Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Emily Brooks - Serie Toda Suya - Volumen 03 (VE) PDF
Emily Brooks - Serie Toda Suya - Volumen 03 (VE) PDF
Toda suya
Volumen 3
Argumento
A.R.
Querida Alice:
¿Todo bien?
La cobertura aquí donde estoy, cerca de Pearly Beach, es pésima.
Salimos ahora a dar un paseo pero te quería avisar antes de que el
fotógrafo Dani Olivier llegará mañana a primera hora para preparar una
exposición. Se trata de un reportaje que te gustará, estoy seguro, sobre los
asiduos de Central Park, en Nueva York. Dani irá directamente del
aeropuerto y él te lo explicará todo. Mucho ánimo, cariño. Te envío un
montón de besos.
Fabien
Por fin eran las ocho. Cerré la librería y me tomé un momento para
reflexionar de cara al espejo, que me devolvió la imagen de una mujer
enamorada y consumida por el deseo. Quería complacerle, pero estaba
segura de no tener los conocimientos para ello. Sobre todo, no tenía ni
idea de los gustos de Adrien, sin duda mucho más sofisticados que mi
vestidito negro un poco ceñido y mis sandalias de estilo indio. Era una
ropa que me había puesto varias veces y con la que me solían piropear, lo
cual me tranquilizaba. Me habían dicho que me marcaba bien la forma del
culo. Era el conjunto que había llevado en los eventos más emotivos de mi
vida en los últimos meses.
—Henri, haz que nos suban dos Bellini a mi habitación, por favor.
Era una caja bastante grande, envuelta en un papel rojo muy bonito.
Yo estaba fascinada con el regalo y lo estudié al detalle intentando
averiguar algo, pero no ofrecía ninguna información. Empecé a abrir la
caja. Contenía un par de zapatos de salón con corazones en los tacones.
Me sorprendí al ver que eran de mi talla. Me quedaban perfectos.
—Gracias, Adrien.
—Póngaselos.
Seguí su orden, igual que después acataría todo lo que estaba por
venir. Adrien todavía no me había besado ni había demostrado que tuviera
ganas de volver a verme.
—Sí, soy yo. ¿Dani Olivier? Hola, Dani. Sí, no se preocupe, Fabien
ya me ha avisado de su llegada. Le espero mañana a las ocho de la
mañana, en el Café des Penseurs, perfecto. Gracias, estupendo. Estaré
encantada.
Parecía que tuviera prisa. Yo, sin embargo, quería que ese
momento, por más humillante y triste que fuera, durara lo máximo
posible. Y me odiaba a mí misma por mendigarle afecto a una presencia
vacía.
El camarero se acercó y reconoció a Adrien. Casi me había olvidado de
lo famoso que era como escritor, desde que solo pensaba en él como en un
hombre.
Querido Fabien:
¿Por qué estás tan lejos? Odio esta distancia y odio a Sudáfrica, ese
país que te aleja de mí. Acabo de vivir la noche más humillante de mi
vida. Tú me habías avisado, me habías prevenido acerca de Adrien
Rousseau. Pero ya sabes cómo es: las palabras y las advertencias no
tienen nada que hacer contra el deseo, contra ese poderoso deseo que
nubla el sentido común y elimina toda prudencia. Esta noche me he
convertido en un objeto, aunque para mí haya sido una historia de amor.
Quiero decir (y tú me conoces bien, sabes que rara vez digo esto) que me
he enamorado de Adrien en las horas que hemos pasado juntos en tu
librería. No es un flechazo, no... Se trata de algo mucho más profundo. Es
una obsesión. Mi alma está presa en un cuerpo que no puede pensar en
nada más que en él.
Fabien, ¿qué voy a hacer ahora?
Ya no existe nadie más para mí.
Y estoy tan perdida…
Besos,
Tu Alice.
Querida Alice:
Fabien.
Paul me lanzó una mirada para indicarme que debía —estaba entre
mis obligaciones— acompañarle al hotel.
—Debe tener mucho que hacer, Alice. No hacía falta que viniera
conmigo. Pero bueno, ya que está aquí, espero que su buen ojo me ayude
a elegir las mejores fotos. Usted conoce la librería donde se expondrán
mejor que yo.
Qué situación tan extraña. Unas horas antes, yo era una mujer
esperando a un hombre en un hotel, el Hotel Amour. Un hombre que se
había apoderado de todos mis deseos.
La frase me hizo sonreír. Subí con él, imaginando que, al igual que
yo misma en el hotel de la noche anterior, habría otras mujeres subiendo
esos escalones, embriagadas de deseo. Estaba ensimismada con esos
pensamientos mientras Dani me observaba.
—¿Le gusta?
La conversación con Dani era tan sincera y sus fotos tan llenas de
todo lo que yo amaba que quería tener la valentía de contárselo todo: el
Hotel Amour, la escena debajo de la mesa, mi enamoramiento y la
horrible Camille Pasoli. Se lo resumí, explicándole:
Fabien:
–Él es, sin ninguna duda, el hombre que más daño me ha hecho en
la vida. Con el tiempo, también me he dado cuenta de que me hizo un
gran favor alejándome de Camille, que solo vive por el poder y el dinero.
Por eso no le puedo odiar por completo. Me pregunto cómo puede escribir
sobre el amor con un corazón tan seco... ¿Acaso podría un fotógrafo ciego
hacer fotos?
Sí, sin duda tenía el corazón seco. Pero también tenía esos cabellos
castaños, ese aroma en la piel y una sonrisa absolutamente encantadora…
y tenía esa pasión loca que despertaba en mí. Eso no se puede expresar.
Dani tenía razón, al igual que yo tenía razón al reconocer ese extraño
deseo que sentía por él. Era un deseo de una profundidad única, que iba
más allá de la atracción física o erótica. Para mí, lo que estaba en juego
era toda mi alma. Algo esencial en mí se iba a transformar al desearle, ya
que mi deseo era tan fuerte como el amor. Dani lo sabía. Lo había
adivinado.
Poseída