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SÍNDROME DEL MOLINO DE VIENTO

Los primeros signos vitales:

 “Volver de la fantasía del viento ideal”

Seré terco, decidme talvés obtuso; pero esto es lo que creo, he visto desde el
fondo de mis ojos una forma parecida a un molino de viento que estaba frente a
mí. He visto cómo se movían sus aspas, aún sin viento, sin prisa, como
apretujándome el alma en cada vuelta, con un sonido crujiente de madera
retorcida. Y yo me pregunto, será acaso causa de mi enfermedad...

Ahora huele a cacao, mañana a café, no insisto en esto; todo lo contrario, solo
parecía que era un molino ideal. Ideal para mí claro, que era yo quien lo
percibía frente a mí, a propósito: estaba recostado con fiebre y dolores de
cabeza, creo que la Coca Cola y el Pollo con Papas no me ayudaron en nada.
Está quieto a momentos y me desesperaba, y le gritaba y le decía ¡por DIOS
muévete! Levanta el culo, salva tu matrimonio, salva tu vida, tienes 52 años
más y de qué vas?

Claro, el molino no tenía ni puta idea de qué le reclamaba, sobre qué le


inquiría; solo estaba allí, cual un maldito cuadro, un dibujo de mi medio día, un
aparecer de la nada y ser mucho mejor, ¡sí!, muchísimo mejor que lo que yo
era en ese mismo día.

Me acuso a mí mismo de no ser diáfano, más bien escéptico, cubículo


desértico y espíritu profano, más sin embargo de todo eso; quién era yo frente
al molino de viento?; las doscientas nueve palabras recién escritas, la
melancolía, el despertar, el atardecer o el no saber quién rayos era yo; que a
pulso de los tiempos venidos, ya no importaba cuál compañía sino qué pensar
de tal o cual raya de las que evolucionan de la nada en mis pensamientos, eran
talvés así mismo los movimientos de mi fatuo amigo el molino?

Qué te diré que no suene a poesía?; y es que: miserablemente desencajado


por argumentar que el pasado que me pasó tiene significado, aún hoy sé que
es mentira y una mentira bien acomodada.

Mirad, os explico: hubo un tiempo que de fugaz lucha me senté


complacidamente a socavar que era fulano de tal, un hombre comprometido
con su trabajo, dueño de no sé cuántas tintas y lleno del amor de propios y
extraños, me figuraba además que aquella, mi vida; trémula y vacía, formaba
un ángulo en el cual se podían medir las personas, los hechos y los dichos;
como cuando riegas el agua por el bordillo de una grada, esperando seque
todo al final del día.
Pero ese no era mi caso, no, yo soy más bien escéptico de todo lo que escribo,
dándome cuenta que deambular dentro mío es solo otro movimiento más del
molino, que me hace girar la cabeza y sopesar nuevamente lo vivido.

La primera vez que entendía que ella ya no quería nada conmigo fue cuando
me llevó a la carrera a firmar el divorcio en un papel previsto por su abogado: el
molino de viento giraba a su favor.

La segunda vez que entendí que no quería continuar la relación fue cuando
viajó más de 20 horas para decirme que quería el divorcio, lo cual me parecía
un absurdo puesto que ya conocía el internet; sin embargo seguí su juego y
luego de los años pude ver que la bronca no era conmigo sino con su ex.

Inevitablemente las conclusiones a las que llegamos por separado eran que
debíamos separarnos y que era obvio y tonto no hacerlo, además tenía el
apoyo de sus padres, hermanos y amigos y un montón de gente que le decía
que el molino no giraría en otro sentido.

Después de los meses de abril y mayo en los que las ventanas llenas de polvo
evitan reparar en las últimas ganas de trabajar en algo; decidí aprovechar todas
mis debilidades y volver a explorar mi machismo, entonces vi que era hora de
ser yo nuevamente y no dar oídos sordos a la obviedad, dándole la razón a la
gente en lo que sea que la tuviera y haciéndome parte del montón: eso sí, de
un montón bien selecto que a mi parecer gustaba de hablar inglés, vestir casual
y tirarse una que otra cana al aire como respirar, sin hacer tanto aspaviento.

Hubieron entonces pocos fondos para hacerlo continuamente y casi enloquecí


al tirar mis últimos ahorros en el frenesí de darle una vuelta más al molino de
viento; una vuelta más aunque ya lo sentía desgastado.

Fue cuando tropecé con una realidad paralela, la de ser un cachudo nacional y
es que por parte de la “bienquerida” me habrían conocido muchas y muy
variadas amantes de temporada, que aunque fuera solo de tocada, ya se lo
habrían tocado todo no sé cuántas veces ni por no sé dónde; y en estas
imaginaciones me contuve y dejé de escribir.

Claro, a sabiendas que quien ponía la carne al fuego era el más posible
victimario, dejé de sentirme víctima y repasé los anuarios de tantos pedernales;
cuántas manzanas podridas hubiesen existido en el paraíso terrenal.
En ese preciso momento, el molino ideal giró de nuevo hacia el vórtice del
tiempo en el cual reconocía un pecado que casi llegó a ser con una doncella
que a mi parecer hubiera sucedido si yo fuera un ángel y ella el regalo divino;
cosa que no dejó de suceder pero que tampoco sucedió.

Probabilidad de ensimismamiento, reconocer que soy un escéptico de todo lo


que escribo; pero es que así me sucedía y sucedió que aunque quería la
libertad escogía anonadamiento o irme por la vera del camino, sujeto del paso
del tiempo; escribiendo la agonía descrita como propia, muchos apretujones
más tarde descubriría que no todo era de cierto manipulaciones anteriores del
ego o del inconsciente, simplemente era observar las sombras del molino y el
movimiento de sus aspas como el paso de las sombras de mi vida; teniéndome
entonces de expectador.

Morir por morir y a la mitad del adiós dibujar un nuevo sueño solo para mí por
elegir mi final y mis condiciones generales si ya no vivo.

 Idealizar es soportar el viento de la realidad


 Dentro del molino de viento temporal
 Aire seco y de viento fresco por la felicidad
Analizando los síntomas evidentes:
 Voces y ecos de la sociedad cuántica
 Irrefutables analogías
 Diadas y triadas de la amalgama social
 Austeridad existencial
Configuración del síndrome del molino de viento
 Gratitud e inconmensurabilidad
 Imágenes y situaciones ambiguas
 Ramplas de éxtasis casi etéreo
 Amor y desamor como probabilidad
 Recuerdos de cuando no escribía

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