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GLOSARIO DE CONCEPTOS Y TEMAS POLITICO- ECONOMICOS

Introducción:

Entregamos a continuación una selección de conceptos utilizados con frecuencia en el terreno de la economía, con
el objetivo de introducirnos en cada uno de estos, pero no conformarnos con estas definiciones que por su forma
pueden caer en el esquematismo, por lo que es exigencia para cada uno profundizar e investigar sobre estos u otros
temas relacionados, siendo la iniciativa personal y el motor propio elementos insustituibles para la formación
política.

En relación con estos asuntos es conveniente recalcar que no partimos de cero, tenemos una opción que es entender
en general los conceptos como una guía para la acción y el análisis, una herramienta que nos esforzamos por
utilizar y desarrollar de la mejor manera, lo cual es también parte de nuestro proceso de aprendizaje.

Lo que ahora entregamos corresponde a síntesis, extractos y citas de diversos autores, más las conclusiones que
sobre la base de estas hemos podido resolver, pero con la salvedad de que lo que acá se expone no agota los temas
ni mucho menos, más bien es un estímulo al estudio, a la búsqueda, no con un carácter académico, sino como
refuerzo de nuestra conciencia política y apoyo a la discusión y toma de posición individual y colectiva.

1.- CONCEPTOS GENERALES

Capital, capitalismo: el capital es un valor (medido en dinero) que, por medio de la explotación de la fuerza de
trabajo del hombre, proporciona plusvalía (ganancia), se incrementa a sí mismo. El capital se configura a partir de
una relación social, entre la clase de los capitalistas, que poseen (propiedad privada) los medios de producción (la
tecnología, equipos, maquinaria, herramientas, materias primas, edificaciones, etc) y la clase trabajadora, que
carece de dichos medios y, en consecuencia se ve obligada a vender su fuerza de trabajo a los capitalistas (por
medio del salario), a los que de este modo enriquece. Así pues, el capital es la categoría económica principal del
modo capitalista de producción.

Exteriormente, el capital se presenta como valor que crece por sí mismo, como ”dinero que se transforma en
mercancía y luego, por medio de la venta de la mercancía, se convierte otra vez en dinero, pero en mayor cantidad”
(C. Marx), es decir para que el dinero se transforme en capital es necesario que éste sea invertido en la compra de
mercancías que permitan al dueño del dinero obtener más dinero después de que estas hayan sido usadas en el
proceso de producción.

El capital tiene distintas formas:

Capital constante: parte del capital que existo bajo la forma de medios de producción (edificios, instalaciones,
maquinaria, combustible, materias primas, materiales auxiliares) y cuyo valor no cambia de magnitud en el
proceso de producción. La división del capital en capital constante y capital variable (ver), división que
estableció Marx por primera vez, constituyó una premisa importantísima para el análisis científico de la esencia
de la explotación capitalista. Se basa en el hecho de que la fuente de la plusvalía y del incremento del capital no
reside en todo el capital, sino únicamente en la parte que se dedica a comprar fuerza de trabajo. El valor del
capital constante permanece invariable en el proceso de producción, y el trabajo concreto del obrero lo
transfiere a la nueva mercancía producida.
El capital constante, sin ser fuente de plusvalía, es condición necesaria para que ésta se produzca y de ella se
apropie el capitalista. Algunas partes del capital constante van transfiriendo su valor a la nueva mercancía a
medida que, en el proceso de trabajo, los medios de producción se desgastan. Los edificios, las instalaciones y
las máquinas participan en la producción en el transcurso de muchos ciclos de la misma a lo largo de varios
años, transfiriendo su valor, por partes, al producto. Por el carácter de su movimiento, esta parte del capital
constante forma el capital fijo (ver). La otra parte del capital constante —materia prima, combustible,
materiales auxiliares— se consume por entero en el proceso de producción de la mercancía en el transcurso de
un solo periodo de producción y transfiere por completo su valor al nuevo producto, constituyendo la parte
denominada capital circulante.

Capital variable: parte del capital que el empresario invierte en la compra de fuerza de trabajo (o sea, el salario de
los obreros) y que se incrementa en el proceso de producción. En la empresa capitalista, el obrero crea un valor que
supera, por su volumen, lo que percibe en concepto de salario, es decir, crea plusvalía, pues trabaja más tiempo de
lo que es necesario para producir el valor de su fuerza de trabajo. Por consiguiente, el valor del capital
desembolsado para la compra de fuerza de trabajo no sólo se conserva en el proceso en que se crea el nuevo valor,
sino que se incrementa en la magnitud de la plusvalía. Por el carácter de su rotación, el capital variable constituye
una parte del capital circulante.

El valor generado por la fuerza de trabajo sobrepasa con creces el valor del salario que paga el dueño del capital
(hablando en términos sociales), esa parte del valor creada por el trabajador y apropiada por el capitalista es la
llamada plusvalía. La producción y apropiación de la plusvalía constituyen el objeto del modo de producción
capitalista.

Queda así establecida la Teoría Marxista del valor, la cual plantea que el valor de las cosas se determina por el
número de horas-hombre de trabajo necesario para producirlas. Esta es la parte medular y el punto de partida de
Marx, pues el trabajo es un mercancía con determinado valor ( los salarios). En el sistema capitalista el valor del
trabajo se determina por el número de horas que los trabajadores destinan a obtener su subsistencia, el mínimo
indispensable para seguir trabajando, y para lograr su alimentación, vestido, habitación y la satisfacción de las
necesidades vitales de sus familiares. Entonces, el valor del salario es lo estrictamente necesario para que un
trabajador pueda vivir y seguir trabajando. Se infiere que lo producido por un trabajador. y el salario que recibe a
cambio, no tiene relación de equivalencia, pues existe obviamente una diferencia que Marx llamó plusvalía.

El capital constante y el circulante conforman el llamado capital físico o real, que también podría denominarse
capital industrial ya que se utiliza para producir plusvalía y funciona en la esfera de la producción material,
independientemente de la rama económica en que se ha invertido, es decir, el capital invertido en la industria, en la
construcción, en la agricultura, en el transporte.

Producto Interno Bruto, PIB (o Producto Geográfico Bruto): En el contexto de una economía capitalista como
la chilena, el PIB es una magnitud que refleja el nivel y la evolución de la actividad económica dentro de las
fronteras de un país.
Se define como la suma de los valores de todos los bienes y servicios finales producidos en el interior de una
economía durante un período de tiempo, generalmente un año.
El calificativo de BRUTO, se usa para señalar que comprende todos los bienes y servicios producidos, es decir,
que también incluye la producción de bienes de equipo destinados a reemplazar la maquinaria obsoleta
(tecnología caduca y no rentable), o desgastada del periodo.
La palabra INTERIOR, medición dentro del país, aunque los dueños de las ganancias procedentes de la
producción sean de otra nacionalidad.
La palabra PRODUCTO, se refiere a los bienes y servicios de nueva producción generada en el periodo que
tienen que ser valorados a precios de mercado porque estos bienes y servicios tendrán que ser vendidos para
poder ser computados como partes integrantes del PIB.
Una cosa muy importante es que los bienes y servicios deben ser FINALES, porque si a los finales se añaden
los intermedios se estarían contando varias veces las mismas partidas. Por ejemplo: en la producción del pan,
para computarlo en el PIB se computará el pan que es un bien final y no los intercambios previos de harina y
trigo, sino, la producción contabilizada sería muy superior.
El PIB será igual a la suma del producto interno generado por los distintos sectores de la economía.

En general se pueden clasificar los siguientes sectores económicos: 1. Agricultura, 2. Minería, 3. Industria (incluye
todas las industrias manufactureras; químicas, mecánicas, papeles, plásticos, alimentos, vestuario, tabacos, etc.) 4.
Construcción, 5. Servicios (que comprende servicios eléctricos, de gas, agua, servicios sanitarios, transporte,
almacenaje, comunicaciones, comercio, actividades financieras como las bancarias, de seguros, previsionales,
servicios sociales como salud y educación, etc).
Producto interno y producto nacional.
Cuando se hace referencia a lo producido dentro de las fronteras del país, se habla de producto interno o
geográfico. Es posible que el país produzca cosas fuera de sus fronteras: por ejemplo, empresas que tienen
actividad en otros países y que envían sus ganancias al país de que son originarios; o puede ocurrir lo
contrario: empresas extranjeras que operan en el país y que envían sus utilidades al exterior.
Cuando se suman los ingresos recibidos desde el exterior por parte de factores productivos del país en cuestión,
por ejemplo la industria Luchetti en Perú, o los supermercados Ekono o Unimarc en diversos países de
Latinoamérica, el arriendo de un barco chileno en una compañía extranjera, y se descuentan los ingresos
enviados al exterior por parte de los factores productivos extranjeros que trabajan en el país, por ejemplo las
utilidades de una sucursal de un banco extranjero en Chile, se tiene el concepto de producto nacional bruto.
En resumen, mientras el PIB mide la producción de los residentes en Chile (aunque no sean de nacionalidad
chilena), el PNB mide el valor de la producción realizada por los factores de producción nacionales.
Para el análisis marxista, y citando al economista Manuel Riesco en su obra “Desarrollo del capitalismo en Chile
bajo Pinochet”, el PIB o PGB es un Indicador global de la evolución de la producción capitalista. Este refleja,
aproximadamente, el valor nuevo creado por el trabajo humano en un año, y no el valor total de las mercancías
producidas durante ese año, como suele pensarse. Ello porque no se incluye el valor de las mercancías producidas
en períodos anteriores, pero incorporados como insumos a la producción anual (el capital constante).

Entonces el Producto Geográfico Bruto mide, aproximadamente, el valor nuevo, proveniente del trabajo humano,
creado en ese período (la relación entre capital variable y plusvalía) sin incluir el valor transferido de períodos
anteriores por la materia prima, maquinarias y equipos. Se produce acá el fenómeno de que el capital variable por
concepto de salarios puede permanecer sin cambios en términos de monto o incluso disminuir, pero el valor nuevo
que este genera a través del trabajo siempre va a ser superior (de ahí su carácter de variable), el cual se expresa en
las ganancias y rentas, a las que se le descuentan impuestos y remuneraciones al sector no productivo, o sea el
ligado al sector o capital financiero (ver).

Capital financiero (o “rentista”): Tipo particular de capital que se origina desde fines del siglo 19 por la unión
del capital de los monopolios bancarios e industriales. Se forma sobre la base de un alto grado de concentración del
capital en la producción y la actividad bancaria, en manos de un reducido grupo de capitalistas.

Los bancos no sólo empiezan a conceder a las empresas industriales los préstamos a corto plazo, sino, además,
créditos a largo plazo. Con ello obtienen la posibilidad de influir en la marcha de las empresas e incluso a veces,
determinar el destino de las mismas. Los bancos también utilizan sus recursos en la adquisición de acciones de las
industrias, creando el denominado “sistema de participaciones” dentro de la propiedad de éstas, es decir controlan
capital ajeno.
La acción es un documento que representa una fracción de la propiedad de la empresa, acredita el aporte de una
determinada suma de dinero al capital de una sociedad anónima (en la cual el capital está dividido en pequeñas
partes iguales llamadas acciones), y da derecho a percibir una determinada parte , el dividendo, de las ganancias
obtenidas por la empresa, es decir, percibir regularmente plusvalía creada en el proceso de producción capitalista.
El dueño de la acción no tiene derecho a exigir de la sociedad anónima el reintegro del dinero aportado, pero puede
vender la acción en el mercado o bolsa de valores. La venta de acciones es la venta del derecho a percibir un
ingreso, es un cambio de propiedad. El dueño de acciones tiene el derecho a percibir de la sociedad un beneficio
proporcional a la cantidad de acciones que haya comprado, y también puede obtener el control o dominio de una
empresa a partir de una determinada suma de acciones (llamado “paquete de control”), que sólo los grandes
empresarios pueden adquirir, originándose así la mencionada unión de los grandes bancos y la gran industria.

El sistema de participación permite a una sociedad anónima (sociedad matriz) la adquisición del paquete de control
de otra sociedad (filial), que a su vez posee el paquete de control de una tercera empresa (sociedad “nieta”). Este
mecanismo permite a la sociedad matriz controlar una amplia red de empresas. Al mismo tiempo, se produce un
proceso de absorción de los pequeños bancos por parte de los grandes, se forman las uniones monopólicas (ver
Imperialismo) denominadas consorcios bancarios.

También se practica la emisión y venta de bonos u obligaciones, que es un documento que representa una parte de
una deuda contraída por una sociedad o por cualquier otra institución privada o pública. Mientras que la acción
confiere a su titular la condición de socio, la obligación le otorga la de acreedor, y así como el accionista recibe
dividendos, el titular de uno o más bonos recibe intereses periódicos.

Como se aprecia, el capital financiero no se vincula -como el capital real o industrial- al proceso de producción de
plusvalía en general (creada por la generación de bienes y servicios): manifestándose a través a través del dinero
que ha sido ahorrado y colocado en el mercado financiero, bien sea comprando acciones y bonos u obligaciones
(llamados “títulos de valor”), o bien en entidades de depósito (bancos), etc. con la esperanza de obtener un ingreso
o renta posterior e forma de dividendo o intereses. El movimiento (compra y venta) de los títulos de valor se
efectúa en la Bolsa de Valores.

Con el desarrollo del capitalismo, este tipo de capital puede incrementarse más rápidamente que el capital real,
debido al amplio desarrollo que alcanzan las empresas en forma de sociedades anónimas, y al crecimiento de los
ingresos percibidos por los títulos de valor, causado por el aumento de las ganancias de las grandes empresas.

Además, la estructura del capital financiero ha experimentado notables cambios. En comparación con comienzos
del siglo 20, ha crecido considerablemente el papel de las entidades extrabancarias: compañías de seguros, fondos
de pensiones y sociedades inversionistas, las que se expandieron en los años 1960-70.

La peculiaridad general de esas instituciones extrabancarias consiste en que todas ellas captan recursos monetarios
de la población, los que son acumulados e invertidos por los financieros en acciones de compañías industriales y
comerciales, o en títulos de valor, convirtiéndose por tanto en una fuente de crédito para los capitalistas y el Estado.
Las instituciones extrabancarias han ensanchado enormemente el área de influencia del capital financiero y
acrecentado sus recursos.

Aunque esta forma del capital a interés se han vuelto muy diversa y ha enriquecido a nuevas capas de
financistas, conviene recalcar y recordar que mientras que la tasa de ganancia que guía al capital industrial o
real responde directamente a la dinámica de la producción y acumulación de plusvalía, las tasas de interés o
dividendos que rigen al capital financiero son un traspaso, especulación o incluso sustracción de esta. Entonces
hay que definir una relación de interrelación entre estas formas de capital.

La existencia del capital financiero y la consiguiente aparición de la oligarquía financiera constituyen uno de los
rasgos fundamentales del imperialismo (ver).
Imperialismo: El imperialismo es una fase especifica del capitalismo. Lo fundamental de este proceso, desde el
punto de vista económico, es la sustitución de la libre competencia por la dominación de los monopolios
capitalistas. La libre competencia, creando la gran producción y desplazando a la pequeña, aumenta la
concentración hasta el punto en que comienza a surgir de su seno el monopolio; esto significa que se concentra en
grandes empresas una parte cada vez mayor de los medios de producción, la fuerza de trabajo y la producción real.
Como resultado aumentan las dimensiones absolutas de la empresa y su parte relativa en la producción global de la
correspondiente rama. La concentración de la producción y del capital son fenómenos correlativos e
interdependientes.

La definición más simple del monopolio es aquel mercado en el que existe un solo oferente (vendedor) que tiene
plena capacidad para determinar el precio, el cual por cierto se eleva. Un oligopolio es aquel mercado en que existe
un número reducido de vendedores frente a una gran cantidad de compradores, produciéndose muchas veces
acuerdos o pactos en relación a los precios o de repartición del mercado, el llamado cártel.

Lenin caracteriza el imperialismo “como desarrollo y continuación directa de las propiedades fundamentales del
capitalismo en general”. Haciendo una síntesis de los fenómenos indagados por él, (Lenin) señala que “si fuera
necesario dar una definición lo más breve posible del imperialismo, debería decirse que el imperialismo es la fase
monopolista del imperialismo”. Lo que diferencia al imperialismo de la anterior etapa de desarrollo del capitalismo
es precisamente la dominación de los monopolios en todas las esferas de vida de los países capitalistas.

Tras esta breve definición, Lenin desarrolla otra, más extensa, que abarca los rasgos esenciales de esta nueva fase:
“...Conviene dar una definición del imperialismo que contenga sus cinco rasgos fundamentales, a saber: 1) la
concentración de la producción y del capital llega hasta un grado tan elevado de desarrollo que crea los
monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el
industrial y la creación en el terreno de este capital financiero, de la oligarquía financiera; 3) la exportación de
capitales (inversión extranjera), a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia
particularmente grande; 4) se forman asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se
reparten el mundo, y 5) ha terminado el reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más
importantes”.

Como ocurría ya a comienzos del siglo 20, los monopolios modernos se apoderan de ramas claves de la
producción y someten el progreso de las mismas a sus intereses, generando una tendencia de doble filo y muy
contradictoria: por una parte tienden a desarrollar las fuerzas productivas; y por otra, a frenar ese mismo
desarrollo e incluso a poner en riesgo a la sociedad..

Los monopolios capitalistas organizan su actividad económica en consonancia con sus intereses de empresarios
privados. En la misma medida que esto ocurre sobre la base de una enorme concentración de poder económico,
pueden influir sobre las estructuras políticas (de las cuales generalmente son parte) imprimiéndoles su sello y
provocando el aprovechamiento y distribución irracionales de los recursos naturales, humanos y financieros.

La aguda competencia obliga a los monopolios a promover ampliamente nuevas tecnologías, a modificar y
racionalizar la organización del trabajo, reduciendo los costos de producción (alto desempleo = bajos salarios). Sin
embargo, prefieren impulsar el progreso científico técnico en aquellas direcciones cuyos adelantos pueden ser
aplicados en la producción de tal manera que se traduzcan al corto plazo en un incremento de las ganancias. Esto
significa que se suelen bloquear vertientes completas de la investigación científica que no prometen ventajas
inmediatas, o que requieren gran inversión, o que puedan afectar la condición de monopolistas y sus enormes
ingresos.

Algunos ejemplos de lo anterior: Luego de la Segunda Guerra Mundial, los EE.UU. , confiado en su condición de
monopolio en el mercado del acero, que le permitía controlar sus precios, no se preocupó de la modernización de la
producción de dicho metal, lo cual produjo a la larga un retraso tecnológico en relación con la industria japonesa y
europea. Por otra parte, hoy en día existe el conocimiento científico necesario para la sustitución del uso del
petróleo como principal fuente energética, por alternativas renovables y no contaminantes (electricidad, energía
solar, nuclear, etc.) pero los intereses de las grandes compañías productoras y de los cárteles internacionales de
producción de petróleo, cierran el paso al desarrollo de estas nuevas tecnologías. En el campo médico, existe la
base teórica y técnica necesaria para la cura masiva y más económica de muchas graves enfermedades, pero la
disputa por el control de las patentes, distribución y venta de medicamentos, dificulta este avance en la calidad de
vida humana.

A lo anterior se debe agregar la gran actividad de los complejos militares-industriales, cuya producción e
innovación en medios de destrucción desvía enormes cantidades de conocimiento y trabajo humano hacia un tipo
de actividad perjudicial cuyo producto pone en peligro la existencia misma del género humano.

Entonces, las características esenciales del imperialismo señaladas por Lenin se mantienen hoy en día, el gran
capital bancario e industrial, monopolizado en las empresas transnacionales, trasladan su producción e
inversiones alrededor del mundo: empresas como la General Motors de EE.UU (la mayor a nivel mundial),
Shell (anglo-holandesa), bancos como el Citicorp o el Chase Manhattan, controlan el sector productivo,
financiero y los recursos naturales en todo el mundo, incluyendo el transporte y las telecomunicaciones.

Este desplazamiento de producción al exterior, en países donde la mano de obra es barata, constituye una
ratificación de la vigencia de la teoría marxista del valor contra aquellas tesis que plantean, aludiendo a la
revolución tecnológica, la llegada de un mundo en que la mano de obra pierde toda relevancia en el proceso
productivo y consecuentemente, toda potencial gravitación en la política. Los números dicen lo contrario: el
caso del Japón, en 1997 el 21,7% de su producción total se realiza fuera de sus fronteras, sobre todo en las
industrias automotriz y electrónica. Un dato concreto basta para observar la magnitud de esto; 55 de cada 100
televisores comprados en Japón son fabricados fuera de su territorio, en Asia. En el caso de Alemania, la
industria Siemens obtiene más del 60% de su lucro en empresas fuera del territorio alemán, BASF produce el
90% de lo que vende en EE.UU, en el mismo territorio estadounidense o fuera de Alemania. Volkswagen instaló
hace 6 años una planta de producción de camiones en territorio brasileño. La industria de productos deportivos
como Diadora, Nike o Reebok, tienen su producción radicada en países asiáticos como Indonesia, Singapur,
Malasia o Tailandia.

En relación con los países pobres o “en desarrollo” como les llama la burguesía, la exportación o inversión de
capital, al igual como en la época del colonialismo ( siglos 16 al 20), refleja la intención de las potencias
imperialistas de conservar a toda costa zonas de dominación económica, fundándose en la explotación rapaz de
los recursos naturales, energéticos, y la mano de obra de los llamados países tercermundistas.

En los últimos 25 años, potenciado por la ofensiva del Neoliberalismo (ver), se ha impulsado a la inversión
extranjera (que cuenta con la complicidad de políticas de apertura económica y privatizadoras en los países
pobres) como una de las bases de las relaciones de dependencia y dominación económica y política, a la cual se
suma el sojuzgamiento por medio del crédito o la deuda externa. Las principales potencias imperialistas y los
organismos internacionales del capital financiero (FMI, BM, BID) aprovechan las dificultades económicas de
los países deudores para imponerles políticas de austeridad a tono con sus intereses. La concesión de créditos
está condicionada a la congelación de salarios, la reducción de los gastos sociales y el cese de subvenciones a
las empresas estatales. Una de las principales condiciones a que suele estar supeditada la “ayuda” financiera
es la adopción de medidas que favorezcan la actividad de los monopolios. La dependencia financiera y
económica hace que las decisiones concernientes a problemas claves del desarrollo económico no sean tomadas
por los Estados supuestamente soberanos, sino por un reducido grupo de potencias capitalistas e instituciones
interestatales del capital financiero.
Por cierto que la agresión militar directa es parte integrante de la política imperialista, en especial la de EE.UU.
como principal potencia. Rigiéndose por las necesidades del capital monopolista, y su demanda de petróleo,
uranio, metales y otros tipos de materias primas estratégicas, el imperialismo yanqui considera como “zonas
vitales” el Oriente Medio, Sud América, así como varias regiones de Africa y Asia, cuya “defensa” o combate al
“narcoterrorismo” sirve de cobertura ideológica para justificar el intervencionismo y las aventuras militares.
Además, el territorio de varios países atrasados y dependientes es utilizado como punta de lanza del
imperialismo estadounidense que ha instalado allí una vasta red de bases militares

En la actualidad, Estados Unidos no es sólo el gendarme, sino también la potencia que fija la política
financiera del FMI, que orienta las discusiones monetarias y las salidas de cada una de sus crisis. Pero este
dominio enfrenta el resurgimiento europeo de los 70 y el desafío japonés de los 80 y no alcanza para recuperar
la superioridad económica y política en el mundo capitalista de posguerra. El reforzamiento del imperialismo
norteamericano enfrenta el desafío de la unificación monetaria europea (ver Unión Europea).

En las últimas décadas del siglo 20, la dominación del capital monopolista en la economía mundial ha
provocado o agravado extraordinariamente problemas globales como la contaminación del entorno, el
problema de los alimentos, de las materias primas, la sobrepoblación de las ciudades y la existencia de
inmensas áreas de miseria en el mundo implican una amenaza a la supervivencia misma de la humanidad.

Neoliberalismo: Según la definición del analista inglés Perry Anderson, el neoliberalismo nace en Europa y
América del Norte luego de la Segunda Guerra Mundial ”como una intervenciòn teórica y política contra el Estado
intervencionista y de bienestar”. Su texto de origen es el libro del austríaco Friedrich Hayeck, Camino de
servidumbre, escrito en 1944, donde el autor hace ”un ataque apasionado contra cualquier limitación de los
mecanismos del mercado por parte del Estado, denunciada como una amenaza a la libertad, no solamente
económica, sino también política...”. En ese temprano momento no había condiciones para que esas ideas se
expandieran, eran las ”décadas de oro” de la expansión capitalista y del pleno empleo. Sin embargo, cuando en los
años setenta empieza a caer la tasa de ganancia en los países del capitalismo avanzado y estos entran en una
marcada recesión, surge una situación propicia para reiniciar la ofensiva y las ideas neoliberales comienzan a ganar
terreno.

Se atribuye la crisis ”al poder excesivo de los sindicatos, y de manera general al movimiento obrero, que había
socavado las bases de la acumulación privada con sus presiones reivindicativas sobre los salarios y con su presión
parasitaria para que el Estado aumentase cada vez más los gastos sociales. El remedio era, entonces, claro:
mantener un Estado fuerte, sí, en su capacidad de romper el poder de los sindicatos y en el control del dinero, pero
parco en los gastos sociales y en las intervenciones económicas”

El neoliberalismo entonces, es un conjunto de medidas económicas con su correspondientes programas políticos


que comenzó a ser propuesto por economistas como Milton Friedman como salida a la crisis económica de los años
setenta, y que propugna la no intervención del Estado en la economía y la creación de condiciones para la
movilidad total del capital, para lo cual se necesita justamente una fuerte intervención del Estado a través de las
políticas del gobierno de turno.

Entre las medidas económicas mencionadas están: la apertura incontrolada de los mercados, la desregulación o
eliminación de todo control para el capital extranjero, la privatización de las empresas públicas y de los servicios
sociales (educación, salud, pensiones, vivienda, etc), la lucha prioritaria contra la inflación y la flexibilidad en el
plano laboral. El objetivo principal es la estabilidad monetaria y para ello requiere que se contenga el gasto social y
exista una tasa ”natural” de desempleo que permita mantener salarios bajos y debilitar el sindicalismo,
”domesticándolo” por la amenaza permanente de cesantía. Otro incentivo al capital es la reducción de impuestos a
las ganancias y las rentas.
Globalización: Este es un concepto que aún es causa de debates respecto a su significado, carácter y
consecuencias, pero una revisión de distintas interpretaciones y los datos concretos de la realidad económica y
social, nos lleva a concluir en principio que el concepto de la globalización se utiliza para “blanquear” la
manifestación de la fase imperialista del capitalismo. El uso de este concepto se fundamenta en el cambio político
producido luego de la caída de la URSS y los llamados socialismos reales, que proporcionó al capital amplios y
nuevos territorios donde expandirse, potenciado por el tremendo avance en la tecnología de la información y las
comunicaciones. Esto permite añadir un nuevo elemento que distingue a este proceso de otras etapas del desarrollo
capitalista (la cual ha tenido un carácter “mundial” desde el siglo16 con el nacimiento de los imperios coloniales
con su vasta red de comercio de diversas mercancías, incluyendo esclavos), y es la capacidad, en particular del
capital financiero, de operar rápida o casi simultáneamente a escala planetaria, transándose miles de millones de
dólares en segundos por vía electrónica.

Sin embargo, este proceso es plenamente coherente con la caracterización hecha por Marx y Engels en el
Manifiesto Comunista, la cual cobra tremenda actualidad:

“ Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero.
Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes.

“... Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al
consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional.
Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por
nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por
industrias que ya no emplean materias primas indígenas sino materias primas venidas de las más lejanas regiones
del mundo, y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar
de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para su
satisfacción productos de los países más apartados y los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento de
las regiones y naciones que se bastaban a sí mismas, se establece un intercambio universal de las naciones, una
interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material, como a la producción
intelectual (...)

Merced al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de
comunicación, la burguesía arrastra a la corriente de la civilización a todas las naciones (...) Obliga a todas las
naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el modo burgués de producción, las constriñe a introducir la llamada
civilización.”

Según el autor egipcio Samir Amín, en su artículo “Capitalismo, Imperialismo, Mundialización”, este proceso se
articula hoy en torno a al reforzamiento de lo que él llama los “cinco monopolios”: El monopolio de las nuevas
tecnologías, el del control de los flujos financieros en escala mundial, el control del acceso a los recursos naturales
del planeta, el control de los medios y sistemas de comunicación, el monopolio de las armas de destrucción masiva.

El marco político social es determinante, y a la mencionada caída del “socialismo real” se debe agregar el
avance del neoliberalismo en la política mundial en los años 80 y el retroceso y debilitamiento de las
organizaciones revolucionarias, populares y de los trabajadores, que han sido factores importantes para dicho
proceso. Sin embargo, en los últimos años han sido igualmente notorios la resistencia y los reveses parciales
para la “globalización real”, al calor de la crisis de las políticas neoliberales en muchos países en todos los
continentes, las dificultades de la restauración capitalista en la ex- URSS y la lenta pero sostenida recuperación
de las luchas populares.

Muchos autores han mencionado que debido a los avances e innovaciones tecnológicas en el campo de la
producción, la informática, la Internet, la biotecnología, los medios de comunicación, etc., estaríamos
presenciando el advenimiento de una sociedad "posindustrial", "poscapitalista", "de servicios",
"informática", "comunicacional", etc Sin embargo, la tecnología nunca está desvinculada, es más, es un efecto
de la dinámica general de las relaciones sociales de producción y del desarrollo de las fuerzas productivas en su
seno. Ese tipo de nuevos dogmas pretenden encubrir la continuidad esencial, explotadora e inhumana del orden
del capital.

Petrodólares y Deuda Externa: Los petrodólares en general son los activos líquidos en dólares que resultan de los
pagos por petróleo recibidos por los países exportadores de petróleo. La crisis de la deuda externa se originó desde
los años 70, con el aumento de préstamos a los gobiernos y las empresas de los países llamados subdesarrollados, y
fue fomentada gracias al excedente resultado de las ganancias de la Organización de Países Exportadores de
Petróleo (OPEP) en esos los años 1974-79, los cuales fueron depositados en bancos occidentales y luego prestados
a esos países. De esta forma, la deuda externa de los países “tercermundistas” se incrementó, por ejemplo de U$
380 mil millones en 1971 a U$(dólares) 800 mil millones en 1983; de los cuales U$ 380 mil millones los debía
América Latina.

Los bancos privados extendieron préstamos a todos lados, sin tomar precauciones. El exceso de liquidez (dinero
disponible), y la extensa competitividad facilitaron tremendos préstamos. Además, las tasas de interés eran bajas, lo
cual era atractivo para los gobiernos y empresas receptoras. Esta situación cambió a principios de los años 80 del
siglo 20.

En los años 1981-82, los países latinoamericanos empezaron a experimentar una pérdida de ingresos por
exportaciones a causa de una recesión en el occidente y mayor proteccionismo. Al mismo tiempo, las tasas de
interés subieron como resultado, en gran parte, del tremendo déficit presupuestario de los Estados Unidos; esto
significó que los deudores tuvieron que pagar los préstamos de vuelta en base a estas nuevas y altas tasas de
interés. Cada aumento de 1% en la tasa de interés significa que los deudores deben otros 4 mil millones de dólares
por pagos solamente del interés. O sea, mientras el monto fijo de la deuda se mantiene, lo que se debe en intereses
se va multiplicando. Al mismo tiempo, el excedente de la OPEP disminuía y los bancos comenzaron a prestar
menos (hubo menos petrodólares).

Esta situación llevó a México en 1982 a una crisis por la imposibilidad de mantener sus pagos de su deuda
entonces de U$ 95,9 mil millones. La crisis se “resolvió” en lo que se denominó el “fin de semana mexicano”. En
un fin de semana, los bancos privados que habían extendido préstamos a México y el Fondo Monetario
Internacional, FMI (ver) armaron un paquete que incluyó préstamos adicionales al país y una renegociación de su
deuda. Esta situación estableció un precedente que les permitió a otros países, o mejor dicho sus gobiernos,
renegociar sus deudas individualmente, manteniéndose un frágil equilibrio, dándosele a los acreedores garantías
legales de que los pagos del interés se harán regularmente, a pesar de las consecuencias sociales internas en cada
país.

Lo ocurrido en México estableció la política del FMI y los bancos privados respecto a la explosiva deuda externa
del “Tercer Mundo”. Lo que estableció fue que cada país deudor podía renegociar su deuda con los bancos sólo si
es que dicho país lograba la aprobación del FMI. Esta aprobación se le otorgaba una vez que el gobierno aplicara
un programa de austeridad dictado por el Fondo. Para obtener nuevos préstamos, que a su vez se usaban para pagar
la deuda, los países pobres tenían (y aún tienen) que implementar medidas que incluían por ejemplo el
levantamiento de controles sobre los precios, reducción del gasto fiscal, la suspensión de subsidios al consumidor,
control de salarios, liberalización de los controles a las importaciones, y el incentivo de la inversión extranjera
directa.

En el caso chileno, gran parte de la deuda fue contraída a fines de los años 1970 y comienzos de los 80, cuando el
peso fue sobrevalorado a 39 por dólar. Eso permitió importaciones y préstamos masivos, ya que el dólar resultaba
barato. Se importó de todo, aprovechando el fácil acceso a los préstamos en esos años, fomentado por la política
financiera de la dictadura.
Luego, ante la imposibilidad de pagar los préstamos, ocasión en que muchos se hundieron en la quiebra, el régimen
militar fue obligado por los bancos extranjeros, en base a la amenaza de que se le negarían futuros préstamos, a
asumir la deuda del sector financiero privado, otorgando además grandes subsidios a los bancos y empresas más
grandes para mantenerlos a flote.

En 1983 la dictadura acordó con la banca privada garantizar la deuda del sector privado, usando recursos estatales
para pagar la deuda contraída por los privados, los cuales fueron los principales beneficiados por los masivos
préstamos ocurridos antes. En el año 2000, la deuda externa nacional alcanzó los U$ 37.459 millones de dólares.
De dicho total, más del 80%, U$ 31.997 corresponde a endeudamiento privado.

Desarrollo Sustentable: En general, la mayoría de las interpretaciones de este término son congruentes con la
definición de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, llamada también Comisión Bruntland,
plasmada en un documento de 1987 titulado “Nuestro Futuro Común”, el cual plantea el objetivo general de
“cubrir las necesidades de la generación actual sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para
cubrir sus propias necesidades”.

La mayoría de las discusiones sobre desarrollo sustentable abordan las condiciones necesarias para asegurar que las
generaciones futuras tengan los recursos ambientales que requieran. Sin embargo, cuando se toca el tema
específico de cómo lograr dicho objetivo las distintas interpretaciones del significado del término tienen
implicaciones diversas en cuanto al uso planificado de los recursos naturales (incluyendo los sistemas de apoyo a la
vida en el planeta, los recursos renovables y los no renovables). La literatura sobre desarrollo sustentable ha
aumentado tan rápidamente que ya hay cuando menos 80 definiciones de este término o de alguna de sus partes,
es decir concepto de desarrollo y concepto de sustentable.

Lo más general, o mejor dicho lo hegemónico, se basa en:

a) La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, y más recientemente la Declaración sobre el
derecho al desarrollo de 1986, ha definido desarrollo como el derecho de todos a disfrutar un nivel de vida
adecuado en términos de salud y bienestar, que incluyen la alimentación, el vestido, la vivienda y la atención
médica, así como los servicios sociales necesarios.

b) Un concepto de sustentabilidad que enfatiza la intención de no comprometer las necesidades de generaciones


futuras, requiere que las actividades humanas de hoy no agoten lo que se llama el “capital ambiental”, o sea la
capacidad de los sistemas naturales de absorber contaminantes sin efectos secundarios duraderos, la existencia de
recursos no renovables y los recursos renovables como la energía solar, sin embargo en muchos casos la
renovación depende de que el sistema natural del que dependen o del que se obtienen no sea sobreexplotado.

Son definiciones muy generales, más bien declaraciones de intenciones con las cuales muchos concordarían, pero
como en otros temas de la vida política, económica y social, lo importante no es tanto el concepto en general, sino
su contenido específico, es decir cómo se entiende el logro del desarrollo y a través de que medios. Entonces, la
línea divisoria y a la vez la limitante, del desarrollo sustentable es política y económica.

Al igual como ocurre con la Declaración de los Derechos Humanos, la mencionada idea de desarrollo de las
Naciones Unidas, siendo bastante básica y general, hoy en día está lejos de ser una realidad, sobre todo en la
realidad del mundo actual, y la razón de fondo es que la imposibilidad de hacer respetar estos derechos mientras
existan relaciones sociales de corte capitalista. De hecho la mencionada Comisión Bruntland se pronuncia por la
necesidad de un “crecimiento económico continuado” (medido en términos monetarios), pero subraya la necesidad
de preservar y salvaguardar los recursos naturales del planeta.

Podríamos concluir entonces que el Desarrollo Sustentable como lo entienden muchos de los organismos
internacionales (principalmente los ligados a las Naciones Unidas, incluyendo el Banco Mundial) no busca
cambiar el actual modelo de desarrollo, causante de la desigualdad y la depredación del planeta, por lo tanto es
inviable, “insustentable” en relación a su propio discurso, que aparece como demagógico u oportunista, es decir se
acoge una reivindicación por la cual luchan muchos sectores políticos, sociales y culturales en todo el mundo, para
hacer una cosmética al capitalismo en su fase imperialista. Distinto sería un concepto de desarrollo y
sustentabilidad (en el sentido ecológico) en el marco de un proyecto o modelo de sociedad alternativa al
capitalismo, o sea el socialismo.

2.- ORGANISMOS INTERNACIONALES

 Organización de las Naciones Unidas (ONU, junio de 1945): Los objetivos que se plantearon en su fundación
fueron: 
1. Mantener la paz y la seguridad en el mundo,
2. Establecer relaciones de amistad entre las naciones, los países miembros y particularmente los países en
vías de desarrollo, combatir el analfabetismo y fomentar el respeto a la libertad mutua,
3. Ayudar a los miembros a alcanzar estos objetivos.  
La ONU comprende: 
1. Organos políticos: Asamblea General, Consejo de Seguridad, Secretaría General.  
2. Organos económicos: Consejo Económico y Social, del que dependen cuatro comisiones económicas
regionales: 
3. Comisión Económica para Europa: con sede en Ginebra,
4. Comisión Económica para Asia: con sede en Bangkok,
5. Comisión Económica para Africa: con sede en Addis Abeba, Etiopía,
6. Comisión Económica para América Latina (CEPAL), con sede en Santiago de Chile.
Numerosas organizaciones: FMI, BIRD- BM, UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura), OIT (Organización Mundial del Trabajo), FAO (Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación).
Existen programas como el PNUD: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, autor del “Indice de
desarrollo humano”, y el PNUMA: Programa de las Naciones Unidas para el medio Ambiente.
Tanto las Naciones Unidas en general, como estos organismos de carácter económico, social, cultural o técnico
en particular, han sido creados por acuerdos intergubernamentales; el carácter y contenido de su actividad y
orientaciones ha estado permanentemente relacionado a la correlación de fuerzas políticas, económicas y
militares existente luego de la Segunda Guerra Mundial, la declaración de los derechos humanos y la
orientación de muchas de estas instituciones tuvieron la incidencia en su momento del bloque de países
socialistas, todo lo cual cambió luego del año 90, cuando se pasó a lo que se ha denominado un mundo
unipolar, dominado por el imperialismo estadounidense (en competencia con el imperialismo europeo) que
imprime su sello a las Naciones Unidas y otros organismos para hacer de estos un gendarme de su sistema,
para lo cual cuenta con instancias políticas como el Consejo de Seguridad, económicas como el Banco Mundial
y el Fondo Monetario Internacional (ver), y militares como la OTAN.
Unión europea (ex Comunidad Económica Europea).
Esta se inicia en 1950, dentro de la entonces Europa Occidental (capitalista) de crear las condiciones para una
paz durable y promover el desarrollo económico y estratégico.
 Los principios comunitarios eran:
 Igualdad entre los estados miembros.
1. Superioridad de las instituciones.
2. Independencia de los órganos comunitarios.
3. Colaboración entre las instituciones.
En 1951, se reúnen en la mesa de negociaciones Bélgica, Holanda, Luxemburgo. Italia, Francia y Alemania,
refrendando el acuerdo que instituye la Comunidad Económica del carbón y el Acero (CECA). Se firma el tratado
de Roma que da origen a la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de Energía Atómica
(EURATOM), ambas con sede central en Bruselas, Bélgica.
A partir de ese momento, se inicia la puesta en marcha de políticas comerciales y regionales conjuntas, así como en
materia de educación, investigación, protección al medio ambiente, relación con países del tercer mundo.
Posteriormente, se integran a la CEE Irlanda, Dinamarca y Reino Unido. En 1978, se integra Grecia. En 1986, se
produce el ingreso de España y Portugal a la CEE.
En materia de instituciones, se han creado organismos comunes para el diálogo y la toma de decisiones. Surgen así
el Consejo de Ministros, el Parlamento Europeo, la Corte de Justicia, el Comité Económico y Social, el Tribunal
Europeo de Cuentas y la Comisión Europea. La característica propia de estos organismos es la supranacionalidad.
Los estados, las empresas nacionales, multinacionales o los ciudadanos particulares de cada estado miembro
pueden ser acusados ante la Corte o ante sus propios órganos jurisdiccionales.
La CEE constituye el proceso de integración que más avanzó en la implementación de la total libertad de
circulación de mercaderías, mano de obra, capitales y servicios y en la armonización de políticas en general.
En 1992 los doce miembros de la CEE firman el Tratado de la Unión Europea, más conocido como Tratado de
Maastrich (nombre de la ciudad holandesa donde se firmó), cuyo propósito es la unión monetaria y política, es
decir la creación de un espacio regional sin fronteras y con una moneda única, llamada “Euro”.
En 1995 se incorporan a la Unión Europea Austria, Suecia y Noruega. En abril de ese mismo año, la Comisión
Europea aprobó las directivas de un acuerdo marco interregional de cooperación comercial y económica con el
Mercosur. 

Fondo Monetario Internacional (FMI): Hacia fines de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se
perfilaban como gran potencia mundial y deseaban obtener control sobre el sistema monetario internacional.
Paralelamente, se pensaba que la creación de instituciones monetarias internacionales podría ordenar más
eficazmente el comercio mundial y atender a su financiamiento. De la Conferencia Monetaria y Financiera de
Bretton Woods (USA) en 1944 surgió, además de otros acuerdos, el de creación del Fondo Monetario Internacional
(FMI).

Para cumplir sus metas, dentro del sistema del FMI el valor de una moneda se fijaba en términos del dólar y el
valor del dólar a su vez estaba fijado en términos del oro, lo cual se relaciona con el concepto de tipo de cambio, o
sea cómo la moneda de un país se cambia por la de otro. En el caso descrito el tipo de cambio es la cantidad de
pesos (o cualquier otra moneda) que se entrega para obtener un dólar.
En sus inicios, el FMI tenía como objetivos fomentar lo que llamó “cooperación monetaria internacional”, facilitar
el crecimiento y el equilibrio del comercio internacional, y promover la estabilidad de los tipos de cambio, de
manera que los países miembros de esa organización internacional (países capitalistas) se ajustaran a las reglas de
juego establecidas por el sistema acordado en Bretton Woods. En la actualidad, después que en 1971 Estados
Unidos abandonó la conversión del dólar en oro liquidando el Acuerdo de Bretton Woods, y después de la crisis de
la deuda externa de América Latina en 1982, las responsabilidades del FMI han cambiado, tienen más alcance y
prolongación en el tiempo.

La primera responsabilidad del FMI hoy, más allá de lo que dicen sus estatutos, es abrir los mercados mundiales a
las inversiones financieras foráneas y la segunda, en estrecha vinculación con la anterior, es garantizar que el
capital externo invertido, especialmente los préstamos bancarios tengan plenamente garantizada su recuperación.

En realidad, hoy, más que nunca el FMI actúa como el brazo ejecutor del Departamento del Tesoro del Gobierno de
Estados Unidos para imponer los objetivos de dominación establecidos por el establishment financiero de EE.UU.
Más claro aún, para imponer la globalización neoliberal a nivel mundial.

La nueva dependencia

Siendo éstas las dos misiones estratégicas del FMI, algunas cuestiones quedan transparentadas:

1.- Para que un país en desarrollo pueda disfrutar de continuo acceso al mercado internacional de capitales su
programa económico tiene que contar con el visto bueno del FMI. Si este visto bueno no está presente, es muy
difícil que los inversionistas internacionales coloquen su dinero en ese país porque la inversión resultaría de muy
elevado riesgo.

2.- En los casos de países en los que el principal deudor es el Estado - América Latina es un ejemplo claro de esto-
el acceso al mercado internacional de capitales resulta de importancia extrema. Ello permite cubrir (amortizar) los
vencimientos de la deuda anterior con los recursos obtenidos con el nuevo endeudamiento. Si el acceso al nuevo
financiamiento quedara bloqueado, es más que probable que el país en cuestión caiga en incumplimiento en los
pagos de su deuda externa.

3.- Es evidente que esa situación confiere una enorme capacidad de presión al FMI y a Estados Unidos. Cuando un
determinado país se ve muy presionado por el FMI o no puede cumplir alguna de las cláusulas negociadas con ese
organismo internacional, busca el apoyo de Washington, para que éste haga un guiño al FMI, para que flexibilice
sus posiciones y se torne más comprensivo. Pero Washington sólo es comprensivo y generoso con aquellos
gobiernos que apoyan sus políticas y conceden privilegios a sus intereses y a los intereses del capital transnacional
estadounidense. Esta breve reflexión quedaría incompleta si no nos referimos a los agentes internos de la Nueva
Dependencia: el capital financiero local y las grandes empresas oligopólicas con ellos asociadas, así como a los
técnicos neoliberales que actúan al servicio de esos intereses.

Banco Mundial: El Banco Mundial (BM), cuyo nombre oficial es Banco Internacional de Reconstrucción y
Fomento (BIRF) es hermano gemelo del Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque con funciones diferentes.
Formalmente es una agencia especializada de las Naciones Unidas vinculada al consejo Económico y Social. En la
práctica, al iguial que el FMI, goza de absoluta autonomía respecto a la ONU y está fuertemente dominado por
Estados Unidos.

Su fundación data de la Conferencia de Bretton Woods, celebrada en julio de 1944 en New Hampshire, Estados
Unidos. EL BM es una entidad crediticia capitalista que se dedica a conceder o garantizar préstamos a aquellos
países miembros que lo soliciten. Estos créditos, por lo general son a largo plazo y por ello cobra altos intereses, tal
y como lo hacen los bancos comerciales. Originalmente, según se expresa en sus estatutos, este organismo fue
creado para ”contribuir a la reconstrucción y fomento en los territorios miembros, facilitando las inversiones con
fines de producción que incluyan la rehabilitación de las economías dislocadas por la guerra; y estimular el
fomento y los medios de producción en los países de menos desarrollo”.

Tales propósitos fueron sólo una fachada tras la cual el gobierno de EE.UU. puso en marcha un vasto plan
financiero a escala mundial para obtener la hegemonía económica absoluta en occidente.

OCDE: la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, más conocida por sus siglas, OCDE (que
aparece de manera casi cotidiana en los medios de difusión de todo el mundo) está integrada por los 24 países
capitalistas más industrializados, e inició sus actividades en octubre de 1961, como sucesora de la Organización
Europea de Cooperación Económica (OECE).

Con sede en París, esta institución funciona en la práctica como una conferencia económica internacional en sesión
permanente, que estudia los problemas económicos de Occidente y trata de proponer soluciones.

Entre sus objetivos fundamentales se destaca el de establecer previsiones económicas que son comparadas con las
de los expertos nacionales de los países miembros para realizar diagnósticos acerca de la situación económica de
esos países. Un propósito estratégico de la OCDE, desde luego, es propiciar la expansión económica de las
naciones integrantes de la organización y sobre todo, la ampliación del comercio internacional.

Organización Mundial de Comercio (OMC): En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar
un gran crecimiento del comercio internacional (dentro del bloque capitalista). Ello se debió en parte a la labor
realizada por una serie de organizaciones internacionales en favor de la liberalización de los intercambios y la
eliminación de las restricciones al libre comercio. El Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio
(GATT) es una de esas organizaciones. Fue creado en 1948 en Ginebra, con 115 países miembros (incluido Chile).
Los representantes de los países miembros se reunían en forma regular para negociar acuerdos tendientes a reducir
los obstáculos al libro comercio.

El último logro de esta organización fue la llamada Ronda Uruguay del GATT, donde se acordó su transformación
(en 1995) en la Organización Mundial de Comercio; institución responsable de la supervisión y liberalización del
comercio internacional, con el mismo carácter institucional que el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional.

Banco Interamericano de Desarrollo (BID): Fue creado en 1959, iniciando sus actividades en 1960. Su sede
central se encuentra en Washington, declarando como su principal objetivo “colaborar con el proceso de
desarrollo económico individual y colectivo de los países miembros”.
Su actuación específica consiste en promover la inversión de capitales públicos y privados, así como brindar
apoyo y orientación en la preparación de las políticas para fines de “desarrollo”, de los países miembros.
 Está integrado por todos los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA).
 El Banco cuenta con sus propios recursos provenientes del capital suscripto en el Convenio de Constitución.
Cuenta también con un Fondo para Operaciones Especiales. Por otra parte, el Social Progress Trust Fund es
destinado a la asistencia técnica de países para la realización de mejoras estructurales a la economía.
Además. El BID acude a los mercados financieros internacionales, emitiendo bonos, vendiendo participaciones
en los préstamos otorgados, etc.
 En casos excepcionales, el banco puede recurrir a recursos confiados por países no miembros como los Países
Bajos, Suecia, etc. 
Todo lo anterior enmarcado en un concepto sobre el desarrollo y una opción político-económica muy claras: el BID
tiene un rol funcional a los intereses del capital financiero internacional. Con ocasión de un encuentro en 1994, el
presidente de este organismo, Enrique Iglesias, afirmó: “los procesos de apertura, liberalización y
desreglamentación de las economías constituyen un desafío sin precedente. El éxito de la estrategia de desarrollo
adoptada depende en gran medida de que el sector privado de la región asuma en plenitud la función que le
corresponde en economías de libre mercado. En tal sentido, es necesario continuar con los esfuerzos de remover
los obstáculos e impedimentos de carácter jurídico, reglamentarios o burocráticos que afectan a la inversión
privada, a fin de consolidar un entorno favorable a la misma”.

Mercado Común del Sur (MERCOSUR):  En mayo de 1991 se aprueba la constitución de un Mercado Común
entre la República Argentina, la República Federativa de Brasil, la República de Paraguay y la República Oriental
del Uruguay, suscrito en Asunción (Paraguay), denominándose MERCOSUR.
El objetivo es lograr la integración entre estos Estados para lograr el “desarrollo económico”-dentro del esquema
capitalista neoliberal- para lo cual se plantea que se deberán aprovechar los recursos disponibles, la preservación
del medio ambiente, mejoramiento de las interconexiones físicas, la coordinación de las políticas macroeconómicas
y la complementación de los diferentes sectores de la economía, con base en los principios de gradualidad,
flexibilidad y equilibrio, a través de una ampliación de la demanda (de los mercados internos).
Propósitos e instrumentos.
La constitución del MERCOSUR implica: 
1. La libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países.
2. Eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias a la circulación y de cualquier otra
medida equivalente.
3. El establecimiento de un arancel externo común y la adopción de una política comercial común con
relación a terceros estados o agrupaciones de estados.
4. La coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales de: comercio exterior, agrícola, industrial,
fiscal, monetaria, cambiaria y de capitales, de servicios, aduanas, de transporte y comunicaciones, y otras que se
acuerden.  
Los principales instrumentos para la constitución del MERCOSUR durante la etapa de transición serán: 
1. Un programa de liberación comercial.
2. La coordinación de políticas macroeconómicas en forma gradual y convergente con los programas de
desgravación arancelaria y eliminación de restricciones no arancelarias.
3. Un arancel externo común.
4. La adopción de acuerdos sectoriales a efectos de optimizar la utilización y movilidad de los factores de
producción.  
En materia de impuestos, tasas y otros gravámenes internos, los productos originarios del territorio de un estado
gozarán en los otros estados, el mismo tratamiento que se aplique al producto nacional. 

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