Arturo Uslar Pietri nos presenta una interrogante de un nivel tan profundo y tan cotidiano como es la pregunta “… ¿Existe la América Latina? ¿Existe un hombre latinoamericano?...”. Nos coloca a un hombre que se encuentra en búsqueda de su personalidad, un hombre que busca sentirse perteneciente a algo, marcado por una historia excepcional y de una importancia mayor a todo. Como si fuese un adolescente, el latinoamericano se encuentra siempre en la interrogante de quién es, cuál es su lugar en el mundo. Nos encontramos en una especie de encrucijada y todo debido a un proceso más grande que la palabra que nos han enseñado desde siempre: mestizaje. No sólo somos la mezcla de tres culturas, somos más que eso, somos lo que podemos llamar una pausa en la historia, es decir, un evento de tal grado que es como si se hubiese detenido el tiempo para cambiar todo lo que le rodeaba, transformarlo, reformarlo, modificando tendencias, doctrinas, la aparición de una nueva búsqueda. Lo que los conquistadores llamaron Nuevo Mundo, se convirtió precisamente en eso, un lugar distinto a todo lo que se había visto, no sólo por sus paisajes, las personas también eran diferentes a lo que se conocía, no era el europeo tradicional, ni el africano, ni el indio, era una nueva “raza”.