Cuando pensamos en la forma en que jugar en frente de su casa? ¿Ir al parque o a
los adultos de hoy jugábamos de niños, andar en bici? invariablemente vienen a nuestro recuerdo ¿Cuándo dejaron las calles de ser nuestras? imágenes de la calle o del campo. Las El día en que comenzamos a abandonarlas, tardes de escondidas o de bote pateado a dejarlas morir, a cederlas al miedo. en la cuadra con los vecinos o con los primos son sin duda de nuestros mejores En los últimos años, hemos terminado por recuerdos. Lo que sentimos por nuestros creer que “la calle” es un lugar de riesgo, compañeros de juego de la infancia es un un espacio desconocido y tenebroso, gran cariño, agradecimiento y empatía. en especial para los niños. Nos hemos encerrado en “privadas”, aislándonos de Lamentablemente, los niños de hoy todos aquellos que no deciden comprar piensan en esos juegos como si fuesen una casa casi idéntica a la nuestra. Los ideas prehistóricas. El salir a la calle a niños y niñas de hoy no conocen el mundo, jugar es una actividad tan ajena para no conocen otras personas, no les hemos nuestros niños, que ni siquiera se les permitido aprender a convivir, a negociar, ocurre. Muchos hemos emigrado lejos de a ceder. nuestras familias, o no tenemos muchos hermanos y por ello nuestros hijos carecen El único espacio que los seres humanos de primos. Otros no conocemos a nuestros tenemos para aprender a vivir en vecinos, rara vez los hemos visto, cada comunidad es el juego libre. Las escuelas quien guardado en su caja (perdón, casa), convencionales ya no lo permiten, pues hay “protegiéndose” de todos los peligros que muchos libros que rellenar, muchas tareas hay en la calle. por hacer, y cada vez menos tiempo para jugar. Pero, ¿por qué hemos permitido que la calle sea “peligrosa”? ¿Es en realidad una Las madres nos encerramos a lidiar con situación de riesgo para los niños salir a los hijos y sus tareas en casa, en lugar de compartir la difícil tarea de la crianza que nos hemos vuelto absolutamente con las otras mamás, lo cual la haría intolerantes ante otras religiones, formas mucho más ligera. Nos hemos vuelto una de pensar, y maneras de ser. En la soledad sociedad de autómatas. No es de extrañar en la que nos hemos encerrado. que cuando vemos las tragedias, los abusos Es nuestro deber educar en comunidad, y las muertes en las noticias, no sintamos salir a recuperar las calles, para que nada. Nada. Después de todo, nos hemos nuestros niños y niñas recuperen los vuelto inertes ante el sufrimiento de otros, lazos con los demás, los sentimientos porque no conocemos a nadie, porque de solidaridad, de apoyo mutuo y de no estamos ligados con nadie, porque confianza en los otros. Apaguemos la tele, carecemos de comunidad, de raíces que el celular y los videojuegos, miremos a los nos unan a los demás. Porque mientras demás a los ojos, enseñemos a nuestros no nos pase nada a nosotros en nuestras hijos a tocar las puertas para preguntar “privadas” -pues ahí guardados nos si los otros niños “pueden salir a jugar”. sentimos invulnerables, como en burbujas- Recuperemos nuestra humanidad, nuestra entonces pensamos que no pasa nada. sociedad, nuestra comunidad. Salgamos La apatía y la falta de solidaridad no a la calle, antes de que la perdamos por tienen su origen en el individuo, tienen completo. su origen en la sociedad enferma, en la