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Mattelart
Mattelart
Introducción
El Gabinete Negro
A lo largo de la prehistoria de la modernidad postal, el temor a la conspiración –
nacional o internacional – obsesionó a los gestores de las redes. Esta psicosis dio origen
en Francia al Gabinete negro, ese despacho de la oficina de correos, creado bajo el
reinado de Luis XIII, donde se violaba el secreto de las cartas. Los memoriales de
agravio de 1789 denunciarían esta práctica como “una de las más absurdas y una de las
más infames invenciones del despotismo”. Esta institución del Gabinete negro hará
estragos por todas partes y permanecerá en vigor mucho tiempo después del
reconocimiento oficial del derecho del ciudadano al secreto de su correspondencia
(Mattelart, 1996: p. 30) En este periodo, podemos analizar como los sistemas de
información eran manipulados por la clase en el poder y de alguna forma se convertían
estas acciones en estrategias de guerra y de dominio, llegando a perfeccionar el
Gabinete negro en algunos países, como en el caso de la sociedad Rusa de los zares,
especialmente el de San Petersburgo.
En el alba del siglo XX, el sistema de las subvenciones a las empresas de servicio
marítimo postal es norma habitual en la mayoría de los países. Ninguna de las líneas que
realizan este servicio está en medida de subsistir sin esta aportación del Estado, ya sea
en Francia, en Estados Unidos e incluso en Inglaterra, a pesar de los poderosos recursos
de su flota comercial. La información se transforma en cosa de especialistas y su
complejidad reclama la competencia de analistas preocupados en prever la coyuntura.
En este advenimiento de complejidades se dio una función de trilogía de medios para no
provocar incertidumbre en los sistemas comerciales de ese entonces (1888), la
simultaneidad de eventos entre la prensa escrita, la navegación a vapor y el telégrafo.
La era del hilo
En 1885 se crea la American Telegraph and Telephone (ATT) que, progresivamente, se
convertirá en la casa matriz del sistema Bell. Durante cerca de 80 años, ATT logrará
conservar su cuasimonopolio privado sobre las redes de telecomunicación de Estados
Unidos. Habrá que esperar a la marjada de la desreglamentación, a comienzos de los
años ochenta, para asistir a su desmonopolización.
En 1881, la red norteamericana cuenta con 123 000 aparatos, Londres no tiene más que
1100 abonados, mientras que Francia en 1888, cuenta con 5800 aparatos, o sea, el 70 %
de parque de las diez primeras ciudades francesas. A finales del siglo XIX, Estados
Unidos, pues, lleva clara ventaja, con un promedio de un aparato por cada 60 habitantes.
En 1901, el italiano Guglielmo Marconi explota el descubrimiento sobre la propagación
de las ondas electromagnéticas y, con el apoyo de compañías armadoras y de grupos de
prensa, logra establecer la primera transmisión trasatlántica de telegrafía sin hilo
(Mattelart, 1996: p. 37).
A pesar de esta invención los países de Europa occidental tendieron su cableado para
efectuar comunicaciones marítimas, principalmente con el objetivo militar, donde
Inglaterra tenía un pleno dominio de redes de información durante la primera guerra
mundial, por tanto, era de considerar que la carrera por mantener una comunicación
eficiente de estrategia militar estaba en juego.
Otras de las tecnologías que se fusionaron para desarrollar estrategias imperiales, fueron
el telégrafo y el ferrocarril o el caballo de hierro como lo bautiza Mattelart, éstas
tuvieron auge en el último cuarto del siglo XIX y a principios del siglo XX.
El Progreso
El rumbo es iniciado por Shanon y Weber, Norbert Wiener, Ithiel de Sola Pool, Wilbur
Schram y su representación ante los proyectos de comunicación de masas ante la
UNESCO, hasta llegar a los contemporáneos de los bits, como Vinton Cerf, Robert
Lawrens, Tim Berneers Lee y otros.
Cabe hacer un paréntesis en esta carrera por la tecnología digital, donde Wiener da su
punto de vista sobre el deber ser de la utilización de los medios tecnológicos, “este
sistema que debería contribuir, más que cualquier otro, a la homeostasis social ha caido
directamente en las manos de quienes más se preocupan por ese juego del poder y del
dinero” (Mattelart, 1996: p. 200)
La prensa se distinguió con el manejo de la propaganda en la primera guerra mundial, la
radio en la segunda guerra mundial, y de ahí, se da el comienzo de los estudios de
comunicación a partir de los estudios de persuasión y audiencia del sociólogo Paul Félix
Lazarsfeld y Eliu Katz, Leo Lowental, Harold Laswell, definiendo con ello el concepto
de hombre moderno, posteriormente, esto dio pie a .que los politólogos obtuvieran
modelos de desarrollo político, estableciendo así un sistema capitalista de orden entre lo
urbano, la alfabetización, la exposición al medio y la participación al voto.
Mientras tanto, en la América Latina se ve envuelta en un proyecto de modernización,
mediante el Plan Marshall, en donde sus efectos concretos se hicieron sentir en tres
áreas: la planificación familiar, la innovación en el campo y las nuevas tecnologías
educativas, proceso en el que los medios de comunicación desempeñaron un papel
protagonizante.
Surge el difusionismo, aunque es un replanteamiento de las teorías difusionistas ligadas
a la etnología clásica del siglo XIX y el difusionismo alemán en el que se incluyen
trabajos a Ratzel, y el inglés Rivers, Elliot Smith, J Perry (Mattelart, 1996: p. 229).
La cultura
Los críticos de la cultura de masas - y con ellos, la mayoría de los intelectuales
contestatarios en todas las latitudes, hasta los años setenta – han abordado hasta
entonces el proceso de industrialización de la cultura. La primera teoría, nacida a finales
de los años cuarenta, es obra de la Escuela de Frank furt, y más concretamente de
Theodor Adorno y Max Horkheimer, dos filósofos alemanes, exiliados en Estados
Unidos para escapar del nazismo. De lo que, de hecho, fue la primera confrontación
teórica entre la cultura europea de la Luces y la cultura de masas producidas para
millones, surgió el concepto de industria cultural (Mattelart, 1996: p. 270).
Podemos subrayar que los estudios culturales que se empezaron a desarrollar en la
América Latina, durante la década de los sesenta y los setenta, por parte de
investigadores de la comunicación, algunos trabajos han estado inspirados en la
influencia de los estudios culturales iniciados en la Inglaterra, sin embargo, también
existieron fuertes tendencias al trabajo de los estudios culturales, basados en el enfoque
marxista de la escuela de Frankfurt. De ahí que este frente teórico tenga un
acercamiento más metodológico para abordar nuevos estudios sobre categorías más
universales, como en el caso de la globalización que permea una reconstrucción de lo
social, lo internacional, lo nacional y lo local, desde luego, y su implicación, con otra de
su misma naturaleza, como son las nuevas tecnologías