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¿Es posible una ciudadanía europea?

El paper aborda el concepto de ciudadanía tratando de rechazar toda delimitación previa, si


ha de surgir una ciudadanía europea se debe cambiar de manera profunda la noción de orden
constitucional.

La coyuntura del problema constituye un giro histórico anunciado, al menos en 2 ocasiones.


1ª como plazo de construcción política de europa (libre circulación → superación de una
etapa de naciones europeas), 2ª derrumbe del comunismo (interpretado exigencia de una
realización más decidida de los planes de ciudadanía europea). Toma de conciencia de las
contradicciones del tratado de Maastrich → debate sobre la democracia y ciudadanía a nivel
europeo, sobre la soberanía. La reafirmación de la soberanía formaba el contenido implícito
de las manifestaciones de independencia de las opiniones públicas con respecto a las
decisiones de los gobernantes y expertos; y cabe la posibilidad de que haya concomitancia de
esta construcción de crisis institucionales y el cuestionamiento de la unidad nacional en
ciertos estados miembros.

El problema de la inmigración extraeuropea se plantea como la vigencia de la noción de


frontera en el mundo. La idea de ciudadanía supranacional desplaza a nivel superior las
características propias de la ciudadanía nacional.

Modelos de ciudadanía
2 tipos: Ciudadanía antigua (el ciudadano se caracteriza por un estatuto personal objetivo y
hereditario), ciudadanía moderna (principios subjetivos y universalistas).

Para una comunidad de ciudadanos la noción y la práctica de una soberanía limitada en el


marco de un orden mundial que le impone obligaciones al mismo tiempo que le confiere
representación y derechos está lejos de pertenecer al pasado.

¿Qué regla de exclusión para Europa?


Todas perspectiva de ciudadanía supranacional o transnacional hace aparecer una grave
dificultad, no basta con definir un nueva comunidad de ciudadanos, ya que no agregaría nada
a los conceptos de ciudadanía ya dados o bien significa que las ciudadanías nacionales son
confundidas, absorbidas unas por otras. Se busca una definición artificialista de
conciudadanía. Pero el problema es siempre el mismo: la necesidad de formular una regla de
exclusión que esté fundada por derecho y principio. Se plantea en referencia a experiencias
contemporáneas y principios morales una regla de exclusión suplementaria que pertenezca
propiamente a la nueva ciudadanía post-colonial. Aquí el problema se plantea con los
migrantes, ya que generan una sociabilidad y una ciudadanía nuevas, opuestas a las
nacionales.

Aquí se genera un problema chungo con los migrantes extracomunitarios: si no se les


concede ciudadanía se les está diferenciando, son los otros, plantea problemas de definición
si no se quieren aplicar criterios geográficos o de descendencia (“residentes en Europa no-
ciudadanos → APARTHEID1).

La alternativa es el acoplamiento de una definición de comunidad cívica con un principio de


apertura → Reconocer que no solamente la entidad y la identidad europeas son el resultado
de una convergencia de grupos originarios de todas las regiones del mundo en el territorio
europeo, y la ciudadanía se define por principio como una pertenencia no exclusiva.

Derechos y estatutos
Surge el problema del estatuto, con una nueva significación. 2 hipótesis/posibilidades: por un
lado, con un apartheid europeo el estatuto sería un privilegio pseudo-hereditario. En la otra, la
ciudadanía europea abierta, será la expresión de una reglamentación susceptible a grados.

No es solo la referencia a una comunidad lo que constituye la continuidad relativa entre


diferentes modos de institución de la ciudadanía en la historia, es más bien la “communa”. La
noción de ciudadano expresa una capacidad política colectiva de constituir el estado o el
espacio público, a partir de la insurrección o la resistencia (poder constituyente). De ahí el
vínculo entre la idea de ciudadanía y la de igualdad, que forman el hilo conductor de la
dialéctica histórica.

Hay que definir la ciudadanía mediante estatutos para evitar imposiciones externas e internas.
La ciudadanía corresponde a la constitución de una sociedad diferenciada y al
funcionamiento del Estado. Los movimientos sociales adquieren gran importancia, sobretodo
de cara a los migrantes, ya que su trabajo ha adquirido gran importancia en la sociedades
capitalistas modernas.

Estado y contra-poderes
Tras la caída de la URSS y con el nuevo orden mundial Europa se convierte en un cuasi-
imperio, una potencia. Crece la tensión con las dimensiones de la integración de los europeos
del Este (igualdad relativa). Los migrantes y los refugiados aumentan esta tensión, que es
relativa a la economía y a la pertenencia ideal, ya que de hecho ni siquiera son extranjeros
(tensión por la herenci colonial, mano de obra barata, reunificación de las dos europas).

Desde este punto de vista la ciudadanía europea corre peligro de ser remitida de manera
permanente a una definición de tipo estatutario. Ocurre a causa de la intersección de varios
procesos de diferenciación como criterio de acceso a los derechos civiles y políticos que se
han transformado históricamente en la contraparte en el Estado nacional-social.

Civismo, patriotismo y nacionalismos


La historia de la formación nacional y de su interacción con la construcción del Estado y las

1 Apartheid Europeo en la medida en que "la ciudadanía europea se presenta como el mecanismo que incluye
determinadas poblaciones históricas presentes en el espacio comunitario, rechazando a otras, la mayoría con una
larga historia, que contribuyen también al desarrollo de la sociedad civil del nuevo organismo político"
fases del desarrollo económico, debe conducir esta vez a una verdadera historización de la
forma nación, correlativa a la ciudadanía.

Los imaginantes y el imaginario del nacionalismo fluctúan entre varios usos y niveles: el de
los viejos estado-naciones y el de las entidades supranacionales. Existe un nacionalismo
europeo, que ha sustituido el viejo federalismo. Todo esto afecta directamente a la definición
de ciudadanía y la manera en la que esta es afectada por la migración. Lo importante no es
tanto proponer una refundación de la ecuación ciudadanía = nacionalidad o transponerla al
nivel supranacional, sino resquebrajar los prestigios de la evidencia, hacerla aparecer como
un problema y no como un dato o norma.

El montaje de la ciudadanía europea comienza más bien por el espacio de las policías y de la
restricción del derecho de asilo que por la participación democrática extendida.

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