arrogó, reglamentó y
centralizó la autoridad política a escala masiva. En sus políticas impuso un
sistema imperial de valores sobre un pueblo provincial diverso y a menudo poco
receptivo.184 Siguiendo con esa idea, en la propaganda imperial del periodo se
pervierte la historia reciente y se minimizan los logros alcanzados para presentar
a los tetrarcas como los verdaderos «restauradores». Los logros de Aureliano, por
ejemplo, son ignorados, la revuelta de Carausio se traslada temporalmente al
reinado de Galieno y se da a entender de forma implícita que los tetrarcas fueron
los artífices de la derrota del Imperio de Palmira, que tuvo lugar realmente en
tiempos de Aureliano. El periodo entre Galieno y Diocleciano queda completamente
borrado, de manera que la historia del Imperio antes de la tetrarquía aparece
reflejada como un tiempo de guerra civil, despotismo salvaje y colapso imperial.185
En aquellas inscripciones en las que aparecen sus nombres, Diocleciano y sus
compañeros aparecen referidos como los «restauradores del mundo entero»,186 hombres
que tuvieron éxito en la «derrota de las naciones de los bárbaros, y en asegurar la
tranquilidad de su mundo».187 Diocleciano también aparece como el «fundador de la
paz eterna»,188 y el argumento de la restauración se une al énfasis que se hace en
los extraordinarios logros obtenidos por los propios tetrarcas.185

Milán, Tréveris, Arlés, Sirmium, Serdica, Thessaloniki, Nicomedia y Antioquía, las


ciudades en donde los emperadores permanecieron más tiempo durante este periodo, se
convirtieron en capitales alternativas, relegando a Roma y su élite senatorial.189
Se creó un nuevo estilo ceremonial en el que se enfatizaba la distinción del
emperador del resto de sus súbditos. Los ideales cuasi-republicanos del primus
inter pares de Augusto quedaron abandonados en un nuevo sistema en el que los
únicos que podían considerarse comparables eran los propios tetrarcas. Diocleciano
adoptó el uso de coronas de oro y joyas, y prohibió el uso de la púrpura imperial a
todos salvo a los propios emperadores.190 Sus súbditos debían postrarse en su
presencia (adoratio) y los más afortunados recibían permiso para besar el bajo de
su túnica (proskynesis, προσκύνησις).191 Los circos y las basílicas fueron
diseñados para mantener la cara del emperador siempre a la vista de todos, y
siempre en el lugar de mayor autoridad. El emperador se convirtió en una figura de
autoridad trascendente, un hombre por encima de todos los demás,192 y todas sus
apariciones eran preparadas y calculadas para resaltarlo.193 Aunque este estilo de
presentación no era nuevo (muchos de sus elementos ya se vieron en los reinados de
Aureliano y Severo) en la época de los tetrarcas se refinó, creando un sistema
explícito.194

Administración
En concordancia con su reforma política desde la ideología del republicanismo a la
de la autocracia, el consejo asesor de Diocleciano, su consilium, fue diferente al
de emperadores anteriores. Destruyó la ilusión que Augusto había creado siglos
antes, en la que el gobierno imperial se presentaba como un trabajo cooperativo
entre el emperador, el ejército y el Senado.195 En su lugar colocó una estructura
realmente autocrática, un cambio que se terminaría reflejando en el propio nombre
de la institución: se llamaría consistorium ('consistorio'), y no «consejo».196nota
10 Diocleciano estructuró su corte distinguiendo departamentos separados (scrina)
para las distintas tareas.198 A partir de esta estructura surgieron los cargos de
los distintos magistri, como la del Magister officiorum y los secretariados
asociados. Se trataba de hombres preparados para gestionar las peticiones,
requerimientos, correspondencia, asuntos legales y embajadas extranjeras. En su
corte Diocleciano mantuvo un cuerpo permanente de asesores legales, hombres con
significativa influencia en su reestructuración de los asuntos jurídicos. También
hubo dos ministros de finanzas, uno de ellos encargado del tesoro público y otro de
los dominios privados del emperador, y un prefecto del pretorio, el cargo más
importante de todos ellos. La reducción que Diocleciano hizo de la Guardia
Pretoriana, cuyo tamaño quedó reducido al nivel de una simple guarnición de una
ciudad, implicó una reducción de los poderes militares del prefecto, pero el cargo
mantuvo una gran autoridad de carácter civil. El prefecto tenía a su cargo a
cientos de funcionarios y gestionaba asuntos en todas las áreas de gobierno:
impuestos, administración, jurisprudencia, y pequeños asuntos militares. El
prefecto del pretorio a menudo respondía sólo frente al propio emperador.199

Diocleciano incrementó enormemente el número de burócratas dirigidos por el


gobierno. Lactancio llegó a decir que había ahora más personas usando el dinero de
los impuestos que las que había pagándolos.200 El historiador Warren Treadgold
estima que durante el gobierno de Diocleciano el número de funcionarios llegó a
doblarse desde 15 000 hasta los 30 000,201 y Roger Bagnall, basándose en datos
obtenidos por A. H. M. Jones, estimó que había un funcionario por cada 5000-10 000
habitantes. En comparación, el ratio en China en la época de la Dinastía Song era
de un funcionario por cada 15 000 habitantes.202

Para reducir la posibilidad del surgimiento de usurpadores locales al trono,203


para facilitar una recaudación de impuestos y de provisiones más eficiente y para
ayudar a hacer cumplir la ley, Diocleciano dobló el número de provincias desde
cincuenta hasta casi cien.204 Las provincias, a su vez, quedaron agrupadas en doce
diócesis, cada una de ellas gobernada por un oficial llamado vicarius, que
respondía frente al prefecto del pretorio.205 Alguna de las divisiones provinciales
tuvo que ser dividida, por lo que fueron modificadas de nuevo o bien a comienzos de
293 o bien a comienzos del siglo IV.206 La propia Roma quedó fuera del sistema, y
sería administrada por un Prefecto de la Ciudad de rango senatorial (el único
puesto de prestigio con verdadero poder que seguía reservado a senadores).207

Se facilitó la expansión de la ley imperial a las provincias durante esta época,


puesto que la reforma de Diocleciano de la estructura imperial suponía que hubiese
ahora un mayor número de gobernadores (praesides) gobernando sobre regiones y
poblaciones más pequeñas.208 La principal función del gobernador sería ahora
presidir los tribunales de primeras instancias:209 los vicarii y los gobernadores
pasaban a ser los responsables de justicia y de impuestos, y surgía ahora una nueva
clase de duces («duques»), que eran quienes retenían el mando militar,
independientemente de las cuestiones civiles. Los duces en ocasiones administraban
dos o tres nuevas provincias, y tenían a su mando ejércitos que variaban desde los
2000 hombres hasta más de 20 000.210 Por otro lado, además de su rol de jueces y de
recaudadores de impuestos, los gobernadores debían mantener el servicio postal
(cursus publicus) y asegurarse de que los consejos de las ciudades cumplían sus
deberes.211

Esta disminución de los poderes de los gobernadores como representantes imperiales


pudo reducir el peligro político latente de la clase de delegados imperiales,
aunque también limitó severamente la capacidad de los gobernadores para oponerse a
las élites locales. En una ocasión Diocleciano tuvo que exhortar a un procónsul de
África para que no temiese pisar sobre los dedos de los magnates locales de rango
senatorial.212 Si un gobernador de rango senatorial sufría tantas presiones, es
fácil imaginar las dificultades que afrontaban los meros praeses.213

Derecho

Reedición de 1581 del Digesto incluido en el Corpus Juris Civilis de Justiniano I


(527-534). El Corpus utilizó los códigos de Gregorio y de Hermogeniano, escritos y
publicados bajo el reinado de Diocleciano.
Al igual que muchos otros emperadores, gran parte de la rutina diaria de
Diocleciano giraba alrededor de los asuntos legales: responder a las apelaciones y
peticiones y emitir dictámenes sobre cuestiones problemáticas. Este tipo de
actividades interpretativas eran uno de los deberes habituales de los emperadores
de los siglos II y III. Diocleciano tenía una gran cantidad de trabajo de ese tipo,
y no podía delegarlo sin que pareciese que caía en la dejadez en sus deberes de
emperador. Los prefectos del pretorio Afranio Anibaliano, Julio Asclepiodoto y
Aurelio Hermogeniano le ayudaron en el trabajo de regulación y presentación de este
trabajo, si bien el legalismo imperante en la sociedad romana seguía haciendo que
la carga de trabajo fuese muy elevada.214 Los emperadores de los cuarenta años
anteriores no habían conseguido llevar a cabo estos deberes de forma tan efectiva,
y el número de dictámenes jurídicos que emitieron fue reducido. Diocleciano, por el
contrario, hizo una labor prodigiosa: existen alrededor de 1200 dictámenes emitidos
en su nombre que han sobrevivido hasta nuestros días, y éstos probablemente
representan sólo un pequeño porcentaje del total.215 El gran incremento en el
número de edictos y resoluciones emitidas bajo su reinado se ha querido interpretar
como un hecho que evidencia el esfuerzo gubernamental por alinear el funcionamiento
del imperio según las normas dictadas desde el centro imperial.216

Bajo la dirección de los juristas Gregorio, Aurelio Arcadio Carisio y Hermogeniano,


el gobierno imperial comenzó a publicar libros oficiales de jurisprudencia, en los
que se reunían y listaban todas las decisiones que se habían dictado desde el
reinado de Adriano (117-138) hasta el de Diocleciano.217 El Código Gregoriano
incluye dictámenes hasta el año 292, y el Código Hermogeniano lo complementa con
una colección de las decisiones emitidas por Diocleciano en 293 y 294.206 Aunque el
simple acto de la codificación era una innovación radical para el Derecho romano,
que históricamente se había basado en el estudio de casos particulares,218 los
propios juristas fueron generalmente conservadores, y se basaban constantemente en
las decisiones anteriores para obtener las teorías generales.219 Los compiladores
posteriores del Código Teodosiano (438) y del Código de Justiniano probablemente
tendrían más libertad para llegar a conclusiones jurídicas diferentes. Por otro
lado, los Códigos Gregoriano y Hermogeniano no tienen la rígida estructura de los
posteriores,220 y no se publicaron en nombre del emperador, sino en el de los
propios compiladores.221

Tras su reforma de las provincias, los gobernadores comenzaron a denominarse iudex,


o juez. El gobernador se convierte en el responsable de las decisiones que se toman
bajo su mando, siendo el mando oficial más alejado del emperador.222 Es muy
probable que por esta época los registros judiciales comenzasen a ser relatos
escritos de lo que se había dicho en el juicio, de forma que fuese más fácil para
un superior determinar si había habido algún sesgo o conducta impropia por parte
del gobernador en sus funciones. Con estos registros y el derecho universal de los
ciudadanos del imperio a la apelación, las autoridades imperiales probablemente
tenían una gran cantidad de poder para obligar a que los jueces cumplieran sus
obligaciones honestamente.223 A pesar de los intentos de reforma de Diocleciano, la
reestructuración provincial estaba lejos de estar clara, especialmente en lo
referente al derecho de apelación de los ciudadanos frente a las decisiones de sus
gobernadores. Los procónsules, por ejemplo, a menudo eran jueces tanto de primera
instancia como de apelación, y los gobernadores de algunas provincias se encargaban
de apelaciones de casos de sus vecinos. Pronto resultó imposible evitar llevar
algunos casos frente al propio emperador para su arbitraje o juicio.224

El gobierno de Diocleciano marca el final del periodo clásico del Derecho romano.
Mientras que el sistema de Diocleciano todavía muestra una adhesión a la tradición
clásica, la legislación de Constantino estaría completamente influenciada por
tendencias jurídicas griegas y orientales.225

Ejército
Véase también: Ejército romano tardío
Las reformas militares estuvieron encaminadas principalmente a evitar la
concentración de tropas bajo un mismo mando, con el fin de evitar posibles
sublevaciones. Se desplegaron tropas en gran cantidad de provincias, al mando de
duces (duques), oficiales ecuestres. Además, y como ya se ha mencionado,
Diocleciano separó el poder político del militar, privando a los gobernadores
provinciales de cualquier tipo de mando sobre las tropas.

Lactancio criticó a Diocleciano por provocar lo que él consideraba un incremento


excesivo de los efectivos del ejército, declarando que «cada uno de los cuatro
[tetrarcas] intentaba tener un número mucho más grande de tropas que las que habían
tenido emperadores anteriores cuando gobernaban el estado en solitario».226 Zósimo
(pagano del siglo V) alababa por el contrario a Diocleciano por haber mantenido a
los ejércitos en las fronteras en lugar de mantenerlos en las ciudades, como decía
que hizo Constantino.227 Ambos puntos de vista tenían parte de verdad, a pesar de
los indudables sesgos de sus autores: Diocleciano y los tetrarcas incrementaron
enormemente el ejército, y ese crecimiento se produjo principalmente en las
regiones fronterizas, aunque es difícil establecer los detalles precisos de estos
movimientos dada la escasa información de las fuentes.228 El ejército se expandió
hasta unos 580 000 soldados cuando en el año 285 las cifras eran de unos 390 000.
El crecimiento fue menor en el este, en donde el crecimiento fue de 250 000 a 310
000, de los cuales la mayoría servían en las fronteras con Persia. Las fuerzas
navales se incrementaron aproximadamente desde unos 45 000 hombres hasta 65 000.229
nota 11

Durante esta época, Diocleciano impuso dos modos de reclutamiento: Por un lado, ser
soldado del ejército se convirtió, por la fuerza, en un oficio hereditario con la
finalidad de asegurar al estado la continuidad de las tropas. Por otro, cada
comunidad asumió la obligación de proporcionar un número determinado de soldados al
estado. De lo contrario ésta debía pagar un impuesto dirigido a poder financiar la
compra de mercenarios bárbaros del limes. Además, Diocleciano creó las limitanei
(tropas situadas a lo largo del limes) y las comitatenses (tropas muy rápidas y
ágiles situadas en las cuatro capitales del imperio para asistir a los conflictos
que puedan surgir por los alrededores. Así pues, estas tropas estaban destinadas a
velar por la seguridad de cada capital).

El incremento del ejército y del funcionariado supuso, lógicamente, un incremento


en el gasto público que debía financiarse mediante impuestos. Dado que el
mantenimiento del ejército absorbía la mayor parte del presupuesto imperial,
cualquier reforma en esta área era especialmente costosa.232 La proporción de la
población masculina adulta dedicada al servicio en el ejército se incrementó
aproximadamente de 1 de cada 25 hombres hasta 1 de cada 15, incremento considerado
excesivo por algunos comentaristas modernos. Los salarios se mantuvieron en niveles
bajos, y grupos importantes de soldados recurrieron a menudo a la extorsión o a la
compatibilización de sus labores en el ejército con otros trabajos de carácter
civil.233 Algunas tropas llegaron incluso a recibir pagos en especie en lugar de
sus salarios.234 A la vista de los problemas para mantener este ejército tan
incrementado, y para evitar un conflicto civil, Diocleciano tuvo necesidad de crear
un nuevo sistema impositivo.233

En cuanto a las estructuras militares, es difícil distinguir arqueológicamente las


fortificaciones de Diocleciano de aquellas de sus sucesores o de sus predecesores.
Lo máximo que puede determinarse sobre las estructuras que se construyeron bajo el
reinado de Diocleciano es que reconstruyó y fortaleció los fuertes de la frontera
de la parte alta del Rin, en donde continuó los trabajos que se habían realizado
durante el reinado de Probo,235 en Egipto y en la frontera con Persia. Más allá de
eso, gran parte de las discusiones son especulativas, y se basan en una amplia
generalización de lo expuesto en las fuentes escritas. Diocleciano y los demás
tetrarcas carecieron de un programa consistente para el avance de las fronteras, y
los registros de las construcciones en las fronteras probablemente hacen referencia
a casos y necesidades concretas. La Strata Diocletiana, línea fortificada que se
extendía desde el Éufrates a Palmira y el noreste de Arabia, es el sistema
fronterizo clásico de Diocleciano, consistente en una carretera exterior seguida
por fuertes espaciados y de más fortificaciones en la retaguardia.236 En un intento
de resolver la dificultad que entrañaba la lentitud en el envío de órdenes hasta la
frontera, las nuevas capitales de la tetrarquía se colocaron todas mucho más cerca
de las fronteras del imperio:237 Trier estaba ubicada en el Rin, Sirmium y Serdica
estaban cerca del Danubio, Tesalónica estaba en la ruta hacia oriente, y Nicomedia
y Antioquía eran puntos importantes en cuanto a las relaciones con Persia.238

Reformas económicas
Reforma impositiva
Como se ha visto anteriormente, el ejército en la tetrarquía se incrementó
enormemente con respecto al pasado, y esto requería un enorme gasto al que también
había que sumar el del gran incremento de funcionarios a lo largo de esa época. Las
reformas más importantes que Diocleciano impulsó en el ámbito económico hacen
referencia al establecimiento de un nuevo sistema fiscal basado en dos impuestos
tradicionales. El iugatio-capitatio gravaba tanto tierras —ager— (el impuesto se
basaba en las leyes Licinio Sextias y determinaba una cierta cantidad de pago según
los iugera —patrón para medir la tierra— que poseyera cada terrateniente
caput/capitatio) como personas (capitatio humana) y animales (capitatio animalium).

Para que resultaran efectivas las reformas fiscales hacía falta, en primer lugar,
que nadie se escapara de pagar los impuestos, razón por la que estableció, también,
una revisión fiscal periódica actualizando los censos de población y los catastros
de tierras. Diocleciano vinculó este nuevo sistema impositivo basado en el número
de cabezas (capita) y la tierra (iuga) a un nuevo censo regular de la población y
de la riqueza del imperio. Los oficiales del censo viajaban por todo el imperio,
calculaban el valor del trabajo y de la tierra de cada terrateniente, y calculaban
los valores totales de las ciudades en cuanto a capita y a iuga.239 El iugum no era
una medida exacta de tierra, sino que variaba de acuerdo con el tipo de la tierra y
el cultivo, así como de la cantidad necesaria de trabajo para su mantenimiento. El
caput tampoco era una medida exacta: las mujeres, por ejemplo, entraban en el
cálculo como medio caput, y a veces bajo otros valores.234

La ciudad debía proporcionar animales, dinero y mano de obra en proporción de su


capita, y grano en proporción de su iuga.239nota 12 Diocleciano se preocupó de que
cada hombre pagara una cantidad de impuestos según sus posibilidades económicas y
en función de edad, sexo, provincia, posesión de ganado, etc. Del mismo modo,
también se estableció una distinción entre los propietarios de tierras según su
nivel de fertilidad, su extensión, el tipo de cultivo, etc.

La mayoría de los impuestos se devengaban el 1 de septiembre, y eran recaudados de


los terratenientes por un cargo administrativo conocido como decurión. Estos
decuriones, análogos a concejales de las ciudades, eran responsables del pago de
los impuestos de su propio bolsillo en el caso de que no tuviesen éxito
recaudándolo de la población.241 Las reformas de Diocleciano también incrementaron
el número de cargos financieros en las provincias: aparecen más rationales y
magistri privatae durante el reinado de Diocleciano que anteriormente. Estos cargos
gestionaban las propiedades imperiales y supervisaban la recolección de los
ingresos.206 En un principio, la capitatio estaba destinada a ser pagada en moneda
(al contrario que la iugatio, que debía ser entregada en especie), pero el mal
momento hizo que al fin y al cabo se pagara todo en especie, pero no tenía por qué
ser siempre así. A pesar de la inestabilidad de la moneda, la mayoría de impuestos
podían recolectarse en dinero, aunque el cambio se modificaba para tener en cuenta
la inflación.239 En 296, Diocleciano promulgó un edicto reformando los
procedimientos del censo: Introdujo un censo quinquenal general para todo el
imperio, reemplazando los censos anteriores y que habían operado con distintas
periodicidades a lo largo del imperio. Los nuevos censos se encargarían de
registrar los cambios de los valores de capita y de iuga.242

Con la finalidad de asegurar un sistema impositivo igualitario la provincia de


Italia, que tradicionalmente había estado exenta del pago de impuestos, perdió
dicha exención. Desde los años 290/291 en adelante, la mayor parte de Italia
debería pagar el mismo nivel de impuestos que otras provincias.243 La prefectura de
la propia ciudad de Roma y la diócesis que la rodeaba (en donde los senadores
mantenían la gran parte de sus propiedades inmobiliarias) se mantuvo, no obstante,
exenta de impuestos.244

Los edictos fiscales de Diocleciano también enfatizaron la responsabilidad


solidaria de los obligados tributarios. Los registros públicos de los impuestos se
crearon para incrementar la transparencia de la recaudación, de modo que los
contribuyentes pudieran conocer con exactitud cuánto habían pagado sus vecinos.245
La figura del decurión había sido hasta entonces un cargo honorífico que muchos
aristócratas adinerados intentaban conseguir, pero a raíz de las reformas de
Diocleciano se convirtió en un cargo mucho más riguroso, que podía llevar a la
quiebra en el caso de una importante caída en las cifras de producción.241 Por otra
parte, Diocleciano también introdujo en las poblaciones la obligación comunitaria
de pagar los impuestos: el consortium. Con esto, si un individuo de una comunidad
abandonaba y se marchaba a un latifundio para no tener que pagar los duros
impuestos, los que se quedaban allí tenían que abonar la parte del otro haciendo de
las recaudaciones una carga cada vez más insoportable. Por eso se estableció,
también, el munnera (impuesto en trabajo público), para aquellos que ya no podían
pagar de otro modo.

El pueblo romano, acostumbrado históricamente a una recolección de impuestos


irregular e inefectiva, tuvo que pasar un incómodo periodo de ajuste al nuevo
sistema. Sin embargo, incluso las clases más bajas eran capaces de pagar su
parte.246 Los beneficios del nuevo sistema eran claros: los impuestos eran
predecibles, regulares y justos, y la población vivía sin miedo. Los ciudadanos del
siglo IV que pagaban sus impuestos, seguros tras las fronteras establecidas, no
debían temer la ocupación extranjera.247

Reforma monetaria
Fragmento del Edicto sobre Precios Máximos de Diocleciano (año 301).

Parte del edicto de precios en griego, Geraki, Grecia.


A comienzos de la década de los años 280, las fuerzas del mercado habían creado un
tipo de cambio estable entre el oro y el antoniniano de cobre, que más o menos
estabilizaba los precios de los suministros básicos. El antoniniano, que se había
convertido en la moneda estándar, suponía, sin embargo, un problema:248 A pesar de
los intentos de eliminar la dependencia del estado de la moneda acuñada
convirtiendo los impuestos gubernamentales y los salarios en pagos en especie, el
dinero metálico seguía estando en amplia circulación.249 Tras un periodo de
reinflación, Diocleciano comenzó una reforma más global del sistema monetario en el
año 293.250 El nuevo sistema estaba formado por cinco monedas: el aureus/solidus,
una moneda de oro que pesaba, como sus predecesoras, un sexto de una libra; el
argenteus, moneda que pesaba un noventaiseisavo de una libra y que contenía un 95 %
de plata; el follis, conocida en ocasiones como laureatus A, que era una moneda de
cobre con plata añadida; el radiatus, pequeña moneda de cobre sin plata añadida; y
una moneda conocida hoy en día como laureatus B, una moneda de cobre más pequeña y
cuyo peso se fijaba en un cientonoventaydosavo de una libra.251nota 13 Dado que los
valores nominales de estas nuevas emisiones eran menores a su valor intrínseco, el
estado estaba acuñando las monedas a pérdida. Esta práctica sólo podía mantenerse
requisando metales preciosos a los ciudadanos para intercambiarlos por moneda
oficial (de mucho menor valor que el que tenían los metales preciosos
requisados).249

Para el año 301, sin embargo, el sistema volvía a sufrir problemas ante un nuevo
resurgimiento de la inflación. Diocleciano emitió un nuevo Edicto sobre la Moneda,
una ley que tarifaba todas las deudas de modo que el nummi, la moneda en
circulación más común, quedaba devaluada a la mitad.252 En este edicto, que se
preserva en una inscripción en la ciudad de Afrodisias, en Caria (actual Turquía),
se declara que todas las deudas contraídas antes del 1 de septiembre de 301 debían
ser pagadas de acuerdo con los valores antiguos, mientras que las deudas contraídas
después de esa fecha debían pagarse bajo los nuevos valores monetarios.253 Parece
que el edicto pretendía preservar el precio del oro y basar el valor de la moneda
imperial en la plata, el principal metal romano y en el que basaba tradicionalmente
su acuñación de moneda.254 Sin embargo, el edicto amenazaba con incrementar las
tendencias inflacionistas, como había pasado anteriormente en las reformas
monetarias de Aureliano, y pronto el gobierno de la tetrarquía no vio mejor
solución que decretar formalmente diversas congelaciones de precios.255

El Edicto sobre Precios Máximos (Edictum De Pretiis Rerum Venalium) se promulgó dos
o tres meses después del Edicto sobre la Moneda,248 en algún momento entre el 20 de
noviembre y el 10 de diciembre de 301.253 El texto del edicto ha llegado hasta
nuestros días a través de muchas versiones, en materiales tan diversos como la
madera, el papiro o la piedra,256 siendo la versión mejor preservada la de una
inscripción en latín encontrada en la parte oriental de Grecia.257 En el edicto,
Diocleciano culpa de la crisis monetaria a la incontrolada avaricia de los
mercaderes, que había llevado a la confusión de los mercados y del resto de los
ciudadanos. El lenguaje del edicto hace un llamamiento al pueblo para que piense en
la memoria de sus líderes benevolentes y les exhorta a hacer cumplir lo dispuesto
en el edicto, restaurando la perfección en el mundo. El edicto continúa listando
más de mil bienes de consumo, adjuntando el precio máximo que no debe superarse en
cada uno de ellos. Se interponen diversas sanciones por los incumplimientos del
edicto.258

Básicamente, el edicto ignoraba la existencia de la ley de la oferta y la demanda:


no tenía en cuenta el hecho de que los precios de los productos podían variar de
una región a otra en función de su disponibilidad, e ignoraba el impacto que los
costes de transporte podían tener en el precio final. Según el historiador David
Potter, el edicto era «un acto de locura económica».259 Continuaron la inflación,
la especulación y la inestabilidad monetaria, y el mercado negro creció para acoger
la comercialización de los productos que, por cuestión de precio, habían quedado
fuera de los mercados oficiales.260 Las sanciones del edicto se aplicaron de forma
poco uniforme en el territorio del imperio, e incluso algunos historiadores creen
que sólo se llegaron a aplicar en los territorios controlados directamente por
Diocleciano.261 Hubo tan gran resistencia que el edicto dejó finalmente de
aplicarse, probablemente al año de su promulgación.262

Lactancio escribió sobre las perversiones que ocurrieron a propósito del edicto:
bienes que quedaron excluidos del mercado, peleas sobre variaciones de precios en
cuestión de minutos, muertes por aplicación de las normas del edicto, etc. Sin
embargo, y aunque su relato pueda ser cierto, los historiadores modernos consideran
que es probable que sea exagerado e hiperbólico,263 sobre todo teniendo en cuenta
que el impacto de esta ley no aparece en ninguna otra fuente antigua.264

Legado
El historiador A. H. M. Jones consideró que «probablemente el principal logro de
Diocleciano fue gobernar durante veintiún años y abdicar de forma voluntaria,
pasando el resto de sus días en un retiro pacífico».265 Diocleciano fue uno de los
pocos emperadores de los siglos III y IV que murió de forma natural, y el primero
en la historia del imperio en retirarse de manera voluntaria.266 Una vez retirado,
sin embargo, su sistema tetrárquico colapsó. Sin la guía de Diocleciano el imperio
estalló en frecuentes guerras civiles y sólo en el año 324, cuando Constantino
emergió como triunfador, volvió la estabilidad.267 Bajo el nuevo imperio de
Constantino, y con el cambio de rumbo en la religión estatal, Diocleciano acabaría
siendo demonizado. Sin embargo, el propio gobierno de Constantino sirvió para
validar los logros de su antecesor y del principio autocrático que representaba:268
las fronteras permanecieron seguras a pesar del gran gasto de Constantino en el
ejército durante las guerras civiles, la transformación burocrática del gobierno
romano se completó, y Constantino tomó los actos ceremoniales de Diocleciano para
su corte, haciéndolos incluso más extravagantes.269

Constantino ignoró aquellas partes del gobierno de Diocleciano que no encajaban en


sus planes. La política monetaria de Diocleciano basada en la estabilidad de la
plata quedó abandonada, y fue sustituida por una moneda basada principalmente en el
solidus de oro.270 El paganismo de Diocleciano fue repudiado en favor de un
cristianismo apoyado por el imperio, y sus controles de precios se ignoraron. Sin
embargo, incluso la nueva religión sería atada a la estructura del estado de un
modo autocrático, y Constantino alegaría tener una relación tan cercana al dios
cristiano como la que Diocleciano mantenía tener con el dios Júpiter.271 El sistema
impositivo de Diocleciano fue mantenido y estrechado.272

Con todo, y ayudado por la nueva maquinaria burocrática estatal creada por
Diocleciano, el Imperio romano de Oriente sobreviviría durante más de mil años
después de su muerte.273

Tratamiento oficial
Desde el 20 de noviembre de 284: IMPERATOR CAESAR GAIVS AVRELIVS VALERIVS
DIOCLETIANVS AVGVSTVS
A partir del 1 de mayo de 305: SENIOR AVGVSTVS, PATER IMPERATORVM ET CAESARVM
A su muerte: DIVVS DIOCLETIANVS
Notas
Barnes y Bowman defienden el 21 de julio como fecha probable,49 Potter defiende el
25 de julio.50
Según aparece en una inscripción fechada el 3 de marzo de 286.63
Según atestigua una inscripción fechada el 31 de mayo de 287.65 El Midrash judío
sugiere que Diocleciano residió en Panias (actual Banias) al norte de las alturas
del Golán.66
La cronología del nombramiento de Maximiano como Augusto no está clara.75 Algunos
autores sugieren que fue nombrado Augusto desde el comienzo de su carrera imperial,
incluso sin haber llegado a ocupar el título de César;76 otros fechan el momento de
la asunción del título el 1 de marzo de 286.77 El 1 de abril, sin embargo, es la
fecha más repetida por los historiadores modernos.74
Las fechas posibles para el nombramiento de Galerio son el 1 de marzo y el 21 de
mayo. No existe consenso sobre cuál es la correcta.100
Es posible que la ubicación de Galerio a la cabeza de la caravana fuese solamente
la organización habitual de un avance imperial, diseñado para mostrar la deferencia
del César sobre su Augusto, y no un intento de humillarle.128
La historia de Fausto de Bizancio hace referencia a una batalla que tuvo lugar
después de que Galerio estableciese su base en Satala (Sadak, Turquía) en Armenia
Menor, cuando Narsés avanzó desde su base en Oskha para atacarle.132 Otras
historias del periodo no relatan estos eventos.
Lactancio critica la ausencia de Diocleciano del frente,133 pero Southern, que
fecha las campañas africanas de Diocleciano un año antes que Barnes, ubica a
Diocleciano en el flanco sur de Galerio.134
Esta medida iba dirigida contra las religiones monoteístas. La fe cristiana y
otras de carácter también monoteísta tenían prohibido la realización de sacrificios
en honor a otros dioses y, por esa vía, los emperadores obligaban a los miembros
cristianos de la corte a que confesaran abiertamente su fe negándose a cumplir la
orden o a que abjuraran de ella.
El término consistorium ya se usaba para el lugar en el que tenían lugar las
reuniones del consejo.197
El autor bizantino Juan Lido ofrece un número de tropas del ejército de
Diocleciano extraordinariamente preciso: 389 704 en el ejército y 45 562 para la
armada.230 Su precisión ha polarizado la opinión de los historiadores modernos:
Algunos opinan que se trata de cifras tomadas de documentos oficiales y que son muy
exactas, mientras que otros opinan que Lido se las inventó.231
El impuesto sobre la mano de obra era denominado praebitio tironum, y obligaba al
reclutamiento de parte de los granjeros de cada terrateniente. Cuando un capitulum
se extendía sobre muchas granjas, los granjeros aportaban los fondos necesarios
para compensar al vecino que había tenido que afrontar el reclutamiento. Pronto los
terratenientes pudieron sustituir el impuesto con un pago en oro (el aurum
tironicum).240
El denarius dejó de acuñarse en las fábricas de moneda imperiales,248 pero los
valores de las nuevas monedas comenzaron a medirse en relación a él.250
Citas
Los Capítulos de The Cambridge Ancient History. Volumen XII: The Crisis of Empire.
Aparecen referenciados mediante la abreviatura (CAH).

Barnes, New Empire, p. 4.


Barnes, New Empire, 4. Para el título imperial completo véase: Barnes, New Empire,
17-29.
Barnes, New Empire, 30, 46; Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy" (CAH),
68.
Barnes, "Lactantius and Constantine", 32-35; Barnes, New Empire, 31-32.
Aurelius Victor 39.1; Potter, 648.
Barnes, New Empire, 30; Williams, 237-38; cf. Rees, Diocletian and the Tetrarchy,
86: «We do not even know when he was born...» («No sabemos si quiera cuándo
nació...»)
Barnes, Constantine and Eusebius, 4; Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy"
(CAH), 68; Potter, 280; Williams, 22-23.
Zonaras, 12.31; Southern, 331; Williams, 26.
Mathisen, "Diocletian"; Williams, 26.
SHA, Vita Carini 14-15; Williams, 26.
Barnes, Constantine and Eusebius, 4.
Southern, 133.
Barnes, Constantine and Eusebius, 4; Leadbetter, "Numerianus."
Codex Justinianus 5.52.2; Leadbetter, "Numerianus"; Potter, 279.
Leadbetter, "Numerianus."
Barnes, Constantine and Eusebius, 4; Leadbetter, "Numerianus"; Odahl, 39;
Williams, 35.
Potter, 280.
Barnes, Constantine and Eusebius, 4; Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy"
(CAH), 68; Williams, 35-36.
Barnes, Constantine and Eusebius, 4-5; Odahl, 39-40; Williams, 36-37.
Barnes, Constantine and Eusebius, 4-5; Leadbetter, "Numerian"; Odahl, 39-40;
Williams, 37.
SHA, Vita Cari 13, citado por Averil Cameron, The Later Roman Empire (Glasgow:
Fontana, 1993), 31.
Corcoran, "Before Constantine", 39.
Barnes, New Empire, 31; Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy" (CAH), 68-69;
Potter, 280; Southern, 134; Williams, 37.
Nombre completo, L. Caesonius Ovinius Manlius Rufinianus Bassus.
Barnes, Constantine and Eusebius, 5; Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy"
(CAH), 69; Potter, 280; Southern, 134.
Barnes, Constantine and Eusebius, 5.
Barnes, Constantine and Eusebius, 5; Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy"
(CAH), 69; Leadbetter, "Carinus"; Southern, 134-35; Williams, 38. Véase también
Banchich.
Southern, 134-5; Williams, 38.
Barnes, Constantine and Eusebius, 5; Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy"
(CAH), 69; Leadbetter, "Carinus."
Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy" (CAH), 69; Potter, 280.
Barnes, Constantine and Eusebius, 5; Odahl, 40; Southern, 135.
Barnes, Constantine and Eusebius, 5; Williams, 37-38.
Potter, 280; Williams, 37.
Barnes, Constantine and Eusebius, 5; Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy"
(CAH), 69; Odahl, 40; Williams, 38.
Southern, 135; Williams, 38.
Barnes, Constantine and Eusebius, 5; Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy"
(CAH), 69.
Roman Imperial Coinage 5.2.241 no. 203-04; Barnes, Constantine and Eusebius, 5,
287; Barnes, New Empire, 50.
Williams, 41.
Aurelius Victor, De Cesaribus, 37.5, quoted in Carrié & Rousselle, L'Empire
Romain, 654.
Southern, 135, 331.
Potter, 281.
Barnes, Constantine and Eusebius, 5-6; Bowman, "Diocletian and the First
Tetrarchy" (CAH), 69; Barnes, New Empire, 113; Williams, 41-42.
Aurelius Victor, 39.15, citado por Leadbetter en "Carinus."
Barnes, "Two Senators," 46; Barnes, Constantine and Eusebius, 5-6; Leadbetter,
"Carinus"; Southern, 135; Williams, 41.
Leadbetter, "Carinus."
Barnes, "Two Senators," 46; Barnes, Constantine and Eusebius, 5-6; Leadbetter,
"Carinus."
Corcoran, "Before Constantine", 40.
Barnes, Constantine and Eusebius, 6; Southern, 136.
Barnes, Constantine and Eusebius, 6; New Empire, 4; Bowman, "Diocletian and the
First Tetrarchy" (CAH), 69.
The Roman Empire at Bay, 280-81.
Barnes, Constantine and Eusebius, 6; Barnes, New Empire, 4; Bowman, "Diocletian
and the First Tetrarchy" (CAH), 69; Bleckmann; Corcoran, "Before Constantine", 40;
Potter, 280-81; Williams, 43-45.
Corcoran, "Before Constantine", 40. Véase también: Williams, 48-49.
Potter, 280; Southern, 136; Williams, 43.
Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy" (CAH), 69; Odahl, 42-43; Southern,
136; Williams, 45.
Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy" (CAH), 69; Southern, 136.
Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy" (CAH), 70-71; Corcoran, "Before
Constantine", 40; Liebeschuetz, 235-52, 240-43; Odahl, 43-44; Williams, 58-59.
Barnes, Constantine and Eusebius, 11-12; Bowman, "Diocletian and the First
Tetrarchy" (CAH), 70-71; Corcoran, "Before Constantine", 40; Odahl, 43; Southern,
136-37; Williams, 58.
Barnes, Constantine and Eusebius, 11; Cascio, "The New State of Diocletian and
Constantine" (CAH), 172.
Williams, 58-59. See also: Cascio, "The New State of Diocletian and Constantine"
(CAH), 171.
Barnes, Constantine and Eusebius, 6; Southern, 137.
Codex Justinianus 4.48.5; Fragmenta Vaticana 297; Barnes, Constantine and
Eusebius, 6; Barnes, New Empire, 50; Potter, 281.
Southern, 143; Williams, 52.
Fragmenta Vaticana 275; Barnes, Constantine and Eusebius, 6; Potter, 281, 649.
Panegyrici Latini 8(5)21.1; Barnes, Constantine and Eusebius, 6.
Codex Justinianus 4.10.3; 1.51.1; 5.17.3; Barnes, Constantine and Eusebius, 6;
Barnes, New Empire, 50-51; Potter, 281, 649.
Bereishis Rabbah, Ed. Vilna, Parashas Toledos 63:8.
Barnes, Constantine and Eusebius, 6; Millar, 177.
Southern, 242.
Barnes, New Empire, 51; Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy" (CAH), 73.
Barnes, Constantine and Eusebius, 6; Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy"
(CAH), 73; Potter, 292, 651; Southern, 143; Williams, 52.
Southern, 242, 360-61.
Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy" (CAH), 73; Millar, 180-81; Southern,
143; Williams, 52.
Barnes, Constantine and Eusebius, 6-7; Bowman, "Diocletian and the First
Tetrarchy" (CAH), 70-71; Potter, 283-84; Southern, 137-41; Williams, 45-47.
Barnes, Constantine and Eusebius, 6-7; Bowman, "Diocletian and the First
Tetrarchy" (CAH), 69; Potter, 282; Southern, 141-42; Williams, 47-48.
Corcoran, "Before Constantine", 40; Southern, 142.
Potter, 281; Southern, 142; following De Caesaribus 39.17.
Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy" (CAH), 69; following BGU 4.1090.34.
Barnes, Constantine and Eusebius, 7; Bleckmann; Corcoran, "Before Constantine",
40; Potter, 282; Southern, 141-42; Williams, 48.
Potter, 649.
Potter, 282; Williams, 49.
Southern, 140.
Barnes, Constantine and Eusebius, 7; Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy"
(CAH), 71; Corcoran, "Before Constantine", 40.
Rees, Layers of Loyalty, 31; Southern, 142-43; Williams, 50.
Barnes, Constantine and Eusebius, 7; Corcoran, "Before Constantine", 40; Southern,
143.
Barnes, New Empire, 255; Southern, 144.
Potter, 285.
Williams, 63.
Southern, 144.
Williams, 78.
Panegyrici Latini 8(5)12.2; Barnes, Constantine and Eusebius, 7, 288; Potter, 284-
85, 650; Southern, 143; Williams, 55.
Southern, 143; Williams, 55.
Codex Justinianus 9.41.9; Barnes, New Empire, 51; Potter, 285, 650.
Codex Justinianus 6.30.6; Barnes, New Empire, 52; Potter, 285, 650.
Barnes, Constantine and Eusebius, 8; Barnes, New Empire, 52; Potter, 285.
Panegyrici Latini 11(3)2.4, 8.1, 11.3-4, 12.2; Barnes, Constantine and Eusebius,
8, 288; Potter, 285, 650; Williams, 56.
Elsner, Imperial Rome, 73.
Panegyrici Latini 11(3)12, qtd. in Williams, 57.
Barnes, Constantine and Eusebius, 8; Potter, 285, 288.
Barnes, Constantine and Eusebius, 8-9; Barnes, New Empire, 4, 36-37; Potter, 288;
Southern, 146; Williams, 64-65.
Barnes, Constantine and Eusebius, 89; Barnes, New Empire, 4, 38; Potter, 288;
Southern, 146; Williams, 64-65.
Barnes, Constantine and Eusebius, 8-9; Williams, 67.
Southern, 145.
Corcoran, "Before Constantine", 45-46; Williams, 67.
Barnes, Constantine and Eusebius, 8-9.
Barnes, Constantine and Eusebius, 17-18.
Odahl, 59.
Barnes, Constantine and Eusebius, 17; Williams, 76-77.
Williams, 76.
Barnes, Constantine and Eusebius, 17; Odahl, 59; Southern, 149-50.
Carrie & Rousselle, LEmpire Romain, 163-164.
Carrié & Rousselle, L'Empire Romain, 164.
Williams, 77.
Carrié & Rousselle, L'Empire Romain, 163.
Barnes, Constantine and Eusebius, 17.
Barnes, Constantine and Eusebius, 17. See also Southern, 160, 338.
DiMaio, "Domitius".
Barnes, Constantine and Eusebius, 17; DiMaio, "Domitius".
Barnes, Constantine and Eusebius, 17-18; Southern, 150.
Southern, 150.
Harries, 173.
Potter, 292; Williams, 69.
Williams, 69-70.
Ammianus Marcellinus 23.5.11; Barnes, Constantine and Eusebius, 17; Bowman,
"Diocletian and the First Tetrarchy" (CAH), 81; Potter, 292; Southern, 149.
Eutropius 9.24-25; Barnes, Constantine and Eusebius, 17; Bowman, "Diocletian and
the First Tetrarchy" (CAH), 81; Millar, 177-78.
Millar, 177-78.
Potter, 652.
Eutropius 9.24-25; Theophanes, anno 5793; Barnes, Constantine and Eusebius, 17;
Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy" (CAH), 81; Potter, 292-93.
Rees, Diocletian and the Tetrarchy, 14.
Rees, Diocletian and the Tetrarchy, 14; Southern, 151.
Barnes, Constantine and Eusebius, 18; Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy"
(CAH), 81; Millar, 178.
Millar, 178; Potter, Roman Empire at Bay, 293.
Bowman, "Diocletian and the First Tetrarchy" (CAH), 81.
Lactantius, De Mortibus Persecutorum 9.6.
Severus to Constantine, 151, 335-36.
Barnes, Constantine and Eusebius, 18; Potter, 293.
Barnes, Constantine and Eusebius, 18; Millar, 178.
Barnes, Constantine and Eusebius, 18.
Potter, 293.
Millar, 178-79; Potter, Roman Empire at Bay, 293.
Millar, 178.
Southern, 151.
Lactantius, De Mortibus Persecutorum 10.1-5; Barnes, "Sossianus Hierocles", 245;
Barnes, Constantine and Eusebius, 18-19; Burgess, "Date of the Persecution", 157-
58; Helgeland, "Christians and the Roman Army", 159; Liebeschuetz, 246-8; Odahl,
65.
Barnes, Constantine and Eusebius, 20; Corcoran, "Before Constantine", 51; Odahl,
54-56, 62.
Lactantius, De Mortibus Persecutorum 10.6, 31.1; Eusebius, Historia Ecclesiastica
8, a1, 3; Constantine, Oratio ad Coetum Sanctum 22; Barnes, Constantine and
Eusebius, 19, 294.
Barnes, Constantine and Eusebius, 19.
Barnes, New Empire, 49; Carrié & Roussele, L'Empire Romain, 163-164.
Inscriptiones Latinae Selectae 660; Barnes, Constantine and Eusebius, 20.
Lactancio, De Mortibus Persecutorum 33.1; Barnes, Constantine and Eusebius, 20;
Williams, 83-84.
Williams, 78-79, 83-84.
Barnes, Constantine and Eusebius, 20.
Barnes, Constantine and Eusebius, 20-21.
Eusebius, Vita Constantini 2.50.
Barnes, Constantine and Eusebius, 21; Odahl, 67; Potter, 338.
Barnes, Constantine and Eusebius, 22; Odahl, 67-69; Potter, 337; Southern, 168.
Barnes, Constantine and Eusebius, 22; Williams, 176.
Barnes, Constantine and Eusebius, 22; Liebeschuetz, 249-50.
Barnes, Constantine and Eusebius, 24; Southern, 168.
Barnes, Constantine and Eusebius, 24.
Barnes, Constantine and Eusebius, 23-24.
Treadgold, 25.
Southern, 168.
Barnes, Constantine and Eusebius, 39.
Tilley, xi.
Barnes, Constantine and Eusebius, 48-49, 208-213.
Barnes, Constantine and Eusebius, 208-213.
Lactantius, Divinae Institutiones 7.16-17; cf. Daniel 7:23-25; Digeser, 149-50.
Š. Kulišić, P. Ž. Petrović, and N. Pantelić, Српски митолошки речник (Belgrade:
Nolit, 1970), 111-12.
Gibbon, Decline and Fall, I, 153 and 712, note 92.
Potter, 341.
Barnes, Constantine and Eusebius, 24-25.
Panegyrici Latini 7(6)15.16; Lactantius, De Mortibus Persecutorum 20.4; Southern,
152, 336.
Barnes, Constantine and Eusebius, 25; Southern, 152.
Lactantius, De Mortibus Persecutorum 18.1-7; Barnes, Constantine and Eusebius, 25;
Southern, 152.
Barnes, Constantine and Eusebius, 25-27; Lenski, "Reign of Constantine," 60;
Odahl, 69-72; Potter, 341-42.
Barnes, Constantine and Eusebius, 25-26.
Lactantius, De Mortibus Persecutorum 19.2-6; Barnes, Constantine and Eusebius, 26;
Potter, 342.
Lenski, "Reign of Constantine," 60-61; Odahl, 72-74; Southern, 152-53.
Barnes, Constantine and Eusebius, 27; Southern, 152.
Southern, 152.
Barnes, Constantine and Eusebius, 31-32; Lenski, 65; Odahl, 90.
Aurelius Victor, Liber de Caesaribus 39.6.
Barnes, Constantine and Eusebius, 41.
Potter, 294-95.
Potter, 298.
Potter, 296-98.
Inscriptiones Latinae Selectae 617, citado en Potter, 296.
Inscriptiones Latinae Selectae 641, citado en Potter, 296.
Inscriptiones Latinae Selectae 618, citado en Potter, 296. Véase también Millar,
182, capítulo Tetrarchic triumphalism in the Near East.
Corcoran, «Before Constantine», 44-45.
Corcoran, «Before Constantine», 43; Potter, 290.
Cascio, «The New State of Diocletian and Constantine» (CAH), 171-72; Corcoran,
«Before Constantine», 43; Liebeschuetz, 235-52, 240-43.
Potter, 290.
Southern, 163.
Southern, 153-54, 163.
Southern, 162-63.
Cascio, «The New State of Diocletian and Constantine» (CAH), 171-72; Southern,
162-63; Williams, 110.
Cascio, «The New State of Diocletian and Constantine» (CAH), 172, citando el Codex
Justinianus 9.47.12.
Southern, 162-63; Williams, 110.
Williams, 110.
Lactantius, De Mortibus Persecutorum 7.3, citado en Cascio, «The New State of
Diocletian and Constantine» (CAH), 173.
Treadgold, A History of the Byzantine State and Society, 19.
Bagnall, Roger S. Egypt in Late Antiquity (Princeton: Princeton University Press,
1993), 66, y A. H. M. Jones, The Later Roman Empire, 284-602: A Social, Economic
and Administrative Survey (Oxford: Blackwell, 1964), 594, citado en Cascio, «The
New State of Diocletian and Constantine» (CAH), 173.
Carrié & Rouselle, L'Empire Romain, 678.
Tal y como aparece en el Laterculus Veronensis o en la Lista de Verona,
reproducida por Barnes, New Empire, chs. 12-13 (con correcciones en T.D. Barnes,
«Emperors, panegyrics, prefects, provinces and palaces (284-317)», Journal of Roman
Archaeology 9 (1996): 539-42). Véase también: Barnes, Constantine and Eusebius, 9;
Cascio, «The New State of Diocletian and Constantine» (CAH), 179; Rees, Diocletian
and the Tetrarchy, 24-27.
Barnes, Constantine and Eusebius, 9; Rees, Diocletian and the Tetrarchy, 25-26.
Barnes, Constantine and Eusebius, 10.
Carrié & Rousselle, L'Empire Romain, 655/666.
Potter, 296.
Harries, 53-54; Potter, 296.
Barnes, Constantine and Eusebius, 9-10; Treadgold, 18-20.
Rees, Diocletian and the Tetrarchy, 25, citando a Simon Corcoran, The Empire of
the Tetrarchs: Imperial Pronouncements and Government A.D. 284-324 (Oxford:
Clarendon Press, 1996), 234-53.
Codex Justinianus 2.13.1, citado por Carrié & Rousselle, L'Empire Romain, 678.
Carrié & Roussele, L'Empire Romain, 678.
Williams, 53-54, 142-43.
Johnston, «Epiclassical Law» (CAH), 201; Williams, Diocletian. 143.
Potter, 296, 652.
Harries, 14-15; Potter, 295-96.
Potter, 295-96.
Harries, 21, 29-30; Potter, 295-96.
Harries, 21-22.
Harries, 63-64.
Harries, 162.
Harries, 167.
Harries, 55.
Johnston, «Epiclassical Law» (CAH), 207.
Lactancio, De Mortibus Persecutorum 7.2, citado en Corcoran, «Before Constantine»,
46.
Cósimo, 2.34 citado en Corcoran, «Before Constantine», 46.
Southern, 157; Treadgold, 19.
Treadgold, 19.
De Mensibus 1.27.
Rees, Diocletian and the Tetrarchy, 17.
Southern, 158; Treadgold, 112-13.
Southern, 159; Treadgold, 112-13.
Southern, 159.
Carrié & Rousselle, L'Empire Romain, 166.
Campbell, «The Army» (CAH), 124-26; Southern, 154-55. Véase también: Rees,
Diocletian and the Tetrarchy, 19-20; Williams, 91101.
Cascio, «The New State of Diocletian and Constantine» (CAH), 171; Rees, Diocletian
and the Tetrarchy, 27.
Rees, Diocletian and the Tetrarchy, 27.
Treadgold, 20.
Cascio, «The New State of Diocletian and Constantine» (CAH), 173. Véase también:
Rees, Diocletian and the Tetrarchy, 18.
Southern, 160; Treadgold, 20.
Potter, 333.
Barnes, Constantine and Eusebius, 9, 288; Rees, Diocletian and the Tetrarchy, 28-
29; Southern, 159.
Carrié & Rousselle, L'Empire Romain, 187-188.
Williams, 125.
Brown, Rise of Christendom, 57; Williams, 123.
Williams, 124.
Southern, 160.
Cascio, «The New State of Diocletian and Constantine» (CAH), 176.
Potter, 392.
Potter, 392-93.
Potter, 334, 393; Southern, 160.
Potter, 334-35.
Potter, 393.
Cascio, «The New State of Diocletian and Constantine» (CAH), 176-77.
Southern, 160, 339.
Potter, 336.
Cascio, «The New State of Diocletian and Constantine» (CAH), 177-78; Potter, 335;
Southern, 161.
Potter, 335.
Cascio, «The New State of Diocletian and Constantine» (CAH), 178.
Cascio, «The New State of Diocletian and Constantine» (CAH), 177.
Potter, 336; Southern, 161.
Lactantius, De Mortibus Persecutorum 7.6-7, citado en Cascio, «The New State of
Diocletian and Constantine» (CAH), 178, y Southern, 161.
Potter, 336; Williams, 131-32.
Jones, Later Roman Empire, 40.
Williams, 228-29.
Williams, 196-98.
Williams, 204.
Williams, 205-6.
Williams, 207-8.
Williams, 206.
Williams, 208.
Williams, 218-19.
Referencias
Fuentes primarias
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ca. 300, octavo y noveno libro ca. 313, décimo libro ca. 315, epílogo ca. 325.
Libro 8.
Eutropio, Breviarium ab Urbe Condita (Breve Historia desde la Fundación de la
Ciudad) ca. 369. Libro 9
Lactancio, Liber De Mortibus Persecutorum (Libro de las Muertes de los
Perseguidores) ca. 313-15.
Panegyrici Latini. Son de relevancia los panegíricos fechados en 289, 291, 297, 298
y 307.
Zonaras, Epitomé historion (Επιτομή Ιστορίων) ca. 1200. Extracto del compendio,
desde Diocleciano hasta la muerte de Galerio: 284-311
Fuentes secundarias
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(1973): 29-46.
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65 (1975): 40-49.
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2005. ISBN 0-521-30199-8
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Williams, Stephen. Diocletian and the Roman Recovery. New York: Routledge, 1997.
ISBN 0-415-91827-8
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cónsules ordinarios
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