Todo era una mentira. La cuarentena no existía, todos salíamos con
libertad, ni siquiera existía un virus o algo parecido. Si había rumores, pero nada era concreto. Así lo vi en mi sueño la madrugada del 25 de marzo, un día antes de mi cumpleaños. Todo se veía tan perfecto, no se notaba tristeza en los rostros de las personas o por lo menos en las que alcancé a ver, porque a unos no les distinguía su rostro aún cuando los tenía cerca. Tengo miopía alta y astigmatismo y aún en el sueño pensé que quizás era por eso. (No le di importa). Pero de lo que sí recuerdo perfectamente es que aunque no veía sus rostros, esas personas tenían algo en particular en su vestimenta. Recuerdo a una señora con una blusa de un color naranja muy fuerte y tenía un estampado en letras que decía: ¡NO LE CREAS A NADIE! También recuerdo a un señor que llevaba un traje elegante pero llevaba unos zapatos de payaso (en el sueño no pude contener la risa. quizás pertenecía a una obra o algo así). Quise acercármele pero no me decidí.
Me encontraba en una especie de feria, había mucha gente,
muchos niños corriendo y mucha comida. De repente se hace de noche y mi hermana me dijo que ya era hora de irnos a la casa. Inesperadamente ya estábamos dentro de la casa y en la televisión alguien daba unas declaraciones (hacía llamarse el presidente del mundo) en su discurso decía que algo muy grande y maligno le vendría a la tierra en contados minutos y que no estábamos preparados para ello; que lo que era, iba a afectar nuestra cotidianidad y que ya no íbamos a ser los mismos. Recuerdo que mis familiares y vecinos entraron en pánico, nadie sabía qué hacer y se escuchaban fuertes murmullos y susurros de la gente. Ese líder mundial no especificó sobre el tema. Solo dijo que durante las próximas 48 horas nadie saliera de sus casas hasta que pasará la mala hora y así lo hicimos. Pasamos momentos de mucha incertidumbre, nos asomábamos por las ventanas a mirar las calles y veíamos patrullas de la policía rondando por ellas. Todo el tiempo se escuchaban unas fuertes sirenas que me hicieron doler la cabeza y lo peor de todo es que nunca amanecía. Me preguntaba… ¿por qué estaba pasando esto?, ¿de qué se trataba este encierro?, ¿por qué el líder no dijo más nada? Todo eso fue muy frustrante para mí y para toda la familia. Recuerdo que fui a tomar un vaso de agua, tocan la puerta y mi papá se ofreció para abrirla. Se trataba de la persona menos esperada. Era el hombre que había visto en la feria con traje elegante y zapatos grandes. En ese momento desperté.
Me quedé un rato en la cama pensando en ese sueño y que
significaba. Pero no le hallaba explicación. No le quise contar a mis familiares sobre el sueño porque pensaba que no me iban a dar las respuestas que quería. Durante todo ese día rondaron muchas preguntas en mi cabeza, pero a ninguna les encontraba una respuesta lógica.
Eran como las 7 de la noche de ese día y me encontraba
organizando unas cosas para mi cumpleaños. En ese momento llega mi papá a poner las noticias y casualmente estaban reportando unas personas de mi ciudad que estaban pasando por muchas necesidades a causa de este aislamiento preventivo ya que eran vendedores que se ganaban su sueldo a partir del día a día. Estaba escuchando a esas personas necesitadas pero no miraba al televisor ya que estaba recortando una cartulina. De repente se me da por mirar hacia al televisor y me lleve la sorpresa de que la persona que hablaba justo en ese momento era la mujer de blusa naranja y letras terroríficas. En ese instante me dio mucho miedo y se me aceleró el corazón. Me fui hacia mi cuarto extrañado porque no sabía que estaba pasando. Pero después de tanto pensar, pude dar con la respuesta de ese extraño sueño.
Sentí que el significado del sueño era que aquellas personas a la
que no le veía sus caras, en la vida real estaban pasando por una fuerte necesidad. Y que necesitaban la ayuda de alguien. Fue así que le pedí a mi papá que si podíamos hacer lo posible por comunicarnos con la señora y hacerle llegar un mercado. Mi papá se extrañó pero no se negó, ya que justamente conocía a esa señora. En ese momento me dije a mí mismo. Que iba a hacer lo posible por encontrar al otro hombre del sueño. El de esmoquin y zapatos de payaso y que también le daría una ayuda con mucho cariño.
Desearía haber reconocido en el sueño a más personas; porque en
realidad vi muchísimas con el rostro borroso. Quizás estén en algún lugar de la ciudad o del mundo. Pero lastimosamente no me acuerdo de ellas. Así son los sueños. Soñamos algo, pero al tratar de recordar, no lo hacemos completamente.