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Boriaboccardi - Robaldo, Marcelo.
Boriaboccardi - Robaldo, Marcelo.
La elección de perspectiva teórica aquí se orienta hacia los postulados de Judith Butler en
los que se intersectan el género y las sexualidades y donde el género se constituye en el
lenguaje y por tanto no corresponde a una realidad “natural” y biológicamente determinada.
El género, más que un “ser”, consiste en un “hacer”. En este sentido, para Butler la
naturaleza de la norma social del género es contingente por lo que Butler, en su libro
Deshacer el Género, plantea la pregunta ¿El parentesco es siempre heterosexual de
antemano?”. En efecto, para Butler el parentesco no es necesariamente heterosexual y se
basa en “una serie de prácticas que instituyen relaciones de varios tipos mediante las cuales
se negocian la reproducción de la vida y las demandas de la muerte” (Butler, 2006: 150).
Esta noción performativa del parentesco nos resulta particularmente útil para abordar la
cuestión sobre el “hacer” paternidad no heterosexual, más aun cuando Butler señala que
dicha noción además “nos permitiría evitar que una estructura de relaciones hipostatizada
se oculte detrás de los actuales acuerdos sociales y nos permitiría considerar el cómo los
modos de hacer, pautados y performados, hacen funcionar a las categorías de parentesco y
se convierten en los medios a través de los cuales las categorías experimentan una
transformación y/o desplazamiento” (Bulter, 2006: 178).
Contexto histórico de producción de esa teoría.
El paradigma desde donde nos posicionamos para interpretar las problemáticas señaladas es
el género, es decir, la noción que lo masculino y lo femenino corresponden a fenómenos
sociales y culturales y que como tal comportan determinantes sociológicas, antropológicas,
históricas y políticas, entre otras. Se entiende, por ende, que el género corresponde a lo que
la cultura y la sociedad designan como comportamientos propios de hombres y mujeres,
sobre la base de los cuerpos sexuados. Es dentro del paradigma de género que se ubican los
postulados de Butler. Y probablemente aquel postulado con mayor desarrollo corresponde a
su noción del género como performatividad. Dicha noción lleva la categoría del género al
terreno de las formulaciones hechas desde la teoría de los actos de habla - tesis de John
Austin- que en parte sostiene que la fuerza del lenguaje proviene de las propias palabras, de
los usos de las palabras, más que de la “lógica” de las palabras – dimensión ilocutiva-, y
que estas tiene efectos una vez pronunciadas -dimensión perlocutiva. En esta línea Butler
sostiene que nuestra condición de género se construye a través del discurso social mediante
una compleja trama social que implica una gama de actores, como instituciones médicas,
familiares, gubernamentales, etc. (Butler, 2017: 35). En este sentido, la crítica desplegada
por Butler y otros/as teóricas/os Queer sobre el parentesco no heterosexual ha convertido
estas prácticas en un terreno tanto de disputa de legitimidad como de acción política para
personas y agrupaciones LGTBIQ.
Performatividad del parentesco: De lo anterior se entiende que una noción performativa del
parentesco puede ser útil para interpretar los cambios ocurridos en los últimos años
respecto de justamente del parentesco.
Al tomar lo anterior en relación a la noción de Butler que el parentesco -al igual que el
género- es performativo y que no tiene por qué ser necesariamente heterosexual, se puede
pensar que las prácticas de crianza entre personas no heterosexuales también se constituyen
de “manera única” por el hecho de que se dan en un contexto relacional entre personas del
mismo sexo y que desafían las conceptualizaciones de la masculinidad y la paternidad,
realzando también la necesidad de atender a los contextos en los que se suele realizar la
paternidad, a saber, contextos de familias heterosexuales y nucleares.
Bibliografía.