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Santuario
R o y A d a m s
Introducción 7
Testamento 26
3 Conforme al modelo 35
6 El santuario celestial 74
7 Cristo y 1844 96
7
8 EL SANTUARIO
^grimas. Siempre he creído que Dios les dio todo lo que fueran
capaces de captar en sus momentos de derrota, lo suficiente para
sobreponerse a la situación en que se encontraban.
La doctrina del santuario es una de las áreas más sensibles de la
fe adventista, y ningún teólogo prudente de este movimiento se
p r e s u r a a entrar en ella descuidadamente. Mi intervención en este
c ; unpo, por lo tanto, es deliberada y calculada, fundada en la con-
Hay una larga historia que ahora yace detrás de nosotros, y parte
ella revela que nuestro pensamiento sobre la doctrina del santua-
r ' o no se ha congelado. Con respecto a este asunto me ha resultado
Un enfoque sencillo
No ha sido mi propósito escribir un libro erudito, y no lo he
hecho. Me propuse más bien escribir un libro que los adventistas
sencillos, que no tienen una gran preparación teológica, puedan
comprender con facilidad. Anhelaba un libro que no pareciera
prohibitivo para el lector promedio a causa de un abundante uso de
jerga erudita y de referencias técnicas.
Incluso así, encuentro que es imposible proceder sin un uso
mínimo de tales términos y referencias. Hubo ciertas áreas en las
cuales no se pudieron evitar las referencias y los materiales técnicos
sin grave riesgo de mellar la credibilidad. Lo único que puedo espe-
rar es que, donde se usaron, aumenten la utilidad de este libro.
Nadie debería esperar concordar conmigo en todos los puntos.
Eso sería imposible e innecesario. El libro habrá alcanzado su obje-
tivo si, a pesar de la multitud de detalles e incluso áreas de desa-
cuerdo que encuentre a lo largo del camino, el lector puede unirse
INTRODUCCIÓN 11
Referencias
' Elena G. de White, Coumek to Wricers and Editurs (Nashville: Southern Pub. Assn., 1946), pág.
35.
: Alhion Ballenger ( 1 8 6 1 - 1 9 2 1 ) sirvió a la iglesia como maestro, pastor y evangelista hasta la
década de 1 8 9 0 y 1905. Véase Adams, The Sanctiiary Doctrine, págs. 11, 12.
' Id., págs. 1 2 1 - 1 2 3 , 1 5 0 - 1 5 2 .
* Milian L. Andreasen ( 1 8 7 6 - 1 9 6 2 ) sirvió a la iglesia durante cinco décadas como administrador
y educador.
5 Id., pág. 165, n. 2. La reunión para analizar el problema tuvo lugar poco antes del amanecer,
probablemente par-1 tener privacidad o porque era el único tiempo disponible en una agenda muy
apretada.
6 Id., n. 3.
7 Id., págs. 2 1 2 - 2 1 9 .
CAPÍTULO 1
Metáforas1 de la redención
y la restauración:
PARA MANTENER EL CALVAR 10 CONTINUAMENTE
ANTE LA VISTA
N
o mucho tiempo después de la creación —nadie conoce el
momento exacto- nuestros primeros padres cayeron en pe-
cado. La triste historia de su expulsión del Edén se registra
en Génesis 3:22-24: "Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es
como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que
no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y
viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que
labrase la tierra de la que fue tomado. Echó, pues, fuera el hombre,
y puso al oriente del huerto del Edén querubines, y una espada
encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino
al árbol de la vida".
A raíz de esta terrible crisis, la primera preocupación de Dios fue
la restauración del ser humano y la seguridad eterna del universo.
La muerte de un miembro de la Deidad -una contingencia ya deter-
minada en la presciencia y en el concilio de Dios (véase Apocalipsis
13:8)— era el único medio para lograr ese fin.
Para asegurar la participación y la cooperación humana en este
supremo esfuerzo, Dios decidió informar inmediatamente a nuestros
primeros padres acerca de la existencia de dicho plan. Al mismo
12
METÁFORAS DE LA REDENCIÓN Y LA RESTAURACIÓN 13
Nuevos desarrollos
Cuando los israelitas llegaron al Monte Sinaí en su peregrina-
ción después de salir de Egipto, Dios dio nuevas instrucciones acer-
ca de un elaborado sistema sacrificial centrado en un sacerdocio for-
mal y el establecimiento de lo que conocemos hoy como el taber-
náculo y sus servicios. La interpretación de las ceremonias y símbo-
los involucrados en este sistema y su aplicación para hoy han susci-
METÁFORAS DE LA REDENCIÓN Y LA RESTAURACIÓN 15
(Núm. 2).3 De este modo, el arreglo era una vivida presentación del
santuario como el símbolo de la presencia divina en medio de Israel.
Al mostrar la presencia de Dios en medio de su pueblo, la colo-
cación del tabernáculo en medio de Israel destacaba otras dos
importantes verdades teológicas.
i. El arreglo era una "declaración" profética con respecto a la
naturaleza y la venida del Mesías. En otras palabras, representaba
anticipadamente la encarnación. "Y llamarás su nombre Emanuel
-dice el Evangelio de Mateo-, que traducido es: Dios con nosotros"
(Mat. 1:23). Eso, precisamente, era lo que el santuario debía signi-
ficar para Israel.
Juan, en lo que parece ser una alusión aún más clara al arreglo
del antiguo tabernáculo, declaró: "Y aquel verbo fue hecho carne, y
habitó [literalmente "tabernaculizó") entre nosotros" (Juan 1:14). Y
como si quisiera recordar la gloria de Dios que se establecía sobre el
tabernáculo del desierto, a la vista de todo el campamento que lo
rodeaba, añadió: "Y vimos su gloria".
El campamento del desierto nos dio así un hermoso cuadro de la
venida del Mesías.
ii. El tabernáculo del desierto enfatizaba dos importantes aspec-
tos de la Deidad: "la inmanencia y la trascendencia".
La razón por la cual los levitas rodeaban el santuario se declara
expresamente en el texto: "Y cuando el tabernáculo haya de trasla-
darse, los levitas lo desarmarán, y cuando el tabernáculo haya de
detenerse, los levitas lo armarán; y el extraño que se acercare mori-
rá... Pero los levitas acamparán alrededor del tabernáculo del testi-
monio, para que no haya ira sobre la congregación de los hijos de
Israel" (Núm. 1:51-53). La misma advertencia se repite en el capí-
tulo 3, versículo 38.
La inmanencia se refiere a la cercanía, la presencia, o la morada
interior de Dios en su creación. La localización del tabernáculo en
medio del campamento tenía el propósito de subrayar este aspecto
de Dios. Él se acerca a su pueblo. Reside en forma permanente en
su medio. ¡Qué gozo —y qué sensación de seguridad- deben haber
sentido al tener a Dios tan cerca de ellos!
La trascendencia, por otra parte, se refiere a la "inaccesibilidad"
de Dios, la imposibilidad de acercarse a Él, la distancia y la Mp.na
18 EL SANTUARIO
METÁFORAS DE LA REDENCIÓN Y LA RESTAURACIÓN 19
oración con que tu siervo ora delante de ti. Que tus ojos estén abier-
tos sobre esta casa de día y de noche, sobre el lugar del cual dijiste:
Mi nombre estará allí; que oigas la oración con que tu siervo ora en
este lugar. Asimismo que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo
Israel, cuando en este lugar hicieren oración" (2 Crón. 6:19-21).
El foco direccional de la adoración nacional de Israel fue un
asunto de importancia fundamental, y podríamos decir, incluso, que
ciertos detalles cruciales de la estructura del tabernáculo fueron
d¡señados para reflejar esa sensibilidad.
Por ejemplo, la puerta del tabernáculo estaba localizada en el
laclo oriental. Por lo tanto, cuando el adorador miraba hacia él, vol-
vía su espalda hacia el este. Es evidente que este era un repudio sim-
bólico de la adoración del sol, que era ampliamente practicada
entre los pueblos antiguos.7
Creo que este punto emerge claramente en el capítulo 8 de
Hzequiel. En ese capítulo el profeta es llevado en visión al templo de
Jerusalén, donde se le muestra la profanación del santuario que
practicaba el pueblo de Israel. Se presentan ante él cuatro series de
abominaciones, terminando con la más seria: "Y me llevó al atrio de
adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del tem-
plo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones,
sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el orien-
te, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente" (Eze. 8:16).
Para anticiparse a este tipo de cosas, la entrada al taberná-
culo/templo estaba localizada al lado oriental. Además, en el caso
del tabernáculo del desierto, las tiendas de Moisés, Aarón, y los
hijos de Aarón, se levantaban permanentemente en el lado orien-
lal, mirando hacia la puerta, corno si fueran una representación del
i laro repudio a la adoración del sol, de parte de las más altas auto-
i idades espirituales de Israel.
Así, era el propósito de Dios que la atención de todo Israel se
volviera hacia el santuario como el lugar de redención, sanidad y
i instauración. Es probablemente a causa de esto que Daniel, en
medio de la idolatría babilónica, oraba con las ventanas de su recá-
mara abiertas hacia el templo de Jerusalén (Dan. 6:10), aun cuando
este yacía en ruinas.
3. Para proveer detalles adicionales con respecto al plan de salvación.
22 EL SANTUARIO
que vivía seis o siete siglos antes de la cruz. ¿Cuán claros nos pare-
cería el lenguaje de Isaías 53 en aquel tiempo?
Nunca olvidaré lo que sucedió cierto día en una de nuestras
sesiones del seminario. Uno de los alumnos le preguntó al orador
invitado, un rabino, por qué los judíos de hoy no consideran a Isaías
') 5 y Daniel 9 como profecías referentes al Mesías. Su respuesta fue
clásica. "A ustedes los cristianos les puede parecer claro -dijo-, pero
resulta tan claro para todos que uno sea estúpido para no verlo.
Creo que él estaba en lo correcto. Isaías 53 no es tan inequívo-
co como pensamos a veces. Es por eso que el eunuco etíope tenía
problemas para entenderlo (véase Hechos 8:27-34). La falta de
interpretación bíblica explícita de estas cosas es ciertamente un
enigma para nosotros.
Sin embargo, a pesar de este silencio, me gustaría insistir en que
una de las razones para el establecimiento del tabernáculo y sus ser-
vicios era proveer detalles adicionales de la actividad salvadora de
I lios a favor de la humanidad. Parece razonable suponer que el anti-
cuo suplicante no realizaba simplemente este ritual en completa
ignorancia de su significado. Y aunque no siempre diera evidencia
di' la actitud inquisitiva de la mentalidad griega (u occidental),
debemos concluir que al menos captaba el hecho de que estos ritua-
les señalaban más allá de sí mismo a alguna realidad cósmica.
Una rara pista de esto —y enfatizo que no es más que una pista-
podría observarse en la oración de dedicación de Salomón:
"Asimismo que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo Israel,
i uando en este lugar hicieren oración, que tú oirás desde los cielos,
desde el lugar de tu morada; que oigas y perdones. Si alguno pecare
contra su prójimo,... y viniere a jurar ante tu altar en esta casa, tú
oirás desde los cielos..." (2 Crón. 6:21-23).
Esto es significativo cuando recordamos que para los antiguos la
oración y el templo señalaban hacia los sacrificios. Ellos no oraban,
como lo hacemos nosotros hoy, con sus manos vacías. Ellos venían
con sacrificios, ya fueran reales o implícitos.9 Es significativo, enton-
ces, que Salomón, en toda su oración, haga referencia horizontal al
icmplo de Jerusalén, luego referencia vertical, al lugar de la morada
celestial de Dios. Sus oyentes no deben haber tenido ninguna duda
en cuanto a la verdadera fuente del poder y el perdón, ni acerca de
24 EL SANTUARIO
II efer encías
' l JM> aquí el término metáfora en un sentido amplio, para referirme a figuras, tipos, y símbolos.
I'sic término significa "primer evangelio" y se refiere a la proclamación inicial de las buenas
m.ii \ .i, por Dios mismo en Génesis 3:15 c o m o se entiende tradicionalmente.
' Note que la tribu de Leví no fue listada en la enumeración de los acampantes, puesto que ya
I' ti I santuario por todos los lados. Para completar el importante número de 12, la tribu de José
t Ir idló en Efraín y Manases.
1 I .i expresión significa "El Dios escondido" y es una reminiscencia de Isaías 4 5 : 1 5 :
M d.n leramente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel que salvas".
' Véase la forma en que otras versiones, R S V y N A S B rinden Números 11:4-
' 1 lena G. de White, Patriarcas-y profetas (Mountain, View, Ca.: Pacific Press Publishing
.ilion, 1890), pág. 364.
l'Moy en deuda con A. E Ballenger por esta percepción básica. Véase Adams, The Sanctiiary
1 1 -i p;1gs. 279, 280. Para una evidencia de la práctica de la adoración del sol entre los antiguos
i >•> I>I milicos, véase, por ejemplo, Deuteronomio 4:19; 17:3; 2 Rey. 21:3, 5; Interpreter's Dictionary
i I/II lliMc, ed. George A. Buttrick (Nueva York: Abingdon Press, 1962), tomo R-Z, págs. 4 6 2 - 4 6 4 .
Vi'.isr Levítico 1-4 para algunos ejemplos.
I H UNO que 1 Samuel 7:7-9 nos da un buen ejemplo de esto.
CAPÍTULO 2
Actividades y mobiliario
del Santuario del Antiguo
Testamento:
¿QUÉ SIMBOLIZAN?
C
uando llegué a este punto mientras escribía este libro, sentí
la necesidad de decir algo más acerca del significado de cier-
tos aspectos de los servicios y el ritual del antiguo taber-
náculo. Pero estos comentarios habrían calzado bien en el marco
del capítulo anterior. Considero que el lector puede decidir si lo pre-
fiere, con el siguiente capítulo, sin sacrificar ninguna parte vital del
argumento que estoy tratando de presentar. No obstante, me siento
impresionado a incluir unas pocas páginas aquí acerca del simbolis-
mo teológico de ciertas actividades y asuntos conectados con el an-
tiguo servicio. Espero que los significados, que inferimos de los po-
cos ejemplos que presentamos puedan verse rápidamente como ex-
trapolaciones razonables' de toda la información que da la Escritura.
Como ya indiqué en el capítulo anterior, el Antiguo Testamento
no dice casi nada en cuanto al significado de prácticamente cual-
quier aspecto de la actividad del antiguo santuario. Ni una sola vez
nos explica, por ejemplo, que la sangre de la víctima animal señala-
ra a la sangre derramada del Mesías crucificado. Para comentarios
más explícitos de este elemento básico del sistema sacrificial, debe-
mos volvernos hacia el Nuevo Testamento.
26
ACTIVIDADES Y MOBILIARIO DEL SANTUARIO.. 27
LOS SERVICIOS Y EL R I T U A L
Durante mis días de maestro en el seminario, cada vez que ense-
naba el tema del tabernáculo, sus servicios y sus rituales, siempre
esperaba que se me hicieran preguntas acerca de los minuciosos
detalles del santuario y su servicio. Algunos estudiantes estaban
prácticamente fascinados por todo lo que tenía que ver con el mobi-
liario, las medidas, los colores y los rituales. Es posible que todas esas
minucias tengan su lugar, pero yo me siento inclinado por naturale-
a a ir en sentido contrario, especialmente al haber tenido numero-
. is oportunidades de observar los peligrosos escollos que aguardan a
los que dan rienda suelta a su apetito por encontrar significados ocul-
tos en cada detalle del antiguo ritual.
Al moverme en dirección opuesta, trato de destacar el significa-
do sólo de los aspectos mayores del ritual como se muestra, por
ejemplo, en el servicio diario.2
Este ritual constaba mayormente de tres elementos: el holocaus-
lo de la mañana y de la tarde, el ofrecimiento del incienso en el
altar de oro localizado en el lugar santo, y las ofrendas especiales por
el pecado personal (véase Exo. 29:38-42; 25:3-8; 30:6-8, 34-38; Lev.
4).
Cada mañana y cada tarde se ofrecía en holocausto un cordero
< le un año en el altar que se encontraba en el atrio. Este mueble se
llamaba, correctamente, el altar del holocausto u "ofrenda encendida".
28 EL SANTUARIO
I AS V E S T I D U R A S DE LOS S A C E R D O T E S
Uno de los aspectos más fascinantes del ritual del antiguo taber-
i i.u ulo/templo era el de las vestiduras sacerdotales. La descripción
que se nos da en Éxodo 28:6-12 sugiere un atavío exquisitamente
• iilornado y tejido con los materiales más costosos.
Por encima de la túnica azul colgaba un vestido más corto y sin
mangas, de color oro, azul, púrpura, escarlata y blanco, llamado el
clod. En sus hombreras bordadas con oro estaban engarzadas dos
piedras de ónix que tenían escritos los nombres de las doce tribus de
l'.racl. En este detalle existía un claro paralelismo con el pectoral
que llevaba sobre el corazón y que constituía la parte más sagrada de
las vestiduras.9
Dos gemas semi preciosas del pectoral, como las piedras del efod,
llevaban grabados los nombres de las doce tribus de Israel, sugirien-
do, dice Elena de White en un hermosísimo simbolismo, que así
como Cristo, nuestro Sumo Sacerdote presenta su sangre delante
del Padre, lleva sobre su corazón el nombre de cada alma arrepenti-
da y creyente.10
También formaban parte del traje, el Urim y el Tumim, dos gran-
i les piedras de hermosa brillantez, a través de las cuales comunicaba
I 'ios su voluntad a su pueblo. La señora White dice que en tiempos
de crisis, un halo de luz circuía el Urim para indicar el consenti-
miento o aprobación divinos, mientras que una sombra que opaca-
lía el Tumim, que estaba situado a la izquierda, señalaba la desapro-
bación divina.11
Cuando comparamos las vestiduras del sumo sacerdote con la
i leNcripción de la Nueva Jerusalén en el libro de Apocalipsis, surgen
inmediatamente una cantidad de intrigantes conexiones concep-
tuales.
Por ejemplo, el pectoral, estaba diseñado en la forma de un cua-
• Irado (Éxo. 28:16), en armonía con la descripción de la Santa
< Ciudad que se encuentra en Apocalipsis 21:16: "La ciudad se halla
32 EL SANTUARIO
Cualquiera que haya tratado de hacerlo, sabe que estas dos listas
de piedras preciosas no pueden conciliarse fácilmente. En realidad,
como ha dicho un comentarista con respecto a la lista de
Apocalipsis, "incluso el joyero más experto de hoy no podría iden-
tificar estas doce piedras preciosas". Tampoco encontramos ningu-
na ayuda, dice, en la literatura antigua, cuyas listas y descripciones
de piedras preciosas dejan "tantas preguntas sin responder".12
Sin embargo, el punto principal de nuestro argumento en reali-
dad no reposa en la capacidad para conciliar las dos listas. Parece
\< RRVIDADES Y MOBILIARIO DEL SANTUARIO.. 33
Referencias
Conforme al modelo:
"< '(informe a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el dise-
nii de todos sus utensilios, así lo haréis" (Éxo. 25:9).
"I .os c uales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como
• le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira,
luí/ todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte"
i lleb. 8:5).
C
ómo entenderemos este pasaje? Este es el asunto que trata-
remos en el presente capítulo.
35
36 EL SANTUARIO
A N T I G U O S PARALELISMOS C A N A N E O S
Hace algunos años uno de mis compañeros de clase presentó una
investigación en la cual documentaba la existencia de restos de
templos paganos pre israelitas en Palestina, que tienen notables
semejanzas con el plano general del tabernáculo/templo israelita.
Todavía puedo recordar su asombrosa conclusión. "Esto prueba
—dijo— que no hay santuario en el cielo".
Su conclusión no garantizaba nada, por supuesto, y el resto de la
clase le dio la tarea de probarla. No obstante, las evidencias que des-
cubrió plantean problemas a algunas mentes con respecto al con-
cepto de un modelo celestial.
Los modernos descubrimientos arqueológicos hechos en el Cer-
cano Oriente han sacado a luz los restos de templos cananeos preis-
raelitas muy similares a la forma básica y la estructura del plano de
planta del tabernáculo del desierto y su sucesor, el templo de
Jerusalén. G. R. H. Wright hace una lista de varios de éstos: el tem-
plo de Hazor, construido a mediados de la Edad de Bronce (entre
2,000 y 1,600 a. C.); el templo Fosse de Lachis, construido en la
Edad de Bronce tardía (en algún momento alrededor de 1,500 a.
C.); y un "templo Neolítico de la era pre Cerámica Neolítica" en
Jericó (estimado como anterior a 3,000 a. C.). 12 El rasgo caracterís-
tico que los distingue, por sobre otros, es su triple división." Esta
característica, entre otras, llevó a John Bright a afirmar que el "san-
< < «INFORME AL MODELO 43
I ^ S I M I L I T U D E S E N T R E EL T A B E R N Á C U L O DEL
I )l' S I E R T O Y EL T E M P L O DE J E S U R A L É N
I lasta el lector casual que recorre con curiosidad las descripcio-
ii. bíblicas del templo de Jerusalén nota ciertas disimilitudes entre
. .le y el tabernáculo del desierto. Entre ellas están:
I. Fd templo de Jerusalén contenía por lo menos dos atrios, no
44 EL SANTUARIO
LAS T R E S D I M E N S I O N E S F U N D A M E N T A L E S D E L A
SALVACIÓN R E V E L A D A S E N E L S A N T U A R I O
nn
• • •
1
J u i c i o ( c o n una continua intercesión Intercesión La expiación
do 1 8 4 4 al final del tiempo de gracia) ( D e la c r u : a 1 8 4 4 ) ( E n la cruz)
LA EXPIACIÓN
ES NECESARIO EL EQUILIBRIO
Visto de esta manera, la existencia previa de templos no israeli-
tas, similares a la estructura básica del tabernáculo mosaico o del
Templo de Salomón, ya no nos perturba más. El énfasis, como he
tratado de mostrar, no se basa primariamente en los accesorios físi-
cos y en las estructuras como tales, sino más bien en el uso que se
les daba, es decir su función.
Es cierto que tenemos restos de altares del perfume, de altares e
ídolos asociados con estos antiguos templos paganos no israelitas,
pero no se sabe nada en cuanto al uso específico que se les daba a
estos accesorios y estructuras; y más importante aún, el significado
teológico que se atribuía a sus servicios y rituales. Muchos de los ele-
mentos y otros accesorios del mobiliario se han perdido, y cómo
específicamente se llevaba a cabo el ritual es ahora prácticamente
irrecuperable. Así, tenemos muy poca información en cuanto al
verdadero modelo del ritual, y la forma en que los muebles y los
< < «INFORME AL MODELO 49
Referencias
C
ómo conceptualizaríamos el santuario celestial? La siguien-
te discusión presupone el fundamento ya puesto en el capí-
tulo anterior y trata de ir un poco más al fondo del tema que
aquí comenzamos.
Para algunos resulta fácil visualizar el santuario celestial como
una tienda levantada por el Señor, semejante a la que erigió Moisés
en el desierto, aunque más grande en apariencia y dimensiones. Esta
estructura celestial, completada con la mesa de los panes de la pro-
posición, el candelabro y el altar del incienso se divide, como el
antiguo tabernáculo, en dos departamentos: el lugar santo y el lugar
santísimo. Un velo separa los dos departamentos. El propiciatorio,
que está en el santuario interior, es sumamente grande y mucho más
hermoso que su contraparte terrenal, y está cubierto por un queru-
bín (metálico). Contiene las dos tablas de piedra y, quizá, la vara de
almendro de Aarón que reverdeció milagrosamente.
Seamos claros desde ahora respecto de lo que estamos conside-
rando. Aquí no está en discusión la existencia del santuario celes-
tial. Creo que tenemos suficiente base bíblica para declarar categó-
ricamente que hay un santuario en el cielo, a cuya "semejanza" se
52
IINA CONCEPTUALIZACIÓN DEL SANTUARIO CELESTIAL 53
IMÁGENES, F I G U R A S Y SÍMBOLOS
Se admite generalmente, aunque las implicaciones en su totali-
dad no se aprecian con toda claridad, que Dios nos habla en len-
54 EL SANTUARIO
APLICACIÓN D E L A L E C C I Ó N
/Cómo, entonces, podemos representamos el santuario celestial?
I I asunto no es meramente académico. Impacta la forma en que
piesentamos el tema del santuario a otros y el grado de confianza
que manifestamos al hacerlo.
lin el capítulo anterior estudiamos el significado y las implica-
i iones de la palabra "modelo". Destacamos, para mencionarlo en
lorma especial, el aspecto del antiguo servicio del santuario, el ritual
en el atrio, que halló su cumplimiento antitípico aquí en la tierra,
ante nuestros ojos, por así decirlo. Y sacamos la obvia conclusión de
que, aunque hubo similitud en muchos detalles, también hubo cla-
i isiiiias disimilitudes.
Una de las más significativas de éstas fue el atrio antitípico que
< convirtió en el Calvario, un lugar no consagrado; ni siquiera fue
II atrio del templo terrenal, y menos todavía un lugar especial en el
• ido. En otras palabras, esta tierra es el atrio exterior del santuario
' i lestial, conclusión que apoya Elena de White. Refiriéndose al día
anl i típico de la expiación, ella dice: "El tipo se encontró con el
ant itipo en la muerte de Cristo, el Cordero inmolado por los peca-
56 EL SANTUARIO
neamente pensaban (Mat. 16:6, 11, 12). Cuando dijo: "Yo soy la
vid" (Juan 15), no quiso decir que él era una planta de vid literal,
porque también es la Puerta de las ovejas (Juan 10:7), el Buen
Pastor (vers. 11), la Principal Piedra del ángulo (Efe. 2:20; 1 Ped.
2:6), el Firme Fundamento (1 Cor. 3:11), la Roca de los Siglos
(Mat. 16:18; 1 Cor. 10:4), el Testigo Fiel y Verdadero (Apoc. 1:5),
el Abogado (1 Juan 2:1) y el Verbo de Dios (Apoc. 19:1.3). Todas
son hermosas figuras para describir el incomparable encanto y la
multifacética función de nuestro maravilloso Redentor!
Mi interés aquí es que reconozcamos la riqueza de las figuras y
los símbolos bíblicos, y que no los confundamos con la realidad que
representan.
Referencias
Los escritos
de Elena G. de White:
RICO T E S O R O DE IMÁGENES Y METÁFORAS
L
o que hemos dicho en los dos capítulos anteriores no sería
completo - a l menos no para los adventistas- si no evaluára-
mos lo que encontramos en los escritos de Elena G. de White.
Al hablar y escuchar a los adventistas a través de muchos años,
he notado un interesante (por no decir extraño) enfoque a la cues-
tión de qué es literal y qué es figurativo en la Escritura. La Biblia
habla, por ejemplo, de los 144,000, y todos consideramos propio,
por lo menos preguntarnos, si tal número será literal o simbólico.
Pero para muchos adventistas, una vez que Elena de White repite la
figura o expresión bíblica, ¡automáticamente ese hecho la vuelve
literal! Cuando adoptamos este enfoque, sin embargo, no logramos
entender que ella no sólo repite figuras y símbolos bíblicos sin inter-
pretarlos, sino que también usa una gran cantidad de imágenes,
figuras y metáforas de su propia creación.
En este capítulo llamo la atención a la riqueza de figuras, imáge-
nes, metáforas y símiles que se hallan en los escritos de esta prolífi-
ca autora y mensajera del Señor. La selección no es completa de
ninguna manera. Representa sólo una pequeña muestra de sus
declaraciones, que me han impresionado desde que comencé a
64
I L >S ESCRITOS DE ELENA G. DE WHITE 65
TEMAS G E N E R A L E S
1. "Cuanto más plenamente comprendemos el amor de Dios,
mejor nos percatamos de la pecaminosidad del pecado. Cuando
vemos la longitud de la cadena que se nos arrojó para rescatarnos, cuan-
do entendemos algo del infinito sacrificio que Cristo hizo en nues-
i ro favor, nuestro corazón se derrite de ternura y compasión".'
¿Cuán legítimo sería pensar en términos de una cadena literal
arrojada desde el cielo? ¿O de un corazón literalmente que se derri-
ie en el pecho de alguien al contemplar el amor de Cristo? ¿No se
.entina la señora White grandemente asombrada al descubrir una
interpretación tal de sus palabras? ¿No concluiría ella que hemos
malentendido completamente sus palabras? Y sin embargo, es así
eomo algunas personas manejan ciertas figuras y símbolos de sus
escritos.
En la cita anotada arriba, la primera oración enfatizada clara-
mente equivale a la frase que la sigue; es decir, "la longitud de la
cadena que se nos arrojó" se refiere al "infinito sacrificio que Cristo
II izo en nuestro favor". De eso hablaba ella, no de una cadena lite-
lal bajada del cielo.
Sin embargo, en la mayoría de los casos no encontraremos frases
66 EL SANTUARIO
lunar en lugar para ser comprada y vendida... Las lágrimas de los piado-
sos esclavos y esclavas, de padres, madres, hijos, hermanos y hermanas,
ludo está registrado en el cielo".
"Dijo el ángel: 'Los nombres de los opresores están escritos con san-
);re, cruzados por azotes e inundados por las ardientes lágrimas de agonía
que han derramado los dolientes'".''
La señora White reúne aquí las más poderosas figuras de lengua-
je que pudo encontrar para expresar su ira contra el tratamiento que
daban a los esclavos los así llamados cristianos en Norteamérica.
I'cro ella se sorprendería si alguien sacara la conclusión de que hay,
por ejemplo, botellas literales en el cielo que contienen las lágrimas
ilc los esclavos maltratados. Y tampoco podemos imaginar que los
nombres de los propietarios de esclavos estén escritos con sangre
literal en algún lugar, o cruzados con azotes o inundados de lágri-
mas. Estas son figuras de lenguaje muy gráficas para expresar en tér-
minos humanos, la ira divina contenida en las palabras del ángel.
KEEERENCIAS A L S A N T U A R I O
1. Elena de White, al referirse a la intercesión de Cristo, dice:
"llena su boca con argumentos en nuestro favor".5 ¡Qué manera tan
gráfica de decir que todas las oraciones de Cristo, cada uno de sus
líeseos, cada una de sus declaraciones, son en nuestro favor! Pero
uno no puede llenar literalmente su boca con argumentos.
2. En una de sus más hermosas descripciones de la intercesión de
t 'listo, la señora White lo describe como "sosteniendo delante de
I lios el incensario que contiene sus méritos inmaculados y las oraciones,
las confesiones y las ofrendas de agradecimiento de su pueblo". Aquí,
una vez más, nuestras mentes deben trascender el literalismo para
llegar a la verdad más profunda que lo subyace. Del mismo modo,
ella habla en la misma forma cuando se refiere al incienso que está
en manos de Cristo y asciende a Dios como suave olor, "perfumadas
con la fragancia de la justicia de Cristo".6
¿Hemos de pensar que Jesús en realidad sostiene un incensario
en su mano en el santuario celestial? ¿Imaginamos que sus propios
méritos inmaculados pueden ser puestos en un contenedor? ¿Es la
justicia de Cristo algo que podemos oler? ¿Cómo es eso de que los
adventistas que se aferran a este literalismo son, de alguna manera,
68 EL SANTUARIO
"Roca de la eternidad,
fuiste abierta para mí;
sé mi escondedero fiel;
sólo encuentro paz en ti,
rico, limpio manantial
en el cual lavado fui".9
Word to the Little Flock [Una palabra al rebaño pequeño], ella des-
cribió escenas de la tierra nueva y mencionó la presencia de perso-
nas como Abrahán, Isaac, Jacob, Noé y Daniel." Y en otro lugar
habla de haber visitado el cielo en visión y haber visto allí a los her-
manos Fitch y Stockman... a quienes Dios puso a descansar en la
rumba para salvarlos. Fitch y Stockman entonces preguntaron acer-
ca de lo que había ocurrido en la tierra desde que ellos habían muer-
to.12
"Porque hablo de haber visto a esos hombres -dice ella en una
explicación—, nuestros oponentes conjeturan que entonces yo creía
en la inmortalidad del alma". Pero "el caso es que, en estas visiones,
fui llevada adelante, al momento cuando los santos resucitados
serán reunidos en el reino de Dios".13
Siendo que la señora White había hablado de estas cosas como
si hubieran ocurrido antes de su retorno a este oscuro mundo des-
pués de su visión, algunos de sus intérpretes literalistas suponían
que ella estaba, por lo tanto, enseñando que estos santos se habían
icio directamente al cielo después de muertos.14
En otro caso, en cierta forma cercano a la pregunta que estamos
tratando en este estudio, la señora White, refiriéndose a una escena
en el cielo, dijo: "Vi dos largas varas áureas de las cuales colgaban
hilos de plata, y en los hilos había magníficas uvas".15
Ella se afligió cuando la gente ridiculizó su descripción como
"débil e infantil". Ella vio la impropiedad de la comprensión litera-
lista de sus palabras, y procedió a ofrecer esta notable explicación:
"Yo no declaré que las uvas crecían en hilos de plata. Lo que con-
templé está descrito tal como me pareció a mí. No se ha de suponer
que las uvas estaban unidas a hilos de plata o varas áureas, sino que
esa era la apariencia que presentaban. Expresiones tales son emple-
adas diariamente por todos en la conversación común. Cuando
hablamos de frutos áureos, no declaramos que el fruto está com-
puesto de ese precioso metal, sino simplemente que tiene la apa-
riencia de oro. La misma regla aplicada a mis palabras elimina toda
excusa para una falsa interpretación".16
De modo que cuando Elena de White quiere hablar del santua-
rio celestial, usa las referencias y simbolismos del santuario terrenal.
I lla no necesita explicarnos a cada paso lo que está haciendo.
72 EL SANTUARIO
Referencias
Comentario bélico adventista del séptimo día, Comentarios de Elena G. de W h i t e (Boise, ID.:
Publicaciones Interamericanas, 1990), tomo 7, pág. 9 5 3 .
' I d . , pág. 9 3 8 .
4 Primeros escritos (Mountain View, C a . : Publicaciones Interamericanas, 1976), págs.
274-276.
* Comentario bíblico adventista del séptimo día, Comentarios de Elena G. de W h i t e (Boise, ID.:
Publicaciones Interamericanas, 1990), tomo 7, pág. 9 4 3 .
6 Palabras de vida del gran Maestro (Bogotá: Asociación Publicadora Interamericana,
1971), pág. 121.
Comentario bélico adventista del séptimo día, Comentarios de Elena G. de W h i t e (Boise, ID.:
Publicaciones Interamericanas, 1990), tomo 7, pág. 9 4 7 .
5 Id., pág. 9 4 3 .
9 Himnario Adventista, N o . 236.
10 Primeros escritos, pág. 38.
11 Mensajes selectos, tomo 1, pág. 73.
12 Primeros escritos, pág. 17.
11 Mensajes selectos, tomo 1, pág. 73.
14 Id., pág.73.
" Id., pág. 74.
16 Id., págs. 74, 75.
17 Himnario Adventista, N o . 152.
15 Comentario bélico adventista del séptimo día, Comentarios de Elena G. de W h i t e (Boise, ID.:
Publicaciones Interamericanas, 1990), tomo 7, pág. 9 9 9 .
CAPÍTULO 6
El Santuario Celestial:
SU C O N T A M I N A C I Ó N Y P U R I F I C A C I Ó N 1
74
IÍL SANTUARIO CELESTIAL 75
LA C O N E X I Ó N E N T R E D A N I E L 8 : 1 4 Y L E V Í T I C O 16
¿Están en lo correcto los adventistas cuando hacen una conexión
entre Daniel 8:14 y la purificación del santuario según Levítico 16?
Mi respuesta a esta pregunta será bastante abarcante, aunque es-
pero que no resulte demasiado complicada. Procederé tomando en
cuenta cuatro pasos: (1) un breve bosquejo de la posición histórica
adventista sobre la contaminación y purificación del santuario tal
como se encuentra en los escritos de Urías Smith, 2 el protagonista
más prolífico de la doctrina del santuario entre nuestros pioneros;
(2) dado el contraste y la perspectiva, un bosquejo de la posición
desviada de Albion F. Ballenger;3 (3) una breve evaluación de la
validez de la posición de Ballenger en contraste con la posición del
adventismo tradicional; y (4) un estudio del fondo histórico-teoló-
gico de Daniel 8:14.
El interés de las tres primeras secciones será mostrar que cuando
se toman juntas las posiciones conflictivas de Ballenger y la Iglesia
Adventista sobre la contaminación y purificación del santuario,
reflejan la posición bíblica más exactamente que cualquiera de ellas
en forma separada. También mostraré que, tomadas juntas, ayudan
a clarificar la relación que hay entre Levítico 16 y Daniel 8:14, e
incluso arrojan cierta luz sobre la relación de los pecados del pueblo
de Dios y Daniel 8:14- En el paso 4g intentaré mostrar la forma en
que el libro de 2 de Crónicas, visto como el trasfondo histórico de
Daniel, puede servir como puente conceptual que nos ayude a ver
la más profunda conexión teológica entre Levítico 16 y Daniel 8:14-
I. Posición histórica de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
La posición histórica de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
76 EL SANTUARIO
-a -
SR
el reino, dejó la ley de Jehová, y todo Israel con él. Y por cuanto se
habían rebelado contra Jehová, en el quinto año del rey Roboam
subió Sisac rey de Egipto contra Jerusalén" (2 Crón. 12:1-5).
Aunque el escritor no se refiere específicamente a la acción de
Sisac como una profanación o contaminación, obviamente lo fue,
porque "Sisac tomó los tesoros de la casa de Jehová" (vers. 9).
Desde este punto, y durante cerca de 350 años, la fortuna del
santuario menguó y creció con el levantamiento y la caída de gober-
nantes viles o piadosos.
Después de la profanación de Sisac, el rey Asa restauró (hebreo
chadash) el templo (2 Crón. 15:1, 2, 8). 16 Sin embargo, durante un
período de crisis él mismo profanó el edificio en un momento de
pánico (2 Crón. 16: 1, 2).
Siguió una restauración parcial bajo Joiada, el sacerdote (2
Crón. 23:16-18), entonces ocurrió lo que parece haber sido una res-
tauración total, bajo el rey Joás, inspirada por Joiada (2 Crón. 24:4-
9, 12, 13). Chadash se usa una vez más acompañado de otro térmi-
no hebreo, chazaq, que significa "fortalecer", "fortificar", o "curar",
"reparar".
Pero esta restauración bajo el rey Joás fue de corta duración, por-
que tan pronto como Joiada murió la nación se volvió a la rebelión,
y encontramos serios casos de profanación bajo el mismo Joás. "Y
desampararon la casa de Jehová el Dios de sus padres, y sirvieron a
los símbolos de Asera y a las imágenes esculpidas. Entonces la ira de
Dios vino sobre Judá y Jerusalén por este su pecado. Y les envió pro-
fetas para que los volviesen a Jehová; los cuales les amonestaron,
mas ellos no los escucharon" (vers. 18, 19).
Entre los muchos profetas enviados a Judá en este oscuro punto
de su historia estaba Zacarías, hijo de Joiada. Los dirigentes de Judá
no sólo rechazaron su testimonio, sino que "hicieron conspiración
contra él, y por mandato del rey lo apedrearon hasta matarlo, en el
patio de la casa de Jehová" (vers. 21).
Deberíamos explicar aquí que Jesús, al pronunciar sus siete ayes
contra los fariseos (Mat. 23), dirigió el último a aquellos líderes que
trataban de frustrar sus propósitos de redención persiguiendo y
matando a los mensajeros especiales. De éstos sólo mencionó dos
nombres: Abel y Zacarías, los cuales, significativamente, fueron ase-
IÍL SANTUARIO CELESTIAL 83
apóstatas de Jerusalén.
Pero la visión del capítulo 8 también traza las nefastas activida-
des del "cuerno pequeño", pasado el tiempo de su confrontación
con el "Mesías Príncipe" (vers. 11, 12; cf. Dan. 7:25). El "continuo"
(Heb. tamid)21 es "quitado" por el poder representado por este "cuer-
no pequeño", y "el lugar de su santuario fue echado por tierra"
(Dan. 8:11).
Contra el fondo de estos desarrollos uno de los santos hace la
pregunta: "¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y
la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para
ser pisoteados?" (Dan. 8:13). Puesto en forma más sencilla:
¿Durante cuánto tiempo continuarán estas atrocidades contra el
santuario? Y la respuesta fue: "Hasta dos mil trescientas tardes y
mañanas; luego el santuario será purificado" (Dan. 8:14).
Nuestro interés en este punto es identificar cuál santuario tiene
en mente esta respuesta, dados los factores cronológicos a los cuales
ya hemos aludido.22
Claramente tiene que ser un santuario que tiene interés teológi-
co para Dios y su pueblo pasado el tiempo de la confrontación entre
la Roma (pagana) y el "Príncipe de los ejércitos"; es decir, pasado el
tiempo de la cruz cuando el velo del templo fue roto en dos, símbo-
lo del fin del significado teológico del santuario terrenal.
Si esta observación es válida, entonces, lo que vemos en Daniel
8:13, 14 es un cambio de objetivo (probablemente desconocido
para el profeta mismo) del santuario terrenal (o ectipo)2' al santua-
rio celestial (o arquetipo).24 Por lo tanto, el santuario que debe ser
"restaurado", "justificado", "purificado", al final de las 2,300 "tardes
y mañanas" de Daniel 8:14 no es uno terrenal, sino, celestial.
El problema, entonces, es que la profanación trasciende total-
mente a cualquier cosa que Daniel hubiera concebido antes y que el
remedio que se requería para rectificar dicha situación era suprafísi-
co y sobrenatural. Es contra este trasfondo que el profeta, bajo ins-
piración, impone el uso de la palabra tsadaq para describir el resta-
blecimiento del arquetipo celestial "a su estado legítimo" después de
lo que el mensajero angélico consideró el sacrilegio máximo.
Desde este punto de vista, la necesidad de una conexión lin-
güística entre el taher de Levítico 16 y el tsadaq de Daniel 8:14,
IÍL SANTUARIO CELESTIAL 89
VEÁMOSLO D E O T R A M A N E R A
El mensaje obvio de 2 de Crónicas es que el estado del santua-
rio/templo, como Daniel lo habría recordado estando en Babilonia,
había sido producido tanto por la rebelión y apostasía del mismo
pueblo de Dios, como por el desafiante sacrilegio de potencias paga-
nas hostiles.
Daniel tenía una clara visión de los hechos históricos y un pro-
fundo anhelo de que se restaurara el templo de Jerusalén. En el espí-
ritu de la gran oración dedicatoria de Salomón,26 él se acercó a Dios
en ferviente súplica, con las ventanas de su recámara abiertas hacia
Jerusalén. ¡Cuán a menudo debe de haber reflexionado con profun-
da angustia sobre el templo en ruinas de la ciudad donde había naci-
do y crecido!
No es extraño, entonces, que cuando "el santo" mencionó en
visión la restauración (tsadaqa) del santuario, la curiosidad santifi-
cada de Daniel se despertó de inmediato. Sus pensamientos se diri-
gieron inmediatamente hacia el templo de Jerusalén. ¡Cómo ansia-
ba que se descifrara el críptico pronunciamiento: hasta "dos mil y
trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado"!
Pero esa, precisamente, fue la parte importante de la visión que se
dejó sin interpretar cuando el capítulo 8 llegó a su fin.
De ahí la angustiosa oración de penitencia del profeta en el capí-
tulo 9. Evidentemente había llegado a la conclusión de que el tiem-
po de la cautividad de Israel se había alargado (véase el vers. 19),
conclusión basada probablemente en la mención que hizo el ángel
de las 2,300 tardes y mañanas". Si esto es así, Daniel, aunque seve-
ramente desilusionado, no culparía a Dios, porque no tenía ningu-
na duda en cuanto a quién se debía culpar por la desolación de
Jerusalén y la profanación de su sagrado templo: "Hemos pecado,
hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido
rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus orde-
nanzas. No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu
90 EL SANTUARIO
dos! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a
sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa
os es dejada desierta" (Mat. 23:37, 38).
Israel había desaprovechado su última oportunidad. El Israel
postexílico había vuelto a sus antiguas rebeliones del período pree-
xílico. Ahora el fin estaba a las puertas. El velo del templo muy
pronto sería rasgado por una mano invisible (Mat. 27:51), y el cen-
tro pasaría al santuario real, el celestial.
De este modo, el santuario que se presenta en Daniel 8:14 no
puede ser el templo de Jerusalén, dado el elemento de tiempo del
texto ya mencionado arriba.28 Y el mensaje del pasaje, como el ángel
tuvo tristemente que enfatizar, es para nosotros, que vivimos río
abajo y muy lejos del tiempo de Daniel (véase Dan. 8:26), milenios
después de terminado el tiempo de gracia concedido a Israel y la
total destrucción del templo terrenal.
LOS P E C A D O S D E L P U E B L O D E DIOS E N D A N I E L 8 : 1 4
¿Por qué interpolamos los pecados del pueblo de Dios en el texto
cuando el contexto es claro al enfocar únicamente los pecados del "cuer-
no pequeño" i1
El templo de Jerusalén, como hemos visto, fue profanado tanto
por el antiguo pueblo apóstata como por las naciones paganas que
lo rodeaban. No puede haber ninguna duda al respecto. Del mismo
modo, el santuario antitípico de Dios es profanado conjuntamente
por el moderno pueblo apóstata de Dios, cuyo epítome es el "cuer-
no pequeño" y las potencias seculares contemporáneas, como podrí-
amos inferir de las amplias pinceladas teológicas de Apocalipsis
13:1-7.
Pero hay un tercer elemento en este plan. Si leemos 2 de
Crónicas cuidadosamente notaremos la constante presencia de un
remanente fiel durante la apostasía. Este grupo incluía a personas
como Josías, Joiada, Zacarías, Ezequías y Jeremías. Y hubo otros,
como Daniel, Ananías, Misael y Azarías (Dan. 1:6). Es con sus nue-
vos descendientes espirituales, el nuevo Israel, con quienes Dios
hace un nuevo pacto (Heb. 8:7-12; cf. Jer. 31:31-34). Su amor y su
ley controlan sus vidas. Llamados a salir de todas las naciones, le sir-
ven fielmente, no produciendo ninguna contaminación por rebe-
92 EL SANTUARIO
CONCLUSION
¿Qué significa entonces Daniel 8:14?
El factor clave para contestar esta pregunta es recordar que la
revelación de Dios al profeta en Daniel 8:14, aunque se perfila fren-
te a este fondo histórico en general, como hemos observado, tras-
IÍL SANTUARIO CELESTIAL 93
t iende sin embargo, con mucho, las condiciones locales que impe-
raban en Judá, Babilonia, Medo-Persia y Grecia.
En otras palabras, Dios estaba diciendo a Daniel: "Mira, tú te
preocupas por el templo terrenal que yace en ruinas en Jerusalén.
i ú estás preocupado, y es comprensible que así sea, tratándose de
una contaminación - u n a profanación- producida por instrumentos
puramente humanos. Sin embargo, yo estoy descorriendo el velo, y
i isando lo histórico y local para señalar a lo cósmico y universal.
"Mi propósito, Daniel, es mostrar que la conspiración es mucho
más profunda de lo que tú eres capaz de imaginar. Los profanadores,
los conspiradores, no son mera carne y sangre, sino principados, y
potestades, y los gobernantes de las tinieblas de este mundo, impie-
dad espiritual en lugares celestiales. La contaminación, la profana-
ción, el sacrilegio, han alcanzado proporciones cósmicas. Yo toma-
ré la acción, no sólo de los sacerdotes y levitas y reyes piadosos para
rectificarla, sino también la del Sacerdote celestial mismo, el Me-
sías. Y la importancia, el espectro, la intensidad de la crisis deman-
da el uso del término más fuerte para expresarlo: tsadaq. Hasta 2,300
tardes y mañanas, entonces el santuario celestial será restaurado,
vindicado, puesto en su estado legítimo, purificado del estigma lan-
zado contra él desde las mismas puertas del infierno, simbolizado
por el "cuerno pequeño".
Daniel 8:14, entonces, trae a colación el hecho fundamental de
que después de muchos siglos -sí, aun milenios- de vergüenza y
abuso, el verdadero santuario de Dios ha de ser finalmente restau-
rado a su correcto estado y su nombre, honor, gobierno y pueblo,
purificado,® ¡es decir, vindicado para siempre!
Referencias
del santuario dentro de la Iglesia Adventista. Para más información en cuanto a su importancia al res-
pecto, véase Adams, The Sanctuary Doctrine, págs. 15-35.
' Albion Fox Ballenger ( 1 8 6 1 - 1 9 2 1 ) fue un pastor evangelista adventista que rompió c o n la
Iglesia Adventista en la vuelta del siglo, por la cuestión del santuario y doctrinas relacionadas con él.
Véase The Sanctuary Doctrine, págs. 9 5 - 1 6 4 .
4 Véase un resumen de la posición de Smith en The Sanctuary Doctrine, págs. 7 9 - 8 4 .
5 Looking lnto Jesús, or Christ in Type and. Antitype (Battle Creek, Mích.: Review and Herald Pub.
C o . . 1898), págs. 8 8 - 9 0 . C f . Adams, The Sanctuary Doctrine, pág. 79, n. 2.
6 The Sanctuary Doctrine, págs. 79, 8 0 .
7 Id., pág. 81.
8 Albion F. Ballenger, Cast Out for the Cross of Christ (Riverside, Calif.: A. F. Ballenger, 1917),
págs. 58-59; An Examination of Forty Fatal Errors Regarding the Atonement (Riverside, Calif.: A. F.
Ballenger, 1913?), págs. 106-112. Véase The Sanctuary Doctrine, págs. 127, 128, para un resumen de
la posición de Ballenger.
9 Véase The Sanctuary Doctrine, pág. 127, n. 2.
10 Id., págs. 128-130.
11 Id., pág. 2 5 6 .
12 Aproximadamente 9 7 0 - 5 8 6 a. C.
" La palabra "contaminación" ya no parece suficientemente amplia como para abarcar la clase
de blasfemia lanzada contra el santuario, que se registra en 2 de Crónicas. Así, el término "profana-
ción" que, por supuesto, incluye la "contaminación" se usa aquí porque tiene un rango semántico más
amplio. En Levítico 16 está fuera de lugar "profanación" y capta más rápidamente la idea de sacrile-
gio voluntario que permea la teología del templo de 2 Crónicas y además, como se hará muy eviden-
te más tarde, del libro de Daniel.
14 Este diagrama intenta proveer un tosco resumen de las vicisitudes del santuario/templo como
se representa en el registro de 2 de Crónicas. La exactitud matemática es obviamente imposible para
determinar el grado de profanación o de restauración. La base de mi estimación es el cuadro verbal
que nos da el escritor sagrado. C r e o que el diagrama es básicamente fiel al texto.
15 Las razones para el cisma del reino unido de Israel se nos dan en 1 Reyes 12. Véase además el
Comentario bíblico adventista del séptimo día, tomo 2, pág. 75.
16 Chadash podría traducirse también como "reparar", o "renovar". Se usa en el S a l m o 51:10,
donde David ora por esta "renovación" de un espíritu recto dentro de él. La palabra aparece también
en Lamentaciones 5:21, donde el profeta pide al Señor "restaurar" su pueblo a sí mismo.
1 Note que la referencia aquí es a Zacarías, hijo de Joiada (y no de Berequías). Véase el
Comentario bíblico adventista del séptimo día (tomo 5, pág. 4 9 2 ) para una explicación de esta variación.
IS Para la posición adventista estándar, véase el Comentario bíblico adventista del séptimo día, tomo
4, págs. 8 3 9 - 8 4 7 ; y Desmond Ford, Daniel (Nashville: Southern Pub. Assn., 1978), págs. 1 6 0 - 1 9 3 .
19 Véase el Comentario bíblico adventista del séptimo día, tomo 4, págs. 774, 775, 8 3 2 ; Ford, pág.
148; G. F. Hasel, " T h e Little Horn, the Saints, and the Sanctuary in Daniel 8", en The Sanctuary and
the Atonement, eds., Wallenkampf y Lesher, págs. 177- 208 (especialmente las págs. 1 8 2 - 1 8 6 ) .
20 Compare Daniel 9 : 2 5 . Véase el Comentario bíblico adventista del séptimo día, tomo 4, págs. 842-
853; Ford, pág. 192, y Hasel, págs. 188, 189.
31 Este término, que tenía una referencia primaria al servicio continuo en el santuario terrenal,
señala en este contexto al ministerio sacerdotal continuo de Cristo en el santuario celestial. Véase,
Comentario bíblico adventista del séptimo áa, tomo 4, pág. 8 4 3 ; y Hasel, págs. 189, 190.
22 N o t e que estoy evitando deliberadamente el elemento de tiempo en Daniel 8:14, c o m o la base
de mi conclusión aquí.
25 Los términos ectipo y arquetipo se usan cuando un símbolo terrenal (ectipo) señala a un cum-
plimiento celestial (arquetipo). En otras palabras, implican una dirección vertical, en contraste con
"tipo'y "antitipo", que implican un cumplimiento horizontal. Hasta aquí he estado usando "tipo" y
"antitipo" tanto para el cumplimiento horizontal como para el vertical, porque ectipo y arquetipo tie-
IÍL SANTUARIO CELESTIAL 95
Cristo y 18441:
'T él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será
purificado" (Dan. 8:14).
"La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta den-
tro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacer-
dote para siempre según el orden de Melquisedec" (Heb. 6:19, 20).
E
n el prefacio de esta obra señalé que la razón fundamental
para el desarrollo de la doctrina es que, como humanos, somos
seres limitados y cortos de vista, casi siempre incapaces de
captar todo lo que Dios intenta decirnos. Dadas las circunstancias,
ya sean internas o externas, la iglesia se ha afligido en ciertos
momentos cruciales de su historia al experimentar un bloqueo teo-
lógico mental que la incapacitó tanto para conceptualizar como
para apreciar la dimensión total de una situación teológica dada.
Según mi juicio, el movimiento milerista de mediados del siglo
diecinueve, que llegó a su climax en el gran chasco de 1844, fue uno
de esos casos. Fue una época de gran expectación y elevado fervor
espiritual. ¡Jesús habría de venir en unos cuantos años, luego meses,
y finalmente días! En una declaración escrita muchos años más
tarde,, el seguidor milerista Hiram Edson describió ese fervor que
abrasaba a los creyentes a medida que la cuenta regresiva se acerca-
ba a su climax:
"Esperábamos confiadamente ver a Jesús y a todos sus santos
ángeles con él; y que su voz llamaría a Abrahán, Isaac y Jacob, y a
todos los justos del pasado y amigos queridos y cercanos que nos
96
CRISTO Y 1 8 4 4 97
a esta tierra".5
Esta posición fue adoptada por el grupo milerista que más tarde
sería conocido como Adventistas del Séptimo Día. Históricamente
ha tenido un lugar muy importante en nuestro sistema de creen-
cias.6
sados son los más rápidos en enfatizar que Cristo fue directamente
al Lugar Santísimo.
Ahora, ¿alguien se intere ;a en esta así llamada "geografía celes-
tial"? Si digo que un presidente de los Estados Unidos recién electo
pasa un corto período de tiempo en la casa Blair después del discur-
so de inauguración de su mandato, antes de mudarse a la recién
desocupada Casa Blanca, situada al otro lado de la calle, no sería
acusado de interesarme en la "geografía de Wáshington" por la per-
sona que dice que el nuevo presidente va directamente a la Casa
Blanca. El hecho es que, si mucho, ambos estamos interesados en la
"geografía de Wáshington".
Sin embargo, la pregunta -para volver al pasaje de Hebreos- es
si el autor del libro estaba interesado en la "geografía celestial". Y la
respuesta, de acuerdo con la evidencia del libro, es que no. En nin-
guna parte de Hebreos se refiere el autor a un lugar santísimo del
santuario celestial en contraposición con un lugar santo. El con-
traste, más bien, es siempre entre el santuario terrenal y el celestial.
El autor está interesado en demostrar la superioridad del santuario
y el sacerdocio celestial frente al santuario y el sacerdocio terrena-
les.
En este aspecto el énfasis del escritor se pone sobre la idea de
acceso ilimitado. De eso es realmente lo que Hebreos 6:19, 20
habla. En el Antiguo Testamento, como todos sabemos, sólo aque-
llos que por nacimiento eran miembros de la tribu de Leví podían
reclamar algún derecho de acceso al santuario mismo y sus acceso-
rios. Más aún, de ese grupo sólo los descendientes de Aarón podían
entrar dentro del primer departamento de ese sagrado lugar. Y por
último, sólo a un hombre en Israel, el sumo sacerdote reinante, se le
permitía entrar en el interior sagrado, el lugar santísimo sobre la tie-
rra, ¡y aun así, sólo una vez al año, en el Día de Expiación!
La asombrosa verdad que ahora se pone en relieve en el libro de
I Iebreos, es que por medio de la cruz Jesucristo ha roto todas las
barreras. Cada descendiente de Adán tiene ahora pleno y libre
acceso al trono del Dios viviente. Toda persona sobre la tierra - n o
importa cuál sea su raza, nacionalidad, posición social, estatus eco-
nómico- puede ahora aproximarse al trono de la Persona Infinita,
no con temor y temblor, sino con valor, con absoluta confianza, a
102 EL SANTUARIO
E N U N N I V E L MÁS P R O F U N D O
El lenguaje de nuestros pioneros sobre este tema no tiene por
qué avergonzarnos. Ellos no eran teólogos formales, sino hombres y
mujeres comunes del siglo diecinueve que se dirigían a una audien-
cia de Nueva Inglaterra de su tiempo, no dada particularmente a
pensar en términos filosóficos abstractos. De hecho, los años de
mediados del siglo diecinueve fue una época cuando los cristianos
conservadores despreciaban la filosofía y el pensamiento abstracto.16
Eran gente práctica, con una mentalidad pragmática.
De modo que las palabras de las Escrituras les llegaban acuñadas
en el simbolismo literal del antiguo servicio típico, simbolismo en
el cual sus mentes ya estaban ejercitadas. En medio de su abruma-
dor chasco, los conceptos filosóficos abstractos podían hacer muy
poco impacto sobre ellos.
Fue así como en el plan de Dios, se volvieron hacia el crudo y
vivido literalismo de los antiguos servicios típicos. Dios decidió
encontrarlos en el terreno donde estaban, como lo hace con noso-
tros hoy. Era perfectamente razonable, desde el punto de vista de los
servicios levíticos, expresar la verdad en la forma en que lo hacían.
No sólo tenía sentido para millares de sus oyentes, sino que miseri-
cordiosamente los rescataba del chasco, la apostasía, e incluso del
agnosticismo, preservando su fe en Dios y en sus promesas. Y la
esencia de la verdad que ellos proclamaban de esta manera era
mucho más profunda que el lenguaje literalista en el cual la expre-
saban.
Hay algo así como un paralelismo en la iglesia cristiana en gene-
ral con respecto a la doctrina de la expiación. En los primeros siglos
de la iglesia cristiana, algunos padres de la iglesia, al describir la
CRISTO Y 1 8 4 4 103
Referencias
1 Me siento completamente satisfecho con respecto a esta fecha en términos de los 2 , 3 0 0 días
mencionados en Daniel 8:14. Yo no hago una defensa de ella aquí. Para conocer la posición históri-
ca adventista sobre este asunto, véase Adams, The Sanctuary Doctrine, págs. 4 2 - 4 5 , especialmente la
pág. 4 3 , n. 1. Para una reciente interpretación de Daniel 8 : 1 4 véase Hasel, en The Sanctuary and the
Atonement, págs. 1 7 7 - 2 2 7 . Para la integridad de la fecha del 22 de octubre para el Yom Kippur en
1844, véase Shea, Selected Studies in Prophetic Interpretation, págs. 132-137.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los británicos descifraron el código militar nazi, y Winston
Churchill, en el fondo de un Bunker, bajo las calles de Londres, pudo recibir advertencias por ade-
lantado de las intenciones militares nazis. Los teóricos militares podrían argüir si el método seguido
para descifrar el código fue correcto, si se siguieron los principios correctos de interpretación. Pero en
lo que a los estrategas militares británicos concierne, lo importante fue que el código secreto se había
descifrado. A través de la divina providencia, el código de Daniel 8:14 y 9 : 2 4 - 2 7 ha sido descifrado y
la fecha de 1844 ha sido establecida. Si alguien tiene una mejor explicación, tenga la bondad de
hacérmelo saber.
2 Hiram Edson, fragmento de manuscrito. Heritage Room, James W h i t e Library, Universidad
Andrews, Berrien Springs, Michigan.
1 Ibíd.
4 lb(d.
5 Id., pág. 7 (la cursiva es nuestra).
6 Para una explicación completa véase El conflicto de los siglos, págs. 4 1 9 - 4 2 2 .
7 Para una explicación más completa véase The Sanctuary Doctrine, págs. 1 0 8 - 1 1 2 .
* El lector puede comprobar la validez de esta afirmación examinando los siguientes textos: Exo.
26:31, 33, 35; 27:21; 30:6; 3 5 : 1 2 ; 36:35; 38:27; 39:34; 40:3, 21, 22, 26; Lev. 4:6, 17; 16:2, 12, 15;
21:23; 24:3; Núm. 4:5; 18:7; 2 Crón. 3:14-
4 Véase The Sanctuary Doctrine, pág. 109.
10 Véase Éxo. 26:33; Lev. 16:2; 16:12; 16:15; Núm. 18:7.
" Éxo. 26:35; 27:20, 21; 30:6; 4 0 : 2 2 ; 4 0 : 2 6 ; Lev. 4:6; 4:17; 24:1-3. En realidad las ocurrencias de
Ballenger fueron seis en total. El pasó por alto Exodo 30:6 y c o n t ó las dos referencias en Éxodo 40:22,
26 c o m o una. Véase Ballenger, Cast Out, págs. 29, 30.
12 véase The Sanctuary Doctrine, págs. 109, n. 2; 110, n. 3; 144, 145.
"Id. pág. 145.
14 Véase Marcos 16:19; Hechos 5:31; Efesios 1:20; Colosenses 3:1; Hebreos 8:1; Apocalipsis 3:21.
15 Un excelente libro sobre este tema es In Absolute Confidence, por William G. Johnsson. C o m o
una rápida muestra de las ideas desarrolladas en esa obra, véase las págs. 116-118.
16 Esta actitud podría trazarse hasta sus raíces en el Pietismo Continental del siglo dieciocho y
hasta el Metodismo. Estos movimientos representaron una reacción contra "las disquisiciones de los
teólogos escolásticos o especulaciones de los filósofos" (Justo L. González, A History of Christian
Thought [Nashville: Abingdon Press, 1975], tomo 3, pág. 2 7 4 ; cf. págs. 2 8 7 - 2 8 9 ) . Véase también una
descripción del contexto social y religioso de la vida en Nueva Inglaterra en el período justo antes de
mediados del siglo diecinueve en Sydney E. Ahlstrom, A Religious History of the American People (New
Haven, C o n n . : Yale University Press, 1972), págs. 373, 438, 4 4 3 .
17 Gustaf Aulen, Christus Victor: An Historical Study of the Three Main Types of the Idea of
Atonement, trad. A. G. Herbert (Nueva York: MacMillan Publishing Co., Inc., 1969), pág. 53.
13 Id., págs. 103, 1 0 4 , 1 0 9 , 1 1 0 .
"Id., págs. 10, 47.
20 Id., pág. 4 7 .
CAPÍTULO 8
El juicio previo al
advenimiento
L
os adventistas se han referido históricamente a un "juicio
investigador" que se lleva a cabo en el santuario celestial.
Este juicio, tal como lo concebimos, representa la segunda y
última fase del ministerio sacerdotal de Cristo en favor de la
humanidad. Actualmente en sesión, este juicio implica el examen
de las vidas individuales del pueblo de Dios, vivos y muertos.
Quizá sea oportuno decir que ninguna otra doctrina adventis-
ta ha sido objeto de mayor ridiculización y oposición que ésta. La
reacción de los teólogos no adventistas ha sido casi totalmente
negativa, y algunos de ellos ven la doctrina como un recurso para
salvar el prestigio al explicar el fracaso de 1844- Incluso dentro de
la misma Iglesia Adventista no faltan quienes hayan expresado
una que otra vez fuertes recelos acerca de ese concepto. 1
Al evaluar esta reacción llego a la conclusión de que el común
denominador de todas estas opiniones negativas es la percepción
de que el concepto de un juicio investigador parece oponerse a la
doctrina de la justificación por la fe y la seguridad cristiana. Este
fue claramente el caso del expulsado ministro-evangelista adven-
106
EL JUICIO PREVIO AL ADVENIMIENTO 107
EL J U I C I O : U N A I N D I S C U T I B L E ENSEÑANZA DEL
NUEVO TESTAMENTO
Los adventistas son veteranos en las lides de oposición y con-
flicto, y nuestros críticos han quedado vez tras vez frustrados por
nuestra capacidad de absorber sus escarnios teológicos. La iglesia
es indiferente, especialmente cuando la crítica es frágil, como ocu-
rre en este caso. Porque si la noción de un juicio investigador es
enemiga de la justificación por la fe, ¿entonces por qué no lo es
toda noción de juicio per se?
Nadie puede negar la verdad de que el juicio sea una enseñan-
za fundamental del Nuevo Testamento. De una plétora de pasajes
sobre este tema, aquí presentamos algunos:
"Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras
108 EL SANTUARIO
Santiago.
La madurez teológica intenta mantener el equilibrio (algunas
veces en tensión) de varios temas fundamentales de la Biblia. Así,
no importa cuánto afirmemos la justifición por la fe y cuán fuerte
sea nuestro énfasis sobre la seguridad cristiana, no podemos repu-
diar la idea del juicio si deseamos permanecer fieles a la Escritura.
demostró con éxito que estas dos actividades acontecen dentro del
tiempo histórico y que, por lo tanto, el juicio de Daniel 7 es pre-
vio al advenimiento. 18
Uno no debe mencionar el inútil argumento, como hacen
algunos críticos, que siendo que Dios conoce todas las cosas, el
concepto de un juicio previo al advenimiento es errático e inne-
cesario. Tal enfoque, llevado a sus últimas consecuencias, repu-
diaría toda la noción bíblica de juicio, y no simplemente la idea
de un juicio previo al advenimiento. Tal noción surge de una
superficialidad teológica que no puede penetrar más allá del
mundo visible a los mundos y sistemas de inteligencias creadas
quienes, si el universo ha de estar seguro, deben quedar satisfechas
con la totalidad del proceso divino de elección. Y el gran conflic-
to tiene que ver con el hecho de que tales inteligencias no son
i-odas amigables (Efe. 6:12; Apoc. 12:7-12).
4. Adaptación del lenguaje. La dificultad experimentada por los
primeros adventistas de encontrar un término mejor para reem-
plazar a juicio "investigador" fue casi ciertamente un resultado, en
parte, de su propio concepto restringido de la naturaleza y los
alcances de la actividad involucrada. Ellos percibían sólo el aspec-
to subjetivo de este juicio, que tenía que ver únicamente con nues-
tra posición personal delante de Dios. Su preocupación con este
solo aspecto servía para cegarlos ante los otros importantes com-
ponentes, del mismo modo como la preocupación por la justifica-
ción por la fe y la seguridad cristiana ciegan a algunos hoy ante el
énfasis bíblico del juicio.
Los teólogos adventistas contemporáneos, sin embargo, de pie
como están sobre los hombros de estos fornidos pioneros, se han
vuelto cada vez más conscientes del alcance de la actividad de este
juicio. Esto los ha llevado a preguntarse si la palabra "investiga-
dor" es suficientemente amplia para describirla.
Esto se hace especialmente evidente a partir de una considera-
ción de Daniel 7. Claramente se ve que en este capítulo el "cuer-
no pequeño" es el objetivo mayor del juicio. Este hecho sólo basta
para mostrar que este juicio tiene un marco de referencia más
abarcante del que nuestros pioneros fueron capaces de ver en su
tiempo.
116 EL SANTUARIO
Referencias
' Desmond Ford Ka h e c h o todo un catálogo de adventistas que supuestamente tienen serias reser-
vas acerca de la doctrina. Véase "Daniel 8:14, el Día de Expiación y el Juicio Investigador" (manus-
crito no publicado, 1980), págs. 4 7 - 1 4 7 passim. Ford sostiene que la doctrina no está en la Biblia (pág.
14).
: Véase Adams, The Sanctuary Doctrine, págs. 104-107; cf. Ford, pág. 42.
' Véase The Sanctuary Doctrine, págs. 104-107.
4 Id., pág. 107.
5 Id., pág. 137.
6 Wáshington Post, 27 de mayo de 1990, pág. A l .
7 Louis Nizer, Mi Life in Court (Nueva York: Pyramid Publications, Inc., 1 9 4 4 ) , pág. 39.
s Esta amedrentadora interpretación, que todavía se escucha en algunos pulpitos, afortunada-
mente no puede apoyarse en ninguna declaración doctrinal adventista.
9 The Sanctuary Doctrine, págs. 135, 136.
10 Elena G. de W h i t e , Los hechos ele los apóstoles, pág. 9.
11 The Sanctuary Doctrine, pág. 81, n. 3,
i: Paul Gordon, The Sanctuary, 1S44 and the Pioneers (Wáshington, D.C.: Review and Herald
l'ublishing Association, 1 9 8 3 ) , pág. 87.
" Véase Smith "The Sanctuary", Review and Herald, 27 de septiembre de 1887. Cf. The Sanctuary
I 'octrine, pág. 81, n. 3. Evidentemente Dios no vio apropiado revelarle un término especial que sir-
iera de reemplazo a su profeta. Dados los múltiples asuntos que se manejaban en ese tiempo, éste no
• ia, claramente, un asunto urgente. Por eso, la señora W h i t e usó el término que estaba a su alcance.
I lo tenemos por qué concluir, sin embargo, que el uso del término lo hace irremplazable.
14 Ibfd.
15 Elena G. de W h i t e , Counsels to Writers and Editors, pág. 41.
EL JUICIO PREVIO AL ADVENIMIENTO 119
Un pulso de armonía:
LA CONSUMACIÓN DEL JUICIO
A
lgunos han acusado a los adventistas diciendo que su pos-
tura acerca de la expiación es una negación del evangelio y
constituye una prostitución de la justificación por la fe.
Mientras escribo estas líneas, recuerdo a dos parejas en particular
-muy queridos amigos míos (de hecho, tuve el privilegio de oficiar
en la ceremonia matrimonial de la pareja más joven)- que abando-
naron la Iglesia Adventista por esta cuestión y otras semejantes.
En el caso de la pareja de más edad, me he sentido particular-
mente afligido al notar que dos de sus muy talentosos hijos también
se han separado de la estrecha comunión que siempre habíamos
compartido en la iglesia local.
Me ha sido sumamente difícil razonar con amigos tales. ¿Qué le
dice uno a las personas que todavía guardan el sábado y que creen
que están caminando más cerca de Jesús hoy como nunca antes?
¿Qué puede uno decirles? Y sin embargo, sé por la historia de movi-
mientos como en el que ahora militan y cuya comunión parecen
disfrutar, que es muy probable que el chasco y la tristeza les aguar-
den en el futuro.
Lo que escribo en este capítulo es parte de lo que me gustaría
120
UN PULSO DE ARMONÍA 121
CARTA ABIERTA
Hace algunos años el presidente de la Misión Central de Luzón
en las Filipinas (ahora fallecido) recibió una carta abierta firmada
por tres de sus constituyentes. La misiva llamaba la atención a dos
objeciones a "la teología adventista del séptimo día de 1844". Una
de éstas tenía que ver con la doctrina de la expiación y afirmaba que
la enseñanza adventista en este tema es "incompatible con el evan-
gelio de Cristo".
Con un pensamiento un poquito más elaborado, decían a conti-
nuación: "Esta objeción se basa en la premisa de que la expiación
fue completada en la cruz. El evangelio apostólico proclama una
obra terminada de redención. Son las buenas nuevas de una obra de
Cristo terminada. Él ha hecho expiación por el pecado (Rom. 3:25;
1 Juan 2:2), destruido la muerte (2 Tim. 1:10) y derrotado al diablo
(Heb. 2:14)'".
Llamando la atención a la creencia adventista de una "expia-
ción" final en el santuario celestial desde 1844, estos hermanos
decían que "si la expiación fue terminada en la cruz, entonces
cualquier acto subsecuente de expiación [sea que usted lo llame
expiación final o especial] es inaceptable". Precisamente ésta, sin
embargo, fue la posición de los pioneros del adventismo, dice la
carta abierta, nombrando en particular a Urías Smith y Elena de
White. 2
De modo que en esta evaluación de la posición adventista sobre
la expiación, comienzo llamando la atención a las posiciones soste-
nidas por Urías Smith y Elena de White, los dos líderes menciona-
dos en la carta abierta y quienes, de hecho, estaban entre los más
influyentes de nuestros pioneros.
LA POSICIÓN DE ELENA DE W H I T E
En las declaraciones de Elena de White, citadas en la carta
abierta, ella parece tomar una posición semejante a la de Urías
Smith: "Con su muerte dio principio a aquella obra para cuya con-
clusión ascendió al cielo después de su resurrección".5 Y en otro
lugar dice que "antes que la obra de Cristo para la redención de los
hombres se complete, queda por hacer una obra de expiación para
quitar el pecado del santuario".6
UN PULSO DE ARMONÍA 123
C O N C E P T O B Í B L I C O D E EXPIACIÓN 1 2
La palabra hebrea para expiación es kippurim y deriva del verbo
kaphar. Aunque aparecen frecuentemente en el Antiguo Testamen-
to, la connotación exacta de kaphar todavía es un tanto problemá-
tica para los eruditos y no hay unanimidad en cuanto a su significa-
do. Generalmente, sin embargo, se ha comprendido que significa
"cubrir" o "limpiar".
Uno de los propósitos del antiguo sistema ceremonial -de
hecho, el propósito principal— era proveer expiación, y kaphar se usa
una y otra vez en conjunción con el ritual sacrificial diario en Israel.
Observamos este fenómeno en Levítico 4, 5, 6, 7 y 8, fenómeno que
(al parecer) escapaba totalmente a Urías Smith. Como notamos
anteriormente, la expiación, para él, ocurría sólo una vez al año...
dentro del santuario.
Sin embargo, de acuerdo con las referencias citadas arriba, la
expiación ocurría cada día en el atrio, y éste simbolizaba esta tierra
sobre la cual fue plantada la cruz. Esta tierra, en otras palabras
(como vimos en un capítulo anterior),11 es el atrio exterior del san-
tuario celestial, y el Calvario fue el altar del holocausto, donde
Cristo, nuestra pascua, fue sacrificado por nosotros.
No obstante el hecho de que la expiación ocurría cada día del
año, sin embargo, un día especial en el año se consideraba como "el
Día de Expiación" o Yom Kippur (Lev. 23:37; cf. Lev. 16).
Cuando nos volvemos al Nuevo Testamento nos sorprendemos
en primera instancia al descubrir que la palabra "expiación", como
tal, no aparece en lo absoluto en la mayoría de las versiones. Esto
podría ocasionarles un choque a los firmantes de la carta abierta,
que exteriorizaban un alto grado de dogmatismo con respecto a la
expiación en el Nuevo Testamento.
El concepto de expiación, sin embargo, es un tema cardinal -si no
es que el tema cardinal- del Nuevo Testamento. Y el foco central es
Jesucristo: su encarnación y muerte, y ya no el templo y sus rituales.
Aun así, el modelo sacrificial aparece en forma prominente en el
amplio rango de los modelos usados para describir la expiación rea-
lizada por Jesucristo, y formas de pensamientos extraídas del antiguo
sistema ritual no son infrecuentes.
La imagen bíblica de la expiación ni es simple ni uniforme, pero
UN PULSO DE ARMONÍA 125
DUALIDAD EN EL USO
Aquellos que encuentran de algún modo problemático este con-
cepto dual de la expiación, es probable que no hayan notado que
hay en realidad una dualidad inherente en el uso de la palabra
misma.
The Interpreter's Dictionary of the Bible, para nombrar sólo una
fuente, observa que el término inglés atone (expiación) se deriva de
la frase común "at one". Estar "at one" con alguien es estar en un
estado de armonía y común acuerdo. Así, al incorporarse la palabra
UN PULSO DE ARMONÍA 129
Junto a la Cruz
Coro
¡A su nombre gloria!
¡A su nombre gloria!
Cristo Jesús es mi Salvador:
¡a su nombre gloria!
U N A D I M E N S I Ó N MÁS A M P L I A
La concepción más amplia de la expiación que los adventistas
enseñan deriva de su comprensión del antiguo sistema típico. En
armonía con la mayoría de los protestantes afirmamos sin vacila-
ción que todo el sistema cúltico, todo el sistema típico conectado
con el antiguo tabernáculo, señalaba hacia la vida y muerte de nues-
tro Señor, y como tal encontró su cumplimiento en la cruz. No
debiera haber lugar para la prevaricación aquí, ningún lugar para
evasivas en este punto, ningún lugar para débiles tartamudeos. ¡Sí,
132 EL SANTUARIO
C U A N D O L A E X P I A C I Ó N SEA C O M P L E T A D A
Pero la Escritura es explícita acerca de cómo terminará todo, y
cómo Dios restaurará todas las cosas de nuevo. Cuando comience el
proceso final, "el Señor mismo, con voz de mando, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muer-
tos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos,
los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con
ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos
siempre con el Señor" (1 Tes. 4:16, 17).
Con la venida de la expiación, las trompetas del gran jubileo
136 EL SANTUARIO
morador: Estoy enfermo", porque a todos los que moren allí "les será
perdonada la iniquidad" (Isa. 33:24). Y los "redimidos de Jehová
volverán y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre
sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemi-
do" (Isa. 35:10).
¡Así será, amigos! ¡Así será al fin!
"El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni peca-
dores. Todo el universo está purificado. La misma pulsación de
armonía y de gozo late en toda la creación. De Aquel que todo lo
creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del
espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible, hasta el mundo
más vasto, todas las cosas, animadas e inanimadas, declaran en su
belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor".29
¿Suena esto algo así como a novela y no como el evangelio?
¿Suena esto como una prostitución de la justificación por la fe? No,
esta verdad es lo más maravilloso con lo cual me he encontrado des-
pués de andar por los caminos de la teología y la filosofía. Gracias a
Dios por la gran transacción que se realizó en la cruz una vez y para
siempre. Gracias a Dios por el gran ministerio sumosacerdotal de
Jesús en el santuario celestial. ¡Gracias a Dios por la bienaventura-
da esperanza! ¡Gracias a Dios por este maravilloso futuro! Con toda
mi alma quiero decir: ¡"Gracias sean dadas a Dios"!
Referencias
I " A n Open Letter to C L M (Misión Central de Luzón) Presidente Avelino Canias", 19 de mayo
de 1981. (En mis archivos personales.)
: lbíd.
' Urías S m i t h . The Sanctuary and the 2 3 0 0 Days of Daniel 8:14 (Battle Creek, Michigan: S D A
Pub. Assn., 1 8 7 7 ) , pág. 276.
4 Véase Adams, The Sanctuary Doctrine, págs. 58-62.
5 Elena G. de White, El conflicto de ios siglos, pág. 543.
6 Id., pág. 4 7 4 .
' en Signs of the Times, 16 de agosto de 1899. En Qitestiom on Doctrine
(Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Association, 1957), pág. 6 6 4 .
5 lbíd., (las cursivas son nuestras).
9 lbíd., 28 de junio de 1899. (La cursiva es nuestra.) En Questions on Doctrine, pág. 6 6 3 .
10 El Deseado de todas las gentes, pág. 819.
II en Review and Herald, 24 de septiembre de 1901. (La cursiva es nuestra.)
138 EL SANTUARIO
Testimonios
139
140 EL SANTUARIO
séptimo día".2
El peso de esta conclusión no debe sobreestimarse. Quiere
decir que no he visto ninguna evidencia persuasiva que invalide
nuestras enseñanzas básicas con respecto a la significación de
1844, o al juicio previo al advenimiento, o a una expiación final
centrada en el santuario celestial con la cruz como su centro.
Creo que estas posiciones no son sólo teológicamente sólidas,
sino también filosóficamente emocionantes.
Menos de setenta y dos horas después de haber escrito las con-
clusiones de mi tesis, estaba sentado como delegado en la
Conferencia de Glacier View (Colorado) sobre el tema del san-
tuario. A pesar del propósito por el cual habíamos sido convoca-
dos, mi propia agenda consistía en observar para ver si las con-
clusiones que acababa de escribir necesitarían una revisión o
incluso ser ignoradas en la estela de los hallazgos de la conferen-
cia. Para mi gran alivio, especialmente porque mi tesis todavía
no había sido defendida, las deliberaciones dejaron intactas mis
conclusiones con respecto a la solidez de las posiciones básicas de
la iglesia respecto de la doctrina del santuario.
Además, salí adelante con mi fe en la integridad de la doctri-
na del santuario grandemente fortalecida. Día tras día durante la
conferencia fui testigo de lo que consideré discusiones libres y
francas sobre los importantes aspectos que rodean este tema, por
algunas de las mentes teológicas más agudas que tiene nuestra
denominación. El consenso final ha sido una profunda inspira-
ción para mí. Es una dimensión que mi estudio aislado en un
cubículo de la Universidad Andrews no podía haberme dado.
Este apéndice no tiene el propósito de presentar los argumen-
tos que me condujeron a las conclusiones que he descrito.3 No
puede detallar las consideraciones bíblicas, racionales y suprarra-
cionales, que me produjeron la profunda convicción, incluso en
los niveles más profundos de conciencia. Es más bien, un simple
testimonio de la forma en que un estudiante de la doctrina del
santuario ha dilucidado para sí mismo un asunto que preocupa
teológicamente hoy en día a la Iglesia Adventista.
144 EL SANTUARIO
Referencias
' Véase Elena G. de W h i t e , Counsels to Writers and Editors, pág. 35, Testimonies for the Church
(Mountain View, Calif.: Pacific Press Pub. Assn., 1948), págs. 707, 708.
2 Véase Adams, The Sanctuary Doctrine, pág. 283.
1 Aquellos que quieran seguir mi razonamiento pueden consultar mi tesis, a la que me refiero en
la nota 2.
ntelectualmente honesto... valiente... un colirio para abrir los oi: 5
que se necesitaba desde hace mucho tiempo.