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DA20 Robert Castel Las metamorfosis Ge la cuesti6n social Una cr6nica del salariado ‘Rubin Dec UA, Masao DP ® Paidds Buenos Aires-Barcclona México ih it. ne 8 PRIMERA PARTE DE LA TUTELA AL CONTRATO I" puede caracterizarse por la inquietud acerca de la ‘ner la cohesiGn de una sociedad. Amenazan con la ‘grupos cuya existencia hace vacilar la cohesin del con- antes acepciones. Pero hay que partir de una ccon la reserva de que a continuacién que son objeto de intervenciones sociales difieren fundamentalmente segiin sean o no capaces d de estas poblaciones remite a lo que podria llamarse ‘una handicapologia, en el sentido amplio del término. Ancianos indigentes, nifios sin padres, lisiados de todo tipo, ciegos, paraliticos, escruflos idiotas: el conjunt é iduos tienen en comin el no poder subvenir a nrque no estén en condiciones de trabajar. Por de la obligacién del trabajo. Se puede plantear el int plantea a cada instante) de por donde ios? Siempre se sospechard que los desdichados quieren vi- illas de los ri . das ala edad (nos y ancianos) les, y que pueden incluso extende ciales desastrosas, como la de la “viuda co expresién que se encuentra con frecuencia en asistencia social La “handicapolgia” debe ent ‘etaforico: la categoria es heterogénea en cambio, es sumamente coheren Estas poblacionesexentas del obligacion de trabajar sn los clientes potenciales di 30 Las metamorosis dela cuestin social incapacidad, puede ser socorrido, aunque en revele a menudo insuficiente, inadeeua te. Si bien la existencia de este tipo de pobl - dde inquietud, ella no cuestiona fundamentalmente la orga- ensu forma aguda, roblemdtica del trabajo le los puntos en los que mi to” se distancia un tanto del de la mayor parte de los historiadores asistencia, pero espero demostrar que no es con tu primer lugar con la figura del “indigent dios, y por lo tanto también dependiente de un ai bai jo, es también el mas a menudo rechazado de la zona durante mucho tiempo sera colocado en una situacién Sies ademas un “extranjero” en el sentido antiguo de la 1un “extrafio” o “ajeno” tuacién de estas perso fsa era la situacién del vagabundo, Se podia pensar (y és fue mi primer ial de ones planteadas por esta relacién aporética con el trabajo en la preindustrial a partir del tratamiento reservado a esta franja més estigmatizada. Pues es asi como el problema se presenta en su forma mas manifiesta, y los esfuerzos encarnizados tendientes a erradicar el vagabundeo demuestran bien la importancia decisiva que tuvo esta ccuestiGn durante varios siglos. 1. Llamaremos aqui “sociedad preindustrial” al periodo historco que, en el Occi- cristiano, va desde mediados del siglo (0 se trata de que esta secuencia de més de haya conocido transformaciones econémicas y sociales importantes. lenesy estatutos,y los factores de cambio, la que servis de hilo conductor cen os andlisis de los cuatro primeros capitulos. ola tutela al contato 31 ‘No obstante, la cuestiGn se complica si se restituye la realidad sociol6- gica que recubre el rétulo de vagaburdo. Este rétulo casi siempre conde- na la errancia de un trabajador precario en busca de una ocupacién que . Este tipo de personaje revela una gi que la forma paro- scores de la organizacién so- ie de este modo se plantea, lar yal mismo licién salarial, por la persis les que encorsetan el trabajo en las redes rigi- Este es el largo camino que, a fines del siglo ral de Ia modernidad liberal. Si uno se decide lo, iene que penetrar en las formas complejas de organizacién de la sociedad preindustial: trabajo regulado, trabajo forzado, de nicleos s6lo bosquejados y fragmentarios, pero siempre ci iptos y contenidos, de asalariados “libres”. Surge entonces que la jo de sus manos no ida por el hecho rabajo no se puede regular segtin el modelo del mercado. Finalmente me decid{ a emprender esas prolongadas trayectorias. Era Ta lenta emergencia de una nueva for- ibre acceso al trabajo, que se impuso en el ipacto propiamente revolucionario. La so fue una revoluci6n jurfdi industrial, de la que por otra la contracara. Tiene una importancia fundamental con relacié 32 Las metamorosis dala cusston socal El trayecto reconstruido en esta primera parte puede resumirse como sigue. En el comienzo estaban las tutelas y la coacciones que el Estado ab- solutista y la organizacién tradicional de los gremios conspiraban para tad de empresa que el principio de la gubernamentalidad do por la fustraci6n impone en los hechos a través de la tica. De modo que el encadenamiento de estos episodios s de la politica social quienes sélo podian sufrirla. La libertad y evaban consigo un rostro de sombra, de garantias en torno a la relacin de trabajo. De modo qq de estas rupturas y sus por lo menos la més ica contemporénea, en cuanto ésta se que tales regulaciones tejidas en torno al trabajo han perdido su poder integrador. Desde la sociedad preindus- trial hasta la sociedad posindustrial se ha producido una inversién total. ‘Antes la vulnerabilidad se originaba en el exceso de coacciones, mientras, {que ahora aparece suscitada por el debi que habré que exponer es el conjunto de las condiciones de esta inver- siGn. Ellas circunscriben la cuestiGn social en el marco de una misma pro- blematizacién que comienza a tomar forma a mediados del siglo XIV. Capitulo 1 LA PROTECCION CERCANA. De las dos vertientes de la cuestién social cuyas transformaciones va~ social-asistencial es la que menos depende de tuna rgo de ellas. Comencemos ticas que constituyen la no es posible atenerse a un organigrama puramente constelacién de la asistencia ha tomado formas parti intas formaciones sociales. L.a que ha revestido en el Occidente cristiano debe retener par éneos de la asistencia se constituyen atin en torno de cuyo sentido s6lo se puede capta t6ricas medievales en cuyo seno. re a que esta configuracién riendo (en parte para hac otro gran aspecto de la ci problematica del trabaj del siglo XIV). Para |, que deriva principalmente de la encia fue més tardia (a mediados la originalidad de este acontecimiento (ct. lo contra el tel6n de fonda de una confi- uracin asistencial ya constituida en ese momento en sus grandes lineas. La sociabitidad primaria Lo soca-asistencial puede caracterizase formalmente por oposiin a Jos modos de organizacioncolectiva que evitan este tipo de recuroos Pues 24 as metamorosis dea cuestiin social hay sociedades sin lo social. En efecto, lo social no debe entenderse aqui como el conjunto de las relaciones propias de la humanidad en tanto que ingue por vivir en sociedad. Por cierto, “el hombre es un y también lo es la abeja. Pero, para que no nos cree proble- ynvenciremos en llamar “socie- tal” a esta caracteristica general de las relaciones humanas como formas de existencia colectiva. Lo “social”, ‘serd una configuracién es- pecifica de précticas que no se encuentran en todas las colectividades hu- manas. Por empezar, veremos en qué condiciones surge. Una sociedad sin lo social serfa totalmente regida por las regulaciones imaria.! Entiendo por esto los sistemas de reglas que te a los miembros de un grupo, sobre Ia base de su de vecindario, de trabajo, ytejen redes de interde- ‘mediacién de instituciones especificas. Se trata en pri- jedades de permanencia, en cuyo seno el individuo, in- reproduce en lo esencial estas formaciones no hay “lo soci ientifico” como dominios ides decen reglas atavicas que les son tamente normativo. Formas establ de edad y de sexo, en el lugar ocupado en miten la transmisién de aprendizajes y la reproduccién de la existencia lo general, este modelo (aqui muy simplificado) de formaciones imponiendo una pro- ‘gramacién estricta a las prestaciones de los indi ciedades llamadas “sin historia”. De hecho, en las socieda se ocupé la etnologfa en sus origenes, el cambio es percibido como prove- niente de afuera, en vietud de la conquista o la colonizacion, y las hace cexplotar al imponerles un modelo de transformacién que ellas no pueden integrar a partir de su propia dinémica. Pero se pueden encontrar estruc- turas de este tipo en todas las areas culturales, incluso la del Occidente 1. Tomo esta expresin dle Alain Calllé, "Socialite primaire et société secondaire”, fen Splendeurs et miseres des sciences Ta socialidad o la sociabilidad primaria «la socaidad "secundaria, cons- tir dela partcipacion en grupos que suponen una especializacion de las de as mediaionesnotconaes. Desde luego, strata de una pos Laprotoccién cercana 35 ‘cristiano. Ellas corresponden a lo que la antropologia hist6rica ha deno- minado “sociedades campesinas”. Asi, hasta una época muy reciente, las comunidades rurales vivian en una cuasi autarquia, no solamente econ6- -, sino también relacional, como enclaves en el seno de conjutos ge- por el movimiento de la modernidad.? Ademés, en el Occidente 1, esta estructura cerrada ha sido la organizacién social dominante ;poca feudal, marcada por la sacralizacién del pasado, la prepon- derancla del line y de los lazos de sangre, el apego a relaciones perma- nentes de dependencia e interdependencia enraizadas en comunidades ales restringidas. Por el modo de sociabilidad que orquesta Ia so- ciedad feudal conjuga incluso dos vectores principales de interdependen- cia que conspi no de la comunidad rural, y las relaciones verticales de la seflor. Su unidad de base es en efecto la comunidad de habitantes atavica- mente compuesta por familias del mismo linaje, agrupadas frente a las ‘exigencias militares y econémicas del seftorio que la domina3 Cada indi- vviduo se encuentra asi apresado en una red compleja de intercambios de- siguales que lo someten a obligaciones y le procuran protecciones en fun- cin de este organigrama de doble entrada: la dependencia respecto del sefior eclesidstico 0 laico, la inscripcién en el sistema de solidaridades y dde una manera feliz “ninguna época se esforz6 mas en crear entre los individuos rela- ciones inmutables; ninguna ha sido después més inquietada por su obra, ni ha sufrido més para anularla”.* Pero incluso en las sociedades més cias tradicionales, en estos procesos gir problemas. Por ejemplo, juladas por las interdependen- tegracién primaria pueden sur- definitivamente incapaz de conservar su lugar enel sistema regulado de intercambios que asegura el equilibrio de perte- nencia, o incluso la indigencia total puede Hlevarlo a una situacién de de- 2.CEW.L. Thomas, E. Znani The Polish Peasant in Europe and Ameri (Histoire sociale de Occident médcoa, Paris, A. C 4.G.d’Avenel, Paysans et ouorers de Iuego, esta forma de organizacion socal e puede encontrar en otras reas culture- les y otras éfocas histrieas. Este es en particular el caso de la "Edad Media japonesa”. 36 Las metamortosis de ia cuestion social pendencia sin interdependencia. La desafili es en un primer sentido una ruptura de es cin primaria. Un primer corte con las rey insercidn en la familia, el linaj, el sistema de interdependencias fundadas cn la pertenencia comunitaria. Hay riesgos de desafiliacién cuando el {que mantiene un individuo so- ‘es también su inscripcién fa- e una falla que le impide reproducir su existencia y eccion. ‘No obstante, las comunidades muy estructuradas, en ciertas condicio- res, pueden paliar estas fallas de la sociabilidad primaria, movilizando como yo la entiendo, 0 en las redes de integra- ‘ones dadas a partir de la los potenciales de esa misma sociabilidad. Reafilian a los individuos de- sestabilizados sol lo los recursos econémicos y relacionales del am= biente famili fano, el “natural nos metaféricamente, de la “familia providencia” ? Mas alla de la familia, la comunidad territorial, incluso en ausencia de instituciones especializa- das, puede asegurar ciertas regulaciones colectivas, como era el caso en la Edad Media con la utilizacién de los terrenos de la comuna, la distribu- cidn de las tareas debida: corvée) y ciertas sujeciones feuda- les La comunidad podia asi euidar que los miembros més carecientes se te mellaba la cohesion del grupo. Estas comunidades tendian asi a funcionar como los sistemas autorre- gulados 1 homeostaticos, que recomponen su equilibro movilizando sus ciones de recuperacién dependia de su elasticidad, que no era infnita Podia haber renuncias, abandonos, rechazos. Las sobrecargasllegaban @ veces a desequilibrar las redes primarias de solidaridad, y a romperias, Era posible que por esta asistencia hubiera que pagar tn precio muy alto, soportar una supere precio. La vida del Sostenido por su com lela aldea, por ejemplo, tolerado y en parte |, no era sin embargo paradisiaca.? Lipletz, audace ou Fenlsement, Paris, La Découverte, 1984. ioe del Occident médgoal, op. cit, cap. tarismo del linaje” para caracterzat la situaciones 7. Mare Augé habla de Lari once 37 Bn contecuen 1 visi ica de os méritos detina sociedad no mis bien una reconstruc. loa lo que seven condenadas, para bien o para malas so- instancias especializadas de asistencia cuando lenen gue afrontar una vicisitud que perturba sus regulacones acost bien tiene lugar una recuperaion por las ree comuntarias “dade siempre con un costa), o bien no Hay nada, fuera de distnts formas de abandono y muerte socal. Au podamos multpiarlostestimonlon de tindlogos sobre el eardter pertrtador de ln presencia en ext secedaden deindividos en situacion de asamiento socal Esta conafa ya el perfil de los indvidos que mds tarde se permumerris, Pro no pod pleats ning waa Este euea, en certa medida y con algunas precnciones, 5 aplia bea la sociedad feudal al como existié en 0 Georges Duby ha pode ese a 1a époce (poliption, registos trib desribn ina acd eampeinjerrguada por ciety rome, ‘eo una sociedad enmarcada, segura, provit, que generaba una sone Sion de seguridad econémica? Tn Ne enetba ume Sin embargo se rata de eats comunidades campesinas miserable, pe petuamente expuestas ala guerra y periodicamente vicimas de tries, Oleadas de hambre. Peo, un poco como las raziso el desembarco de o- Tonizadores en las sociedades “extn, tas eran ivupciones incontro. lables que venfan de ota pare catacisnos meteoroldgos o eragoade In conguistay de la gue, capaces de quebrantarel nid, ene nity anigulaa, Por elle Day eps coi ee ae ane beeen pag, BI. : oe ee aoe eee Sg ae cee es eon Saat trate ae res truce las coaciones de la Socabilidad primar, 9.G. Duby, “Les pauvres des campagnes dans fOccident médiéval jusqu‘au XIlle sitcle", Revue d histoire de Eglis en France, tl, 1966, pig 25. pr 38 Las metamorosis dela cueston socal dades “seguras” 0 “provistas”: por su organizacion interna, ellas podian conjurar en gran medida los riesgos endégenos, como el hecho de que un individuo 0 un subgrupo fuera dejado por completo de lado y quedara instalado en una situacién de desafiliacion permanente. Ademés, alas in- terdependencias horizontales se sumaban solidaridades-dependencias verticales, que suplian a las anteriores. Georges Duby sigue diciendo: “Durante toda la alta Edad Media, ningGn grande cerraba sus graneros a los miserables, y esta generosiclad necesaria provocaba entonces en. supaba en el sistema de interdependencias. Hacia el ‘menzar a imponerse esta sociedad basada en lazos de vz cepcional que hombres libres (propietarios de alodios) tariamente convertirse en “hombres” de un amo: la independencia los amenazaba en su existencia, porque los privaba de protecciones: El que se encomienda al poder de otro. Al Sefor magnifico “fulano de tal", ones siguientes. Vos debéis ayu- ley sostenerme, tanto con la comida como con la ropa, en la medida en pueda serviros y merecerlo de vos. Mientras yo viva, os deberé el ser- 'yno tendeé el traerme a vuestro poder, © “maimbour”, sino que al contrario de- io los dias de mi vida bajo vuestro poder y proteccién.§* que Vicio y la obediencia que se puede esperar de un hombre poder de beré seguir Se trata de una férmula establecida como modelo para los escribas en- cargados de recoger estas solicitudes, lo que demuestra que debian ser re- lativamente frecuentes. En ausencia de una administracidn estructurada y de servicios especializados, la solidificacién de la relacién personal en el juramento de alianza de vasallaje representa un primer tipo de cobertura 7, contra los riesgos sociales. Sujecién de la persona por medio de la no se pretende que esta relacidn de depen- vente hegeménica (por ejemplo, siempre hubo sino que ella era la relacién social dominante, aunque variable en sus modalidades, que florecié con la “feudalidad” 12 Gallimard, 1978, pig, 261 Guerrier paysans, tel le premier dge des liens homme tome, Pa- uch, Seigneuri et él 1968, pig 16. 1 discusion de la nocién de feudalidad, cuyo sentido se ha vuelto més Laproteccin cercana 39 on del hecho de estar bajo el patronato de un de linaje y vecindad teccién maxima contra sradas por redes estrechas de interdependencia. La precariedad de la existencia era parte de la condicign de todos, yno cortaba la pertenencia as sociedades de este tipo no acogen ficilmente la novedad y la movilidad, pero son eicaces conta la desafliacion, dad permite comprender que la pobreza haya podido ser Jades inmensa y general social”. También lo observa Michel Moat con respect Media: “A pesar de suelevado mim peso apreciable sobre el curso cot Porque estaban “resignados” a su suerte (como se dra en un lengua dluda anacrénico), sino sobre todo porque los mas carecientes no repre- senfan un factor ern para esta formacion socal, que controlaba los riesgos de la desafliacion masiva gracias ala vigidez de su propia estructura, No fueron un factor de desestabilizacién, salvo en los momentos de las rebeliones, pero éstas aparentemente slo alean. Zaron una cierta amplitud a partir del siglo XI es decir, cuando esta es. tructura comenzé a resquebrajarse bajo los primeros efectos del erect miento demografic.™ Por cierto, ya habia vagabundos y aislados, incluso desde antes del afio 1000, como una constant del painaje social. Pero estaban fuera dela comunidad y de las zonas de vida “domesticadas” (organizadas com ‘ms, casas) En ese mundo la poblacin era escasn, y los centos de hab ddesparramados depban grandes espacos para el vagabundeo. Ese era el universo de la selva y las landas en torn a la ermita, del eaballero errant, de los casbonaros, los salteadores y también las fuerzas magicas ¥ maléficas pero fuera de los limites, y en tigor excuidos del mundo or sanizado~'° La representacion del vagabundo se verdsobredeterminada por la eminiscencia de estas figuras inquietantes, No obstante, el vaga. compe depute els Seid od de Mar Bh Far, 199, por Bois, dtu fécdalisme, Paris, Preses de Ia Fondation 13. M. Mola Les pores au Moyen. G. Duby, Le Moyen Age, Pais, 15.6. Duby, ibd, pg. 18 lachette, 1978, pg, 354. cap. 1V. 40 Las metamorfosi de la cuestion social bundo, como veremos, representaba otro tipo de “ajeno”. Se habia conver- tido en otro, al ser desafiliado de un orden social al que habia pertenecido cto, la figura del vagabundo sdlo puede aparecer en un mundo estructurado del que se lo arranca. El “extranjero”, en cambio, jizaba la alteridad total respecto de un tipo de organizacién comu- de errancia geogréfica y social. Pero el vagabun- do pertenecia a la masa de los “pobres” que no podian vivir del trabajo de sus manos. Su destino seré entonces especifico: soportara la doble coaccién de tener que trabajar y no poder hacerlo." Este modelo de “sociedades sin lo social” tuvo diversas variantes his- t6ricas. Aqui s6lo nos hemos detenido en la interdependencia jerarquiza- lad feudal, en cuando a que de su descomposicién, 0 més “desconversin”, como trataremos de demostrarlo con mayor tes es objeto de pricticas especializadas. Asi, el hospital, e tribucién organizada de limosnas, son instituciones “ al tratamiento particular (especial y especializado) de problemas que en sociedades menos diferenciadas eran asumidos sin mediaci6n por la co- ‘munidad. Bajo las configuraciones historicas concretas a través de las cua- les se ha desplegado, este social-asistencial presenta algunas caracteristi- cas formales. 16. Para profundizar la diferencia entre un de sociedad, y la figura posterior y “popular” iacidn de gama alta en este tipo 'vagabundo, cf. elcap.2y “Le roman social. Formacio- Imultiplicacign de los estatutos intermedios, como se ver, I de tipo feudal y a la emergencia de zonas de turbulencia pobladas por individuos que se ublcan entre los estatutos coneagrados. a proteccién cercana 41 de este desenganche se desplegarn montajes cada vez Inds complejos, que dan orgen a estructurasasistencales cada ver mis sofisticadas, niicleos de una profesi (Quien se hace cargo de este tipo de problemas no es cualquier de cualquit en cualquier lugar; se trata de ind ), por Io menos en parte, consiste en brindar: vicio especial. La delimitacion de una esfera de intervencién 80 80 en ausencia de una especializacién exclu fortiori de una formacién profesional especiica, el mandatario esta obliga- do a evaluar las situaciones en las ‘ quienes merecen el auxilio, a construir categorias, asf sean groseras, para guiar su accién. Su préctica no debe confundirse con la de un miembro ordinario (no manda mntrario, de excluirlas del a ¥y de inmediato introduce una escisién entre las pricticas “in- jonales” y las “extrainstitucionales”. Ya hemos dicho que la ra- 2z6n de Ia intervencién es una falla en la social ¥yen general mas econdmico, en todos los sentidos de la palabra, reparar ‘en el lugar: por ejemplo, evar el socorro a domicilio. Pero la naturaleza 1ede hacerlo imposible, y hay entonces desterrtorializa- i lizacin, es decir tratamient pecilizada (por ejemplo, se cura en el hos tuna linea de fuerza importante para el desarrollo se advierte én del En quinto lugar ~pero esta caracterisica esencial solo ha si da, y habra.que volver a ella detenidamente- no basta con estar despro- visto de todo para contar con la asistencia. Emel seno de ls poblaciones sin recursos, algunos son rechazados y otras tomacos a cargo. Se dibujan dos crite- representa Io social-asistencial, y rios. Uno es el de Ia pertenencia comunitaria: la asistencia se atiene con preferencia a los miembros del grupo y rechaza a los extrafios (evidente- hard que elaborar lo que significa “ser miembro del grupo” y \ecesidades trabajando (pero, también en este caso, hay que pre~ js de las précticas y las reglamentacio- que elaboraremos en los capitulos sistencial, diferencindolo las ottas formas de intervencién social dirigida a poblaciones capaces de trabajar, Las caracteristicas asf identificadas son formales, en el sociabilidad primaria y conjurar los riesgos én mantiene una rela- La exigencia de la domiciliaci6n no significa que sea nece- ibir el socorro a domicilio (puede ser dispensado en una Jno que, para ser auxiliado, es preciso tener un lugar marca- doen la comunidad. La domiciliacién no responde s6lo a una necesidad Laprotecctin cercana 49 técnica para instrumentar la distribucién del auxilio. Es en primer lugar la condicién de posibilidad que decide el hecho de que se sea auxiliado 0 no. La mayor parte de las reglamentaciones asistenciales exigian al indi- gente, aunque “no tenga domicilio fijo”, que justificara por lo menos al- gunos afios de residencia en la aldea o la comuna, y si no podia hacerlo no se lo tenia en cuenta. La asistencia es en primer lugar una proteccin cer- cana, Concierne en primer término a un pr6jimo cercano en peligro de distanciamiento social e incapaz de subvenir a sus necesidades por si La leyenda evangélica Estas cuestiones de la especializacién, la profesionalizaci6n, la institu- cionalizacién, la discriminacion de las poblaciones a las que hay que ayu- dar, estructuran hasta el dia de hoy la organizacién del campo social-asis- tencial. {Cémo se han transformado para componer el paisaje actual? Desde luego, no es nuestro propésito rehacer una historia de la asistencia: sobre este tema hay una gran cantidad de obras notables. Nos bastard con trazar su légica a fin de disociarla, con mas firmeza que lo cho en general, de la cuestién del trabajo, a partir de la «que estas estructuras asistenciales han abordado en primer lugar a paces de tobe Notii Senge ausaeon i Tuado en muchas historias sobre el tema. En segundo lugar, no es exacto ubicar en el Renacimiento o la Reforma el inicio de una transformacién de la asistencia inspirada por la preocupacién de manejar racionalmente mento se habria observado un endi bres, considerados como una pobli diosa que en adelante habia que reglamentaciones rigurosas. Una postura desconfiada y contable ~llama- daa veces “burguesa” o “laica”— habria reemplazado a la acogida gene- rosa inspirada por la caridad cristiana.!” 19, Este esquema de pensamiento inspira incluso a muchos de los mejores trabajos ‘desu compendia ti-

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