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Fritz K.

Ringer
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

El ocaso de
los mandarines alemanes
Catedráticos, profesores y la comunidad
académica alemana, 1890-1933

Colección Educación y conocimiento


Director: Miguel A. Pereyra
Catedrático de Educación Comparada
Universidad de Granada

Ediciones Pomares-Corredor, S. A.
Caspe, 162-08013 Barcelona
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

Índice
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Prefacio a la presente edición ............................................................................ 7

Agradecimientos ............................................................................................... 17

Introducción: el tipo mandarín....................................................................... 19


Notas............................................................................................................ 28

1. El trasfondo social e institucional ............................................................. 29


Los orígenes de la clase media educada, 1700-1820 .................................... 30
Educación y sociedad, 1820-1890................................................................ 38
La llegada de la máquina y de las «masas»: 1890-1918............................... 52
El período de Weimar .................................................................................. 68
Notas ............................................................................................................ 84

2. Visión retrospectiva de la tradición de los mandarines........................... 93


Racionalidad y cultura ................................................................................. 94
El idealismo y la tradición histórica ............................................................. 100
La idea de la universidad y del saber ........................................................... 110
Implicaciones sociales y políticas ................................................................ 119
Notas ............................................................................................................ 130

3. Teoría política y social, 1890-1918 ............................................................ 133


Ortodoxia y modernismo: preocupaciones básicas ...................................... 133
Política económica y social.......................................................................... 145
Sociología: Tönnies, Simmel y Max Weber ................................................ 161
La guerra mundial: armonía y discordancia ................................................. 175
Notas............................................................................................................ 190

4. La crisis del conflicto político, 1918-1933................................................. 196


Los modernistas y la política de acomodación............................................. 197
La revuelta ortodoxa .................................................................................... 207
Las ciencias sociales en los años veinte ....................................................... 218
La crisis de la política de los mandarines..................................................... 229
Notas............................................................................................................ 238

445
5. Los orígenes de la crisis cultural, 1890-1920 ........................................... 245
El problema de la decadencia cultural........................................................ 245
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La iniciativa modernista............................................................................. 258


La respuesta ortodoxa ................................................................................ 268
Los enredos de la enseñanza superior ........................................................ 279
Notas.......................................................................................................... 287

6. Del resurgimiento a la crisis del saber, 1890-1920 .................................. 292


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El trasfondo en filosofía y psicología......................................................... 292


La renovación de las disciplinas humanistas.............................................. 300
Saber y vida: el problema de los valores.................................................... 315
El gran debate, 1919-1921 ......................................................................... 329
Notas.......................................................................................................... 341

7. El período crítico de la crisis del saber, 1920-1933................................. 346


Desarrollos en filosofía y psicología.......................................................... 346
El movimiento de síntesis .......................................................................... 359
La nueva pedagogía .................................................................................... 374
La sociología de la cultura y del conocimiento .......................................... 386
Notas ............................................................................................................. 399

Conclusión: el fin de una tradición................................................................ 405


Notas........................................................................................................... 416

Bibliografía...................................................................................................... 419
I. Historia social e institucional de las universidades ................................. 419
II. Obras secundarias .................................................................................. 422
III. Fuentes sobre la opinión académica alemana ....................................... 424
IV. Material autobiográfico ........................................................................ 425
V. Escritos de académicos alemanes .......................................................... 426

Índice de nombres............................................................................................ 439

446
Prefacio a la presente edición
Título original: The Decline of the German Mandarins
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Traducción de José M. Pomares

Diseño portada: Joan Batallé


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© 1969 The President and Fellows of Harvard College


© 1990 Fritz K. Ringer
© 1995 Ediciones Pomares-Corredor, S. A. Después de la edición original de este libro, en 1968, y de la alemana en
Caspe. 162, 5." A - 08013 Barcelona 1983, algunos de los trabajos recientes sobre la comunidad académica ale-
mana han demostrado que ciertas actitudes que he hallado entre los huma-
ISBN: 84-87682-22-7 nistas académicos y los científicos sociales alemanes prevalecían también en-
Dep. legal: B. 33.444-1995 tre los científicos de la naturaleza. Otros estudios recientes han contribuido
a profundizar considerablemente nuestra comprensión de los ideales educa-
tivos y académicos alemanes, en especial durante la última parte del siglo
dieciocho y primera del diecinueve. Entre los comentarios críticos a la ver-
Querida lectora, querido lector: Gracias por haber comprado este libro. Quisiera-
sión original de este libro hay tres que han sido especialmente insistentes.
mos recordarle, sobre todo si es usted profesor/a o alumno/a, que hacer fotocopias de
todas o algunas páginas de este libro no sólo es ilegal, sino que además produce un En primer lugar, varios de mis críticos han planteado objeciones a mi libro
efecto muy claro: dificulta a las editoriales pequeñas el seguir publicando este tipo de al decir que reduce los puntos de vista de los investigadores alemanes a me-
libros al disminuir sus ya escasas ventas, y de ese modo empobrece el nivel cultural ros efectos de las condiciones sociales. En segundo lugar, a otros críticos les
general en español. Tenga la seguridad de que, al gastar los pocos cientos de pesetas han parecido inadecuados esos puntos de vista en aras de la gran diversidad
más que puede costarle el libro, está contribuyendo al desarrollo general de la edición
en español, y a iniciativas culturales como la presente, por lo que le quedamos agra-
de puntos de vista existentes entre los intelectuales académicos alemanes.
decidos. En tercer lugar, algunos de ellos creen que exageré la medida en que las
EL EDITOR condiciones sociales y los puntos de vista que describí eran exclusivos de
Alemania; han sugerido que circunstancias y opiniones muy similares preva-
lecieron también en otros lugares. En su conjunto, estas críticas me han
obligado a adoptar una postura más defensiva sobre mis métodos y estruc-
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la
autorización escrita de los titulares del tura analítica, por lo que me gustaría expresar brevemente parte de lo que
copyright, bajo las sanciones establecidas en he meditado sobre estos temas durante el curso de los últimos años.
las leyes, la reproducción total o parcial de esta
obra por cualquier medio o procedimiento, Empezaré por describir cómo seleccioné mis fuentes acerca de la opi-
comprendidos la reprografía y el tratamiento nión académica alemana y cómo las analicé. Primeramente estudié las trans-
informático, y la distribución de ejemplares de cripciones de los discursos pronunciados en distintas universidades alema-
ella mediante alquiler o préstamo público.
nas durante el período de Weimar. A continuación, hice una lista de todos
los profesores no científicos que tuvieran rango superior al de colaborador,
y que enseñaron durante tres o más años en las facultades de Artes y Cien-
cias en las Universidades de Berlín, Munich, Friburgo y Heidelberg entre
Impresión y encuadernación: Tesys, S. A., Manso, 15-17 - 08015 Barcelona

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1918 y 1933. Leí todo lo que escribieron durante esos años, siempre que tu- lógico que incluí en mi Introducción. Distinguí entre tres maneras diferentes
viese un carácter no especializado o metodológico. Finalmente, extendí mis que tiene el historiador para explicar las creencias pasadas. En primer lugar
lecturas de los discursos universitarios retrocediendo en el tiempo, hasta
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puede expresar su creencia de que se tengan determinados puntos de vista


1890, a la vez que añadí los manuales y antologías más importantes en varias en razón de que parecían inevitables en función de la evidencia disponible y
disciplinas, junto con obras de universitarios, y algunos pocos que no lo de las reglas de la buena lógica; a esto se le puede llamar una explicación ló-
eran, a los que en un principio no había incluido en mi muestra original, gica o (mejor aún) racional de las creencias. También cabe pensar que se
pero que aparecían citados con profusión en el material que ya había leído. han aceptado ciertas doctrinas porque se heredaron de sus antecesores inte-
Con la intención de efectuar una historia rigurosamente empírica de las
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lectuales; a esto se le podía llamar una explicación tradicional de las creen-


creencias, preferí empezar con una «muestra aleatoria» de opinión, una se- cias. Finalmente, el historiador podría explicar las opiniones de un hombre
lección y demarcación de un campo de estudio, deliberadamente hecha sin trazando los orígenes de su orientación psicológica o de su posición social o
seguir los cauces rígidos del proceso de selección habitual. Tenía el propósi- económica; esto sería una explicación ideológica de las creencias. Una vez
to de descubrir qué creencias y quiénes, de entre los que las sustentaban, introducidas estas distinciones, insistí en afirmar que, en principio, cabía
eran influyentes o representativos en el seno de este campo y cómo estaban aplicar cualquiera de los tres tipos de explicación histórica a cualquier con-
realmente relacionados entre sí los distintos mecanismos que desempeñaron junto de creencias, y que no hay ninguna explicación histórica de una opi-
un papel. Además, quería hacerlo sin prejuicios tácitos. Sabía, y también lo nión que implique nada sobre el mérito sustantivo de esa opinión. Desde el
dije en su momento, que mi enfoque no haría justicia a «las diferencias indi- punto de vista de mi propia explicación proponía resaltar las explicaciones
viduales... que interesarían a los biógrafos». Trataba de trazar el mapa de un ideológicas, pero especificaba que «no intento tampoco decir que las expli-
paisaje, no describir los árboles o los claros concretos. En realidad, hice un caciones tradicionales o lógicas sean estériles». El argumento central de esta
esfuerzo para observar mis fuentes desde una cierta distancia analítica. Que- especificación era, precisamente, excluir el punto de vista de que las opinio-
ría concentrarme en pautas de significado impersonales, resistiéndome a la nes de los profesores de universidad alemanes eran «meros» efectos de una
tentación de simpatizar con los individuos y ver esas pautas como ajenas y situación social.
por tanto problemáticas, al menos inicialmente, y, en consecuencia, necesita- Por otro lado, resalté, en efecto, el tipo de explicación ideológica en la
das de una interpretación y explicación explícitas. medida en que trataba la «ideología del mandarín» fundamentalmente como
Una vez seleccionadas mis fuentes, traté de interpretarlas y me moví par- un efecto de la posición de «los mandarines» en la sociedad alemana. Los
cial y gradualmente de la interpretación a un cierto tipo de explicación. Sigo elementos de lo que llamé la «ideología del mandarín» no fueron simple-
convencido de que esta secuencia es característica de la historia intelectual, mente inventados, sino establecidos interpretativa e inductivamente, y fue-
al menos en términos generales. En nuestro razonamiento, cuando no en la ron bastante complejos. Escribí sobre «axiomas», «hábitos mentales caracte-
presentación literaria de nuestras conclusiones, la interpretación precede a rísticos y preferencias semánticas». En ellos se incluía el repudio consistente
la explicación. Empezamos con un esfuerzo por «traducir» un texto que es del conocimiento instrumental «utilitario», el contraste asociado entre
«extranjero», literaria o figurativamente, en una versión óptimamente clarifi- «cultura» y «civilización», la convicción de que la «Wissenschaft» podía y
cada de nuestro propio lenguaje. En la medida en que esto es difícil o impo- debería engendrar,«Weltanschauung», los ampliamente aplicables «princi-
sible, buscamos hipótesis suplementarias de un tipo funcional o causal, Em- pios de empatía e individualidad», y el concepto normativo del «Estado le-
pezamos preguntándonos por qué «funciona» un argumento particular en el gal y cultural». Todos ellos estaban anclados a su vez en el ideal crucial del
seno del lenguaje «extranjero», a pesar de que no lo podemos hacer funcio- «Bildung», «formación» o «cultura», y en la visión subyacente del aprendi-
nar en el nuestro. Nos preguntamos cómo es posible que ciertos significados zaje como una interacción empática y única con los textos venerados.* En
y esquemas de pensamiento, aparentemente arbitrarios, han podido llegar a su conjunto, estas disposiciones cognitivas interrelacionadas parecían com-
jugar un papel en la cultura «extranjera», han sido sostenidos por relaciones poner, al menos en parte, una forma de «ideología de la clase media» tan
sociales relevantes o transmitidos como «reglas» implícitas de prácticas. Sin coherente y amplia como el complejo reputadamente «burgués» del indivi-
embargo, este movimiento hacia un cierto tipo de explicación nunca sustitu- dualismo del «laisser-faire» y del liberalismo utilitario.
ye por completo al modo interpretativo, de la misma forma que nunca llega- Con estos antecedentes, la definición de «los mandarines» y de su papel
mos a pensar que los textos que estudiamos sean completamente arbitrarios,
simplemente falsos o meros efectos de su ambiente.
Así pues, abordé de una forma muy seria un breve comentario metodo- * Sobre el concepto de Bildung, véanse páginas 97 y ss.

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social surgió casi espontáneamente. Postulé «una élite social y cultural que piado sólo cuando se aplicaba a aquellos modernistas (por ej. Brentano y los
debe su estatus fundamentalmente a las titulaciones educativas en lugar de hermanos Weber) que hacían una lectura de Humboldt de forma algo pare-
cida a como lo hacía John Stuart Mill y quienes estaban más interesados por
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a "derechos hereditarios o a la riqueza». Esto incluía a toda la clase media


alta con educación universitaria, a los miembros de las profesiones «libera- la vitalidad cultural que por la armonía social. Mi argumento fundamental
les» o «académicas» (akademische Berufe, Akademiker), junto con los minis- acerca de los «mandarines ortodoxos» era que «componían una mayoría y
tros protestantes, los profesores de enseñanza secundaria, los altos funciona- representaban una actitud más o menos oficial en el seno de la comunidad
rios y los profesores universitarios, a quienes también llamé «mandarines académica alemana».
intelectuales». El uso de la palabra «estatus», en la definición, era una refe-
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En realidad, su posición era más bien simple... Si se considera al legado


rencia a la distinción que hace Max Weber entre «clase» y «estatus», en la
mandarín como la ideología de una élite cultivada, no se tiene dificultad para
que la cualificación en cuanto a clase se refiere a las posiciones objetivas en el entender [los puntos de vista ortodoxos]. Enfrentados a la amenaza que re-
sistema de producción, mientras que el «estatus» es el honor social atribui- presentaba la era de las masas [a los ortodoxos] les bastó explotar las impli-
do, asociado con ciertos estilos de vida. Concreté más al decir que los man- caciones antidemocráticas de su tradición para llegar a argumentos bastante
darines tuvieron su máximo desarrollo en una «etapa intermedia» del «desa- predecibles... Eran doctrinarios, resueltos y sencillos desde un punto de vista
rrollo económico», en la que «la propiedad del capital líquido todavía no lógico; seguían líneas obvias de razonamiento para llegar a conclusiones ine-
había llegado a estar ni difundido en un alto grado, ni aceptado ampliamen- vitables. En realidad, los que componían el núcleo central de la mayoría orto-
te como una calificación de estatus social, mientras que los títulos heredita- doxa fueron en general los miembros de la comunidad académica alemana
rios, basados en la propiedad de la tierra, aunque fueran todavía relevantes menos dotados para la comunicación, poco sofisticados políticamente y me-
ya habían dejado de ser sus prerrequisitos absolutos». Finalmente, resalté la nos distinguidos intelectualmente.
íntima asociación de la élite de los mandarines con el alto funcionariado y Varios de entre los más grandes investigadores alemanes, y especialmente
de los científicos sociales de renombre, desarrollaron argumentos más com-
con la monarquía burocrática.
plejos sobre los problemas de su época... Los miembros de esta minoría rela-
Al proponer estas caracterizaciones generales, no pretendía sugerir nada
tivamente progresista pueden ser denominados propiamente «modernistas» o
parecido a identidad de puntos de vista entre todos los profesores universi- «acomodacionistas»... Todo su enfoque con respecto a los asuntos políticos y
tarios alemanes. Antes al contrario, presté mucha atención a las variaciones culturales de su nación estaba matizado por la convicción de que únicamente
sistemáticas de las perspectivas generales en el seno del mundo mandarín. la acomodación parcial a las necesidades y condiciones modernas capacitaría
En una parte de mi libro, próxima al comienzo, hice notar que había una a los mandarines y a sus valores para conservar una cierta influencia, incluso
sutil diferencia entre un «ala burocrática» y otra más puramente «intelec- en el siglo veinte. [Véanse págs. 129-130 de este volumen.]
tual» en el seno de la clase cultivada media-alta alemana, cuya posición so-
cial se basaba en sus conexiones con el alto funcionariado en el primer Aquí se plantea una distinción crucial entre la reproducción de una tra-
caso, y con el sistema de la educación superior en el segundo. También se- dición, en gran parte inconsciente, y una relación hacia ella que es intelec-
ñalé la correspondiente división entre una visión más racional-burocrática y tualmente más compleja y selectiva. Según expliqué en otros trabajos, los
otra más puramente cultural del Estado legal y cultural. Traté de clarificar modernistas compartían la opinión de que «el legado cultural alemán... ha-
el hecho de que «la tensión subyacente entre la perspectiva del funciona- bía de ser traducido a un lenguaje apropiado al contexto moderno. Los ele-
rio y la del hombre cultivado nunca desapareció por completo de la esce- mentos radicalmente incompatibles tenían que ser podados y había que sa-
na intelectual alemana». Pensaba no sólo en la diferencia entre los altos crificar las partes no esenciales para permitir concentrarse en las más vitales
funcionarios y los profesores de universidad, sino también en la división y duraderas». Ernst Troeltsch llegó a afirmar que no se podía utilizar pro-
homóloga en el seno de la comunidad académica alemana entre alguien piamente la palabra «Bildung» para «la simple transmisión de una tradición
como Gustav Schmoller y alguien como Lujo Brentano. homogénea», porque para él Bildung era «presuponer una pluralidad de
Al mismo tiempo, distinguí entre mandarines intelectuales «ortodoxos» y tradiciones históricas, es decir, complejidad así como una naturaleza proble-
«modernistas». Lo que tenía in mente no era fundamentalmente una divi- mática y, finalmente, un proceso de selección consciente y de unificación».
sión política entre conservadores y liberales. Por el contrario, evité con Dicho de otro modo, a los ortodoxos se les podía «entender» en térmi-
grandes esfuerzos el término «conservador», debido en parte a que pensaba nos del tipo ideal, que se había postulado. Sus puntos de vista eran mucho
que a algunos modernistas se les podría llamar propiamente conservadores más «predecibles» que los de los acomodacionistas. Comparados con ellos,
ilustrados. En cuanto al término «liberal», lo consideré relativamente apro- la asunción rígida del propio papel por parte de los modernistas intervenía

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para mediatizar la acción causal del papel social de los mandarines sobre sus Mi impresión era que no importaba mucho qué tipo de experiencia fue
opiniones. Si bien es verdad que los ortodoxos y los mandarines compartían la que alentó primero «una cierta independencia de juicio». Lo que impor-
taba era que una vez que se entra en el sendero de la heterodoxia, éste pue-
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hipótesis comunes, la explicación ideológica era más completa y adecuada


en los ortodoxos que en los modernistas, cuyas creencias más articuladas de conducir rápidamente a una posición plenamente desarrollada de miem-
exigían un recurso relativamente mayor a la explicación racional. En reali- bro excluido del sistema.
dad, hubo varios de los grandes modernistas que no sólo formaron parte de En realidad, incluso los modernistas moderados podían llegar a sentirse-
mi objeto de estudio, sino que también fueron mis colegas y mentores en la tan alejados del núcleo de la opinión ortodoxa como para tener que recurrir
interpretación de su propia cultura. Pensaba con ellos, y no únicamente so- ocasionalmente a la táctica radical de «desenmascarar» y «demoler», en la
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bre ellos. Los consideraba como «traductores», que es como yo me conside- que los puntos de vista del oponente se relacionan directamente con sus in-
ro ahora. Casi desde el principio del libro hice notar que varios intelectuales tereses. Esto empezó a suceder con cierto grado de frecuencia durante las
alemanes querían re-examinar, después de aproximadamente 1890, sus valo- amargas controversias de la Primera Guerra Mundial, y continuó sin men-
res tradicionales, y que así lo hicieron aquellos de ellos «que tuvieron mayor guar durante el período de entreguerras. Ello se debía en parte a que los or-
todoxos tendían a convertir la retórica del «idealismo» político mandarinal
visión porque esperaban que los fundamentos de su legado todavía podrían
en lo que Ernst von Aster llamaba «moralización inmisericorde», un «guiso
ser rescatados a expensas de sus agregados menos importantes». Caractericé
religioso-patriótico» y una nueva «metafísica» de reacción. Dado que es difí-
su trabajo como «un tipo de autoanálisis retrospectivo», trabajé sobre su
cil expresar críticas moderadas a esta retórica, «el crítico casi tenía que dar
«espíritu, en ocasiones crítico», y sugerí que mi propia interpretación sería
un salto para adentrarse en un nuevo vocabulario, en el que se podía consi-
una extensión de la suya.
derar a los intereses, los grupos eran sumas de personas y el gobierno del es-
Estoy convencido de que la reflexión autocrítica puede ser una causa de
píritu era un ideal, no una realidad... Si se piensa en Marx, Bertold Brecht,
cambios en las creencias, pero seguí otra línea de análisis, al menos con res-
Nietzsche y Freud, se empieza a sospechar que el idealismo siempre ha pro-
pecto a algunos de los modernistas de mayor determinación, a los que tam-
ducido sus propios enemigos.
bién denominé «radicales» o «críticos radicales». Presenté evidencias de que
En resumen, traté de esbozar y explicar en parte las diferencias de orien-
algunos de estos hombres tenían «experiencias personales únicas que les po-
tación más importantes en el seno de la comunidad académica alemana. Es
dían haber llevado a caminos no ortodoxos». posible que varios de mis críticos hayan pasado por alto este aspecto de mi
Tönnies, Wiese y algunos otros modernistas de entre los sociólogos tenían análisis, o que le hayan prestado poca atención. Es cierto que todo trata-
pasados y orígenes no convencionales. El interés inicial y atípicamente serio miento generalizador de un cuerpo de opinión lo simplificará en algún gra-
por Hobbes pudo haber contribuido a que Tönnies se hiciera un «positivis- do, y habrá fracasado en hacer justicia plena a la diversidad de pensamiento
ta» en cuestiones sociales. Wiese estaba decididamente influido por Spencer; dentro del grupo que se está considerando. Dicho de otra forma, teniendo
Aster, Lederer y Mannheim lo estuvieron por Marx... Así que vemos que de en cuenta el enfoque que he seguido, difícilmente podría evitar todas las
alguna forma el radical era típicamente un hombre que no estaba plenamente simplificaciones generalizadoras.
integrado en el sistema. Muy a menudo tenía contactos en el mundo de la in- Jürgen Habermas sacó a colación un tema mucho más serio, que fue ple-
telligentsia no académica y no oficialista, con los artistas, los periodistas y los namente desarrollado a su vez por Sven-Eric Liedman. El tema es si las acti-
escritores. A la vez, no se puede evitar notar la proporción relativamente tudes de los mandarines alemanes fueron en gran parte únicas, o si las
grande de judíos entre los críticos de la ortodoxia mandarinal. Los intelectua- orientaciones similares prevalecieron también en otras sociedades europeas.
les judíos destacaban mucho entre los innovadores de varias disciplinas, ade- Mi intuición inicial fue pensar que la clase media alemana bien educada re-
más de entre los autores de doctrinas sociales y políticas progresistas... Estos
presentaba un ejemplo especialmente marcado de una pauta posiblemente
hechos pueden reflejar en parte ciertas características del propio legado cul-
más extendida. Anoté el punto de vista de Karl Mannheim según el cual la
tural de los judíos, junto con su dispersión internacional, pero no se debería
burguesía moderna consistió, desde el comienzo, en dos alas parcialmente
pasar por alto los efectos inmediatos del antisemitismo sobre el intelectual ju-
dío... Los profesores colaboradores judíos descubrieron que su progreso aca- diferentes, una educada y otra propietaria, y que estos dos grupos no eran
démico se veía entorpecido por sus colegas y a menudo también tenían que en absoluto idénticos en cuanto a sus ideologías. También sugerí que no se
enfrentarse con barreras sociales menos tangibles. Según Sigmund Freud, las debería exagerar la divergencia entre el pensamiento anglo-francés y el ale-
experiencias de este tipo tendían a alentar «una cierta independencia de jui- mán durante el siglo dieciocho, y que la clase media bien educada, y el tema
cio» en muchos intelectuales judíos. [Véanse págs. 238-239 de este volumen.] teórico de la educación, también eran muy importantes al oeste del Rhin.

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Escribí que «la peculiaridad de la situación social alemana era solamente El presente Prefacio fue escrito por el profesor Ringer en 1988 para las edicio-
una cuestión de grado, lo mismo que la consiguiente diferencia en las orien- nes que se proyectaban de su obra en japonés, francés y español. Previamente, tal
como se indica en este Prefacio, había aparecido, en 1983, la edición alemana, abre-
taciones intelectuales». Proseguí argumentando que la tradición intelectual
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viada en ejemplos y detalles (Die Gelehrten. Der Niedergang der deutschen Man-
alemana no debía ser descrita únicamente en términos de su desviación de darine, 1890-1933, Stuttgart, Klett-Cotta). Después de un intento frustrado de pu-
una supuesta norma empresarial-liberal, sino que se debería estudiar en su blicación en España, aparece ahora esta obra seminal en su versión íntegra, y no en
propio derecho como una forma alternativa de conciencia de la clase media. la abreviada, como en la alemana y japonesa, ya publicadas. Entre tanto, Wesleyan
Lo que era distintivo de Alemania fue sólo que lideró al resto de Europa en University Press, volvió a reimprimir, en Hanover, la edición original inglesa en
crear un sistema moderno de educación superior y de investigación, lo mis- 1990.
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Entre las numerosas críticas y revisiones que ha conocido esta obra desde su
mo que Inglaterra lideró la revolución industrial. Eso trajo consigo que se
publicación en 1969, el profesor Ringer alude aquí a una de las más celebradas, la
estableciera especialmente bien una clase media-alta en Alemania mucho an- que publicó en Alemania Jürgen Habermas en la revista Minerva (vol. 9, julio de
tes de que su posición se viera amenazada abruptamente por la rápida in- 1971, págs. 422-428), posteriormente incorporada por el autor en sus Perfiles filosó-
dustrialización y la democratización política después de 1870. fico-políticos de 1981 (Madrid, Taurus, 1985, págs. 404-412); y a la del teórico so-
Por otro lado, se trataba de intuiciones, no de conclusiones establecidas. cial sueco Sven-Eric Liedman, de la Universidad de Gotemburgo, publicada en
1986 en la prestigiosa Comparative Studies in Society and History («Institutions and
No me pude dedicar adecuadamente a los problemas comparados cuando
ideas: Mandarins and non-mandarins in the German academic intelligentsia», vol.
escribí El ocaso de los mandarines alemanes porque sabía demasiado poco de 28, núm. 1, págs. 119-144), junto con otro estudio del propio Ringer («Differences
la historia social e intelectual francesa e inglesa. Después de terminar el li- and cross-national similarities among mandarins», págs. 145-164), al que replica
bro, he trabajado en pos de una comparación de las clases educadas y sus también Liedman (págs. 165-168).
ideologías en la Francia y la Alemania modernas. En ese proceso he descu- Acaba justamente de aparecer un completo estudio retrospectivo del catedráti-
bierto algunas divergencias importantes sobre las instituciones francesas y co de Historia de la Universidad de Kentucky, James C. Albisetti, especializado en
temas de la educación en Alemania y editor-asociado de History of Education Quar-
alemanas, así como en las respectivas ideologías de la educación superior
terly, que conmemora los veinticinco años de los «mandarines» de Ringer y, en par-
y de la investigación en ambos países. Así, a título de ejemplo, el concepto ticular, el beneficioso impacto que ha tenido en la historia social y comparada de la
francés de culture genérale, el equivalente más próximo francés a la idea ale- educación («The decline of the German mandarins after twenty-five years», vol. 34,
mana de Bildung, no fue en absoluto idéntico a Bildung en lo que se refiere núm. 4, 1994, págs. 452-465). Allí el lector encontrará cumplida relación de la es-
a sus significados e implicaciones. Sin embargo, a pesar de tales diferencias, pléndida producción que esta obra, directa o indirectamente, ha alentado, hasta
cada vez me impresionan más las amplias similitudes entre los modernos sis- transformarse en un clásico contemporáneo de la historia y la teoría social moderna.
Albisetti no se refiere, sin embargo, a la reciente producción que Ringer nos ha
temas educativos europeos, en los que la gran importancia de la educación
deparado sobre el debate teórico acerca de la naturaleza del conocimiento histórico
superior fue un elemento a considerar en la estratificación social francesa y coetáneo con el que se viene produciendo de forma vigorosa en los últimos años en
alemana, y en la centralidad de los ideales educativos para las actitudes de diferentes foros y publicaciones intelectuales, que considero muy clarificador y que,
las clases medias y en lo que respecta a los roles intelectuales en Francia y en parte, se ve ejemplificado en el razonamiento que el propio Ringer nos expone
Alemania. Podría resumir lo anterior diciendo que mientras antes solía ha- en este Prefacio para ilustrar el razonamiento histórico que tan inteligente e imagi-
cer recaer el énfasis sobre las diferencias internacionales, he ido haciendo nativamente apuró en El ocaso de los mandarines alemanes. Me refiero a su estudio
«Causal analysis in historical reasoning» (History and Theory, vol. 28, núm. 2, 1989,
recaer gradualmente un mayor énfasis en las similitudes internacionales. En págs. 154-172) y al debate sobre «The intellectual field, intellectual history, and the
cualquier caso, mis críticos me han obligado a seguir un análisis comparati- sociology of knowledge», que publicó Theory and Society (vol. 19, 1990, págs. 269-
vo bastante difícil, los resultados del cual se encuentran en mi reciente libro 294), en el que terció el conocido teórico social norteamericano Martin Jay, y que
Fields of Knowledge: French Academic Culture, in Comparative Perspective, Ringer reelaboró e integró, como Introducción, en su último libro, aquí citado,
1890-1920 (Cambridge University Press, 1992).* Fields of Knowledge. French academic culture in comparative perspective, 1890-1920
(1992), del que publiqué en 1990 un estudio previo en Los usos de la comparación
en ciencias sociales y en educación, volumen extraordinario de la Revista de Educa-
Fritz K. Ringer ción («Dos culturas académicas: Francia y Alemania en torno a 1900», págs. 135-
164); este volumen recoge las ponencias y las réplicas a las mismas del simposio in-
ternacional que bajo el mismo título organizó el Instituto de Ciencias de la
Educación de la Universidad Complutense y el Centro de Investigación y Docu-
mentación Educativa (CIDE) del Ministerio de Educación y Ciencia en Madrid en
febrero de 1988. El propio Ringer redunda en similares contenidos en otro trabajo
* Ver nota página siguiente. suyo, escrito cuando terminaba su última obra, «Bildungsideologien und Wissens-
14
15
chaftsideologien: Frankreich um 1900 in vergleichender Perspektive» (en Soztaler
Raum und akademische Kulturen. A la recherche de l'espace universitaire européen,
compilada por Jürgen Schriewer, Edwin Keiner y Christophe Charle, Francfort, Pe-
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

ter Lang, 1993, págs. 213-231, que incluye otros trabajos de temática muy relacio-
nada con la presente obra). Agradecimientos
En 1992 apareció traducida al castellano El desarrollo del sistema educativo mo-
derno. Cambio estructural y reproducción social 1870-1920 (1992), la obra anterior
de Ringer, compilada con Detlef K. Müller y Brian Simón, que desarrolla ideas sus-
tantivas que tuvieron su comienzo intelectual en ésta. Su obra anterior, Education
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

and Society in Modern Europe (Bloomington y Londres, Indiana University Press,


1979), no ha sido aún traducida.

MIGUEL A. PEREYRA

Este libro surgió a partir de una disertación sobre «Las universidades


alemanas y la crisis de aprendizaje, 1918-1925», dirigido por Franklin L.
Ford, de la Universidad de Harvard. Dos becas consecutivas de Social
Science Research Council me permitieron trabajar en la Bayerische Staatsbi-
bliothek de Munich durante un año, y completar la tesis en el otoño de
1960. Desde entonces he regresado a Alemania en varias ocasiones para
efectuar nuevas investigaciones, y he ampliado progresivamente todo el con-
cepto del libro a lo largo de los siete últimos años. Durante ese intervalo,
pude discutir mis ideas con colegas y estudiantes, siempre en beneficio pro-
pio. Recibí comentarios especiales sobre algunos capítulos por parte de Cra-
ne Brinton, H. Stuart Hughes y David S. Landes, de la Universidad de Har-
vard, así como de Fritz T. Epstein y Herbert H. Kaplan, de la Universidad
de Indiana. Expreso mi agradecido reconocimiento por sus consejos. La crí-
tica y el ánimo más útiles, sin embargo, han sido las de mi esposa.
Deseo expresar mi agradecimiento a Heike Mitchell y Anna Strikis por
su ayuda en el mecanografiado y la lectura de pruebas del manuscrito, y a
Robert Grogg por su entusiasmo en la verificación de notas y en la elabora-
ción del índice.

16 17
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

Introducción: el tipo mandarín


Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

Este libro trata sobre las opiniones de los catedráticos, de universidad


alemanes en el período que transcurre entre los años 1890 y 1933; más en
concreto, estudia la reacción de este colectivo ante la repentina transforma-
ción de Alemania, que la convirtió en una nación de alto desarrollo indus-
trial. El impacto de una expansión-económica abrupta se empezó, a sentir en
Alemania alrededor de 1890. Antes de 1870 había tenido lugar un período
de crecimiento espectacular. El sentido de cambio e inestabilidad a que dio
lugar tal transformación se incrementó como consecuencia de la revolución
política, así como por la desastrosa inflación que siguieron a la Primera
Guerra Mundial. Para la institución académica alemana, el período que aquí
estudiamos se presenta en continuo sobresalto y constituye asimismo una in-
troducción desagradable de la nación a los problemas de la civilización tec-
nológica.
Existía entonces, no sólo en Alemania sino también en otros países euro-
peos, el temor de los hombres de letras a que el progreso material trajera
consigo una amplia gama de peligros graves, especialmente de tipo cultural.
En los ambientes culturales europeos había cundido un cierto pesimismo
respecto a este tema, lo que se manifestó de forma más patente en la década
de 1890. No es de extrañar que personas sensibles y de alta cultura tuvieran
una cierta inclinación a considerar con un gran escepticismo los albores de
la era de la masificación y el maquinismo. Se podría tratar de explicar sus
recelos mediante la tendencia natural, o incluso el miedo justificable, que te-
nían a la pérdida de sus valores y en concreto a los de tipo tradicional. Sos-
pechaban que su propia escala de valores de cultivo personal llegaría a ser
considerada como desfasada y sin relevancia. Después de todo, los asuntos
económicos y políticos en la era de la tecnología tienen un cierto carácter
anónimo, una cualidad automática que no se presta a la dirección por parte

19
de unos pocos. En el campo cultural, el ajuste inevitable a los gustos de la cia las respuestas y opiniones que prevalecían entre los catedráticos de uni-
masa parece dar como resultado una vulgaridad estridente de la que el indi- versidad alemanes considerados como grupo, sin tener en cuenta sus dife-
viduo no puede protegerse. Incluso se podría decir que el papel del hombre
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

rencias individuales e idiosincrasias, que serían del interés de los biógrafos.


sabio y prudente parece estar fuera de lugar en una fábrica, lo que para el Nuestro intento tiene justificación ya que la comunidad académica alemana
intelectual representa un menoscabo de sus funciones, ya que, evidentemen- entre 1890 y 1932 se consideraba a sí misma como un grupo. Los catedráti-
te, se identifica más con aquél que con el papel de técnico. cos se consideraban como miembros de una élite amenazada de «portadores
Se podrían aplicar estas consideraciones de forma muy general a la acti- de cultura», como miembros de un segmento cultural diferenciado de la na-
tud de incomodidad de muchos escritores europeos durante la década de ción. Según veremos, sus escritos corroboraban la existencia de una comu-
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

1890 y años posteriores. En todas las naciones modernas una parte de los nidad relativamente homogénea y con un alto grado de integración. Su si-
hombres de letras ha reaccionado contra la civilización democrática de ma- tuación como grupo los unía: su formación intelectual común, su estatus
sas, y lo han hecho como intelectuales, no como defensores de la aristocra- social y la amenaza a su posición que, de una forma u otra, percibían con
cia rural o de la clase empresarial. Según Karl Mannheim, «la burguesía mo- gran intensidad.
derna tuvo desde el principio una doble raíz social; por un lado, los Desde este punto de vista es posible tratar la intelligentsia académica ale-
propietarios del capital, por el otro los individuos cuyo único capital consis- mana como un grupo, y uno de los propósitos principales de esta obra es el
tía en su educación. A la vista de esto era de uso común hablar de la clase señalar las conexiones entre dos aspectos fundamentales: por un lado, sus
propietaria y de la clase educada, sin que estuvieran siempre ideológicamen- experiencias, y por el otro sus actitudes y opiniones comunes. Empezaré
te de acuerdo entre sí ambos elementos».1 Desde mi punto de vista, esta dis- postulando un modelo heurístico, un tipo esquemático o ideal de intelectual
tinción se ha pasado con frecuencia por alto, especialmente en lo que con- en sentido weberiano, para poder ser capaces de clarificar los nexos existen-
cierne al análisis de los ataques teóricos a la sociedad de masas. tes. Describiré sus orígenes históricos, su formación escolar y académica y su
Por otro lado, no estoy preparado para corroborar la sugerencia de posición social, tratando de mostrar que algunos puntos de vista aparecían
Mannheim aplicada a la totalidad de Europa. De hecho, estoy convencido de forma natural y que, como era de esperar, sus actitudes como intelectua-
de que los intelectuales alemanes constituyen de alguna manera un caso es- les reflejaban en realidad orientaciones que se estipulaban como naturales al
pecial con respecto a este problema global. Según veremos, el sistema edu- modelo. Desde luego, la caracterización inicial del tipo no es completamente
cativo alemán tenía características peculiares en el siglo diecinueve. La in- indicativa de la realidad. Únicamente ayuda a organizar la información que
dustrialización alemana, una vez que se aceleró a partir aproximadamente me sugirió el modelo, y advierte al lector de antemano de que intento expre-
de 1870, fue especialmente abrupta. Las tensiones sociales y culturales que sar las conexiones entre la intelligentsia académica alemana y su papel pecu-
generó fueron especialmente graves y, sobre todo, la institución académica liar en aquella sociedad.
alemana reaccionó a tal dislocación con una intensidad tan desesperada que Para evitar malentendidos en mi enfoque, sugeriría las siguientes consi-
el espectro de estar viviendo una edad moderna sin alma impregnó todo lo deraciones. Los historiadores pueden tratar de analizar los orígenes de las
que dijeron y escribieron, sin importar el tema de que se tratase. A comien- creencias pasadas de tres formas diferentes. Pueden decir que alguien tenía
zos de la década de los años veinte del presente siglo estaban profundamen- una cierta opinión porque era inevitable tenerla a la vista de la evidencia y
te convencidos de que vivían una profunda crisis, una «crisis de cultura», de de acuerdo con las reglas de la buena lógica entonces existentes; a este enfo-
«aprendizaje», de «valores» o del «espíritu». que lo llamaría secuencia o explicación lógica. El historiador podría argu-
Sería erróneo buscar los antecedentes de sus preocupaciones intelectua- mentar que ciertas doctrinas se aceptaban en una época dada porque fueron
les, que sólo compartían a nivel de los antecedentes teóricos o filosóficos heredadas de sus predecesores intelectuales; a esta técnica explicativa se le
que tenían en común. No importa cuántos intelectuales alemanes de la épo- podría denominar la secuencia tradicional. Finalmente, se podrían explicar
ca de Weimar leían a Kant o Hegel; su forma de pensar no era solamente el las opiniones de un hombre relacionándolas con su orientación psicológica,
producto de una lógica heredada. Más bien era una constelación de actitu- su posición social y sus necesidades económicas o religiosas; ésta sería una
des y emociones lo que les unía, llegando a permear su lenguaje y sus méto- secuencia o explicación ideológica, y se ha aplicado a grupos y a individuos.
dos de argumentación. Debemos buscar una causa de ese estado de ánimo Suele ocurrir que la palabra «ideología» se restringe a aquellos casos en los
que les atenazaba, que no se derive simplemente de su especial formación que se piensa que los orígenes no lógicos de una teoría son los intereses eco-
académica; por lo tanto, nuestra explicación debe ser de carácter más so- nómicos. Mannheim utiliza el término incluso en su concepción más limita-
ciopsicológico que lógico. Pero debemos dirigir a la vez nuestra atención ha- da, de forma que se refiera en concreto a una mentalidad nostálgica y reac-

20 21
cionaria y a las racionalizaciones defensivas de una clase que se ha quedado mos y de haber aprobado una serie de exámenes convencionales. Los «inte-
sin vigencia. Sin embargo, para esta obra estas restricciones no parecen úti- lectuales mandarines», que son fundamentalmente los catedráticos de uni-
les. Emplearé más bien la secuencia ideológica en su forma más general,
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

versidad, tuvieron como función principal proveer a las necesidades educati-


queriendo decir con ello que algunas teorías académicas alemanas se pueden vas de la élite. Mantienen los requisitos de cualificación para la pertenencia
entender como expresiones de preferencias emocionales de determinados al grupo y actúan como sus portavoces en cuestiones culturales.
grupos. En sentido estricto, los catedráticos alemanes de física y química eran tan
Debo admitir que el método que he elegido plantea un problema serio, mandarines como sus colegas de ciencias sociales y de humanidades. Sin
en el sentido de que parece implicar un juicio de valor. En la práctica no es embargo, el análisis que desarrollaré sobre la opinión de los académicos ale-
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

probable que tengamos que recurrir a la secuencia ideológica al tratar la manes tendrá como foco de interés a los no científicos. Tengo la impresión
opinión del grado de redondez de la tierra. La explicación ideológica nos de que en lo que concierne a sus actitudes respecto a los problemas cultura-
hace sentirnos más cómodos cuando tratemos con doctrinas que, o bien les y políticos, muchos científicos alemanes siguieron a sus colegas humanis-
puede demostrarse que son erróneas, o que estén formuladas tan vagamente tas. Sin embargo, no estoy capacitado para confirmar esta conclusión, y pa-
que son prácticamente imposibles de verificar. En otras palabras, tendemos rece muy plausible que los científicos tuvieran una opinión más favorable de
a preferir la secuencia lógica en los casos de «hechos», «descubrimientos» o la civilización tecnológica que sus colegas humanistas; quizá algún otro in-
«verdades», y la explicación ideológica en el campo de las «visiones», gene- vestigador quiera considerar esta posibilidad a pesar de la inevitable escasez
ralizaciones sin soporte y «racionalizaciones». La dificultad estriba en que de fuentes pertinentes. En el presente estudio intento equiparar a los inte-
como historiadores no estamos calificados en la mayor parte de los casos lectuales mandarines principalmente con los humanistas académicos y con
para hacer juicios sustantivos en relación a las ideas que describimos. En los científicos sociales. En realidad, la exclusión de los científicos naturales
cualquier caso, no es ésta nuestra tarea. Solamente los filósofos estarían cali- no es la única simplificación que me propongo hacer. Al fin y al cabo, los in-
ficados para expresar si la distinción causal entre «hechos» y «visiones» telectuales mandarines sólo formaban un pequeño segmento de la élite man-
puede expresarse de forma rigurosa. Puede que incluso lo nieguen, y eso se- darinal, considerada en su conjunto. Volveré a reducir el alcance de mi ex-
ría muy desagradable. posición aun a costa de una cierta unilateralidad. El enfoque tipológico
Hay una manera de evitar este problema: reconocer que, en principio, conlleva sin duda un cierto desequilibrio.
cualquiera de las tres clases de explicaciones históricas puede aplicarse a Volviendo al principal argumento, el propósito del modelo mandarinal
cualquier idea y que, en principio una relación histórica de una opinión no consiste en relacionar las opiniones de los humanistas académicos y los cien-
implica nada referente al mérito que ésta posea en sí misma. De ese modo, tíficos sociales con la totalidad de la clase instruida alemana. Típicamente, y
aunque trato de analizar mayoritariamente la literatura académica alemana de acuerdo con mis estipulaciones heurísticas, los mandarines pueden ad-
mediante la secuencia ideológica, no quiero decir, ni estoy capacitado para quirir un papel predominante dentro de su sociedad solamente bajo ciertas
ello, que las secuencias tradicionales o lógicas no darían ningún fruto en este condiciones específicas. Por encima de todo, sólo se convierten en una clase,
caso, o que los hombres que estudio hayan sido pensadores de tercera fila. dirigente funcional, y continúan siéndolo, durante una fase particular del
Simplemente intento hacer hincapié en una variedad particular de explica- desarrollo material de su país. Medran especialmente entre el nivel agrario
ción histórica. de la organización económica y la industrialización plena. En esta etapa in-
El tipo ideal que propongo es el de «mandarín». La palabra en sí misma termedia, la propiedad de cantidades significativas de capital líquido todavía
no es importante, aunque el motivo para su uso sea el de evocar a la élite no se ha extendido o no se ha aceptado ampliamente como calificación para
tradicional de funcionarios cultivados de China. Mí decisión de aplicar el la determinación del estatus social, mientras que los títulos de la nobleza
término a la clase académica alemana estuvo inspirada probablemente por el agraria han dejado de ser prerrequisitos sociales absolutos. En esta situa-
notable retrato que hizo Max Weber de los eruditos chinos. Definiría a «los ción, el nivel educativo y el estatus profesional se pueden convertir en la
mandarines» dentro del contexto europeo simplemente como una élite so- única base importante para el ascenso social, con capacidad para rivalizar
cial y cultural que debe su estatus fundamentalmente a sus calificaciones con la aristocracia. Si una clase empresarial empieza a crecer rápidamente,
académicas, en lugar de a derechos hereditarios o a la fortuna heredada. El de forma que empieza a asegurar su propia independencia, la clase educada
grupo lo integran médicos, abogados, sacerdotes, funcionarios, profesores no perteneciente a la nobleza puede elegir el hablar en favor de la industria
de segunda enseñanza y catedráticos de universidad, todos ellos con títulos y de la nueva riqueza, a la manera de un Daniel Defoe o de un Benjamín
académicos avanzados, obtenidos -después de completar unos cursos míni- Franklin. Por otro lado, si la industrialización es lenta y se halla controlada

22 23
por el Estado, y si la organización social tradicional persiste durante un lar- pecto concreto de la educación superior se oponen al ideal del monarca,
go tiempo, es mucho más probable que los intelectuales burgueses concen- que quiere que sus universidades no sean más que institutos para la produc-
ción de administradores útiles, y preferiblemente humildes. Por otro lado,
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

tren su atención exclusivamente en los derechos que lleva consigo la perte-


nencia a la clase instruida. Tratarán, de constituir un tipo de nobleza de los los mandarines se cansan del papel puramente técnico que se les ha asigna-
instruidos que sustituya a la clase dirigente «meramente tradicional», así do en este asunto. Sus aspiraciones personales y sociales sobrepasan a las de
como de establecer un sistema de títulos académicos que capaciten a los que meros escribas o expertos de la clase inferior. Exigen por ello ser reconoci-
los ostentan como hombres de intelecto. Sus líderes en las universidades ha- dos como un tipo de nobleza espiritual elevarse sobre la clase de sus oríge-
blarán en representación de todos los graduados al exigir que los asuntos nes por medio de su educación. Se. consideran a sí mismos como hombres
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públicos sean encomendados a la minoría educada, en lugar de dejarlos en de una amplia cultura y su idea de Bildung o autoformación personal afecta
manos de la nobleza no capacitada y regresiva desde los puntos de vista in- a su concepción global del aprendizaje. En busca de un ennoblecimiento de
telectual y moral. la educación, tienden a menospreciar el conocimiento «puramente práctico»
Desde el punto de vista política, es la transformación gradual de un Esta- y la búsqueda de técnicas de análisis moral emocionalmente neutras. En lu-
do esencialmente feudal en una monarquía altamente burocrática lo que fa- gar de ello, consideran el aprendizaje como un proceso en el que el estudio-
vorece el desarrollo de una élite de tipo mandarín fuerte y consciente de su so o erudito adquiere una indeleble cualidad de elevación espiritual a partir
poder. Prácticamente la gran mayoría de los primeros mandarines estuvo del contacto con fuentes veneradas, así como de la absorción de su conteni-
asociada de una u otra forma con la administración del Estado. Esto conlle- do espiritual. Resumiendo cuando los mandarines incrementan su poder,
va que una parte importante de la historia de las élites sea la historia de una sus líderes intelectuales se vuelven en contra de la plataforma ideológica,
burocracia. El gobernante que trate de reducir el poder de la aristocracia más bien estrecha, de la que partieron, y la sustituyen por un ideal de apren-
tradicional tiene que crear una forma más o menos racional de gobierno, de dizaje que puede funcionar como un sustituto honorífico de la nobleza de
modo que pueda extender su control efectivo sobre ámbitos que anterior- nacimiento. Por mucho que el gobernante lamente el surgimiento de un
mente se encontraban sometidos a un régimen de privilegio tradicional. Por nuevo conjunto de pretensiones entre servidores originalmente humildes de
lo tanto, tendría motivos más que suficientes para apoyar a una casta emer- la Corona, tiene que resignarse a lo inevitable, puesto que necesita a esos
gente de funcionarios no aristócratas cuyos antecedentes burgueses, proba- hombres más que nunca.
da inteligencia y educación exhaustiva les convierta en aliados útiles contra A la vez que se produce esta revisión de la ideología académica, los inte-
la vieja nobleza. El monarca reformista se apresurará a cooperar con sus lectuales mandarines tienden a desarrollar un complejo de teorías para de-
subditos más altamente educados en interés mutuo. Prestará apoyo financie- fender e incrementar la porción de poder de la élite en la gestión del Esta-
ro a las instituciones académicas y sancionará oficialmente un sistema cada do, que se hace en parte a expensas del monarca. De este modo, lanzan un
vez más completo y riguroso de exámenes para el funcionariado. Los cate- ataque concertado en contra de la «arbitrariedad» del gobierno en nombre
dráticos de universidad que controlan globalmente la configuración de esos de la legalidad. Insisten en que el gobierno no puede seguir siendo conside-
niveles de calificación, incrementarán su prestigio e influencia de la misma rado como un asunto privado entre los príncipes y los aristócratas, ni tam-
forma que, en general, lo harán los graduados. Así, una élite de tipo manda- poco como un feudo del gobernante. Para combatir estas nociones crean
rín, reconocida y bien definida, avanzará de modo progresivo hacia una po- entonces la idea de un Estado abstracto y racional «que se autodirige» de
sición de importancia real en la vida de su nación. acuerdo con principios fijos y lógicos que están por encima de gobernantes
Dado que al comienzo de su historia forman un grupo pequeño y relati- y gobernados. Es natural su inclinación en este asunto, ya que son ellos los
vamente débil en comparación con los nobles, los mandarines se ven obliga- que estarán al final en posición de interpretar la razón y la ley del Estado.
dos a minimizar sus demandas económicas y sociales. Los funcionarios se Suministran un número cada vez mayor de altos funcionarios y cuanto más
sienten satisfechos con el papel de escribas en los escalones más bajos de la racionales y complicados se hacen los trámites administrativos, son los buró-
administración. La infiltración en el sistema burocrático hace aumentar la cratas mandarines los que ejecutan en la práctica la voluntad abstracta del
dependencia del gobernante con respecto a ellos, y son capaces de asegurar gobierno razonable. El blanco real de sus ataques lo constituye el gobierno
sus posiciones de las formas más varadas. Aunque el monarca todavía pue- puramente personal del príncipe, y en concreto su arbitrio impredecible.
de capitalizar la lealtad de su nueva élite, debido en parte a que los miem- La legalidad interesa a los mandarines no sólo en lo que se refiere a su
bros de ésta son sus asalariados, pronto descubre que los mandarines están capacidad de funcionarios, sino también en lo relativo a su carácter de ciu-
listos para utilizar su creciente poder negociador en contra suya. En el as- dadanos privados. Prefieren distinguir entre dos esferas de la ley, una públi-

24 25
ca y otra privada. Así pues, mientras que por un lado urgen al Estado para co. Por el contrario, la doctrina del contenido cultural da mayor peso a la
que proceda en la esfera pública únicamente de acuerdo con principios fijos exigencia más avanzada de detentar un liderazgo cultural más amplio. Su ar-
gumentación reside en que el Estado fundamenta su legitimidad no en el
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

y sólidos, también demandan que interfiera en la esfera privada tan poco


como sea posible. Desde todos los puntos de vista son los defensores a ul- derecho divino, lo que fortalecería el arbitrio del príncipe, ni en los intereses
tranza de los derechos civiles y de las libertades privadas, y se erigen en pala- de sus súbditos, lo que sugeriría un procedimiento electoral, sino exclusiva-
dines de sus conciudadanos. Esto, sin embargo, no quiere decir que tengan mente en los servicios que presta a la vida espiritual e intelectual de la na-
una fuerte inclinación por patrocinar la ampliación de derechos puramente ción. De aquí se sigue claramente que el gobierno debe ofrecer ayuda mate-
políticos o de abogar por algo que se aproxime a la participación popular en rial al programa cultural y educativo de la élite, y que debe hacerlo sin
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el gobierno. Al fin y al cabo, ellos constituyen una minoría, por lo que ten- demandan una compensación práctica inmediata. En realidad, se puede
drían poco peso en la escena electoral, en la que la política sería un tipo de considerar todo el argumento como una noción de que el aprendizaje impli-
compromiso aritmético entre los intereses de varios grupos. Disponen de ca el «cultivo» espiritual, la autoformación, a la que hace referencia el con-
una mejor oportunidad de hacer sentir su influencia desde el interior de un cepto alemán de Bildung. En contraste con la teoría de la legalidad, ésta se
gobierno monárquico, siempre y cuando siga siendo «legal» y ellos conti- adapta muy estrechamente a los deseos del ala intelectual de la élite. El ar-
núen siendo sus guardianes e intérpretes. Por esta razón, prefieren argu- gumento se acompaña con una defensa de la libertad de enseñanza y apren-
mentar que el Estado debería erigirse por encima de los intereses de cual- dizaje que se utiliza fundamentalmente para combatir las ingerencias del go-
quier individuo, por encima incluso de los intereses del gobernante. ¿Cómo bernante a favor de una educación útil, en el sentido restrictivo de la
sería posible que el Estado cumplimentara los intereses particulares sin des- palabra. De acuerdo con este argumento, el espíritu florece sólo en libertad.
cender de .esa esfera de ley absoluta en la que debe permanecer, de acuerdo y sus logros, aunque no se perciban de modo inmediato, son en realidad el
con los puntos de vista de los mandarines? ¿Y de qué serviría oponerse a un torrente sanguíneo de la nación. Sólo el aprendizaje «puro» puede sacar
gobierno de pura ley? adelante esos valores culturales que justifican la misma existencia del gobier-
Además de esta doctrina de legalidad política, los mandarines desarro- no. Quizá lo podríamos expresar en términos menos polémicos, diciendo
llan una racionalización, aún más sutil, de las exigencias que plantean al Es- que el Estado no vive ni enteramente para el gobernante, ni para los gober-
tado. Su argumento, en líneas generales, es el siguiente: siempre que el Esta- nados, sino para y por los «hombres de cultura» y su aprendizaje.
do se limite a administrar su territorio seguirá siendo, incluso desde el En su conjunto, las doctrinas de la legalidad y del contenido cultural
punto de vista legal, una máquina, un dispositivo superficial y puramente componen la ideología de la élite mandarinal llevada a su madurez. A pri-
organizativo sin alma o fin más elevado. Puede inspirar lealtad siempre y mera vista, parecería muy difícil que cualquier monarca pudiera consentir
cuando satisfaga a todo el mundo. No tiene punto de apoyo en el pasado ni en acceder a sus exigencias. Dado que los mandarines detentan el control
condiciona el futuro; es una construcción endeble sin pretensiones de gran- del sistema educativo, dominan hasta el lenguaje de la nación. Influyen en
deza histórica, sin el derecho a pedir a los hombres que mueran por él. gran medida sobre sus estándares políticos y sociales, y se reservan el dere-
Dado que no se ve influido por los intereses de tipo más convencional, de- cho de anunciar los propósitos culturales del Estado. Al menos en teoría,
bería tener metas culturales y morales más elevadas. Sólo se puede justificar constituyen un peligro potencial para el gobernante, puesto que sólo necesi-
su existencia y su expansión mediante valores culturales y espirituales que tan declarar que el gobierno representa un obstáculo para la cultura, para
florecerán bajo su amparo. Debe tener un contenido, pero sólo en el sentido poder refutar sus exigencias de obediencia popular. Desde luego, en la prác-
que lo tiene un recipiente; y cuanto más valioso sea su contenido mayor será tica no detentan un poder tan inmediato, y el gobernante no está completa-
el derecho del Estado a autoafirmarse dentro y fuera de sus fronteras. mente indefenso ante ellos. Incluso en el ámbito de la educación, el Estado
Si comparamos esta teoría con la de la legalidad, observamos que las dos puede mantener un cierto grado de callada influencia en la ideología de los
no están especialmente relacionadas de una forma lógica. Sin embargo, se profesores mediante una miríada de disposiciones específicas relacionadas
complementan la una a la otra de una forma muy armoniosa, como expre- con los sueldos, ascensos, etcétera. Además, el gobernante puede fomentar
siones de las posiciones de los mandarines y como racionalizaciones de sus la lealtad entre los mandarines al otorgar títulos y rangos entre los hombres
propósitos políticos y culturales. La exigencia de que el Estado debería dar que considera de su confianza.
cuerpo a una ley fija y racional proviene especialmente del ala de la élite que De hecho, no es muy probable que estalle una hostilidad abierta entre
está fuertemente burocratizada, y podría reconciliarse con la noción, relati- los mandarines y sus gobernantes, siempre y cuando el gobierno sea apro-
vamente humilde, del aprendizaje práctico, ostentada por el servidor públi- piadamente «legal», conserve algún grado de respeto por las libertades cívi-

26 27
cas privadas, evite entremeterse en las libertades de pensamiento y aprendi-
zaje y realice al menos un débil esfuerzo por capitanear la causa de la cultu-
ra nacional. Si todo ocurre tal como cabría esperar, tanto la élite como el
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monarca obtienen ventajas de la cooperación. Incluso es posible que se


unan como una forma de resistencia mutua contra las fuerzas populares que
amenazan su equilibrio desde abajo. Al fin y al cabo, la élite necesita de una
sanción oficial para su sistema, crucial para sus fines, de exámenes de cuali-
ficación y, en general, para su prestigiosa posición social. El gobernante pue-
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de esperar a su vez un suministro de funcionarios leales y capaces, y una


defensa ideológica de un régimen que, en realidad, comparte con los man-
darines.
Desde esta perspectiva, todo irá bien para los mandarines hasta que las
condiciones económicas de su entorno cambien de forma suficientemente
radical para que nuevos grupos poderosos se introduzcan en la escena so-
cial. A medida que se acercan la industrialización y la urbanización comple-
ta, los hombres de empresa con capital y los trabajadores industriales ame-
nazarán probablemente el liderazgo de la élite cultivada. El sentimiento a
favor de una reforma popular se fortalecerá y conseguirá algunas victorias.
Los grupos políticos, incluso las ideologías, vendrán a competir con las tra-
diciones más antiguas. Una vez que se produzca la lucha, lo que acontecerá
casi con toda seguridad, lo más probable es que los mandarines experimen-
ten una disminución de su influencia en los asuntos públicos. Los líderes de
los partidos, los capitalistas y los técnicos usurparán su liderazgo. Ni tan si-
quiera el sistema educativo quedará exento del ataque: el número de estu-
diantes universitarios aumentará de modo creciente, y querrán estudiar ma-
terias prácticas, como periodismo o ingeniería mecánica, en lugar de latín y
metafísica. Para apoyar la causa de la tecnología se recurrirá a todo tipo de
consideraciones utilitarias. Hasta es posible que algún mandarín se pase de
forma poco astuta a las filas del aprendizaje significativamente restrictivo
desde el punto de vista espiritual, en busca de las recompensas más inme-
diatas de la especialización y de la investigación rutinaria. De este modo, los
mandarines entrarán en un período de crisis, si no de ocaso, con el peligro
de ser completamente ignorados. Su futuro dependerá entonces de su habi-
lidad para traducir su ideología al lenguaje de sus competidores modernos.
Si no logran encontrar la base para establecer una alianza con los nuevos
grupos sociales, terminarán por ser derrotados de una u otra forma. Quizá
se les permita expresar en aislamiento el horror de una era que ellos consi-
derarán como superficial y materialista. Quizá lleven a cabo una rebelión a
su manera. En cualquier caso, su destino sólo interesará a los historiadores.

Notas
1. KARL MANNHEIM, Ideology and Utopia: An bitroduction to the Sociology of
Knowledge, Nueva York, n. d. (1955), pág. 156.

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son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

2. Visión retrospectiva de la tradición


de los mandarines
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Reconocer que la élite de los alemanes con educación superior jugó un


papel importante en la sociedad alemana moderna, significa llegar también a
un nuevo punto de vista sobre la historia intelectual alemana. El tipo «man-
darín» presentado en la introducción también se aplica a las clases «cultiva-
das», en general, aunque tenía la intención de referirse más particularmente
a los profesores universitarios. Ellos fueron, al fin y al cabo, los miembros
más importantes del grupo. Todo el complejo de pautas institucionales, so-
ciales y culturales que aseguraba la influencia de los mandarines, tenía su
centro en las universidades. Nadie podía hablar con mayor autoridad en
nombre de la élite, como un todo, que los hombres de la educación, los
«mandarines intelectuales». Para determinar sus puntos de vista sobre las
cuestiones culturales y políticas contemporáneas, la mayoría de alemanes
cultivados miraban hacia los profesores y, sobre todo, hacia los científicos
sociales y los humanistas. Por lo tanto, parece que vale la pena ver la opi-
nión académica alemana como una «ideología de los mandarines», y la he-
rencia cultural alemana, en general, como la «tradición de los mandarines».
Después de 1890, muchos intelectuales mandarines tuvieron la impre-
sión de que se veía amenazada su influencia en la vida social y cultural ale-
mana. En respuesta a este desafío, intentaron reformular con exactitud
aquello que representaban y defendían. Puesto que, evidentemente, se ata-
caban sus valores tradicionales, les pareció prudente volver a examinarlos
de nuevo. Algunos académicos emprendieron esta tarea con una mezcla de
rebeldía y desesperación. Los más clarividentes de entre ellos lo hicieron
con la esperanza de salvar los fundamentos de su herencia a expensas de al-
gunos de los rasgos menos importantes. En cualquier caso, el producto con-
junto de esos esfuerzos fue una especie de autoanálisis retrospectivo, una
narración completa de la historia de los intelectuales mandarines hecha de
su propio puño y letra.

93
Es muy probable que una autobiografía tenga debilidades peculiares, so- la educación constituyó una característica general de la Ilustración alemana.
bre todo si en ella se destaca a los antepasados. Aunque se atuviera a los he- En Was ist Aufklärung, Kant utilizó la metáfora del crecimiento y la madu-
rez individual para describir los logros y ambiciones intelectuales de su
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chos, tiende a compensar con piedad lo que le falta de distanciamiento con


respecto a su tema. No todas las historias de los académicos alemanes sobre tiempo. La tradición del Bildungsroman, desde Agathon hasta Wilhelm Meis-
la tradición de los mandarines sufrieron por igual de esta debilidad. Algunas ter, es un buen ejemplo de ello, como lo es la desigual preferencia alemana
de ellas se hicieron con espíritu crítico, pero la mayoría descuidaron las im- por los escritos pedagógicos de Rousseau. Los historiadores no tienen nece-
plicaciones sociales de las ideas que describieron. Es aquí donde los analis- sidad de «ver a través» de estas predilecciones abiertas hacia una filosofía
tas posteriores han tenido que ajustar el balance. Desde la década de 1930 «burguesa» del progreso social y político. La educación constituyó un tema
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muchos de esos comentaristas jóvenes han sido eruditos alemanes expatria- inmediato y candente en la Alemania del siglo dieciocho porque se hallaba
dos. Algunos de ellos asistieron a las clases o se vieron influidos por el ala directamente relacionada con la confrontación entre el burgués, el mandarín
más crítica de una generación académica alemana más vieja. Así, las obras emergente y el aristócrata no ilustrado. Esta confrontación se expresó en
de Hans Gerth y Hans Rosenberg, de Koppel S. Pinson, Hajo Holborn, términos personales y morales. El burgués definió un cierto grupo de virtu-
Leonard Krieger, y W. H. Bruford son secuelas y, ocasionalmente, correcti- des como características distintivas de su propia clase en los semanarios mo-
vos de los escritos de Otto Hintze y Max Weber, de Ernst Troeltsch, Frie- rales de principios del siglo dieciocho, por ejemplo. Puesto que también
drich Meinecke y Eduard Spranger. Si uno lee a estas dos generaciones de veía la educación en términos fundamentalmente éticos, sobre todo si estaba
autores, y se añaden algunos títulos de Wilhelm Windelband, Karl Jaspers, influido por el pietismo, su propio sentido del lugar y del valor se hallaba
Norbert Elias y Wilhelm Roessler, se llega a obtener un punto de vista único directamente relacionado con su idea de la educación. El mandarín, claro
e internamente consistente de la herencia de los mandarines.1 Esta visión no está, se identificaba con la idea de la Ilustración racional. Se afirmaba a sí
se halla en modo alguno privada de crítica, pero sigue siendo algo así como mismo al insistir en la importancia espiritual del esfuerzo intelectual libre.
un análisis «desde dentro». El lenguaje que emplea y la posición desde la Así pues, la educación asumía una importancia inmensa en la autoconcien-
que mira hacia atrás, hacia las fuentes del pensamiento alemán moderno si- cia de burgueses y mandarines por igual, y las implicaciones personales y
guen siendo, hasta cierto punto, las de las décadas de 1890 y de 1920. Eso morales de la enseñanza llegaron a ser consideradas como mucho más im-
es, en realidad, una ventaja para los propósitos de este ensayo. portantes que sus usos prácticos.
No debería exagerarse la divergencia entre el pensamiento alemán y el
anglo-francés durante el siglo dieciocho. Al oeste del Rhin, el segmento
Racionalidad y cultura
mandarinal de la sociedad y, sobre todo, el tema de la educación también
La Ilustración de la Europa occidental, con la que podemos iniciar esta fueron, probablemente, más significativos de lo que se ha admitido en gene-
visión retrospectiva, nunca llegó a ser plenamente asimilada al este del Rhin. ral. La peculiaridad de la situación social alemana sólo era una cuestión de
Hubo una Ilustración propiamente alemana, la Aufklärung, pero se diferen- grado, como también lo era la consecuente diferencia en las orientaciones
ció en varios aspectos importantes de su contrapartida anglo-francesa. El ra- intelectuales. A pesar de todo, debemos establecer algunas distinciones,
cionalismo de Thomasius y de Wolff no se vio atemperado por el elemento aunque sólo sea porque los profesores universitarios alemanes las han esta-
empírico que predominó en Inglaterra. Leibniz no fue un empírico, particu- blecido con frecuencia.
larmente tal como fue popularizado por Wolff, Aquellas de sus obras que De hecho, había algo extraño en la imagen del pensamiento del siglo die-
fueron accesibles y que se popularizaron antes del siglo diecinueve se ocu- ciocho tal como aparece en los escritos académicos alemanes del siglo dieci-
paban fundamentalmente de su intento por descubrir un orden mundial ra- nueve y principios del veinte. En términos generales, la Ilustración aparecía
cional. Compartió con Lessing y con muchos otros autores alemanes del si- bajo una luz desfavorable y, sin embargo, nunca se la llegaba a describir con
glo dieciocho un continuo interés positivo por las cuestiones religiosas. En mucha precisión. Kant no era criticado, a pesar de que fue él quien dio el
términos generales, los Aufklärer alemanes no fueron tanto críticos como nombre a la Aufklärung. Lessing también quedó libre de reproche, con Tho-
modernizadores del cristianismo protestante. Intentaron rescatar por encima masius y Wolff quizá un poco menos. En cualquier caso, siempre aparecía la
de todo, las implicaciones espirituales y morales de la religión cristiana, fun- sugerencia, explícita o no, de que la Ilustración había sido un fenómeno de
damentándolas fuera de las amenazadas estructuras de los credos ortodoxos. la Europa occidental. Por otro lado, algunas de las corrientes principales de
Lessing veía la historia de la religión como una narración de la educación la tradición intelectual alemana eran presentadas casi invariablemente como
espiritual del hombre. La analogía es significativa, pues la preocupación por reacciones contra la Ilustración, presumiblemente contra su versión anglo-

94 95
francesa. Así, se dejaba al lector preguntándose cómo es que tantos pensado- cialmente corregido en Jena y en Berlín. No obstante, siempre estaba pre-
res alemanes se habían dedicado a luchar contra un dragón que tenía una sente el peligro de una recaída, y ese peligro continuó aumentando a medi-
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forma tan nebulosa y que vivía tan alejado. El problema no se facilitó por el da que avanzó el siglo diecinueve. Durante el transcurso de la batalla contra
hecho de que Aufklärer tan perfectamente buenos como Kant y Herder ins- ese peligro se creó la imagen alemana de la Ilustración europea occidental.
piraran también movimientos intelectuales supuestamente dirigidos contra la El propio ideal de enseñanza de los mandarines, desarrollado como la
Ilustración. antítesis directa del conocimiento práctico, se expresó en las palabras Bil-
Esta paradoja debería advertirnos contra los puntos de vista estereotipa- dung (formación) y Kultur. Ambos términos se hicieron por primera vez
dos del siglo dieciocho a ambos lados del Rhin. También sugiere que pode- moneda de uso corriente en Alemania durante el resurgimiento cultural de
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mos observar más cuidadosamente la crítica alemana de la Ilustración. finales del siglo dieciocho. Desde entonces, permanecieron durante mucho
¿Cuál fue su propósito? ¿A quién o a qué tenía la intención de oponerse? tiempo como propiedad exclusiva de las clases doctas.2 En este caso, la evo-
La respuesta se encuentra en parte en el ámbito de la teoría social. Había lución de una idea estuvo inseparablemente vinculada con la historia de
algo en la tradición política anglo-francesa que perturbaba a los mandarines unas pocas palabras. Una especie de conquista semántica estableció el li-
alemanes. Les irritó menos alrededor de 1800 que durante las trece décadas derazgo de los mandarines, y el vocabulario recientemente introducido re-
siguientes, particularmente entre 1890 y 1933. La antítesis se profundizó veló toda la amplitud de la aspiración de la élite a detentar una autoridad
con el transcurso de los años; el dragón sólo fue adquiriendo forma muy especial.
gradualmente. Su supuesta existencia antes de 1800 fue quizá tanto una En la decimoquinta edición de Der grosse Brockhaus, una enciclopedia
cuestión de inferencia retrospectiva como un hecho. estándar publicada entre 1928 y 1935, se aportaba la siguiente definición de
Otros aspectos de la Ilustración europea occidental que provocaron críti- Bildung: «Concepto fundamental de la pedagogía desde Pestalozzi, Bildung
cas en Alemania con el transcurso de los años fueron ciertas implicaciones significa la formación del alma mediante el ambiente cultural. Bildung exige:
del racionalismo y el empirismo anglo-francés. Una vez más, tampoco debe- a) una individualidad que, como único punto de partida, debe ser desarro-
mos exagerar este punto. Kant era un racionalista, como también lo fueron llada en una personalidad formada o saturada de valores; b) una cierta uni-
los filósofos del idealismo alemán. Cierto que el empirismo de Locke ganó versalidad, que significa riqueza de mente y persona, y que se alcanza por
pocos adeptos en Alemania, incluso antes de encontrarse con la crítica de medio de la comprensión empática y la experiencia [Verstehen und Erleben]
Kant. Por otro lado, la objeción de los mandarines a la Ilustración no se ba- de los valores culturales objetivos; c) totalidad, que significa unidad interna
saba exclusivamente en argumentos filosóficos específicos. Especialmente y firmeza de carácter». Este pasaje empieza por describir un proceso, la
después de 1890 muchos eruditos alemanes expresaron o dieron a entender «formación del alma», y termina por caracterizar un estado, el de la «rique-
el punto de vista general de que la Ilustración anglo-francesa era de algún za de mente y persona» y el de la «unidad interna». Como proceso, la for-
modo «superficial». Al sugerirlo así no tenían la intención de criticar el sen- mación se hallaba claramente relacionada con la educación, pero implicaba
tido de Aufklärung racional ejemplificado en el famoso ensayo de Kant. Su una visión inusualmente amplia de esa actividad. En 1923 el filósofo Karl
disputa principal era con otra cosa. Lo que realmente les disgustaba era una Jaspers distinguió entre educación (Erziehung) e instrucción (Unterricht), al
tendencia vagamente «utilitaria», una actitud vulgar existente en la tradición decir que la instrucción sólo implicaba impartir información y entrenarse
europea occidental con respecto a todo conocimiento. Tenían la sensación para el desarrollo de habilidades, mientras que la educación suponía la «for-
de que, a partir del siglo diecisiete, numerosos intelectuales franceses e in- mación de la personalidad de acuerdo con un ideal de Bildung, con normas
gleses asociaban la ciencia y la enseñanza casi exclusivamente con la idea de éticas... La educación es lo inclusivo, el todo». Aparentemente, al emplear
la manipulación práctica, de la técnica racional y del control ambiental. En los términos Erziehung y Bildung de un modo casi intercambiable, llegó a la
opinión de los mandarines esto era una herejía realmente peligrosa, y tam- conclusión de que Bildung suponía «algo más que conocimiento» y que se
bién bastante estúpida. Ese era el principal enemigo, el verdadero dragón hallaba «relacionado con toda la existencia empírica del individuo».3
existente en el pensamiento del siglo dieciocho, que sólo reveló toda su ma- La palabra Bildung, tal como evolucionó durante finales del siglo diecio-
lignidad durante la última parte del siglo diecinueve, pero que sin lugar a cho, contenía el único principio más importante de la tradición de los manda-
dudas nació antes de 1800. Y, por encima de todo, no siempre vivió en paí- rines. Para definir el término hay que postular un modelo claramente caracte-
ses extranjeros. Durante el siglo dieciocho y en la misma Universidad de rístico del proceso de aprendizaje. Evidentemente, aquí hay mucho más que
Halle, la búsqueda falaz del conocimiento inmediatamente útil había llegado la simple transmisión de información y el desarrollo de capacidades analíticas.
a amenazar a los mandarines en su propia casa. El error había sido sustan- La formación refleja y se origina en conceptos religiosos y neohumanistas de

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«crecimiento interior» y de autodesarrollo integral.4 El punto de partida es un En el núcleo, esas antítesis son incómodamente sencillas, pero se las pue-
individuo singular. Los materiales que se «experimentan» en el curso del de elaborar. Norbert Elias ha logrado perfilar la intrincada pauta de asocia-
ciones que surgieron alrededor del contraste entre las formas sociales sofisti-
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aprendizaje son «valores culturales objetivos». Aquí, la terminología es idea-


lista o neo-idealista, pero el punto esencial se puede afirmar con mayor senci- cadas, las actitudes habilidosas y el conocimiento mundano por una parte, y
llez. Queda caracterizado en la relación neohumanista con sus fuentes clási- la genuina espiritualidad o sabiduría cultivada por la otra.6 En 1784, Kant
cas. No sólo se llega a conocerlas, sino que más bien los ejemplos morales y distinguió explícitamente entre civilización y cultura al identificar la civiliza-
estéticos contenidos en las fuentes clásicas lo afectan profunda y totalmente. ción con las buenas maneras y las sutilidades sociales, y la cultura con el
arte, el aprendizaje y la moralidad. Pensaba que su época era civilizada casi
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Toda la personalidad interviene en el acto de cognición. Sí los materiales a


aprender son adecuadamente seleccionados, su contemplación puede condu- en exceso, sin estar por ello realmente culturizada.7 Kant no acusó abierta-
cir a la sabiduría y a la virtud. Pueden atraer, elevar y transformar al que mente a los franceses por ese estado de cosas, pero otros compatriotas suyos
aprende, y éste puede adquirir así una calidad indeleble, también llamada Bil- se apresuraron a dar ese paso. En cualquier caso, en la época de Napoleón
dung, que es un rival potencial de las características del aristócrata. la cultura era alemana y la civilización era francesa.
La palabra alemana Kultur fue adaptada de la cultura animí de Cicerón Elias estaba interesado por el curioso hecho de que una distinción social
por Samuel Pufendorf y por Gottfried von Herder. Hasta finales del siglo intra-alemana se hubiera transformado aquí en un estereotipo duradero so-
dieciocho permaneció íntimamente relacionada con el concepto de Bildung5 bre la diferencia entre los dos países. Los franceses siguieron identificándose
Tenía el significado de «cultura personal», se refería a la formación de la con una misión de civilización internacionalmente concebida. Los alemanes,
mente y del espíritu. Luego, gradualmente, se utilizó en los círculos eruditos al resultarles difícil y, sin embargo, deseable definirse a sí mismos como una
alemanes en su sentido más general para indicar todos los logros civilizados nación, tendieron a ver únicamente características alemanas en su preferen-
del hombre en la sociedad. Este segundo paso no se dio en Francia. Allí, cul- cia por la cultura antes que por la civilización. Que esa preferencia persistie-
tura siguió significando principalmente culture de l'esprit, mientras que civili- ra en los círculos académicos alemanes es algo que quedará más claro en los
sation, introducida por el fisiócrata marqués de Mirabeau, llegó a represen- capítulos siguientes. Por qué sucedió así constituye un problema algo más
tar la totalidad de las creaciones y disposiciones sociales e intelectuales del difícil de explicar.
hombre. Una vez que un cierto punto de vista queda incluido en un lenguaje, no
En cuanto civilisation y Kultur quedaron establecidas en Francia y en cabe la menor duda de que adquiere capacidad para superar las condiciones
Alemania, respectivamente, una fascinante cadena de asociaciones llevó a los en las que se originó durante un cierto espacio de tiempo. Pero resulta difí-
intelectuales alemanes a ver una antítesis entre los dos conceptos. En la Ale- cil creer que una supervivencia semántica de este tipo no se desvaneciera fi-
mania del siglo dieciocho, las actitudes mundanas de la aristocracia se adap- nalmente, o se viera totalmente alterada, a menos que siguiera viéndose ali-
taron a partir de modelos franceses. En aquellas pequeñas cortes alemanas mentada por una realidad social. En el caso de la antítesis entre cultura y
donde había un cierto brillo social, éste era francamente importado de Fran- civilización, esa realidad fue la existencia de una élite educada. El contraste
cia. Lo mismo puede decirse que sucedió durante mucho tiempo con res- verbal mantuvo su significación porque reflejaba la interesada preferencia
pecto a las modas literarias y artísticas, así como a las costumbres sexuales de los mandarines por un concepto particular de conocimiento.
del mundo aristocrático. Para el burgués alemán los hábitos franceses eran He aquí, de nuevo, una ilustración extraída de Der grosse Brockhaus:
frívolos o directamente perversos. Buena parte de su emergente conciencia
Kultur...; en particular, el ennoblecimiento [Veredelung] del hombre a
de clase (y de nación) adoptó la forma de la indignación moral, dirigida
través del desarrollo de sus capacidades éticas, artísticas e intelectuales; es
contra los cortesanos y nobles afrancesados. La postura del mandarín fue
también el resultado de la actividad de tales hombres cultivados, una caracte-
algo más compleja. También él se distinguía del mundo aristocrático, que
rística, un estilo personal de vida; los productos de tal actividad (objetos y va-
sólo podía considerar como algo intelectual y emocionalmente superficial, lores culturales). Así, Kultur es la formación y perfeccionamiento del mundo
No se encontraba a menudo con cortesanos bien educados, y cuando eso que nos rodea y que existe dentro de nosotros... Se distingue de la civiliza-
sucedía solía tratarse de hombres que imitaban las formas francesas sin ser ción, especialmente en la teoría alemana de la cultura, y esa distinción se hace
capaces de pensar por sí mismos. Es posible incluso que el mandarín admi- con intenciones evaluativas bastante definidas. Según esta distinción, la civili-
rase su porte y sus «logros», pero se veía obligado a sentir una cierta dicoto- zación es a la cultura como lo externo es a lo interno, lo artificialmente cons-
mía entre la forma que tenían esos cortesanos de aproximarse a las cuestio- truido con respecto a lo naturalmente desarrollado, lo mecánico con respecto
nes culturales y la suya propia. a lo orgánico, los «medios» con respecto a los «fines» (Spengler).

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El artículo continúa diciendo que la distinción es contestada, junto con coherencia teórica, la postura de Kant afectó de ese modo a casi todos los
el uso que hace Oswald Spengler de ella en su teoría de la decadencia. A pe- aspectos de la enseñanza alemana, y lo mismo sucedió con el esquema idea-
lista, y con la línea de Ranke en la historiografía.
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sar de todo, el párrafo concluye afirmando la separación entre cultura y civi-


lización, añadiendo que las dos pueden coexistir y que, en todo caso, la cul- Dicho breve y un tanto crudamente, la crítica kantiana se dirige contra
tura es un término mucho más amplio. una sencilla visión de sentido común de la experiencia.8 Según este punto de
Estas formulaciones pueden parecemos más sugerentes que claras, pero vista, nuestro conocimiento se basa en percepciones dignas de confianza del
tuvieron un significado. La civilización se identificó con los signos «exterio- mundo externo. Vemos los objetos que nos rodean; observamos sus movi-
res» de una clase limitada de educación. Al principio, se refería principal- mientos. Sólo necesitamos sumar las «cosas» que descubrimos de este modo
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mente a cuestiones de forma social. Sugería brillo superficial, pero también para llegar a una conciencia de la realidad cada vez más completa. En una
implicaba una clase de conocimiento generalmente práctico y mundano. Con versión más sofisticada de esta teoría, el hecho de que tengamos sensaciones
el transcurso del tiempo, el término «civilización» se expandió de forma bas- puede quedar plenamente explicado en términos de causas físicas y fisioló-
tante natural para abarcar todos los resultados del progreso «hacia el exte- gicas, mientras que nuestras ideas pueden ser descritas a su vez como las
rior», tanto en economía y tecnología como en la organización social, mien- consecuencias de nuestras sensaciones. Un objeto refleja la luz hacia nuestra
tras que Kultur continuó refiriéndose siempre al estado «interior» y a los retina, el calor estimula ciertas terminaciones nerviosas, y así sucesivamente.
logros de los hombres cultivados. La «civilización» evocaba las amenidades Los mensajes recibidos de esta manera son conducidos hacia el cerebro,
tangibles de la existencia terrenal; la «cultura» sugería preocupaciones espiri- donde se combinan para formar impresiones o experiencias complejas, imá-
tuales. En resumen, la cultura reflejaba la formación, mientras que la civiliza- genes coherentes que están plenamente determinadas y que, en consecuen-
ción era «simplemente» un producto del entrenamiento racional y técnico cia, son totalmente representativas de los objetos que las causaron. En cual-
basado en los datos objetivos. En este sentido, «cultura» era un término mu- quier caso, nuestro conocimiento es, en cierto sentido, una parte de ese
cho más amplio y global, y tenía sentido, por tanto, argumentar acerca de la orden natural de los objetos y los movimientos que refleja y aprehende. Por
relación histórica entre civilización y cultura. esa razón, no hay nada particularmente problemático en él.
Sería erróneo, sin embargo, sobreestimar todo el tema en este punto. El filósofo kantiano discrepa de todas las variantes de esta visión de sen-
Los propios académicos alemanes no exploraron todas las implicaciones tido común, y su crítica se basa en consideraciones lógicas. Admite que te-
de la antítesis hasta finales del siglo diecinueve, cuando ya fue abrumadora nemos sensaciones, pero se pregunta cómo vamos a demostrar que éstas se
la presión para hacerlo así. Tampoco sería justo sugerir que los ideales de hallan relacionadas de alguna forma con los objetos externos. Señala que
la formación y de la cultura estaban destinados a chocar con las exigencias no tenemos experiencia de un objeto, sino que más bien tenemos muchas
de la razón. Hacia 1800 tal conflicto no constituía más que una débil posi- sensaciones diferentes en momentos diferentes, y tendemos a agruparlas al-
bilidad, una potencialidad en el sentido lógico. La razón era popular en la rededor de referencias construidas: los objetos. ¿Cómo podemos hacerlo
medida en que implicaba la idea general de moral y de ilustración intelec- así? ¿Qué explica la coherencia aparente y la objetividad de nuestra expe-
tual. A pesar de todo, en el lenguaje de la élite emergente ya se había esta- riencia? ¿De dónde obtenemos nuestro sentido del tiempo y del espacio,
blecido un prejuicio incipiente contra el aspecto práctico y técnico de la sin el que no podríamos organizar nuestras percepciones? Naturalmente,
racionalidad. no tenemos ninguna experiencia directa de la conexión entre causa y efec-
to. Parecemos observar secuencias repetidas y ni siquiera éstas son sensa-
ciones en bruto. No podemos empezar por asumir una relación causal en-
El idealismo y la tradición histórica
tre objetos y sensaciones, entre sensaciones e ideas, y luego pretender
Los elementos formales más importantes de la herencia erudita de los «descubrir» la causa sólo a través de nuestras impresiones. En resumen, es
mandarines fueron la crítica kantiana, las teorías del idealismo y la tradición lógicamente imposible tratar nuestras percepciones como efectos ordinarios
histórica alemana. No todos los profesores alemanes de filosofía del siglo de la realidad externa. Nos enfrentamos con un vacío insuperable entre la
diecinueve fueron neo-kantianos. Pero entre aquellos que no lo fueron, un experiencia y la cosa en sí. Esto es, aproximadamente, lo que Ernst Cassi-
número considerable se movió «más allá de Kant», hacia alguna forma de rer ha denominado el problema del determinismo. Cualquier kantiano se
idealismo. Además, la crítica kantiana fue tan generalmente enseñada como sentiría especialmente ansioso por resaltar que se trata de un problema ló-
un punto de partida para todo el pensamiento filosófico que llegó a influir a gico, no de una cuestión ordinaria y, desde luego, no de un tema metafísi-
muchos eruditos que no eran filósofos profesionales. A un cierto nivel de co. El kantiano diría que no hay nada erróneo en nuestra continuada perse-

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cución de las investigaciones empíricas, siempre y cuando observemos dos nuestra experiencia no se pueden considerar como propiedades empíricas y
reglas. Primero, debemos admitir que ciertos elementos a priori. ciertas ca- psicológicas de tal o cual mente individual. Son axiomas necesarios de todo
tegorías de carácter lógico, tienen que estar necesariamente presentes en conocimiento, y es por tanto tentador atribuirlas a algo similar a una con-
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nuestra experiencia, lo que le da su cualidad organizada y objetiva. Segun- ciencia trascendental. La conciencia trascendental puede concebirse como
do, debemos resistirnos a la tentación de equiparar nuestras ideas con las un constructo puramente lógico, pero también puede adquirir un significa-
cosas, y las relaciones entre las ideas con las relaciones entre los objetos. En do casi religioso. En este sentido, el idealismo alemán tendió a moverse des-
resumen, no debemos volver a caer en el punto de vista de sentido común de la metafísica de la falacia del sentido común a la de un Ego absoluto o un
que provocó la crítica kantiana. espíritu universal.
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Estar aunque sólo sea casualmente familiarizado con estos problemas Estaba claro que había una cierta afinidad entre las teorías de los idealis-
epistemológicos significa hallarse perpetuamente en guardia contra las ex- tas y el protestantismo filosófico de la Ilustración alemana. Schleiermacher
plotaciones filosóficas más ingenuas de la tradición empírica. La comunidad se vio tan influido por el pietismo como por el idealismo, y cabe imaginar
académica alemana, en conjunto, estaba bien armada contra la metafísica bien a un pastor erudito buscando su inspiración en la nueva filosofía. Pero
implícita de ciertos cientifismos del siglo diecinueve. De hecho, tal y como hubo otros y más importantes vínculos entre las especulaciones de un Fich-
veremos algo más adelante, la sospecha generalizada de una falacia de senti- te, de un Schleiermacher, un Scheiling o un Hegel y todo el contexto cultu-
do común llevó a algunos intelectuales alemanes a desconfiar, en general, de ral y social de su tiempo. Ni siquiera los más grandes teóricos formales del
la investigación empírica. Su propia herencia filosófica no se limitaba a la idealismo fueron exclusivamente pensadores técnicos. El vocabulario que
crítica kantiana, sino que también abarcaba las teorías especulativas del ide- emplearon no fue tan poco familiar para su público como lo es hoy en día
alismo alemán, para el que esa crítica no era sino un punto de partida. para nosotros. En cierto modo, fueron ensayistas populares, portavoces elo-
Para empezar a pensar en términos idealistas uno elabora de una cierta cuentes de un credo que podía atraer tanto al lego como al metafísico profe-
forma sobre el contraste entre el modelo de sentido común de la experien- sional. Para reconocer esto, como hicieron las posteriores generaciones aca-
cia y su contrapartida kantiana. En el modelo de sentido común, la noción démicas alemanas, sólo hay que leer unos pocos pasajes de la Historia de la
de verificación parece implicar una comparación entre lo que pensamos y lo filosofía, de Wilhelm Windelband, uno de los más eminentes académicos ne-
que es realmente así en el «mundo externo». En el modelo kantiano, este okantianos de finales del siglo diecinueve, no un diletante entusiasta, a pe-
procedimiento se ve reducido en cierto sentido a una operación puramente sar de lo cual sus páginas ostensiblemente descriptivas parecen anunciar
«interna». Las impresiones y las ideas se comparan entre sí, no con los obje- continuamente las lecciones morales y culturales del idealismo.
tos físicos o los acontecimientos. La verdad no es correspondencia entre
La experiencia es una actividad de la conciencia dirigida hacia los objetos;
idea y objeto, sino que radica más bien en la ordenación adecuada de nues-
por ello, sólo puede derivarse de las cosas o de la conciencia. En el primer
tras sensaciones y conceptos, en las reglas formales o lógicas de acuerdo con
caso la explicación es dogmática, en el segundo idealista. El dogmatismo con-
las cuales son agrupadas e interrelacionadas. Los idealistas alemanes no sos- sidera la conciencia como un producto de las cosas; sigue la pista de las acti-
tenían que la realidad es una ilusión o un sueño bien hecho. De una forma u vidades de la inteligencia... hasta la necesidad mecánica de las relaciones cau-
otra todos ellos continuaron trabajando con alguna analogía de la compara- sales; en consecuencia, si se piensa de forma consecuente no se puede
ción descartada entre pensamiento y cosa. Distinguieron entre aquellos con- terminar más que de un modo fatalista y materialista. El idealismo, por el
tenidos o elementos de conciencia que parecen representar un mundo in- contrario, ve en las cosas un producto de la conciencia, de una función libre
dependiente u objetivo, y aquellos otros que no. El procedimiento que sólo determinada por sí misma: es el sistema de la libertad y de la acción. Es-
emplearon para ello es demasiado complejo como para sintetizarlo en unas tos dos modos de explicación, cada uno de los cuales es consistente en sí mis-
pocas frases y, en cualquier caso, sus soluciones técnicas fueron diferentes. mo, son... irreconciliables... Si no se quiere caer víctima de la desesperación
Lo que hay que resaltar en este contexto es que transformaron la confronta- escéptica, hay que elegir entre los dos. Puesto que ambas [alternativas] se
ción desacreditada entre realidad objetiva e impresión subjetiva en una es- presentan lógicamente como sistemas igualmente consistentes, la elección de-
penderá fundamentalmente «de la clase de hombre que se sea».9
pecie de relación dialéctica dentro de la conciencia.
Al buscar garantía metafísica de la correspondencia entre nuestras ideas Windelband atribuye su cita final del párrafo anterior a Fichte, el feroz
y el mundo de la cosa en sí, algunos idealistas también postularon la existen- teórico del Ego creativo y del no-Ego creado. Extrayendo de ello la inevita-
cia de una mente o espíritu abstracto. Las categorías kantianas y todas las ble moraleja, Windelband sigue diciendo que las consideraciones éticas, por
normas del pensamiento correcto que aseguran el orden y la certidumbre de sí solas, recomendarían elegir el idealismo sobre el dogmatismo. Este punto

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de vista fue bastante común entre los académicos alemanes desde el siglo del sistema. Estrechos lazos personales e intelectuales unían a los grandes
dieciocho al veinte. La decimoquinta edición de Der Grossc Brockhaus defi- artistas y poetas del período clásico alemán con los filósofos. Humboldt, el
ne el idealismo como «un Weltanschauung filosófico que ha dominado de
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neohumanista, y Schiller, el dramaturgo, formaron parte del movimiento


diversas formas el pensamiento occidental desde Platón». El autor de este idealista tanto como Fichte y Hegel. Para todos estos hombres, la nueva fi-
artículo de la enciclopedia incluye a continuación una lista de ocho tipos de losofía era una expresión de fuertes convicciones personales. Reflejaba su
idealismo teórico y observa que «en sentido práctico-ético, idealismo es la concepción del aprendizaje, sus ideales de formación y cultura. Windelband
creencia en la validez de las ideas y los ideales éticos y la disposición interior lo reconoció así cuando describió «el sistema estético-filosófico de la educa-
a trabajar e incluso a hacer sacrificios por su realización». ción»12 con su énfasis sobre el conocimiento «puro» y la autoformación
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Puesto que en alemán todos los nombres comunes se escriben con ma- como el verdadero hijo de los principios idealistas. Wilhelm Roessler ha es-
yúscula, no es posible establecer una distinción por escrito entre Idealismo e tablecido el mismo punto al escribir sobre la «espiritualización» (Vergeisti-
idealismo. Eso puede ayudarnos a explicar cómo el «sentido práctico-ético» gung) del mundo por parte de la élite intelectual de aquellos tiempos.13
del término acabó por entremezclarse con su significado técnico. Pero tam- Que la mente y la idea mueven y deberían mover el mundo, eso «es el espí-
bién hubo otras razones. Hasta Windelband describe la esencia del idealis- ritu que construye el cuerpo por sí mismo», por emplear la famosa frase de
mo al decir simplemente que «ve en las cosas un producto de la concien- Schiller:14 ése fue el «mensaje» cultural del idealismo.
cia». Esta proposición, como la referencia de Fichte a un Ego creativo, Schelling y la Naturphilosophie de principios del siglo diecinueve aplicó
podría ser reformulada fácilmente para sugerir algo así como «una genera- concepciones idealistas al estudio de la naturaleza; pero la nueva filosofía
ción de las cosas en la conciencia». La palabra alemana Geist, que tendría ejerció una influencia todavía más profunda y permanente en los estudios
que utilizarse en esta conexión, no sólo significa «mente» sino también «es- humanistas e históricos. El lenguaje del idealismo era particularmente ade-
píritu» o «alma». En las obras formales de algunos idealistas, Geist repre- cuado para los métodos y problemas abordados en esos campos. Aquí, más
sentaba el pensamiento colectivo de la humanidad y, a veces, incluso una que en ningún otro ámbito de la preocupación intelectual, había de provo-
conciencia trascendental que garantizaba la correspondencia de apariencia y car nuevas comprensiones y conservar una cierta vitalidad hasta bien entra-
realidad. Estas concepciones, junto con frases que identificaban al ser con do el siglo veinte. La misma palabra Geisteswissenschaft, que desde princi-
«ser-en-conciencia», estaban destinadas a engendrar imágenes teleológicas pios del siglo diecinueve ha jugado un papel fundamental en la clasificación
más populares de Geist que abarcaba, o creaba, o «se realizaba a sí mismo» alemana de las disciplinas, parece implicar una aproximación idealista a las
en el mundo. disciplinas humanistas que representa. En sus antecedentes, podemos seguir
Las nociones platónicas jugaron en todo esto un papel importante, aun- retrospectivamente la palabra hasta John Stuart Mill, o incluso hasta la in-
que no siempre explícito. Al describir el ideal alemán de la ciencia, el peda- fluencia de Descartes antes que él. En Alemania, Max Weber la ha encon-
gogo Eduard Spranger escribió acerca de estudiar «la totalidad divina indis- trado en Hermann von Helmholtz, el famoso psicofísico de mediados del si-
cernible en los detalles discernibles».10 En una conexión similar, el filólogo glo diecinueve.15 La obra de Hegel contribuyó a hacerla de uso general, y el
clásico Werner Jaeger introdujo la siguiente definición: «Geist es en cierto neoidealista Wilhelm Dilthey le dio finalmente una definición clara y siste-
modo todo lo que es. Es el ojo que registra todo lo real; pero el Geist se co- mática durante la década de 1880.
noce a sí mismo en el espejo de la naturaleza y de la historia, limpio de las Dilthey utilizó el término «Geist objetivo» para describir todo el alcance
oscuridades de su existencia temporal particular y accidental. El tiempo de los pasados logros culturales del hombre accesibles a nosotros en forma
puede cambiar el contenido y las vías del aprendizaje, pero esperamos que de literatura, convencionalismos del lenguaje, obras de arte, códigos legisla-
no llegue ninguna era en la que se pierda la conciencia de que nuestra digni- tivos y otros documentos o restos de cualquier clase.16 Allí donde uno o va-
dad como seres humanos radica precisamente en este último objetivo inte- rios hombres crean algún signo externo o le imprimen sus pensamientos y
lectual y espiritual».11 sentimientos íntimos, se externaliza u «objetiviza» un poco de «Geist objeti-
Spranger y Jaeger miraron hacia los tiempos de los grandes idealistas vo». Permanece en el mundo del Geist, no pasa a formar parte de la natura-
alemanes desde la perspectiva de la década de 1920; pero no hay razones leza. A pesar de todo, pasa a formar parte de nuestro ambiente «objetivo»
para pensar que malinterpretaron las intenciones de sus antecesores. El ide- de la misma forma que lo hace cualquier piedra o árbol. Evidentemente, hay
alismo fue, desde el principio, tanto un credo como una filosofía. Aparte de muchas disciplinas diferentes que estudian las «objetivaciones» de la con-
los famosos teóricos de la tradición, hubo hacia 1800 numerosos idealistas ciencia del hombre. En cierto modo, la mayor parte de nuestro pensamiento
menores que contribuyeron a propagar y ampliar las implicaciones morales es una especie de interacción entre nuestra propia mente «subjetiva» y los

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productos de otras mentes con los que nos confrontamos en todas partes. dejándose guiar por nuestros propios estándares. Ese fue el ideal de la men
En el esquema de Dilthey, toda esta confrontación, la investigación del Geist te centrada en el pasado, el tema central de la tradición histórica alemana.
en sus signos exteriores, cae bajo el encabezamiento de las Geisteswissen- Aun a riesgo de ser demasiado explícito y esquemático, podemos anali-
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schaften, las disciplinas culturales e históricas. zar aún más este ideal en términos de dos constituyentes básicos: los princi-
En su terminología, Dilthey fue parcialmente deudor de Hegel y de otros pios de la empatía y de la individualidad. El principio de la empatía supone
destacados idealistas de principios del siglo diecinueve. En sus revisiones de el intento de «situarse uno mismo en el lugar» de individuos históricos. Al
los métodos de las disciplinas culturales e históricas, se basó en una herencia tratar a un gobernante medieval, por ejemplo, los historiadores intentan des-
mucho más rica y abigarrada, que fue la tradición histórica alemana. cubrir las emociones e ideas que le hicieron actuar como lo hizo. No adscri-
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Desde finales del siglo dieciocho hasta principios del veinte, los historia- ben su comportamiento a su ignorancia y fanatismo, o lo describen como el
dores alemanes se vieron profundamente influidos por los movimientos filo- agente inconsciente de grandes fuerzas anónimas, ni imponen estándares
sófícos y literarios en los que se expresaba el credo mandarín. De Humboldt anacrónicos sobre su tiempo. Destacan las intenciones conscientes y los sen-
y Hegel absorbieron algunos de los conceptos idealistas que Dilthey trataría timientos, antes que las regularidades estadísticas o las leyes intemporales
de clarificar más tarde en su redefinición de las disciplinas humanistas. Her- del comportamiento. Al mismo tiempo, los historiadores deberían empezar
der y los teóricos del romanticismo alemán de principios del siglo diecinueve a considerar al gobernante en cuestión como un personaje único, no como
también ayudaron a configurar una tradición que quizá queda ejemplificada un miembro de una clase ahistóricamente abstracta, como la de los prínci-
de forma más memorable en la obra de Leopold von Ranke (1795-1886). pes de todos los tiempos. Ese es el principio de la individualidad, que puede
Ranke fue el gran decano y maestro de los historiadores alemanes durante la aplicarse a toda clase de sujetos. Al tratar con grupos, los historiadores que
mayor parte del siglo diecinueve. Cuando, después de 1890, los jóvenes his- aceptan este principio prefieren categorías tales como «la mentalidad del
toriadores intentaron formular de nuevo los fundamentos de su herencia me- Renacimiento», antes que conceptos intemporales como «la mentalidad reli-
todológica, concedieron un lugar destacado al pensamiento de Ranke. Sin giosa» o «el hombre económico». Una idea, una época, una nación, todas
embargo, también reconocieron que había asimilado ideas que se remonta- ellas se pueden representar como «individualidades» si lo que se quiere re-
ban al despertar cultural alemán de finales del siglo dieciocho y principios saltar es su singularidad y «concreción» indivisa. Al tener una mentalidad
del diecinueve. centrada en el pasado, el erudito nunca se abstrae del contexto histórico
Como tantos otros aspectos de la herencia de los mandarines, la tradi- que trata de comprender, como quien dice, «desde dentro». Trata la cultura
ción histórica alemana fue desarrollada, al menos en parte, como reacción y todo el «espíritu» de una época dada como un complejo singular y auto-
consciente contra ciertas tendencias intelectuales existentes en la Ilustración contenido de valores e ideas.
europea occidental.17 Tal como lo veían los eruditos alemanes, el mayor pe- Alrededor de estas concepciones se desarrolló toda una escuela de pre-
cado del historiador era tratar el pasado como una colección de ejemplos a guntas teóricas y de respuestas. El principio de la empatía exigía prestar
utilizar para glorificar al hombre, el progreso y el presente, para construir atención a las diferencias de método que distinguen la historia de las cien-
máximas generales de estadismo, o para esquematizar los avances de la cien- cias naturales. Las relaciones históricas, a diferencia de las leyes de la mecá-
cia y de la razón. Al criticar estas prácticas, los historiadores alemanes no tu- nica, se basan en parte en intenciones humanas. En ese sentido, tienen signi-
vieron la intención de prohibir toda clase de generalizaciones en la historia, ficado. La evidencia del historiador se sitúa en el mundo del «Geist
sino que sólo atacaron la generalización «ahistórica», la empleada errónea- objetivo» de Dilthey. Comprender a un hombre o una época del pasado es
mente. Cuando Ranke hizo su famosa observación acerca de acabar de des- reconstruir una individualidad histórica a partir de las «objetivaciones» de
cubrir «como fue en realidad», no tenía ciertamente la intención de exigir su espíritu que han sobrevivido. Puesto que tal reconstrucción supone se-
una completa suspensión del juicio interpretativo hasta que se hubieran reu- guir la pista de significativas pautas de pensamiento y comportamiento, la
nido todas las evidencias y pudiera contarse correctamente toda la historia explicación histórica depende del elemento de significado. Se reconoce que
de una vez y para siempre. Ningún historiador alemán adoptó jamás esa la afirmación de que el historiador busca significado en sus fuentes, o se re-
postura. Lo que hizo Ranke fue, simplemente, evitar un tratamiento del pa- fiere a los significados en sus explicaciones, no es idéntica a la afirmación
sado poco imaginativo y abiertamente anclado en el presente. En la medida metafísica de que el proceso histórico, como un todo, es significativo. Por
de lo posible, quería ser «histórico», describir épocas pasadas, instituciones otro lado, los historiadores y filósofos alemanes no siempre hicieron esta
e individuos «en sus propios términos», antes que juzgar el pontificado re- distinción antes de Dilthey. Aquí, una vez más, se afirmó a sí misma la tradi-
nacentista dejándose guiar por los estándares de Lutero, o la Edad media ción idealista. Incluso antes de Hegel, todo el impulso de esa filosofía esti-

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muló conceptos populares optimistas sobre el Geist como una causa tras- mento dado pasa la antorcha a su sucesora y en la que todas [las culturas] re-
cendente en la evolución de la civilización. De este modo, el principio de la presentan, en una complementación mutua, la totalidad de la vida.18
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empatía, elevado por encima del estatus de instrumento explicativo, se con-


virtió en una filosofía sustantiva de la historia. Troeltsch sugiere que, en el fondo, el principio de individualidad fue un
Probablemente, el principio de la individualidad debió más al romanti- cierto concepto de la relación entre un grupo o generalidad y sus elementos
cismo alemán y a sus antecedentes, que a los sistemas idealistas. En una con- constituyentes. El tema puede clarificarse mediante la analogía siguiente.
ferencia pronunciada en 1923 sobre «La ley natural y la humanidad en la Los miembros de una orquesta interpretan partes diferentes, cada una de
política mundial», Ernst Troeltsch analizó los orígenes de este principio y su ellas siguiendo una partitura adecuada a las cualidades singulares de su ins-
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papel en el pensamiento político alemán. Empezó por describir las tradicio- trumento. La música producida de este modo no está compuesta por com-
nes políticas francesa y anglo-americana en términos de dos conceptos bási- ponentes idénticos. De hecho, su cualidad, y con mayor seguridad aún su
cos: la versión secularizada de la ley natural estoica y cristiana, y el ideal «significado», no se puede describir como una simple conjunción de sus di-
democrático-progresista de «humanidad». Troeltsch argumentó que, sobre versas partes. Desde un punto de vista evaluativo, la sinfonía como un todo
todo en tiempos de tensión, estos dos axiomas se podían combinar en un no es simplemente una suma de partituras. No se puede prescindir de nin-
sistema altamente coherente, en un punto de vista exteriormente homogé- gún miembro individual de la orquesta. La actuación total depende de la
neo y característicamente occidental. Este punto de vista conducía, en los realización simultánea de diferentes objetivos por parte de numerosos par-
asuntos internacionales, al pacifismo, el cosmopolitismo y a la idea de una ticipantes, cada uno de los cuales se esfuerza por alcanzar una clase de per-
liga mundial de pueblos democráticos. fección limitada en la interpretación de su propia parte, de acuerdo con su
Volviendo a la teoría política alemana, Troeltsch dijo que la tradición de mejor capacidad.
la Iglesia estatal luterana ha resaltado las implicaciones conservadores y au- Indudablemente, esta analogía sinfónica podría afirmarse de una manera
toritarias de la ley natural cristiana. La reacción romántica alemana contra la más concisa y práctica. Sin embargo, y para nuestros propósitos, puede ser
Revolución francesa había sido, por encima de todo, una revuelta contra «la apropiado un toque de entusiasmo expansivo, puesto que el uso que hicie-
moralidad igualitaria universal», contra «la totalidad del espíritu científico ron los propios mandarines de la analogía fue a menudo tan entusiasta como
matemático-mecanicista de Europa occidental», y contra «la estéril abstrac- expansivo. A un cierto nivel podría emplearse la imagen sinfónica para criti-
ción de una humanidad universal e igualitaria». Según Troeltsch, el produc- car la idea de conocimiento como una simple suma de hechos fundamental-
to principal del romanticismo alemán fue «un nuevo principio positivo, éti- mente similares. El principio de individualidad podría considerarse, una vez
co e histórico», es decir, el «concepto de individualidad». más, como una descripción de métodos utilizados realmente por los histo-
riadores para tratar de comprender a un gobernante medieval, por ejemplo.
Pero, tal como señala Troeltsch, el concepto romántico de individualidad
Es de importancia decisiva el sentido místico-metafísico de este concepto
de individualidad, ya que supone en cada caso la concreción particular del implicaba algo más que una preferencia metodológica; comprendía afirma-
espíritu divino en personas singulares y en organizaciones comunales supra- ciones acerca de «los constituyentes básicos de la realidad». La noción de
personales. Los componentes básicos de la realidad no son materiales simila- individualidad, vinculada con la analogía sinfónica, adquirió un «sentido
res y átomos sociales y leyes universales..., sino personalidades singulares di- místico-metafísico», una dimensión especulativa. Esta dimensión engendró
ferentes y fuerzas formativas individualizadas... Esto tiene como resultado... en la tradición histórica alemana un énfasis insólitamente insistente en los
una idea diferente de comunidad: el Estado y la sociedad no son creados por grandes individuos «históricos»; una tendencia a tratar las culturas, los Esta-
el individuo mediante un contrato y una construcción pragmática [zweckra- dos y las épocas como «todos» personalizados, y la convicción de que cada
tionale], sino a partir de fuerzas espirituales suprapersonales que emanan de una de esas totalidades personificaban su propio espíritu singular.
los individuos más importantes y creativos, el espíritu del pueblo [Volksgeist] Estas predilecciones plantearon a su vez ciertas dificultades técnicas, que
o la idea estética religiosa. [De esta concepción básica] también resulta una
exigieron posteriores ajustes metodológicos. ¿Cómo era posible, por ejem-
idea de humanidad bastante diferente: no la unión última de seres humanos
plo, describir movimientos o tendencias continuadas en la historia, sin caer
fundamentalmente iguales en una humanidad total racionalmente organizada,
sino la plenitud de espíritus nacionales contendientes, que despliega sus más
en el error de aplicar categorías ahistóricas o generalizaciones del pasado?
altos poderes espirituales en este contexto... [Además, esta aproximación Existía claramente un incentivo para solucionar este problema mediante la
conduce a una concepción del desarrollo histórico como una progresión] de concepción del cambio histórico como un proceso «inmanente» de «tenden-
culturas cualitativamente diferentes, en las que la nación dirigente en un mo- cias que se despliegan». En este sentido, las analogías orgánicas estaban des-

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tinadas a ser atractivas, y también se disponía del lenguaje de Hegel y del nosotros describimos con la palabra alemana Wissenschaft y que... afortu-
idealismo. Eso ofrecía la posibilidad de seguir la pista del elemento dinámi- nadamente incluye mucho más que la ciencia inglesa y francesa».20 ¿Por
co de la historia hasta el ámbito de la mente, convirtiendo así el conflicto y qué afortunadamente? Evidentemente porque los académicos alemanes
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el cambio histórico en un análogo de la contradicción lógica, y tratando los preferían encontrar en el saber mismo una dimensión de la contemplación
hechos y condiciones reales, del pasado como emanaciones individualizadas y la sabiduría filosófica.
o como concreciones del Geist. Casi inevitablemente, la palabra Geisteswissenschaft evocó el principio de
empatia y sus ramificaciones en el lenguaje idealista del Geist. Después de
La idea de la universidad y del saber 1890 hubo un acuerdo universal entre los eruditos alemanes en el sentido de
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que la moderna idea alemana de la universidad y del saber se hallaba irrevo-


Para ver las tradiciones idealista e histórica alemanas como partes funcio- cablemente unida a sus orígenes intelectuales en el idealismo y el neohuma-
nales de una ideología de los mandarines, sólo hay que leer algo de la litera- nismo alemán.21 Se creía que la universidad, tal como fue concebida por
tura en la que los académicos alemanes describieron, después de 1890, su
Humboldt, Schleiermacher y Fichte, los argumentos contra el sentido prác-
idea de la universidad y del saber. En esa literatura, la palabra Wissenschaft
tico desarrollados en Halle, y hasta la misma organización de la Universidad
apareció con mucha frecuencia y, por tanto, debemos definirla desde el
principio. de Berlín, definían el ideal alemán de la educación superior para todas las
épocas futuras. Las décadas situadas alrededor de 1800 llegaron a parecer
La palabra Wissenschaft no es el equivalente exacto de «ciencia», puesto
un período de primitiva pureza. En aquellos tiempos, por seguir la narra-
que ésta implica unos ciertos compromisos metodológicos.19 En el uso ale-
ción retrospectiva de Eduard Spranger, «la ocupación con ideas wissenschaf-
mán, cualquier cuerpo organizado de información es citado como eine Wis-
tlich en el sentido de Kant, Fichte, Schelling y Hegel, apareció como el ca-
senschaft, con el artículo indefinido. Al mismo tiempo, todo conocimiento
mino hacia la perfección de la personalidad, y la personalidad humanista,
formal y la actividad colectiva de los eruditos relativa a su obtención, inter-
plena y ricamente desplegada, también pareció la mejor garantía de una ciu-
pretación y ordenación, puede ser considerada como Wissenschaft o, más
dadanía libre, consciente e intelectualmente alerta».22 Según Cari Becker, las
comúnmente, die Wissenschaft, con el artículo definido. Así, die Wissen-
universidades tenían en aquel entonces la consideración de santuarios nacio-
schaft debe traducirse como «erudición» o «saber», antes que como «cien-
nales. Inspiradas por la filosofía idealista alemana y entregadas a una bús-
cia», y eine Wissenschaft significa, simplemente, una «disciplina». En otros
queda faustiana de la verdad «pura», se hallaban cuidadosamente protegi-
idiomas es posible discutir si la sociología o la historia son «una ciencia».
das contra las exigencias prematuras de ofrecer resultados prácticos. Como
En alemán, la historia es eine Wissenschaft por definición, y preguntarse si
«fortalezas del grial», estaban destinadas a tener una influencia espiritual-
la sociología es eine Wissenschaft significa plantearse su estatus como una
mente ennoblecedora, antes que estrechamente utilitaria, sobre las discipli-
disciplina inequívoca y claramente circunscrita, y no por sus métodos más
nas del saber y sobre el conjunto de la nación.23
o menos «científicos». Decir que una cierta investigación histórica es wis-
Una y otra vez, los mandarines expresaron su interés por el impacto mo-
senschaftlich significa alabarla por su sana erudición y quizá por su mentali-
ral del saber, por su efecto sobre la totalidad de la persona. Ya fuera a través
dad centrada en el pasado. En otros idiomas, la palabra «científico» se em-
de las metáforas platónicas o del lenguaje del idealismo, describieron inva-
plea a veces en un sentido similar, pero con mayor frecuencia implica el uso
riablemente el acto de saber como una completa implicación personal del
de métodos análogos a los de las ciencias naturales.
conocedor con lo conocido. En este sentido fue muy útil el concepto de em-
El historiador alemán no sólo estaba seguro de que su campo de trabajo
patía pues cabía pensar que implicaba un vínculo algo más que conceptual
era una disciplina, sino que también sabía que era una Geisteswissenschaft,
entre el estudiante de las disciplinas humanistas y sus fuentes. Al fin y al
una disciplina humanista por definición. Eso le proporcionaba una ventaja
cabo, en esas fuentes se incluían significados y valores, y no simplemente he-
inicial en cualquier discusión con alguien que abogara en favor de los méto-
chos. Según la definición que da el Brockhaus, la formación significa «for-
dos «científicos» en la historia. Para ello sólo tenía que tildar el método de mar el alma por medio del ambiente cultural» a través de la «comprensión
su oponente como naturwissenschaftlich (apropiado para las ciencias natura- empática [Verstehen und Erleben] de valores culturales objetivos». Algunas
les) o como positivistisch (positivista), con objeto de desplazar la carga de la de las palabras empleadas en esta definición volverán a preocuparnos en un
prueba hacia el desafiante. De este modo, el propio idioma alemán llegó a capítulo posterior. Lo que tratamos de establecer ahora es la preocupación
favorecer ciertas concepciones de conocimiento y de saber. Tal como obser- axiomática de los mandarines por la importancia personal del saber.
vó Windelband, la philosophia griega «significa exactamente aquello que Después de 1890, esta preocupación se expresó a veces en la proposición

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de que la Wissenschaft pudiera o debiera conducir a una Weltanschauung. se impartieran más cursos de física a los no físicos, o de literatura para los
Habitualmente, Weltanschauung se traduce como «visión del mundo» o científicos. En este sentido, también compartía los puntos de vista de la ma-
«concepto integral del mundo», pero el término llegó a implicar algo más yoría de sus colegas. Como veremos más adelante, después de 1890 los man-
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que eso, Cuando el teólogo académico Reinhold Seeberg habló de la necesi- darines se quejaron bastante de los peligros de la «especialización». No obs-
dad de obtener una Weltanschauung a través de la erudición, no se refería tante, al hacerlo así no se referían fundamentalmente al hecho de que los
únicamente a una comprensión completa y sistemática de la realidad, o a expertos en las diferentes disciplinas supieran menos y menos acerca de los
una metafísica entendida aquí como algo distinto de un énfasis «meramen- campos de los demás. La mayoría de profesores adoptaron una actitud poco
te» epistemológico en filosofía. También recomendaba adoptar una postura entusiasta, indiferente o incluso hostil con respecto a la idea de las clases o
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emocionalmente activa con respecto al mundo, una «síntesis» personal de programas de estudio interdisciplinario. Lo que realmente les preocupaba
observaciones y juicios de valor en la que los propósitos del individuo se re- no era el aislamiento de las disciplinas entre sí, sino la creciente separación,
lacionaban con su comprensión del universo. Seeberg distinguió explícita- dentro de todas las disciplinas, entre erudición y una cierta clase de filoso-
mente entre «conocimiento simplemente empírico de partes individuales del fía. Jaspers expresó esa idea del siguiente modo:
mundo» y Weltanschauung. «Weltanschauung es el derecho de ciudadanía
del hombre espiritual [geistig] en el mundo del espíritu y, en consecuencia, La vitalidad en la Wissenschaft sólo existe en relación con un todo. Cada
la justificación de su dominio sobre el mundo sensible. Eso permite al hom- disciplina particular es tal todo y, en ese sentido, tiene un carácter filosófico,
bre, incluso sin información detallada y especializada, comprender el signifi- y la disciplina individual existe en relación con la totalidad del conocimiento
wissenschaftlich como tal. En consecuencia, el objeto de la universidad con-
cado y el valor de los diversos ámbitos del esfuerzo humano. Eso, por sí
siste en instilar en el alumno la idea de la totalidad del conocimiento [Erken-
solo, convierte al hombre en un hombre, en el pleno sentido de la palabra,
nen]. En este sentido, cada hombre motivado por el saber es «filosófico». [La
pues es la prueba de su espiritualidad [Geistige] o de su semejanza a Dios.» formación profesional] está privada de Geist y hace a los hombres inhumanos
Tal como cabría esperar, Seeberg definió la cultura como «la obtención per- en sus ocupaciones si no va dirigida hacia el todo... [Es posible compensar las
sonal de una Weltanschauung».24 deficiencias de información.] Pero si falta este fundamento..., la orientación
Cuando los académicos alemanes de la década de 1890 o de la de 1920 hacia las totalidades o ideas, nada de todo lo demás tiene esperanza.
hablaron sobre las funciones de una universidad, empezaron generalmente
por insistir en la necesidad de lograr una combinación de investigación y de En resumen, Jaspers no se oponía particularmente a la concentración del
enseñanza. Establecieron una nítida distinción entre una escuela y una insti- estudiante en su propia preparación profesional, siempre y cuando esa pre-
tución de enseñanza superior que, según ellos, debería estar dedicada a la paración fuera suficientemente «filosófica». Todo saber es «filosófico en la
búsqueda activa de la investigación. Se esperaba que los estudiantes univer- medida en que no se olvida del fin por los medios, en que no se sumerge
sitarios participaran hasta cierto punto en esa búsqueda, y hasta las clases se en... la técnica y los meros detalles, y en que no pierde la idea... En la idea
dedicaban fundamentalmente a informar sobre recientes trabajos eruditos y de Universitas, en la totalidad filosófica, se encuentra el aspecto espiritual
a proporcionar escalones que permitieran efectuar nuevos avances.25 Desde [geistig] de la erudición».27
luego, mucho antes de 1890 ya estaba claro que ese ideal no podía realizarse Así, uno de los axiomas de la doctrina de los mandarines era que la uni-
por completo. Siempre se había dedicado una gran atención a la formación versidad debía dedicarse a la búsqueda de una verdad filosófica «total». Esa
profesional, eran necesarias algunas clases de carácter general, y los exáme- búsqueda no debía abandonarse en beneficio de la obtención de resultados
nes estatales ejercían una influencia considerable sobre el curriculum. El fi- inmediatamente prácticos; el saber no debía estar separado de la filosofía.
lósofo Karl Jaspers, al igual que muchos de sus colegas, estaba dispuesto a La teoría seguía diciendo que en el caso de que se observaran esas reglas, y
admitir que la preparación de especialistas profesionales constituía, de he- sólo en ese caso, cabría esperar que la enseñanza académica produjera ver-
cho, una parte inevitable de los deberes de la universidad. Reconoció inclu- dadera cultura. Este punto fue establecido por el educador Theodor Litt,
so la tremenda importancia social de los certificados académicos como crite- quien argumentó en favor de establecer estrechos lazos entre la Wissenschaft
rios externos de formación. Estas cosas, sin embargo, le parecían secundarias y la filosofía con objeto de alcanzar la clase de formación que afectara a la
con respecto a los propósitos principales de la universidad, aunque podía «totalidad de la naturaleza del hombre». Seeberg siguió una línea de razona-
aceptarlas como ajustes necesarios a la realidad.26 miento similar al sugerir que la universidad no realizaría su verdadera fun-
Jaspers no se sentía particularmente interesado por la «educación gene- ción a menos que su búsqueda de la verdad erudita estuviera acompañada y
ral» (Allgemeinhildung). Eso es como decir que no defendía con fuerza que motivada por el esfuerzo por obtener una Weltanschauung. Aparentemente.

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Jaspers pretendía adoptar una postura más compleja y protegida, pues no Como idea, la analogía encuentra sus orígenes en los antecedentes teológicos
creía que el saber condujera invariablemente a una Weltanschauung. A pesar del pietismo, en Leibniz y su armonía de las mónadas, e incluso más allá, en
el pasado. En consecuencia, sus orígenes no dependen de la hipótesis de los
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de todo, resulta difícil evitar la impresión de que su argumento sobre la «to-


talidad» del saber no fuera más que una variante algo más sutil que el punto mandarines. Esa hipótesis, sin embargo, ayuda a explicar la perpetuación, la
de vista de Litt y Seeberg. En el fondo, Jaspers estaba tan convencido como reaparición asombrosamente frecuente de ciertos temas e imágenes en la mo-
la mayoría de sus colegas de que la combinación de investigación y enseñan- derna literatura académica alemana. El principio de individualidad fue uno
za en las universidades debería tener y tendría sobre el estudiante la clase de de esos temas. La analogía sinfónica se convirtió en una especie de hábito
efecto total que siempre se había asociado con la palabra «formación». De mental para muchos eruditos alemanes, y eso quizá se debiera en parte al pa-
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hecho, incluyó expresamente la «formación» como una función de la uni- pel que jugó en la ideología de la cultura.
versidad.28 La cita de Simmel también plantea una cuestión acerca de la aptitud
Cuanto más se estudia la noción de formación en el sentido de «cultiva- para el aprendizaje. Puesto que no «toda clase de saber, virtuosismo o refi-
ción», tanto más nos sentimos impresionados por su importancia y sus nu- namiento que posea un hombre» se consideraba como cultura, a menos que
merosas implicaciones. Consideremos, por ejemplo, lo que tiene que decir al desplegara la «prefiguración interna» de la «perfección subjetiva» de su
respecto el filósofo y sociólogo Georg Simmel: «Toda clase de saber, virtuo- alma, era inevitable que surgiera alguna dificultad a la hora de determinar
sismo o refinamiento que posea un hombre no puede inducirnos a atribuirle quién era capaz de estar cultivado. Si se piensa en la educación como un
verdadera cultura [Kultiviertheit], si esas cosas funcionan... sólo como so- proceso en el que se comunica un cuerpo de información y ciertos métodos
breañadidos que llegan a su personalidad desde un ámbito [Wertgebiet] ex- de análisis, se puede llegar, al menos en principio, a un medio de evaluar la
terno a ella y, en último término, permanecen externas a ella. En tal caso, un receptividad del estudiante. Es posible valorar su progreso mental innato,
hombre puede tener atributos cultos [Kultiviertheiten], pero no está cultiva- dentro de ciertos límites, y descubrir cuánto sabe ya. Sin embargo, surgen
do; la cultura sólo se obtiene si los contenidos absorbidos del ámbito supra- problemas mucho más difíciles si se considera el aprendizaje como una
personal parecen desplegarse, como a través de una secreta armonía, sólo en transferencia de valores culturales y espirituales. Si se tiene que juzgar toda
el alma que existe en ellos como su propia tendencia instintiva, como la pre- la personalidad del alumno como un vehículo potencial para el «despliegue»
figuración interna de su perfección subjetiva».29 El «ámbito suprapersonal» de esos valores, resulta bastante imposible tomar decisiones, incluso mode-
de Simmel era el mundo del «Geist objetivo» de los neo-idealistas. Aparte radamente objetivas, sobre su aptitud.
de ese tecnicismo, el párrafo tiene fuertes resonancias del ideal pietista y Eso constituyó un grave problema en la filosofía de los mandarines sobre
neohumanista de autodesarrollo único. Toda la metáfora de tendencias que la cultura, puesto que tendía a dejar la selección de los candidatos a la edu-
se «despliegan» según una «prefiguración interna», también sugiere el prin- cación superior en manos del azar, o de los prejuicios sociales de la propia
cipio de la individualidad y su propio círculo de imágenes relacionadas. élite cultivada. Hasta bien entrado el siglo veinte los académicos alemanes se
De hecho, es imposible imaginar el credo de los mandarines sin el con- resistieron tenazmente a la idea de que pudiera comprobarse la capacidad
cepto de individualidad, o sin la analogía sinfónica a la que se vinculaba ese potencial del estudiante. De hecho, Jaspers distinguió entre cuatro clases de
concepto. Una vez que se describió la cultura como algo que ejercía su efec- aptitudes relevantes para el mundo académico. En la primera de ellas inclu-
to total sobre el conjunto de la personalidad, el hombre cultivado casi tenía yó la capacidad para aprender, memorizar y una variedad de otras funciones
que ser concebido como una obra de arte singular. Eso planteaba el proble- que los estadounidenses asociarían con la noción de cociente de inteligencia.
ma de la relación entre la cultura individual y la cultura nacional. Los hom- Aunque admitía que esas cualidades podrían medirse eventualmente con ma-
bres cultivados no eran iguales, y la cultura, a diferencia de la civilización, se yor o menor exactitud, las consideraba bastante menos importantes para el
consideraba como algo más que una suma de logros más o menos similares. éxito académico que las otras tres categorías de capacidad: «la inteligencia
Por otro lado, había un incentivo a ver el espíritu de la nación, el Volksgeist como tal» (die eigentliche Intelligenz), «la sensibilidad intelectual y espiri-
como «emanante de los individuos más importantes y creativos». Eso podía tual» (Geistigkeit), y «la creatividad, el genio» (das Schöpferische, Geniale)30
hacerse más fácilmente imaginándose la cultura nacional como un producto Según él, esas cosas nunca se podían valorar estadísticamente. Siguiendo a
sinfónico de elementos constituyentes únicos. Ningún intelectual alemán de- Platón, declaró como su ideal que las más grandes mentes de la nación de-
sarrolló conscientemente todas estas consideraciones, pero el principio de la berían ser sus líderes. Pero puesto que ese objetivo teórico nunca podía lle-
individualidad y la analogía sinfónica jugaron, de hecho, un papel técnico varse perfectamente a la práctica, creía que era mejor dejar la selección de
muy importante en la estructura de la argumentación de los mandarines. los estudiantes universitarios, los futuros líderes de la nación, en manos de

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procesos sociológicos normales, en lugar de hacerlo mediante las técnicas ción durante el período de Weimar para argumentar que los maestros de en-
racionalistas de examinadores dispuestos a ello. Recordaba a sus lectores señanza primaria debían ser excluidos de las universidades. Situó su profe-
que siempre se había sabido que las masas poseían una inteligencia baja, y
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sión en el ámbito de la experiencia práctica, para el que no dejaba espacio


resaltó la importancia del ambiente familiar, y la sensación de que la recepti- en las instituciones regulares de enseñanza superior. Para él, como para mu-
vidad del estudiante sería pobre a menos que procediera de la tradición de chos de sus colegas, Wissenschaft significaba abstracción, teoría.
una «familia cultivada». Esta ecuación afectó a su vez al concepto que tenían los eruditos alema-
Un aspecto todavía más importante de la herencia académica alemana nes de «la libertad de enseñanza». Después de 1890 hubo un acuerdo gene-
era el ideal del saber «puro» e impráctico. Tal como señaló Spranger, este ral de que esa libertad se hallaba firmemente anclada en la tradición acá
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concepto se desarrolló originalmente como una reacción consciente contra démica alemana. Humboldt, Schleiermacher y los otros fundadores intelec-
el énfasis puesto sobre el conocimiento útil, que había predominado en Ha- tuales de la moderna universidad alemana se habían sentido profundamente
lle y en otras universidades alemanas durante el siglo dieciocho. En aquella preocupados por ello, y sus escritos programáticos sobre el tema habían
época, los gobiernos cameralistas estuvieron a punto de transformar las ins- sido aceptados en principio por los funcionarios gubernamentales alemanes,
tituciones de enseñanza superior en simples escuelas de formación para pas- así como por los propios profesores. Actualmente, en Estados Unidos, a na-
tores leales y ortodoxos, empleados de la administración y administradores die se le ocurriría lanzar un ataque teórico explícito contra la libertad acadé-
de fincas.31 Los neohumanistas y los idealistas lograron evitar este peligro y mica, aunque tuviera la intención de limitar o socavar esa libertad en la
su condena del sentido práctico de miras estrechas pasó a formar parte per- práctica. Lo mismo sucedió con la libertad de enseñanza en Alemania du-
manente de la doctrina mandarinal. En opinión de Spranger, eso ayudó a rante finales del siglo diecinueve y más tarde. Eso era algo que estaba garan-
proteger la enseñanza alemana de aquel mezquino punto de vista de la rela- tizado, en teoría, de modo que sólo quedaban abiertos a la discusión su am-
ción entre teoría y práctica que finalmente condujo a los eruditos occidenta- plitud e importación.
les a los errores del positivismo. Aquí es donde la noción del sentido no práctico representó una diferen-
Jaspers afirmó el ideal de la ausencia de sentido práctico en su forma cia, pues afectó al ideal de la libertad de enseñanza en su mismo significado.
suave y más coherente. Admitió que quizá nunca lograra alcanzarse la ver- Humboldt y sus colegas se sintieron ofendidos por la protección oficial de la
dad absoluta, pero insistió a pesar de todo en que se buscara por su propio ortodoxia religiosa. Exigieron que las autoridades abandonaran su mezquina
mérito: «La Wissenschaft surge, cuando, primero, el trabajo racional se libera censura de libros y conferencias, que no impusieran restricción alguna a la
de estar al simple servicio de propósitos cotidianos..., de modo que el cono- libertad de expresión desde los atriles. Al mismo tiempo, se sentían ansiosos
cimiento se convierte en un propósito en sí mismo, y cuando, segundo, lo por desafiar los manifiestos intentos del gobierno por obtener ventajas in-
racional no permanece en fragmentos aislados... cuando todo lo racional se mediatamente prácticas del apoyo financiero que daban a la educación su-
halla destinado a convertirse sistemáticamente en un conjunto internamente perior. Los reformadores se opusieron al predominio de las facultades pro-
relacionado».32 Debería observarse aquí que la posición de Jaspers es más fesionales sobre la facultad de filosofía, y confiaban en invertir esa situación.
extrema de lo que parece en un principio. Su formulación rompe por com- Fueron los apóstoles del idealismo alemán, y vieron la Wissenschaft a la luz
pleto los lazos entre erudición y todos los «propósitos cotidianos», y con- de sus sistemas filosóficos. Creían que la enseñanza debía ser «pura» o «li-
vierte a la propia verdad en una especie de totalidad especulativa. Evoca así bre», en el sentido de que sus preocupaciones no deberían estar dictadas
una imagen de aprendizaje que tiene poco que ver con la noción de sentido por consideraciones utilitarias. Como resultado de ello, el ideal de libertad
común de plantear preguntas y buscar pruebas. De hecho, en la definición académica, que ellos mismos definieron, siempre estuvo informado, al me-
que hace Jaspers del aprendizaje hay muy pocos elementos táctiles u opera- nos parcialmente, por la convicción de que no se debía pedir al Geist que
tivos; no sugiere tocar, ver o hacer algo. En ese sentido, su argumento repre- descendiera desde el ámbito de la teoría, con objeto de involucrarse con la
senta una filosofía elitista del ocio; es aristocrático, ultramundano, contem- práctica.
plativo. En 1896, el economista Adolph Wagner pronunció una conferencia aca-
El clasicista Werner Jaeger afirmó lo mismo pero con más fuerza: «Wis- démica para celebrar la fundación de la Universidad de Berlín unas nueve
senschaft y empirismo [Empirie], esta última palabra tomada en el sentido décadas antes. Al revisar las circunstancias bajo las que se estableció la uni-
antiguo de experiencia práctica, son dos cosas fundamentalmente diferentes, versidad, informó sobre un incidente característico. Wilhelm von Humboldt
y Wissenschaft no tiene lugar allí donde se necesita Empirie, pues la teoría había sugerido originalmente que la universidad fuera financieramente inde-
mata el instinto».33 Tal como sucedieron las cosas, Jaeger empleó esta distin- pendiente, mediante una donación permanente de propiedades de tierras.

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El funcionario encargado de la educación, en el ministerio prusiano del In- más «ideal», sin embargo, estaban firmemente convencidos de que la ense-
terior, apremió al rey para que rechazara esa propuesta. Sus razones para ñanza era relevante para la vida. De hecho, la amplía definición de la expe-
riencia académica en términos de cultura y Weltanschauung tendía a hacer
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ello fueron citadas como-sigue: «Por muy exaltadas que puedan ser las cabe-
zas, los estómagos siempre mantendrán sus derechos sobre ellas... Aquel que a las universidades responsables de la situación moral de la nación. Resulta-
gobierne sobre estos últimos siempre podrá tratar con las primeras».34 Wag- ba demasiado fácil imaginar los logros colectivos del Geist como una espe-
ner recordó que el plan de Humboldt fue posteriormente descartado, y si- cie de fluido espiritual que podía ser absorbido por el cuerpo de la socie-
guió diciendo que la donación de terrenos habría sido, de hecho, insuficien- dad alemana, una vez que hubiera sido destilado de la verdad pura, en el
te para apoyar la expansión de la universidad durante el siglo diecinueve. seno de las «fortalezas académicas del grial». La educación superior adqui-
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Aparte de eso, no expresó ninguna verdadera simpatía por los objetivos de rió una tremenda importancia moral y espiritual dentro de este esquema, y
Humboldt, como tampoco se lamentó por su fracaso. De hecho, Wagner los líderes intelectuales de la élite cultivada cumplieron el papel de inter-
parecía estar genuinamente convencido de que el Estado siempre había mediarios entre los ámbitos eterno y temporal. Pero sólo pudieron cumplir
dado y seguiría dando un apoyo desinteresado y sin regateos a la enseñan- esa función y mantener su lugar mientras nadie perdió la fe en su Weltan-
za pura. schauung idealista.
Este optimismo parece un tanto curioso, sobre todo si tenemos en cuenta
que las universidades alemanas no se hallaban bien protegidas institucional- Implicaciones sociales y políticas
mente contra la interferencia burocrática. Los derechos del autogobierno
académico no eran ni amplios ni estaban asegurados, y los Estados disponían La moderna teoría política de Europa occidental se ha desarrollado alre-
de amplios medios para suprimir las opiniones no ortodoxas en el mundo dedor de dos grandes conceptos: la ley natural y el contrato social. Estas dos
académico. A pesar de todo, hubo relativamente muy poca preocupación ideas han sido interpretadas como limitaciones sobre el poder absoluto del
por estas cuestiones... antes de 1918. A la mayoría de profesores alemanes Estado. Ambas han tendido a fortalecer el derecho individual de resistencia
no les preocupaba que hubiera un cierto grado de influencia oficial sobre contra el gobierno malo o tiránico. La ley natural ha aportado estándares in-
las instituciones y sobre toda la organización externa de la enseñanza. El dependientes de juicio a ser utilizados contra un déspota, y la idea del con-
punto de vista general era que una cierta dependencia práctica del Estado trato social ha tendido a sugerir que las instituciones políticas deben ser
no interferiría con el ideal de autonomía de las universidades.35 Mantener examinadas desde el punto de vista de su utilidad para la sociedad y para
esta postura era como decir, de hecho, que el escenario mundano en el que sus miembros.
tiene lugar la búsqueda de la verdad no sería capaz de distorsionar grave- En Alemania, la corriente principal del pensamiento político ha tomado
mente los resultados de esa búsqueda. Esta proposición sólo podía basarse, una dirección diferente. Durante el transcurso del siglo diecinueve y espe-
a su vez, en el concepto idealista de la enseñanza «pura». Si se admite que cialmente después de 1890, aumentó la diferencia entre la teoría social ale-
los puntos de vista partidistas pueden afectar al mundo académico porque mana y la anglo-francesa, lo que provocó una atención cada vez mayor. Pero
existe una estrecha relación entre preocupaciones teóricas y prácticas, se tie- la divergencia se inició realmente durante los siglos diecisiete y dieciocho
ne que buscar la libertad académica en la autonomía financiera y organizati- tal como ha demostrado Leonard Krieger. Desde Pufendorf a Thomasius
va, o en el principio de la tolerancia de la diversidad. Jaspers tenía una cier- Wolff y Kant, los pensadores alemanes reformularon las concepciones de la
ta simpatía por esta última alternativa, como la tenían los más reflexivos de ley natural y del contrato social de tal modo que minimizaron sus implica-
entre sus colegas.36 Pero la idea de la ausencia de sentido práctico sirvió a ciones antiabsolutistas. Adoptaron características «pautas de reconciliación»
muchos profesores alemanes como la principal garantía de enseñanza «li- que permitieron al Estado aparecer como el guardián de valiosas libertades,
bre», como una especie de sustituto de las salvaguardas institucionales de la en lugar de como su enemigo potencial.37
independencia académica. Diversas líneas de argumentación condujeron a este resultado. El indivi-
Todo esto no quiere decir, sin embargo, que los mandarines alemanes no duo tenía que transferir muchos de sus derechos a la sociedad en un pacto
vieran relación alguna entre el trabajo de las universidades y la vida cotidia- inicial, de modo que la posterior absorción de la sociedad en el Estado diera
na de la sociedad alemana. Antes al contrario, demostraban una extraña fe a éste un conjunto de poderes insólitamente amplio. La ley natural perdió
en el poder de la palabra escrita. Rechazaban la idea de que la enseñanza su estatus como fuente independiente de normas sociales. Se redefinió la ley
debiera producir resultados útiles inmediatos de tipo técnico y, desde luego, positiva como un vástago o como un aliado de principios éticos eternos. El
no abrigaban un concepto «positivista» de ingeniería social. En un plano Estado idealizado se convirtió en agente moral, en una institución educativa.

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ralista del siglo dieciocho. Hubo al menos uno de los grandes fundadores de
y la libertad con respecto a la limitación externa se transformó en la «liber-
la tradición mandarinal, Wilhelm von Humboldt, que desarrolló una aver-
tad interna» del individuo éticamente autodirigido.
sión casi incorregible al gobierno paternalista porque temía que pudiera re-
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Uno de los productos de estos desarrollos intelectuales fue el ideal ale-


presentar un obstáculo para la cultura. De hecho, Humboldt escribió una
mán del «Estado de derecho», el Rechsstaat.38 El término, en sí mismo, no
defensa del individualismo político por motivos culturales que fue, proba-
empezó a utilizarse hasta principios del siglo diecinueve, pero el concepto se
blemente, tan rigurosa como pudiera haberlo hecho cualquier teórico del
remonta a Thomasius, a Wolff, y especialmente a Kant. Brevemente expre-
laisser-faire por razones económicas.40 Si alguna vez hubo en Alemania algo
sado, el ideal del Estado de derecho exige que el gobierno proceda sobre la
que pudiera considerarse como «liberalismo mandarinal», Humboldt fue su
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base de principios fijos y racionales, que éstos sean pública y claramente


principal fundador y modelo. ¿Qué podría haber ocurrido si la élite cultiva-
afirmados, y que estén en concordancia con las exigencias intemporales de
da de Alemania hubiera adoptado una oposición realmente concertada con
la ética. Los dos elementos cruciales de esta definición son la atribución de
respecto al absolutismo en el umbral del siglo diecinueve?
propósitos morales al Estado, y la llamada a la legalidad. Esta última podría
No lo sabemos porque no hicieron nada de eso. En su lugar, establecie-
interpretarse en un sentido «liberal», podría convertirse en la exigencia de
ron un acuerdo característico con sus gobernantes, y es esa negociación la
una constitución política. Pero eso no sucedió realmente en Alemania hasta
que fue posteriormente idealizada en el concepto de Estado cultural. Los
principios del siglo diecinueve. Con anterioridad, los antecedentes teóricos
términos del acuerdo fueron que la monarquía burocrática ofrecería un apo-
del Estado de derecho no suponían más que una revulsión contra un gobier-
yo sin regateos a la enseñanza, sin exigir beneficios prácticos inmediatos, y
no no sistemático y arbitrario. Incluso al escribir sobre una «república»,
sin ejercer un control demasiado estricto sobre el mundo de la enseñanza y
Kant se refería a una futura concordancia de la ley moral y positiva, a una
del Geist. En otros aspectos, el Estado también reconocería y satisfaría las
época en la que un pueblo éticamente maduro obedecería libremente los
demandas de cultura. Se convertiría así en un vehículo, en un agente mun-
preceptos que reconociera como propios. Esta postura podría ser descrita
dano o forma para la conservación y difusión de los valores espirituales. De
como «virtualmente» pero no realmente constitucional.
hecho, buscaría su legitimidad en esta función, y sería recompensado por
Por estas razones, resulta más fácil comprender la exigencia teórica de
haberla encontrado allí. El Estado se ganaría el apoyo de la élite cultivada,
legalidad en la Alemania del siglo dieciocho como una expresión del impul-
que lo serviría no sólo como funcionarios capaces, sino también como pa-
so burocrático hacia la racionalidad y predecibilidad en el gobierno. Como
trocinadores teóricos y defensores del mismo.
tal, se hallaba en paralelo con el verdadero trabajo de codificación legal y re-
Naturalmente, no existe un solo documento que describa la relación sim-
forma que culminó en el Código General de 1794. La exigencia de legalidad
biótica entre los mandarines y sus gobernantes en estos términos, digamos,
se dirigió contra el gobierno puramente personal de los príncipes del siglo
tan «comerciales». No se firmó ningún contrato. A pesar de todo, existen
dieciocho que todavía consideraban sus territorios y súbditos como su pro-
una amplia variedad de evidencias que indican que esa negociación se llevó
piedad privada. Reflejaba la búsqueda burguesa de una cierta seguridad en
realmente a cabo y se aprobó por ambas partes. Ya hemos examinado las
la vida privada, y justificaba el punto de vista de su llamamiento oficial. Lo
disposiciones legales e institucionales que se tomaron durante las décadas si-
que no hacía, lo que no estaba destinado a hacer era limitar la amplitud del
tuadas alrededor de 1800, y que establecieron el carácter de la organización
absolutismo burocrático y sistemático, y no implicaba tampoco ninguna cla-
social alemana durante muchos años. Los fundadores intelectuales de la tra-
se de participación popular en el gobierno.
dición mandarinal ayudaron a organizar este sistema y describieron sus pro-
Junto con el concepto de Estado de derecho, el ideal del Kulturstaat, el
pósitos. El propio Wilhelm von Humboldt abandonó su anterior defensa de
«Estado cultural», también ha jugado un papel importante en la moderna
un individualismo cultural extremado, e hizo planes para la nueva universi-
teoría política alemana.39 Una vez más, la palabra no empezó a ser utilizada
dad prusiana en Berlín. Junto con los otros grandes reformadores de la épo-
hasta el siglo diecinueve, pero las ideas asociadas con ella se originaron an-
ca, creó la ideología un tanto ambigua de la enseñanza «libre» y «pura», que
tes de 1800. Los neohumanistas e idealistas alemanes de finales del siglo die-
permitió la posterior acomodación del mundo académico alemán a las reali-
ciocho juzgaban todos los asuntos humanos a la luz de un gran objetivo. El
dades del absolutismo burocrático. Todo esto formó parte de una compren-
ideal de la cultura era su valor último, y se sentían naturalmente inclinados a
sión tácita y no del todo consciente.
subordinar otras preocupaciones y temas a las exigencias de la cultura. Al
En un nivel más teórico, la doctrina del Estado cultural quedó implícita
ser aplicada a la política, esta actitud condujo al ideal del Estado cultural.
en los escritos de Fichte y de otros intelectuales destacados durante el perío-
La aproximación cultural al gobierno, si es que se puede denominar así,
do situado alrededor de 1800. En Weltbürgertum und Nationalstaat y en
no implicaba necesariamente un punto de vista favorable del Estado came-

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otros escritos, el historiador Friedrich Meinecke ha descrito el surgimiento do, se aseguró no sólo su propia existencia y la del propio Estado amenaza-
gradual de un sentido alemán de la nacionalidad durante finales del siglo do, sino también toda una suma de valores internos, una fuente de energía y
dieciocho y principios del siglo diecinueve.41 El carácter peculiar de este felicidad para generaciones posteriores.»42 A eso se le podría denominar una
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proceso se debió en parte a la ausencia de un Estado alemán unificado. La imagen fértil, capaz de sugerir con fuerza la teoría del Estado cultural. A un
nación tuvo Que ser definida en términos puramente culturales, porque no cierto nivel, el párrafo puede leerse como una historia social e institucional
hubo oportunidad de desarrollar un sentido institucional o constitucional de la negociación entre los mandarines y sus gobernantes. Al mismo tiempo,
del Estado. Al mismo tiempo, el nuevo nacionalismo fue casi exclusivamen- Meinecke tenía la intención de referirse a la historia intelectual del período
te una creación de las clases educadas, y eso debería ayudar a explicar la situado alrededor de 1800, cuando los pensadores alemanes estaban teórica-
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forma que adoptó. Los argumentos culturales de los neohumanistas y de los mente más preocupados y más favorablemente dispuestos hacia el Estado.
idealistas fueron transferidos desde el contexto cosmopolita del siglo diecio- En cierto modo, desarrollaron una orientación más mundana. Meinecke no
cho a la nueva estructura de la nación cultural. A veces, el Volk romántico, dejó de ser crítico en su actitud hacia algunas de las consecuencias que tuvo
el pueblo, jugó un papel mediador en esta transferencia, pero no siempre este matrimonio en el siglo diecinueve. Sabía que el pensamiento alemán
fue ese el caso, ni necesariamente fue así. Lo importante es que la nación, y había perdido algo en su descenso. Pero también comprendió la inmensa
a través de ella el Estado, se definieron como criaturas y agentes de los idea- importancia de la acomodación para la evolución posterior de la sociedad y
les culturales de los mandarines. la cultura alemanas, y se dio cuenta de que ambos socios se beneficiaron del
El principio de individualidad y la analogía sinfónica fueron inmensa- acuerdo.
mente útiles como técnicas de argumentación en la construcción de la teoría Lo que sucedió realmente en Alemania hacia el 1800 se puede describir
nacionalista. Tal como sugirió Troeltsch sirvieron para establecer imágenes de varias formas. Una de ellas puede resaltar el hecho de que las teorías del
satisfactorias de las relaciones entre la cultura personal y la cultura nacional, idealismo y el romanticismo alemán aportaron una cierta seguridad moral en
entre el individuo y el pueblo, entre la nación y la humanidad. En este con- sí mismo del absolutismo y el nacionalismo alemán. Los liberales occidenta-
texto nacieron ciertas características de la tradición histórica de Ranke. A les se han preocupado a menudo por este aspecto del problema. Los histo-
partir de entonces, los historiadores alemanes tendieron a tratar a los Esta- riadores alemanes Ernst Troeltsch y Friedrich Meinecke sintieron que en los
dos como individualidades, como «todos» sinfónicamente concebidos, como escritos de los idealistas y románticos alemanes se reflejaba una idea única
encarnaciones de espíritus nacionales únicos. En general, se puso el énfasis de la libertad.43 Fundamentaron esa concepción en el énfasis puesto en la
en la afirmación de esas individualidades en el plano internacional. Durante «sumisión» (Hingabe) mística y la «interioridad» (Innerlichkeit) de la heren-
la mayor parte del siglo diecinueve, la historia de Ranke fue principalmente cia religiosa alemana. Al ser secularizadas, estas tradiciones engendraron un
militar y diplomática. La historia social, en particular, no encajaba en el es- ideal de sumisión voluntaria a la comunidad, y una preocupación simultá-
quema que tenían los mandarines de la realidad, puesto que eso habría de- nea por la «libertad interior» de la personalidad cultivada. La adaptación
safiado la identificación bastante unilateral del «todo» nacional con la mi- de las imágenes religiosas al campo de la política tuvo lugar dentro de los
sión cultural de sus líderes intelectuales. En cualquier caso, se suponía que confines de la pequeña sociedad cortesana de los siglos diecisiete y diecio-
los conflictos internacionales reflejaban las luchas entre unidades culturales cho, que tendía, en cualquier caso, a inhibir las expresiones exteriores de
diferentes, y esa suposición subyacente dio significado e intensidad a la his- individualidad. Como consecuencia de ello, los idealistas y románticos ale-
toria de los Estados y sus batallas. Más de un estudiante alemán ha crecido manes trataron al Estado como ese «todo» que hasta el gobernante estaba
con la impresión de que fue Fichte quien derrotó a Napoleón. obligado a servir. Sólo sobrevivieron las aspiraciones de la cultura indivi-
En una historia popular de las guerras alemanas de liberación, Friedrich dual y de sus representantes para dar un significado positivo a la idea ale-
Meinecke describió el período de la reforma prusiana en términos de «un mana de libertad.
matrimonio entre el estado y el mundo de la mente y del espíritu». «El Esta no es más que una de las aproximaciones posibles a un fenómeno
mundo alemán del intelecto y del espíritu [der deutsche Geist] se aproximó único. Quizá no importe demasiado que se encuentren los antecedentes de
al Estado con una simpatía verdadera y no forzada. Se activaron fuentes que la teoría política alemana en el pietismo o en la Ilustración alemana, en el
habían fertilizado toda la vida alemana, mucho más allá del objetivo inme- idealismo o en el romanticismo, tanto si se lee a los pensadores religiosos
diato de la liberación alemana. Lo que se había logrado antes de ellas, cuan- como a los pedagogos, poetas, funcionarios o filósofos. Probablemente, uno
do el espíritu alemán sólo se buscaba y se deseaba a sí mismo, pudo llegar se encuentra una y otra vez con el mismo grupo de temas estrechamente re-
más alto en la esfera de lo eterno; pero cuando el espíritu descendió al Esta- lacionados. La situación global de los mandarines creó ciertas preocupacio-

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nes básicas, que se formaron sobre lo que Karl Mannheim denomina un ni- tercera un perfil concluyente del camino que había de conducir desde la
vel preteórico. Se trataba de actitudes, no de teorías, y se manifestaban en realidad a la perfección. Rickert tenía la sensación de que si fuera posible
un conjunto característico de hábitos mentales y de preferencias semánticas.
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una disciplina sistemática, una Wissenschaft que tratara de los asuntos políti-
Nació así una clase de lenguaje que pudo aplicarse a diversos ámbitos de cos, tendría que adoptar la forma lógica del esquema de Fichte. También su-
pensamiento. Hajo Holborn ha observado que el mismo vocabulario de la girió que el segundo y el tercer pasos del método de Fichte fueron metodo-
teoría política alemana pareció adoptar un carácter único durante las déca- lógicamente simples y relativamente poco importantes. En otras palabras, el
das situadas alrededor de 1800.44 A medida que empezaron a diferenciarse principal propósito del argumento formal sobre la política era la postulación
las tradiciones alemana y anglo-francesa, se hizo progresivamente más difícil de una norma teórica para el Estado.
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reafirmar la terminología de la una con las palabras de la otra. En Alemania, Ese es precisamente el sentido en que tendían a ser idealistas las discu-
el lenguaje de los mandarines estableció los parámetros de la discusión polí- siones académicas alemanas de los asuntos sociales y políticos. El énfasis se
tica durante todo el siglo diecinueve. Eso fue lo realmente significativo del ponía siempre sobre los propósitos últimos del gobierno. En la tradición del
matrimonio entre el Geist y el Estado. Estado de derecho y cultural, estos objetivos teóricos se afirmaban general-
Después de 1800 la calidad distintiva del pensamiento social y político mente en términos morales y espirituales. Se descuidaba el análisis de las
alemán no fue tanto una cuestión de esta o aquella doctrina específica, realidades políticas y se prestaba relativamente poca atención a las cuestio-
como más bien un tono general. En términos generales, no se presentó ni nes de la técnica política. En general, se tenía la impresión de que estas
una sola propuesta que pudiera identificarse como el ímpetu básico para la cuestiones eran triviales. De hecho, se planteaba la sugerencia de que los de-
divergencia entre las tradiciones alemana y europea occidental. Ni siquiera talles de la política cotidiana se encontraban ética e intelectualmente por de-
las ideas del Estado de derecho y cultural se formularon con la suficiente bajo de la atención del hombre cultivado. En este sentido, y sólo en él, el in-
precisión como para que se les asignara ése papel. En cualquier caso, no telectual alemán era y se consideraba a sí mismo como apolítico: mostraba
fueron formalmente relacionadas. Pudieron estar lógicamente separadas, y aversión por los aspectos prácticos del proceso político. Su actitud era, en
también se diferenciaron hasta cierto punto en sus orígenes sociales y crono- parte, de carácter defensivo. Tenía relativamente poca experiencia en el
lógicos. La idea de legalidad era más antigua y más puramente burocrática campo de la verdadera negociación política. Pero su desconfianza hacia la
en sus antecedentes históricos que el concepto del Estado cultural. Este últi- «política de intereses» era también un reflejo de sus propias preferencias in-
mo se basaba en la ideología de la formación y la cultura, que surgió en una teresadas. Asumía, correctamente, que se vería amenazado en su papel ele-
fase relativamente tardía en el proceso de maduración de la élite educada, y vado si se permitía que apareciera en un primer plano la política pragmática
que sólo pudo desarrollarse cuando hasta los funcionarios se hubieron gra- de la competencia de grupo y del compromiso numérico.
duado para pasar del estatus de experto al de la seguridad en sí mismos que Todo esto, sin embargo, no quiere decir que todos los académicos alema-
proporcionaba el hecho de saberse aristócratas intelectuales. nes fueran iguales en cuanto a sus opiniones políticas. Compartían ciertar
A pesar de todo, la especulación política alemana del siglo diecinueve suposiciones, y utilizaban el mismo vocabulario básico. No obstante, queda
fue, en cierto modo, internamente consistente. A un nivel vago e informal se ba espacio para una gama bastante amplia de posiciones específicas dentro
produjo una asombrosa unidad de perspectiva. Pero para explicar esa ho- de la estructura general de la política mandarinal. De hecho, la tensión sub-
mogeneidad se tiene que buscar un elemento unificador en el nivel preteóri- yacente entre la perspectiva del funcionario administrativo y la del hombre
co. Se tiene que encontrar una explicación ideológica ante el hecho de que, cultivado nunca llegó a desaparecer por completo de la escena intelectual
en la práctica, la teoría del Estado de derecho se entrelazara inextricable- alemana. Mientras que algunos miembros de la élite educada adoptaron un
mente con la del Estado cultural. La mejor forma de hacerlo es señalar hacia punto de vista predominantemente legalista y burocrático, hubo otros que
los procesos de fusión social que crearon una élite más o menos coherente. siguieron los pasos de Humboldt al resaltar objetivos puramente culturales.
El elemento común en toda la teorización política de los mandarines fue Se podría utilizar una vez más el lenguaje idealista del Estado cultural para
una aproximación característicamente «idealista» y «apolítica». Durante el llegar a conclusiones diferentes. Dos ejemplos, tomados de los escritos de
período de Weimar, el filósofo Heinrich Rickert citó El Estado comercial ce- los profesores universitarios alemanes de principios del siglo veinte, nos ayu-
rrado como un modelo de política «idealista».45 Señaló que el argumento de darán a ilustrar este punto.
Fichte se hallaba dividido en tres partes separadas. La primera era una ca- En una de las numerosas narraciones retrospectivas del credo mandarín,
racterización teórica del Estado ideal, la segunda una descripción objetiva Eduard Spranger analizó las teorías políticas de la época clásica alemana.
de las condiciones imperfectas que prevalecieron en su propio tiempo, la Característicamente, consideró el período situado alrededor de 1800 como

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un modelo para su propia época. La principal lección que extrajo de los es- rentes. Por un lado, pudo ser explotada para demostrar que a los aristócra-
critos de los grandes idealistas fue la de la existencia de un «nexus trascen- tas no educados no se les debería permitir monopolizar los puestos adminis-
trativos, y que el gobierno debería ser el servidor, no el amo del Geist. Por
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dental [überpersönlicher Lebenszusammenhang] procedente de lo divino»,


que «legitima al Estado y que el individuo debe aceptar y asimilar volunta- otro lado, la ideología de los mandarines también pudo ser igualmente bien
riamente si desea elevarse a un nivel más alto de vida espiritual».46 Aquí se dirigida contra aquellos que tenían una educación «simplemente práctica»,
usa la tradición casi exclusivamente para glorificar al Estado y para predicar así como contra las aproximaciones «simplemente utilitaristas» en la educa-
la sumisión. ción, en la industria y en la política. La idea de que la verdadera cultura
Una actitud bastante diferente emerge de la narración que hace Ernst transforma toda la personalidad del alumno pudo usarse para desafiar el na-
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Troeltsch de «la idea alemana de libertad». Al igual que Spranger, Troeltsch cimiento y la tradición como criterios de estratificación social. También
revisó los fundamentos teóricos de la herencia intelectual alemana, con la es- pudo servir para racionalizar las prerrogativas de una nueva aristocracia de
peranza de ilustrar a sus contemporáneos. Pero al sintetizar el ideal alemán la cultura.
del Estado, se apartó notablemente del énfasis de Spranger. Describió una Desde el siglo dieciocho hasta el veinte, los mandarines siempre utiliza-
utopía mandarinal en términos de «la unidad organizada del pueblo sobre la ron hasta cierto punto las dos versiones de su argumento. Pero el énfasis
base de una sumisión obligada por el deber y, sin embargo, crítica, por parte cambió. Mientras representaron el papel de insurgentes contra una alianza
del individuo con respecto al todo, complementada y corregida por la inde- de los príncipes absolutos y los nobles terratenientes, resaltaron lo que po-
pendencia y la individualidad de la libre formación intelectual y espiritual dríamos calificar como la versión agresiva de su teoría. Sin embargo, se
[freie geistige Bildung]».47 La defensa de la sumisión al todo se repite en esta apartaron gradualmente de esta línea en cuanto se dieron cuenta de que
frase, pero se suaviza con la recomendación de adoptar una postura crítica. avanzaban hacia la posición favorecida que era lo que habían empezado por
Más allá de eso, el tono general se cambia por la «corrección» introducida exigir. El equilibrio se desplazó de una forma sutil y lenta. Los lazos de los
en favor de la libre formación intelectual y espiritual. Aunque no se mandarines con el resto de la clase media se hicieron más laxos y aumenta-
trata en modo alguno de una postura convencionalmente liberal o democrá- ron sus obligaciones para con el status quo. Llegó un momento en que su li-
tica, sí limita la competencia del Estado, al menos en el propio ámbito de la derazgo se vio amenazado más desde abajo que por arriba, y a partir de en-
cultura de los mandarines. tonces dieron un énfasis todavía mayor a la parte defensiva y vagamente
Así, era posible formular una variedad de puntos de vista específicos en conservadora de su filosofía. En cualquier caso, alrededor de 1890 eran mu-
el lenguaje de la política mandarinal. Además, ese lenguaje cambió efectiva- chos los académicos que habían terminado por asumir la postura del filóso-
mente con el tiempo. Cultura, civilización, el Estado de derecho y otros tér- fo-estadista platónico que se prepara para enfrentarse con la carnicería de la
minos de importancia similar alteraron su significado entre 1800 y 1900, al mecánica. Las palabras que emplearon para defenderse no eran tan diferen-
menos hasta cierto punto. La aproximación telescópica de este capítulo no tes de las que habían creado un siglo antes sus antecesores para diferentes
debería oscurecer ese hecho. La antítesis entre cultura y civilización, por propósitos. No obstante, los significados de esos términos se habían trans-
ejemplo, adquirió un significado adicional con el impacto del cambio tecno- formado porque las realidades de la situación social habían cambiado.
lógico durante la última parte del siglo diecinueve. De modo similar, el ideal Esa misma pauta general se puede observar también en la evolución de
de la propia cultura clásica se vio afectado por el sistema de exámenes esta- la teoría política de los mandarines. Hacia 1800, el ideal del Estado de dere-
tales y de privilegios que surgió a su alrededor. Cuando el Gymnasium se cho y cultural todavía tenía implicaciones decididamente progresistas. La
convirtió en una institución oficialmente favorecida, perdió inevitablemente exigencia de predecibilidad en las actuaciones del gobierno representaba un
algunas de las cualidades que habían tenido la intención de darle los neohu- ataque contra el absolutismo desenfrenado. Al plantear esa exigencia, los in-
manistas de finales del siglo dieciocho. Cuando las Realschulen aumentaron telectuales alemanes de la época hablaban no sólo por sí mismos, sino por
su matriculación y los clasicistas siguieron excluyendo a sus rivales de las toda la clase burguesa de la que procedían. Cuando intentaron redefinir los
universidades y de las pruebas gubernamentales, la cultura del Gymnasium objetivos del Estado en términos culturales, procedieron más específicamen-
se puso automáticamente a la defensiva y se hizo esnobista. te en su propio nombre. Pero, ciertamente, ni siquiera este aspecto de su
La ideología de los mandarines siempre ha tenido un carácter elitista. Re- programa fue conscientemente antidemocrático en su forma original. Fue
presentó las aspiraciones especiales de los altamente educados y se basó des- afirmado en términos universales, y no implicaba ningún sentido de casta.
de el principio en la idealización de la enseñanza pura y falta de sentido Durante las décadas de 1830 y 1840 las clases educadas de Alemania di-
práctico. Pero fue capaz de amplificación en dos direcciones bastante dife- rigieron el movimiento de reforma que culminó en la revolución de 1848.48

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Tuvieron la impresión de que sus gobernantes habían incumplido el acuerdo to político alemán en las vísperas de los acontecimientos de 1848. En cues-
tácito alcanzado antes de 1812, basado en el modelo del Estado de derecho tiones sociales, los mandarines no sentían una gran simpatía ni por los obje-
tivos específicos de clase de la emergente burguesía empresarial, ni por las
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y cultural. En el período de la reacción, después de 1815, una serie de prín-


cipes alemanes trataron de reafirmar los principios, así como las prácticas, demandas radicales de artesanos y obreros. También tenían poco en común
del gobierno puramente personal y arbitrario. La seguridad cívica de los con los conservadores aristócratas y agrarios. Su interés por las cuestiones
ciudadanos privados se vio amenazada por el ejercicio irracional del poder, económicas se limitaba a un anhelo bastante vago de armonía social. El na-
y todos, excepto los conservadores más doctrinarios, se vieron obligados a cionalismo formaba una parte importante e integral de su programa y no era
admitir que había que imponer de algún modo el orden sobre un grupo de un rival trágicamente irrelevante del liberalismo. En los asuntos domésticos,
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déspotas no ilustrados que se negaban a considerarse como servidores de los mandarines se sentían preocupados por la necesidad de emprender una
sus Estados. reforma constitucional. Para ellos, el gobierno por la ley era más importante
Nada hizo más por desacreditar el sistema de pequeños principados que que el gobierno por el consenso. Se sentían, en general, menos interesados
todavía existía en Alemania en 1848 que la continua interferencia de los por las ideas democráticas, los derechos de sufragio y el gobierno ministe-
príncipes en los asuntos culturales. Esa intervención alcanzó proporciones rial, que por las garantías constitucionales y legales de los derechos cívicos.
ridiculas después de 1819.49 A los gobernantes les pareció necesario comba- La experiencia de la reacción les había convencido de que las constituciones
tir el sentido intelectual de nacionalidad que había surgido hacia 1800 como eran necesarias, puesto que no había ninguna otra forma de proteger el Es-
una parte integral del programa de los mandarines. El resultado fue una tado de derecho contra los caprichos de príncipes recalcitrantes. Finalmen-
aceleración de la transmutación del nacionalismo cultural en político, y el te, una de las características del liberalismo de los mandarines era que to-
hecho de que la llamada en favor de la unificación se convirtiera en una de- dos sus principios se hallaban relacionados con el tema de la libertad
manda liberal.50 Los ministros reaccionarios introdujeron mortificantes aun- cultural. Para los alemanes educados de las décadas de 1830 y 1840, las li-
que inefectivas regulaciones de censura, y se persiguió como demagogos a bertades de pensamiento, enseñanza y expresión eran al menos tan impor-
todos aquellos cuyos puntos de vista parecían de algún modo progresistas o tantes como las libertades específicamente políticas. Probablemente, las
nacionalistas. Ya podemos imaginar cómo se sintieron los alemanes educa- ofensas de los gobernantes reaccionarios contra los derechos del Geist con-
dos cuando, en 1824, se prohibió en Prusia la reimpresión de los Discursos tribuyeron más a provocar la revolución de 1848 de lo que en ocasiones se
de Fichte.51 El ministerio prusiano de Cultura, cuya creación había inspirado ha llegado a admitir.
grandes esperanzas entre los idealistas reformadores, se convertía ahora en En otras palabras, los mandarines alemanes de principios del siglo dieci-
el instrumento del oscurantismo. En la década de 1840, sobre todo, el mi- nueve eran liberales, pero su celo por la reforma social y política Tenía sus li-
nisterio presionó a las escuelas y a los profesores para que inculcaran en sus mitaciones características. Las experiencias de 1848 y 1849, y sobre todo el
alumnos una piedad ortodoxa y un respeto incuestionable por la autoridad. surgimiento de presiones populares y democráticas, no hicieron sino fortale-
Desconfió particularmente de las Realschulen, pero también atacó los estu- cer esas reservas. El resultado fue que la élite cultivada empezó a asumir una
dios clásicos por su contenido pagano, y advirtió a las universidades para posición cada vez más defensiva. Heinrich Heffter ha descrito en los si-
que se concentraran más exclusivamente en su tarea principal: la de produ- guientes términos el estado de ánimo de los alemanes educados durante las
cir funcionarios leales y útiles. Tales puntos de vista podrían haber sido décadas de 1850 y 1860:
aceptables para los académicos alemanes en los tiempos del cameralismo y
de la ascendencia de Halle. Pero puesto que los neohumanistas e idealistas En contra de las tendencias plutocráticas, así como de las democráticas de
las modernas condiciones económicas, el liberalismo mandarinal [Bildungsli-
habían definido la libertad de enseñanza en un sentido antiutilitario, ningún
beralismus] representó los puntos de vista de un... grupo social más viejo, el
ministerio podía confiar en volver a imponer un papel tan mezquino a las
del prestigioso liderazgo [Honoratiorentum] de la clase media alta. Este gru-
universidades. po expresó a menudo una fuerte aversión hacia la verdadera burguesía... cri-
No es extraño, pues, que los burócratas liberales, los profesionales y los ticando... su mentalidad materialista y su política de intereses. Pero también
profesores universitarios jugaran un papel tan importante en el movimiento rechazó todos los movimientos democráticos. [Los partidarios del liberalismo
de reforma de las décadas de 1830 y 1840. El Bildungsliberalismus, el libera- mandarinal] creían ser la aristocracia intelectual [Geistesaristokratie] de la na-
lismo de las clases educadas, fue quizá el ingrediente más importante del ción y, en cualquier caso, una parte de la clase superior. El liberalismo mode-
sentimiento general que condujo finalmente a la revolución. Esta circunstan- rado del segmento burgués educado se movió... más hacia la derecha. Las ex-
cia puede ayudarnos a explicar algunas de las peculiaridades del pensamien- periencias de la fracasada revolución despertaron la reacción contra el

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radicalismo, a pesar de toda la oposición contra un sistema de gobierno reac-
17. Las obras básicas sobre la historiografía alemana son los escritos de Ernst
cionario, y aumentó la inclinación hacia el compromiso con los poderes mo-
Troeltsch y Friedrich Meinecke, citados en la bibliografía. Véase también: JOSEPH
nárquico-burocráticos.52
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

ENGEL, «Die deutschen Universitäten und die Geschichtswissenschaft», Historische


Zeitschrift, 189, 1959, 223-378; GEORGE G. IGGERS, «The Dissolution of German
Esta inclinación hacia el compromiso continuó creciendo durante las dé- Historism», RICHARD HERR y HAROLD T. PARKER, eds„ Ideas in History: Essays Pre-
cadas de 1870 y 1880. Bismarck la explotó. De algún modo, las cambiantes sented to Louis Gottschalk by His Former Students, Durham, N. C, 1965, págs.
realidades sociales obligaron a los mandarines, o al menos a la mayoría de 288-329.
18. ERNST TROELTSCH, Naturrecht und Humanität in der Weltpolitik: Vortrag
ellos, a ofrecer un apoyo cada vez más incuestionable al régimen existente.
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

bei der zweiten Jahresfeier der Deutschen Hochschule für Politik, Berlín, 1923, págs.
Antes de final de siglo, la totalidad de la comunidad académica alemana ha- 13-14.
bía terminado por desempeñar el papel de un estamento vagamente conser- 19. Véase «Wissenschaft», Der Grosse Brockhaus, 1.a ed., Leipzig, 1928-1935.
vador y decididamente oficial. 20. WlNDELBAND, Präludien, págs. 35-36.
21. Die Idee der deutschen Universität: Die fünf Grundschriften aus der Zeit ihrer
Neubegründung durch klassischen Idealismus und romantischen Realismus, Darms-
Notas tadt, 1956.
1. La bibliografía describe mis fuentes principales. Las líneas que descienden de 22. SPRANGER, «Wesen der Universität», pág. 4.
Weber y Troeltsch configurarían un estudio fascinante. Es importante la contribu- 23. C. H. BECKER, Vom Wesen der deutschen Universität, Leipzig, 1925, págs. 1-24.
ción de Gerth: HANS GERTH, Die sozialgeschichtliche Lage der bürgerlichen Intelli- 24. REINHOLD SEEBERG, «Hochschule und Weltanschauung», Das akademische
genz: Ein Beitrag zur Soziologie des deutschen Frühliberalitsmus, Frankfurt, 1935. Deutschland, III, 165, 166. Véase también THEODOR LITT, Wissenschaft, Bildung,
2. H. BRUFORD, Culture and Society in Classical Weimar, 1775-1806, Cambridge, Weltanschauung, Berlín, 1928, pág. 3. .
Ingl., 1962, págs. 436-440; WiLHELM ROESSLER, Die Entstehung des modernen En- 25. Este argumento fue repetido con mucha frecuencia. Para ejemplos, véase:
ziehungswesens in Deutschland, Stuttgart, 1961, págs. 181-186, 332. SPRANGER, «Wesen der Universität», pág. 16; JASPERS, Idee der Universität, págs.
3. KARL JASPERS, Die Idee der Universität, Berlín, 1923, págs. 18, 9. 44-45.
4. Para la influencia religiosa véase ERICH FRANZ, Deutsche Klassik und Refor- 26. Ibid., págs. 7-8,44.
mation, Halle, 1937, págs. 377-402. 27. Ibid., págs. 46, 47.
5. FRANZ RAUHUT, «Die Herkunft der Worte und Begriffe "Kultur", "Civilisa- 28. LITT, Wissenschaft, Bildung, Weltanschauung, págs. 12-13; SEEBERG,
tion" und "Bildung"», Germanisch-Romanische Monatsschrift, 3, 1953, 81-91. «Hochschule und Weltanschauung», págs. 166-167; JASPERS, Idee der Universität,
6. NORBERT ELIAS, Über den Prozess der Zivilisation, vol. I, Wandlungen des Ver- págs. 15, 44.
haltens in den weltlichen Oberschichten des Abendlandes, Basilea, 1939, págs. 1-64. 29. GEORG SlMMEL, «Der Begriff und die Tragödie- der Kultur», Philosophische
7. Ibid., pág. 8; JOSEPH NlEDERMANN, Kultur: Werden und Wandlungen des Be- Kultur: Gesammelte Essais, Leipzig, 1911, pág. 248.
griffs und seiner Ersatzbegriffe von Cicero bis Herder, Florencia, 1941, págs. 218- 30. JASPERS, Idee der Universität, págs. 23-35, para todo este párrafo.
219. 31. Para esto y lo siguiente véase: SPRANGER, «Wesen der Universität», págs. 1-
8. WILHELM WlNDELBAND, A History of Philosophy, 2." ed., Nueva York, 1901, 38 y esp. págs. 13-14.
págs. 529-622; WILHELM WlNDELBAND, Präludien: Aufsätze und Reden zur Einlei- 32. JASPERS, Idee der Universität, pág. 11.
tung in die Philosophie, 3." ed., Tübingen, 1907, esp. págs. 135-168. Una presenta- 33. JAEGER, Stellung und Aufgaben, pág. 9.
ción contemporánea concisa se encontrará en S. KÖRNER, Kant, Hammondsworth, 34. ADOLPH WAGNER, Die Entwicklung der Universität Berlín, 1810-1896: Rek-
1955. toratsrede, Berlín, 1896, pág. 10.
9. WlNDELBAND, History of Philosophy, pág. 580. 35. SPRANGER, «Wesen der Universität», pág. 3.
10. EDUARD SPRANGER, «Das Wesen der deutschen Universität», Das akademi- 36. JASPERS, Idee der Universität, págs. 64-78.
sche Deutschland, III, 12. 37. LEONARD KRIEGER, The German Idea of Freedom: History of a Political Tra-
dition, Boston, 1957, pág. 72.
11. WERNER JAEGER, Stellung und Aufgaben der Universität in der Gegenwart,
38. Junto con Kríeger, véase: «Rechtsstaat», Der Grosse Brockhaus, 15.a ed.,
Berlín, 1924, pág. 27.
Leipzig, 1933.
12. La frase citada es el título de un capítulo en WiLHELM WlNDELBAND, Die
39. La palabra procede de Fichte. Mi uso del término se basa en parte en
Philosophie im deutschen Geistesleben des 19. Jahrhunderts, Tübingen, 1927.
FRANZ SCHNABEL, Deutsche Geschichte im neunzehnten Jahrhundert, vol. I, Die
13. ROESSLER, Entstehung des Emehungswesens.
Grundlagen, 4.a ed., Freiburg, 1948, págs. 52, 296-299, 410-453.
14. Wallensteins Tod, acto III, escena 13.
40. Su «Versuch, die Grenzen der Wirksamkeit des Staates zu bestimmen», de
15. MAX WEBER, Gesammelte Aufsátze zur Wissenschaftslehre, Tübingen, 1922,
1797, se analiza en SCHNABEL, Die Grundlagen, págs. 291-293, y en JACQUES DROZ,
pág. 44. El término empleado por Mili fue el de «ciencias espirituales».
L'Allemagne et la Révolution Française, París, 1949, págs. 297-309.
16. WiLHELM DlLTHEY, Patlern and Meaning in History: Thoughts on History
41. FRIEDRICH MEINECKE, Weltbürgertum und Ñationalstaat: Studien zur Gene-
and Society, ed. H. P. Rickmann, Nueva York, 1962.
sis des deutschen Nationalstaates, Munich, 1908.

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42. FRIEDRICH MEINECKE, Das Zeitalter der deutschen Erhebung, 1795-1815, 3.a
ed., Bielefeld, 1924, pág. 2.
43. ERNST TROELTSCH, «Die deutsche Idee von der Freiheit», Die neue Rund-
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

schau, 27, 1916, 50-75; ERNST TROELTSCH, Das Wesen des Deutschen: Rede gehalten
am 6. Dezember 1914 in der Karlruher Stadthalle, Heidelberg, 1915; OTTO HlNTZE,
FRIEDRICH MEINECKE, HERMANN ONCKEN y HERMANN SSHUMACHER, eds., Deutsch-
landundder Weltkrieg, Leipzig, 1915, págs. 52-90, 617-643; ADOLF VON FLARNACK,
FRIEDRICH MEINECKE, MAX SERING, ERNST TROELTSCH y OTTO HINTZE, Die deut-
sche Freiheit: Fünf Vorträge, Gotha, 1917, págs. 14-39, 79-113.
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

44. HAJO HOLBORN, «Der deutsche Idealismus in socialgeschichtlicher Beleuch-


tung», Historische Zeitschrift, 174, 1952, 359-384.
45. HEINRICH RlCKERT, Über idealistische Politik als Wissenschaft, Sonderab-
druck aus Die Akademie; Erlangen, n. d. (1925?).
46. EDUARD SPRANGER, Der deutsche Klassizismus und das Bildungsleben der Ge-
genwart, 2.ª ed., Erfurt, 1928, pág. 22.
47. TROELTSCH, «Idee der Freiheit», págs. 71-72.
48. Para interpretaciones de la Revolución de 1848 y sus antecedentes en las dé-
cadas de 1830 y 1840, véase: SCHNABEL. Monarchie und Volkssouveränität, págs.
123-173, 197-209; KRIEGER, German Idea of Freedom, págs. 229-329, 341-348; Ru-
DOLPH STADELMANN, Soziale und politische Geschichte der Revolution von 1848
Munich, 1948.
49. La mejor colección de anécdotas, aunque no ordenadas, se encuentra en
MAX VON BOEHN, Biedermeier: Deutschland 1815-1847, Berlín, 1922, esp págs 41-
49,352-364.
50. R. HlNTON THOMAS, Liberalism, Nattionalism and the German lntellectuals
1822-1847, Cambridge, Ingl., 1951.
51. PAÜLSEN, Geschichte des Unterrichts, II, 234, y para lo siguiente: 316-327
456-473.
52. HEINRICH HEFFTER, Die deutsche Selbstverwaltung im 19. ]ahrhundert: Ge-
schichte der Ideen und Institutionen, Stuttgart, 1950, págs. 351-352.

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