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MOTRICIDAD
MOTRICIDAD
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Motricidad De fondo, lo que lleva a al cuadro de deficiencia motriz es una
alteración en varias partes del cuerpo: los músculos, las articulaciones, los huesos
y, por supuesto, el área del cerebro que se encarga de coordinar los movimientos.
Podemos distinguir dos tipos generales de problemas de motricidad:
* físico periféricos: afectan las articulaciones, los músculos, los huesos y las
extremidades;
TIPOS DE MOTRICIDAD
Básicamente, la motricidad se divide en dos tipos, gruesa y fina, en función de los
tipos de grupos de músculos que se implican en el movimiento que se realiza.
MOTRICIDAD GRUESA
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La dirección en la que se van perfeccionando los grandes grupos musculares se
hace de cabeza a pies, es decir, primero se aprende a cómo mover la cabeza y el
cuello, luego, se tiene un mayor control sobre el tronco y, finalmente, se controla
piernas y brazos. Durante los primeros años de vida, el desarrollo de este tipo de
motricidad es fundamental para que se adquiera la capacidad de control sobre la
postura, el equilibrio del cuerpo y la marcha.
1. Control postural
Llegar a desarrollar la capacidad suficiente como para controlar la postura y el
equilibrio son cuestiones fundamentales para poder realizar acciones en las que
se está erguido, como son caminar o sentarse. Cuando acaba de nacer, el bebé
no es capaz de controlar su postura de forma voluntaria, ni tampoco sostener en
correcto equilibrio su cabeza. Es por ello que, en las primeras semanas de vida, lo
recomendable es que la criatura se encuentre tumbada.
Pasados los dos meses el bebé ya ha adquirido la suficiente capacidad como para
mantenerse con cierto equilibrio, pudiendo sentarse erguidos con ayuda de sus
cuidadores. Cuando ya se acerca el primer año de vida, los infantes han adquirido
la suficiente capacidad como para poder sentarse encima de una silla por ellos
mismos.
2. Aprender a caminar
Relacionado con el punto anterior, para poder lograr caminar erguido primero debe
tener el suficiente control postural para poder mantenerse erguido. Además de
ello, requerirá fuerza en las piernas, la cual habrá adquirido tras varios meses
gateando y poniendo encima de ellas parte del peso del tronco, con la ayuda de
los brazos.
Es en torno al primer año de vida que los bebés logran poder caminar, no
obstante, de acuerdo con la investigación realizada en este campo, se ha visto
que ya se poseen desde antes del nacimiento las vías neurales para ello. Un
hecho que daría fuerza a esto es el de que, si se coloca a un bebé de dos meses
en posición erguida, pero siendo sujetado por alguien, el bebé alternará las
piernas como si estuviera caminando. Independientemente de lo innata que
pudiera ser esta capacidad, es muy importante que el bebé vea a otros, tanto de
su misma edad como mayores, caminar para poder desarrollar esta capacidad.
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MOTRICIDAD FINA
En cuanto a la motricidad fina, a diferencia de su contraparte, se implican grupos
musculares pequeños, los cuales, mayormente, se encuentran en las manos,
especialmente en las muñecas y dedos. Esta capacidad es destacable en la
especie humana, dado que se posee un alto control de los movimientos de los
dedos de las manos, permitiendo agarrar objetos, escribir, tocar el piano o hacer
gestos. Las habilidades finas se van desarrollando a lo largo de la vida de todo el
individuo, pudiéndose mejorar y aprender nuevos movimientos en prácticamente
cualquier edad de la persona, siempre y cuando no haya lesiones físicas ni a nivel
cerebral. No obstante, especialmente en la infancia, hay cambios significativos en
cuanto al desarrollo de estas capacidades, las cuales van a la par de la mejora de
ciertas destrezas fomentadas por el sistema educativo.
1. Primeros meses de vida
Los primeros movimientos finos que se pueden observar en un bebé son los
reflejos, los cuales se manifiestan ya desde el momento en el que ha nacido. No
obstante, con el paso de las pocas semanas, muchos de estos desaparecen. A las
ocho semanas, el bebé es capaz de hacer algunos movimientos con los dedos,
pudiendo coger, aunque de forma patosa, cosas. Entre los dos y los cinco meses
el bebé ya es capaz de coordinar la mirada con el movimiento de sus propias
manos, siendo esto un punto decisivo en su capacidad para explorar el mundo
exterior. Entre los siete y doce meses se da el punto más destacable de las
capacidades motoras finas del bebé, habiendo una mejora en la capacidad de
agarre de objetos, señalar con el dedo índice, pasar objetos de una mano a otra y,
muy importante también, hacer pinza con la mano. Cuando el bebé ya tiene un
año de edad, dispone de suficiente capacidad fina como para manejar objetos
voluntariamente y con mayor seguridad. Gracias a ello, puede coger los objetos
que desee y así explorarlos para conocerlos mejor, aprendiendo tanto físicamente
como mediante estímulos. Así, aprender aspectos como el tamaño, el peso y la
forma.
2. Preescolar
Esta etapa comprendería entre los dos y cinco años de edad. En estas edades, el
niño es capaz de cerrar y abrir la mano haciendo diferentes combinaciones con los
dedos. Así pues, el niño puede aprender a usar las tijeras, pintar con lápices,
abotonarse la camisa y coger objetos de forma más certera. Además de ello,
aprende sobre el entorno en el que se encuentran y los estímulos que reciben de
él, coordinando eficazmente sus movimientos para irlo a explorar.
3. Etapa escolar
Entre los cinco y siete años la motricidad fina ya está destacablemente
desarrollada, aunque siempre se puede mejorar. Los brazos y las piernas se
sincronizan mejor. Es en estas edades en las que los niños aprenden a escribir y a
leer. Los primeros ensayos de escritura, aunque torpes, son la demostración de
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ellos, mientras que la lectura se caracteriza por usar los dedos para dirigir su
mirada al renglón que tienen que leer.
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coordinación. El segundo principio es que el control sobre todo el cuerpo se
desarrolla en una dirección céfalo caudal, o de cabeza a pies.
Por medio del desarrollo motor el bebé controla su cuerpo, que, a su vez, utiliza
como una herramienta. Una vez que es capaz de coger los objetos que las
personas ponen en su mano, el bebé se convierte en suficientemente coordinado
y es finalmente dueño de su propia experiencia. La hazaña de este dominio a
veces parece un fin en sí mismo. El bebé que no camina y que ha pasado meses
viendo a las personas moverse de acá para allá sobre sus pies, sonríe con júbilo
después de dar sus primeros pasos, como dijera “. Yo también puedo hacerlo”.
Aunque aprender a moverse, no es sólo un logro motor para los bebés; también
les ayuda a organizar su mundo (Bushnell y Boudreau, 1993) y a la apreciación
del significado de distancia y altura. (Cuando los bebés pueden controlar su
proximidad respecto a quienes lo cuidan, utilizan sus habilidades motrices para la
exploración).
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El desarrollo motor más allá de la infancia
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Control de la cabeza
Locomoción
Percepción háptica
Sólo hasta que los bebés han logrado suficiente coordinación ojo-mano para
alcanzar objetos, es cuando desarrollan la percepción háptica. Ésta es la
capacidad para adquirir información acerca de objetos que manipulan en oposición
a cuando los observan. Cuando los bebés pueden realizar varios movimientos de
mano, pueden percibir deferentes propiedades de los objetos. Desde los tres
meses de edad, los infantes pueden percibir temperatura, tamaño y, quizá, dureza.
Entre los cuatro y diez meses, hacen movimientos repetitivos con los dedos y la
mano, rascan, frotan, sacuden la mano, golpean, aprietan y toman objetos para
después pasarlos de una mano a la otra. Ahora comienzan a percibir textura y
peso. Hacia el final del primer año, cuando tienen suficiente fuerza como para
sentarse sin apoyarse con una mano, pueden emplear ambas manos de manera
compleja, lo cual les permite tomar conciencia de las formas. Así la capacidad
para percibir estas características está limitada por el nivel de su desarrollo motor
(Bushnell y Boudreau, 1993).
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Percepción de la profundidad
El impacto de gatear
Entre los siete y los nueve meses de edad, los bebés presentan grandes cambios:
comienzan a entender conceptos como “cerca” y “lejos”, dependiendo de qué
distancia están los objetos a su alrededor, les ayuda a trasladarse por su propia
cuenta y también a aprender a juzgar distancia y percibir la profundidad. La
capacidad para trasladarse de un sitio a otro también tiene implicaciones sociales.
Por un lado, los bebés gateadores parecen estar en mejor capacidad de
diferenciarse a sí mismos del resto del mundo. Como puede verse, el desarrollo
motor puede tener efectos de largo alcance para ayudar a los bebés e hijos en la
etapa de los primeros pasos nunca se están quietos, pero incluso estas activas
personitas tienen que dormir, algunos más que otros.
Rasgos evolutivos
El período de los 2-3 años es, por ello, eminentemente un período de transición
durante el cual se desprende de la jerga, nombra objetos y dibujos, usa los
pronombres y atiende a órdenes sencillas. Tiene más capacidad para quitar,
arrebatar, patear, que para “dar-y-tomar”, y esto por razones de inmadurez
evolutiva. Su forma de abrazar es tan desmesurada como la forma que tiene de
abrazar es tan desmesurada como la forma que tiene de empujar. No sabe cómo
pedir ayuda, se halla en el umbral del logro de tales disociaciones sociales. El
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detalle de los modos de conducta personal-social está determinado por el
ambiente; pero las fuerzas impulsoras, formativas, son de origen constitucional.
Por ello, hasta los acontecimientos cotidianos del comportamiento hogareño sirven
como indicadores de la madurez evolutiva del niño.
OBJETIVOS E INSTRUMENTOS
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ANEXO
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