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INTRODUCCIO1
INTRODUCCIO1
Los ácidos grasos son componentes importantes de la dieta de los animales superiores
y del hombre. Constituyen no solo un aporte energético considerable que casi duplica
al aporte de los carbohidratos y de las proteínas, y varios tienen funciones metabólicas
específicas. Algunos de ellos se caracterizan por su esencialidad, como es el caso de
los ácidos grasos omega-6 y omega-3 (1). Otros, destacan por sus efectos ya sea
beneficiosos o potencialmente dañinos para la salud humana, como es el caso de los
ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, dentro de los primeros, y de los
ácidos grasos saturados en el segundo caso (2). La isomería geométrica de los ácidos
grasos es importante en términos nutricionales. La gran mayoría de los ácidos grasos
que se encuentran naturalmente poseen isomería cis, sin embargo en nuestra dieta
habitual consumimos una pequeña, pero no despreciable porción (1g a 7g/día) de
ácidos grasos con isomería trans (3). Estos ácidos grasos provienen esencialmente de
la manipulación tecnológica a que son sometidas las grasas y aceites para adaptarlas a
nuestro consumo. La hidrogenación industrial, que permite la obtención de mantecas
("shortenings") y margarinas de mesa, y la desodorización de los aceites a alto vacío y
temperatura, son las dos fuentes de origen tecnológico más importantes de formación
de isómeros trans de los ácidos grasos (4). El consumo de ácidos grasos trans ha sido
fuertemente cuestionado por los Comités de Expertos en Nutrición, ya que la evidencia
científica indica que estos isómeros son dañinos para la salud, por sus efectos a nivel
de los lípidos sanguíneos (5), por su acción inhibitoria sobre la actividad de enzimas
hepáticas (6), por la modificación que producen en la fluidez de las membranas
celulares (7) entre otras, que se traducen, entre otros efectos, en un mayor potencial
aterogénico (8). La recomendación es evitar el consumo de ácidos grasos trans, y la
legislación sanitaria de muchos países obliga a declarar el contenido total de ácidos
grasos trans de productos como las margarinas y las mantecas. Sin embargo, a la luz
del conocimiento actual, la generalización del concepto sobre el efecto dañino de los
ácidos grasos trans deberá ser revisada, ya que algunos de estos isómeros pueden
tener efectos beneficiosos en la nutrición y salud humana. Este es el caso de ácido
linoleico conjugado (ALC) con isomería trans.
El ácido linoleico (18:2, 9c-12c), es un ácido graso esencial omega-6 muy abundante
en el reino vegetal y también animal. La gran mayoría de los aceites vegetales (con
algunas excepciones como el aceite de oliva, el de palma, o el aceite de coco) aportan
cantidades significativas de ácido linoleico. En la grasa animal también se le encuentra,
junto con los ácidos grasos saturados y monoinsaturados. Con la incorporación de una
mejor tecnología para el análisis y la identificación de los ácidos grasos componentes
de grasas, aceites o de muestras de tejidos (aplicación de cromatografía gasesosa
capilar, HPLC de alta resolución, y espectrometría de masas), fue posible identificar
que en toda muestra de aceite o de grasa, particularmente en aquellas de origen
animal, siempre está presente una pequeña cantidad de ALC (9). Este ácido graso se
presenta con diferente isomería (7c-9t, 9c-11t, 11c-13t, principalmente), aunque
siempre predomina la estructura 9c-11t. Si bien el ALC se encuentra en pequeñas
proporciones en los aceites vegetales, su concentración es particularmente alta en la
carne y en la leche de los rumiantes, donde puede alcanzar hasta un 0,65% de los
lípidos totales (10). La figura 1 muestra en forma comparativa las estructura del ácido
linoleico (C18:2, 9c-12c) y del isómero del ácido linoleico conjugado (C18:2, 9c-11t).
EL ORIGEN DEL ALC EN LOS
TEJIDOS ANIMALES
Puesto que el ALC se encuentra en una proporción muy pequeña en los granos y en el
forraje que constituyen la alimentación de los rumiantes, significa que son estos
animales los que transforman el ácido linoleico en alguno de los isómeros del ALC. Es
en el poderoso ambiente reductor del rúmen donde se produce el proceso de
biohidrogenación del ácido linoleico (11). Dentro de la abundante y variada flora
microbiológica del rúmen, constituida por bacterios y protozoos principalmente, es la
bacteria identificada como Butyrivibrio fibrisolvens,quien al realizar la hidrogenación
del ácido linoleico para transformarlo en un ácido graso monoinsaturado, genera como
intermediario del proceso a los diferentes isómeros del ALC (12). Por su origen ruminal
al ALC se le identifica como "ácido ruménico" (13). Existe otra vía metabólica para la
formación de ALC. Esta puede ocurrir en el hígado de los rumiantes, y posiblemente
también en los mamíferos no rumiantes. El ácido vaccénico (18:1, 11t) es producido
por la hidrogenación del ácido linoleico en el rúmen. Este ácido graso puede ser
desaturado en el carbono 9 por las enzimas desaturasas intestinales y/o hepáticas de
los rumiantes, transformándose en ALC (forma 9c-11t) (14). Esta podría ser la razón
por la que en los mamíferos no rumiantes, incluidos los humanos, también se
encuentra ALC en sus tejidos y secreciones (leche) (15), aunque en menor proporción
que en los rumiantes. Al consumir carne de rumiantes (o productos lácteos),
conteniendo ácido vaccénico, este sería transformado a ALC por la desaturación
enzimática, proceso que incrementaría el aporte de ALC proveniente de la carne y de la
leche de rumiantes (16).
Fue el grupo encabezado por Pariza y colaboradores quienes comunicaron por primera
vez información relacionada con los posibles efectos beneficiosos derivados del
consumo de ALC (25). Desde la primera publicación sobre las actividades biológicas del
ALC, son muchas las comunicaciones científicas que informan sobre las propiedades
atribuidas al ácido graso. En la actualidad se le considera como un "regulador
metabólico", y a continuación, aunque en forma no exhaustiva, se resumen sus
principales efectos y/o funciones.
Efectos hipocolesterolémicos.
Los efectos del ALC sobre el sistema inmune constituyen conocimientos mas recientes
y se refieren, principalmente en el estímulo que ejerce en la síntesis de IgA, IgG, IgM y
a la disminución significativa de los niveles de IgE, por lo cual se presume que el ácido
graso podría tener efectos favorables en la prevención y/o tratamiento de ciertas
alergias alimentarias (29). Estudios similares han demostrado, en una relación dosis
dependiente, que el ALC aumenta el nivel de linfocitos en el bazo de ratones y la
secreción de IgG e IgM por parte de estas células (30). El ALC disminuye, la
producción de interleukina 6 inducida por polisacáridos en macrófagos peritoneales, la
producción del factor de necrosis tumoral, y la producción de prostaglandina E en el
hígado de la rata (31). Una dieta que contiene un 1% de ALC produce un efecto
protector de la acción mitogénica de las fitohemoaglutininas y de la concanavalina A en
las ratas, respuesta que es más efectiva cuando se trata de animales jóvenes (30).
Una observación interesante es la demostración del efecto protector del ALC en la
anorexia inducida por endotoxinas en las ratas, acción que se refleja en la prevención
de la detención del crecimiento de los animales por efecto de las toxinas (32). Las
acciones sobre el sistema inmune atribuidas al ALC guardan estrecha relación con su
efecto en la prevención del desarrollo de ciertos cánceres.
Efectos anticarcinogénicos
Los efectos anticarcinogénicos del ALC son quizás los mejor documentados y que a
diferencia de los anteriores, están respaldados por estudios realizados en humanos.
Dentro de los diferentes tipos de cáncer en los que se ha estudiado el efecto de ALC,
su acción sobre el cáncer mamario parece ser la más significativa. El ALC es más
eficiente en su efecto de prevención de este tipo de cáncer que el ácido oleico, linoleico
y que los ácidos grasos omega-3 eicosapentaenoico y docosahexaenoico (33). Estudios
realizados en finlandesas post-menopausicas han demostrado una correlación negativa
entre el consumo de ALC, proveniente de la leche y el queso de consumo habitual en
esta población, y el desarrollo de cáncer mamario (34). El efecto preventivo parece ser
dosis dependiente, la que se ha estudiado en rangos de aporte de ALC desde un 0,05%
hasta un 2%. Experimentalmente se ha demostrado en ratones inmunodeficientes con
trasplante de tumores mamarios una disminución de hasta un 73% del crecimiento
tumoral si se le aporta a los animales, antes de la inoculación del tumor, una dieta que
contiene un 1% de ALC (35). Se ha demostrado que el ALC ejerce efectos citotóxicos
en cultivos de células de melanoma colo-rectal y de cáncer mamario (36), así como
también un efecto de detención del ciclo celular en Go/G1 en cultivo de células del tipo
MCF-7 (37). El ALC muestra, además, efectos antimutagénicos, ya que inhibe la
inducción de cáncer de piel de ratas producida por 7,12 trimetilbencil antraceno, un
poderoso agente carcinogénico (38). El mecanismo de los efectos inhibitorios que
ejerce el ALC sobre la diferenciación celular anormal, que finalmente conduce al
desarrollo de un cáncer, no es conocido en la actualidad, y la investigación apunta a
caracterizar su ación a nivel de la expresión de ciertos tipos de mRNA que codifican
para receptores de membrana involucrados en la transducción de señales, o en la
traducción de receptores activados por proliferadores peroxisomales (PPARs) (17). Sin
lugar a dudas es un campo muy fértil de investigación que requiere de muchos más
antecedentes experimentales.
Efectos antioxidantes
Este es quizás el efecto del ALC que despierta más curiosidad y que tendría también
mas impacto nutricional. La acción reductora del peso corporal atribuída al ALC, ha
derivado en una creciente explotación comercial del ácido graso sin tener, por el
momento, un sustento científico sólido. La administración de una dieta que contiene
5% de aceite de maíz suplementada con un 0,5 % de ALC a ratas desde las seis
semanas de edad, produce a las cuatro semanas de administración de la dieta, una
reducción del 60% del contenido de grasa del tejido adiposo (48). Ratones de la cepa
AKR/J que recibieron dietas donde el 15% o el 45% de la energía fue aportado por las
grasas y que fueron suplementadas con 1% o 2% de ALC respectivamente,
presentaron al cabo de seis semanas una disminución de la ingestión de energía, y del
depósito de grasas en el tejido adiposo, y un aumento de la velocidad metabólica y del
cuociente respiratorio, efectos que resultan en una disminución significativa del peso
de los animales (49). En estudios similares, no se ha observado una disminución de la
ingestión de alimento, pero sí una reducción de la grasa y del peso corporal (50).
Estudios realizados con personas que presentan sobrepeso, o que son obesas, han
demostrado que la ingestión diaria de 3,4 g de ALC produce una disminución de la
masa grasa total sin afectar otros parámetros metabólicos, como el recuento
eritrocitario y la cantidad de masa magra (51). La información obtenida respecto al
efecto del ALC en la reducción del peso corporal sugiere que el ácido graso afectaría la
interconversión metabólica de los ácidos grasos y produciría una activación de la
lipolisis, probablemente por una activación de la beta oxidación mitocondrial (52).
Produciría, además, una disminución de los niveles de leptina (48), y una estimulación
de la actividad de la enzima carnitina palmitoil-transferasa (48). La inhibición de la
actividad de la enzima lipoproteína lipasa dependiente de heparina, también podría
estar involucrada en el efecto modulador del peso corporal que produce el ALC, ya que
disminuiría la biodisponibilidad de los ácidos grasos hacia lo tejidos extra hepáticos
(53). Este es otro aspecto interesante del ALC que requiere aún de mucha información
científica.
El estado actual sobre la investigación de los efectos nutricionales del ALC, no permite
obtener conclusiones inequívocas, sino más bien conjeturas con mayor o menor apoyo
experimental. El ácido graso puede ser consumido como tal o en la forma de glicéridos
(mono, di o triglicéridos) ya que cuenta con la categoría GRAS por parte del FDA
(USA). Esta categorización ha despertado el entusiasmo por incrementar el aporte de
ALC de algunos alimentos. Mediante un manejo nutricional adecuado de los animales,
se puede incrementar hasta en un 100% el aporte de ALC a través de la carne de
bovinos o de otros rumiantes, de la leche y de los productos derivados de esta
(54, 55). También se han desarrollado alimentos suplementados con diferentes
cantidades de ALC, todo dentro del concepto de los llamados "alimentos funcionales".
Sin embargo, es preciso ser muy cuidadosos en la interpretación de los efectos del ALC
y de sus reales resultados nutricionales. Un producto que consumido en forma habitual
permita bajar de peso, o prevenir ciertos tipos de cáncer, además de constituirse en un
poderoso aliado de las campañas de salud pública sobre el sobrepeso o la obesidad,
puede también convertirse en un fenómeno comercial sin precedentes si no se ejerce
el debido control. Para que esto pueda realmente ocurrir, es preciso contar con mayor
investigación sobre la bioquímica básica y nutricional del ALC, tener mayor información
sobre sus efectos en modelos animales y humanos, con estudios clínicos y
epidemiológicos de largo plazo y en diferentes poblaciones y grupos etarios, que
aseguren así la real efectividad de este ácido graso con isomería trans de
características tan particulares.
RESUMEN
BIBLIOGRAFIA
1.- Simopoulos A, Leaf A, Salem N. Essentiality of and recomended dietary intakes for
omega-6 and omega-3 fatty acids. Ann Nutr Metab 1999;43: 127-130. [ Links ]
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3- Valenzuela A, Morgado N. Trans fatty acid isomers in human health and in the food
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