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Ecuador
Los requisitos para tener una moneda común están resumidos en la llamada
"Teoría de las Áreas Monetarias Óptimas" (Teoría AMO) iniciada por Robert
Mundell a principios de los años sesenta. De esta forma, y de acuerdo a la
Teoría, el beneficio de tener una moneda común es una función creciente del
actual o potencial nivel de integración comercial entre dos países, puesto que
reduce costos de transacción, mientras que el costo de renunciar a la moneda
nacional es una función decreciente del grado de coincidencia de los ciclos
económicos y del grado de movilidad laboral que exista entre las regiones. La
simetría de los ciclos económicos o la movilidad de la fuerza laboral harían
innecesaria una moneda nacional, ya que la alta movilidad de factores
reemplaza al tipo de cambio nominal como mecanismo de ajuste, mientras que
una alta simetría de los ciclos económicos hace innecesario el manejo del tipo
de cambio nominal.
Mundell proponía estas ideas hace más de 40 años, donde, como se manifestó
anteriormente, el principal beneficio de tener una moneda común era reducir
costes de transacción. Sin embargo, dado el impresionante incremento de los
flujos de capitales observados a partir de los noventa, una moneda regional
para economías pequeñas y en desarrollo que reúnan los requisitos exigidos
por la Teoría AMO implicaría un enorme beneficio adicional, que podría superar
con creces al beneficio de disminución de los costes de transacción: la
reducción de la vulnerabilidad de las economías nacionales a los flujos
externos de capitales (4). Los canales por los que la moneda común disminuye
vulnerabilidad son múltiples. El más claro probablemente es la posibilidad de
"juntar reservas" (pooling reserves) y de esta forma tener un fondo de liquidez
común en caso de una salida de capitales. Obviamente, todo ello implicaría
coordinación de políticas. Además de lo anterior, al tener una moneda regional
propia y coordinación de políticas macroeconómicas, un adecuado manejo
cambiario permitiría a la región mantener convenientes niveles de
competitividad externa. Todos estos factores hacen que la Teoría AMO en el
mundo globalizado del siglo XXI deba interpretarse básicamente como la
búsqueda de verdaderas uniones monetarias y excluya arreglos monetarios
tales como la dolarización unilateral (5).
Sin embargo, una unión monetaria andina servirá para enfrentar de mejor
manera las asimétricas relaciones de poder entre países. El problema es,
¿cómo enfrentar las tal vez aún más asimétricas relaciones de poder dentro de
los países andinos, donde exigencias tales como mayor flexibilidad y movilidad
laboral, aumentarían la concentración del ingreso y la desprotección de los
asalariados? En otras palabras, la unión monetaria protegería a los países
pobres, pero, ¿quién protege a los pobres de dichos países de las exigencias
de la unión monetaria? (12)
Tal vez estamos aquí ante la principal limitación para buscar inteligentemente
la mejor estrategia para enfrentar la globalización económica: que cualquier
proceso de integración económica y monetaria, requerirá, para ser viable, de
mayor justicia social. Se trata entonces, no solamente de enfrentar
"exitosamente" la globalización, sino también de cambiar 500 años de historia.
(2) Es necesario resaltar el hecho de "si... son deseables", pues en los últimos
años en Ecuador se ha impuesto el criterio de que mientras menos
instrumentos y políticas se tengan, mejor. Aunque esta posición "intelectual" no
resiste ningún análisis serio, una de sus consecuencias directas ha sido la
dolarización oficial de la economía ecuatoriana.
(3) James Tobin ganó el Premio Nobel de Economía en 1981, y desde hace
más de 20 años viene proponiendo la necesidad de establecer un impuesto a
los flujos internacionales de capitales. El impuesto Tobin no solo tendría
efectos en cuanto a disminuir la volatilidad de dichos flujos, sino que la
recaudación generada podría servir para financiar proyectos de desarrollo.
(4) Nótese que este beneficio no lo tiene la dolarización unilateral, y, por el
contrario, al no controlar el país variables como la tasa de interés, dicha
vulnerabilidad podría ser exacerbada por la dolarización.
(7) En este sentido, las similitudes con el caso argentino son impactantes. Para
mantener la convertibilidad, el gobierno de De la Rúa optó por tratar de lograr
superávits fiscales aumentando la presión tributaria y reduciendo salarios en el
sector público, con lo que aniquiló la demanda interna, deprimió aún más la
economía, y, finalmente, deterioró mayormente la situación fiscal por la
disminución de la base tributaria.
El saldo de esta Reserva está constituido por el dinero extranjero (el dólar
sigue siendo una moneda extranjera) que el BCE tiene en caja, los depósitos e
inversiones que mantenga en instituciones financieras fuera del país, el oro
mantenido por el mismo Banco fuera del país, los depósitos que el Ecuador
tiene en el Fondo Monetario Internacional por hacer parte del mismo y créditos
o deudas que el país tenga con los miembros de la Asociación Latinoamericana
de Integración (ALADI) por sus operaciones comerciales recíprocas.
Actualmente la RILD es uno de los indicadores más importantes de la
estabilidad de la economía ecuatoriana y de la dolarización, puesto que
muestra la liquidez y capacidad de afrontar situaciones de choque (bajos
precios del petróleo, daños en la infraestructura de producción, por ejemplo)
manteniendo el modelo económico.
LA DOLARIZACION EN EL ECUADOR
Para que las ideas tengan consecuencias es requisito indispensable que algún
político o personaje prominente se convierta en su abanderado. Ginatta fue ese
personaje. Su personalidad arrolladora, su incansable comunicación con todos
los que podían influir en la adopción de la medida y poco a poco, con su
enorme poder de convocatoria, fue convenciendo a los economistas más
prestigiosos y prominentes del Ecuador de aunarse y promover la idea de que
la dolarización era la única medida que podía restablecer la estabilidad
macroeconómica.
Sin embargo, la dolarización no hubiera sido posible sin la crisis económica que
sufría el Ecuador. Las autoridades monetarias, en sus esfuerzos por controlar la
crisis financiera de la banca, habían llevado a cabo una serie de políticas
erráticas y erradas que lejos de solidificarla llevaron al país al abismo. Los
súbitos aumentos en el encaje bancario, la elevación de la tasa de interés
interbancaria a más del 200%, el congelamiento de los depósitos y el abandono
de las bandas cambiarias fueron todas medidas insuficientes para contrarrestar
la abultada emisión de dinero que venía realizando el Banco Central. El país
había entrado en una vorágine devaluatoria nunca antes vivida. De junio de
1998 a enero de 2000, la tasa de cambio había caído de 5 mil sucres por dólar
a 25 mil. Esto sin contar la enorme volatilidad que había sufrido esos meses.
Las expectativas inflacionarias y devaluatorias conducían a una espiral
especulativa que hacía imposible la estabilidad con medidas ortodoxas.
Cualquier anuncio de las autoridades era recibido con escepticismo. A esto se
sumaba la intranquilidad política. Todos, inclusive personeros de su propio
partido, pedían la renuncia del presidente Jamil Mahuad. El gobierno tenía que
tomar una medida drástica, una medida que rompiera las expectativas, por ello
Mahuad acogió la idea de la dolarización. Si el gobierno hubiera encontrado
otra manera de manejar la crisis, no se la hubiera hecho. La prueba está en que
la cotización del dólar, en marzo de 1999, había llegado a 20 mil sucres. En
lugar de adoptar la convertibilidad, como había asesorado la Fundación
Mediterráneo de Domingo Caballo, Mahuad decidió cerrar la banca y congelar
los depósitos. Mahuad había puesto su fe en la ayuda internacional del Fondo
Monetario Internacional, aunque ésta nunca llegó a tiempo, cuando el FMI dio
su aval, fue muy tarde. Para finales de año, nadie creía en el gobierno.
Las tasas de interés en sucres cayeron significativamente mas no así las tasas
en dólares. Aparentemente el riesgo-país, la presencia del Banco Central, la
percepción de que se podría suspender la dolarización y otras fuentes de
incertidumbre son factores que impiden el ingreso de capitales y la consiguiente
reducción en las tasas de interés.
La disciplina fiscal
La pérdida de competitividad
En fin, puede ser que no haya una elección óptima de sistema cambiario para el
Ecuador, y aún mas puede que ese sistema cambiario no sea conveniente en
todo momento. Sin embargo, para el Ecuador en el que vivimos hoy la mejor
alternativa sigue siendo sostener la dolarización debido a que las causas
políticas que le he mencionado.
VENTAJAS DE LA DOLARIZACIÓN
viernes, 23 de septiembre de 2005
No todo es malo en el Ecuador, pues también pasan cosas
buenas; lo que falta es vendernos positivamente. A pesar
de los problemas, con la dolarización, vamos por buen
camino. Y es que efectivamente, los países dolarizados
tienen ventajas para generar un negocio positivo. Para
comenzar, existe estabilidad económica, la cual ha permitido que se fortalezcan
las finanzas públicas y como consecuencia, se ha podido prestar más atención
a los programas sociales. Contrario a lo que dicen muchas personas sin
sustentos estadísticos, la inversión social (educación, salud, etc.) ha crecido en
los últimos años, lo que a su vez ha permitido que se reduzca la pobreza, y que
la inequidad y la distancia entre los que más y menos tienen, también se
reduzcan.
No es que haya desaparecido, pero existen cifras tan positivas que nos
deberían llevar a convertir a la estabilidad económica en un bien público, en
algo que cuidemos todos. El poder de compra de las familias se ha fortalecido,
lo que es evidente por los volúmenes que alcanzan las empresas que están
dirigidas al consumo masivo (supermercados, cadenas de electrodomésticos,
venta de vehículos, ventas de mobiliarias, entre otros).
¿Qué pasa con las exportaciones, ese motor tan importante para países tan
pequeños como el ecuatoriano?