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Síndrome Del Molino de Viento
Síndrome Del Molino de Viento
Seré terco, decidme talvés obtuso; pero esto es lo que creo, he visto desde el
fondo de mis ojos una forma parecida a un molino de viento que estaba frente a
mí. He visto cómo se movían sus aspas, aún sin viento, sin prisa, como
apretujándome el alma en cada vuelta, con un sonido crujiente de madera
retorcida. Y yo me pregunto, será acaso causa de mi enfermedad...
Ahora huele a cacao, mañana a café, no insisto en esto; todo lo contrario, solo
parecía que era un molino ideal. Ideal para mí claro, que era yo quien lo
percibía frente a mí, a propósito: estaba recostado con fiebre y dolores de
cabeza, creo que la Coca Cola y el Pollo con Papas no me ayudaron en nada.
Está quieto a momentos y me desesperaba, y le gritaba y le decía ¡por DIOS
muévete! Levanta el culo, salva tu matrimonio, salva tu vida, tienes 52 años
más y de qué vas?
La primera vez que entendía que ella ya no quería nada conmigo fue cuando
me llevó a la carrera a firmar el divorcio en un papel previsto por su abogado: el
molino de viento giraba a su favor.
La segunda vez que entendí que no quería continuar la relación fue cuando
viajó más de 20 horas para decirme que quería el divorcio, lo cual me parecía
un absurdo puesto que ya conocía el internet; sin embargo seguí su juego y
luego de los años pude ver que la bronca no era conmigo sino con su ex.
Inevitablemente las conclusiones a las que llegamos por separado eran que
debíamos separarnos y que era obvio y tonto no hacerlo, además tenía el
apoyo de sus padres, hermanos y amigos y un montón de gente que le decía
que el molino no giraría en otro sentido.
Después de los meses de abril y mayo en los que las ventanas llenas de polvo
evitan reparar en las últimas ganas de trabajar en algo; decidí aprovechar todas
mis debilidades y volver a explorar mi machismo, entonces vi que era hora de
ser yo nuevamente y no dar oídos sordos a la obviedad, dándole la razón a la
gente en lo que sea que la tuviera y haciéndome parte del montón: eso sí, de
un montón bien selecto que a mi parecer gustaba de hablar inglés, vestir casual
y tirarse una que otra cana al aire como respirar, sin hacer tanto aspaviento.
Fue cuando tropecé con una realidad paralela, la de ser un cachudo nacional y
es que por parte de la “bienquerida” me habrían conocido muchas y muy
variadas amantes de temporada, que aunque fuera solo de tocada, ya se lo
habrían tocado todo no sé cuántas veces ni por no sé dónde; y en estas
imaginaciones me contuve y dejé de escribir.
Claro, a sabiendas que quien ponía la carne al fuego era el más posible
victimario, dejé de sentirme víctima y repasé los anuarios de tantos pedernales;
cuántas manzanas podridas hubiesen existido en el paraíso terrenal.
En ese preciso momento, el molino ideal giró de nuevo hacia el vórtice del
tiempo en el cual reconocía un pecado que casi llegó a ser con una doncella
que a mi parecer hubiera sucedido si yo fuera un ángel y ella el regalo divino;
cosa que no dejó de suceder pero que tampoco sucedió.
Morir por morir y a la mitad del adiós dibujar un nuevo sueño solo para mí por
elegir mi final y mis condiciones generales si ya no vivo.