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Melanie Uribe Moreno. Etnohistoria. Antropología Mexicana.

Control
de Lectura.

La Antropología Social y Cultural en México, el periodo de crisis y


los nuevos quehaceres.

El ensayo de Guillermo de la Peña esboza muy grosso modo el papel


de la Antropología en México, las influencias teóricas extranjeras que
utilizó pragmáticamente a lo largo de sus etapas y cómo el contexto
mundial, nacional y regional, también fue importante para su
desarrollo, pues esta ciencia se utilizó a lo largo del siglo XX, de forma
práctica para resolver problemas emergentes y perpendicularmente
como un avance dentro de las ciencias sociales.

También se observa el retorno de varias corrientes y la larga duración


de otras. En este escrito, más que hacer un recuento cronológico a
través de los periodos de formación de esta ciencia, se pretende ver
estas teorías que ayudaron al desarrollo y enriquecimiento de la
Antropología Mexicana y relacionarlas con el contexto.

La lectura retoma cinco etapas diferentes, la primera retrata las tres


primeras décadas del siglo XX, dónde el proyecto de país recaía sobre
la clase media mestiza, pues viéndolo desde un punto marxista, esta
era la propietaria de las crecientes empresas y el país requiere de su
capital para encaminarse hacia el progreso, marcado por las
hegemonías mundiales. Por ende, inicia un proyecto de país, basado
en una falsa revolución donde las hegemonías intentan reacomodarse.

Su plan para legitimar a estas clases burguesas crecientes, es crear


una clave de símbolos nacionalistas, a través de la expansión del
mestizaje, por ende, utiliza la investigación antropológica al servicio de
las hegemonías y crea el Museo Nacional que busca emblematizar a
las culturas prehispánicas como símbolo de poder y otras
instituciones que basándose en el Positivismo y Evolucionismo,
logren establecer relaciones entre los grupos humanos y el medio
ambiente, para así demostrar su desarrollo cultural y sobre el sentar
las bases de igualdad legal como parte del espíritu nacionalista.

La revolución mexicana sirvió como un parteaguas para incluir al indio


como parte de la historia y de la realidad nacional, tal como los
estudios del siglo XVIII con Sor Juana Inés de la Cruz y Góngora
habían previsto. Es una reinterpretación de la realidad nacional y la
cultura como un elemento que la constituye.

Por otro lado, a partir de la década de los 30´s, se da un binomio entre


la política y la ciencia al trabajo antropológico, se retoma para tratar
los problemas de integración nacional y se escuchan las demandas de
los pueblos, por ende, también surge la Etnohistoria al combinar
trabajo antropológico y fuentes históricas para resolver estos
problemas. Aquí se da el esplendor del paradigma positivista.

Debido a la Segunda Guerra Mundial, hay grandes influencias


soviéticas y por ende de unidad nacional, por ello surge el concepto
de Mesoamérica de Kirchoff, influenciado por el difusionismo y la
Escuela Historicista que ya había estado presente en el primer
periodo de la Antropología Mexicana con Gamio. Los ambiciosos
programas de la posguerra, desplazan el paradigma positivista por el
culturalista, por ende, inician los proyectos regionales financiados por
Estados Unidos.
Imperan las Instituciones Norteamericanas, involucradas en los
proyectos de México y su perspectiva difusionista, como Alfonso Villa
Rojas que da un enfoque etnohistórico y socio antropológico a los
trabajos que ven la ciudad capital como el foco de dicotomías y
difusión cultural. Esto también se ve reflejado en los planes de estudio
y la bibliografía en la ENAH.

También las Instituciones Británicas, introducen el trabajo de


campo, ya que Julio de la Fuente al trabajar con Malinowski, se
empapa de su percepción, pero la dirige a un pensamiento de
izquierda, por ende, se comienzan a realizar estudios comparativos
para esclarecer la dinámica no lineal del contacto intercultural y
analizar los conflictos étnicos, debido al pase de la casta a la clase.

A finales de los 40´s empieza otra oleada de la aculturación, el INI está


en su auge y la economía se ve beneficiada gracias a la
industrialización y el mercado interno, se plantea que el desarrollo es
la mexicanización. Por ello comienzan estudios de regiones de refugio,
enfocado en los indígenas, dónde se sigue notando que la
estratificación de castas sigue prevaleciendo, la explotación de la
mano de obra gracias al endeudamiento con los caciques y la
fragilidad entre el mercado y las instituciones.

Todo sustentado por el racismo y las actitudes cerradas de los indios,


gracias a la influencia del Historicismo, el Funcional-
Estructuralismo, el Marxismo y el Proyecto de Nación, se llega a la
conclusión que la aculturación es dialéctica, por ende, se pretende
reemplazar las formas de gobierno por el Municipio Republicano.
En los 60´s comienza una crisis en el mundo y en la Antropología
Mexicana, la caída de la URSS, la Guerra de Vietnam, las Reformas
Agrarias crean sospechas tanto de antropólogos extranjeros como
espías y de antropólogos mexicanos como burócratas, ya que en el
campo y la cuidad la economía comienza a decaer. Surge una crítica a
la antropología política francesa y el marxismo ortodoxo, ya que
este sustentaba el régimen mexicano como una falsa revolución.

Andrés Medina en su ensayo sobre la Crisis de la Antropología y la


Antropología de la Crisis, plantea que debido a la ampliación
Académica el paradigma culturalista que sustenta Aguirre Beltrán es
criticado a través de la perspectiva marxista y la teoría sociológica.

Esto desestabiliza a la antropología pues rompe con las linealidades


paradigmáticas, autonomizando a cada institución a tener su propio
paradigma. Esto crea un gran conflicto, pues muchas posturas son
alternativas radicales, lo cuál conlleva a una lucha contra la estructura
dominante, pero también el retomar los temas tradicional-nacionalista.

En los 70´s hay una ruptura de la política, pues la Antropología


empieza a tomar en cuenta a la sociedad y sus movimientos tanto
urbanos como rurales, debido a esta situación decadente. El INI, deja
de ser relevante y las Instituciones educativas comienzan a tener un
papel importante para la investigación.

Un pionero es Palerm, influenciado por la Escuela de Frankfurt,


introduce el Marxismo crítico y el Evolucionismo Multilineal,
centrándose en el campesinado y su rol como productores-
consumidores, que requieren entrar al mercado para obtener capital. Y
cómo el Neoevolucionismo explica la persistencia del campesinado
como una población explotada por las políticas públicas del
Indigenismo, es decir, las formas de sobrevivencia y sus movimientos
sociales.

El tema del campesinado es muy complejo, pues reubica a los


indígenas como una masa homogénea, pensada por la tradición
marxista como una clase social. Por un lado, están los
descampesinistas, que hablan de esta clase social como un proceso
de extinción, gracias a la proletarización. Pues Bartra habla de estos
como un rezago preindustrial mercantilista. Por otro lado, están los
campesinitas, encabezados por Palerm, donde habla de esta clase
social en un proceso de transición muy complejo, donde el capital
funge un papel muy importante de refuncionalización y reproducción
como grupo.

A finales de los 80´s, los estudios específicos sobre fenómenos como


la migración, el género y las modalidades de reproducción económica
y social, adquieren mayor intensidad y son vinculadas con la sociedad
rural, debido a que estos se diasporizan a los espacios urbanos y
estos al sobrecargarse, ya no pueden ofrecer condiciones mínimas de
subsistencia.

A finales del siglo XX, comienzan las políticas Neoliberales y una


nueva ola de estudios de regiones interculturales y agrarias, pues la
transformación del campo y la migración son fenómenos que redefinen
los papeles de las comunidades. Se critica a Bartra y Bonfil, porque
sus propuestas siguen siendo Indigenistas y no analizan la dinámica
de las nuevas relaciones que surgen en una yuxtaposición
heterogénea como son las escuelas, los medios masivos y los
migrantes.

Se retoma la visión de Boas, los modelos estructuralistas y se suma


la antropología simbólica, para repensar los ámbitos de la cultura
indígena y su resistencia cultural a través de la vida cotidiana, que
demuestran nuevas lógicas culturales muy distintas que coexisten y
cómo los símbolos naturalizan el control social.

Estos estudios emergentes, pretenden también encontrar el origen de


la clase obrera. Sin embargo, estos estudios aún no se convierten en
una tradición de estudio a pesar de estar presentes cómo tarea
formativa de sensibilización sobre esta situación social de crisis en los
diversos espacios académicos.

Como conclusión quiero mencionar que el Indigenismo, es una


corriente de larga duración, pues Bartra y Bonfil a finales del siglo XX,
realizan trabajos que obstruyen nuevas condiciones de posibilidad y
alternativas para el análisis de las dinámicas sociales. Sin embargo,
hasta nuestros días presentes estas limitaciones, pues sus trabajos
muchas veces no son cuestionados y simplemente se retoman para
abordar problemas antropológicos.

Considero que todas las corrientes tuvieron un impacto importante en


la Antropología Mexicana y que aún quedan fragmentos de todas ellas
en las investigaciones, pues muchas son retomadas integralmente y
muchas otras son cuestionadas, pero tomadas en cuenta, la
antropología aún tiene mucho trabajo por hacer, pero de lo que, si no
me queda duda, es que siempre toma como herramienta los contextos
reales donde se desenvuelve para dotar de significado la dialéctica y
dinámica humana.

Sin embargo, en estos momentos de la Antropología queda como


quehacer la discusión étnica del campesinado y la clase obrera
mestiza e indígena. Pues aún sigue en pie preguntarnos sobre nuestra
verdadera cultura nacional que sigue en construcción y sobre cómo
estos sujetos históricos permean a la sociedad rural y urbana y cómo
esta se relaciona y se asienta en los nuevos escenarios urbanos y
crea nexos con aquellos sujetos de pueblos de origen.

En cuánto a la parte teórica queda delimitar, mejorar y encontrar


nuevas teorías y metodologías que permitan abarcar estas nuevas
temáticas de estudio, también encontrar cuáles son los fundamentos
teóricos y metodológicos característicos de la Antropología Mexicana
sincretizados con los extranjeros europeos, norteamericanos e incluso
latinoamericanos y reencontrar nuestro campo de acción tomando en
cuenta esta diversidad étnica y cultural.

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