Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Otro intento exitoso en 2014 fue revivir dos virus que han estado congelados
en el hielo del permafrost siberiano durante 30.000 años. Se volvieron
infecciosos poco después de la reanimación.
En el caso de Claverie, existe una probabilidad nada despreciable de que los
microorganismos patógenos puedan reaparecer, como demuestran varios
estudios. Explica a la BBC que "podrían ser bacterias que se pueden eliminar
con antibióticos, pero también bacterias o virus resistentes. Si el patógeno no
ha estado en contacto con los humanos durante mucho tiempo, entonces
nuestro sistema inmunológico no está preparado para ello. Así que sí, podría
ser peligroso. »
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen tres métodos
principales para estudiar los vínculos entre las enfermedades infecciosas y la
crisis climática.
En primer lugar, se pueden examinar los vínculos entre las variaciones
climáticas y la aparición de enfermedades infecciosas en el pasado, como los
picos de paludismo que se produjeron al mismo tiempo que los fenómenos
meteorológicos extremos: en la India, por ejemplo, la exacerbación de los
monzones por el calentamiento del planeta ha provocado un aumento de las
precipitaciones y la humedad, lo que ha desencadenado graves epidemias de
paludismo.
Del mismo modo, estos signos de alerta temprana de una mayor
vulnerabilidad a las enfermedades que siguen surgiendo, incluidos los
fenómenos meteorológicos extremos y las temperaturas, pueden examinarse
uno por uno.
Con los datos de estos dos estudios es posible diseñar un modelo predictivo
para estimar la magnitud de futuras enfermedades infecciosas bajo diferentes
escenarios climáticos. Algunos modelos muestran, como se esperaba, un
aumento global de la incidencia de la malaria a medida que aumentan las
temperaturas, la humedad y la frecuencia de los fenómenos meteorológicos
extremos.
Según la OMS, "Los modelos sobre el paludismo muestran que pequeños
aumentos de la temperatura pueden afectar drásticamente a su potencial de
transmisión. A escala mundial, un aumento de la temperatura de 2 ó 3°C
correspondería a un aumento de 3 a 5 puntos porcentuales del porcentaje de
la población que vive en un clima con riesgo de paludismo, es decir, varios
cientos de millones de personas. Además, la duración estacional del
paludismo aumentaría en muchas zonas endémicas.
No faltan ejemplos. En 2012, los Estados Unidos sufrieron el peor brote de
fiebre del Nilo Occidental de la historia del país, en el que murieron 19
personas en la zona urbana de Dallas debido a la proliferación de insectos
infectados en zonas con temperaturas estivales superiores a la media.
Los investigadores han llegado a la conclusión de que el peligro epidémico
del calentamiento de la Tierra reside en su propensión a aumentar el grado
de contagio y la tasa de multiplicación de los virus. Robert Haley, presidente
del departamento de epidemiología de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Texas Southwestern y coautor de un importante estudio sobre
la epidemia de fiebre del Nilo Occidental en 2012, dijo a los periodistas que
"en igualdad de condiciones, podemos predecir que el calentamiento global
empeorará aún más la situación".