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Anaya, elevación bajo reserva
Inflado, con defecto
Meade insiste en inhabilitación
Desapariciones, día tras día
JULIO HERNÁNDEZ LÓPEZ
L
a derivación más inmediatamente observable del primer debate entre candidatos
presidenciales ha sido la habilitación del panista Ricardo Anaya Cortés (RAC) como
presunto ganador y, en esa secuencia, como principal tirador electoral en contra del
delantero Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Con un discurso estructurado, buena oratoria y una bien estudiada capacidad para atacar
a los adversarios en sus puntos débiles (en específico al tabasqueño, pero también a José
Antonio Meade Kuribreña), Anaya Cortés parecería haber llegado al punto de constituirse
inequívocamente en el verdadero y único retador real y viable de AMLO.
Anaya, tan brioso como mentiroso (ayer mismo se confirmaron como falsas algunas de
las aseveraciones que a sangre fría soltó el panista durante el debate), mantiene en la mirilla
política no sólo a Meade y al sistema priísta, sino al actual jefe máximo del PRI y de la
candidatura de José Antonio, el viajero pero no distante EPN. Con toda claridad te
pregunto, ¿tu jefe, Enrique Peña Nieto, ha gobernado con honestidad?, planteó este
domingo Anaya a Meade, sin que este se animara a esbozar una respuesta al respecto.
Ayer mismo, el mencionado Meade insistió en que el expediente judicial del terreno en
una zona industrial de Querétaro debe tener como consecuencia la inhabilitación moral,
política y jurídica de Anaya. Hasta ahora, la procuraduría federal de justicia no ha señalado
formalmente al panista como partícipe de ese entramado con evidencias de lavado de
dinero. Al contrario, la PGR ha recibido la propiedad a discusión como una especie de
desagravio, y ha dejado fuera de la acción penal a un chofer utilizado como prestanombres
para crear y manejar la empresa involucrada en el caso Anaya (se dice que esos pasos de
distensión provienen de gestiones de avenimiento realizadas por personajes de alto poder
que buscan que Meade y Anaya terminen en una sola candidatura antipejista).
Por otra parte, cabe destacar el proceso de borrado de la etiqueta de inalcanzable que se
le adjudicaba a López Obrador hasta antes del mencionado debate. Aprovechando el error
táctico del tabasqueño, de eludir la contestación directa y específica de las múltiples
acusaciones que se le hicieron (medio centenar), sus adversarios pretenden darlas por
válidas (el que no las contesta, otorga, sería la paráfrasis). Ese proceso trata de crear el
ambiente mediático y social que justifique eventuales cambios en las tendencias
demoscópicas, tal como se ha hecho (con distintos motivos), en anteriores comicios en los
que López Obrador llevaba una delantera consolidada. El candidato de Morena tiene aún
debates por venir y le convendría prepararse para ellos, sin renunciar a su autenticidad.
Astillas
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