Está en la página 1de 13

emergencias

R E v s ó N

MANEJO DEL PACIENTE CON DOLOR EN URGENCIAS


l. Anguera de Sojo Peyra
Coordinador del Servicio de Urgencias Generales. Hospital de la Santa Cruz y San Pablo. Barcelona

Revisión centrada en las peculiaridades del manejo de lestos pueden ser desfavorables para el curso del pro­
pacientes con dolor en urgencias, derivados de su ceso y ocasionalmente puede ser una emergencia vi­
naturaleza subjetiva y pluridimensional y de su tal.
importancia como señal diagnóstica, en el marco de la Por otro lado, el dolor es la señal más universal de
presión psicológica y de priorización del tiempo enfermedad que alarma al paciente y que debe alertar
propio de urgencias. y guiar al médico hacia la identificación de lesiones,
Se hace referencia a las dificultades y prioridades en procesos, patologías o riesgos no conocidos previa­
el manejo de pacientes con dolor torácico, abdominal mente.
y cefalea, por su frecuencia y la trascendencia y Los servicios de urgencias a pesar de la excelente do­
riesgo asistencial que entrañan y el manejo del dolor tación humana y técnica de que disponen, reúnen una
en pacientes terminales, crónicos y psicofuncionales, serie de circunstancias desfavorables para el clima de
que son también frecuentes y plantean problemas y comunicación, confianza y continuidad entre médico,
8 prioridades de manejo no siempre fáciles de asumir enfermera y el paciente con dolor.
en urgencias. La fuerte presión asistencial producida por la exis­
Destacan las deficiencias de la analgesia en urgencias tencia de otros pacientes y problemas pendientes, dis­
y la necesidad de mejorar la motivación y formación persan la atención del médico y limitan el tiempo que
en el manejo interpersonal de pacientes con dolor, la dispone para cada paciente. El exceso de presión psi­
monitorización de la analgesia y la formación y uso cológica sobre el médico favorece la priorización de
de los fármacos susceptibles de ser usados en la los datos objetivos sobre los subjetivos en el esfuerzo
analgesia. diagnóstico y distorsiona las condiciones mentales del
médico necesarias para una buena comunicación.
El dolor es una experiencia universal que forma par­ El médico percibe la relación con el paciente en ur­
te de nuestra vida cotidiana normal, pero CGn frecuen­ gencias como efímera por el desconocimiento previo
cia requiere ayuda profesional de forma que es la cau­ y la expectativa de que la relación durará como máxi­
sa más frecuente de consulta médica1-J• mo hasta que finalice la guardia.
El dolor es también el motivo más frecuente de con­ El elevado número de pacientes que están siendo
sulta urgente4• atendidos y la falta de confort e intimidad frecuente
El paciente con dolor plantea en urgencias dos tipos en el hábitat de urgencias, contribuye a despersonali­
de demandas y necesidades de naturaleza diferente zar la relación.
que el médico debe atender con medidas, ritmo y prio­ La división del trabajo entre senior y junior, entre
rización adecuadas. enfermeras y médicos o entre especialistas diversos
Por un lado el dolor es un sufrimiento subjetivo que que puedan estar tratando al paciente, contribuye a
reclama alivio y que se acompaña con frecuencia de atomizar la información y la propia relación y a des­
cambios vegetativos y viscerales que además de mo- dibujar el control de la analgesia conseguida.
De hecho se viene detectando que en los servicios
de urgencias, médicos y enfermeras tienden a recono­
Correspondencia: 1. Anguera de Sojo. Servicio de
L"rgencias. Hospital de la Santa Cruz y San Pablo. Avda.
cer y tratar de forma insuficiente el dolor de sus pa­
an .-\ntonio María Claret, 167.08025 Barcelona. cientes5-7•

Emergencias. Vol. 7, Núm. 2, Marzo-Abril 1995


Por otro lado, la analgesia insuficiente junto a las el amor, el arte o la identidad sexual, están impregna­
largas esperas y la falta de información, es uno de los das en todas las culturas de referencias al dolor.
motivos de insatisfacción más expresados por los pa­ Desde niños el dolor forma parte de nuestras vidas,
cientes atendidos en servicios de urgencias8. y de nuestras primeras relaciones y desde niños vamos
El manejo diagnóstico de los dolores, consigue ma­ modelando nuestra forma de percibir, entender, valo­
yor atención y recursos de los médicos de los servicios rar y reaccionar al dolor y lo vamos invistiendo de
de urgencias, y el nivel de aciertos obtenidos en este emociones y significados que van mas allá de la pura
área, puede considerarse que en general es favorable. sensación dolorosa y que se traducen en nuestra for­
Sin embargo el dolor torácico y el abdominal y en ma de percibir, expresar y reaccionar ante el dolor.
menos medida la cefalea, son objeto de algunos de los
errores y reclamaciones más serios que se producen en Elementos de neurofisiología
urgencias9."•
La complejidad y variabilidad clínica de la expe­
riencia, expresión y conducta del paciente con dolor,
Naturaleza pluridimensional del dolor hace difícil su manejo asistencial.
El dolor es una experiencia subjetiva, no compro­ No es posible interpretar los síntomas y conductas
bable con datos o medidas objetivas. del paciente con dolor en términos de relación lineal
El dolor refleja las señales nerviosas que provocan "lesión señal - síntoma - expresión" tal y como se sue­
diversos estímulos intensos o lesionales a través de un le hacer con mayor éxito con otros signos y síntomas
proceso de elaboración activa. clínicos.
El dolor no refleja la realidad lesional como un es­ El conocimiento de los diversos mecanismos neuro­
pejo, sino que realiza una valoración propia de un ob­ fisiológicos que operan la interacción y modulación
servador. mutua entre las diversas dimensiones y factores cir­
El dolor es una percepción sensorial que discrimina cunstanciales del dolor, facilita la selección de medi­
intensidad, calidad, espacio y tiempo, pero es también das, fármacos y puntos de actuación terapéuticas más
una experiencia personal existencial compleja pluridi­ adecuados a cada paciente.
9
mensional. Los estímulos algésicos que se producen en una le­
A la dimensión sensorial se añaden dimensiones sión o proceso patológico, se traducen en los sensores
cognitivas, motivacionales, emocionales, vegetativas y en señales nerviosas que entran en una red de vías y
conductuales que se manifiestan en la extraordinaria centros, que las transporta y modula de forma activa.
variabilidad de la expresión clínica del dolor, frente a Esta red nerviosa es a su vez el subtrato de la expe­
estímulos, lesiones o patologías similares, entre perso­ riencia pasada y de la información nerviosa proceden­
nas diferentes o incluso en una misma persona en di­ te de otras áreas.
ferentes situaciones. Las señales dolorosas sufren en estas vías y centros
Decía Sartre que no hay emoción sin significado, de un proceso de selección, abstracción, valoración y sín­
forma que lo que pensamos sobre la causa, la explica­ tesis, en función de la situación global percibida, de
ción y el sentido de cada dolor, define en gran medi­ la memoria de experiencias relacionables y de las ne­
da la emoción que nos evoca. cesidades, objetivos y motivaciones personales y bio­
La forma que cada paciente tiene de percibir, valo­ lógicas del sujeto en el momento presenteI2.16.17.
rar y reaccionar al dolor, está profundamente enrrai­ Este proceso de modulación involucra receptores,
zada y condicionada por sus conocimientos, valores, estaciones y centros superiores y vías ascendentes y
experiencias y características personalesI2.16. descendentes que facilitan, inhiben y modulan la sen­
La fuerza y la universalidad que tiene la base cultu­ sación dolorosa, la invisten de su contenido cogniti­
ral y psíquica en la percepción y expresión del dolor vo, motivacional y emocional y coordinan la respues­
es una consecuencia lógica de la extraordinaria impor­ ta vegetativa y conductual al dolor'2-'6-'8.
táncia que tiene como vivencia y motivación en la his­ La estimulación dolorosa periférica produce un flu­
toria de los pueblos e individuos. jo dual de señales que da lugar a dos ondas cerebrales
Todas las culturas desde el inicio de la historia hu­ de activación, una inmediata y aguda, el dolor epicrí­
mana han formulado como parte nuclear de sus con­ tico que corresponde a la información sensorial dis­
tenidos, claves para entender el origen, significado y criminativa y la segunda el dolor protopático, más tar­
remedio del dolor. día y prolongada, que corresponde a la dimensión dis­
Materias como la maternidad, la culpa, la creación, placentera motivacional y emocional del dolor.

l. Anguera de Sojo Pe,ra-Manejo del paciente con dolor en urgencias 59


Los dos trenes de señales suben por vías ascenden­ Función y clínica de la analgesia endógena
tes paralelas y separadas, aúnque interactúan a diver­
El efecto modulador de las espectativas y de la ac­
sos niveles entre sí.
tividad cognitiva y psíquica superior sobre la intensi­
Las señales del dolor epicrítico se producen básica­ dad y calidad del dolor son muy importantes y clíni­
mente en aferentes A Delta mielinizadas de alto um­ camente relevantes.
bral y suben al tálamo y cortex sensorial por la vía rá­ La analgesia relativa de los soldados heridos mien­
pida neoespinotalámica y desde el cortex sensorial se tras están en el frente o de los atletas mientras com­
difunde al cortex asociativo a los núcleos y substancia piten, muestran a la vez la importancia clínica y adap­
reticular de la base y a las estaciones medulares, espe­ tativa de estos mecanismos.
cialmente en la substancia de rolando del cuerno pos­ La información clara y precisa, la actitud acogedo­
terior de la médula, donde modulan el imput de seña­ ra y empática con las preocupaciones y expectativas
les dolorosas por vías inhibidoras o facilitadoras. del paciente, y las seguridades del médico y enferme­
El dolor protopático se produce fundamentalmente ra de que -su dolor será estudiado, atendido y alivia­
en los sensores polimodales e desmielinizados, ascien­ do, contribuyen decisivamente a la eficacia de las me­
de por la vía paleoespinotalámica y por las vías mul­ didas analgésicas establecidas, potenciando la capaci­
tisinápticas ascendentes, hasta la substancia reticular dad analgésica endógena de los centros superiores y
y núcleos de la base cerebral, hipotálamo y sistema asegurando la satisfacción del paciente con la atención
límbico, produciendo a lo largo de todo el recorrido recibida.
multitud de colaterales y conexiones, por lo que en
cada neurona de cada estación convergen vías que Detección del dolor en urgencias
aportan señales de muy diferente naturaleza y áreas, El dolor pertenece a la subjetividad del paciente y
facilitando fenómenos como el dolor referido, o los sólo puede ser conocido por nosotros a partir de la in­
condicionamientos entre estímulos y sensaciones o formación que éste nos transmite mediada por expre­
dolores distantes. sión verbal o gestual, y en función tanto de nuestros
conocimientos y experiencias profesionales, como de
10
Mediadores bioquímicos del dolor nuestras propias experiencias personales de dolor.
El médico tiende, especialmente en urgencias, a mi­
En los tejidos lesionados por traumatismo o enfer­
nusvalorar la intensidad y la importancia clínica del
medad, se producen substancias algésicas y mediado­
dolor expresado por el paciente y tiende a centrar más
res de la inflamación como las postaglandinas y otros
su atención en otros datos y alteraciones observables.
productos de la cascada del ácido arakidónico, la his­
Aún es más crítica y distante la actitud si percibe
tamina, la serotonina el K'o el H'o kininas plasmáti­
que el dolor no responde o es desproporcionado a le­
cas o substancias liberadas por los propios aferentes
siones o patologías objetivables.
nerviosos por vía antidrómica como la substancia P
Los conocimientos neurofisiológicos y neuropsico­
que junto a los estímulos mecánicos y térmicos son ca­
lógicos sobre dolor, señalan que es siempre y sin ex­
paces de inducir señales de dolor en los sensores ade­
cepción un producto de la elaboración neuropsicoló­
cuados o bajar de tal forma el umbral algésico de és­
gica de las señales dolorosas periféricas, y que el com­
tos, que generen señales dolorosas a partir de estímu­
ponente psicógeno es tan genuino en el sentido de fi­
los habituales que no acostumbran hacerlo en condi­
siología y clínica del dolor como el lesional.
ciones normalesl8•
Este planteamiento es una vía hacia el error, por­
Las señales de dolor son mediadas a lo largo de las que facilita sesgar hacia diagnósticos de funcionalidad
vías ascendentes por diversas substancias como el glu­ a los dolores expresados por personalidades con ras­
tamato, el aspartato, la substancia P, el polipéptido in­ gos y expresividad neurótica, con graves consecuen­
testinal vasoactivo, la somatostatina, colecistoquinina cias potenciales.
angiotensina y otros péptidos. En urgencias esta actitud es especialmente peligro­
Mientras que el GABA, los opioides endógenos, y sa, porque recibimos a pacientes que no conocemos,
algunos neurotransmisores especialmente la serotoni­ los recibimos en una situación de ansiedad personal y
na y la noradrenalina median la transmisión de las se­ con frecuencia de irritación por una espera prolonga­
ñales inhibitorias por las vías descendentes y la inhi­ da y no tenemos posteriormente opción a comprobar
bición presináptica en las estaciones ascendentes, es­ su curso.
pecialmente en la substancia de RolandoI2-16-19. Siempre, pero especialmente en urgencias, es muy

60 Emergencias. Vol. 7, Núm. 2, Marzo-Abril 1995


importante considerar que el dolor del paciente es el sible aunque la orientación diagnóstica no esté resuel­
que él nos refiere y en el sitio e intensidad en que lo ta.
sitúa, de forma que siempre que un paciente dice que Los medios técnicos de diagnóstico y monitoriza­
tiene dolor, hemos de pensar que tiene dolor. ción permiten el inicio precoz de la analgesia, en la
Esta actitud de respeto a los sentimientos del pa­ mayoría de patologías con holgada seguridad, porque
ciente, no debe de ser obstáculo de que seamos capa­ permiten prescindir de la evolución del dolor como
ces de valorar con el paciente aquellos elementos de dato de diagnóstico evolutivo.
su vida psíquica que pueden estar favoreciendo o con­ En una situación de agobio o colapso con demoras
dicionando la percepción y expresión del dolor en la en la asistencia, debe priorizarse la analgesia de los pa­
forma y con la intensidad en que lo hace, pero siem­ cientes con dolor intenso aunque aparentemente no
pre con la reserva de que estos elementos no son ex­ conlleven riesgo vital.
cluyentes con otros diagnósticos o lesiones en relación El tratamiento de primera elección será el etiológi­
al dolor. co, que alivia el dolor suprimiendo su causa.
Tampoco debe ser obstáculo para detectar, contener Cuando ésto no sea posible, o sus efectos no sean in­
y manejar con profesionalidad cualquier forma de ins­ mediatos o muy rápidos, se realizarán medidas de
trumentalización que el paciente puede hacer de for­ analgesia.
ma no consciente o deliberada de su dolor. Deberá escogerse una medida o preparado de po­
El respeto a los sentimientos y necesidades del pa­ tencia proporcionada al dolor del paciente y adecua­
ciente en urgencias, no sólo alcanzan a la aceptación do a su fisiopatología más probable.
del dolor en los términos expresados por el paciente, En la analgesia farmacológica es muy importante es­
sino también al carácter subjetivo de la urgencia. coger el fármaco, la dosis y la vía adecuada.
Es relativamente {recuente que un paciente pueda El ritmo de las dosis debe preveerse para que el pa­
tolerar un dolor durante días o semanas sin consultar ciente no llegue a sentir dolor de nuevo.
a ningún profesional y por cualquier motivo o circuns­ Son preferibles las dosis y los ritmos prefijados que
táncia la alarma por el dolor contenida o negada has­ las pautas a demanda que suelen producir y reflejar
ta entonces, se descontrola en una espiral de ansiedad una mala analgesia.
que hace claudicar al paciente e ir a urgencias. El tratamiento inicial será enérgico,calculado para
También en estos casos es necesario atender sin re­ obtener una analgesia rápida y satisfactoria. Las pau­
chazo ni prejuicios las necesidades objetivas y subje­ tas de inicio tímidas, no obtienen analgesia, y obligan
tivas de estos pacientes y sólo después de haber acla­ a ulteriores medidas y dosis más altas y menos efica­
rado la relevancia clínica del caso y después de haber ces, debido al efecto de sumación y facilitación que se
aliviado el dolor o la ansiedad generadoras de la ur­ produce con la prolongación del dolor.
gencia se puede resituar la posterior asistencia en el Es muy importante en los dolores severos y persis­
marco adecuado, sin correr riesgos mayores20• tentes, monitorizar la analgesia con valoraciones pe­
riódicas frecuentes, reconducir la pauta en función del
alivio obtenid021-22•
Marco y prioridades generales de la
En la selección de fármacos es importante preveer
asistencia al dolor en urgencias
los efectos secundarios en función de la clínica previa
El primer objetivo de un paciente con dolor en ur­ del paciente.
gencias será el de identificar la presencia de situacio­ Es importante conocer bien la farmacología de al­
nes o patologías que amenazan o comprometen fun­ gunos preparados de cada grupo de fármacos utiliza­
ciones vitales,con objeto de darles el soporte, vigilan­ bles en analgesia.
cia y tratamiento adecuado inmediato. Los prejuicios exagerados sobre los efectos indesea­
La analgesia del dolor debe ser lo más completa y bles de los opiaceos de muchos médicos, enfermeras
precoz posible y con el menor volúmen de efectos in­ y pacientes, constituye una de las causas a las que se
deseables posibles. atribuyen los bajos niveles de analgesia observados en
Con todo, la preocupación por aliviar el dolor no las urgenciasli-21•
debe obstaculizar, distorsionar o retrasar en ningún La ACP (analgesia controlada por el paciente), con
caso maniobras diagnósticas o actuaciones terapéuti­ el uso de dispositivos de autoadministración de dosis,
cas inaplazables. de opiáceos intravenosos, es un recurso que puede ser
Pero la analgesia debe iniciarse cuanto antes sea po- utilizable en urgencias, en dolores rebeldes o en el pos-

l. Anguera de Soja Peyra-Manejo del paciente con dolor en urgencias 61


toperatorio, pero que es más propio de unidades es­ sa, los anticonvulsivantes y antiarrítmicos estabilizan­
pecializadas en el tratamiento del dolor26. do neuronas y los antidepresivos neurolépticos y ago­
Es muy importante ser capaz de obtener del pacien­ nistas de la serotonina y la noradrenalina facilitando
te una información precisa y ágil sobre el nivel, carac­ la analgesia descendente.
terísticas y circunstancias del dolor, síntomas y alte­ Las técnicas: quirúrgicas, de bloqueo regional, la fi­
raciones acompañantes, tanto en su significado semio­ sioterapia y las diversas psicoterapias, son más pro­
lógico y diagnóstico, como del conjunto de vivencias, pias de actividades programadas que de un servicio de
emociones y amenazas personales que entrañan para urgencias, pero también se pueden aplicar en situacio­
el paciente y también de sus espectativas, demandas nes concretas, cuando se dispone de los recursos idó­
y reservas respecto a la asistencia y a la analgesia que neos.
le ofrecemos. Con frecuencia es necesario indicar otros fármacos
También es muy importante ser capaz de transmi­ o intervenciones sobre los efectos secundarios de los
tir al paciente una información clara, relevante, sopor­ propios analgésicos o sobre otros síntomas y alteracio­
table y creible en cuanto a su enfermedad y sobre todo nes del paciente que acompañan al dolor para com­
de nuestro conocimiento y valoración de su sufrimien­ pletar la analgesia y preservar el confort del paciente.
to y de nuestro interés para proporcionarle ali­
ViOI-12-16-17.
Algunos dolores y situaciones especialmente
Para ello es importante mantener a pesar del desfa­
relevantes en urgencias
vorable ámbito y ritmo de urgencias un buen nivel de
comumcación. Los dolores en urgencias pueden corresponder a
La comunicación es el medio a través del cual se de­ practicamente todas las patologías, intensidades y si­
sarrollan los acontecimientos interpersonales, por el tuaciones clínicas existentes.
cual las personas se transmiten significaciones, y falla Sin ánimo ni posibilidades de ser exaustivos, nos li­
si el código no es común o las diferencias de intere­ mitaremos a algunos grupos que destacan por su fre­
ses, valores o afinidades distorsionan su percepción, e cuencia, dificultad e importancia en urgencias.
12 incorporación, con lo que la relación se hace tensa, La ubicación principal del dolor es después de la va­
frustradora e ineficaz. loración de la gravedad del paciente, el primer crite­
La estrategia es establecer una relación sobre el in­ rio de selección en urgencias de los pacientes con do- .
terés compartido con el paciente por los síntomas sin lor no traumático, y el que determina en gran medida
connotaciones valorativas, reconocer el sufrimiento y el equipo de especialistas que se hará cargo de él y el
la necesidad y posibilidad de aliviarlo. tipo de recursos y dificultades y orientación clínica
La satisfacción del paciente y la analgesia mejoran inicial.
con una buena comunicaciónl-12-16-28.
Las diferencias pronunciadas de tipo cultural o de Dolor torácico
personalidad y valores entre paciente y profesionales, Entre el lO y el 20% de las urgencias hospitalarias
puede hacer más dificil y laboriosa la comunicación y lo son por dolor torácic030-33 y si bien el 40% pueden
puede traducirse en una analgesia menos eficaz y con ser dados de alta directamente tras ser examinados
mayor riesgo de errores diagnósticosl-12-16-29. porque presentan patología banal o que permite con­
Tal como se desarrolla en otros artículos de este trol ambulatorio demorado, existe una proporción im­
mismo número, disponemos de diversos grupos de portante de pacientes con dolor torácico que presen­
fármacos y medidas terapéuticas capaces de aliviar el tan patologías de alto riesgo.
dolor, que actúan en cada uno de ellos en puntos y me­ La mayoría de veces el diagnóstico se puede reali­
canismos diferentes en la algesia- analgesia que se de­ zar sin problemas, en función de las características clí­
sarrolla en el organismo enfermo. nicas y de técnicas diagnósticas disponibles en los ser­
La aspirina, el paracetamol y los antiinflamatorios vicios de urgencias.
no esteroideos actúan básicamente sobre las prosta­ Los pacientes coronarios suelen ubicar su dolor en
glandinas, la capsaicina sobre la substancia P, los el área media del tórax, a veces en epigástrio con re­
opioides, sobre la analgesia endógena sobre todo a ni­ ferencias variables a mandíbula, cuello, brazos, hom­
vel del cuerno posterior de la médula, los esteroides es­ bros o espacio interescapular.
tabilizando las membranas, los anestésicos locales blo­ Suelen ser dolores intensos o muy intensos, opresi­
queando los canales de sodio y la conducción nervio- vos, vagos difusos, no siempre definidos como dolor

62 Emergencias. Vol. 7, Núm. 2, Marzo-Abril 1995


por el paciente, que los refiere a veces como debilidad idóneo para mejorar su pronóstico vital y funcional.
o peso. La comprobación de un ECG normal al ingreso, es
El inicio suele ser brusco y la duración de 5-10' en un dato de buen pronóstico vital para el paciente, pero
el ángor estable, mas minutos en el inestable o varia­ no descarta la existencia de un lAM.
ble y hasta de horas en el infarto. En un 6 a 12% de pacientes con ECG normal al ini­
Se suelen acompañar de vegetatismo, especialmen­ cio, se puede comprobar en horas posteriores el de­
te sudoración fría profusa y de ansiedad. sarrollo de un lAM. (38-39)
En el angor estable se desencadena o aumenta con Tampoco la clínica, el ECG y una determinación
el esfuerzo físico, el stres emocional o el frío, pero esta enzimática, permiten detectar todos los casos en el ini­
relación no existe en el angor inestable. cio del cuadroJ9-41.
El dolor de la pericarditis suele ser agudo precordial La pericia o la veteranía del médico mejora la si­
irradiado a cuello o espalda, aumenta con el decúbito tuación a costa de altar menos pacientes con riesgo,
y la tos y se puede acompañar de semiología de derra­ pero no mejora su capacidad de discriminar el infarto
me pericárdico. del que no lo tiene42.
Mucho mas raro es el dolor aórtico, que suele ser Para mejorar la fiabilidad del triaje se han desarro­
más tenebrante, de localización más variable y mi­ llado diversas tablas de criterios y programas compu­
grante, a veces de ubicación lateral o en espalda; la terizados de ayuda que hasta ahora no han satisfecho
presencia de rasgos marfanoides lo hace más probable. las espectativasJ9-46.
El dolor de las patologías pleuropulmonares como La conducta más aceptada es la de mantener un pe­
el neumotorax, neumonía, neoplasias o tromboembo­ ríodo de observación de 12 a 14 horas en el servicio
lismos, tienen características de dolor pleurítico, me­ de urgencias o en unidades especializadas, a todos los
jor localizado, agudo' y lateral, ritma con movimien­ pacientes con dolor torácico de riesgo, realizando de­
tos respiratorios y la tos y se acompañan de clínica y terminaciones seriadas de CK ó CK-MB, datos clíni­
semiología respiratoria como tos, espectoración, he­ cos y ECG, lo que permite una razonable garantía al
moptisis, soplos o roces y con frecuencia de fiebre. alta.
El dolor esofágico o gástrico, tiene una localización La determinación de las CK-MB permite reducir la
retroesternal o hepigástrica con irradiación a cuello, observación a 12 horas, y están apareciendo marcado­
espalda, ritma con la deglución o digestión y se acom­ res de necrosis del miocardio como la troponina, que
pañan de clínica y semiología digestiva. de confirmar las espectativas creadas, reducirán más
Sin embargo los aferentes nerviosos del corazón, el período de observación necesariaJO-40-4J.
aorta, esófago, pulmón y la pared superior del tórax El seguimiento de los pacientes altados de urgencias
comparten las mismas vías y estaciones algésicas con con estos criterios indica un funcionamiento correcto
una densa red de convergencia de señales entre ellas, con baja mortalidad y morbilidad en seguimientos
de forma que ni las localizaciones principales o refe­ posterioresJ4-48-49.
ridas del dolor ni sus características o intensidades Sin embargo se ha observado que la mortalidad al
pueden definir la gravedad, ni discrimina de forma año, de los pacientes atendidos y altados tras descar­
fiable el área lesionada ni las causas del dolor. tar lAM, se concentra en un grupo reducido de pacien­
De hecho se han observado entre un 2 y un 5% de tes, que son identificables al alta porque presentan
pacientes vistos por dolor torácico y altados de urgen­ uno o varios de los siguientes 5 criterios: Edad avan­
cias que han resultado ser portadores de un lAMJ4-J6. zada, antecedentes coronarios previos, alteración is­
La disección aórtica, aunque mucho menos frecuen­ quémica transitoria del ECG, insuficiencia ventricu­
te, también es una patología que puede pasar desaper­ lar y shock50-51.
cibida27• La mortalidad de este grupo al año es del 10% y a
Debido a ello el dolor torácico es la primera causa los dos años del 19%, muy similar a los altados tras
de denuncias e indemnizaciones por mala práctica en­ ser tratados de lAM.
tre los médicos de urgenciasIO-12-3J. Se ha propuesto que estos pacientes se beneficiaran
El dolor torácico exige una detección y diagnóstico de medidas terapéuticas y diagnósticas tras el alta,
de confirmación precoz, de los pacientes con lAM, de equiparables a los pacientes con lAM.
forma que se puedan beneficiar del tratamiento trom­ También se ha sugerido que la realización de una
bolítico dentro del marco de beneficio óptimo de las ecografía o una prueba de esfuerzo antes del alta en
cuatro primeras horas desde el inicio del dolor, el más pacientes de riesgo podría mejorar su pronóstic050-52.

l. Anguera de Sojo Peyra-Manejo del paciente con dolor en urgencias 63


En los pacientes con dolor torácico de etiología co­ dolor pélvico crónico, que son estos tres últimos cua­
ronaria, es necesario asegurar una analgesia eficaz y dros benignos de prevalencia muy alta que llega al
rápida, porque el dolor contribuye a desestabilizar el 14%, 7% y 5% de la población general respectivamen­
comprometido equilibrio hemodinámico de estos pa­ te58-59.
cientes. Pero el dolor abdominal también se debe a patolo­
El dolor del angor estable es autolimitado y respon­ gías de vísceras abdominales pelvianas o torácicas de
de bien a nitritos y otros vasodilatadores de forma que alto riesgo, con índices de mortalidad importantes
no suele ser necesario el uso de analgésicos. como la pancreatiris aguda,la disección de aorta ab­
En el angor inestable los episodios duran más y el dominal o torácica, rupturas de vísceras huecas o só­
pronóstico es peor. lidas o de embarazos ectópicos, perforaciones o isque­
En estos pacientes la tranquilización, el confort y mia mesentérica.
una actitud competente y acogedora del personal con­ La orientación diagnóstica no es siempre fácil y las
tribuye eficazmente a la analgesia. consecuencias de retrasos o errores diagnósticos son
Los nitritos, la aspirina y la heparina suelen contro­ graves, de forma que es la segunda causa detrás del do­
lar bien el dolor; si no cede se administrarán opioides. lor torácico de reclamaciones o indemnizaciones9-11•
En el infarto de miocardio el dolor es más impor­ El dolor abdominal refleja normalmente patología
tante, persistente y con consecuencias sobre el ritmo de la pared y vísceras del abdomen y pelvis, pero tam­
y funcionamiento cardíaco que amenazan la supervi­ bién pueden reflejar patologías torácicas, porque las
vencia del paciente. vías nociceptivas somáticas y viscerales de la mitad in­
En estos enfermos el dolor se debe tratar con anal­ ferior de la pleura parietal torácica, la periferia de la
gésicos opiaceos por vía venosa y a dosis suficientes pleura diafragmática y gran parte de la pared abdomi­
para aliviar el dolor. nal superior y de las vísceras abdominales,tienen una
La situación de pérdida personal que viven estos pa­ distribución segmentaria común con convergencia de
cientes que en minutos pueden haber perdido las se­ señales, lo que explica que producen dolores con lo­
guridades derivadas de una buena salud, les produce calizaciones y características que a veces son difíciles
14 además de sufrimiento personal, unas respuestas ve­ de diferenciar.
getativas que contribuyen al dolor. En la orientación diagnóstica de estos pacientes es
En estos pacientes es muy importante el confort y especialmente importante averiguar la rapidez de ini­
el manejo profesional de las angustias derivadas de su cio del dolor, su cualidad, intensidad, duración de los
enfermedad. episodios y ritmo, así como los factores que alivian o
La analgesia en los dolores pleuropulmonares cuan­ agravan el dolor, especialmente la deglución, ingesta,
do existe compromiso de la función respiratoria del respiración profunda, tos, ventosidades, defecación,
paciente, debe hacerse considerando la repercusión micción, la flexión lateral y axial del tronco y la posi­
respiratoria del fármaco y las condiciones de monito­ ción en decúbito supino y pronol-30•
rización y asistencia disponibles en el servicio. La localización de inicio y la evolución de la loca­
lización principal e irradiada también son de valor
Dolor abdominal diagnóstico.
El dolor abdominal también es una demanda fre­ En el examen físico los datos de observación nos in­
cuente en urgencias, entre un 5 y un 20%33-53-54-55. dicarán el estado de hidratación y nutrición del pa­
Entre un 15 y un 50% de ellos son dolores más o me­ ciente, pigmentaciones y manifestaciones cutáneas de
nos intensos y persistentes,pero que después de ser la enfermedad y gestos y posturas en relación al dolor.
atendidos en urgencias se les da el alta con el diagnós­ En la palpación abdominal de pacientes con dolor
tico de dolor abdominal no específico sin haber filia­ intenso se deben evitar maniobras de presión o des­
do el mecanismo ni la causa del dolor. compresión bruscas porque su rentabilidad diagnósti­
Afortunadamente el seguimiento de estos pacientes ca no justifica el dolor que evoca ya que se puede ob­
muestra una buena evolución con escasísima morbili­ tener la misma información con maniobras menos do­
dad posterior, atribuible al episodios5-s7• lorosas6o•
También son frecuentes los dolores ligados a otras El tacto rectal es una maniobra necesaria en estos
patologías de escaso riesgo como gastroenteritis, bro­ pacientes para detectar restos hemáticos o de otro
tes ulcerosos, patologías osteomusculares o neuríticas tipo, colecciones y dolor a la maniobra.
de pared, intestino irritable, dispepsia no ulcerosa o Los dolores de aparición reciente y de característi-

64 Emergencias. Vol. 7, Núm. 2, Marzo-Abril 1995


cas viscerales en el área media, intensos sordos y mal bre leucocitaria e irritación peritoneal localizada va en
definidos, con repercusión vegetativa, nos orientará a favor de una apendicitis, diverticulitis o salpinifitis o
patología torácica o abdominal de riesgo, y los dolo­ de una enfermedad pélvica inflamatoria si se trata de
res difusos o localizados pero intensos y acompañados una mujer con antecendentes sexuales de riesgo.
de signos de irritación peritoneal, orientan a patolo­ La apendicitis es el cuadro abdominal quirúrgico
gía también de riesgo de víscera abdominal o pelvia­ más frecuente y presenta muchas formas clínicas y de
na sólida o hueca que ha afectado al peritoneo. localización atípicas que dificultan a veces su diagnós­
Estos pacientes exigen un diagnóstico y tratamiento ticu.
precoz que puede ser quirúrgico. La radiografía simple, parece de poca rentabilidad
Cuando estos dolores aparecen en pacientes previa­ en relación a la clínica para el diagnóstico de estos pro­
mente asintomáticos, tienen un inicio brusco, en mi­ cesos.
nutos que el paciente sitúa con precisión, sugieren un
Los dolores intermitentes, la auscultación de ruidos
cuadro vascular, un cuadro perforativo o una pancrea­
hidroaéreos y ondas de lucha nos orientan hacia una
litis.
obstrucción intestinal.
La presencia de un dolor transfixiante a veces en
La palpación de masas hernias y la presencia de ni­
cinturón o lateralizado, la presencia de hematomas cu­
veles en RX apoyan la orientación64•
táneos, un derrame pleural o un asa centinela en la ra­
diología simple y él antecedente de una litiasis biliar, Los cuadros oclusivos pueden coexistir con cuadros
enolismo o dislipemia familiar y la ingesta previa de agudos de dolor si se produce una isquemia por es­
alcohol orienta hacia la pancreatitis aguda61. trangulación o una perforación.
Los niveles de amilasa apoyan pero no confirman TambIén son frecuentes dolores muy intensos de
el diagnóstico que se puede hacer con eco y TAC62. tipo cólico producidos por cólicos nefríticos o bilia­
La edad avanzada, los antecedentes de isquemia ce­ res; la clínica urinaria y la puñopercusión en el prime­
rebral, coronaria o periférica orientan a fisura o rotu­ ro, la digestiva en el segundo, orientan el cuadro que
ra de la aorta abdominal o a infartos mesentéricos se puede confirmar por ecografía.
mientras que la existencia de cardiopatía embolígena Las pielonefritis y las colecistitis presentan junto al 15
orienta hacia infartos viscerales o mesentéricos. dolor característico el cuadro febril y tóxico y la dis­
La presencia de isquemia aguda en miembros infe­ función digestiva o urinaria.
riores y la palpación, asucultación o visualización del El globo vesical por retención urinaria puede pro­
aneurisma dirigen a él o lo confirman, mientras que ducir también un dolor violento, identificable por his­
la presencia de restos hemáticos en vómitos, la diarrea toria y palpación, pero que puede olvidarse.
o tacto rectal orientan al infarto mesentérico. El médico tiende a primar la exploración física y da­
El infarto mesentérico es un cuadro especialmente tos instrumentales, sobre la historia clínica, en el do­
temible en urgencias porque es de pronóstico muy lor abdominal65.
malo y con frecuencia la clínica inicial es poco expre­ El uso de cuestionarios diagnósticos con ayuda de
siva o ambigua. computador ha tenido algún éxito prometedor, pero
Si el dolor es difuso, muy intenso y se acompaña de no se ha confirmad066.67.
una fuerte reacción peritoneal con vientre en tabla, La analgesia en los pacientes con dolor abdominal
nos orienta a una perforación de víscera hueca o ro­ de riesgo, sólo se debe demorar lo imprescindible en
tura de quistes, tumores, abcesos o vísceras sólidas función de las necesidades de diagnóstico.
con paso de sangre o líquidos a peritoneo. Los medios técnicos de diagnóstico disponibles, fa­
Si el dolor se da en una mujer embarazada y se cilitan en la mayoría de los casos la analgesia muy pre­
acompaña de pérdida vaginal, nos orienta hacia la coz, aunque la orientación diagnóstica no este concre­
ruptura de un embarazo ectópic063. tada68.
Dolores de características similares, de inicio más El reposo del aparato digestivo mediante dieta ab­
lento y evolución menos dramática nos orientarán a soluta, hidratación parenteral y sonda nasogástrica,
procesos inflamatorios como la apendicitis o la diver­ puede contribuir a aliviar el dolor y la náusea.
ticulitis o a cuadros obstructivos. Los dolores intensos viscerales, se deben aliviar con
El inicio del dolor con características de dolor vis­ mórficos, como primera elección.
ceral en la línea media y su posterior localización en En dolores agudos intensos de tipo cólico pueden
alguna fosa ilíaca o en hipogastrio y la presencia de fie- ser la alternativa cuando el dolor no se controla des-

l. Anguera de Sojo Peyra-Manejo del paciente con dolor en urgencias 65


pués de media hora, con fármacos menores por vía y a una cefalea fulminante muy intensa, con frecuencia
dosis suficientes. acompañada de dolor en espalda, a veces en piernas
Los antiácidos, antihistamínicos, espasmolíticos, y que se sigue en minutos u horas de semiología de
ansiolíticos y anti H2 pueden proporcionar o contri­ irritación meníngea. Se confirmará por punción lum­
buir a la analgesia y confort en los casos adecuados. bar y TAe.
La cefalea intensa acompañada de semiología de
Cefaleas irritación meníngea y fiebre, nos orientará a una me­
Entre el 80 y el 90% de la población tiene cefaleas ningitis y se confirmará e identificará con una pun­
ocasionales y el 10% consulta al médico por ellas, pero ción lumbar76•
solo el 2,5 de las urgencias lo son por cefalea. El temor y la procupación más frecuente del médi­
El 90% de las cefaleas vistas en urgencias correspon­ co y del paciente en las cefaleas con criterios de sos­
den a cefaleas tensionales, migrañas o psicógenas sin pecha como los descritos antes, es la presencia de una
significación lesionaI69.72• masa intracraneal.
La diferenciación entre las migrañas y cefaleas ten­ Si bien el diagnóstico no es una emergencia vital
sionales en urgencias no es excesivamente relevante, conviene realizar en urgencias un TAC confirmativo
en general son mixtas ya que la cefalea y la migraña o asegurarse que éste o la consulta neurológica perti­
son los extremos de una población común sin solución nente se realizará sin superar una demora de días.
de continuidad7J.74.
En personas de edad, con cefalea y malestar gene­
Pueden detectarse cefaleas en relación a fármacos
ral, se pensará en la arteritis de la temporal, si se pal­
como nitritos, vasodilatadores, IMAOS, vitamina A o
pa engrosado y doloroso su trayecto y se apoyará con
de substancias como el alcohol, glutamatos o chocola­
una VSG.
te o la inhalacion de disolventes que suelen autolimi­
En otras muchas patologías febriles, respiratorias o
tarse sin problemas.
cardíacas, se produce cefalea como un síntoma acom­
Sin embargo un 10% de las cefaleas que acuden a ur­
pañante, no protagonista de la urgencia ni del cuadro
gencias, corresponden a patologías intracraneales se­
clínico del paciente, pero se intentará aliviar e identi­
veras, de mortalidad alta.
ficar su causa directa siempre que sea posible.
En urgencias los errores y demandas por cefaleas no
En la analgesia de la cefalea aguda se dispone de la
son tan frecuentes como los producidos por dolor to­
aspirina, el paracetamol, los AINES, antiheméticos,
rácico o abdominal, pero sí tan importantes y doloro­
fenotiacinas o agonistas de la 5 TH, el Ketoralaco y el
sos como éstos.
sumatripan.
Los síntomas de sospecha de patología severas son:
La ergotamina ha perdido protagonismo por sus
- La presencia de signos de irritación meníngea, la complicaciones vasculares77•
cefalea severa de inicio reciente sin historia previa.
Las dosis conviene darlas al inicio del episodio, por­
- La cefalea intensa de inicio fulminante.
que luego pierden eficacia.
- Cambio de ritmo y aumento importante de in-
Cuando los episodios son reiterados y la historia es
tensidad y frecuencia en una cefalea previa.
antigua, antes de indicar fármacos analgésicos debe
- La cefalea que aumenta al esfuerzo de la defeca­
considerarse el riesgo de adicción y de desarrollo de
ción, la tos o el esfuerzo físico.
conductas de enfermo inadaptativas y valorar con el
- Cefalea que permanece muy localizada en una
paciente el cuadro y la asistencia que ya está recibien­
área constante.
d078.79•
- La cefalea intensa que dura sin alivio más de 24
horas.
Dolor en pacientes terminales
- La cefalea que despierta del sueño.
Las convulsiones. En urgencias se ven a veces pacientes que acuden
El cambio reciente de carácter. por dolores, que son portadores de patologías graves,
La pérdida de memoria. generalmente cáncer o sida. pero también enfermeda­
Deterioro reciente de funciones superiores, y fo­ des de la motoneurona o insuficiencias cardíacas, res­
calidad neurológica. piratorias, hepáticas o renales muy avanzadas, cuya
- El curso claramente progresivo de una cefa­ terminalidad es conocida y aceptada por la familia y
leal.'.30.75. a veces por el paciente.
Pensamos en una hemorragia subaracnoidea frente En este marco es necesario priorizar claramente las

66 Emergencias. Vol. 7, Núm. 2, Marzo-Abril 1995


medidas de control del sufrimiento sobre las encami­ Algunos de estos pacientes pueden desarrollar en su
nadas a la prolongación de la vida. relación con los médicos y enfermeras de urgencias
La asistencia urgente, presenta a efectos de la apli­ que le atienden, conductas y actitudes manipulativas,
cación de criterios de asistencia paliativa la dificultad hostiles, implorantes, dependientes, reivindicativas,
adicional, que se deriva del desconocimiento de la si­ seductoras, obsesivas o hipocondríacas, presentando a
tuación previa del paciente y de que puede no dispo­ veces demandas insaciables de atención, explicacio­
nerse de posibilidades para confirmar con familiares nes, seguridades, pruebas o medicación86-88•
o médicos responsables la sospecha de terminalidad. Es muy importante abordar estas dificultades inter­
Es desaconsejable tomar decisiones sobre el nivel de pretándolas con una óptica profesional, pero sin res­
tratamiento que entrañe adoptar o eludir medidas te­ ponder nunca afectiva o emocionalmente a las con­
rapéuticas posibles, no extraordinarias que compro­ ductas manipuladoras, agresivas o seductoras del pa­
metan la viabilidad del paciente en función de su ter­ ciente.
minalidad, siempre que ésta no sea clínicamente evi­ Es preciso también respetar el dolor y la identidad
dente o esté documentada. del paciente, pero a la vez contener con firmeza y neu­
Con esta única salvedad, se dará prioridad a la anal­ tralidad afectiva las exigencias desproporcionadas que
gesia y al confort del paciente sobre medidas diagnos­ plantee, centrando la actuación en el aquí y ahora del
ticas o terapéuticas específicas. síntoma y de la alarma del paciente, resituando cual­
Para la analgesia es importante averiguar la causa o quier consideración o replanteamiento que éste haga
mecanismo que ha producido o agudizado el dolor sobre su enfermedad de base en el marco más idóneo
para incidir sobre ella cuando sea posible. de su asistencia habitual.
Se procede luego a la analgesia que puede afrontar­ Conviene ser muy prudente en el manej o de la in­
se con analgésicos menores, opioides menores, o formación y en la administración de fármacos, de for­
opioides mayores, potenciados si procede con otros ma que no interfieran en la relación del paciente con
fármacos como los antidepresivos anasiolíticos, neu­ sus médicos habituales ni con la pauta terapéutica de
rolépticos, esteroides psicoestimulantes, anticonvulsi­ su proceso de base89.
vantes, difosfonatos o calcitonina, anestésicos locales El tipo, la dosis y la potencia de los analgésicos es­
u otros, en función de la intensidad respuesta analgé­ cogidos, dependerá de la pauta analgésica previa, de
sica y mecanismos probables del dolor. la intensidad y naturaleza del episodio doloroso y del
También es importante el cuidado del confort per­ pronóstico y naturaleza del proceso de base.
sonal del paciente, asegurarle un compromiso asisten­
cial y de atención a sus dolores y necesidades y faci­ Dolor psicógeno en urgencias
litarle en lo posible la presencia de algún familiar78-83•
También acuden a urgencias, y a veces reiterada­
mente, pacientes con dolores intensos o mal tolerados,
Pacientes con dolor crónico en urgencias en los que no se aprecia ninguna lesión o proceso or­
Entre un 25 y un 30% de la población general pade­ gánico que lo explique, o en los que existe una expre­
ce alguna forma de dolor crónico, ligado a diversas pa­ sión clínica manifestante desproporcionada al dolor
tologías crónicas, osteomusculares, digestivas, neoplá­ previsible en función de las lesiones obj etivadas.
sicas, neurológicas o psíquicas84-85. En la mayoría, pero no en todos estos pacientes,
Es frecuente la consulta en urgencias de estos pa­ aparecen elementos de la vida psíquica de naturaleza,
cientes con motivo de un dolor o brote de dolores agu­ alcance y manejo muy diverso, capaces de dar expli­
dos o por una claudicación a los habituales. caciones plausibles a las características clínicas y evo­
Estos pacientes plantean en urgencias problemas de lutivas del dolor.
manejo estrechamente ligados a su cronicidad. Con todo, en ningún caso se puede concluir que un
Suelen llegar a urgencias con un diagnóstico cono­ dolor es psicógeno, sólo por exclusión de una causa or­
cido y documentado y con ello se corre el riesgo de no gánica que lo explique, ya que ésto sólo nos dice que
considerar otras posibilidades, dejando sin diagnósti­ nosotros no la detectamos, pero no que no exista.
co procesos intercurrientes o complicaciones tratables En los pacientes con dolores de expresividad psico­
y a veces senas. funcional o rasgos de conducta psicopatológica, es ne­
El manej o asistencial puede ser dificil porque una cesario realizar una exploración sin prej uicios, para
elevada proporción de pacientes con dolor crónico de­ identificar las posibles patologías o lesiones que pue­
sarrollan patologías de la conducta de enfermo. den estar generando el dolor, ya que estos pacientes

l. Anguera de Sojo Peyra-Manejo del paciente con dolor en urgencias 67


también expresan e instrumental izan sus dolores or­ - La moti vación y capacidad de comunicarse con
gánicos de acuerdo a su psicopatología, con lo que es el paciente sobre el dolor.
más fácil el error. - El conoc im iento y uso de los fármacos utiliza­
El dolor psieógeno es tan genuino y real como el de bles en la analgesia.
causa objetiva y en todo caso deben evitarse siempre - La monitorización efectiva y rutinaria de la
actitudes y comentarios de desvaloración, duda o re­ analgésia.
proche al paciente, por la expresividad de sus dolores, - La coordinación interna entre los miembros de
ya que sólo contribuye a humillarlo sin ningún bene­ los equipos médicos y de enfermería en el manejo clí­
ficio terapéutico. facilitan errores de valoración y nico de la información en estos pacientes.
di agnóstico por nuestra parte a veces serios y están en
la base de muchas reclamaciones y denuncias90·96. Bibliografía
Urgencias. es un lugar donde se manifiestan proce­ 1 . Bonira .J . J . The management of pai n . P h i ladelphia London. Lea
sos psicopatológicos o situaciones de sobrecarga per­ Febiger 1 990.
sonal. susceptibles de ser beneficiados por un trata­ 2. Guilland e.L Dolor en Con n . Terapeut i ca actual. I nteramerica­
na. New York. Me. Grau-H dI. 1 9 94.
miento adecuado, en forma de dolores u otros sínto­
3 . Weisenberg M. P a i n c l i nical and experimental perspecti\cs.
mas psicofuncionales. Mosby Co. Saint Louis 1 9 7 5 .
Si bien urgencias no es el marco ni la situación para 4 . Cara n u rgences extra-hospitali eres. Bul l Acad. N a t L M e d . 1 9 9 1 .
establecer diagnósticos de psicofunci onalidad que 1 7 5, 3 5 1 -36 1 .
5. Selbst S t . M . Clark M . Analgesic use i n the Emergenc)' Depart­
siempre entrañan un riesgo innecesario, es una situa­
ment. Ann Emerg. Med. 1 990. 1 9. 99- 1 02.
ción propicia para señalar la existencia de sobrecargas 6. Wilson lE. Pendleton lM. Oligoanalgesia in the emergency de­
personales o disfúnciones psíquicas plausiblemente re­ partment AM. J . Emeg. Med. 1 98 9 . 7 . 620-623.
lacionadas con el dolor y susceptibles de ser tratadas 7. Reich LM. Bodiwala G.G. Use of analgesia i n seyere pain i n the
accident a n d emergency department. Arch Em erg. Med. 1 9 8 7 . 4.
con éxito en el marco adecuado.
25-3 1 .
El enfermo puede aceptar mejor la recomendación 8. M e . M i l l a n l R. Younger M .S. Dewine Le. Satisfact ion with hos­
de asistencia o tratamiento psicológico, por su médi­ pital Emergency depanment as a function of patient triage. Heath
18 co o por un especialista cuando se realiza en el marco care M anage Rey. 1 98 6 . 1 1 , 2 1 - 2 7 .
9. KarCl A . Holbrook l T h e Massachusetts emergency physician
del respeto y reconocimiento a su dolor y de una ex­
risk management programo Qual Rey. Bull 1 99 1 . 1 7 . 2 8 7-292.
ploración médica seria90.94• lO. Trautlein J.O. Malpractiee i n the emergency department Reyiew
of 200 cases. Ann Emerg. Med. 1 9 84. 1 3,709-7 1 1 .
1 1 . Karcz A. Holbrook l et al. Massachusetts Emergency Medicine
Consideraciones finales dosed malpractiee c1aims: 1 98 8 - 1 990.
Ann Emerg. Med. 1 99 3 . 2 2, 55-6 1 .
Es difícil pero apasionante atender en un servicio 1 2 . Bond M . R . Pain its nature analysis and lreatment. Edinburgh
con la presión de urgencias a pacientes con el riesgo y Churchill-Liyingstone. 1 9 7 9 .
complej idad pluridimensional que presentan muchos 13. Williams D A Keefe F.J. Pain beliefs ant l h e u s e of cogn itiye-be­
hayioral coping strategies. Pain 1 99 1 , 46, 1 85- 1 90.
pacientes con dolor.
14. Edwwards L.e. Pearce SA Turner-Stokes L The pain beliefs
En algunos de estos pacientes, las dificultades diag­
questionna ire: An i n yestigation of Beliefs in the causes and con­
nósticas se unen al apremio de tener que decidir rápi­ sequen ces of pain. Pain 1 9 92. 5 1 , 2 6 7 - 2 7 2 .
do para evitar morbilidad o mortalidad por demorar 15. W i l l i a m s D . A . Robinson M . E. Geisser M . E . Pain beliefs: asses­
actuaciones inaplazables. menl and utility. Pai n 1 994. 59, 7 1 - 78.
1 6. Slernbach R .A. The psychology of pain. New York. Rayen. Press
Otro desafío es el alivio del dolor y de la alarma del
New York 1 9 78.
paciente en las circunstancias de urgencias, desfavo­ 17. Cross Sh.A. Palhophysiology of pain Mayo Clin. Proc. 1 994. 69:
rables para dedicar la atención personal que requieren 3 7 5-3 83.
estos pacientes. 1 8. Basbaum Al . Ficlds HL. Endogenus pain control systems: Brains­
Icm spinal pathways and endorphin circuit ry. Annu Rey. Neros­
Los niveles insatisfactorios de analgesia y de aten­
ei. 1 984. 7 . 309-338.
ción y comunicación personal, observados reiterada­ 1 9. Bccrs R . F. Basset E.G. Mcchanisms of Pain and analgesic com­
mente en servicios de urgencias, plantea la existencia pounds. Rayen Press New York, 1 9 7 9 .
de cinco puntos mejorables en la atención a estos pa­ 20. Foldes S . S ; Fischer L.R, Kaminsky K. W h a t is an emergeney? The
cientes: j udgements of two physicians. Ann Emerg. Med. 1 994. 2 3 .
8 3 3-840.
- La motivación, conocimiento y manejo clínico
2 1 . Rawal N. Berggren L. Organization of acute pain services: a low­
de las dimensiones emocionales, psíquicas y conduc­ cost modcl. Pai n 1 994. 5 7 , 1 1 7 - 1 2 3 .
tuales del paciente con dolor. 2 2 . G o u l d l A Crosby D.L. Harmer M . e t al. Policy for conlrolling

68 Emergencias. Vol. 7 , Núm. 2 , Mano-Abril 1995


pain after surgery: effect of sequential changnes in pain manage­ to a prediction rule for the triage of emergency department pa­
ment. 8r.Med J . 1 992. 305, 1 1 8 7- 1 1 93 . tients with chest pain. J. Gen Intern Med. 1 994. 9; 24 1 -247.
2 3 . M a x M . B . improving outcomes o f analgesic treatment: Is educa­ 45. Jonsbu 1. Aase O. Rollag A. et al. Prospective evaluation of an
tion enoght? Ann intern Med. 1 990. 1 1 3, 885-889. EDB-bassed diagnostic program to be used i n patients admitted
24. Marks R.M. Sachar EJ . under treatment of medical impatients to hospital with acute chest pain. EUR H eart 1. 1 993. 1 4;
with narcotic analgesie. Ann Intern Med. 1 971 78, 1 7 3 - 1 8 1 . 441 -446.
25. Hill CS. Too many doetors are opiophobic. Primary care cancer. 46. Lee T.H. Cook E.F. et al. Impact of initial triage decisions on nur­
1 9 88. 8, 29. sing intensity for patients with acute chest pain. Med. Care 1 990.
26. Stanik JA use of patient-controlled analgesia with critically ill 28; 7 3 7-745.
patiens a risk I benefit analysis. AACN Clin. Issues crit. care nurs. 47. Lee TH. Juarez G, Cook E. et al. A prospective multicenter va­
1 9 9 1 . 2, 7 4 1 -747. lidation of a 1 2 hour strategy for patients at low risk. N. England
27. 8uller M. 8uller D . Physicians'comunication style and patient sa­ J. Med. 1 99 1 . 324; 1 239-1 245.
tisfaction. 1 . Hlth Soc. Behav 1 9 87. 28; 3 7 5-388. 48. Karlson 8.W. Wiklund 1. Bengtson A. Herlitz J . Prognosis and
28. Ward S.E. Gordan D . Application of the American pain Society symptons one year after discharge from emergency departments
Quality assurance standars Pain 1 994. 56, 299-306. in patients with acute. Chest pain. Chest 1 994. 1 05; 1 442- 1 447.
29. Todd Kh. Samaroo N, Hoffman l R. Ethnicity as a risk factor for 49. RolI M. Kollind M. Theorell T. Five years follow-up of young
inadequate emergency department analgesia. J A M A 1 99 3 . 269, adults visiting an emergency unit because of atipical chest pain.
1 5 37- 1 539. J. Intern Med. 1 992. 2 3 1 ; 59-65.
30. L10ret l Muñoz 1 et al. Protocolos terapeuticos del servicio de 50. Lee T.H. Ting H . H. Shammash J.B. et al. Long-term survival of
urgencias. Hospital de la Santa Cruz y San Pablo. Barcelona, emergency department patients with acute chest pain. Am. J. Car­
1 992. diol. 1 992. 69; 1 45- 1 5 1 .
31. Karlson B.W. Herlitz J. Petterson P . Ekvall H.E. Patients admi­ 5 1 . Schroeder J.S. Lamb R.N. H u M . Do patients i n whom myocar­
ted to the emergency room with symptons. Indicative of acute dial i nfarction has been ruled out have a better prognosis after
myocardial infarction. J. Intern Med. 1 99 1 . 230; 2 5 1 -258. hospitalization than those survining infarction? N. Engl 1. Med.
32. Klinkman M.S, Stevens D, Gorenflo DW. Episodes of care for 1 980. 303; 1 -5 .
chest. Pain: a preliminary report from MIRNET Mich igan. 1. 52. Kerns J.R. Shaubt F. Fontanarosa P.B. Emergency cardiac stress
Farm Pract. 1 994. 38; 345-3 52. testing in the evaluation of emergency department patients with
33. Liu Y , Zhang 8. Fu W. et al. A preliminary epidemiological study atypical chest pain. Ann. Emerg. Med. 1 993. 22; 794-798.
of the patient population visiting and urban ED in The Republic 53. Trott AT Acute abdominal pain in Rosen P. (ed). Emergency
of Ch i na. Am. 1. Emerg. Med. 1 994. 1 2; 247-249. Medicine Concepts and c1inical practice. St. Louis CV Mosby
34. McCarthy B.D, 8eshansky 8.S. D'Agostino R . 8 . Selker H . P . Mis­ 1 98 8 . P. 1 389- 1 402. 19
sed diagnoses ofacute myocardial infarction in the emergency de­ 54. Wilson D.H. The acute abdomen in the accident and emergency
partment: Results from a multicenter study. Ann Emerg. Med. department. Praetitioner 1 979. 222; 480-485.
1 993. 22; 579-623. 55. Janzon L Ryden LI. Zederfeldt B. Acute abdomen pain in the sur­
35. Leet H . Rouan GW. Weisberg MC et al. Clin ical characteristics gical Emergency Room. Acta Chir Scand 1 982. 1 48; 1 4 1 - I 48.
and natural history of patients with acute myocardial infarction 56. Lukens Th. Emerman CH. Effron D. The natural history and c1i­
sent home from the emergency room. Am. J. Cardio!. 1 987. 60: nieal fidings in undiferenciated abdominal Pain. Ann. Emerg.
2 1 9-224. Med. 1 99 3 . 22; 690-696.
36. Gibler W8, Chest pain evaluation i n the ED: beyond triage. Am. 57. Jess P. Bjerregaard B. et al. Prognosis of acute non especific ab­
1. Emerg. Med. 1 994. 1 2: 1 2 1 - 1 22. dominal pain a prospective study. Am. J. Surg. 1 982. 1 44;
37. Murata G . H . Evaluating chest pain i n the emergency department. 338-340.
West J. Med. 1 993. 1 59: 6 1 -68. 58. Thompson W.G. The irritable boweL GUT 1 984. 25; 305-320.
38. Young M.J, McMahon L F, Stross 1. Prediction rules for patients 59. Morris CH. Non-hulcer dyspepsia. 1 Psichosom Research 1 99 1 .
with suspeeted myocardial infarction Applying guidelines in com­ 35; 1 29- 1 40.
munity Hospitals. Arch intern Med. 1 98 7 . 1 4 7: 1 2 1 9- 1 222. 60. Liddington M.I. Thomson WHF. Rebound Tenderness Test. Br.
39. Karlson B. W, Herlitz 1 et al. Early prediction of acute myocar­ J. Surg. 1 99 1 . 78; 795-796.
dial infarction from clinieal history examination and ECG in the 61. Thomas P.D. Acute pancreatitis Anaesth Intensive careo 1 98 5 . 1 3;
emergency room. Am. 1. Cardio!. 1 99 1 . 68: 1 7 1 - 1 7 5. 249-257.
40. Marin M . M . Teichman S.L Use of rapid serial sampling of crea­ 62. Hoffman J . R. Jaber AJ. Schriger D.L. Serun amylase determina­
tine kinase M . 8 . for very early detection of myocardial infarction tion i n the emergency department evaluation of abdominal pain.
in patients with acute chest pain. Am. Heart 1. 1 992. 1 2 3; 1. Clin. Gastroenterol. 1 99 1 . 1 3; 4 0 1 -406.
354-36 1 . 63. Gaeta T.1. Radeos M. Izquierdo 1. Atipical ectopic pregnancy.
4 1 . Lee TH. Weisberg M.C Cook F . et al. Evaluation of creatine ki­ Am. 1 . Emerg. Med. 1 99 3 . 1 1 ; 233-234.
nase and creatine kinase-M8 for diagnosins myocardial infarc­ 64. Campbell J.P.M. Gunn AA Plain abdominal radiographs and
tion. Arch Intern Med. 1 987. 1 47; 1 1 5- 1 2 1 . acute pain. Br. J. Surg. 1 98 8 . 75; 554-556.
42. Ting H . H . Lee T.H, Soukup J.R. et al. Impact of physician expe­ 65. Avorn J . Everitt D.E. 8aher M.W. The neglected medical history
rience on triage of emergency room patients with acute chest pain and therapeutic choices for abdominal pain: A nationwide study
at three teaching hospitals. Am. J. Med. 1 99 1 . 9 1 ; 401 -408. of 799 physicians and nurses. Arch. Intern Med. 1 99 1 . 1 5 1 ;
43. Lee T H. Cook FE Weisberg M . Acute chest pain in emergency 694-698.
room identification and examination of low-risk patients. Arch 66. Wellwood J. Johannessen S. Spiegelharter DJ. How does com­
Intern Med. 1 98 5 . 1 45; 65-69. puter-aided diagnosis improve the management of acute abdomi­
44. Pearson SD. Goldman L Garcia 1. 8 . et al. Physician response nal pain. Ann. R. ColI. Surg. Engl. 1 992. 74; 40-46.

l. Anguera de Sojo Peyra-Manejo del paciente con dolor en urgencias 69


67. Maitra A.K. Briggs PJ. Me. Geehan D. Computer Unaided diag­ severe chronic pain in termina illness. J.A.M.A. 1 984. 2 5 1 ;
nosis of acute abdominal pain in an accident and emergency de­ 1 1 8 5-1 1 88 .
partment. Arch Emerg. Med. 1 98 8 . 5 ; 74-78. 82. Faries J . E . Morgan R . M . Treating cancer.related pain i n the
68. Attard A.R. Corlett MJ. Kidner NJ. Safety of early pain relief emergency department: The emergency nurse's role. J. Emerg.
for acute abdominal pain. Br.MedJ. 1 992. 305; 5 54-5 5 6 . Nurs. 1 992. 1 8 ; 397-404.
6 9 . Nikiforow R. Hokkanen E. An epideliological study o f headache 83. Sanz J . Gomez Batiste X. Gomez M. Cuidados paliativos. Reco­
in an urban and a rural population in Northern Finland. Heada­ mendaciones de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos
che 1 9 78. 1 8; 1 3 7-142. (SECP AL). Guias manuales Ministerio de Sanidad y Consumo.
70. Dhopesh V. Anwar R. Herring C.A. Retrospective assessment of Madrid, 1 993.
emergency department. Patients with complaint of headache. 84. Crook J. Rideout E. Browne G. The prevalence of pain com­
Headache 1 9 79. 1 9 ; 37-42. plaints in a general population. Pain 1 984. 1 8 ; 299-3 14.
71. Liecht MJ. Nontraumatic headache in the emergency depart­ 85. Crombie I.K. Davies HTO. Macrae W.A. The epidemiology of
ment. Ann. Emerg. Med. 1 980. 9; 404-409. chronic pain: Time for new directions. Pain 1 994. 57; 1 -3.
72. Diamond M.1. Emergency departmenl treatment of the headache 86. Pilowsky 1. Spence N.D. Is illness behaviour related lo chronicily
patients. Hedache Quart 1 992. 3 (supp. I ) 28-33. in patients with intractable pain. Pain 1 976. 2; 6 1 - 7 1 .
73. Marcus D.A. Migraine and tension-type headaches the questio­ 87. Merskey H. Boyd D. Emotional adjustement and chronic pain.
nable validity of currenl classification systems. Clin. J. pain 1 992. Pain 1 978. 5; 1 73- 1 7 8.
8; 28-36. 88. Gamsa A. The role of psychological factors in chronic pain. A
74. Thomas SI. H . Stone K. Emergency department treatment ofmi­ half century of study. Pain 1 994. 57; 5 - 1 5.
graine tension and mixed-type headache. J. Emerg. Med. 1 994. 89. Reuler J.B. Girard de Nardone D.A. The chronic pain syndrome:
12; 657-664. Misconceptions and managemenl. Ann. Intern Med. 1 980. 93;
75. Lance J.W. Mechanism and managemenl of headache. London. 5 8 8-596.
Butterworth 1 982. 90. Ford CH.V. The somatizing disorders psychosomatics 1 986. 27;
76. Lledo A. Calandre L. el al. Acute headache of recent on sel and 327-337.
subarachnoid hemorrage: a prospective study. Headache 1 994. 91. Southgate M. Hypocondriasis and somatization. J.A.M.A. 1 987.
34; 1 72- 1 74. 2 5 8 ; 2 7 1 8-2722.
77. Peatfield R. Migraine current conceps of pathogenesis and treal­ 92. Katon W. Kleinman A. Rosen G. Depression and somatization:
ment. Drugs 1 983. 26; 364-37 1 . a review 1 y n. Am. J. Med. 1 982. 72; 1 2 7- 1 3 5 Y 2 4 1 -247.
78. World Healt Organization Cancer Pain. Relief Geneve WHO 93. Sternbach R. Pain patients traits and trealment. New York. Aca­
1 986. demic Press, 1 974.
79. Wilson W.c. Smedira N.G. Fiw K.C. Ordering and administra­ 94. Barsky AJ. Goodson J.D. Lane R.S. Cleary P.D. The amplifica­
tion of sedatives and analgesics during the withholding and with­ tion of somatic symplorns. Psychosam Med. 1 9 88. 50; 5 1 0-5 1 9.
drawal of life support, from critically ill patients. JAMA 1 992. 95. Barsky A.J. Klerman G.L. Overview: Hypochondriasis, bodily
267; 949-953. complainls and somatic styles. Am. J. Psychiatry 1 983. 1 40;
80. Gonzalez G.R. Elliot KJ. et al. The impact of a comprehensive 273-283.
evaluation in lhe management of cancer pain. Pain 1 9 9 1 . 47; 96. Beckman H.B. Markakis M.K. et al. The doctor-patient relations­
1 4 1 - 1 44. hip and malpractice lesson from plaintiff depositions. Arch In­
81. Me. Givney W.T. Grooks G.M. et al. The care of patients with tern Med. 1 994. 1 54; 1 365- 1 370.

70 Emergencias. Vol. 7, Núm. 2, Marzo-Abril 1995

También podría gustarte