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TRABAJO OBLIGATORIO NÚMERO 4.

HISTORIA DEL CATASTRO.

Se podría tomar como referencia los inicios del catastro en tiempos muy antiguos
como lo seria en el Egipto antiguo (1400 a.C) por Heródoto, nos relata este autor que
unos «técnicos» denominados «estiradores de cuerdas» por emplear cuerdas de
longitudes conocidas, se encargaban de realizar los replanteos posteriores a las
crecidas anuales del río Nilo, asignando a cada agricultor la superficie y los límites
que les correspondían de acuerdo con los datos capturados con anterioridad a la
crecida. El catastro iba de la mano con la topografía por lo cual se podría asumir que
sus inicios fueron junto a la topografía ya que las dos se complementan mutuamente.
Paralelamente a esta actividad topográfica/catastral es destacable observar la
existencia de un gravamen sobre las parcelas proporcional a su producción, en cierta
medida similar al existente en nuestro país hasta la entrada en vigor de la Ley
Reguladora de las Haciendas Locales en las que se pasó de contribuir por el
rendimiento real o potencial a hacerlo en función del valor catastral calculado.

Como puede apreciarse, desde un principio la Topografía sirvió para la confección de


estos catastros primitivos y éstos a su vez, se emplearon para una de sus actividades
prioritarias y en muchos casos justificante de su elaboración: constituir el hecho
imponible de un impuesto que ha variado de nombre y de concepción, pero que no
deja de ser un gravamen sobre la tierra. 

El Catastro Romano:
Los autores que han dejado un importante legado topográfico, incluyendo
aplicaciones catastrales fue Sexto Julio Frontino (41-103 d.C.): ingeniero y militar
romano que desde sus cargos de pretor y cónsul pudo realizar una importante labor
dentro del campo de la ingeniería civil en Roma; suya es la frase «el fundamento del
arte mensorio radica en su práctica actuación» que no sólo pronunció, sino que
también aplicó. Dos obras destacan por su valiosa aportación en materia hidráulica
«De aqueductus Urbis Romae» y en el campo militar «Stratagemata»; en el primero
se analiza la conducción de aguas en Roma y, en el segundo, la estrategia militar
contemporánea. Asimismo, se debe también a su pluma una de las premisas básicas
de toda medición topográfica (que por desgracia aún hoy en día la ignorancia o la
mala fe no contempla) y que consiste en la premisa de que en un terreno inclinado lo
que se mide no es la superficie sobre el mismo, sino su proyección sobre un plano
horizontal.
Fiscalmente en la época del Imperio Romano la tierra se dividía en clases,
atendiendo al tipo de cultivo establecido, para posteriormente subdividirla en
función de su capacidad productiva. A través del «Libro de Leyes Sirio» se tiene
constancia de que en esta zona la tierra de viñedo se parcelaba en unidades de veinte,
cuarenta y sesenta «iugum» y la de olivar en otras unidades fiscales denominadas
«iuga» compuestas por menos de 225 pies o entre 226 y 450. Como se ha podido
apreciar, gran parte del territorio del Imperio Romano estaba catastrado empleando
estas u otras unidades impositivas sobre las que gravaba el tributo («iugatio»).
Establecido este procedimiento catastral-fiscal, la siguiente etapa era la actualización
de los valores (las bases imponibles de hoy); la conservación se realizaba cada quince
años y las modificaciones sobre las cuotas se actualizaban quinquenalmente (con las
matizaciones que se estimen convenientes puede comparase con lo establecido en el
R.D. 3/7/82 sobre actualización quiquenal de los tipos evaluatorios del Catastro
Rustico, último que se publicó antes de la entrada en vigor de la Ley Reguladora).

El Catastro hasta el Siglo XV:


Con la llegada de los visigodos, una nueva distribución de la propiedad y de los
aprovechamientos modificó el sistema tributario vigente. El peso económico de la
agricultura aumentó en esta nueva sociedad, que no llegó a romper totalmente con la
tardorromana, conviviendo grandes explotaciones y otras pequeñas pertenecientes a 
propietarios libres. El porcentaje de esta últimas decreció progresivamente con el
paso de las décadas y fueron absorbidas por los latifundios que garantizaban al
antiguo propietario, ahora colono, unos lazos de patrocinio y dependencia que le
conferían seguridad frente a terceros, e incluso frente al Estado.
No obstante, la agricultura no

fue una fuente de riqueza sustanciosa y las deudas se multiplicaron fomentando la


auto venta como esclavo, el abandono de hijos y la generalización de los abortos.

Edad Media:
Durante todo el oscuro período de la Edad Media apenas existen inventarios de
bienes inmuebles salvo testamentarias más o menos detalladas de los que se
transmiten de una generación a otra. No obstante, se pueden encontrar descripciones
literales de los dominios reales del Imperio Carolingio e inventarios aislados de
señoríos; así como relaciones de bienes pertenecientes a los conventos y órdenes
religiosas distribuidas por toda Europa. El primer ejemplo de Catastro del segundo
milenio de nuestra era es el «Domesday Book»: Guillermo I encargó su confección a
clérigos normandos con el objetivo de establecer una contribución. Fue en la Edad
Moderna, con la consolidación de los estados europeos, cuando nace la necesidad de
definir sus fronteras, determinar la población, fijar la riqueza del terreno y garantizar
a la Hacienda unas fuentes de ingresos que permitan la subsistencia de estas
monarquías absolutistas. En base a ello en cada país se confeccionaron mapas cuyos
fines además de descriptivos del territorio, de la población y militares, eran también
fiscales.

Catastro en Colombia:
A finales del siglo XIX, Una ley del 30 de septiembre de 1821 del Congreso de Villa
del Rosario de Cúcuta creó la primera referencia legislativa denominada “catastro
general del cantón”. Cuatro años más tarde, en 1825, esta norma fue reglamentada
con una finalidad eminentemente fiscalista debido básicamente a la necesidad de
sostener la guerra de independencia. Veinte años pasaron hasta que en 1847 se
publicó el proyecto de ley según el cual se estableció una contribución para los gastos
del culto. Se eliminó el diezmo y se propuso realizar, no obstante, la formación de un
registro de todas las propiedades de cada Distrito Parroquial. El Cura de la parroquia
junto con el Intendente (encargado de la formación) y el Administrador General de
Hacienda formaban parte de la Junta Nacional encargada de la elaboración de ese
registro. Al organizarse la República Federal de los Estados Unidos de Colombia en
1866, el 4 de julio se expidió la Ley No 70 que dio origen a los Decretos
Reglamentarios del 10 y 23 de agosto de ese año. Fue así que el gobierno del General
Mosquera estructuró el catastro de tierras baldías. La reglamentación legal condujo a
establecer normas para un catastro de edificios, terrenos y minas, muebles y útiles de
propiedad de la república con base en la ubicación, destino y estado de conservación.
Esta tarea fue adscrita a la Oficina de Agrimensores que se creó para tal efecto.

En el siglo XX, con la expedición de la Ley No 20 de 1908 y el Decreto reglamentario


No 1227 del mismo año, el gobierno del General Reyes contó con un marco legal
orientado a la formación del catastro de la “riqueza raíz” en toda la república,
concibiéndolo como un documento público que, además de servir de base para el
cobro del impuesto predial, contuviera los datos necesarios para la estadística del
valor de la propiedad inmueble y de los bienes públicos. Las disposiciones de ese
decreto se reprodujeron por ordenanza de la Asamblea de
Cundinamarca (y probablemente por otros Departamentos) lo
que derivó en una serie de reglamentos catastrales y sistemas de avaluación
y tasación propios para cada jurisdicción. La Ley No 4 de 1913, conocida como
Código de Régimen Político y Municipal, asignó a las Asambleas la facultad de

reglamentar el impuesto sobre la propiedad raíz y en 1926, la Ley No 72 autorizó al


municipio de Bogotá para organizar libremente sus rentas, percepción y cobro por
administración directa, delegada o por arrendamiento.

Ley No 78 de 1935 abrió definitivamente el país a la nacionalización del catastro y


estableció la declaración del valor de los bienes raíces por parte del propietario o, en
su defecto, la estimación por parte del funcionario de catastro. Se determinó que en
la jefatura de Rentas Nacionales abriese una Sección Nacional de Catastro, a cuyo
cargo se dejó la fijación de los avalúos comerciales de la propiedad raíz. Ese mismo
año el Decreto No 1440 creó el Instituto Geográfico Militar y Catastral – IGMC como
organismo dependiente del Estado Mayor General del Ejército dedicado al
levantamiento de la carta militar del país para estudios catastrales.

En los años 40 se produce un cambio de política catastral en el país, abandono el


propósito de tener un catastro técnico y se dedico únicamente a mejorar el ingreso
del municipio por concepto del impuesto predial. Esta decisión produjo su
obsolescencia y ocasiono que los municipios quedaran desactualizados planos y
fichas prediales.

Con el fin de rescatar el sistema catastral y que la ciudad tuviera un verdadero


catastro, en 1956, mediante el acuerdo 89, se creo la junta técnica consultiva del
catastro, como órgano asesor de la dirección. Esta junta nunca funciono, no obstante,
pudo procesar parte de la información de las auto declaraciones y los auto avalúos e
incorporar unos pocos predios a sus registros catastrales. En 1968 se hizo una
reforma administrativa del Estado que derivó en reformas en la Administración del
Distrito Especial de Bogotá y en su sistema catastral. Los criterios y los objetivos del
catastro definidos eran concordantes con lo establecido en la Resolución No 1173 de
1965 del IGAC, la cual precisaba la política catastral y definía los criterios generales y
las normas para hacer el catastro. En agosto de 1978 se reestructuró internamente la
Dirección de Catastro Distrital, pero se mantuvo como una dependencia de la
Secretaría de Hacienda.

A comienzos de los 90 el IGAC, con la participación técnica y la cooperación


financiera de los gobiernos colombiano y suizo, inició un Proyecto de Modernización
Tecnológica con el fin de cambiar de un sistema de producción de información
geográfica en forma análoga y manual, a formato digital. En el periodo de 1987 y
1992 no fue muy fructífera en la actividad de formar catastros. Sin embargo, durante
este tiempo se incorporaron a los registros catastrales la información de 241.000
predios mediante el proceso de conservación catastral y aumento la base fiscal en
$2.700.000 millones, debido a la incorporación de nuevos predios que no figuraban
en los registros y el ajusto automático de todos los avalúos. En
1994 la Ley No 160 describió el procedimiento para la elaboración
de avalúos solicitados con fines de reforma agraria. La Ley No 388 de 1997
proporcionó las pautas de ordenamiento territorial, apuntando normas,
procedimientos, parámetros y criterios para la elaboración de los avalúos
comerciales. La Resolución No 762 de 1998 estableció la metodología para la
realización de los avalúos establecidos en la ley de 1997.

Aún en 1997, la República de Colombia y el Banco Interamericano de Desarrollo


suscribieron un contrato de préstamo para llevar a cabo el Programa de Titulación y
Modernización del Registro y Catastro con el objetivo de Seguir levar a cabo acciones
destinadas a consolidar el mercado de tierras en Colombia. Para tal efecto, el
programa se planteó con cuatro componentes: Titulación de Terrenos Baldíos
Rurales, Titulación de Predios Urbanos, Modernización del Registro y Catastro y
Protección Ambiental en Áreas Rurales. En marzo de 2001 se realizó una
modificación contractual al citado crédito y se designó como organismo ejecutor al
Instituto Geográfico Agustín Codazzi, con la intervención de la Superintendencia de
Notariado y Registro y el Instituto Colombiano de Reforma Agraria. En esa ocasión
se redujo el monto total del proyecto y de los cuatro componentes sólo quedaron dos:
Titulación de Terrenos Baldíos Rurales y Modernización del Registro y Catastro.

-Alcázar Molina, Manuel-G, 2000. El Catastro Y Su Evolución Hasta El Siglo XVI.


p.14. http://www.catastro.meh.es/documentos/publicaciones/ct/ct39/ct39_3.pdf
-http://www.catastrobogota.gov.co/sobre-catastro/historia

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