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1500-1530

En esta época siguen presentes elementos flamencos propios del gótico, incorporando poco a
poco elementos italianizantes. Es decir, que es más bien una época de transición en que se
combina lo flamenco que predominó durante el reinado de los Reyes Católicos con lo italiano.
Penetra el Renacimiento en la Península a través de Valencia, siendo sus primeras figuras
Rodrigo y Francisco de Osona, padre e hijo, llamados por ello «el Viejo» y «el Joven». Rodrigo
de Osona, activo entre 1440 y 1518, trabajó a finales del siglo XV y principios del siglo XVI, con
un estilo que recuerda más a los italianos.

En Valencia trabajó igualmente Pablo o Paolo de San Leocadio (entre 1472 y 1514), un
italiano que introdujo rasgos del renacimiento de Venecia y Ferrara. Se le atribuyen la
Virgen del Caballero de Montesa (en el Museo del Prado) y el San Miguel (1480-1490,
en la Catedral de Orihuela).

También en Valencia trabajan dos manchegos que muestran una clara influencia de los
cuatrocentistas italianos. Son Fernando Yáñez de la Almedina y Fernando o Hernando
de los Llanos. Juntos realizan una obra trascendental dentro de la pintura del
Renacimiento español: el retablo de la Catedral de Valencia (1507-1510). Yáñez de la
Almedina conoció la obra de Leonardo, a quien imita en muchos aspectos, y lo mismo a
Bramante, a quien recuerdan fondos arquitectónicos de sus pinturas. Después marchó a
trabajar a Cuenca hasta el año 1531. Realizó una conocida Santa Catalina (h. 1510) que
se guarda en el Museo del Prado y que es plenamente leonardesca. Llanos, por su parte,
marchó a Murcia, donde estuvo trabajando hasta 1520.

Por lo que se refiere a Castilla, continuaron los modelos flamencos durante más tiempo.
Los primeros rasgos renacentistas aparecen en la obra de Pedro Berruguete (ca. 1450-
1504), que estuvo en Urbino (Italia). En su obra se conservan claros elementos
flamencos como los fondos dorados, la atención a los detalles como las lacerías
moriscas en los techos y el gusto en representar las texturas; hay incluso ocasionales
rasgos medievales, como el diferente tamaño de las personas dependiendo de su
jerarquía religiosa, con los santos de mayor tamaño como puede verse en su Auto de Fe
presidido por Santo Domingo de Guzmán. Pero es renacentista en la perspectivas, las
formas y la luz, o la incorporación de espacios arquitectónicos. Por todo ello, sería una
figura intermedia entre el estilo gótico flamenco y el renacimiento. Sus obras más
destacadas son retablos, como el de la Virgen de Paredes de Nava, el de Santo Tomás de
Ávila y parte del retablo de la Catedral de Ávila. Se le ha atribuido aunque no con
seguridad, el retablo de Santa María del Campo, con escenas como el «Bautismo de
Cristo» y la «Degollacion del Bautista».

n Toledo trabaja Juan de Borgoña (h. 1468/1470 - h. 1536). Este artista se formó en
Italia, conociendo la pintura del Quattrocento, aunque conserva algunos detalles de la
pintura gótica estilo flamenco. La composición es clara, enmarca las escenas en paisajes
amplios o en arquitecturas clásicas con adornos vegetales y de otro tipo, las figuras
idealizadas son claramente italianizantes. Influyó mucho en la posterior pintura de la
zona toledana. Realizó numerosos retablos. Además pintó los frescos de la Sala
Capitular de la Catedral de Toledo y los de la llamada Capilla Mozárabe.

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