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TRUJILLO EN AQUELLOS

TIEMPOS DE
INDEPENDENCIA
José Rosario Araujo

2020
PARA MI ESPOSA JACKELIN ROSARIO Y MIS HIJOS LUIS EDUARDO, VICTORIA Y PAOLA
QUIEN SIEMPRE ESTAN A MI LADO CUANDO LEO, INVESTIGÓ Y ESCRIBÓ
ACOMPAÑANDOME CON SUS ALEGRIAS Y RISAS, INCENTIVANDOME CON SUS
PRESENCIAS.

A TODOS AQUELLOS QUE TRATARON DE MANCILLAS MI TRABAJO, CON SUS


COMENTARIOS MALSANOS Y SUS ACTUACIONES HIPOCRITAS, A ELLOS Y A ELLAS LES
DEDICÓ ESTE TRABAJO, YA QUE CON SU BAJEZA ESPIRITUAL ME HAN DADO LA
FUERZA DE LA RABIA Y DE LA INDIGNACIÓN PARA COMPRENDER QUE EXISTEN
NUEVOS CAMPOS DE BATALLA, EN DONDE SI VALE LA PENA ESTAR, APARTANDOME
DE CUALQUIER ESCENARIO EN DONDE EXISTAN GENTE COMO ELLOS.
A MODO DE PRESENTACIÓN
Desde muy niño comencé a conocer la historia de nuestra Guerra de Independencia y es imposible ver
a esta gesta heroica sin emocionarse por el heroísmo y sacrificio que derrocharon nuestros libertadores.

Recorriendo desde sus inicios nos topamos con la Campaña Admirable en donde nuestro estado Trujillo
brillo como protagonista principal, con la participación de sus hombres y mujeres que labraron las
sendas de este camino de honor y gloria.

Es justo reconocer los aportes dados por paladines como Antonio Nicolás Briceño y el Padre Francisco
Antonio Rosario en nuestra lucha por la libertad.

Poco o casi nada conocemos de ellos, nunca los vemos como seres humanos que sintieron y padecieron
como nosotros.
Hay que reconocerles la categoría de hombres con los defectos y virtudes que tenemos.

Trate en estos relatos no salirme de la realidad histórica, pero sin dejar de novelar hechos que
posiblemente pasaron.

Coloqué diálogos en estos personajes que posiblemente no ocurrieron, pero nunca inventando
personalidades que nunca tuvieron.

Para nadie es un secreto la bravura y valentía de Bolívar y Páez, no podemos dejar de reconocer la
bizarría de jefes españoles como Morillo, La Torre o Correa, ni su sacrificio en defensa de sus ideales.

Trujillo en Aquellos Tiempos de Independencia con sus dos relatos “Por la Senda de la Guerra a
Muerte” y en “Los Tiempos del Armisticio” es un reconocimiento a Trujillo en donde comenzó la
respuesta a la guerra de exterminio que llevó el imperio español a nuestro continente, pero al mismo
tiempo lugar en donde un grupo de titanes defendió el derecho de la gente a pelear en una guerra de
gente civilizada como lo anuncia el primer articulo de esos tratados que se firmaron en Trujillo en
aquella fecha a la cual este año arribamos a los 200 años, el 25 de noviembre de 1820.

Para mi ha sido un verdadero honor como trujillano de pura cepa, escribir estos relatos y novelar esta
epopeya tan necesaria de ser conocida por nuestros jóvenes, como lo que fue, una época muy
interesante que te llena de orgullo y emoción conocerla.

También te enorgullece haber nacido en la tierra de estos héroes como Briceño y Rosario, artífices de la
guerra a muerte en retaliación ante la barbarie española.

El fin de este relato es que sea leído por muchos y que por eso sera colocado en varias editoriales
digitales para que sea bajada gratuitamente .

Espero que sea amena e interesante para muchos ya que esa es su intención principal.

José Rosario Araujo


POR LA SENDA DE LA GUERRA
A MUERTE
CAPITULO I
La noche caía silenciosamente en la ciudad de Mérida, Simón Bolívar caminaba nerviosamente por la
casa que le servía de refugio, sus oficiales estaban acostumbrados a ver a su jefe dictar órdenes y cartas
siempre en movimiento.

Bolívar era conocido por su energía incansable, cuando firmaba un documento lo hacía parado, al estar
en una hamaca se mecía con un pie, cuando conversaba lo hacía caminando, cuando iba a una fiesta
bailaba incansablemente. Eso sí, a las diez de la noche se acostaba y a las cuatro de la mañana se
levantaba religiosamente.

Ya todos estaban habituados a esa energía nerviosa que siempre manifestaba el militar caraqueño.
-Debemos enviar a Atanasio con 500 hombres a Trujillo como a Boconó. Comentó a sus hombres
Bolívar tomando la decisión que llevaba varias horas pensando.

-Tengo fe en ti Atanasio, sé que no solo eres valiente, sino un militar experto, ya lo vienes demostrando
desde Nueva Granada. Voy a poner sobre tus hombros esta responsabilidad, de que nos abras el camino
con tus hombres. Dijo el héroe venezolano.

-Quiero reunirme con Francisco Antonio Rosario, ayer mismo me envió una misiva donde nos ofrecía
bastimento para la tropa y dice que quiere hablar con nosotros. Continuó conversando Bolívar con
Ribas, Girardot, Urdaneta, D'Elhuyar y varios oficiales que venían acompañándolo desde el Río
Magdalena.

Su Secretario Pedro Briceño Méndez como amanuense había escrito una carta en donde Bolívar dijo:
“La repuesta la espero en Trujillo”. La cita se cumpliría.

En esta ciudad había recibido la noticia de una disposición de la Regencia Española la cual aceptaba el
plan de Monteverde de pasar por las armas a cualquier persona que tomase las armas a favor de la
independencia.

Regresó a Venezuela después de 6 meses. Venía acompañado por un grupo de héroes, jóvenes
paladines. Urdaneta le dijo: “Brigadier, si con dos hombres basta para emancipar Venezuela, presto
estoy a acompañar a usted”. Con hombres como él, triunfaría.
Con pocas provisiones y armas pobres, sus hombres eran de los mejores combatientes, se componían
principalmente de soldados de la Nueva Granada.

Simón utilizaría diversas tácticas para derrotar la superioridad de los españoles. Una de las tácticas
consistió en atacar separadamente a las divisiones enemigas y para ello, el elemento sorpresa y la
rapidez de la acción eran principales.

El Coronel Castillo había enviado al Congreso un ataque contra Bolívar, acusándolo de incapaz,
despilfarrador y que arriesgaba las tropas en campañas fantásticas, pero el Congreso premio sus
triunfos dándole el título de ciudadano de La Nueva Granada y lo nombró General Brigadier de los
ejércitos de la unión.

Camilo Torres, presidente del Gobierno de la Unión en Nueva Granada, si cree en Bolívar; le concede
el grado de general y de ciudadano neogranadino y le envía pertrechos. Nariño, presidente de
Cundinamarca le remite armas y soldados, pocos, pero duros en la pelea.
Torres ha entregado al nuevo general un mensaje a los venezolanos que dice:
“Es tiempo de tomar venganza de esas fieras desencadenadas sobre vosotros ciudadanos. Corred a las
armas, venezolanos, sacudid esas cadenas vergonzosas, volved al esplendor que habías adquirido, a la
eminente política a que os habíais elevado y que solo un accidente de la naturaleza, del que se valieron
vuestros opresores, os pudo hacer bajar”.

El superhombre caraqueño en ruta para Mérida le responde:


“Mi corazón se inunda de placer y gratitud, al contemplar las armas libertadoras de Nueva Granada
marchando a redimir a mi querida patria… La libertad que vamos a obtener se halla colocada entre los
dos más grandes escollos que pueda presentar la guerra: La carencia de dinero y la de las municiones.”
Castillo renuncia y el caraqueño triunfa, con su habilidad política.

El guerrero venezolano confiaba en sí mismo, estaba seguro de poder llevar a cabo esta proeza
guiándolo el descontento del pueblo que estaba horrorizado por el salvajismo de Monteverde. Sus
planes eran dictados según se presentaran las circunstancias.

Al principio se decidió a rendir a la línea oeste del caudillo español y de esta manera se abrió paso
hacía Mérida, y el jefe realista Correa abandonó la posición casi sin luchar.

Le concedieron una autorización limitada para invadir Venezuela, pero hasta Mérida y Trujillo. Cuando
inició la campaña, los realistas estaban situados así: En Mérida Correa, en Trujillo el Capitán Cañas, en
Barquisimeto Oviedo, en Guasdualito Yánez, en Barinas Tiscar y en San Cristóbal, Izquierdo en San
Carlos con numerosas tropas que cubría los llanos de Cojedes, Guárico y Portuguesa; en oriente
Antoñanzas, Cerveriz, Martínez y Zuazola.

El militar caraqueño contaba con 700 soldados y los realistas con más de 10.000, pero a pesar de la
diferencia a los patriotas les sobraba voluntad, valor, convicción.
El Coronel Castillo casi es derrotado, pero Santander, en ese momento Sargento Mayor lleva a sus
hombres a la victoria. Castillo renuncia y se va, regresa a su país. La tropa queda al mando de
Francisco de Paula Santander.

Ya había tenido el caraqueño un enfrentamiento con el granadino. Santander se niega a obedecer


cuando a la hora de partir en la campaña hacia Venezuela, alega que recibió la orden de Castillo de
quedarse en la Nueva Granada.

Bolívar con voz grave le dice:


-Si insiste usted en no obedecer, aquí mismo lo fusilo.

Los soldados siguieron el avance hacia Venezuela y Santander se quedó en Cúcuta.


Las tropas de Bolívar venían conformándose de la siguiente manera:
La vanguardia comandada por Girardot, contando con Luciano D´Elhuyar como segundo comandante;
en la retaguardia mandada por José Félix Ribas, con José Tejada como jefe de artillería y Urdaneta
como mayor general, Pedro Briceño Méndez era secretario; contando como edecanes con Juan Pulido
y José Lugo.

Atanasio Girardot era hijo de un próspero comerciante francés que había obtenido el título de abogado
y se había unido a la lucha independentista desde muy temprana edad

Se incorporó a la lucha independentista en su región natal, formando parte de la expedición organizada


por la Junta Suprema de Gobierno para apoyar a la Confederación de Ciudades y se distinguió en la
liberación de Popayán al derrotar al realista Miguel Tacón y Rosique, en la Batalla del Bajo Palacé el
28 de marzo de 1811.

Girardot era un hombre valiente y un gran estratega que se había enfrentado en esa batalla al español
con 2000 soldados, con setenta hombres en el puente del rio Palacé.
Había desalojado a los defensores del puente con esos valientes combatientes e increíblemente gano la
batalla. En la Nueva Granada no se había ganado un combate de esta manera salvando a su patria de la
reacción de los monárquicos.

Participó en combates contra los federalistas cuando el gobierno de Antonio Mariño y cambio de bando
peleando a favor de las Provincias Unidas, enemigas del centralismo, uniéndose a Bolívar en la
Campaña Admirable

En Trujillo existía un grupo que conspiraba en contra del imperio español, una corriente de rebeldía
recorría todas las comarcas trujillanas y uno de sus representantes era el Cura Francisco Antonio
Rosario.

El cura Rosario era una figura leyendaria de esas tierras, que había nacido en una hacienda llamada “La
Rosariera” en la parroquia Chiquinquirá de Trujillo el 13 de junio de 1761.
Se decía que era un hombre blanco, alto que hablaba francés, italiano, inglés, latín, alemán, árabe y
español.

Rosario era un hombre dedicado a la agricultura, dueño de haciendas, gran fanático de los objetos de
lujo y de la buena vida.

Junto a Juan Llavaneras, Bartolomé Monzant y Miguel Ignacio Briceño; el 2 de Septiembre de 1811;
elaboraron la Proclama de La Libertad, este manifiesto subversivo, osado, brillante y completo,
planteaba la libertad plena sin ninguna condición ni concesión.

Lo unía una gran amistad con el Dr. Antonio Nicolás Briceño, perteneciendo junto a este a una
Sociedad Secreta, como la mayoría de los patriotas.
Se encontraba esperando la llegada de Bolívar en su casa del Cucharito, en donde día antes recibió a
Atanasio Girardot acompañándolo a la ciudad de Trujillo.

Contaban igualmente de él, que un año antes se había reunido con el “Diablo Briceño” y el Dr.
Cristóbal Mendoza en su casa natal en la “Rosariera”, realizando una brindis por el triunfo de la
independencia.
-Brindemos tocayo y usted Dr. Mendoza por los dos años desde que empezamos a quitarnos el yugo
español, dijo Rosario levantando su copa.

-Ya llegara el día en que esta esclavitud que nos han sometido los españoles sea solo un recuerdo.
Continuó el prelado trujillano.
-Hay que reconocer el trabajo, Antonio, el trabajo que han realizado nuestros hombres en aras de la
libertad. Recalcó el “Diablo Briceño”.

-Dr. Briceño hay que reconocer también al Padre Rosario ya que de su peculio ha salido lo necesario
para sufragar los gastos de los miembros y que no basta solamente con el oficio que se leyó de la Junta
Revolucionaria de Trujillo, explicó el Dr. Mendoza.
-No importa amigos, no he hecho nada que ustedes no han realizado por amor a la libertad, pero les
aconsejó que debemos seguir reunidos como lo hacían los antiguos Carboneros en Italia para evitar
que la represión de los esbirros del rey nos detenga. Debemos promover las reuniones en las casas, con
tertulias en las calles, en las haciendas, en las iglesias, además es necesario que los jóvenes participen y
que se sientan identificados con los cambios que promovemos, enfatiza Rosario.

Si los más jóvenes no nos apoyan, esta revolución no tendrá razón continúa el prelado.
Había sido muy difícil la llegada de los doctores Briceño y Mendoza quienes tenían que devolverse a la
Nueva Granada por vía desde Trujillo, Mérida, Villa de San Cristóbal, Villa del Rosario de Cúcuta,
Tunja, Cartagena de Indias y Santa Fe de Bogotá.
Habían huido para poder enfrentarse de una manera más sencilla y continuar con la lucha por la
liberación de la Patria.

-¿Tocayo, cómo está tu familia? Le preguntó Rosario a Briceño.


-Tuve que huir con María Dolores, preñada de cinco meses y con Ignacia que sabes que es muy
pequeña, para evitar que los españoles me detuvieran. Respondió el “Diablo”.
-Carajo, tu no pierdes el tiempo, hace poco no había nacido tu hija Ignacia y ya María Dolores está
preñada, comentó echando bromas el padre Rosario.

-Menos tú hermano, ya sabemos de tus hazañas. Riposta Briceño escudándose en la gran amistad y
confianza que tiene con el presbítero.

Para nadie era un secreto que el sacerdote trujillano sentía predilección por el bello sexo y que contaba
con un número bastante elevado de hijos que no eran ni ocultados ni disimulados.
Cuando alguno de sus amigos íntimos le echaba bromas el sacerdote decía:
-“Quien peca y reza, la empata”.
CAPITULO II
Bolívar permanecía en la ciudad de Mérida organizando su gente, sabía que no sería fácil enfrentarse a
los españoles. Contaba con la gente de Campo Elías, que a pesar de ser europeo, tenía un gran odio en
contra de sus paisanos y comentaba que una vez terminada esa raza, él se suicidaría para que no
quedara en Venezuela vestigio de lo que llamaba raza maldita.

Se suma el español a su gente con una compañía de soldados, pero la mayoría no tenía ni armas y
menos uniformes, pero valor si les sobraba.

De igual forma se les unió el Mayor Ponce con un piquete de caballería, horrorizado por los desmanes
de Monteverde y el cura Uzcátegui transformó su hacienda en taller de fundación y elaboraron 16
cañones montados en sus cureñas. Entre los hombres que se le unen había muchos jóvenes que eran
casi niños, pero no les faltaba valor para el combate.

Mérida puso a las órdenes de Bolívar 500 hombres, 800 caballos, numerosos cañones y 30.000 pesos.
Envió espías para que le informaran sobre la ubicación y cantidad de las tropas españolas que se
encontraban en Barinas y Trujillo.

Recordaba cómo había sido recibido, el pueblo merideño lo ovacionaba y le tiraban flores. Correa
había abandonado la ciudad sin presentar combate. En Mérida fue nombrado Libertador el caraqueño y
desde ese momento llevaría ese título por toda la eternidad título glorioso, que lo lleno de un gran
orgullo.

Este nombramiento es propuesto por Cristóbal Mendoza. El Ayuntamiento había organizado una
solemne recepción en honor de los héroes que venían a liberar Venezuela de las garras del imperio
español.

Las pasiones como las de Campo Elías o Antonio Nicolás Briceño no gustaban a Bolívar, a pesar de
su valentía y dotes militares no le gustaban los excesos que muchos de estos hombres cometían a pesar
de los desmanes que realizaban los españoles en contra los partidarios de la independencia.

Lo que si estaba seguro Simón, era que había llegado el momento de extremar la revolución ya que
había que combatir y dar respuesta contundente a los enemigos de la libertad. Ya sentía la mirada de su
gente que esperaba una proclama que definiera la lucha que apenas empezaba.

¿Qué se iba a hacer con los venezolanos que defendían las banderas del Rey. Había que fusilarlos por
traidores? Se preguntaba Simón.

Bolívar frenaba el deseo de actuar, debía ser precavido, era demasiado lo que había en juego. Todos los
días le llegaban noticias de los desmanes cometidos por los españoles de Monteverde. Él sufría al ver lo
que pasaban sus compatriotas.

Recordaba las ejecuciones de Quito y La Paz, que le habían llegado las noticias; los asesinatos que se
producían en México en defensa del rey de España, los prisioneros que se pudrían en Puerto Cabello y
la Guaira.

-Ya nuestra clemencia se está acabando. Ellos nos fuerzan a una guerra sin cuartel y haremos que ellos
desaparezcan de la faz de la tierra. Pensaba en voz alta Bolívar.
En Caracas Monteverde en persona cometía desmanes en contra de los partidarios de la libertad.
Mujeres eran sometidas a cualquier clase de atropellos cuando se acercaban para pedirle clemencia al
canario para sus familiares.

Los oficiales que acompañaban a Bolívar lo presionaban para que tomara una decisión clara
vengándose de todas las atrocidades cometidas por el enemigo. Los venezolanos que acompañaban a
Simón en la campaña habían dejado a sus familiares en Venezuela y sabían que muchos de ellos se
encontraban sufriendo en carne propia todo el peso de las injusticias, uno siendo asesinados y otros
siendo prisioneros.

-Simón debemos ser más duros, no debemos dar cuartel, decía con ímpetu el del gorro frigio, su tío
político José Félix Ribas.
-No somos débiles, José Félix, somos soldados, no asesinos, no podemos cometer crímenes y
salvajadas, indicaba Simón al esposo de la hermana de su madre.

José Félix Ribas, pertenecía a una familia rica caraqueña igual que la de Simón Bolívar, comenzando
su carrera como militar con el grado de coronel, siendo jefe del Batallón de Milicias Regladas de
Blancos de Barlovento. Para este momento el tío de Bolívar ya se había enfrentado contra Monteverde.

Se reunió con el héroe caraqueño en Ocaña y con él prepara la invasión de Venezuela teniendo una
actuación heroica en la batalla de Cúcuta contra Correa luciéndose con una carga a bayoneta.
Cuando calló Bolívar le llegó a su mente las letras enviadas por el cura Rosario sobre la “Guerra a
Muerte”.

- ¡Ah curita este, carajo! Se decía Simón.


Quien lo iba a decir que este cura sería tan duro con el enemigo. Ya llegaría el día en que se
encontrarían. Quería conocerlo, hasta él habían llegado las andanzas de este famoso cura trujillano. Ya
se verían, presentía que desde ese momento comenzaría una gran amistad.
Varias cartas más recibiría del Padre Rosario.

-¡Antonio tiene razón! ¡Hay que declarar la guerra a muerte! ¡Tenemos que ser implacables!
Recordaba con rabia la humillación que recibió de Monteverde. Evocaba ese momento con coraje, el
canario no le prestó atención.

¿Qué se creía ese hijo de puta, cuando me dijo que me premiaría los servicios a España por entregar a
Miranda por un pasaporte? Repetía una vez más llenándose de rabia.
Entregue a Miranda por traidor y por haber capitulado ante el enemigo. Dijo en voz alta Bolívar con
rabia.

Las palabras de Monteverde siempre le resonarían en su oído. Con rabia le contestó que había detenido
a Miranda por rendirse y no para prestarle un servicio a España.

Pero era inevitable recordar esa escena, odiaba al canario con todas las fuerzas de su alma como odiaba
al traidor Vignoni, que entregó el bastión de Puerto Cabello cuando estaba ausente.
Soñaba en una de esas batallas encontrarse frente a frente con Monteverde y matarlo. Para nadie era un
secreto que Bolívar mataba a la primera estocada.

Buen peleador si era, engañaba su cuerpo delgado y pequeño. Eso lo venía probando desde Barracas.
Tuvo como maestros de esgrima a los mejores espadachines españoles de la época.
Hay que resaltar que Simón Bolívar era un hombre bastante duro en la pelea. Como mantuano era
experto en el manejo de la espada, se destacaba en el uso de bastones como era preciso en un caballero.
Además Simón con su espíritu inquieto había aprendido el arte de combate de los negros y la pelea con
machete y lanza. Siempre combatía en la primera línea, era un gran conductor de tropas.

Desde Barracas transformó sesenta soldados pobres, indisciplinados y apáticos en entusiastas


defensores de la libertad. Había organizado un selecto grupo de 200 combatientes y con ellos había
partido en diez balsas a hacer la guerra a los españoles.
Bolívar era un hombre tenaz, muchas veces se sintió desvanecer, pero nunca se rindió y triunfó.

Tenía que mantener el equilibrio de sus tropas que se encontraban heridos en su amor propio, querían
vengarse de las vejaciones que recibían sus paisanos. Desobedeciendo órdenes atacó Tenerife y después
de un combate reñido los españoles se retiraron.

Continuó a Mopox y desde ese momento sus sueños de libertad y gloria se empezaban a convertir en
realidad. El francés Labatuf estaba molesto, pidiendo que lo acusaran de rebelión, pedimento que
fracaso ya que el Congreso le dio la aprobación para seguir avanzando.

El combatiente caraqueño decía: “Yo he nacido en Caracas, pero mi fama nació en Mompós.”
Su fama de militar aumento quince días después de haber salido de Mompós cuando informo al
Congreso de Nueva Granada que el río Magdalena estaba libre de enemigos.

Se dirigió a Pamplona en busca de Monteverde y atacó los españoles sin darles descanso hasta que
huyeron a Venezuela. Bolívar se dirigió hacia allá había que conquistar Caracas, la mejor defensa era el
ataque, si Venezuela seguía en manos de los españoles La Nueva Granada tendría un cuchillo en la
garganta.

El militar caraqueño había preparado un plan para la campaña que consistía en el despliegue sobre
Venezuela de un ataque en dos direcciones: una columna comandada por su tío que se dirigiría a San
Cristóbal, la selva de San Camilo y Barinas: Al liberar esas provincias se reuniría con la tropa en
Guanare, teniendo como misión igualmente conseguir ganado y dinero.
La columna dirigida por Bolívar se dirigiría a San Cristóbal, La Grita, Mérida y Trujillo. El 17 de mayo
llega a La Grita, dos días después se dirige a Mérida.

Bolívar aspiraba que sus tropas fueran libertadores no crueles vengadores, nunca estuvo de acuerdo
crueldades ni salvajismos. Por eso nunca pudo estar de acuerdo con “El Diablo Briceño”.

Los salvajismos de Monteverde y los crímenes que cometieron algunos jefes realistas exaltaron la fibra
patriótica del “Diablo” siendo uno de los primeros que llegaron a Cartagena y el 16 de enero de 1813
publicó unas proposiciones del pueblo venezolano para emprender una expedición por tierra para
liberar el país.

Montó una expedición con 143 hombres que el comandaba actuando por su propia cuenta
Ya anteriormente había tenido serias dificultades con el caraqueño por sus terrenos en sus fincas. “El
Diablo era propietario de un lote de tierra que colindaba con una finca de Bolívar y por delimitaciones
tuvo en el año de 1807 un altercado con el futuro libertador y al no hacerle caso por sus reclamos se
acerca cuando el guerrero venezolano con sus peones realizan labores agrícolas y Briceño lleno de
rabia saca un arma de fuego y los apunta, pero teniendo un gesto rápido el amenazado logra arrebatarle
el arma y se produce una pelea entre los dos hombres.
Llegó a San Cristóbal con el fin de unirse a la expedición libertadora y publicó el trujillano un bando
declarando la “guerra a muerte” ofreciendo la libertad a los esclavos que mataran a sus amos españoles
y canarios.

En aquel momento Briceño asume una línea que parece ser muy cruel al ofrecer recompensar con
tierras, propiedades y ascensos militares a todo aquel que marchará con él en su propósito
independentista y diera muerte a cada español que se opusiera a tal misión, aquello implicaba que todo
combatiente suyo que le trajera cabezas de españoles recibiría su premio; y mientras mayor el número
de cabezas mayor sería la recompensa.

Briceño asesino a dos isleños, cortándoles las cabezas, eso no le cayó en gracia a Bolívar tampoco
cuando le envió una cabeza de un español a él y otra a Castillo con una carta en donde la primera línea
había sido escrita con sangre.

-Estas cosas del Diablo, exclamo Bolívar cuando recibió el macabro obsequio, lleno de rabia.
Ordenó al oficial Pedro Briceño Pumar para que remplazase al Diablo y lo detuviese para ser juzgado
en Consejo de Guerra.

El Diablo al saber lo ordenado por El Libertador se escapa por las montañas de San Camilo hacia
Barinas. Desde ese momento Briceño se siente con la capacidad de obrar sin plan y sin tener que
seguir las órdenes del jefe del ejército.

Se sentía fuera del alcance de Bolívar y estaba dispuesto a obrar por su cuenta en esa “guerra sin
cuartel” que había emprendido, ofreciendo a los esclavos la libertad si mataban a sus dueños,
españoles y canarios.

El abogado Briceño fue derrotado por el español José Yáñez, que con 500 hombres los destruye casi sin
pelear al no poder conservar el orden y la formación entre los suyos. Anteriormente se le habían unido
dos heroicos soldados que se destacaron en la guerra de la independencia: Francisco Olmedilla y
Jacinto Lara.

Briceño fue conducido a Barinas, juzgado por Tizcar y fusilado junto a ocho compañeros, ya había al
llegar al sitio de su reclusión ser fusilado.
El 3 de junio recibe Bolívar una carta que le dice que D´Elhuyar y Maza dispersaron una partida de 50
realistas cerca de Escuque; en el Colorado y después derrotaron en Ponemesa a Correa.

Gran alegría produjo en el caraqueño la noticia. Como era su costumbre se subió de un salto a la mesa
y empezó a bailar una danza marinera que aprendió en su primer viaje a España. Al pasarle la euforia
bajo y se puso a planificar la estrategia para seguir invadiendo.

En Ponemesa el combate duro tres horas siendo derrotado el español Coronel Ramón Correa que
contaba con 600 soldados que huye hacia el Puerto de Moporo y luego a Maracaibo. Los patriotas
contaban con 300 combatientes.

Girardot organiza un gobierno provisional en Betijoque que cuenta con 150 hombres para defender la
zona.
Era necesario triunfar, la lucha por la libertad apenas comienza
CAPITULO III
Las dos columnas de Ricauter llegaron a Trujillo el 10 de junio y el enemigo se retira a Carache. Tres
días se produce la batalla de Los Cuarteles, donde se destaca por su valentía el trujillano Andrés
Linares.

Ricauter no se imaginaba que ese hombre de dos metros de estatura que había detenido ya que en una
pelea con uno de los Comandantes de su vanguardia, llamado Luis González; lo había matado de un
golpe,sería tan buen soldado, pero debido al valor que se veía en el trujillano decidió incorporarlo a sus
tropas.

A los dos días el hombrón; que después fue conocido por el “Sansón Trujillano”; se destacó en
Pampan, demostrando su capacidad de combate en su bautizo de fuego. Sigue llenándose de gloria en
Carache en donde es nombrado Sargento.

Linares era un hombre de gran valor, astucia e inteligencia y se decía que pertenecía al grupo del Padre
Antonio Rosario, que en Santiago, Cabimbú y San Lázaro conspiraban en pro de la independencia

Desde estas tierras saldrían una pléyade de héroes que junto a Simón Bolívar y sus hombres lucharían
por la libertad de Venezuela.
El Libertador salió de Mérida el 8 de junio y se despide de los merideños con esta proclama:

“Y últimamente, oh Dios, casi a presencia de nosotros, han hecho una espantosa carnicería en Barinas
de nuestros prisioneros de guerra y de nuestros pacíficos compatriotas de aquella capital. Estas víctimas
serán vengadas, estos verdugos serán exterminados. Nuestra vindicta será igual a la ferocidad española.

Nuestra bondad se agotó ya, y puesto que nuestros opresores nos fuerzan a una guerra mortal, ellos
desaparecerán de América y nuestras tierras serán purgadas de los monstruos que la infectan. Nuestro
odio será implacable y la guerra será a muerte”

Ya en se momento el caraqueño declararía en su pensamiento y obra la guerra a muerte y la plasmaría


en su famoso decreto.

Ya desde Trujillo el cura Rosario le tenía preparada un documento en donde los trujillanos pedían la
declaración de la guerra total en contra del imperio español, el trujillano le pediría a Bolívar que se
redactara una proclama que sería el motor de la campaña militar para liberar a Venezuela.

En pleno recorrido hacia Trujillo el Libertador Simón Bolívar recibe de obsequio el perro Nevado que
lo acompañaría en su largo trajinar de combates en la Campaña Admirable, hasta ser muerto junto a su
cuidador “Tinjaca” en la batalla de Carabobo, mientras trataba de rescatarlo ya que estaba en manos
realistas.

La casa Carmania albergó a nuestro Libertador en su paso por el estado Trujillo. ¿Qué pensó Simón?
¿Qué sintió esa noche en estas cuatro paredes?
-“Simón los soldados siguen alborotados le comenta al Libertador el marabino Rafael Urdaneta. Dicen
que debemos de ser más duros con el enemigo. Se han recibido noticias de Venezuela y son muy malas,
demasiado malas diría yo.”

-”Si, me imagino cuales son, los desmanes de los españoles cada día que pasa son más duros. Si
supieras Rafael como me duele lo que pasa mi tierra”.
-Pienso que tenemos que ser más duros, él que no esté con nosotros está en nuestra contra.
Convencido de que era necesario ser más duro para enfrentar a los partidarios del rey.
Pasaron los días y ya se van conociendo el salvajismo que sufre su tierra asolada por hombres crueles
que no escatimaron esfuerzos para hacer pagar al pueblo sus ansias de libertad.

Bolívar en las noches de campamento junto a su fiel “Nevado” meditaba en la manera de vengar tanta
sangre derramada por sus compatriotas. ¿Qué hacer? ¿Cómo actuar sin ser igual a Monteverde o a
Zuazola y convertirse en un asesino igual que ellos? No puedo olvidarme de la caída de Puerto Cabello,
si hubiera sido más duro y menos confiado no me hubieran traicionado como lo hicieron”. Pensaba
Bolívar en los coloquios consigo mismo.

Al Libertador le seguían llegando noticias sobre los desmanes cometidos por los españoles de
Monteverde. Él sufría a ver lo que pasaban sus compatriotas. Bolívar frenaba el deseo de actuar, debía
ser precavido, era demasiado lo que pondría en juego. Debía frenar sus impulsos. Sus oficiales lo
presionaban para que Bolívar tomara una decisión clara, vengándose de todas las atrocidades
cometidas por el enemigo.

Los venezolanos que acompañaban a Simón en la campaña habían dejado sus familiares en Venezuela y
sabían que muchos de ellos se encontraban sufriendo en carne propia todo el peso de las injusticias
unos siendo asesinados y otros estando prisioneros.

Era necesaria la respuesta del caraqueño por los numerosos crímenes que venían cometiendo
Monteverde, Francisco Cervériz, Antonio Zuazola, Pascual Martínez, Lorenzo Fernández de la Hoz,
José Yánez, Francisco Rosete y algunos jefes realistas después del derrumbe de I República.
Los asesinatos de los patriotas por parte de los jefes españoles llegó a extremos tales de provocar el
rechazo de personajes adictos a la causa monárquica.

Simón con su personalidad resuelta a toda prueba, tenía que mantener el equilibrio emocional de sus
tropas que se encontraban heridos en su amor propios y deseosos de vengar las vejaciones echas a sus
familiares y amigos. No quería que su gente se convirtieran en salvajes y crueles vengadores.
El sacerdote trujillano espero al Libertador en Timotes. Al verlo el cura se le acercó y le dio un fuerte
abrazo.

-Simón, si eres un carajito. Comentó Rosario con una gran carcajada.


-Ni tanto, Francisco Antonio, ni tanto. Respondió Bolívar riéndose.
-Por fin, estas aquí. Cuenta con nosotros para continuar la guerra y liberarnos de estos carajos. Ya es
necesario que nos mandemos nosotros y no esos tipos venidos de España. Continuó el sacerdote, ya en
un tono más serio.

-Ya entiendo, Antonio, que hay que ser más duros y castigar todas las salvajadas que hacen los realistas
en contra de la libertad.
-Los realistas apresaron a Briceño y será pasado por las armas. Entera Rosario al recién nombrado
Libertador.

Habló el recién nombrado Libertador, sabiendo la amistad que había unido a los dos trujillanos:
-Tenemos que castigar con mano dura, no es posible que nos maten y torturen sin una respuesta
contundente por parte de nosotros.

-Simón, debemos tener en cuenta el Convenio de Cartagena de Briceño. Que significaba que los
españoles y canarios que no participasen activamente en favor de la independencia se les daría la
muerte, y que todos los americanos serían perdonados, incluso si cooperaban con las autoridades
españolas.

- No lograremos la libertad sino declaramos una guerra sin cuartel. No es posible dejar prisioneros en el
camino ya que no contamos con tropas para que los custodien y sino corremos el riesgo de que se
levanten, atacándonos por la espalda. Le comentó Rosario a Bolívar con la confianza que le había
agarrado al caraqueño en su largo intercambio de carta como habían tenido.

-El tocayo le escribió una carta a su esposa en prisión, sabiendo que lo fusilarían, en donde le decía
que moriría orgulloso por su participación a favor de la libertad, además le pidió perdón a tu prima por
las privaciones que le hizo pasar por haberse unido a esta lucha. Le cuenta el sacerdote a Simón.

-Es lamentable, me imagino como estará Lola de desconsolada. ¿Cuantos más han sufrido la barbarie
de los partidarios del rey? Ya llego la hora en que apretemos la lucha y seamos más duros, a ellos no se
les debe perdonar ni ser indiferentes. Indica el Libertador con rabia.

El padre Rosario y Bolívar continúan conversando y se dirigen a la hacienda del sacerdote en donde el
prelado ayudaría a proveer de vituallas a las tropas libertadoras.
Cabalgan los dos hombres amantes de la libertad en franca conversación, los unía la comunión de las
ideas y Rosario podía ser el padre de Simón y en esta cabalgata asimilaba con esa mente permeable que
tenía las ideas del cura rebelde en contra del imperio español.

El cura revolucionario le comenta a Bolívar; desde su punto de vista, las razones de la caída de la
República.
-Simón, el desorden, la indisciplina, la entrega de Miranda en la capitulación en San Mateo nos
acabaron.

-Estoy seguro que la Libertad de Venezuela no se sellará sin una Guerra a Muerte, porque la lucha por
la libertad está llena de sangre, dice al caraqueño el prelado.
El 13 de junio de 1813 el Libertador pernocta en la casa de Carmania del sacerdote Francisco Antonio
Rosario.

Las horas de la noche son aprovechadas para conversar; Bolívar dialoga con el sacerdote, de mayor
edad y con una vasta experiencia con 52 años a cuestas, pero apasionado por la libertad del país, igual
que el joven héroe que solo cuenta con 30 años y se dejara aconsejar por la palabras sabias del
presbítero.

-Simón hay que tomar una decisión muy fuerte hay que combatir fuego contra fuego le comenta el
padre Rosario al héroe.

-Sí; le responde al sacerdote Simón pensativo, debemos dar una proclama para que los habitantes de
estas tierras sepan a qué hemos venido. Un decreto donde se establezca una diferencia entre España y
Venezuela y de esa manera podamos aislar los realistas del pueblo. “Debemos responder a los que
escudados bajo la bandera del rey de España cometen atropellos y crímenes en contra de los
venezolanos”.

-“Antonio; tuteaba Bolívar al sacerdote por la gran confianza que se había creado entre los dos hombres
a pesar de la diferencia de edad; al tomar Venezuela debemos de crear un gobierno fuerte, firme que
actué con mano dura y que no sea débil como el de la Primera República.”

Los dos hombres conversan, la casa de La hacienda El Cucarito los cobija, el frío de la montaña se
hace sentir, pero quizás un poco menos de aquel frío merideño, de los páramos que tuvieron que
atravesar los patriotas para llegar a donde ahora se encuentran.

El cura Rosario va poniendo al tanto a Bolívar sobre los hechos acontecidos en Trujillo desde que el 10
de marzo de 1812 se produce el desembarco de Domingo Monteverde.

Siempre Bolívar acompañado por su fiel perro y su cuidador Tinjaca que no se aparta del perrote
Mucuchíes, también José Palacios que acomoda el cuarto donde el padre Rosario ofreció para que
pasara la noche. A lo lejos cientos de fogatas alumbran el campamento de los patriotas que se dirigen a
libertar Venezuela, en este campamento los hombres murmullan, comentan, están prestos ya que saben
que pronto un acontecimiento se producirá.

Su jefe los llevara al triunfo y está dispuesto para que el éxito corone sus esfuerzos. Pasan las horas y
Antonio Rosario lleva a su huésped a su alojamiento, al llegar a esa bella habitación de sabrosa cama
en donde El Libertador descansara cómodamente después de mucho tiempo cobijado por las estrellas y
durmiendo en el duro suelo, el sacerdote le muestra un baúl de madera, hermosamente pulido y con la
voz cortada por la emoción le dice al jefe de los ejércitos patriotas:

-Toma, Simón, este es un humilde obsequio de mi parte para la causa. Sé que lo necesitaras, la libertad
debe triunfar y debes de ser duro como el acero. Necesitas recursos para derrotar a esa bestia llamada
Domingo Monteverde…….

-Gracias Antonio, se te agradece, me da mucha pena, pero sé tú manera de pensar y tu odio en contra de
la tiranía, esto es lo que se esperaba de ti. Tu amistad, tus consejos y ahora esto, sinceramente no sé
cómo agradecértelo.” Le dice el Libertador al Padre Rosario.

Rosario le cuenta a Bolívar la detención de los hermanos de Briceño; Pedro Fermín, Francisco Javier y
Domingo; como son enviados a Puerto Rico. Lo que no sabía el prelado trujillano que ya los duros
combatientes trujillanos, dignos hermanos del “Diablo” se fugarían de la prisión un día después, día
en donde también moriría fusilado su hermano.

-Te dejo para que descanses y tengas la mente clara para tomar las más sabias decisiones en esta dura
campaña que se te acerca. Todavía te falta mucho para llegar a Caracas. Termina de hablar el clérigo
con el héroe.

El sacerdote sale y deja a Bolívar en el cuarto, el caraqueño se sienta en la mecedora y sin sueño
piensa, recuerda todo lo vivido desde aquel día en que pronuncio aquel discurso ante el congreso y dijo:

“…es que trescientos años no bastan” cuando los diputados conformistas abogaban por un separación
de España poco a poco, a su mente llegaban las discusiones con Miranda cuando este no le daba el
mando que el merecía.

Recordaba como si fuera ayer los pormenores de su fracaso en Puerto Cabello, sentía todavía un dolor
en su pecho y una rabia sorda al recordar cómo fue esa traición y después aquel mudo reproche de
Miranda.
Le dolía acordarse de cuando su amigo español Iturbe lo llevo ante Monteverde para pedir un
salvoconducto para salir del país, así viviera mil años nunca olvidaría la humillación que le hizo el jefe
realista. Evocaba su llegada a la Nueva Granada, sus setenta hombres que fieles a él lo siguieron,
convirtiéndolos en aguerridos combatientes y muchos de ellos se encontraban durmiendo en las afuera
de la Hacienda dispuestos a seguirlo a donde fuera.

Ellos confiaban en él y debía llevarlos al triunfo. Simón esa noche sabía que haría lo que estuviera en
sus manos para lograr la libertad de la Patria y no fracasaría.

Pero tenía la certeza de que no se podía pelear con unos salvajes como Monteverde y sus hombres con
normas de caballerosidad y decencia.

Esto, mis amigos debieron, de ser los pensamientos de Bolívar aquella noche. No podía defraudar a
Padre Rosario que tan generosamente lo había ayudado. Los informes que le llegaban eran aterradores,
debía de fortalecer al ejército patriota con más hombres y recursos.

Aquí en Trujillo los jóvenes huían para no ser reclutados, los españoles habían planteado la lucha por
la defensa del Rey y el odio a los patriotas porque decían que eran ateos, rebeldes.

Esa noche Bolívar ideo El Decreto de Guerra a Muerte, sabía que con esto haría estremecer el suelo
patrio, pero lograría hacer temblar al enemigo. La guerra a muerte que ya practicaban los españoles
debía de ser también declarada por los patriotas. Bolívar se levanta de la mecedora y camina alrededor
del cuarto piensa, medita, recuerda las palabras del padre Rosario:

-“Simón no debemos de ser clementes con ellos, los españoles no lo serán con nosotros recuerda lo que
te paso en Puerto Cabello. Combátelos con crueldad hazles pagar lo que hacen contra tu gente. Briceño
tenía razón; hay que hacer que nos teman”.

Después de unas horas y ya bien entrada la noche El Libertador Simón Bolívar se acuesta para tener un
dormir inquieto ligero y levantándose al otro día con la mente clara y dando forma a una proclama que
piensa redactar a su llegada a la ciudad de Trujillo.

Las tropas ya listas para seguir, impacientes en luchar por la libertad de sus tierras, dispuestas a
combatir sin cansancio en pos de un ideal parten junto a sus jefes, que los conducirá a la tan ansiada
victoria. Al llegar a Trujillo la noche del 14 al 15 de junio no fue de descanso para el Brigadier Simón
Bolívar.

Inquieto, preocupado, nervioso igual que la noche anterior en la casa de su amigo el sacerdote Rosario,
camina por el cuarto, se sienta en una silla embutidos en los mismos pensamientos que lo inquietaron la
noche de ayer y todo el día de hoy.

-“Tenemos que definir la lucha, de cobrar agravios, hay que vencer o morir, Antonio me lo repitió ayer
varias veces y al despedirnos me dijo: Simón hazle honor a ese apodo de Libertador, haz que los
realistas nos teman y respeten.”

Las palabras del padre Rosario no se le apartaban de su mente y anoche al meditar le llegó una
proclama que tenía que dictar a sus tropas y a los venezolanos.
Son las tres de la mañana camina incansablemente por su habitación, sale de ella y llama a Briceño
Méndez:
-“¡Pedro, Pedro, ven por favor!” Paseándose de un extremo a otro de la sala empieza a dictar:
Venezolanos: un ejército de hermanos… ha venido a libertaros y ya lo tenéis entre vosotros”
Briceño Méndez escribe ya está acostumbrado a ser levantado por las noches para escribir una carta o
una proclama pero ahora sabe que lo que escribe cambiara la guerra y esta decisión será trascendente.
Bolívar continúa:

- “…No hemos podido con ver indiferencia la aflicción que os hacían experimentar los bárbaros
españoles que os han aniquilado con la rapiña y os han destruido con la muerte.”
El Libertador habla con voz pausada pero grave, sabe que esta decisión trae el triunfo o la derrota para
la causa de la libertad.

-“Que desaparezcan para siempre del suelo colombiano los monstruos que lo infectan…..Que su
escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia…”Bolívar hace una pausa y mira a la puerta
sorprendido al ver llegar a varios de sus oficiales que al escuchar el ruido de la voz de su jefe se
levantan y sospechando desde ayer que ocurrirá un acontecimiento importantísimo no quieren perderse
de aquella proclama que dicta su Brigadier, a pesar del momento de tensión nadie fuma, el General no
lo permite en su presencia.

-“A pesar de nuestros justos resentimientos contra los inicuos españoles, nuestro magnánimo corazón
se digna aún brindarles por última vez una vía a la reconciliación y a la amistad… todavía se les invita
a vivir pacíficamente entre nosotros….”Se levanta y con voz dura imponente y con un tono más fuerte
exclama: “Españoles y canarios: contad con la muerte aun siendo indiferentes. Americanos contad con
la vida aun cuando seáis culpables”

Los habitantes de Venezuela han quedado divididos en españoles y americanos y los primeros se
dividirían en los que sigan con el rey y los que ayuden a la independencia.
Después de lo fuerte de su voz concluye cansadamente sentándose en el humilde catre:
-“Cuartel general de Trujillo 15 de junio de 1813. Simón Bolívar.

Voces de aprobación por parte de sus hombres se escucha, aprueban que el General Bolívar responda a
esas fieras sedientas de sangre de una manera contundente. Era necesario vengar las víctimas de la
atrocidad española.

Ya la decisión ha sido tomada y los dos bandos serán irreconciliables, serán divididos por una mar de
cadáveres, esta guerra a muerte durará siete años.

Al cumplirse una semana del famosos decreto, Urdaneta informaba al Libertador que las tropas de
realistas que infestaban a Trujillo habían sido exterminadas. Los españoles tomados presos por Girardot
fueron fusilados.

La guerra seria feroz y mucho camino quedaría por recorrer en la lucha por la libertad.
A partir de este momento esto no sería una guerra internacional, sería una guerra civil que se daría entre
hermanos. Serían los españoles lo que suscitaron esta decisión tan dura.

De esta manera Bolívar estaba restableciendo la unidad americana que sería tan necesaria en los
próximos años en la lucha por la liberación en contra del imperio español.
Si El Libertador no toma la decisión de la “Guerra a Muerte” la guerra se hubiera prolongado y las
fuerzas patriotas hubieran sido derrotadas.
Simón Bolívar un día diría:
“Para ganar cuatro insurgentes, que nos ayudaran a liberarnos, fue necesario declarar esta guerra a
muerte”.

El guerrero americano también manifestaba: “Yo he decidido emprender esta guerra a muerte para
quitar a los tiranos la incomparable ventaja que su sistema de destrucción les ha otorgado”.

Quizás esta guerra a muerte fue necesaria y de ella dependía la independencia americana para
demostrar que si los españoles querían exterminar a los españoles, el deber de los libertadores era
salvarlos.

Si la fuerza del imperio español no hubiera sido quebrada por la violencia de la lucha liberación, la
lucha por la independencia hubiera sido más larga y no menos cruel. Por esto el decreto tiene bastante
justificativo.

Con la liberación de las provincias fronterizas de Trujillo y Mérida, la misión del Libertador estaba
terminada, pero el entendía que si obedecía al Congreso que le había otorgado el permiso de liberar
solo esa dos provincias, él y sus tropas estarían perdidos y Venezuela no alcanzaría su libertad.

-Debo dirigir una carta al Congreso pensó Bolívar.

Escribió lo siguiente:
“Más que nunca, debemos actuar con rapidez y fuerza. Si permanecemos pasivos o retrocedemos, todo
estará perdido y yo no seré responsable de nada. Por favor comprendan que todas las tropas de Nueva
Granada, no importa bajo qué mando, han sufrido muchos reveses, y que sólo el ejercito que tengo el
honor de mandar no ha sufrido daños. La fortuna ha querido coronar nuestros esfuerzos y ha decidido
protegernos. No agotemos su benevolencia”.

El caraqueño tomó la decisión de no obedecer las órdenes del Congreso y siguió avanzando arrollando
a los realistas. Se dirige a Barinas y Monteverde ordena atacarlo y en Niquitao se enfrentan los dos
ejércitos.

Al amanecer del día 2 de julio los patriotas avanzan hacia los españoles, a las 9 de la mañana observa
José Félix Ribas el dispositivo de defensa de las tropas enemigas.
Al estar a los 100 metros el jefe patriota ordena a sus soldados del el centro que eran comandados por
Urdaneta que abrieran fuego contra las posiciones enemigas.

Cosa que realizó el marabino por espacio de una hora, luego recibe la orden de romper la línea central
del enemigo con un grueso importante de su tropa. Otro grupo de patriotas comandados por el capitán
José María Ortega realizan otro ataque en contra del ala derecha del enemigo.

El enemigo abandona su posición por la embestida de los patriotas para así obtener mejor posición en
una altura más importante.

El ataque patriota sigue por tres horas más, pero sin ningún resultado aparente, sino la toma de
algunas posiciones sin importancia.
De pronto Ribas ordena a su caballería que marche por el camino real y toca a “degüello” es decir a la
carga para que embistan la retaguardia enemiga.
Los españoles son derrotados y se fugan desordenadamente. Los patriotas obtienen con esta derrota
realista 445 prisioneros, 450 fusiles, 60 sables, 160 tiros de cañón, gran cantidad de municiones. La
derrota española fue tan grande que Martí escapo con solo seis compañeros.

Esta fue la primera de la batallas ganadas por el Coronel; en ese tiempo; José Félix Ribas acompañado
por otros bravos patriotas como el Mayor Rafael Urdaneta, los Capitanes Campo Elías y José María
Ortega.

Las fuerzas patriotas en esta acción realizaron dos hechos relevantes y fueron la marcha realizada por
esta tropas y la maniobra para derrotar a los españoles en sus posiciones.
Después de esta acción los patriotas siguen en marcha para conquistar la capital de Venezuela, pero por
desgracia todavía está lejos la completa libertad de Venezuela. Mucha sangre será derramada y la caída
de la II República será una de las etapas más negras de la historia venezolana.

FIN
EN LOS TIEMPOS DEL
ARMISTICIO
CAPITULO UNO

“Si queremos ganar la guerra necesitamos de refuerzos....” De esta manera comenzaba el General Pablo
Morillo dictando una carta a uno de sus amanuenses.

Morillo era muy querido por sus hombres y él retribuía ese cariño atendiéndolos y cuidándolos más que
a él mismo. Muy respetado por sus tropas por ser un valiente, que derrochaba valor, pero al mismo
tiempo era prudente y un gran estratega militar.

El jefe español era un hombre de fuerza hercúlea, de poderosa constitución física y gran resistencia
para las marchas. Contaba con una presencia arrogante que servía de inspiración a su gente y
atemorizaba a sus enemigos.

Los llaneros que no son hombres muy apegados a las alabanzas, reconocían que el español era un
hombre intrépido, lamentando que no fuese patriota sino español.

Para nosotros que por ser venezolanos no nos es fácil reconocer las cualidades del contrario, aceptamos
el valor del caudillo realista y el carisma que tenía ante sus hombres.
Sobre la crueldad que muchas veces uso, se decía que era debida a la influencia de Pascual Enrile,
aunque en la toma de Cartagena se mostró muy humano.

Había nacido Morillo en cuna humilde, en jurisdicción de la ciudad de Toro el 15 de Mayo de 1778.
huyó de su casa a la tierna edad de 13 años, sentando plaza como soldado en el Real Cuerpo de Marina.

A los quince años participa en el desembarco de la isla de San Pedro en Cerdeña y en la acción del sitio
de Tolón, participando en siete combates en donde se destaco. Tuvo una importante participación en la
resistencia contra los franceses en donde es ascendido de cabo a Brigadier.

El 3 de julio de 1813 es ascendido a Mariscal por recomendación del Duque de Wellington.

Morillo no fue un militar de escuela, su preparación militar la obtuvo en los campos de batalla. Para el
años de 1815 condujo a nuestra Patria la expedición que salio de España que la componían 18 buques
de guerra y 42 transporte en donde venían los Regimientos La Unión, Húsares de Fernando VII, León,
Barbastro, Victoria, Castilla y Legión, caballería, ingenieros-zapadores artillería e infantería, contaban
con 18 piezas de artillería y con un nutrido parque y junto al personal de Marina era 15.000 hombres.

Ahora el General lucia cansado, se veía que estaba durmiendo mal. Ese diablo del Bolívar los tenia
cansado. A pesar de que el español comandaba tropas de veteranos de las guerras contra Napoleón, el
alma indomable del caraqueño lo tenia en jaque.

- “Ese hombre le bastaba el triunfo mas pequeño para adueñarse de quinientas leguas de
territorio”....Proseguía el militar español, pareciendo mas que expresaba en voz alta sus pensamientos,
que dictaba una carta.

-”Bolívar es el jefe de más recursos....Mucha fuerza se necesita para vencer a estos rebeldes, que no
desmayan con ninguna derrota y que están resueltos a morir antes que a someterse”. Prosiguió.

De pronto el español se queda pensativo y recuerda cuando llegando a Venezuela y al ver a los
soldados de Morales expresó con ironía: “Si así son los vencedores como serán los vencidos”.
Al frente de 5000 hombres Morales esperaba las ordenes del General español, pero Morillo
despreciaría a aquella caballería andrajosa, que a pesar de haber recuperado para el Rey la Provincia,
los recién llegados los veían con desprecio.

¿En que podían ayudarlos a ellos militares veteranos de la guerra europeos, muy bien armados y
uniformados, aquella hueste de desarrapados con un armamento diverso que pasaba de viejos
mosquetones, cuchillos, machetes y lanzas, descalzos, vestidos de harapos.

Morillo intenta licenciarlos advirtiendo el riesgo que quizás se pasasen al enemigo. Ese desprecio
nunca lo olvidaría Morales.

Eso haría que muchos se sumasen a las fuerzas de Bolívar.

Que lejos están esos tiempos y los rebeldes les harían cambiar de opinión con sus tácticas guerrilleras
que un buen día le hizo exclamar:

“Catorce cargas consecutivas sobre mis cansados batallones me hicieron ver que aquellos hombres no
eran una gavilla de cobardes poco numerosas, como me habían informado, sino tropas organizadas que
podían competir con las mejores de S.M el Rey”.

El triunfo de los hombres de Bolívar en la Nueva Granada el año anterior, sumado a la destrucción de
la Tercera División en Boyacá le había hecho enviar al Coronel León Ortega, que era su ayudante, a
España a solicitar envió de tropas para poder enfrentar la situación que se le avecinaba.

-”Con 8000 soldados más cambiaría la situación”. Les decía a sus oficiales y de la misma forma lo
dictó a su amanuense en una misiva al Ministro de Guerra.

-”Con ese número de hombres devolveríamos al Rey la Nueva Granada y hasta aquí llegaría el
nombrado Libertador”.
Le escribía al Rey que estaban sometidos a una naturaleza inclemente, teniendo que cruzar las llanuras
y bosques sin medios, logrando esto mermar a sus tropas por enfermedades, por la necesidad y por los
combates.

Aseguraba al Monarca Español que también les afectaba dinero y eso había hecho que tuviesen que
realizar los empréstitos forzosos para poder cubrir los gastos de la tropa.
Su pedimentos no habían obtenido respuesta.

En estos momentos también se sumergía en el más rotundo fracaso la marina española por no poder
reconocer a los corsarios patriotas que actuaban contra el comercio realista.

No podían negar a pesar de todo los dotes militares del Mariscal Español.

Por fin sus petitorios fueron oídos en España, no tardarían de llegar noticias que se preparaba una
Expedición a mediados de ese año en Cádiz e Isla de San Fernando con 20.200 hombres de infantería,
2.800 de caballería y 1.370 de artillería que contaban con 94 piezas de campaña.

Esta fuerza sería trasladada a América por seis fragatas, diez corbetas, bergantines, goletas y treinta
cañoneras.
Con esta cantidad de fuerzas seguramente El Pacificador podría derrotar cualquier rebeldía. Con la
llegada de estos hombre seguramente los días de Bolívar estarían contados.

Pero otro escenario se estaba planteando ya que el Conde de Abisbal, Enrique O'Donell, jefe de la
Expedición estaba planeando una conspiración, que tenía la intención de establecer la Constitución
Liberal de 1812.

Como nada esta oculto entre cielo y tierra, al Rey le llegaron noticias de estas conjuras y separó al
Conde de Abisbal del mando. Eso ocurrió en la noche del 8 al 9 de julio, acabando con el proyecto de
sublevación al ser detenidos varios de los que estaban implicados.

Abisbal fue reemplazado por el General Callejo Conde para que comandara estas fuerzas que según el
mismo Rey tenia oficiales algo “contaminados” de ideas de libertad.

El General Callejo, conocido como Conde de Calderón, tuvo suerte ya que una epidemia de fiebre
amarilla suscitó que fuesen separados varios Regimientos cosa que hizo casi imposible el trabajo de
los conspiradores.

Lo que no sospechaba el General Morillo era que esas tropas con que contaba no estaba dispuestas a
dejar sus vida en estas tierras inhóspitas, habían llegado a España la manera de pelear de los insurrectos
y con todo que los veteranos eran combatientes aguerridos, no querían morir en esos terrenos salvajes
para defender a algo que detestaban que era el absolutismo del Rey.

Mientras Morillo dicta su carta existe entre sus hombres un sentimiento de hastío de continuar la
guerra, los combates habían sido cruentos ninguno de los dos bandos ni pedían ni daban cuartel.

La crueldad de venezolanos y españoles competían en los campos de batalla y desde hacía tiempo se
abogaba por tener un tratado de regularización de la guerra.

Al terminar de dictar la carta Morillo salio de la casa que lo albergaba y se dirigió a donde se
encontraban sus tropas. Él siempre estaba en comunicación con sus tropas , pero como gran conocedor
de los hombre que era sabia que sus soldados estaban al limite de sus fuerzas.

Su persona ya acusaba el hastió de pelear por una causa perdida a pesar de que sus tropas estaba
situadas en Los Andes desde Mérida hasta Trujillo comandados por el General La Torre. la Quinta
División en estrecho contacto en la zona alta estaba situada en Barinas; el segundo de Boves; Morales
dirigiendo la División de Vanguardia estaba situado en Calabozo.

Morillo había situado el grueso de su Ejercito Expedicionario entre Valencia, El Pao y San Carlos. El
Cuartel General de ese Ejercito se encontraba en El Tocuyo.
Con sus conocimientos militares El Pacificador había protegido todo el litoral desde Guiria hasta
Maracaibo. Todas esas tropas tenían un número de 14.000 combatientes.

Después de pasar revista a sus tropas, Morillo se tomó unas copas de vino con sus oficiales y como era
típico en él habló de corridas de toros e hizo la delicia contándole a sus hombres de famosas corridas
que había presenciado.

-Muchachos se que en alumnos de los regimientos hay unos cuantos buenos toreros. Deberíamos
organizar una buena corrida, eso nos uniría más con el pueblo.
¡Joder, no son españoles también!
Sus oficiales vieron con buenos ojos esta propuesta y varios se ofrecieron para colaborar.

Morillo era un hombre astuto, un zorro viejo, se mantenía en todos los frentes en una prudente actitud
de observación, Quería ser cauto ya que Bolívar lo había sorprendido con la Campaña contra Nueva
Granada y ahora estaba seguro que lo tratarían de sorprender con una nueva ofensiva.

Esperaba un ataque de los rebeldes por Casanare y San Camilo comandados por Bolívar con 1000
soldados, también los jefes patriotas Páez y Mariño con 1000 hombres más atacarían. Urdaneta, según
Morillo atacaría a La Torre con 2.500 efectivos.

Los informes de inteligencia le anunciaban 1000 hombres en Margarita de nacionalidad inglesa ya que
El Libertador quería soldados que pelearan culo con culo como llamaba a la formación de cuadro que
había hecho famosa a la infantería española en el mundo.

- Contra estos planes no he podido sino hacer otra cosa que reconcentrar nuestras fuerzas y evitar una
acción contra enemigos tan superiores, dando tiempo a la llegada de la expedición que espero sin
tardanza. Anunció en reunión con sus oficiales.

Antes estos planes del español, surgía la genialidad de Simón Bolívar que despacha a Sucre desde San
Juan de Payara para que vaya a comprar armas en las Antillas.

-Antonio José, te pido que vayas a buscar armas ya que nos hará falta, para la nueva ofensiva que
tenemos que darle al enemigo. Confió en tí y no creo que exista alguien mejor que tú, para cumplir con
esa misión.

- Muchachos tengo pensado traer 2.000 nuevos reclutas de Nueva Granada para que se unan al valiente
ejercito de Apure. Moveremos las fuerzas inglesas que estaban en Angosturas también hacia Apure.
Prosigue el héroe caraqueño.

-Les informó que Bermúdez asumirá el mando de las Provincias de Cumaná, Barcelona y Llanos de
Caracas. Montilla, mi amigo de la niñez, atacará con una preparada expedición a Santa Marta y
Cartagena. Les señala Simón con mirada de águila, en donde posa sus ojos negros sobre sus oficiales.

- Anuncio que mañana marcho para Cúcuta a ponerme al frente del Ejercito del Norte, no tanto a
activar las operaciones, como evitar un desastre y aumentaremos las tropas.

Al día siguiente El Libertador muy temprano al frente de las tropas parte en la nueva campaña. Simón
acompañado de su fiel José Palacios y montado en su fiel caballo Palomo y seguido de sus dos
mastines.

Antes de partir su paje le revisa la carga de sus dos pistolas y de su mosquete. Bolívar como buen
espadachín sacude su sable y lo envaina con maestría.

Sus tropas armadas de forma heterogénea y pintoresca, formada por hombres de diferentes regiones de
Venezuela, fieros combatientes por la libertad, montan en sus caballos preparándose a partir.
Unos prenden sus tabacos, otros arrancan con sus dientes el chimó y otros toman un trago para
calentar sus temores que son normales en cualquier hombre de pelea, que sabe que negar el miedo es de
imbéciles, pero el controlarlo es de hombres bragados.
Con un trote rápido en seis días están en San Cristóbal y ese mismo día se encuentra con Urdaneta que
se acerca para combatir a La Torre pero este huye.

Un gran abrazo le da Bolívar a Urdaneta cuando lo ve.


-Amigo Rafael, si me alegra verte. Le dice.

Esa noche hay ternera y reunión de oficiales, pero la tropa aprovecha ese día para tomarse unos tragos.
Simón los trata con ese donde gente que siempre le fue característico. Los llamó por sus nombres de
pila. Él los conocía, como ellos a él, los amaba como amaban a su Jefe Supremo.

La primera noche Bolívar bailo con varias damas que se encontraban con las tropas, con su mirada de
águila El Libertador miraba a las féminas, consiguiendo alguna de su agrado.

Para Simón, el amor era parte de su vida, tener una mujer en sus brazos era para él tan importante como
respirar y por eso en la danza comprendía de que tanto agrado gozaba de su pareja. Poco a poco la iba
acercando a su cuerpo para ver como reaccionaba la dama y así sabia si eran frenadas sus intenciones o
la mujer le correspondía.

Había pasado corto tiempo cuando murió Josefina Machado, uno de los amores del genio de América,
que duro por seis años, aunque fueron interrumpidamente. Se encuentran otra vez en el año de 1818.
Bolívar se llena de gloria en la Batalla de Boyacá y en el paso de Los Andes.

Josefina lo sigue y va tras él por los Llanos y muere en Achaguas, Bolívar la llora desconsoladamente
pero pronto se recuperara buscando otro amor.

El caraqueño en ese tiempo estaba en su mejor momento, se había ganado el reconocimiento de sus
hombres. Él nunca mando a un subalterno a realizar algo que no pudiese hacer. Las hazañas de sus
combatientes las realizaba también, por eso aceptó el reto de Cnel. Martel de nadar con los brazos
amarrados, de vaina no se ahogó.

Siempre recordaría el carajazo que se dio en las bolas cuando salto al lomo del caballo como veía que
lo hacían los llaneros. Así era Bolívar, así era El Libertador.

A los pocos días se enteran que el General Sucre había regresado el 16 de abril con una carga de 4.000
fusiles, pólvora, plomo que había comprado en San Thomas.

El Jefe Supremo del Ejército Libertador siempre estuvo muy pendiente de armar a sus hombres, ya
anteriormente había comisionado a Hamiltón y Alderson para que realizaran una compra de armas en
Los Estados Unidos y San Thomas. El primero falló con el encargo y el segundo llegó con 800 fusiles y
30 quintales de pólvora.

En esa época el amigo de la infancia de El Libertador Montilla, compró 1.000 fusiles , se anunciaban
remesas de armas de 10.000 fusiles para la próxima ofensiva que se avecinaba.

En ese tiempo en el campamento del General Páez, por ordenes de Bolívar había repartido los reclutas
proporcionalmente.

-Negro del carajo, haz caso, obedece o te decapito. Amenazó al Negro Primero que siempre andaba de
chanza.
-Claro Taita, te obedezco. Dijo medio en broma, medio en serio Camejo.

Para nadie era un secreto que Camejo era el único que se reía cuando el Taita Páez daba una orden, A
pesar de que a Páez lo encojonaba la mamadera de gallo del llanero, sabia que así bromeaba con las
ordenes era el primero en cumplirlas, por eso era conocido Pedro Camejo como el Primero.

Ya las fuerzas llaneras se preparaban para la nueva ofensiva, el General Bolívar ordenó que había que
atacar con todo las fuerzas realistas en Caracas y por Trujillo y Mérida sorprenderlos por la espalda.

El líder llanero para que sus hombres no se aburrieran, cada vez que podía, hacia que se dieran tardes
de toros coleados, ya que de esta manera mantenía a sus hombres en forma.
Aunque muchas veces habían peleas entre los participantes. Páez sabia que sus hombres no eran
precisamente unas hermanitas de caridad.

Él los conocía, era tan salvaje o más que ellos. Varias veces tuvo que a la fuerza imponer su jefatura,
nadie domaba un potro mejor que él, nadie manejaba una lanza con más pericia y nadie era tan
temerario como José Antonio Páez.

Bolívar no se le quedaba atrás, cuando lo vio por primera vez, pensó que el caraqueño sería algo blando
en comparación con sus lanceros, pero en días demostraría El Libertador que era tan bragado como el
mejor de los combatientes llaneros.

Se sorprendió lo buen jinete que era Simón, sus hombres lo llamaban “Culo de hierro”, ya que pasaba
muchas horas al lomo de un caballo y nunca se quejaba por lo largo de las cabalgatas.

Era tan duro como el mismo caudillo llanero, pero esos sí hablaba más bonito, cada vez que se dirigía a
sus hombres los dejaba con la boca abierta escuchándolo con atención sin perder una palabra,
incluyendo al Primero que siempre estaba bromeando.

Bolívar lea decía sobre la necesidad de unión de Venezuela y Nueva Granada para la formación de
Colombia y para eso era necesario el esfuerzo de todos.

Muchos de sus hombres le contaban que cuando el caraqueño hablaba pareciese que se dirigiese a cada
uno de ellos en especial. Páez era un hombre inteligente a pesar de no ser estudiado, conocía que
Bolívar manejaba con perfección el arte de la oratoria.
CAPITULO DOS

El ejercito llanero se encontraba en la línea del río Apure, el llanero tenía cuerpos de observación sobre
el territorio enemigo. Estos hombres montaban los caballos más veloces y ligeros, ya que su misión no
era pelear. Tenían ordenes de evitar los combates, hasta lo máximo posible.

En todo el territorio llanero los patriotas tenían tropas, la infantería estaba formada por la Legión
Británica, subdividida en dos batallones y un escuadrón.

Los británicos se relacionaron bien con los llaneros, a pesar de que hubo algunos roces, ninguno fue de
importancia.
Al principio los llaneros se burlaban de los ingleses por sus elegantes uniformes que los hacían sudar a
mares asolados por el sol y el calor llanero.

- ¡Mira ahí viene las guacamayas! Les gritaban los llaneros cuando no vas divisaban a los extranjeros
por lo colorido de sus uniformes.

Los uniformes no soportaron mucho las inclemencias ni del clima ni del terreno y al poco tiempo los
británicos vestían harapos como los llaneros y se habían adaptado rápidamente al clima llanero, al fin y
al cabo eran combatientes como los naturales.

A pesar de que ambiente natural es salvaje y los británico deben adaptarse a dormir en el piso, muchas
veces a la intemperie. Se tienen que enfrentar a un paisaje en donde abundan los peligros como ríos
crecidos u otras veces llenos de caimanes y caribes.

Las lluvias habían empezado en los llanos, ya las llanuras se estaban inundando. El Centauro llanero
escribió al Ministro de Guerra para pedir todo tipo de pertrechos ya que las tropas sufrían muchas
privaciones.

Páez exponía la privación en el vestuario de sus centauros y la escases de todo tipo que los aquejaba y
otra carta con las mismas quejas envió el Coronel Blosset que era el encargado de la Legión Británica.

Este protesta ya que sus hombres reciben carne sin sal, sin pan, ni ron, la mayoría de sus legionarios
visten harapos y que no reciben sus pagas.

Bolívar le dirige una misiva a Páez comentándole la queja del jefe de los británicos y pidiéndole que
ponga el más vivo interés para resolver esa problemática.

La Legión Británica queda organizada con John Blosset de Comandante en Jefe, Thomas Ferriar,
Comandante de Artillería; John Deigton, Comandante de Caballería, William Davy como Comandante
de Infantería; William Power, Comandante del escuadrón de Caballería Irlandesa; Broock Young,
Comandante de la Infantería Ligera.

Estas tropas se ocupan del patrullaje de reconocimiento, reunir el ganado y entrenar a los nuevos
reclutas. Los británicos sufre por lo inclemente del clima y por lo fuerte del sol que asola las llanuras
enervando el carácter de Blosset.

De pronto se produce un motín en el cuartel de la Legión Británica que piden la destitución de Blosset,
que ni corto ni perezoso trata de reducir a los amotinados, pero los alzados intentan agredirlo, logrando
salvarse por poco el jefe británico.

En la reyerta muere un Teniente Young y es herido el Mayor Davy. Llega el jefe llanero con algunos de
sus lanceros y con valentía, con su espada en la mano ataca a los revoltosos y los hace arrestar a pesar
de que los venezolanos son solamente ochenta hombres y los ingleses pasaban de quinientos.

Los alzados trataban de asesinar a sus jefes criollos también y tomar embarcaciones para llegar al
Orinoco. Páez coloca a los insurrectos en formación y ordena que los jefes de la rebelión den un paso al
frente y son decapitados. Algunos tratan de defenderse pero son reducidos por el Centauro y sus
hombres.

-¡Quien se muestre triste, será decapitado! Grita el cabecilla llanero.


¡Todos a los cuarteles!
Esa noche cuando en la casa de Páez celebran el cumpleaños de Bolívar, ocurre un hecho que retrata el
carácter indómito de los británicos.

Blosset invita a un vaso de licor a Power y este se rehúsa, el jefe británico se siente ofendido y pide
satisfacción, Páez tiene que intervenir para que las cosas no lleguen a mayores, ya que Blosset esta muy
borracho.

Al otro dia Blosset se presenta en casa de Power reclamando la satisfacción perdida, que aunque le
parece absurdo batirse en duelo por tan poca cosa no le queda más remedio de enfrentarse en un duelo
de pistola matando a Blosset.

Power es detenido junto a los testigos de Blosset y juzgados en Consejo de Guerra, pero son absueltos.

-Carajo esos ingleses si joden. No se para que nos enviaron a esa pila de bestias. Como si a mi no me
bastara con mis hombres. Comenta el Centauro, pero después cambiaría de opinión.

Grande sería el sacrificio la Legión Británica en la Batalla de Carabobo para que el caudillo llanero
pudiera organizar el Batallón de Apure que había sido casi aniquilado por el fuego español.

Con el tiempo la Legión estaba compuesta por el escuadrón “Dragones de la Guardia de Bolívar”;
comandada por el Coronel Rooke; de los regimientos Flanqueadores 1 y 2, dirigidos por Pigott y
Mackintosh y la artillería por Ferriar.

En Achaguas se encontraban el batallón Bravos de Apure y en San Fernando los batallones Boyaca y
Tiradores y al tiempo nuevos reclutas de los mercenarios británicos viene a unirse a los regimientos de
infantería.

Páez había dividido a la caballería en ocho regimientos , cada uno integrado por dos escuadrones al
mando de los valientes Muñoz, Rangel, Mujica, Elorza, Aramendi, Silva, Romero y Ortega que se
encontraban desde el Bajo Apure hasta Nutrias, con 2000 jinetes.
A principios del mes de enero de ese año, José Antonio, se encontraba tendido en una hamaca
descansando, meciéndose con el pie y tocando cuatro, cuando oye el galopar de un caballo.

-Pedro, anda y ve quien viene. Ojala y traigan buenas noticias. Le dice a Camejo.

-Espero que no haya pasado nada, le he dado la orden a las tropas que no realicen ninguna acción
importante. Lo hago esperando ordenes del Jefe Supremo.

-¡Taita, Taita, llegó un mensajero de Aramendi que trae noticias! Entra gritando Pedro Camejo.

-¡Este negro del carajo, si es escandaloso! Comenta el caudillo llanero, con mucha curiosidad por las
noticias que llegan.

Detrás de Camejo entra un moreno tostado, con el pantalón a la rodilla, descalzo, pero llevando en sus
pies espuelas y armado de una gran lanza y un machete en la cintura que saluda con mucha seriedad .

- Taita, le traigo noticias de mi Coronel Aramendi. Hace dos días nos encontramos con españoles y los
despojamos de 600 caballos. Dijo lacónico.

-A esos pendejos, los engañamos dándonos a la fuga desordenadamente y de pronto devolviéndonos.


Los muy pendejos siempre se entierran solitos en nuestras lanzas. Siempre caen en la misma trampa.

Páez se acerca colocando sus brazos en los hombros del llanero diciéndole:

-Es que ellos o saben pelear como nosotros.

-Negro lleva al amigo para que coma y que descanse para que regrese junto a mi bravo Aramendi.
Concluye.

Acontecimientos importantes se producirán en los meses siguientes. Para Morillo era imposible
defender todos los territorios que tenía.
Él había decidido mantenerse a la defensiva, reunir fuerzas y al avanzar los rebeldes oponer una
resistencia férrea.

Ya Morillo había escrito al Rey diciéndole que las tropas se había reducido por las enfermedades y los
combates. Los realistas estaban condenados a la falta de dinero, sin recibir sueldos. Desde España no
oían los clamores del General, no le envían los reemplazos, ni otros auxilios. Solamente lo que le
enviaban desde La Habana.

Para poder armar a su gente Morillo había tenido que acudir a los empréstitos forzosos, ganándose el
odio de la población.

El General era un hombre inteligente, muy astuto y sagaz, de grandes dotes militares y comprendía
perfectamente los planes de Bolívar y debido a eso comunicándose con el Rey anunciando que El
Libertador después de sus triunfos en La Nueva Granada, seguramente intentaría invadir Caracas.

Bolívar no era ningún tonto e imaginaba que el militar español estaba preparando una estrategia al
enterarse de que en La Nueva Granada solamente había 1500 soldados que podían ser atacados desde
Cartagena, Maracaibo y Venezuela. Los patriotas detuvieron un correo de los españoles, donde le
informaba La Torre a un militar español de apellido Silva.

En reunión con sus jefes militares en Bogotá el caraqueño le aseguró:


- Nos pondremos en campaña sobre Venezuela, entre mayo y junio. Le escribí al General Lara para que
atacase Calabozo.
-Muchachos espero en Mayo ser dueño de la Provincia de Mérida, pero debemos obrar con prudencia
para no perder a La Nueva Granada, pero el hecho de ser prudentes no nos exime de ser presurosos
para evitar que lleguen refuerzos desde España y se nos complique mas la cosa teniendo que lidiar con
mas problemas que los que tenemos ahora.

Mientras hablaba Bolívar sus oficiales lo escuchaban atentamente ya que todos estaban conscientes de
del gran momento que se avecinaba, después de tantos años de lucha.

Muchos de estos hombres habían salido a combatir en esta guerra apartándose de sus hogares, no
volviendo a ver a sus familiares.

Venezuela en tantos años de guerra estaba destruida, los dos bandos se encontraban destrozados por
tantos años de conflictos. Era necesario buscar a Morillo donde estuviese para destruirlo de una vez por
todas y esos eran los planes del jefe rebelde.

La situación en Venezuela sigue siendo la misma. En el Oriente estaban las tropas españolas
comandadas por Pereira en un grupo de 800 hombres recorriendo las Provincias de Barcelona y
Caracas enfrentándose a las guerrillas de Monagas que las asolaban con ataques y retiradas que aunque
no ocasionaban grandes perdidas eran muy molestosos.

-Me joden a los españoles grandes carajos. Les ordenaba Páez a sus soldados que no cesaban de
acometer a las tropas de Morales.

El llanero no dejaba de enfrentar a los españoles en Apure no dejando a Morales que se moviese de
Calabozo.

Los patriotas temían que los españoles rompieran las lineas defensivas de San Cristóbal y Cúcuta ya
que la perdida de La Nueva Granada era segura.

La llegada de armamento para las tropas rebeldes en un numero aproximado de 1750 fusiles que llevo
el bizarro Teniente Coronel Gómez que serían distribuidas entre las tropas de Apure como de
Cundinamarca.

Los nuevos reclutas eran entrenados en el manejo de fusiles por los veteranos. La llegada de ese
armamento levantaba la moral de las tropas republicanas.

Los fusiles eran los rifles Baker, modelo 1802. Estas armas eran de uso oficial del ejercito británico,
tenía una longitud del cañón de 30 pulgadas, longitud de la bayoneta 23,5 pulgadas, longitud del rifle
45,25 pulgadas, calibre 20 y pesaba 4 kilos.

Los llanero no eran muy expertos en el manejo de armas de fuego, lo de ellos era la lanza de
fabricación rudimentaria de cuatro metros de longitud

Se preparaban para una posible embestidas de los realistas pero al tiempo se dan cuenta que el General
Morillo había desistido en atacar a La Nueva Granada.

Eso hacía entender a El Libertador que Morillo no aceptaría una batalla seguramente porque no se
sentía fuerte.
Bolívar no dejaba de prepararse junto a sus hombre. No tenía tarea que le hiciese que en las mañanas
no participar en el entrenamiento de sus hombres, Muy de mañana se montaba en su caballo y
practicaba con la lanza, luego practicaba una hora la esgrima, tampoco descuidaba la pelea a cuchillo
siempre preparado por los mejores combatientes con el arma blanca.

Todo eso hacía que el respeto de sus oficiales y de la misma tropa con El Libertador ya que nunca les
pedía hacer algo que él no estuviese presto a realizar primero.
Sus hombre habían visto a Bolívar combatiendo hombro a hombro con ellos y fueron testigos del valor
del caraqueño.

Como se dijo en el capitulo anterior en el Ejercito español que pensaban embarcar para América había
un claro descontento a partir, el Comandante del Batallón Asturias, Rafael del Riego y Nuñez , se
subleva proclamando la Constitución de 1812. Ese ejemplo se riega como la pólvora en otros cuerpos
militares españoles.

Había ingresado en el año de 1807 en los cuerpos de la Guardia de Corps y cuando Francia invadió
España se unión a la lucha en contra de las fuerzas de Napoleón, derrochando gran valentía en los
combates.

Estuvo prisionero en Francia al ser tomado prisionero en la batalla de Espinosa de los Monteros en
1808, al recobrar la libertad viaja por Alemania e Inglaterra y después vuelve a España a reincorporarse
en el Ejército.
Lo ascienden a Teniente Coronel en el regimiento de Asturias, pero ve con desagrado la política del
Rey quien con su absolutismo viola los derechos del pueblo.

El Coronel Antonio Quiroga, Jefe del Batallón España, en Alcala de los Gázules, se subleva también al
ser liberado y es el segundo de importancia en la linea de mando de los rebeldes.

-Tenemos que tomar Cádiz. Les ordena Quiroga a sus hombres.


Los planes no salen como tenían planeado.

Pero los que son encargados de enfrentarlos también son contagiados de ese gen rebelde que hace que
las tropas de Quiroga no sean atacados por las tropas y las milicias provinciales que habían llegado a
combatirlos.

En la Coruña, Zaragoza, Barcelona y otros puntos también se propaga la rebelión siguiendo el grito
alzado de Andalucia. De esta manera se desbaratan los refuerzos que llegarían de España para someter
el alzamiento de las colonias españolas.

El pueblo apoya a sus soldados y gritan junto a ellos:


¡Constitución y Libertad!

Se continua con el grito rebelde de Riego en la cabeza de San Juan:


¡Constitución y Libertad! Llegando a todos los rincones de España.

Pasaría dos meses cuando Fernando VII sobrecogido por la actitud del pueblo y los jefes militares junto
a sus tropas, no les queda más remedio de dar un Decreto convocando a reunión a las Cortes y al día
siguiente juran la Constitución de 1812.
Pasaron dos meses del alzamiento para que el monarca el 6 de marzo ceda. Esto hace que las tropas que
son esperadas de auxilio desde España no vengan.

A finales de ese mes las noticias llegan a Venezuela. Morillo recibe la noticia de que no vendrían los
refuerzos que se esperaban y que debía restablecer la paz en las colonias por medio de una
“reconciliación fraternal”.

-Haremos lo posible para llegar a un acuerdo con Bolívar y su gente. Le comentó a sus Generales.
Para el militar español la noticia le favorecía , ya que este estaba harto de la guerra, además que el
lanzazo sufrido en la batalla de Semen le molestaba, además que tenia una poderosa razón, una
hermosa mujer esperándolo en España.

Bolívar se entera de los acontecimientos debido a una comunicación interceptada por un Coronel
Carmona en Chiriguaná el 19 de junio y militar astuto que era y político sagaz trata de sacarle el mayor
partido posible. Se podía imaginar que los españoles pedirián una negociación.
El Libertador desde su Cuartel General en Cúcuta le escribiría a Santander:

-¡Albricias mi querido general! Ya Fernando VII ha reconocido las Cortes y la Constitución, forzado,
como él dice, por la voluntad del pueblo...¿Quien sabe si ya en este momento tenemos en Angostura
alguna idea de negociación? Y quien sabe, aseguro que ya esta decretada en España. Apunte Ud. Este
día y compare las fechas para que vea si soy buen profeta.

El 11 de marzo el jefe español recibe ordenes de negociar la paz con los independentistas, para el 6 de
julio el Mariscal La Torre comunica a Bolívar sobre las ordenes llegadas de España y también se refiere
a que tenía la autorización de Morillo para proponerles a los patriotas una suspensión de hostilidades.

Simón recibe la comunicación cuando acostado en una hamaca, conversa con sus edecanes. Esos eran
los pocos momentos en que él descansaba, ya que en ese reposo se columpiaba con una pierna.

Lanzando una carcajada dice:

-Sabia que estos carajos nos pedirían un cese de la guerra. Eso de salir de su Patria para luchar en
tierras lejanas no debe ser fácil para estos hombres.

Al instante se levanta de la hamaca y nerviosamente comienza a pasearse por el cuarto, uno de sus
amanuenses toma papel y pluma.

-Toma nota. Ponle fecha de mañana para que parezca que no respondí esta carta sino mañana, no
podemos demostrar nuestro interés. Ordena.

En la misiva esta la frase “con la mayor satisfacción”, para que los españoles supiesen que estaba de
acuerdo en lo que le proponían.

“...Siento que los señores comisionados del gobierno español se hayan dirigido por grandes rodeos en
busca de mi cuartel general; pero V.S. podrá muy bien indicarles la ruta que deben seguir en el caso de
venir a tratar con el gobierno de Colombia, de paz y amistad, reconociendo a esta República como un
estado independiente, libre y soberano.”

El Libertador comunicaría al Gral. Santander que parece que los españoles desean la paz más que los
republicanos y que La Torre escribe con mucha delicadeza y él le ha regalado una mula mocha.
También le explica que el jefe español esta casado con una prima suya.

Bolívar agrega en su misiva a Santander la seguridad de llevar las negociaciones con los españoles a
tener que ser reconocida la independencia de la Patria.

Lo que no sabía Morillo que cuando empezaran los convenios que ellos habían iniciado desengañaron a
muchos venezolanos que comenzaron a pasarse a las filas republicanas, entre ellos un Comandante
Silva que se encontraba en Barinas,el Comandante Torralva y el Capitán Ampudia.

El General Monagas había atraído a las filas patriotas al cura Arbelais Lenas, destacado defensor del
Rey. El sacerdote atrajo a un Teniente Coronel Torralva con 300 hombres que mandaba.
Estos se unen a Monagas, igual que los pueblos de San Lorenzo, San Pablo, San Francisco, San
Miguel, Clarines y Piritu que eran fanáticos de los realistas.

En Barcelona también se suscitaron deserciones por partes de los partidarios del Rey y rápidamente
quedo libre toda la Provincia.

El General Morillo maldijo y amenazó cuando la guarnición de Carupano se alzó, tomando la fortaleza
en donde se habían refugiado españoles para resistir el alzamiento.

¡Me cago en la puta madre! Gritaba Morillo cuando supo la noticia.


Pero su rabia aumentaría cuando supo que a Bermudez se le pasaban tropas de desertores y su enojo
llegaría al clímax cuando llegarían noticias de que Reyes Vargas el 20 de octubre se sometió a Bolívar,
siendo una gran ayuda a las tropas republicanas ya que les entregó víveres, ganado y armamento.

Nadie podía imaginar que Reyes Vargas desertaría de las filas españolas ya que había sido un enemigo
acérrimo de los patriotas.
Este fue condecorado con la Cruz de Carlos III por sus servicios a la Corona española. Cuando cambio
de bando Reyes tenia la misión de cubrir la provincia de Coro y defender la mesa de Barquisimeto con
400 infantes y 35 jinetes, integrados por combatientes aguerridos, indios de Siquisique, que los seguían
ciegamente.

Pero Reyes Vargas convencido de la ruina de su partido se une a los republicanos el 20 de octubre y fue
admitido por el jefe caraqueño con el mismo grado.
CAPITULO TRES

Bolívar ordena enviar una misiva a Morillo en donde le propone abrir de nuevo negociaciones. Esta
carta se la envía el español a la Junta de Pacificación sugiriendo como comisionados al Brigadier
Correo, a Juan Rodríguez del Toro y a Francisco Gonzalez de Lineros.

Los comisionados se aprestaron a montar las mejores bestias para poder llegar al Cuartel General de
Simón Bolívar que creían que se encontraba en San Fernando, pero el héroe no había llegado ya que
como Urdaneta se enfermó, tuvo que ponerse al mando de esas tropas.

Ya hacía cierto tiempo que la situación del Ejercito del Norte de los patriotas era muy arriesgada. El
hecho de no haber concurrido la tropas de Paéz sobre Guanare y por estar en Maracaibo en manos
españolas hacía que el avance a Trujillo era una acción descabellada.

El General Urdaneta le decía a sus lugartenientes:


- La vaina la echo Paéz y esa actitud hará mas arriesgada la posición del Libertador. Por eso es que
debemos aceptar ahora esa propuesta de los españoles para negociar un armisticio.

Bolívar estaba claro, si algo conocía El Libertador era de estrategia militar, si no se lograba la
suspensión de las hostilidades, era necesario lograr una batalla teniendo todas las ventajas de ganar. El
espionaje patriota informaba de lo decaída que se encontraba la moral de las tropas españolas.

Por el otro lado Morillo temía realizar cualquier operación con un ejercito que contaba con una gran
cantidad de elementos criollos que podrían pasarse al enemigo como ocurrió con el indio Reyes Vargas.
El Libertador hombre astuto en la negociación le propuso a Morillo que suspendieran las hostilidades ,
que tenia las bases siguientes:

-Un armisticio por cuatro o seis meses en toda Colombia.

- Este Ejército mantendrá las posiciones que tenga cuando comiencen las negociaciones.

-La división de la costa tomara posesión de las ciudades de Santa Marta, Maracaibo y Rio Hacha que
se aprestan a atacar y estas deben rendirse.

-La división de Apure tendrá por linea divisoria todo el curso de la Portuguesa, desde donde le entra el
río Biscocuy hasta el Apure, toda la Provincia de Barinas y el territorio de Guanare, que estaba
abandonado por los realistas sera ocupado por los patriotas.

-Las tropas de Oriente conservaran el territorio que ocupe al acto de la ratificación del tratado.

-La división de Cartagena conservará las posiciones que ocupe al acto de la ratificación del tratado.

-la división el sur conservara el territorio que dejo a sus espaldas en su recorrido a Quito y conservara
sus posiciones.

El español con 2000 infantes y 200 jinetes se mueve desde Barquisimeto a Carache en donde estaban
los puntos avanzados del ejercito republicano. Lleva a la División de La Torre y los Húsares de
Fernando VII.
Morillo escribe una carta al jefe patriota en donde le dice que el no esta autorizado ni le conviene las
proposiciones de Bolívar a la nación española, pero que sus comisionados discutirán con ellos y
negociaran los acuerdos.

Alegó la buena fe y franqueza que trae para llegar a un acuerdo por el bien de la humanidad.

Los informes que le llegan a Morillo es que las tropas patriotas son pocos numerosas y de inferior
calidad, logrando estas noticias que los españoles sigan avanzando.

Este avance del enemigo indigna a Bolívar y le escribe amenazándolo que si sigue avanzando no
aceptara ninguna negociación y lo hace responsable de la continuación de esta sangrienta guerra.

Negar que Morillo era un gran estratega no estaba en los planes del Simón Bolívar y por eso no le
sorprende cuando el jefe español le responde que desea ardientemente la paz y que sus marchas se
deben a la intención de cubrir Maracaibo.

Los patriotas no se quedan quietos y el Cnel. Plaza prevenido por Briceño Méndez dirige las tropas
que están en Santa Ana que marchen a Carache, con las ordenes de no dejarse derrotar ya que eso
produciría una herida en la Patria a la cual tendría que responder con su honor.

Esta orden era emanada del mismísimo Bolívar y es presta a ser cumplida por los patriotas.

Estos estaban integrados por un pequeño destacamento comandados por los jefes llaneros Juan Gómez
y Julian Mellado.

-Retírense muchachos. Les gritaba Mellado a sus hombres.


Con 30 hombres a la orilla del río Carache cubren la retirada de sus camaradas, peleando con gran
valor.

El General Morillo avanzaba con dos divisiones comandadas por Tello y por Correa, tenían la intención
de llegar a San Cristóbal para conferenciar con Bolívar que suponían que estaba en esa zona.

A los patriotas sus exploradores les anunciaron la cercanía del enemigo y protegiendo una emigración
de familias patriotas que se dirigen a Mérida.

Los patriotas le causan bajas al enemigo y Morillo que manda un batallón es derrotado por las cargas
republicanas, este se indigna cuando ve que son derrotados por pocos combatientes y toma la decisión
de ordenar a los Húsares que los ataquen siendo rechazados por estos valerosos hombres de acción.
Esos combates se suscitan en las vegas de Carache en donde el valle es muy estrecho y cabía solamente
un jinete de frente.

En este sitio se produce un combate insólito, por la bravura de los patriotas al enfrentarse a
combatientes duros como los Húsares. Juan Gómez se enfrenta uno a uno a el cuerpo de elite de
Morillo.

Gómez retrocede, pelea y derriba Húsares y Morillo contempla el combate.

De pronto el llanero es derribado el caballo y desde el suelo combate como un tigre con la pierna
apresada por el cuerpo del caballo, poco a poco se le acercan los soldados de Morillo para acabar con el
valiente.

De pronto se oye un rugido de Morillo:


-¡No lo maten!

-¡Ríndete valiente! Le grita con desesperación. La desesperación de un combatiente que respeta el valor
de su rival.

-¡No lo maten! Ordena.

Se acerca un poco más al aguerrido llanero y le dice:


-¡Ríndete, no te vamos a matar !

Gómez se rinde, conservando su lanza y son curadas sus heridas y cuando se encuentra Morillo con
Bolívar le entrega al Coronel Gómez diciéndole:
-¡Estoy sorprendido del valor de los hombres que luchan por la independencia!

Pero no nos adelantemos a los hechos...........

Bolívar le propuso a Morillo el armisticio en la plaza de San Fernando y cuando lo hizo el español se
mostró de acuerdo, anunciando el envió de sus comisionados a esa zona, pero Bolívar no pudo
separarse de su Ejército por una repentina enfermedad de Urdaneta se destino la ciudad de Trujillo
para las conversaciones.

Simón como gran estratega que era le propuso a los españoles un tratado de “regularización de la
guerra”. Le escribió a Morillo pidiéndole una negociación verdaderamente santa, monumento de
civilización, de humanidad y de filantropía, que fuese destinado a suprimir de un todo la guerra a
muerte.

Ordenó a Sucre y a Plaza a dirigirse a Humocaro Bajo en donde Morillo tenía sus cuarteles. Pasaron los
días y los comisionados patriotas no entraron en negociación con sus homólogos realistas.

Ya el 13 de septiembre llega una misiva relevando a Morillo del mando del Ejército y nombrando a La
Torre para el cargo.

-Ya seguir esta guerra es inútil. Pensaba.

-Cuando llegue pensaba que me enfrentaría a un pequeño grupo de alzados y resultaron estos rebeldes
con una tropa disciplinada comandado por jefes con experiencia militar comprobada. Se decía.

-Ya estoy cansado de estos combates. Meditaba tratando de salvar la responsabilidad y con la firme
intención de salvar su prestigio de guerrero.

El español trataba de que sus hombres no le viesen su desanimo y cuando le escribió a Morales oculto
sus sentimientos diciendo:

“-El señor Don Simón, aún antes de haber llegado los comisionados empieza a variar de lenguaje y
preveo que las hostilidades continuarán,”
Al final señala:

“-Los Comisionados para tratar el Armisticio, anoche se reunieron con Bolívar en Trujillo ; pero dudo
mucho, o casi puedo asegurar, que será ineficaz su comisión, por que las pretensiones de aquél son
inconstitucionales, orgullosos, descabelladas e incapaces de arreglo más que en el campo de batalla.

Los comisionados llegaron a Trujillo y se reunieron con Sucre, Briceño Mendez y Pérez. Los patriotas
se encontraban en Sabana Larga a siete lenguas de Carache. Bolívar y Morillo suspendieron las
hostilidades, aunque en otras partes se seguía combatiendo.

En conversaciones con sus oficiales Bolívar les ordenaba:

“- Avancen ocupando la mayor cantidad de territorio, debemos obtener ventajas tomando las costas del
Lago Maracaibo, desde Moporo hasta Gibraltar. Debemos ocupar Maracaibo antes que se den estas
negociaciones.”

Con estas ordenes envío mensajeros para que sus tropas en las zonas cercanas atacaran rápidamente.

A pesar de las ordenes del jefe patriota a ambos bandos los llenaba un sentimiento de cordialidad y el
deseo que las negociaciones fueran fructíferas. Pero no por eso Bolívar no estaba claro que la única
meta debía ser la independencia de la Patria.

Llegaría El Libertador a proponer con mucho ahinco no solamente el cese de las hostilidades, sino un
tratado de regularización de la guerra.

Obtiene una buena aceptación por parte del líder español y desde ese momento las misivas entre
Morillo y él son muy frecuentes.
A pesar de que en las primeras comunicaciones Simón Bolívar se queja de que el enviado del español,
el Coronel Pita le propuso que debía retirarse a sus posiciones de Cúcuta, evacuando el territorio libre
de Venezuela.

Simón protesta en una carta enviada a Morillo el 20 de noviembre desde Trujillo diciéndole que estas
pretensiones son ofensivas para Colombia. Le dice al jefe realista que debía regresar a España.

De la misma manera le dirige en otra misiva a su amigo Juan Rodríguez del Toro, comisionado
español, donde le manifiesta la molestia que le causa la proposición de Pita.

Cuando el Libertador se reúne con los comisionados realistas les pide que le entreguen a Maracaibo y
el resto de Barinas, le ofrece a los españoles el oriente de Caracas por indemnización.

-He perdido la esperanza de conseguir a mi amada Caracas, tengo información que Morillo dice que lo
ahorcarán si cediese ese territorio. Le comenta a sus oficiales.

- Tenemos a Barinas, pero lamento que no se haya tomado Maracaibo. Como le escribí a Santander
opino que tendremos una armisticio ya que Europa esta en la mejor disposición, ya ese pueblo esta muy
descontento con sus gobernantes. Aduce el caraqueño.

Levantándose nerviosamente de su silla comenta con pasión:


-Morillo se encuentra en Carache junto a 2500 combatientes veteranos y La Torre cuenta con 2000
soldados en San Carlos y Guanare, por ahora prefiero la política a la guerra.

-Nuestros negociadores no son nada fáciles, los españoles han sido muy diplomáticos.
-Tenemos al General Sucre, que es un hombre muy capaz. Reconoció.

Escribiría después:
-Este tratado es digno del alma del General Sucre: la benignidad, la clemencia, el genio de la
beneficencia lo dictaron. El será eterno como el más bello monumento de la piedad aplicada a la
guerra.

En ese tiempo el cumanés contaba solamente con 25 años y ya se le veía la casta que con los años
derrocharía en los campos de batalla y en la diplomacia en nuestra América.

Simón sufría de la escases de recursos y espera que el Congreso provea. Ya estaba acostumbrado a estar
sin muchos recursos y rendir los que contaba.
Sus tropas estaba a ración de carne y plátano y esperaban que esos recursos duraran.

Cuando se le acabo el recurso monetario le llegaron 32.000 pesos, distribuyendo a la tropa y a los
oficiales cuatro pesos para lavar la ropa.

A los tres días El Libertador escribe a sus comisionados anunciándole que la noche anterior había
recibido las notas de los dos gobiernos.

Bolívar aprueba la respuesta que la comisión patriota le da a los españoles, pero refiere que el
armisticio no debe durar más de seis meses, los limites no deben ser otros que los de la provincia de
Caracas.

Propone que todos los prisioneros sean canjeables, incluyendo los espías, añadiendo el derecho de las
personas debe ser más estricto es en las guerras civiles.

Se enterrarían los muertos y se le daría buen trato a los civiles. El acuerdo haría la guerra menos
barbara.

En otra carta dirigida a sus comisionados expone su intención de finalizar esta guerra, sin importar los
sacrificios que se tengan que realizar para lograr la paz. Les dice que están autorizados para finalizar el
armisticio. Anuncia que ira a la ciudad de Trujillo y pronto espera conocer a Morillo en Santa Ana.

Ese mismo día los comisionados de ambos bandos concluyen dos tratados favorables para la paz. Se
ajusta un armisticio por los siguientes seis meses, favoreciendo a los patriotas y el segundo que se
llamo “Tratado de Regularización de la Guerra” que fue redactado por Bolívar y aceptado por el jefe
español.

El 25 y 26 de noviembre se firmaron el armisticio y el tratado de regularización de la guerra.

Este tratado dice:

“Deseando los gobiernos de España y de Colombia manifestar al mundo el horror con que ven la guerra
de exterminio que ha desbastado hasta ahora estos territorios, convirtiendolos en un teatro de sangre, y
deseando aprovechar el primer momento de calma que se presenta para regularizar la guerra que existe
entre ambos gobierno, conforme a las leyes de las naciones cultas y a los principios más liberales y
filantrópicos, han convenido en nombrar comisionados que estipulen y fijen un tratado de
regularización, de la guerra; y en efecto, han nombrado, el Excmo. Señor general en jefe del ejercito
expedicionario de Costa Firme, don Pablo Morillo, conde Cartagena, de parte del gobierno español, a
los señores jefe superior político de Venezuela, el brigadier don Ramón Correa, alcalde primero
constitucional de Caracas, don Juan Rodríguez Toro y don Francisco Gonzalez Linares y el Excmo.
Señor Presidente de la República de Colombia Simón Bolívar, como jefe de la república , de parte de
ella, al señor general de brigada Antonio José de Sucre, coronel Pedro Briceño Mendez y teniente
coronel José Gabriel Pérez, los cuales, autorizados competentemente, han convenido y convienen en
los siguientes artículos:

Art. 1°. La guerra entre España y Colombia se hará como la hacen los pueblos civilizados, siempre
que no se opongan las practicas de ellos a algunos de los artículos del presente tratado, que debe ser la
primera y más inviolable regla de ambos gobiernos.

Art. 2°. Todo militar o dependiente de un ejército tomado en el campo de batalla aun antes de decidirse
ésta, se conservará y guardará como prisionero de guerra, y sera tratado y respetado conforme a su
grado hasta lograr su canje.

Art. 3°. Serán igualmente prisioneros de guerra y tratados de la misma manera que estos, los que se
tomen en marchas, destacamentos, partidas, plazas, guarniciones o puestos fortificados, aunque étos
sean tomados al asalto, y en la marina los que sean aun al abordaje.

Art. 4°. Los militares o dependientes de un ejercito que se aprehendan heridos o enfermos en los
hospitales, o fuera de ellos, no serán prisioneros de guerra, y tendrán libertad para restituirse a las
banderas a que pertenezcan, luego que se hayan restablecido.
Interesándose tan vivamente la humanidad en favor de estos desgraciados, que se han sacrificado a su
patria y a su gobierno, deberán ser tratados con doble consideración y respeto que los prisioneros de
guerra, y se les prestará por lo menos la misma asistencia, cuidado y alivio que los heridos y enfermos
del ejercito que los tenga en su poder.

Art. 5°. Los prisioneros de guerra se canjearán clase por clase y grado por grado, o dando por
superiores el numero de subalterno que es de costumbre en las naciones cultas.

Art. 6°. Se comprenderán también en el canje y serán tratados como prisioneros de guerra, aquellos
militares o paisanos que individualmente o en partidas hagan el servicio de reconocer u observar, o
tomar noticias de un ejército para darlas al jefe de otro.

Art. 7°. Originándose esta guerra de la diferencia de opiniones; hallándose ligados y en relaciones muy
estrechas los individuos que han combatido encarnizadamente por las dos causas: y deseando
economizar la sangre cuanto sea posible se establece que los militares o empleados que habiendo antes
servido a cualquiera de los gobiernos hayan desertado de sus bandera y se aprehendan bajo las de otro,
no puedan ser castigados con pena capital. Lo mismo se entenderá con respecto a los conspiradores y
desafectos de una y otra parte.

Art. 8°. El canje de prisioneros será obligatorio y se hará a la más posible brevedad. Deberán, pues,
conservarse siempre los prisioneros dentro del territorio de Colombia, cualquiera que sea su grado y
dignidad; y por ningún motivo ni pretexto se alejarán del país llevándose a sufrir males mayores que la
misma muerte.
Art. 9°. Los jefes de los ejércitos exigirán que los prisionero sean asistidos conforme quiera el gobierno
a quien estos correspondan, haciéndose abonar mutuamente los costos que causaren. Los mismo jefes
tendrán derecho de nombrar comisarios, que trasladados a los depósitos de los prisioneros respectivos,
examinen su situación, procuren mejorarla y hacer menos penosa su existencia.

Art. 10°. Los prisioneros existentes actualmente gozarán de los beneficios de este tratado.

Art. 11°. Los habitantes de los pueblos que alternativamente, se ocuparen por las armas de ambos
gobiernos, serán altamente respetados y gozarán de una absoluta libertad y seguridad, sean cuales
fueren o hayan sido sus opiniones, destinos, servicios y conducta con respecto a las partes beligerantes.

Art.12°. Los cadáveres de los que gloriosamente terminen su carrera en los campos de batalla, o en
cualquier combate, choque o encuentro entre las armas de los dos gobiernos, recibirán los últimos
honores de la sepultura , o se quemarán cuando por su número o por la premura del tiempo, no pueda
hacerse lo primero. El ejército o cuerpo vencedor, será el obligado a cumplir con este sagrado deber,
del cual sólo por una circunstancia muy grave y singular podrá descararse, avisándolo inmediatamente
a las autoridades del territorio en que se halle, para que lo hagan. Los cadáveres quede una y otra se
reclamen por el gobierno o por los particulares no podrán negarse, y se concederá la comunicación
necesaria para transportarlos.

Art. 13°. Los generales de los ejércitos, los jefes de las divisiones y todas las autoridades estarán
obligados a guardar fiel y estrictamente este tratado y sujetos a las más severas penas por su infracción,
constituyéndose ambos gobiernos responsables a su exacto y religioso cumplimiento, bajo la garantía
de la buena fe y del honor nacional.

Art. 14°. El presente tratado será ratificado y canjeado dentro de sesenta oras y empezará a cumplirse
desde el momento de ratificación y canje; y en fe de que así lo convenimos y acordamos nosotros los
comisionados de España y de Colombia, firmamos dos de un tenor, en la ciudad de Trujillo a las diez
de la noche del 26 de noviembre de 1820.- Ramón Correa. -Antonio José de Sucre. -Juan Rodríguez
Toro. - Pedro Briceño Méndez. -Francisco González de Linares.- José Gabriel Pérez.

En este tratado el General Morillo reconoce a la República de Colombia y al Libertador como su


presidente.
CAPITULO CUATRO.

-Me gustaría conocer al General Bolívar. Le dijo a sus comisionados Morillo para que llevaran esa
petición a sus homólogos colombianos.

Cuando los patriotas recibieron esa petición y se la comunicaron al héroe caraqueño, este estuvo de
acuerdo.

Se escogió la aldea de Santa Ana para el encuentro .


-La verdad que no sería mala idea conocer a Morillo. Comentó el General Bolívar.
-Quiero tener de frente al hombre que tanta guerra nos a dado. Le comentó a Sucre.

Ya Bolívar y Morillo estaban relajados, ya se había dado la negociación y habían sido días de mucha
tensión. Ambos habían estado preparados para el fracaso de las negociaciones del armisticio.

Los dos hombres realizaron grandes esfuerzos para evitar que las negociaciones fracasasen.

Esa mañana del 27 de noviembre fue el encuentro entre los dos grandes hombres. Ambos estaban
emocionados, conocerían a su rival.

Esa noche a los dos jefes les costó dormir, a cada uno les inquietaba la necesidad de impresionar al
otro.
Simón que le gustaba el lujo, a pesar de las calamidades de la guerra y las ceremonias pomposas, pero
pensó que la mejor forma de impresionar a su rival no era precisamente usando esa forma.

Después de mucho pensar decidió impresionar con la sencillez y decidió presentarse con una levita
azul, montado en su mula habitual.

Esa mañana se presento Morillo al lugar que habían acordado, elegantemente vestido, con su uniforme
de gala y todas sus medallas y acompañado por un vistoso Escuadrón de Húsares y cincuenta oficiales
de alto rango, entre ellos estaba, como era de imaginar, el General La Torre.

Al legionario O'Leary le tocó anunciar que el jefe de los Ejércitos Patriotas pronto se acercaría.
Morillo le pregunta al escoces de cuantos hombres contaría la escolta del jefe contrario.

Este le contestó:
-Solo vendrán diez o doce oficiales con el Gral. Bolívar.

-Muy pequeña creía yo mi guardia para aventurarse hasta aquí; pero mi antiguo enemigo me a
vencido en generosidad; voy a dar ordenes a los Húsares para que se retiren” Respondió Morillo a la
respuesta dada por O'Leary.

Llega Bolívar y desde la colina es divisado por la fuerza española.


El caudillo realista quiso saber cual era Bolívar.

El legionario se lo señala y Morillo exclamó:


-Como, aquel hombre pequeño de levita azul. Con gorra de campaña y montado en una mula.

No había terminado de hablar cuando llego la comitiva patriota y Simón se desmonta, acercándose y
Morillo también se desmonta y los dos hombres se dieron un gran abrazo.

El Libertador le dice:
-General el cielo es testigo de la sinceridad con que os abrazo por lo mismo que hemos combatido
tanto.

Respondiéndole Morillo con gran efusividad:


-Sed bienvenido a mi corazón, porque a pesar de ser vuestro adversario, os he admirado como valeroso
y constante.

Después del encuentro inicial, se dirigieron a la casa mejor que había en el pueblo donde el jefe español
había ordenado preparar un sencillo banquete en honor al Libertador y sus oficiales.

En lo mejor de las relaciones Morillo pregunta al caraqueño en donde se encontraba su escolta y este
diplomático como era, le respondió:

-Yo confió plenamente en la hidalguía española y me acompañan mis ayudantes de campo y algunos de
mis oficiales que querían conocer al gran General Morillo.

El español conmovido con la respuesta exclamo:


-¡General, me ha confundido usted! Tiene usted razón, un caballero español no falta a su palabra y el
modo como usted se a conducido usted prueba bien que corre en sus venas sangre castellana. ¡Gracias
General!

En esta entrevista reinó la mas grande armonía, cordialidad y franqueza. No parecía una reunión entre
integrantes de ejércitos rivales, se trataban no como enemigos sino como camaradas.
Al sentarse en la mesa, ambos bandos rivalizaban los dos grupos en alegría y generosidad.

El Libertador con su don de gente y simpatía tenía impresionado al jefe español y a sus oficiales
quienes con grandes muestras de cordialidad les retribuían su amabilidad.

Bolívar dirigió el brindis diciendo:


-A la heroica firmeza de los combatientes de uno y otro Ejército; a la constancia, sufrimiento y valor
sin ejemplo; a los hombres dignos, que al través de males horrorosos, sostienen y defienden la libertad;
a los que han muerto gloriosamente en defensa de su patria o de su gobierno; a los heridos de ambos
Ejércitos, que han mostrado su intrepidez, su dignidad y su carácter.

Atronaron los aplausos de los presente, quienes habían sido motivados por esas palabras en donde se
destacaban a los bravos guerreros de ambas banderas.

-Odio eterno a los que deseen sangre y la derramen injustamente. Terminó el jefe patriota.

-Por los colombianos y españoles. Señaló La Torre, levantando la copa.

Continuando con la frase:


-...que si es necesario marchen unidos hasta el infierno contra los déspotas y los tiranos...

El español Morillo no podía quedarse atrás:


-Castigue al cielo a los que no estén animados de los mismos sentimientos de paz y amistad que
nosotros.

Juan Rodríguez Toro señala:


-La muerte me es indiferente, después de un día tan glorioso .
Briceño Mendez no se quedo atrás diciendo:
-Que la ultima pagina de la historia militar de Colombia, termine el 27 de noviembre.

El Brigadier Correa contestó a estas alabanzas:


-Prefiero este día a todas las victorias de la tierra.

Sucre con su don de ente intervino:


-Boyacá produjo una reacción en la opinión de los españoles de allende los mares. Riego y Quiroga
invocan la libertad y de allí nace un armisticio; que nos tratemos como hombres y fijemos la base de
una amistad sincera. La firma que he puesto como comisionado de Colombia en los convenio me llena
de honra y placer.

-El General La Torre finalizaría los brindis diciendo:


-Brindo por la prosperidad de todos los militares de ambos ejércitos. Si la mala suerte nos llevara otra
vez al combate, será solamente cumpliendo cada cual su deber, sin pasiones ni venganzas. Yo espero
que siendo todos amigos de la libertad no habrá mas contienda.

Al terminar el almuerzo el General Morillo propuso que se levantase una columna en el sitio en que se
abrazaron los dos jefes, para conmemorar los convenios celebrados, por los ingenieros de ambos
bandos.

Los dos hombres llevan al sitio la primera piedra para colocarlo en el sitio mencionado y de nuevo se
abrazaron los caudillos guerreros y sus oficiales.
La noche sorprendería a la celebración y Bolívar y Morillo hablarían muy sinceramente sobre sus
operaciones militares en que se dieron cuenta de los motivos y principios que los ordenaron para
seguir ciertas operaciones.

Morillo encontrándose a sus anchas y ya con la sinceridad que regia el dialogo entre los ahora nuevos
amigos le pregunto a El Libertador.
-¿Que motivo tuvo usted para mandar a fusilar a Barreiro y 37 oficiales españoles, después de que
fueron conservados como prisioneros de guerra? Yo lo he considerado como un acto cruel.

Bolívar visiblemente apenado le contestó:


-No solamente no lo he ordenad, sino que improbé la conducta de Santander y le he obligado a que dé
un manifiesto que explique su conducta. Quise situarlo en Sogamoso; pero Santander me ofreció
conservarlos. He explicado a usted lo que desea saber, y a mi vez diré a usted que las ejecuciones que
se han hecho últimamente en Portobelo daban derecho a retaliación. Por fortuna hemos puesto ya punto
a esa guerra cruel que hemos hecho con mengua del crédito nacional de los dos pueblos que adoptan
tales medidas. En Trujillo hemos borrado en 1820, a los siete años, esa ley de retaliaciones. General, las
generaciones que vengan nos harán justicia.

Recordemos que antes de partir a Angosturas Santander le pregunta a Bolívar que haría con el General
Barreiro, ya otros realistas fueron tratados con decoro. El caraqueño le responde que obre según su
conciencia.
Lo mejor que se le puede ocurrir a Santander es fusilar al General español y a treinta y ocho oficiales
que estaban prisioneros.

A Santander se le ocurre hacer una ejecución muy notable, en donde hace salir a los prisioneros en
grupos de cinco con grillos en los tobillos, llevándolos a la Plaza Mayor , procedidos por el ruido de
tambores, acompañados por frailes que rezaban en voz alta oraciones para moribundos.

El jefe español antes de ser fusilado pide hablar con Santander, negándose este. El español le envía sus
insignias de masón ya que Santander también lo era y este le responde que antes de ser masón era
patriota.

Los fusila arrodillados y de espalda. Santander después dirige unas palabras impropias a las personas
que contemplan la ejecución y luego acompañado por unos músicos recorrió las calles de la capital,
cantando canciones sobre el fusilamiento de los españoles.

No tardaría el patriota para justificar su conducta impropia acusar a los prisioneros de “difundir
especies subversivas con que no solo desalentaban el animo de los patriotas, sino que fijaban la opinión
en favor del partido del rey. Se dedicaron a ofrecer protección a los mismos oficiales de la República
que les hacían la guardia.”

Estas acusaciones son absurdas ya que era imposible que prisioneros que se encontraba con grilletes y
rodeados por la mas férrea vigilancia.
Esto solamente describiría las ansias vengativas del granadino que lograrían estos tratados amainar en
esta guerra fratricida.

Reconoció el caraqueño que la guerra se había encarnizado por estos asesinatos. De ambos bandos se
habían cometido abusos, no solamente los hechos de Cartagena y Bogóta por parte de los republicanos
ya que las ejecuciones de Camilo Torres, Caldas, Gutierrez, Pombo entre otros que fueron realizados
por los españoles.

El español justificó el asesinato de los sabios Caldas y Torres diciéndole al caraqueño que eran unos
demagogos de la escuela francesa, pero El Libertador le contesto hablando de las cualidades de los dos
sabios granadinos.

Morillo para cambiar el tema, quizás para que la discusión pudiese romper los cordial de las relaciones
que ese día se tejían en lo dos bandos, le dijo:
-Tengo un retrato suyo. Mostrando una miniatura que tenía de una retrato de Bolívar.

Bolívar riendo le respondió con una pregunta:


¿Por fin conocería usted la identidad de la persona?

El caraqueño inmortal siguió con las preguntas:


¿Por qué no le habían dado a usted, el titulo de Conde Cartagena hasta hace dos años?

-Tengo un enemigo en la Corte llamado Mosquera que no me perdona el fusilamiento de su cuñado;


García Toledo. Respondió el Conde de Cartagena.

En ese encuentro paso un hecho cómico que describe la entereza de la lucha por la libertad que tenían
los patriotas.
Un joven militar venezolano le daba la espalda al caudillo español, quizás sin guardar las normas de
cortesía que se imponen en el trato social.

Morillo al notar dice burlón:


-Que esplendida espalda tiene este mozo.

-Usted General Morillo es el único español que me la ha visto. Contesta el joven militar.

Los dos jefes que por tanto tiempo se habián combatido como enemigos por tantos años durmieron bajo
el mismo techo. Por fin pudieron dormir después de que ambos muchas noches de sueño se quitaron.
Simón con su simpatía que desbordó en la entrevista comenta:
-Tantas veces que nos hemos quitado el sueño recíprocamente y hoy venimos a compartirlo.

Al amanecer se despertaron los dos hombres y sus oficiales con la resaca producida por los brindis,
pero con la enorme satisfacción que sentían pudo borrar cualquier molestia que pudieran sentir.

Morillo junto a Bolívar se acercaron al sitio donde se habían visto por primera vez. Allí se separaron,
despidiéndose para siempre.

Pero desde el día en que Morillo conoció a Bolívar borró la inquina que como enemigo podía tener
contra el caraqueño, nunca perdió ocasión de hablar con simpatía y con grandes elogios del Libertador.
Siempre lo considero un amigo y lo ponderó por sus grandes hazañas y proezas.

Poco tiempo después de esta entrevista Morillo entrega el mando de los Ejércitos españoles al General
Miguel de la Torre el 3 de diciembre y nombra a Morales segundo jefe del Ejército el 17 se embarca
a España en la corbeta Descubierta.

Antes da una proclama de despedida al Ejército y otra a los venezolanos que decía:
- “Yo parte de vuestro suelo, venezolanos. Llevando en mi corazón a mi amada Venezuela. Mis
venezolanos y mi Ejército de Costa Firme estarán siempre en mi memoria como los objetos de mi
delicia. Ello me acompañarán a todas horas y en todas partes. ¡Nada podrá separármelos...!”

Las autoridades españoles le pidieron al caudillo español que no marchase, que se quedase para hacer
frente a los patriotas cuando comenzasen las hostilidades nuevamente. Este no quiso aceptar la
proposición y la víspera de embarcarse recibió el jefe realista una comunicación de Morales en donde
le manifestaba su molestia por no haber sido elegido para sucederle en el mando, renunciaba al
mando, pero Morillo utilizando su diplomacia lo lisonjeo y le prometió ayuda en la corte española para
mejorarle su posición.

Definitivamente este tratado de regularización de la guerra hizo desaparecer el sanguinario carácter de


la guerra, creando un reglamento mas suave, estableciendo lo que establecen las naciones civilizadas
para hacer la guerra.

El héroe caraqueño envió al Capitán Ibañez junto a un oficial español, al oriente del país a comunicar el
armisticio los dos ejércitos.
Este acuerdo dio tiempo a los republicanos para completar el armamento de sus tropas. Morillo quedo
completamente convencido por la personalidad de Bolívar.

Al tiempo le escribiría al Libertador como un buen amigo, reconociendo que la sinceridad del
republicano le había afectado profundamente.
Bolívar también se referiría con simpatía del General La Torre, con quien se enfrentaría en Carabobo.
Manifestó en una carta que le envío a Santander con fecha del 29 de noviembre de 1820 se refirió con
grandes elogios sobre el español, además participa que no a visto a un solo oficial que dese continuar la
guerra.

Para el 30 de ese mes, el Libertador le escribe a Morillo en contestación de una carta que le había
llegado por parte de un Teniente Arjona.

Describió el caraqueño la necesidad de que el monumento que se elevaba en el sitio de encuentro entre
los dos hombres merecía ser tallado en diamantes y esmaltado de jacintos y rubíes, pero esta
construido en sus corazones.

Le recuerda Bolívar a Morillo su apreció y su más alta consideración.


La negociación del Armisticio fue acogida por algunos jefes patriotas con desagrado, pensaban que
deberían oponerse a cualquier negociación con los españoles. Páez le presentó a Bolívar un plan escrito
donde manifestaba que mientras se prolongase el cese de las hostilidades, tendrían tiempo para
disciplinar mejor a las tropas republicanas y recibir armamentos.

El Libertador el 24 de enero le escribiría a Fernando VII asegurándole la necesidad de la existencia de


Colombia y de esta forma asegurar a los españoles una segunda patria, finalizando pidiéndole que se
digne acoger con indulgencia los clamores de los enviados por parte de Colombia.

Al día siguiente Simón Bolívar escribiría al General Miguel de La Torre en donde le manifiesta que se
alegra de que sea el jefe de sus enemigos ya que ninguno es más capaz que él de hacer menos mal y
mayor bien , ya que el militar español es el que debe estancar las heridas de su nueva patria.

Comparte su preocupación de que desde Inglaterra y Gibraltar le escribe diciéndole que el gobierno
español no piensa más que en ganar tiempo para continuar la guerra con la llegada de 10.000
hombres.

Le pregunta Bolívar a La Torre ¿Que ventajas sacaran los patriotas del armisticio?
Finaliza pidiendo un nuevo armisticio, pero señala que el Congreso no esta muy inclinado al armisticio
ya que las noticias de España dicen sobre la continuación de la guerra.

El 26 de enero el jefe patriota le vuelve a a escribir a Morillo pidiéndole protección y ayuda para sus
comisionados José Rafael Revenga; Ministro de Relaciones Exteriores y José Tiburcio Echeverría,
Gobernador de Bogotá que salieron para España a negociar definitivamente el reconocimiento de la
nueva República.

Los comisionados llevaban instrucciones de que no aceptaran de ninguna manera la propuesta de que
algún príncipe de la Casa de Borbón o de cualquier casa reinante de Europa para soberano de
Colombia.

Le anuncia a su nuevo amigo Morillo la carta que a enviado al Rey Fernando VII en donde le habla de
los clamores de Colombia por su existencia política.

Pero no pasaría mucho tiempo en que fuera suspendido el Armisticio , la ciudad de Maracaibo, que era
parte del área que le correspondía a los españoles se levantó en contra en contra de ellos el 28 de enero
de 1821 llamando en su auxilio a un cuerpo militar republicano que se encontrara cerca.

El Comandante Heras, jefe de esa fuerza patriótica, sin consultar al gobierno ocupó la ciudad y los
realistas consideraron que este hecho era una violación del armisticio.
Los primeros momentos el Libertador pareció tener la idea de juzgar a Heras por excederse a sus
facultades y pidió una comisión presidida por el General Correa para que actuara como arbitro e invito
al General La Torre a una entrevista ya que le preocupaba que los españoles en venganza destaran otra
guerra a muerte.

El Genio de América manifestó:


- “El acto de gobernador, guarnición, cabildo y pueblo de Maracaibo para sustraerse de la dominación
española, a suscitado entre nuestros respectivos gobiernos una cuestión al parecer difícil y peligrosa;
pero que no traerá ningún reato si la deciden el derecho y la justicia. Empezaré por declarar
francamente que he desaprobado la marcha del Comandante Heras a aquella ciudad, y que será juzgado
porque ha excedido sus facultades, no aguardando la resolución de su jefe para acoger bajo la
protección de las armas de la República a un territorio que pertenecía a la España al suspender las
hostilidades....”

.- “... El armisticio de Trujillo no incluye ninguna cláusula que nos prive de amparar a aquel o aquellos
que se acojan al Gobierno de Colombia. Por el contrario mis negociadores sostuvieron contra los del
gobierno español, que nos reservemos la facultad de amparar y proteger a cuantos abrazasen nuestra
causa.....”

Preguntó El Libertador si no devolverían a Maracaibo había un rompimiento de la tregua.

Pero Bolívar no podía abandonar Maracaibo y Urdaneta desde el mismo momento en que se firmó el
tratado comenzó a influir en los notables maracaiberos para que se pasaran al bando patriota.
La autoridad militar estaba a cargo del Teniente Coronel Francisco Delgado que estaba resentido contra
los que servía.

Urdaneta había enviado al Comandante Heras de jefe del Batallón Tiradores a situarse en las cercanías
del Lago de Maracaibo, preparada la insurrección el día 28 de enero se reunieron autoridades civiles ,
militares y notables de Maracaibo y el día siguiente llegó Heras con sus tropas.

Maracaibo era para los patriotas de gran importancia militar por ser la mejor base de operaciones, los
españoles tuvieron que conformarse con Cumaná, Coro y Caracas.

La Torre protestó pero el héroe marabino Urdaneta mantuvo que era legal admitir un desertor y la
ciudad lo era en mayor grado y por ende tenía todo el derecho de ser protegida.

La Torre notificó que respetaría el armisticio y que daría un aviso de cuarenta días para volver a las
hostilidades y contestó que el 28 de abril cesaría el armisticio ya que ni él ni los comisionados
españoles estaban autorizados a reconocer la independencia.

El Coronel Plaza; por ordenes de Bolívar; prepara los cuarteles de Barinas para el cuerpo de su mando,
La Torre se quejó.

El caraqueño desde Barinas espero el termino de la tregua y antes de emprender las operaciones
militares se dirigió a sus hombres diciéndoles:
- “Soldados. Las hostilidades van a abrirse dentro de tres días; porque no puedo ver con indiferencia
vuestras dolorosas privaciones.”

-. “... El gobierno de Colombia no ha infringido el armisticio, sino tan solo en haber tomado cuarteles
nuestra tropa dentro de esta ciudad, cuando no podía alojarlas sino en sus cercanías. De resto, en nada
hemos quebrantado los artículos de aquel tratado, en tanto que por muchas partes se nos ha hostilizado,
sin reparación de agravio.”

El armisticio no había sido violado ya que permitía la construcción de cuarteles en las inmediaciones de
sus suburbio.

Continuó Simón:
- “...Españoles. A pesar de todos los grandes dolores que nos causa vuestro gobierno, seremos los más
observantes del tratado de regularización de la guerra. Pena capital se aplicará al que lo infrinja, y
vosotros seréis respetados aun en el exceso de furor de vuestra sangre.”

El 28 de abril atacó la caballería venezolana las tropas realistas en Boconó y le tomó prisionero que
como dijo Bolívar fueron respetadas sus vidas como lo decía el tratado de la Regularización de la
Guerra.

Las tropas del Coronel Plaza a las ordenes de Bolívar atacó las posiciones realistas y de esta manera
comenzaron las hostilidades en la Campaña de 1821 que culminaría con el triunfo patriota el 24 de
junio de ese mismo año.

FIN
BIBLIOGRAFIA
La Campaña de Carabobo Coronel. Arturo Santana.

Bolívar Alfonso Rumazo Gonzalez

Memorias del General Daniel Florencio O' Leary Tomo Segundo.

Simón Vida de Bolívar José Ignacio García Hamilton.

La Legión Británica en la Emancipación de Venezuela y Colombia Carlos García Arriechi.

Un Sueño con Bolívar José Rosario Araujo

Memorias sobre la Vida del General Simón Bolívar General Tomás Cipriano de Mosquera.

Autobiografía de José Antonio Páez. Tomo I.

Campaña de Carabobo 1821 Héctor Bencomo Barrios.

Simón Bolívar Obras Completas Volumen II.

El Libertador Augusto Mijares.

Bolívar Conductor de Tropas Eleazar López Contreras.

Crónicas Razonadas de las Guerras de Bolívar. Vicente Lecuna.

Las Batallas de Bolívar José Rosario Araujo.

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