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Definición de sexualidad

Una definición amplia, dada por Silber, establece que la identidad sexual
abarca todos los factores cognitivos, emocionales y sociales que dan a la
persona el sentido de sí misma. Así de importante es la sexualidad y así es el
concepto que debemos transmitirles a nuestros adolescentes, aunque no
resulte fácil.

La identidad sexual comprende una identidad de sexo, es decir, si es niño o


niña, la que se adquiere alrededor de los tres años; pero también comprende
un papel sexual, que abarca las expectativas sociales y culturales que se
atribuyen a este sexo. Este papel sexual se puede adquirir entre los 5 y 7 años.
Está también la personalidad, en la que confluyen todos los rasgos individuales
y de predisposición, y, finalmente, la orientación sexual, muy importante de
tener en cuenta si recordamos que comprende conductas físicas y atracciones
emocionales y eróticas hacia los demás.

El camino hacia la identidad sexual no es continuo ni constante, ni progresivo;


más bien es como una margarita a la que se le van abriendo los pétalos uno
por uno, no siempre en el mismo orden.

Para llegar a esta identidad sexual, el niño debe cumplir varios objetivos
durante su infancia, pubertad, adolescencia y juventud, y, posiblemente,
durante parte de su vida adulta:

tomar conciencia de que es una persona sexuada y sexual;


construir una imagen corporal sin distorsiones;
lograr la ausencia de conflictos y confusiones sobre cuál es su orientación
sexual;
incorporar lo afectivo como elemento enriquecedor del vínculo sexoerótico,
tema olvidado por nuestros jóvenes debido a la influencia de los medios de
comunicación;
lograr una progresiva satisfacción en la vida sexual;
desarrollar un sentido de responsabilidad hacia sí mismo, la pareja y la
sociedad. En este punto, es necesario recordar que la base de la ética está en
considerar que cuando un acto no perjudica ni a uno mismo ni a los demás,
éticamente es bueno, pero cuando un acto puede perjudicar a uno mismo o a
alguien más, éticamente es malo. Transmitir esta idea básica de ética a los
adolescentes es fácil, es posible y debemos hacerlo;
superar sentimientos de culpa o vergüenza, o dificultades habidas en la niñez
con respecto al propio cuerpo;
cortar paulatinamente los lazos con los padres, poco a poco ir desenganchando
y rompiendo la dependencia;
reconocer aquello que es eróticamente placentero y aquello que es
desagradable.

Este es el esquema de identidad sexual que se debe aprender y enseñar. Es


importante, en el último punto, descubrir el valor de la intimidad. Se dice que
hay crisis de valores, lo que es discutible: hay crisis de algunos valores, por
ejemplo, el valor consumo en los jóvenes no está en crisis; en cambio, la crisis
del valor intimidad sí existe.

Para entrar en el tema de la orientación sexual se presenta el caso clínico de


un adolescente que podría llamarse Juan (no es su nombre verdadero), que fue
atendido por primera vez en 1991, a la edad de 16 años. Presentaba dolores
abdominales intensos y había sido objeto de estudio por parte de varios
especialistas; incluso se le realizó una apendicectomía, que fue blanca, tras lo
cual continuó con sus problemas de ansiedad, estrés y dolores abdominales, y
ya sin apéndice. Cuando consultó por primera vez llegó como suelen llegar los
adolescentes al médico, es decir, a rastras. La madre, con cara de desánimo,
dijo que su hijo tenía algo horrible que contar y que ella no quería escuchar, y
se marchó. Juan, llorando y muy deprimido, habló de sus ideas suicidas, dijo
que no se sentía bien consigo mismo y, al final de la tarde, después de una
hora y media de entrevista, confesó que tenía sentimientos homosexuales y
que no quería aceptarlos.

En una segunda oportunidad, ya más tranquilo, habló sobre su historia sexual y


señaló que a los 13 años, en plena pubertad, comenzó a tener fantasías
homosexuales; después intentó tener relaciones heterosexuales, que fueron un
fracaso, y sólo mantuvo relaciones de amistad con muchachas. Tuvo un primer
contacto homosexual en la escuela, a los 14 años, lo que le abrió los ojos y le
hizo comprender que era distinto a los demás; entonces comenzó con humor
depresivo, sentimientos de culpabilidad e ideación suicida en aumento. Con
relación a sus sueños eróticos, el 70% era de contenido homosexual.

En cuanto a su familia, con su padre había una relación muy distante y casi no
se hablaban y la madre tenía una actitud sobreprotectora. Su historia escolar
era la de un muchacho muy inteligente, pero, a partir de los 14 años, disminuyó
el rendimiento escolar y comenzó con dificultades en la concentración, síntoma
evidente de depresión, y este humor depresivo.
Se decidió hacer una exploración psicológica. Como master en psiquiatría
infantojuvenil, acostumbro a realizar la exploración psicológica en estos casos,
ya que si a un adolescente como Juan, después de dos sesiones, se le indica
acudir al psicólogo para que lo explore, seguramente rechazaría la sugerencia.
Por eso es importante que las personas que se dedican a adolescencia
aprendan algo de psicología y, después de 20 años de experiencia, puedo
decir que no es tan difícil como parece.

Se exploró al paciente con el MMPI, con un test de depresión y con la


entrevista estructurada de Puig Antich, que es muy útil. Se encontró en este
muchacho inestabilidad emocional, gran aprensión, dependencia, humor
depresivo, problemas en la relación social, baja autoestima y sentimientos de
inutilidad muy grandes.

Como tratamiento se utilizó un antidepresivo, psicoterapia, que realicé yo


mismo para no perder al paciente, y apoyo familiar, pero sólo por parte de su
madre, pues el padre nunca quiso saber qué pasaba con su hijo. En aquel
momento se utilizó clorimipramina (no había experiencia con los inhibidores de
la serotonina), y el tratamiento tuvo éxito.

En cuanto a su familia, hubo rechazo por parte del padre y del hermano; con la
hermana había complicidad y la madre tenía sentimientos ambivalentes de
incomprensión y aceptación. La evolución tuvo altos y bajos, tanto que hubo
que establecer un pacto, ya que Juan amenazaba con suicidarse. Quizás lo
que ocurrió no se deba hacer, pero la medicina es un arte y debemos aprender
a hablar y transmitir, y no a basarse tanto en técnicas de imagen. Así que con
Juan pacté que cuando fuera a suicidarse me llamara por teléfono y nos
juntáramos a tomarnos una última cerveza, después de lo cual podría
despedirse e irse tranquilo a suicidarse. Me llamó en tres ocasiones, pero no se
suicidó.

En la actualidad, ha aceptado perfectamente su condición de homosexual,


terminó la carrera de trabajador social y está en un país europeo ejerciendo su
profesión. Está totalmente integrado y de vez en cuando me escribe cartas en
que me explica su situación y me agradece siempre las tres cervezas póstumas
que nos habíamos tomado.

No le pude enseñar la carta de Freud a su madre porque no la tenía en aquel


momento. En el año 1935, la famosa carta a una madre americana había
descrito que la homosexualidad no supone ningún vicio ni ninguna
degradación, y que no se trata de una enfermedad, sino de una variante de la
función sexual.

Cuando se habla de un tema tal, se debe dejar claro que no se habla de una
enfermedad, sino de una variante en la orientación sexual que es objeto de
rechazo o de falta de aceptación por parte de la sociedad, por lo que conlleva
un riesgo de enfermar y de sufrir inadaptación o inadecuación.

Remafedi, que es uno de los médicos que más ha estudiado el tema de la


homosexualidad en adolescentes, refiere que a los doce años 25% de los
adolescentes tienen dudas sobre la orientación sexual, lo que va disminuyendo
con la edad hasta llegar a 8%, aproximadamente, a los 18 años. El predominio
de la atracción homosexual seguiría una curva distinta, que parte de 2%, a los
12 años, y llega a 6% a los 18 años. Con relación al nivel socioeconómico,
sería más alta la atracción homosexual en niveles muy altos que en niveles
muy bajos, lo que se explica por una mayor aceptación en estos grupos, pero
yo no comparto del todo esta aseveración.

Es interesante saber que, aunque al pensar en homosexualidad se imaginan


cosas morbosas, la realidad es que las personas homosexuales tienen un alto
porcentaje de relaciones heterosexuales, con 60% de relaciones
heterosexuales contra 40% de relaciones homosexuales, que entre los
heterosexuales también se da un pequeño porcentaje de relaciones
homosexuales y que en los bisexuales habría un predominio de las relaciones
heterosexuales.

Desarrollo de la identidad homosexual


Esta catalogación, debida a Troiden, propone cuatro fases, aunque no se
deben seguir, forzosamente, una tras otra; se trata de cuatro fases que pueden
coexistir en alguna etapa, pueden retrasarse o incluso saltarse alguna.

La primera fase es de sensibilización, en la cual el niño o la niña se siente


distinto, y ocurre durante los primeros momentos de la pubertad.
La segunda fase es la de confusión de la identidad, que es la que más interesa
a los médicos de adolescencia, porque comprende toda la etapa adolescente, y
es la que más va a repercutir en la posible psicopatología.
Luego viene la de asumir la identidad.
Finalmente, viene la aceptación.
Aceptación de la identidad homosexual
Se da en varias etapas: negación, reparación, evasión y redefinición.

Negación: “no lo soy, es imposible que yo sea homosexual, de ninguna


manera”.
Reparación: “voy a ver si me curo, si lo supero, entonces voy a tener
experiencias heterosexuales”. El fracaso conduce a problemas de tipo
depresivo, de ansiedad y de falta de autoestima.

Evasión: “¿cómo puedo evadir el problema para no pensar en ello?”

- Hay una evasión activa: ante situaciones comprometidas, se va y


desaparece.
- Inhibición ante intereses o conductas asociadas a homosexualidad, por
miedo, como el caso de un niño que, cuando se hablaba de este tema, sentía
calambres.
- Fobia al hablar del tema.
- Evasión frente al sexo opuesto para evitar ser descubierto, por lo tanto
evita sitios donde se pueda encontrar con un compromiso especial.
- Negarse ante cualquier información sobre homosexualidad, tener
actitudes o acciones anti homosexuales. Esta es una forma de evasión
frecuente.
- Inmersión heterosexual, con el afán de curarse.
- Abuso de sustancias como forma de evadirse, sea hachís, cocaína o
LSD.

Redefinición: cómo me defino definitivamente.

- Estrategia del caso especial: “tengo una atracción, pero sólo es contigo”.
- De temporalidad “es una fase de mi vida, pero se pasará”.
- Estrategia de situación: “esto me pasa cuando he bebido demasiado o
cuando he fumado hachís”
- Estrategia de bisexualidad “yo puedo con todo, soy bisexual”.

Estas cuatro fases son muy importantes, porque van a aparecer en la etapa de
adolescencia, en la cual tratamos a nuestros pacientes.
Después de tratar a Juan, aprendí algo muy claro: al hacer la historia clínica
jamás se debe preguntar a un niño si tiene novia o a una niña si tiene novio. Se
le debe preguntar si tiene pareja, con lo cual se da a entender que se puede
aceptar cualquier opción en la identidad sexual.

Edad de desarrollo de la homosexualidad


Suele ocurrir en edades de adolescencia:

 interés por el mismo sexo entre los 13 y 16 años


 primera actividad con el mismo sexo, entre los 15 y 20 años
 primera relación amorosa, entre los 21 y 24 años.
 ruptura con la heterosexualidad, entre los 23 y 28 años, o sea, entre la
juventud y la edad adulta. En las muchachas, todo esto suele ser más
tardío.

El adolescente que descubre su orientación homosexual va a tener dificultades


importantes en su vida, primero en la propia familia, como el caso de Juan en
que el padre jamás quiso saberlo, y luego en la escuela, el instituto y la
sociedad. La propia sociedad está orientada a la heterosexualidad. También la
religión. La salud también está amenazada, por el riesgo de contraer
enfermedades de transmisión sexual. Juan explicaba que, por ser una actividad
que se hace a escondidas, no es como la heterosexual. Además existe el
riesgo psicológico.

Las estadísticas de Remafedi muestran que los homosexuales tienen:

fracaso escolar en 28%


problemas debidos a la identidad sexual, en la escuela o en el instituto
en 69%
intento de suicidio en 31%
abandono de la casa en la adolescencia, en casi 50%
abuso de sustancias en 50% de los casos
tratamiento por profesionales de la salud mental, tres cuartas partes y
esto a pesar de que no se trata de una enfermedad, sino de una variante
en la orientación sexual.

¿Qué factores colocan a los hombres gay y bisexuales en


riesgo de contraer la infección por el VIH?
Debido al alto porcentaje de hombres gay y bisexuales que tienen el VIH, el riesgo
de exposición a dicho virus es mayor para un hombre gay o bisexual.

Otros factores podrían también colocar a los hombres gay y bisexuales en riesgo
de contraer la infección por el VIH:

 Sexo anal. La mayoría de los hombres gay y bisexuales contraen el VIH a


través del sexo anal sin condón. El sexo anal es el tipo de sexo con más riesgo de
contraer o transmitir el VIH.
 Homofobia, estigma y discriminación. Las actitudes negativas acerca de la
homosexualidad podrían inhibir a los hombres gay y bisexuales de hacerse la prueba
del VIH y de buscar atención médica para prevenir y tratar el VIH.

¿Qué medidas pueden tomar los hombres gay y bisexuales


para prevenir la infección por el VIH?
Los hombres gay y bisexuales pueden tomar las siguientes medidas para
reducir su riesgo de infección por el VIH:

Tenga relaciones sexuales menos riesgosas. 


El sexo anal sin protección es la actividad sexual de mayor riesgo para la
transmisión del VIH. El sexo anal para el que penetra (insertivo) tiene menos
riesgo de contraer el VIH que el sexo anal para el que recibe (receptivo). El
sexo oral sin protección puede ser también un factor de riesgo para la
transmisión del VIH, pero el riesgo es menor que con el sexo anal.

Limite el número de parejas sexuales.


Entre más parejas tenga, más probabilidad de que una de ellas tenga el VIH y
que éste no esté bien controlado o de tener una pareja con una enfermedad de
transmisión sexual (ETS). Estos dos factores pueden incrementar el riesgo de
transmisión del VIH.

Use los condones correctamente. 


Lea esta hoja informativa de los CDC: El modo correcto de usar el condón
masculino.

Considere la profilaxis prexposición (PrEP).


La profilaxis prexposición es una opción para prevenir el VIH para las personas
que no tienen el virus pero que corren un alto riesgo de contraerlo. Las
personas en PrEP toman medicamentos contra el VIH específicos todos los
días. La profilaxis prexposición debe combinarse siempre con otras opciones
de prevención, como el uso de condones.

Considere la profilaxis prexposición si no tiene el VIH y:


 está en una relación sexual con una pareja que sí tiene el VIH; o
 es sexualmente activo pero no tiene una relación exclusiva con una
pareja cuya prueba reciente del VIH dio negativa, y tiene sexo anal sin condón o
le han diagnosticado una ETS en los últimos 6 meses; o
 se ha inyectado drogas en los últimos 6 meses y ha compartido agujas o
equipo para inyectárselas o ha estado en un programa para el tratamiento de la
drogadicción en los últimos 6 meses.
Para información adicional, lea la hoja informativa de PrEP de infoSIDA.

Hágase la prueba del VIH.


Independientemente de que el resultado de su prueba del VIH sea positiv

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